Bibliotecas. Vol 41, N°1, enero - junio, 2023. EISSN: 1659-3286 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/bibliotecas/index DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rb.41.1.1 Licencia: Creative Commons (BY-NC-ND) 4.0 Internacional
Recibido: 03 de mayo de 2022 Aceptado: 14 de junio de 2022 Publicado: 09 de enero de 2023
Este ensayo hace un recorrido histórico de la evolución de la bibliotecología en Costa Rica, a partir de los antecedentes que tiene la educación en el país desde el período colonial, hasta que se llegan a instaurar las primeras bibliotecas. Se mencionan los principales acontecimientos asociados con el desarrollo de las bibliotecas en el siglo XIX, lo cual supuso un gran avance específicamente en la conformación de bibliotecas de carácter público. También se hace un recuento de los hechos más sobresalientes que influyeron en la profesionalización de la bibliotecología en el siglo XX. Además, se señala el accionar de personas destacadas en el área y se presenta el contexto actual de los centros de educación superior encargados de impartir la carrera, esto con el fin de detallar los principales retos que afronta la disciplina en el siglo XXI.
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This essay presents an historical review of the evolution of library science in Costa Rica, starting with the background of education in the country from the colonial period, until the first libraries were established. The main events related to libraries development in the nineteenth century are mentioned, which represented a great advance in the formation of public libraries. There is also a recount of the most outstanding events that influenced the professionalization of librarianship in the twentieth century. In addition, the actions of outstanding people in the area are also included and it presents the current context of the higher education centers that are in charge of teaching the career as well, this in order to detail the main challenges facing the discipline in the twenty first century.
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La historia de Costa Rica, al igual que la mayoría de países latinoamericanos, se vio marcada por la dominación y la conquista de las personas provenientes de España, quienes llegaron al continente americano a cambiar las tradiciones y el estilo de vida de los pobladores en esos momentos.
Específicamente en Costa Rica los primeros acercamientos de las personas españolas se dan en el siglo XVI y para el siglo XVII en el país se consolida la formación económica, principalmente con la producción ganadera y agrícola, generando así opciones de empleo gracias a la exportación de algunos productos derivados principalmente del maíz. Asimismo, como lo menciona Molina Jiménez (2008) con la explotación de tierras vírgenes para el cultivo, en la zona central del país, se da un importante crecimiento económico basado en la colonización agrícola.
En este siglo, como en todo el período colonial, la educación estuvo a cargo principalmente de la Iglesia Católica, institución que instruyó a las personas en la doctrina cristiana y la que inicia con la instrucción en las primeras letras de los pobladores. Tal como lo indica Fernández de Zamora (2009) “la Iglesia fue una presencia poderosa en la vida peninsular y en la vida colonial” (p. 22). Cabe mencionar que esta institución ejerció un monopolio prácticamente total en la educación de esa época.
Molina Jiménez (2008) indica de igual forma que " en la época colonial, la primaria se reducía a enseñar a leer, escribir y contar, y a aprender doctrina cristiana. Los libros de texto utilizados eran, esencialmente, la cartilla y el catón, y algún catecismo" (p. 168). Como se muestra, la educación en la época colonial realmente era limitada y no permitía desarrollo académico adecuado en la población costarricense.
Con los acontecimientos históricos del siglo XVIII, se puede decir que existen registros de la aparición de las primeras bibliotecas en Costa Rica, sin embargo, como lo expresa Pérez Guzmán (2012) existían muy pocos libros en el país, ya que la prioridad no era la educación, sino la economía del país, basaba en la explotación rural. El precio de los libros era sumamente alto, lo cual generó que esas primeras bibliotecas fueran privadas, con acervos que incluían pocos volúmenes y pertenecientes a pocas familias con posibilidades económicas para acceder a la escolaridad. Lo anterior supone que las bibliotecas, en sus inicios, se percibían como espacios de uso exclusivo para unos pocos, limitando así el acceso al conocimiento y a la educación de la mayoría de la población costarricense.
Pérez Guzmán (2012) también señala que en el territorio costarricense, durante la época de la colonia, el nivel de conocimiento y educación era limitado, sin embargo, los primeros indicios de la educación formal en el país como lo detallan GonzálezArrieta y Moya-López (2016) surgen en 1814 con la creación de la Casa de Enseñanza ubicada en San José, que posteriormente pasa hacer la Casa de Enseñanza de Santo Tomás, pilar para la educación superior en Costa Rica y del desarrollo de las bibliotecas.
En 1821, cuando muchos países latinoamericanos firman su independencia, las condiciones para la región empiezan a cambiar, a pesar de que la firma de los pactos de independencia generó inestabilidad política en el siglo XIX. Sin embargo, la situación educativa en el país tiene un avance significativo gracias a que en 1830 se adquiere la primera imprenta.
Pérez Guzmán (2012) indica que Miguel Carranza es quien introduce la primera imprenta en el país. En 1831 el Gobierno costarricense compra la segunda imprenta denominada "Imprenta del Estado", y antes de la introducción de la imprenta a Costa Rica la “producción literaria en tiempos de la colonia, fue baja, y el primer registro literario se da gracias a las Coplas de don Domingo Jiménez (1536-1600)” (p. 189). Con la introducción de la imprenta, aumenta en el país la producción literaria por lo que el libro toma más valor e importancia para las personas, ya que se empieza a popularizar la publicación e impresión de materiales como obras didácticas, científicas y legislativas.
