Revista Electrónica Educare (Educare Electronic Journal) EISSN: 1409-4258 Vol. 25(1) ENERO-ABRIL, 2021: 1-20
doi: https://doi.org/10.15359/ree.25-1.25
http://www.una.ac.cr/educare
educare@una.ac.cr
[Cierre de edición el 01 de Enero del 2021]
Mikel Moreno-Hernández
Universidad Central Marta Abreu de Las Villas
Santa Clara, Cuba
https://orcid.org/0000-0003-0905-2897
Yamilet López-Felipe
Universidad Central Marta Abreu de Las Villas
Santa Clara, Cuba
https://orcid.org/0000-0002-3848-6056
Dainerys Toledo-García
Universidad Central Marta Abreu de Las Villas
Santa Clara, Cuba
dainerys@uclv.edu.cu
https://orcid.org/0000-0003-1028-6535
Recibido • Received • Recebido: 11 / 03 / 2019
Corregido • Revised • Revisado: 16 / 09 / 2020
Aceptado • Accepted • Aprovado: 15 / 12 / 2020
Resumen: El trabajo propone un ensayo que fundamenta la necesidad de desarrollar el pensamiento geográfico en el contexto escolar que considere las posibilidades de los principios de la geografía. Se analizan diferentes criterios respecto al pensamiento geográfico y los rasgos que este debe tener para orientar propuestas educativas en la enseñanza de la geografía escolar. Igualmente se destacan valoraciones para asumir los principios de la geografía como ejes didácticos en la enseñanza en la escuela, ello permite conformar una propuesta que integra los principios de localización, integridad, evolución y escala geográfica en una estructura que se compone de tres etapas con procedimientos precisos para ejecutar el trabajo docente en la escuela cubana. A partir de los argumentos aportados, se puede concluir que el pensamiento geográfico tiene amplia relevancia en el proceso de educación geográfica en la escuela secundaria básica y los principios de la geografía pueden ser una referencia cardinal para su desarrollo.
Palabras claves: Enseñanza de la geografía; enseñanza secundaria; geografía; pensamiento geográfico; principios de la geografía.
Abstract: The essay proposes the necessity to develop geographical thought in the school context that considers the possibilities of geography principles. It analyzes different approaches regarding the geographical thought and the features that this thought should have to guide educational proposals in the school geography teaching. Equally, the paper emphasizes valuations to assume the geography principles as didactic axes in school teaching; this allows conforming to a proposal that integrates localization principles, integrity, evolution, and geographical scale in a structure composed of three stages with precise procedures to execute the educational work in Cuban schools. From the arguments provided, it can be concluded that geographical thought has wide relevance in the process of geographical education in junior high school, and the geography principles can be a cardinal reference for its development.
Keywords: geography teaching; secondary education; geography; geographical thought; geography principles.
Resumo: É proposto um ensaio que fundamenta a necessidade de desenvolver o pensamento geográfico no contexto escolar, considerando as possibilidades dos princípios da geografia. Analisam-se diferentes critérios sobre o pensamento geográfico e os requisitos que este deve cumprir para orientar propostas de carácter educativo no ensino da geografia escolar. Igualmente, destacam-se valorações para assumir os princípios da geografia como eixos didáticos no ensino fundamental, por isso permite conformar uma proposta que integra os princípios da localização, integridade, evolução e escala geográfica, numa estrutura que compõe-se de três etapas com procedimentos precisos para executar o trabalho docente na escola cubana. A partir dos argumentos oferecidos anteriormente, pode-se concluir que o pensamento geográfico tem ampla relevância no processo de educação geográfica no ensino médio, pelo qual os princípios da geografia podem ser uma referência cardinal para o seu desenvolvimento.
Palabras-chave: Ensino da geografía; ensino médio; geografía; pensamento geográfico; principios da geografía.
La importancia de la geografía escolar está asociada a la posibilidad de que el estudiantado asuma la realidad desde el punto de vista de la espacialidad. Con ello se insertarían en el conocimiento de nuevos modos de interactuar con el paisaje geográfico. Se necesita una educación integral para que la ciudadanía conozca, interprete e intervenga sobre su entorno responsablemente.
Reforzar el valor cultural de la geografía puede transformar el diálogo de los diferentes grupos sociales con su territorio a partir de la promoción de vías sostenibles para ejercer la acción humana sobre la naturaleza y modificar los desajustes propios de la sociedad contemporánea. Revaluar el significado del lugar es una tarea que la geografía necesita conectar con las prioridades educativas más urgentes.
Como parte del contexto social y educativo actual, es inexcusable que se apliquen nuevas concepciones en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la geografía. En una realidad cambiante que se distingue por el flujo constante y diverso de la información, es necesario incentivar en el estudiantado formas más eficientes para la comprensión de sus entornos.
El presente artículo aborda los principales aspectos del pensamiento geográfico necesarios para orientar la enseñanza de la geografía, considerando que los principios pueden favorecer su desarrollo al contribuir a la integración del contenido geográfico. Como criterio metodológico se realiza una sistematización de estudios que han trabajado la temática y se contextualizan tales posiciones a la realidad cubana a la luz de la tradición pedagógica de Cuba.
El valor de la geografía para la ciudadanía del siglo XXI tiene mucho que ver con su significado para la conformación de una cultura que le permita apropiarse de disímiles hechos, procesos y fenómenos geográficos que tienen lugar en el espacio geográfico, y que son de amplia relevancia e incidencia en la vida social. Además, dicha disciplina tiene la capacidad de contribuir en la reflexión responsable sobre las condiciones actuales que tienen los paisajes y por qué se llegó a tales estados, en tanto constituye una oportunidad para asomarse a los escenarios futuros.
