Revista Electrónica Educare (Educare Electronic Journal) EISSN: 1409-4258 Vol. 20(2) MAYO-AGOSTO, 2016: 1-15

doi: http://dx.doi.org/10.15359/ree.20-2.13

URL: http://www.una.ac.cr/educare

CORREO: educare@una.cr

[Número publicado el 01 de mayo del 2016]


 

La fotografía como intermediaria en un proyecto artístico- educativo informal que retrató la vida de las mujeres saharauis1, 2

Photography as an Intermediary in an Informal Artistic Education Project that Portrayed the Life of Sahrawi women3, 4

Martha Ileana Landeros-Casillas5

Universidad de Guadalajara

Guadalajara, México

correo: l_ileana@hotmail.com

orcid: http://orcid.org/0000-0003-4964-7705


Recibido 31 de julio de 2015 • Corregido 18 de febrero de 2016 • Aceptado 12 de abril de 2016

Resumen. Este estudio se llevó a cabo en la zona más inhóspita del desierto del Sáhara en los campos de refugiados de Tindouf en Argelia, donde radica una parte de la comunidad saharaui. Ahí se impartió a las mujeres un taller fotográfico con el objetivo de que las imágenes permitieran visibilizar la realidad de su entorno y trabajar en la recomposición del tejido social roto, no por voluntad sino por imposición. Recuperar el espacio público a través de voces y miradas nos permitirá entender, desde la visión y opiniones de las saharauis, sus nostalgias y sentimientos, con el objetivo de que dichas narraciones visuales, verbales y textuales generen pautas más acertadas en el apoyo de programas solidarios acordes con su realidad, además de sensibilizar a la comunidad internacional acerca de una realidad que está presente aunque parezca irreal y lejana. Para entender los discursos de las saharauis se tomaron en cuenta los estudios subalternos y de género, y para visibilizar sus voces y creaciones o ambas, nos enfocamos en la investigación educativa desde la horizontalidad que nos brinda la metodología Entre Voces.

Palabras claves. Campos de refugiados, fotografía, mujer, saharaui, educación informal.

Abstract. This investigation was carried out in one of the most unwelcoming areas of the Sahara Desert, in the argelian Tindouf Refugee Camps where part of the Sahrawi community lives. A photography workshop was held for the women with the aim of allowing their images show the reality around them and work to reweave the social fabric broken, not voluntarily but under imposition. Recovering the public space, through voices and looks, will let us understand, from the perspective and opinions of the Sahrawi women, their longings and feelings, in order that such visual, verbal and textual narratives generate more successful actions to support reality-aware and solidarity programs. In addition, the international community was sensitized about a reality that is present even if it seems unreal and far away. To understand the discourses of the sahrawi women, gender and subaltern studies were considered, and to visualize their voices and creations we focused on educational research from horizontality offered by the Entre Voces (Between Voices) methodology.

Keywords. Refugee camp; photography; woman, Sahrawi; non formal education.

Introducción

Mucho se ha hablado acerca de la situación de los campos de refugiados de Argelia, en donde vive la comunidad saharaui. Demasiados estudios, análisis, investigaciones, muestras, documentales, etc., se han generado a lo largo de estos casi 40 años de lucha. Los enfoques, ni se diga, van desde el panorama político internacional, hasta el cuestionamiento del papel que desempeña la ONU, además de proyectos y narraciones acerca del trabajo con la niñez, en materia de salud, y un sinfín de aspectos que indudablemente un campo de refugiados con las características del saharaui tiene.

Ante tal panorama, este proyecto de cooperación investigativa intentó insertarse en la educación informal como una manera de ayudarnos a comprender el mundo y las vicisitudes que a diario viven las mujeres saharauis en la zona más inhóspita del inmenso desierto del Sáhara. Creemos que la relación entre educación y sociedad debe ir en la dirección de generar conocimientos que sirvan al grueso de la sociedad y que vayan encaminados a una mayor justicia social.

Hablar del proceso educativo para este proyecto es referirse a lo que parcialmente se desarrolla en el seno del sistema escolar, pero tomando en cuenta otros ámbitos como la familia, la educación informal, la educación de adultos, etc. De la misma manera en que nos referimos a modalidades escolares, hablamos de modos de educación familiar, intentando encontrar semejanzas, continuidades, entre lo que se piensa y se hace dentro y lo que ocurre fuera.