La geografía, como plantea Marrón Gaite (2017), otorga la posibilidad de: “levantar la mirada desde nuestras raíces al mundo global” (p. 429). Acercarse al contenido geográfico es una forma de entender la identidad de los grupos humanos que se expresan en una peculiar relación con la naturaleza y los modos de vivir en ella. Tiene el deber inmediato de acompañar al ser humano a materializar su comprensión del mundo por lejano o diverso que parezca.
Ante esta perspectiva se deben utilizar todas las variantes para lograr que la escuela cumpla con su misión de educar integralmente a las nuevas generaciones. Ello implica el dominio de conocimientos, habilidades, valores apegados a las posibilidades que ofrece la geografía escolar. Barraqué Nicolau (1991) y otros estudios le otorgan un valor especial a esta disciplina, ya que contribuye a la comprensión de la materialidad del universo de modo equilibrado y completo, lo que tributa a la conformación de una concepción científica del mundo.
Según Cavalcanti (2014), la ampliación de los conocimientos más allá del sentido común, la confrontación de los diversos tipos de conocimiento y el desenvolvimiento de capacidades operativas de pensamiento abstracto son procesos que pueden ser potenciados con prácticas intencionadas de intervención pedagógica. La geografía escolar tiene que promover modos de pensar flexibles, divergentes, que conecten múltiples perspectivas de la realidad y ayuden a su modificación. En el horizonte de pensamiento del ser humano que se educa hay que poner las cuestiones más urgentes para que sean objeto de reflexión.
Este punto de vista tiene un gran valor para quienes educan, pues es necesario, como plantea Marrón Gaite (2017), tomar partido por una educación geográfica activa, que promueva el desarrollo armónico y la acción ciudadana. Alcanzar esa meta debe implicar, entre otras cosas, que se promuevan más estudios y propuestas para conocer el papel del contenido geográfico en el desarrollo del pensamiento y cómo incentivar este último desde la geografía escolar. En opinión de los autores suramericanos Araya Palacios y Álvarez Barahona (2019), “uno de los propósitos más importantes de la educación geográfica, es contribuir al desarrollo del pensamiento geográfico como un desafío disciplinario y pedagógico” (p.14).
En el caso de Cuba, el desarrollo del pensamiento geográfico está considerado como un punto necesario para enfocar el proceso de enseñanza aprendizaje de la geografía, pero en la práctica existen dificultades para lograr resultados satisfactorios en este sentido. En la escuela secundaria básica del sistema educativo cubano cobra relevancia fomentar propuestas que se dirijan a organizar y maximizar la validez del pensamiento geográfico dentro de la cultura geográfica de estudiantes de este nivel.
Es muy importante el desarrollo de formas más eficaces de pensamiento dentro de la labor docente actual. Para Laurín (citado por Ortega Rocha y Pagès Blanch, 2017), es importante distinguir correctamente en el proceso de enseñanza y aprendizaje de la geografía las relaciones existentes entre pensamiento y contenido; entre razonamiento, conocimiento y experiencia, en vista de favorecer la acción social. Lo anterior confirma que es un reto para cualquier proyecto educativo fomentar modos de pensar que articulen la relación naturaleza-sociedad sobre la base de las exigencias éticas y ambientales modernas.
Conceptualmente, el pensamiento se define como: “el proceso cognoscitivo que está dirigido a la búsqueda de lo esencialmente nuevo, y que constituye el reflejo mediato y generalizado de la realidad” (González Maura et al., 2001, p. 173). Como refieren Palacios Valderrama et al. (2017), este influye en la calidad de vida y es por ello que se debe ejercitar y adiestrar.
De modo general, el pensamiento en el ser humano está asociado a la búsqueda de lo novedoso, a la necesidad de encontrar nuevas interrelaciones respecto a los objetos o fenómenos con los que se interactúa directa o indirectamente. Este se hace necesario cuando aparecen problemáticas que no pueden ser resueltas con viejos métodos, cuando es necesario fomentar alternativas, o bien, cuando existe la necesidad de superar algún obstáculo.
En el pensamiento es clave la relación sujeto-objeto que se desarrolla como parte de la actividad humana. No menos significativo resulta el papel del lenguaje como modo de expresar materialmente el pensamiento, esencialmente en su carácter generalizador. Entre sus componentes es común referirse a análisis, síntesis, generalización, comparación y abstracción. Su avance se favorece en la reflexión, en la búsqueda de nuevas conexiones que permiten encontrar otras perspectivas sobre objetos y problemas.
En cada sociedad, el conocimiento geográfico sobre el espacio tiene un importante papel en la conformación cultural; en este sentido la ocupación, gestión y e interpretación del territorio tiene una significativa relevancia para comprender los rasgos esenciales de cualquier comunidad humana y los lazos que ella establece con el territorio (Mateo Rodríguez, 2012).
Sin embargo, un análisis más detallado deja bien claro que en un mundo donde los problemas de toda índole son cada vez más complejos y las soluciones parecen necesitar un nivel mayor de integralidad para no convertirse en agravantes, se hace imprescindible la reflexión como actividad esencial de cualquier propuesta educativa donde la ciudadanía del mañana pueda utilizar el razonamiento para entender, explicar y actuar en el mundo que les corresponde vivir y transformar.
Aguilón Mora et al. (2016) toman partido porque la geografía escolar debe orientarse en la escuela a la reflexión y la formación de habilidades. Ello denota la relevancia de estos aspectos, téngase en cuenta que, según Báez Alcaíno y Onrubia Goñi (2016), el pensamiento es considerado como un grupo de habilidades que puede ser aprendido y enseñado. Las instituciones escolares deben movilizar esfuerzos para lograr un diálogo más fluido entre los estudiantes y la realidad, ya sea la que se percibe o la que se construye en los medios de comunicación, la búsqueda de la verdad sobre los hechos, procesos y fenómenos que tienen lugar en el espacio geográfico es un ejercicio perfecto para el desarrollo intelectual de la persona.
Diferentes estudios han aportado criterios al desarrollo del pensamiento geográfico en el contexto educativo y como parte de la cultura general del ser humano, entre ellos se destacan en el contexto internacional los criterios de Baranski (1980); Pinchemel (1889); Delgado Mahecha (2003); Sposito (2004). En Cuba Mateo Rodríguez (2012) se pronuncia por la relevancia de este mismo para enfrentar los retos del acontecer contemporáneo.
Por su parte, Baranski (1980) lo considera como una forma de razonar ligado al territorio. Al respecto plantea:
Piensa geográficamente la persona que en medida suficiente se acostumbró a prestar atención a la diferencia que existe entre un lugar y otro, no solo por las condiciones naturales, sino por los destinos históricos, por las condiciones sociopolíticas, por la posición, como también por la economía, quien se acostumbró a exponer sus apreciaciones, a estudiar los motivos. (p. 162)
Desde la perspectiva de Cavalcanti (2014), contribuye a afianzar la contextualización del estudiantado como ciudadanía, ya que ayuda a conocer la realidad, a interrogarse sobre ella, a establecer paralelos con otras situaciones semejantes y a pronunciarse sobre los principales sucesos que tienen lugar en su contexto. Tales experiencias tributan a desarrollar individuos activos en la vida social y responsable ante las demandas que imponen las complejas relaciones derivadas de la interacción entre naturaleza y sociedad.
Es relevante insistir en que la geografía escolar sea notable no solo por su significado social para las personas, sino valiosa por su aporte al desarrollo del pensar. Téngase en cuenta que el espacio geográfico se manifiesta de alguna manera en la conciencia social y ella, a su vez, expresa en acciones e interpretaciones la relación con el paisaje.
Al establecer un vínculo entre lo geográfico y su significación para la sociedad, Laurín (citado por Ortega Rocha y Pagès Blanch, 2017) expone que el pensamiento geográfico es “la capacidad de considerar las cuestiones sociales desde un punto de vista geográfico, de manera consciente y comprometida” (p. 411). Ortega Rocha y Pagès Blanch (2017, citando a Jackson, 2006) destacan que “el pensamiento geográfico es una manera única de ver el mundo, de entender problemas complejos y pensar en interconexiones en una variedad de escalas” (p. 412).
Jackson (2006) sostiene que el pensamiento geográfico debe pronunciarse por atender las relaciones entre espacio y lugar, escala y conexión, proximidad y distancia. Estas posiciones realzan el estudio de interconexiones según las diferentes escalas en espacios particulares, junto con la búsqueda de la integridad de los aspectos a estudiar. El análisis dialéctico de la movilidad de todos los fenómenos existentes y el papel de la subjetividad para representar y analizar los sucesos geográficos.
Al respecto, Ortega Rocha y Pagès Blanch (2017) plantean “un razonamiento geográfico implica la observación de hechos y su cuestionamiento, el análisis de problemas y la construcción de una explicación. Es pluriescalar y dinámico. Es un razonamiento reflexivo y crítico que conecta con la acción social” (p. 414).
Existe como punto en común para los estudiosos referidos el considerar la localización de diferentes hechos o procesos geográficos como desencadenante de la actividad intelectual, puesto que ello implica establecer relaciones, contrastar datos, visualizar contextos, realizar comparaciones y otras disposiciones intelectuales que se desprenden en mayor o menor grado de comprender las interrelaciones existentes. En dicha circunstancia es posible reconstruir un escenario que se ve enriquecido por la capacidad de incorporar mayor diversidad de argumentos y conexiones. Unido a ello, al atender problemas complejos en diferentes escalas se movilizan varios saberes y existe la posibilidad de manejar nuevas perspectivas, pues la escala de análisis hace variar la visión que sobre los hechos se tiene.
El pensamiento geográfico es un modo de entender la realidad desde la perspectiva geográfica, es decir, pensar el espacio, moverse en las diferentes espacialidades (multiescalaridad) y tener una conciencia sobre esa espacialidad (las acciones personales y colectivas territorializadas en un espacio que es cambiante y móvil). Requiere habilidades de construcción de redes conceptuales, de representación geográfica y de pensamiento crítico – creativo. (Ortega Rocha y Pagès Blanch, 2017, p. 412)
Para Araya (2010, citado en Araya Palacios y Cavalcini, 2017), se debe insistir más y mejor en: “desarrollar cabalmente en los estudiantes su pensamiento geográfico y las habilidades de pensamiento superior que les permita comprender integralmente el espacio geográfico y las relaciones sociedad-naturaleza, desde el punto de vista del desarrollo sustentable” (p. 25).
En los trabajos de de Miguel González (2015) el pensamiento geográfico no debe ser reproductivo o formal, sino que necesita que se dominen procedimientos y habilidades. Este es un proceso gradual en el que docentes y sus escolares van componiendo diferentes elementos hasta asegurar un desarrollo del pensamiento fluido y flexible. Ello ayudaría a superar la memorización como estilo de aprendizaje y priorizar un progreso de las habilidades superiores del pensamiento (Claudino et al., 2018).