Para entender a la sociedad saharaui que vive dentro de los campos de refugiados, es necesario ampliar nuestros horizontes, y tener presente que, desde el inicio del conflicto, la mujer ha intervenido activamente a través de distintas formas como es el fortalecimiento de la sociedad en el exilio; además de tomar parte activa en la vida de los campamentos llevando a cabo actuaciones muy significativas como congresos dedicados a las mujeres, campañas de alfabetización destinadas a ellas, creación de centros de formación, fortalecimiento de las estructuras de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (fundada en 1974) con la misión de favorecer la participación política de estas, canalización de proyectos de cooperación y de intercambio de experiencias con otras organizaciones de mujeres en el mundo, participación en eventos y conferencias internacionales, entre otras (Omar, Murphy, El Jalil y Hamoudi, 2008).

A lo largo de estos años, la mujer saharaui ha tenido que reinventarse y adaptarse a cada momento de cara a un solo objetivo: La independencia de su país y el retorno a sus tierras. Sin embargo, la espera ha tomado demasiado tiempo. En este momento el trabajo organizativo dota a las mujeres de un sentido de identidad y de pertenencia a futuro, es decir, que cuando finalice la situación de refugio y se llegue a la independencia, pueda emerger la diversidad para la que deben estar preparadas. En esta etapa que denominaremos Tiempo Cero, las mujeres se organizan en torno a cooperativas, instituciones, escuelas de oficio, etc., con la función principal de capacitarlas y animarlas a buscar una autonomía económica; crear nuevas oportunidades de trabajo y espacios de encuentro para ellas; que también pueden ser los cimientos o la base para futuras organizaciones de mujeres.

Es importante destacar que las mujeres saharauis en el ámbito educativo han producido cambios significativos en las relaciones de género. A lo largo de estos años ha sido fundamental la participación activa de ellas en los grupos de alfabetización, en el diseño de programas de intervención en los campamentos y en la construcción y gestión de las dairas (colonias o distritos), entre otras actividades. Esta trayectoria participativa de las mujeres ha redundado en beneficio de la vida en los campamentos y, por consiguiente, en la elaboración de un proyecto de carácter nacional, lo cual plantea, a su vez, nuevos retos (Omar et al., 2008).

Por lo antes expuesto, para este proyecto fue importante insertarse en el rubro de la educación y explorar los alcances de la fotografía digital, a través de una propuesta educativa artística que fomentó el acercamiento a vínculos, sueños, esperanzas, coincidencias, diferencias, añoranzas e historias, que como veremos más adelante, ponen al descubierto matices que el ojo extranjero no es capaz de registrar, porque justamente la diferencia radica, en que el extranjero es capaz de ir y venir cuantas veces quiera del campamento, omitiendo quizá el contexto comunitario y cultural y las condiciones de convivencia, equidad de género, composición del tejido social y la asimilación del espacio público al que en este momento está confinado ese sector de la población.

Una vision actual sobre los campos de refugiados

Como hemos venido diciendo, en la historia del pueblo saharaui las mujeres son la columna vertebral, sin el ámbito de demeritar el papel de los hombres, y sin que esto se enfoque como un sesgo feminista o de género. A manera de resumen y solo para contextualizar la construcción del papel de la mujer, es necesario recordar la historia de ese pueblo, en donde los conflictos políticos-territoriales que desde finales de los años 50 comenzaron, cuando se ostentaba como colonia española. Para la ONU, el Sáhara occidental es un territorio No Autónomo (ONU, 2002) y legalmente España continúa siendo la potencia administradora. Sin embargo, desde la Marcha Verde y la firma de los Acuerdos Tripartidos de Madrid (ilegales ante la ONU) en 1975, Marruecos lo asume como provincia marroquí (Carbonell, 2005).

Los enfrentamientos bélicos desde 1975 hasta 1991 han dejado divido en dos partes al Sáhara Occidental, división que existe por un muro de 2,720 kms. Marruecos ocupa la zona costera, y la República Árabe Saharaui la zona desértica. Los campos de refugiados, que albergan entre 450 y 600 mil personas, se encuentran en la zona más inhóspita del territorio argelino y fueron levantados desde 1975, cuando la población fue duramente reprimida, buscada, castigada y traumatizada. La desaparición de los hombres o el reclutamiento al Frente POLISARIO (Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro) obligó a las mujeres a afrontar la situación y administrar los campos de refugiados de Tindouf, que en un principio albergaban mayoritariamente a ancianos, mujeres y niños.

Desde entonces a la actualidad, la participación de la mujer ha sido fundamental en el desarrollo de la sociedad saharaui, aunque desde 1991 a la fecha sean los hombres quienes, mayoritariamente, ocupan los cargos públicos más importantes. Actualmente son las mujeres quienes organizan las bases, por ejemplo, cada barrio, cada daira (distrito) y cada wilaya (campamento) tiene una mujer de representante y son ellas quienes administran y distribuyen también toda la ayuda internacional que reciben, además de otras muchas cosas.