Al respecto, en América Latina ya se han realizado proyectos e investigaciones sobre el tópico, un ejemplo son los trabajos de Araya Palacios y Álvarez Barahona (2019) que consideran que “comprender cómo se adquiere este tipo de pensamiento y determinar las claves para su desarrollo resulta interesante por su potencialidad epistemológica y didáctica” (p. 6).
Sobre la temática en la región deben destacarse las posiciones de Araya Palacios y Cavalcanti (2018) que distinguen la formación y adquisición de conceptos como un proceso relevante para el desarrollo del pensamiento geográfico. Ello ha originado trabajos que orientan la didáctica a la investigación sobre la formación conceptual como referente para hacer más acertado el aprendizaje geográfico.
Pensar geográficamente tiene que encaminar a la persona a examinar con apego a la verdad, con objetividad, pero reconociendo que valoramos desde el umbral subjetivo personal, con determinados patrones culturales que inciden en la articulación de respuestas y en la búsqueda de caminos para la transformación. No obstante, la dinámica de la vida sugiere priorizar la reflexión sobre lo trascendente, lo que nos afecta. Sin embargo, deben conjugarse intereses individuales y colectivos para que este modo de pensar tenga relevancia social como se necesita en la contemporaneidad.
En Cuba los programas de geografía insisten en que el estudiantado sea sujeto activo de su aprendizaje al ilustrarse con problemáticas significativas y reales. Respecto a los modelos de formación en la educación general –específicamente en secundaria básica y preuniversitario– se hace referencia a la necesidad de lograr el desarrollo del pensamiento científico-teórico, además, en ellos se plantea la necesidad de que el currículo se proyecte por contribuir al desarrollo del pensamiento integrador (Ministerio de Educación, [MINED], 2016).
Otras investigaciones, como la Mateo Rodríguez (2012), sugieren que el pensamiento geográfico no es más que: “la actividad intelectual dirigida a la producción de un saber nuevo por medio de la reflexión, basado en el conocimiento geográfico” (p. 57). Sus componentes esenciales son, según este autor, los conocimientos, la actividad intelectual y la cultura individual.
Con este criterio, el autor citado integra la necesidad de poseer conocimientos, ejecutar acciones intelectuales y utilizar el sostén de la experiencia adquirida por cada ser humano. Aun cuando este análisis puede ser limitado, es válido resaltar su concreción como punto de partida para articular propuestas didácticas.
El desarrollo del pensamiento geográfico no debe atarse solo a los contenidos escolares, sino que estos deben canalizarse en el estudio de determinados sucesos o problemáticas que son muy relevantes en la vida cotidiana o que, por su fuerza mediática, resultan influyentes en determinado momento. Su esencia se enlaza con la propia dinámica del conocimiento humano, ello implica ir incorporando aspectos claves para la humanidad en un momento preciso. Temas como el cambio climático, el desarrollo sostenible u otros deben ser aristas que copen el discurso teórico y didáctico para las propuestas que se proyecten.
El análisis de estas posturas permite destacar aspectos que son necesarios para distinguir, desde el punto de vista teórico, el pensamiento geográfico. Inicialmente se debe considerar que este término es de forma general asociado con:
• La capacidad del ser humano para entender el espacio geográfico teniendo en cuenta varias escalas y hallar nuevas conexiones que manifiesten novedosas o menos destacadas visiones sobre los objetos, hechos o procesos que tienen connotación social o natural.
• La posibilidad de hallar generalizaciones a partir de integrar distintos componentes de la envoltura geográfica en función de distinguir la esencia y evolución de fenómenos, hechos y procesos geográficos con una perspectiva de desarrollo sostenible.
• Razonar en vista de descubrir los fundamentos sobre los que se sostienen las afirmaciones a partir de observar, cuestionar, analizar problemas, construir explicaciones, contrastar argumentos, clasificar, explicar, formular juicios de modo coherente.
• Reflexionar respecto a la validez, la vigencia o el alcance de diversos puntos de vistas que sostienen la lógica de las relaciones existentes entre ciertos objetos, hechos o procesos geográficos, lo que permite asumir posturas evaluadoras para encontrar posibles soluciones.
• Es posible estructurarlo en diferentes operaciones en función de su estudio y para implementar diferentes estrategias educativas.
• Se nutre del acervo cultural de la comunidad humana en tanto es prisma dese el que se jerarquizan concepciones, valoraciones y puntos de vistas.
• Puede orientarse a la confrontación de conocimientos cotidianos y científicos, en tanto puede conformarse con el concurso de conocimientos de otras disciplinas.
• Implica plasticidad para orientar la reflexión y favorecer la toma de decisiones, la innovación y la creatividad.
A partir de las posiciones anteriores es posible definir al pensamiento geográfico como la actividad intelectual de búsqueda de nuevas conexiones que permiten articular diversas generalizaciones con enfoque sostenible, al integrar, desde lo geográfico, componentes culturales diversos en función de aprehender hechos, procesos, y fenómenos que tienen lugar en el espacio geográfico.
Su desarrollo tiene por base la reflexión y el razonamiento, donde el primer proceso implica cuestionar las relaciones existentes o que son más representativas respecto a determinados puntos de vistas establecidos. Mientras que el segundo favorece descubrir y argumentar los supuestos sobre los que se asientan las afirmaciones lo que ayuda a articular, clasificar explicaciones, formular juicios, fundamentar propuestas construir explicaciones.