El pueblo saharaui lleva casi 40 años en espera de un referéndum que determine la titularidad de su territorio, mientras tanto el pueblo está divido en dos: los que viven en los campos de refugiados, y los que viven en las zonas ocupadas. Las familias que viven en los campos de refugiados han sobrevivido en durísimas condiciones de vida, gracias a la solidaridad internacional. La escasez de agua, alimentos, luz eléctrica se suman a las duras condiciones climáticas y geográficas que tienen que soportar; además hay que añadirle la situación de incertidumbre en los constantes retrasos de la celebración del referéndum y el actual bloqueo al Plan de Paz causado por el gobierno de Marruecos, que intenta ganar tiempo para perpetuar su ocupación del Sáhara Occidental.

Como se puede percibir, el empoderamiento de la mujer saharaui se remonta a una historia de lucha, segregación, hostigamiento y paciencia. La participación futura de las mujeres en la reconstrucción y la administración de su país dependerá, en gran medida, de la madurez de los procesos de participación y empoderamiento del que se han ido nutriendo a lo largo de todos estos años.

Mientras tanto, la situación política, social y cultural de esa comunidad supone un cambio fundamental en las perspectivas de futuro inmediato y, por consiguiente, es necesario seguir trabajando en la recomposición del tejido social, ya que actualmente los espacios de convivencia humana están rotos por toda la situación que rodea el hecho de vivir en un campo de refugiados. A lo largo de todos estos años, todos los espacios se han convertido en espacios de añoranza de vidas e ilusiones pasadas, de ahí la importancia de llevar a cabo programas que nos sensibilicen sobre su situación, y que, además, permitan a las mujeres, esa columna vertebral, espejearse a manera de evaluar el presente y proyectarse a futuro.

Vivir confinado en un trozo de tierra se podría comparar con vivir en una cárcel, con la única diferencia, de que las personas que se encuentran en prisión cometieron algún delito que atentó con la integridad y seguridad de la sociedad y, por ello, cumplen una condena; a diferencia de las familias saharauis, cuyo único delito es haber quedado en el medio de una disputa de tierras por parte de algunos países. Como escribió Pérez (2012) en abcguionitas (sitio informativo de la web):

Un campo de refugiados siempre es una tierra provisional, donde los animales deambulan como las personas. Donde la miseria tiene un orden extremadamente desordenado. Donde caminas siempre acompañado y todos te miran con extrañeza y pensando en que tú si te irás pronto… Sus miradas piden ayuda y no sabes que hacer y es cuando descubres que en la Wilaya caminan entre lágrimas de arena porque de un campo de Refugiados no se puede salir. Aunque ahora esté lleno de móviles que comunican con rapidez la tristeza y el dolor de vivir de dónde quieres huir. (párr. 1)

Perspectiva teórico metodológica

Insertar este trabajo en una sola teoría es difícil, ya que para comprender la reconstrucción identitaria de las mujeres saharauis es necesario abrirnos a todo el amplio contexto que rodea esa sociedad, para ello, hago eco de los estudios subalternos quienes afirman que lo más importante al estudiar la sociedad radica, justamente, en devolverles la capacidad de representación, es decir, la capacidad de reconstruir la historia de los dominados o subalternos, quienes a través de los años han contradicho la versión histórica de que los actores sociales supuestamente no producían historia.

Si bien esta corriente retoma “la pequeña voz” como lo reconoce Guha (1996) y al hacerlo se logra encontrar un patrón de presencia del subalterno en la constitución pública de su discurso. Es decir, esa “pequeña voz” de la historia rompe el silencio unilateral de los grupos hegemónicos quienes construyen la memoria oficial de la nación. Además, Guha señala: “si la pequeña voz de la historia tiene audiencia, lo hará interrumpiendo el cuento de la versión dominante, quebrando su línea del relato y enredando el argumento (Guha, 1996, citado en Rodríguez, 2009, 2. Aprender a leer en reversa, saber escuchar, párr. 3).

El desafío que nos presenta esta teoría es poder entender la complejidad de relaciones y subordinaciones que se ejercen sobre quienes se consideran “otros u otras”. Los subalternos es un término genérico que abarca clase, género, casta, etnia, nacionalidad, edad y orientación sexual. Es decir, todo lo comprendido dentro de la dominación y la invisibilización, como el caso de las saharauis. Por ello, la lectura crítica debe darse no solo con respecto al conocimiento producido desde occidente, sino también al interior de los movimientos sociales de los que las mujeres forman parte. Así, la tensión se plantea no solo con el feminismo occidental, que habla desde una posición estructural de poder, sino también con las identidades culturales, que suelen avalar tradiciones patriarcales locales.

El simple hecho de ser saharaui, segregada y mujer las coloca automáticamente en el segmento de estudio académico de la “otredad”, y para ello hay un sinfín de enfoques desde donde podemos construir y analizar los discursos de esas mujeres, desde donde analizar sus voces y narraciones, en todo caso tomamos en cuenta el enfoque subalterno por ser el campo de estudio que reconoce las sociedades poscoloniales a partir de una narrativa histórica que toma en cuenta a la “gente común”, “las masas”, “los olvidados” como auténticos catalizadores del devenir histórico. Por ser estos una alternativa para leer las historias de las sociedades “desde abajo”, a través de sus discursos textuales, artísticos y verbales (Lagarde, 1996).

Adentrarnos a la vida de las mujeres saharauis automáticamente nos sitúa en un campo de estudio donde el género toma una dimensión diferente, si se expone o analiza en un contexto distinto al africano. Tomamos en cuenta los estudios de género partiendo de que la igualdad de derechos en todas partes es distinta, que si bien es una condición necesaria; como lo menciona Vasallo (1995), no es suficiente para alcanzar una igualdad de géneros real, porque los procesos generadores de desigualdad están implícitos en los valores, los símbolos, las formas específicas en que se relacionan los seres humanos en cada sociedad y que se transmiten en el proceso histórico cultural de formación subjetiva y educación de las personas desde antes de su nacimiento.

Sin embargo, sería ingenuo y contradictorio de mi parte contar las historias de las mujeres saharauis basándome solo en los estudios subalternos, o en los de género, ya que incurriría en hablar por ellas, por lo tanto, para esta investigación fue importante apoyarme en la metodología Entre Voces, para intentar describir la realidad de estas mujeres, pero desde su propia voz, sin opacar la mía. El trabajo durante cuatro meses nos permitió formar un vínculo con el que me identifiqué como madre, mujer, amiga, maestra y asesora, y en donde mis raíces mexicanas, además, me permitieron colocarme también en la otredad, pero en un contexto diferente, que a lo largo de este trabajo permea o se lee entre líneas intentando no perder jamás la horizontalidad.

Trabajar, por lo tanto, con narraciones visuales desde una metodología horizontal se entiende como un proceso investigativo que se realiza en dos momentos: Primero, a través de la construcción misma del objeto estudiado, sus métodos, conceptos y técnicas son por lo regular, autoría de quien investiga, donde el actor social se vuelve traductor y productor de explicaciones, pues partimos de que las narraciones del otro son representaciones que no hablan por sí mismas, por lo que la interpretación es inevitable para construir el conocimiento. Segundo momento, los resultados que se generan se discuten tomando en cuenta el contexto y la autoría (Corona, 2011).

Entre Voces se basa en el análisis de la comunicación entrecultural mediante la autoría de una o más voces, lo que permite “la sobrevivencia de todas las culturas y por el reconocimiento como su garantía. Puesta en el centro de la multiculturalidad generada por las migraciones mundiales, se observa que hoy es imposible imponer desde fuera una imagen a los pueblos subalternos, por lo que se considera, la mejor opción otorgarles el reconocimiento que exigen” (Corona, 2007, p. 14).

Para adentrarnos en las creaciones y percepciones de las saharauis, tomamos en cuenta la investigación en educación artística, por ser una propuesta investigativa que fomenta la reflexión, en este caso a través del taller fotográfico para mujeres, cuyo objetivo fue proporcionar herramientas creativas como un recurso de expresión. Como se mencionó, en un principio se nombra este proyecto educativo por insertarse en el ámbito de la enseñanza-aprendizaje de técnicas artísticas y su respectiva interpretación discursiva. La investigación basada en las artes visuales es una metodología a través de la cual “se crean formas artísticas en la didáctica de las artes, integrando así los procesos de enseñanza y aprendizaje de estrategias y herramientas propias de los lenguajes artísticos, sin necesidad de traducirlos al lenguaje verbal” (Roldán y Marín, 2011, p. 47).

La fotografía sujeta, une y entrelaza todos los conceptos, tópicos o temas que se abordan en esta investigación. Se trata de darle un valor social y personal, es decir, que se valoren las imágenes sobre la realidad representada y las peculiaridades que se muestran, “peculiaridades que si no fuera por la fotografía quedarían ocultas o resultarían muy difíciles de desvelar cuando se trabaja desde otras perspectivas” (Roldán y Hernández, 2012, p. 46).

En este contexto, la narración fotográfica en la voz de sus propias protagonistas puede ser indispensable para reconstruir el tejido social. Hablar sobre recomposición social en los campos de refugiados es hablar de la recomposición de una cadena de valores como son la tolerancia, la transparencia, la libertad de expresión y la corresponsabilidad, desde la vida cotidiana hasta los espacios de toma de decisiones de los asuntos públicos.