Cada una de estas demandas necesita encontrar en la escuela una institución abierta al cambio y capaz de innovar según las posibilidades y las peculiaridades de la cultura a la que responde. Para Araya Palacios y Cavalcanti (2017), la escuela y en especial el personal docente deben prestarle mayor atención al desarrollo del pensamiento geográfico. Esta necesidad ha sido observada también por Laurín (citado por Ortega Rocha y Pagès Blanch, 2017) cuando considera que la enseñanza de la geografía necesita cimentar mejor las relaciones entre el pensamiento del estudiantado, el contenido y la experiencia.
El desarrollo de propuestas para potenciar el pensamiento geográfico debe atender según Llancavil Llancavil (2018) la posibilidad de poner la didáctica de la geografía en otra perspectiva para que docentes y estudiantes interactúen más apropiadamente en busca de una mejor comprensión social del espacio, de manera que contribuya a la competencia geográfica de los actores educativos.
Al respecto, Sharpe et al. (2016) opinan que el pensamiento geográfico se desarrolla cuando se plantea un problema geográfico y es posible resolverlo a través de uno o varios de los conceptos de base (importancia espacial, contrastes y tendencias, interrelaciones, perspectiva geográfica, fuentes o juicio geográfico).
Su formación en la escuela puede significar que el estudiantado tenga la posibilidad de razonar y reflexionar con más exactitud; sea más eficiente cuando interactúe con el espacio geográfico y con el contenido escolar propio de esta disciplina o de otras; asuma las problemáticas cotidianas como objeto de examen que le ofrezca la opción de avizorar y asumir posiciones como parte de su responsabilidad ciudadana.
Los proyectos educativos deben ser coherentes tanto desde el punto de vista social como científico. La geografía como ciencia tiene la responsabilidad de profundizar en la realidad en correspondencia con su objeto de estudio, lo que implica el descubrimiento de nuevo conocimiento con impacto en las condiciones de vida de la sociedad. Al decir de Barraqué Nicolau (1991), sus métodos responden a la investigación científico-geográfica. Por su parte, la geografía escolar está dirigida a fomentar la instrucción y la educación del estudiantado a partir de una sistematización de contenidos que permiten el aprendizaje de los fundamentos de la ciencia según los objetivos educativos previstos.
La articulación entre la ciencia geográfica y la geografía escolar es una necesidad para contribuir a la masificación de la cultura contemporánea en el contexto educativo. De la primera, la segunda debe incorporar los avances que sirvan para corroborar los logros de la humanidad en el camino del saber.
La didáctica de la geografía asume como tarea incentivar la reflexión sobre el proceso de enseñanza/aprendizaje de esta disciplina científica que permita orientar la educación geográfica. Esta a su vez, toma de las aristas más significativas de la cultura geográfica los aspectos que tienen determinado valor y deben ser apropiados por las nuevas generaciones en un momento histórico concreto.
El pensamiento geográfico se articula dentro de la didáctica de la geografía, puesto que este se convierte en objeto de la actividad educativa (educación geográfica). Su inserción en el proceso de enseñanza-aprendizaje implica determinar modos para convertirlo en uno de los aportes de esta disciplina a la cultura geográfica que todo ser humano debe tener. Según Araya Palacios y Álvarez Barahona (2019), debe ser un tópico importante en el análisis didáctico del profesorado de geografía.
El pensamiento geográfico es resultado del desarrollo cultural del ser humano en tanto manifiesta una actividad intelectual que ha contribuido a la apropiación que ha hecho la comunidad humana respecto a su relación con el espacio geográfico. A su vez, este modo de pensar, incorporado a los procesos de educción geográfica, se convierte en una de las adquisiciones culturales más relevante que puede asimilar el estudiantado.
Los principios de la geografía tienen una larga tradición dentro de la ciencia geográfica y múltiples investigaciones han contribuido a su estudio y análisis. En el campo de la didáctica de la geografía también se han considerado. Su esencia define algunas de las cuestiones más relevantes con las que el ser humano ha constado para entender el espacio geográfico (Martínez Romera, 2011).
Los principios son una visión unificadora de todas las formas de ver la ciencia geográfica. Con ellos se debe contar como referencia para orientar el pensamiento hacia los intereses y exigencias de un verdadero pensamiento geográfico.
Los Principios Científicos constituyen las vías transversales sobre las que discurre la información, el conocimiento, las ideas, el pensamiento y gracias a ellos, la creatividad y los efectos de la misma encuentran el camino para conectarse, para incorporarse al conocimiento general. (García y Jiménez, 2006, p. 66)
Esta posición describe adecuadamente el papel integrador que pueden tomar los principios en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Igualmente denota su significación para desarrollar la actividad intelectual, los propios grupos investigadores asumen que se convierten en: “herramientas de observación, análisis, reflexión y comprensión” (p. 66).
Coincidimos en el valor teórico y metodológico de los principios para conformar propuestas educativas, versátiles y con alto nivel de generalización para orientar el estudio de los contenidos escolares y su actualización constante respecto a las problemáticas geográficas que deben ser introducidas en los currículos. El pensamiento geográfico puede estructurarse desde la lógica de los principios, ellos serían adquisiciones valiosas al arsenal intelectual que debe aprender el estudiantado mientras recibe la influencia pedagógica de la escuela.
su introducción en la didáctica es compatible con cualquier enfoque pedagógico establecido previamente … ya que la intención que transmiten es sencilla, comprensible, y más que limitar el acto didáctico en sí le ofrece nuevas posibilidades para orientarlo hacia el pensamiento científico. (pp.117-118)
La vía de insertarlos en el proceso de enseñanza-aprendizaje orientado al desarrollo del pensamiento geográfico no ha sido consecuentemente descrita, no obstante García Ruiz (2012) ha planteado que “están en la base, en el origen, en la razón, en el fundamento y en el funcionamiento de la reflexión, del pensamiento y de la conducta” (p. 49). Ello permite considerar su papel para desencadenar la búsqueda de nuevas relaciones entre objetos, procesos y fenómenos geográficos.