Desde este contexto, las experiencias artísticas y estéticas, sin importar la edad, pueden desarrollar el pensamiento reflexivo, aunque ciertamente el arte no va a salvar a la humanidad de los azotes que la afectan, pero si contribuye a analizar, comprender y tener conciencia de lo que acontece, a actuar críticamente, a hacer soportable y hasta placentera la vida.

Sería extenso y complejo comentar el quehacer educativo de cada una de las manifestaciones artísticas más conocidas: música, danza, teatro, artes plásticas y audiovisuales. Me referiré únicamente a la fotografía digital, por ser esta el área en la que nos apoyamos, pues consideramos que por la rapidez de visualización, es una herramienta que está casi al alcance de todas las personas, en celulares, tablet y otros dispositivos. Su rápida construcción facilita un relato fluido en el que la disposición de secuencias produce una narración fotográfica. Se trata de una forma de experimentación narrativa donde la fotografía se convierte en sí misma en un dispositivo narrativo, renunciando a cualquier finalidad exclusivamente estética o ilustrativa y se vincula, de un modo más directo, con la realidad de cualquier persona y la construcción de sus propias historias.

La propuesta fotográfica de las mujeres saharauis

Como se mencionó desde el principio, esta propuesta se basó en la impartición de un taller fotográfico a través del cual se vertieron una serie de conocimientos teóricos y prácticos, además de una retroalimentación de la información como trasfondo de este proyecto, de tal manera que el taller por sí mismo fue un instrumento con el que hilvanamos las palabras con las imágenes y que coadyuvó en el esclarecimiento de las ideas. Basamos gran parte de este taller en la experiencia de Wendy Ewald, 1969-1999 (Ewald, 2000), Sarah Corona Berkin (1988 a la fecha), Briski (2004), o bien en mi propia experiencia con niños y mujeres gambianas desde el 2010.

En este contexto se pensó en profundizar en algunos ejes temáticos (más abajo se detallan), ya que el taller se impartió en 3 wilayas (Auser, Smara y Djla) durante 4 meses. En el estudio participaron 31 mujeres, entre 18 y 35 años. Un dato importante es que solo 7 mujeres de las que participaron en este estudio pasaron uno o dos veranos en España, el resto nunca había salido de los campos de refugiados. En general todas las mujeres hablaban poco español, y siempre nos valimos de una persona que tradujera. Las sesiones teóricas se realizaron en las instalaciones de las escuela para mujeres, y para las prácticas se buscaron locaciones en donde ellas estuvieran de acuerdo. La introducción de los ejes temáticos fue un acompañamiento paulatino no solo en la maduración de los procesos propios de la fotografía, sino también, como una manera de acompañarlas en la construcción de sus discursos narrativos, por lo que los resultados finales (que más adelante se describen) son reflejo de una maduración en su posicionamiento como persona, en donde de forma acertada vinculan las palabras con las imágenes, además del conjunto de elementos que introdujeron para crear un mensaje visual.

En el taller se plantearon cinco ejes fundamentale: Esta foto muestra mi interior; Las jaimas y las familia, Mis aspiraciones, ¿Qué cambiaría del lugar en donde vivo? y un tema libre, que por decisión unánime decidieron titular “El papel de la mujer saharaui”. Antes de entrar a la descripción y hallazgos de todos los temas, es importante comentar que todos los tópicos se trabajaron por parejas, ya que en muchas de las composiciones las mujeres quisieron aparecer en las fotografías y a menudo se formaban grupos por las zonas donde viven.

El primer tema, Esta foto muestra mi interior, tuvo como objetivo una reflexión interna que replanteara una concepción acerca de cómo se conciben, es decir, construir su propia imagen de cómo deseaban ser reconocidas o vistas en el espacio público, ¿qué poner o qué dejar dentro de la imagen para complementar? Fue durante estas sesiones en donde se introdujeron, de manera general, las reglas básicas de la fotografía: la regla de tercios, cómo, cuándo y qué enfocar, el posicionamiento de la luz, etc.

Las jaimas y las familias: Las mujeres decidieron que una manera de mostrar quiénes son las familias, cómo se componen, de qué manera viven, fue retratando sus jaimas y a sus familias en la cotidianidad de una tarde, o en el ajetreo de una mañana. En general debían proyectar la visión que les da su entorno; cuáles son esos espacios, lugares, experiencias, relaciones, nostalgias, acciones, etc.; qué reconocen en la construcción del espacio desde su casa, familia y comunidad, y cómo lo vinculan con sus sentires, intentando imprimir en cada imagen los rasgos identitarios de su persona y su entorno.

Mis aspiraciones: Para esta sesión las mujeres ya tenían más conocimiento de los recursos fotográficos, por lo que tenían la libertad de apoyarse con varias imágenes en la redacción fotográfica con planos generales y a detalle. La práctica buscó que fueran capaces de externar, desde su perspectiva, el conocimiento de su entorno, sus propuestas, oficios, necesidades, injusticias, etc. y opinar, demandar, o dar a conocer al mundo cuáles son sus aspiraciones, cómo se proyectan en un futuro y hasta dónde son capaces de llegar. El ejercicio fue un rico recorrido de sentires, conocimientos y realidades ligados a una propuesta de cambio.

¿Qué cambiaría del lugar en donde vivo? Con el objetivo de reactivar la vitalidad del espacio “provisional” en el que miles de familias saharauis viven, las mujeres hicieron un ejercicio de reflexión en donde confrontaron su realidad con la espera, es decir, lo que podrían cambiar en un espacio “prestado”, como dicen ellas, pues finalmente aunque están de paso, podrían mejorar algunas cosas, que pueden servir como base para lo que proyectan, cuando vivan en el Sáhara de verdad.

Como último tema y a manera de cerrar el círculo de reflexiones que rodea a las mujeres saharauis, se les incitó abordar, a manera de ensayo fotográfico, un tema libre por equipo de tres o cuatro personas. Luego de las primeras revisiones fotográficas, se cayó en cuenta de que en las tradiciones, en el arraigo de sus raíces, en la educación de los hijos e hijas, y en muchos temas, las mujeres son protagonistas. Por ello, decidieron unirse y, entonces, hacer un ensayo fotográfico que reflejara El papel de la mujer saharaui actual. El resultado es un homenaje que describe la importancia de la mano femenina, o de la melfa como le llaman ellas, en todos los momentos de la vida.

Resultados

Realizar un taller de fotografía que dimensionara el sentir, el contexto, las aspiraciones y las emociones de las mujeres saharauis en el llamado Tiempo Cero (tiempo en donde no pasa nada, simplemente se vive esperando la liberación de su tierra en una “aparente paz”), permitió estrechar las relaciones entre ellas, intercambiar puntos de vista sobre sus historias y sus planes a futuro. A través del taller pudieron replantearse sus sentires, ambiciones, visiones del mundo; hacer una reflexión sobre sus relaciones, roles, saberes, deberes y debilidades; les permitió redefinirse y reconocer cuáles son sus capacidades y sus frustraciones.

Ya no es novedad que las visiones actuales sobre las mujeres africanas (Berger, 2003) están cuestionando construcciones socioculturales estáticas y universales del género. Igualmente, están poniendo de manifiesto toda esa complejidad y diversidad de roles de género que influyen en la sexualidad, la maternidad, las formas femeninas de asociación y organización, las conexiones entre políticas nacionales y movimientos sociales y políticos de mujeres: se está removiendo con la finalidad de saber dónde, cómo y por qué accedemos o no las mujeres a determinados ámbitos de poder.

Para este estudio, la construcción fotográfica a través del temario que las mujeres realizaron fue de suma importancia, pues las imágenes ponen de manifiesto la realidad de una generación que ya nació y creció en los campos de refugiados, donde su contexto y educación está enfocada en una sola cosa: la promesa de algún día vivir en la tierra prometida, en el Sáhara de verdad, y solo hasta entonces poner en práctica todo lo aprendido en las escuelas. Cabe señalar que actualmente solo unas pocas mujeres son las que pueden emplearse en algún oficio acorde con lo que estudiaron, pues los campos de refugiados, aunque están muy bien organizados y se trata de pequeñas ciudades, lejos están de ser una ciudad en el amplio sentido de la palabra, por la falta, sobre todo, de infraestructura e instituciones acordes con las necesidades, no de un campamento, sino de una ciudad con cimientos.

Encontramos, entonces, que la palabra refugio lleva implícita la idea de provisionalidad, y se cuela en todos los rincones de la vida de las mujeres saharauis, una situación inestable que se pasea entre la esperanza y el agotamiento, y donde el trabajo de las mujeres, el esfuerzo cotidiano perseverante, siempre resulta menos llamativo que la hazaña bélica. Es así como las 31 mujeres que participaron en este trabajo proyectan sus resistencias cotidianas, es decir, aquellas actitudes, acciones y discursos que en su día a día viven en los campos de refugiados y que hacen evidente cómo un trozo de tierra infértil y prestada se convierte en espacios en donde transcurre una espera que parece interminable.