Involucrarlos mejor sería un punto de partida para la reflexión y el razonamiento, para desatar procesos de análisis, de síntesis, generalización y otros tan necesarios en el desenvolvimiento del pensamiento. Incorporarlos aportaría generar acciones que tengan en cuenta diferentes perspectivas, que ayuden a evaluar posiciones y alternativas, a distinguir elementos, a ser flexibles, a solucionar problemáticas, analizar tendencias y a la innovación.
Su relevancia la definen García y Jiménez (2007) cuando opinan que los principios son: “las primeras proposiciones o verdades fundamentales por donde se empiezan a estudiar las ciencias y las artes” (p. 162).
En su modelo metodológico, basado en principios científicos-didácticos para la enseñanza de la geografía y la historia, García Ruiz (2012) refiere “diez principios: … universalidad, espacialidad, temporalidad, modalidad, actividad, intencionalidad, interdependencia, causalidad, identidad y relatividad” (p. 47).
Al respecto, Cuétara López (2004) alude a los principios de localización, generalización, distribución, actividad, causalidad, conexión, debe destacarse que este investigador incorpora el principio de estudio de la localidad.
El análisis hecho permite encontrar un nivel de coincidencia elevado en las diferentes posiciones descritas. Algunas de ellas pueden ser la base para conformar una estructura que permita al estudiantado operar con ellos, aun cuando la cantidad de principios pudiera ser un obstáculo para su utilización.
El balance teórico anterior evidencia la relevancia de los aspectos siguientes:
• El pensamiento geográfico como proceso cognitivo dirigido a la búsqueda de lo nuevo permite conformar generalizaciones desde una base cultural antecedente para entender diversos fenómenos que tienen lugar en el espacio geográfico. Su tratamiento como proceso educativo necesita de la articulación de operaciones básicas para guiar su desarrollo más eficiente entre el estudiantado.
• Los principios de la geografía son aportes de la ciencia geográfica que pueden constituir referentes unificadores, vías o ejes transversales para la construcción de propuestas educativas que promuevan el pensamiento geográfico en la escuela, en tanto son un resumen de la experiencia humana asociada a su estudio del territorio. A través de ellos existe la posibilidad de organizar la actividad del estudiantado y brindarle la posibilidad de indagar, realizar sus reflexiones, contrastar, intercambiar, ordenar sus ideas e involucrarse en la solución de disímiles problemáticas.
• No ha sido suficientemente atendido el modo de integrar el uso de los principios para favorecer la actividad cognitiva que tribute intencionalmente al desarrollo del pensamiento geográfico.
Al establecer las líneas básicas de una propuesta educativa se pretende trazar algunas pautas esenciales que, desde un análisis teórico de respaldo, puedan orientar la labor de docentes para definir su modo de actuar en el proceso de enseñanza-aprendizaje según las características del estudiantado y del sistema educativo donde ejerza su actividad. Bajo esta óptica se exponen los rasgos indispensables de una alternativa para integrar los principios de la geografía en vista del desarrollo del pensamiento geográfico.
Inicialmente se definen los principios de la geografía a utilizar, ellos se asumen en correspondencia con las necesidades del contexto educativo y en vista de su capacidad para desencadenar actividad intelectual como parte del estudio de diferentes interacciones entre el estudiantado y el contenido geográfico objeto de estudio. Ellos son los siguientes:
Todo hecho, el proceso o fenómeno geográfico debe ser localizado, la espacialidad es un eje rector de la geografía y uno de los aportes básicos a la cultura de cualquier persona; según Cuétara López (2004), ello le otorga el valor geográfico a determinado suceso, este es el punto de partida en cualquier análisis en la disciplina. Al localizar se delimita, se individualiza lo que permite destacar su identidad.
Martínez Romera (2011) expresa la localización desde tres aristas lo conceptual lo espacial y lo temporal. Eso implica definir conceptos y proyectarlos sobre el espacio en tanto le concede valor práctico y material a estos mismos. Ello es fundamental para identificar espacialmente y ejecutar una correcta lectura de lo que se va a localizar.
Localizar ayuda a entender la relación entre objetos y su distribución en el espacio. García y Jiménez (2007) consideran que debe tenerse en cuenta la visión temporal puesto que lo temporal envuelve lo espacial.
Su esencia atiende la unidad existente en los hechos procesos y fenómenos geográficos su interdependencia y a la vez la unidad dialéctica entre las partes y el todo. La visión de conjunto sin renunciar a las particularidades permite la lectura de la acción simultánea de los componentes para detenerse en sus rasgos esenciales, en las interrelaciones existentes que originan determinadas variaciones que inciden a corto o a largo plazo en la identidad del hecho o suceso. Alejandro de Humboldt se refirió al principio de conexión donde todos los hechos y procesos geográficos dependen unos de otros en tanto conforman una cadena interconectada.
Es importante tener presente el movimiento y las contradicciones existentes en lo que se percibe, así como los inevitables vínculos, combinaciones, causas y efectos. La integridad propicia acudir al contexto para explicar los motivos de lo que se estudia y comprender su dinámica de modo íntegro.
Su esencia puede hacer que se visualicen aspectos como estructura, función, dinámica, organización y otras nociones recurrentes en cualquier sistema como pueden ser elementos sociales, económicos, ecológicos y culturales (Mateo Rodríguez, 2012).
Permite realzar la síntesis, al aportar a la composición de un todo mediante la unión de sus componentes o partes. Se debe tener en cuenta, para ello, la relatividad puesto que todo tiene distintas miradas y diversas interpretaciones; pero para actuar con objetividad hay que considerar la mayor cantidad posible de variables ya que nada existe en la Tierra aisladamente, todo es interdependiente.
Es considerada también como actividad, fue propuesta, según Cuétara López (2004), por Jean Brunhes, sobre este rubro se plantea que todo se modifica constantemente a nuestro alrededor, nada está inmóvil.
Se manifiesta atendiendo a que todo está en constante cambio producto de las contradicciones existente en la naturaleza y la sociedad, esto se manifiesta cíclicamente pero no de forma igual, pues las contradicciones van generando desarrollo y pequeños cambios cuantitativos producen cambios cualitativos y otros aspectos nuevos aparecen dando origen a formas diferentes y potencialmente superiores. El dinamismo y la transformación implican la evolución de los fenómenos geográficos. La aceleración de tales procesos origina cambios bruscos que le otorgan nuevas cualidades a los hechos o procesos estudiados.
Operar con este principio debe guiar a interrogar la realidad respecto a: ¿qué pasa y cómo cambia? En su esencia se debe conjugar criterios de extensión y alcance para determinar que dimensiones adquieren los cambios y cuál es su tendencia. Del mismo modo favorece la generalización, ya que permite realizar comparaciones de los hechos y fenómenos geográficos que ocurren en distintos lugares y durante diferentes épocas para arribar a conclusiones que expliquen sus similitudes o diferencias, ello ayuda a conectar el presente con el pasado, lo que hace evidente la constante dinámica evolutiva de la Tierra, la transformación de las sociedades y las relaciones ser humano-naturaleza.
Implica el análisis no solo con los elementos o manifestaciones del contexto local sino la contemplación de las relaciones a otras escalas, puede ser regional, nacional, global. Es la visión dialéctica entre lo que se conoce del entorno más cercano y su impacto en otras partes, de igual forma en sentido inverso. Al contemplar diferentes escalas varían la naturaleza de los datos y también su interpretación (Martínez Romera, 2011).
Ayuda a ver particularidades y generalidades, diferenciar lo esencial de lo que no lo es. Ayuda a apreciar los matices de lo que se estudia según el contexto. El análisis de conceptos geográficos según la escala, siempre enriquece la visión que sobre estos se tiene y potencia una visión verdaderamente científica del mundo.
Para generar una propuesta sólida se pretende congeniar los principios de la geografía y la enseñanza en función de organizar procedimientos que estructuren las actividades que permitan hacer más efectivo el proceso de enseñanza-aprendizaje de la geografía en la escuela secundaria básica. Por ello se parte de integrar las exigencias didácticas y científicas que apuntan a la búsqueda de la conexión y regularización de los contenidos.
Se reconoce que el personal docente necesita determinadas proposiciones que sean la base para ejecutar sus acciones pedagógicas en el aula, ellas sirven como marco básico para ser adaptadas a diferentes contenidos y programas según el año escolar. El uso de cuatro principios de la geografía viabiliza el trabajo a realizar lo que no excluye que puedan utilizarse otros, igualmente es flexible para asumir las adaptaciones pertinentes según los rasgos del estudiantado a los que se dirija.
Como parte de su esencia se tienen en cuenta los rasgos de adolescentes tales como el trabajo en grupo y el papel del individuo en este, la sociabilización, el intercambio, la búsqueda de nuevas alternativas. Igualmente se incentiva a confrontar opiniones y a la construcción de consenso.
La propuesta se conforma como pautas generales a seguir dentro de cualquier actividad cognitiva, aunque lógicamente debe adaptarse a la diversidad de opciones curriculares existentes. Se asumen, como fundamento, los criterios sobre actividad desde la visión filosófica dados por Rosental y Ludin (1973) cuando plantean: “caracteriza la función del sujeto en el proceso de interacción con el objeto” (p. 4). Además, se tienen en cuenta la posición de Rico (2012) respecto a que “la actividad cognoscitiva consiste en la actividad dirigida al proceso de obtención de … conocimientos y a su aplicación creadora en la práctica social” (p. 237).
Rico (2012) plantea que “la actividad cognoscitiva … dirigida mediante el proceso de enseñanza de la escuela, se denomina actividad de aprendizaje” (p. 239). Para Rico (2012) la actividad de aprendizaje ofrece la posibilidad de “la asimilación de conocimientos científicos y la formación de habilidades correspondientes constituyendo el objetivo y resultado esencial de la propia actividad” (p. 240).
Esta propuesta permite favorecer la lectura puesto que se recomienda para su implementación apoyarse en textos sencillos con los que se pueda dialogar, pueden aprovecharse materiales de un medio de comunicación o uno de divulgación científica que debe ser previamente analizado por el personal docente para responder a las necesidades planteadas. Es necesario asegurar que el texto responda a los aspectos esenciales definidos para los principios y se vincule con algún contenido geográfico relevante, lo que permitiría definir un eje básico de trabajo, se debe promover también el uso de material cartográfico en diferentes formatos.