El proyecto generó cerca de 4 mil fotografías tomadas en tres wilayas diferentes (Auserd 1,282, Smara 2,225 y Djla 507 fotografías respectivamente), imágenes que fueron captadas con 6 cámaras nikon de 16 megapixeles. Los temas Esta foto muestra mi interior y Mis aspiraciones, en principio fueron dos contenidos que se plantearon por separado; sin embargo, a la hora de hacer las reflexiones, las mujeres se dieron cuenta de que los temas estaban muy ligados, existe una dualidad que se corresponde, una parte importante a la que ellas se aferran: tiene que ver con sus anhelos, sueños y deseos, y justamente es aquí donde ellas se proyectan como doctoras, reporteras, fotógrafas, químicas, locutoras, maestras. Sin embargo, también se reconocen como mujeres responsables de una casa con labores domésticas, por ello, también se fotografiaron en los quehaceres cotidianos, acarreando agua, cocinando, cuidando a los hijos, dándoles de comer a las cabras, barriendo, lavando, etc. (ver figuras 1 y 2).

Al respecto, la mayoría coincidió en que mientras dure el Tiempo Cero, su vida transcurre como en cámara lenta, sin tener demasiadas aspiraciones; su única realidad momentánea es casarse, tener hijos, hacerse cargo de la casa y cuidar cabras, y es justamente en esta hendidura en donde ellas se cuestionan: ¿para qué estudiar o prepararse?, si los sistemas legales son a veces tan injustos y se corre el riesgo de jamás poner en práctica lo que estudiaron. “No conozco otra sociedad más que este campo de refugiado y desconozco si algún día trabajaré como médico de niños en el Sáhara de verdad”, explicó Zahinabu Mohamed Ali de 20 años.

Las jaimas y las familias fue una práctica que nos sumerge al modo provisional en el que viven todas las familias: no hay lujos, no atesoran demasiadas cosas, solo la ropa necesaria, mantas y los enseres indispensables para sobrevivir, tal parece que en cualquier momento tomaran lo esencial y se marcharan. Safia Ahmed Mrabih, al ver las fotografías que había tomado de su casa, señaló que su casa es una casa como la de todos, sobrevive con lo indispensable, pues nunca se sabe cuándo serán retiradas (las familias y las jaimas) de ese refugio, y necesitan estar preparadas para marcharse en cualquier momento. “Cuando tengamos nuestro casa, allá en el Sáhara de verdad, en nuestra tierra, entonces las cosas cambiaran y podremos tener una casa como cualquier otra familia” (ver figuras 3 y 4).

Sobre la pregunta: ¿Qué cambiaría del lugar en donde vivo?, hubo una reflexión antes de salir a disparar las cámaras. En su situación actual de acogidos hay dos cosas que ellas cambiarían. Una tiene que ver con lo que ellas modificarían en el campo de refugiados; y la otra son las cosas etéreas socio políticas que no se resuelven y que les perjudican anímica y moralmente. Sobre el primer tópico, los cambios que realizarían en el lugar en donde actualmente viven, retrataron: la indignación de que tiren basura por dondequiera; que no exista un reglamento que regule el lugar donde están los corrales de las cabras; que cada día la gente dependa más del celular y menos de la comunicación personal; que las mujeres tengan que hacer trabajos rudos de hombres, porque no hay otra opción de momento.

Sobre las cosas etéreas ellas representaron el anhelo de tener un trozo de tierra definido y propio. Sobre este tema, se cuestionaron sobre cómo hacer la composición de una imagen que comunicara algo que no tienen; pero que desearían con todas sus fuerzas cambiar. Entonces, con esta reflexión, hubo quien hizo fotografías al cielo como símbolo de libertad, a la bandera hondeando a lo alto con un cielo azul de fondo, o incluso se retrataron delante de una maya ciclónica, representando, de alguna manera, que dejan los campamentos para vivir en el Sáhara de verdad. Pero sin duda alguna la foto que más llamó la atención fue la de Salma Brahim; la imagen retrata a Jala Mohamed con una X hecha con cinta adhesiva sobre la boca. Al preguntar el porqué de esa fotografía, explicaron que se trata de una imagen en la que intentan comunicar que ellas cambiarían el silencio de estos 38 años al que tienen que someterse no solo las mujeres, sino todo el pueblo saharaui (ver figuras 5 y 6).

Finalmente, el tema libre al que ellas titularon “El papel de la mujer saharaui”, fue más bien una reflexión, pues luego de algunos días construyéndolo, se dieron cuenta de que la intervención de la mujer se filtra en todo los momentos, espacios y situaciones de la sociedad saharaui. A través de las imágenes, ellas fueron capaces de visualizar la importancia que tiene la mujer en un bautizo, en una boda, a la hora de hacer cuscús, en la crianza y educación de los hijos, en la organización de los campamentos; se reencontraron como ese eje central harto de esperar, de las incomodidades, de las inclemencias del tiempo, de las carestías. Se sorprendieron de ver la fortaleza que hay entre ellas, la paciencia, pero sobre todo la fe que existe por empezar su vida en la tierra prometida (ver figuras 7 y 8).