Igualmente necesario resulta potenciar el intercambio de ideas, el desarrollo de la imaginación, la investigación, la aplicación práctica de la teoría. La estructura que se propone se corresponde con los criterios de Rico (2012), esta autora distingue las etapas de orientación, ejecución y control para ejecutar actividades cognoscitivas.
En la primera etapa se debe insistir en:
• Crear necesidades y motivos de aprendizaje. Motivar sobre un tema o problemática relacionado con el contenido geográfico. Definir el problema práctico y convertirlo en un problema cognitivo.
• Determinar objetivo, métodos, medios. Considerar acciones a realizar: Relacionarse con el hecho, proceso o fenómeno geográfico. Estructurar la tarea a través del trabajo con los principios.
• Exponer e intercambiar con los compañeros los criterios e ideas. Confrontar alternativas para aplicar a la solución de la problemática.
Como parte de la segunda etapa es necesario precisar las acciones a realizar según las condiciones de trabajo y el diagnóstico del estudiantado. Básicamente sería:
• Facilitar que el estudiantado se relacione con el objeto de estudio (mediante la lectura, utilizando material audiovisual u otra variante definida) y de esta manera ayudar a dinamizar la sensopercepción del estudiantado implicado, contribuyendo a que asuma una representación más exacta del fenómeno que se estudia.
• Desarrollar el trabajo con los principios de: localización, integridad, evolución y escala geográfica, ello permite enfocar las acciones hacia aspectos concretos.
La clave está en conformar una estructura que sea marco para facilitar el desarrollo del pensamiento en el sentido que sugiere las exigencias de la actividad. Sobre tales referentes se propicia el intercambio, el contraste de ideas y hallazgos realizados al penetrar en el estudio de la problemática. Ello contribuye a confrontar alternativa, variantes nuevas visiones o relaciones.
Finalmente, en la tercera etapa se debe:
• Comprobar los resultados obtenidos por parte del estudiantado en la realización de la actividad.
• Promover la comparación entre los resultados alcanzados y los objetivos propuestos.
• Analizar cada momento de la actividad y facilitar el auto control por parte del estudiantado respecto a la tarea. El personal docente puede apoyarse en los criterios del grupo participante para concluir la actividad.
La lógica de la propuesta implica ir pasando de la reproducción del procedimiento a la autonomía del estudiantado para ejecutarlo con un mayor nivel de independencia. Los principios deben ir guiando el análisis del objeto de estudio a partir de ayudar a reinterpretar el fenómeno a la luz de su alcance generalizador, pueden elaborarse los puntos de análisis que cada principio aportará a la actividad a partir de la base teórica ofrecida anteriormente. También se debe insistir en la motivación, así como potenciar el intercambio para promover la incorporación de las mejores ideas y análisis.
Resulta necesario distinguir que el pensamiento geográfico debe ser considerado como uno de los aportes culturales más importantes del proceso de enseñanza aprendizaje de la geografía en la escuela ya que ofrece la posibilidad de incrementar la actividad intelectual respecto a los diferentes sucesos que tienen lugar en el territorio lo que es primordial para la educación general de la ciudadanía. Su desarrollo está ligado a la dinámica de evolución cultural de la humanidad, por ello su atención debe ser contextualizada a necesidades contemporáneas.
El pensamiento geográfico puede ser definido como la actividad intelectual de búsqueda de nuevas conexiones que permiten articular diversas generalizaciones con enfoque sostenible, al integrar desde lo geográfico componentes culturales diversos en función de aprehender hechos, procesos, y fenómenos que tienen lugar en el espacio geográfico. Su naturaleza se distingue por propiciar la comprensión de dicho espacio, favorecer el análisis multiescalar y la búsqueda de nuevas conexiones. Permite enfocar con integralidad los hechos, proceso y fenómenos que tienen lugar en la envoltura geográfica, además, de apoyar el razonamiento sobre el origen de los fundamentos establecidos como verdades. Igualmente ayuda a contribuir a reflexionar sobre la validez de los diversos puntos de vistas establecidos.
El pensamiento geográfico es posible estructurarlo, este es un reto de suma importancia para impulsar los procesos educativos que se orienten en cualquier nivel de enseñanza. La geografía escolar debe favorecer una transposición didáctica de los avances de la geografía como ciencia en vista de una educación geográfica efectiva.
Los principios de la geografía como ciencia pueden ser elementos desencadenantes del pensamiento geográfico. Por tanto, resulta clave asumir una visión integradora de estos mismos, según las necesidades educativas y las características del contexto; una propuesta puede ser el trabajo intencionado con el principio de la localización, integridad, evolución y la escala geográfica insertados en las etapas de la actividad cognitiva.
Para el desarrollo efectivo de la propuesta se sugiere la utilización de textos de divulgación científica que estén al alcance de los grupos de estudiantes y les permita ejercitar la lectura. Estos deben referir alguna problemática de interés actual y propiciar el uso de material cartográfico, el vínculo interdisciplinario, la investigación, el debate, el trabajo en grupo y la aplicación de los principios para guiar la tarea docente, además de la búsqueda de alternativas y de consenso. Deben considerarse temas atractivos y motivadores.
El trabajo con los principios dentro de la actividad guía el análisis, pueden elaborarse los puntos de análisis que cada principio aportará a la actividad a partir de la base teórica ofrecida anteriormente. La evaluación debe propiciar la comparación entre los resultados obtenidos y las metas propuestas, además de que se realice la autoevaluación individual y colectiva de la actividad.
Este artículo tiene disponible, como material complementario:
-La versión preprint del artículo en https://doi.org/10.5281/zenodo.3530810
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