Conclusiones

A menudo se defiende la importancia de la educación de las niñas y las mujeres con el argumento de que acarrea beneficios económicos y sociales a toda la sociedad. Las mujeres saharauis asumen como suyas las palabras de Mahatma Gandhi: “Quien educa a un hombre educa a un individuo, pero quien educa a una mujer educa a un pueblo”. Convencidas de que están en el camino de la preparación, y de la lucha de una causa que ellas no propiciaron, no cabe duda de que asumen retos donde la resistencia y la unión les permiten subsistir y reinventarse día tras día.

Trabajar y vivir con las mujeres saharauis permite visibilizar las diferencias de género que vuelan de un continente a otro, y estoy convencida de que, lejos de todas esas disputas ideológicas, en medio del desierto están ellas, firmes en sus convicciones y dispuestas a pelear por una mayor participación en el mundo, solo así se crearán nuevas identidades y nuevos papeles o roles tanto en la familia como en la sociedad.

El trabajo realizado en la comunidad saharaui y las narraciones visuales que ellas crearon de su entorno y su vida, nos relatan cómo, en medio del hartazgo de una vida llena de incomodidades, la esperanza es su único aliciente; es justamente aquí donde se vislumbra el impacto que genera la “pequeña voz” en la construcción de un discurso público. No se puede entender ningún movimiento sin la recuperación de esas voces, de esas historias; la decolonización empieza con este rescate. La ayuda internacional debe insertarse en sociedades como la saharaui, a partir de su cosmovisión de vida y la forma en que se apropia de los ecos de la poscolonialidad para construir en su diferencia.

Ver, escudriñar y revisar las fotografías que las saharauis tomaron nos permite, de manera individual, tener diferentes conclusiones, es justamente ahí en donde se construye una realidad Entre Voces. La magia del lenguaje o de la narración fotográfica es expresar con colores, composiciones, formas o escenarios, sentimientos, emociones y sentires que en ocasiones los lenguajes verbales y textuales no son capaces de transmitir. Si se observa con detenimiento las fotografías de esas mujeres que viven en medio del desierto, podemos ser capaces de conectarnos con su sentir, con el calor abrazador, con su frustración, con sus deseos de libertad y sus ganas de vivir, pese a todas las circunstancias adversas que se les presentan.


Referencias

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1 Esta investigación es el resultado de una estancia de investigación de cuatro meses apoyada por la Embajada Saharaui en México y la Universidad de Guadalajara, donde el resultado final es la realización de un producto transmedia que está en construcción, y del cual se deriva este artículo. Para visibilizar las voces de la periferia se llevó a cabo un taller fotográfico en tres campamentos o Wilayas de los seis que conforman los campos de refugiados en Tindouf, Argelia. El acercamiento con 31 mujeres de diferentes edades que asistieron al taller, se coordinó a través del Ministerio de Asuntos de la Mujer del gobierno Saharaui y las Escuelas para Mujeres de cada Wilaya.

2 Para el uso de las fotos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8, se cuenta con la autorización de las participantes en los archivos de la Revista Electrónica Educare.

3 This research is the result of a four months visit, supported by the Sahrawi Embassy in Mexico and the University of Guadalajara, whose final output was a transmedia product, still in construction, and from which this article derives. In order to visualize the voices of the periphery, a photography workshop was held in three out of the six camps or Wilayas that make up the refugee camps in Tindouf, Argelia. The rapprochement to 31 women, of different ages, that attended the workshop was coordinated through the Ministry of Women`s Affairs of the Sahrawi government and the schools for women in each Wilaya.

4 The reproduction of phographs 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 and 8 is authorized by the workshop participants as kept in Educare Electronic Jounal archives.

5 Doctora en Artes Visuales y Educación(Universidad de Granada), obtuvo el grado doctoral a través de una investigación artística educativa que realizó a lo largo de cuatro años en Gambia, donde trabajó con niñez y mujeres de la comunidad de Lamin. Estudió el Máster en Artes Visuales y Educación. Un enfoque constructivista por la Universidad de Granada. Obtuvo el Máster en Artes Plásticas y Contemporáneas (Universidad Complutense de Madrid), donde realizó una investigación artística sobre las Mujeres Desaparecidas de Juárez en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez, México (2005). Obtuvo el grado de Maestría en Comunicación por la Universidad de Guadalajara con un proyecto comparativo sobre el impacto televisivo y el aprendizaje artístico en niños de primaria. Egresada de la carrera de comunicación (Universidad del Valle de Atemajac). Actualmente realiza trabajos investigativos de cooperación internacional en procesos teórico-prácticos horizontales en la Universidad de Guadalajara y el Centro de Arte Audiovisual.



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