Con la imprenta también se amplía el bagaje de conocimiento de las personas y se ofrece información sobre los principales acontecimientos que surgieron en la época, lo cual significó una participación más activa de la población en la toma de decisiones a nivel social, político y económico.
Otro hito importante de la primera mitad del siglo XIX fue la fundación, en 1843, de la Universidad de Santo Tomás, la cual se convirtió en la primera casa de enseñanza de educación superior en Costa Rica; gracias a esta es que el papel de las bibliotecas en el país comenzó a tomar más relevancia, pues se creó en 1846 la Biblioteca de Santo Tomás, que da pie a que, años más tarde, se diera el establecimiento de las bibliotecas públicas. Con la creación de la Universidad de Santo Tomás se inició la profesionalización de muchas disciplinas, generando un desarrollo social y educativo en el país por lo que, en dicha casa de enseñanza, la biblioteca se convirtió en un espacio para fortalecer los procesos educativos.
Con la creación de esta biblioteca, se desarrolló la primera normativa creada para dichas instituciones, la cual especificó las primeras funciones detalladas de la labor bibliotecaria, dentro de las que González-Arrieta y Moya-López (2016, p. 65) mencionan las siguientes:
Con la definición de dichas funciones se puede destacar que la biblioteca, al abrirse como un espacio de libre circulación para cualquier persona y hacer uso de sus recursos dentro de las instalaciones, permite el acceso a la información para la población costarricense y aporta al avance en el ámbito educativo. Asimismo, con la instrucción de que las personas que recibieron grados de la universidad deben obsequiar una obra a la biblioteca, se fomentan los primeros pasos en la formación de colecciones bibliotecarias y se establecen políticas para el mantenimiento o descarte de obras.
Por otro lado, de acuerdo con Pérez Guzmán (2012), con el creciente interés hacia la literatura durante la década de 1840, específicamente en el año 1852, surgen dos organizaciones asociadas a la literatura: la "Sociedad Literaria" y la "Sociedad de Amigos del País", las cuales fueron agrupaciones que trataron de llevar el fomento a la lectura y la alfabetización más allá de las inmediaciones de la Universidad de Santo Tomás, pues crearon salas de lectura que comenzaron a marcar la necesidad de consolidar las bibliotecas para uso público con acceso a todas las personas.
Se puede rescatar también que, como lo señala Molina Jiménez (2017), para 1890, Costa Rica alcanza los primeros puestos de América Latina en cuanto a educación primaria y su nivel de alfabetización, lo que supone una creciente necesidad del acceso público a los recursos de información.
Siguiendo con Pérez Guzmán (2012), a partir de iniciativas como los clubes de lectura, se crea la primera biblioteca fuera de la capital, específicamente en el distrito de San Ramón en Alajuela, considerada como el primer ejemplo de biblioteca pública, fundada en 1879 por el abogado Julián Volio Llorente. Este hecho supone que el uso de los libros y en general el acceso a la información pudiera expandirse más allá de la capital, fomentando así los procesos de alfabetización en las zonas rurales.
A finales del siglo XIX se suscita el cierre de la Universidad de Santo Tomás, entonces, la Biblioteca Universitaria (antes llamada Biblioteca de Santo Tomás) se convierte, en 1888, en la Biblioteca Nacional, cuya función es ser la “biblioteca para el pueblo, además de cumplir con sus obligaciones bibliográficas de conservación del patrimonio y de otros servicios en el área” (Morales Campos, 2006, p. 20). Este acontecimiento demuestra que tuvo que pasar más de una década para que oficialmente se fundara una biblioteca que ofreciera servicios y recursos abiertos a toda la población costarricense.
Con la apertura de la Biblioteca Nacional sobresale la labor de Miguel Obregón Lizano quien, según menciona Morales Campos (2006), se desempeñó como docente de Estado en Filosofía en la Universidad de San Tomás, asimismo, impartió clases de historia, geografía, cosmografía y física. Obregón Lizano fundó la Academia de Geografía e Historia en Costa Rica y también el Instituto de Alajuela y la Escuela Nueva; en 1890 crea el Reglamento de Bibliotecas Públicas, marcando el inicio de la organización del sistema bibliotecario del país.
Dentro de sus principales aportes se puede destacar que fue el creador y organizador de las bibliotecas públicas de Costa Rica que empiezan a crecer desde 1890. Pese a que ya para finales del siglo XIX se puede ver el aumento del número de bibliotecas, es hasta el siglo XX que la bibliotecología en Costa Rica realmente alcanza su desarrollo.
La bibliotecología moderna y profesional en América Latina tuvo su auge en el siglo XX; como lo menciona Rico Bocanegra (2020) en países como México, Colombia, Costa Rica, Cuba y Perú la influencia directa de la profesionalización inicia en Estados Unidos.
En el siglo XX toman relevancia las bibliotecas públicas en todo el territorio costarricense, puesto que, aunque algunas se fueron creando desde la segunda mitad del siglo XIX, como lo detalla Morales Campos (2006), en 1941 se declara el establecimiento de bibliotecas públicas en cada cantón del país, creando así el Departamento de Bibliotecas Públicas.
Morales Campos (2006) indica también que en la década de 1940 en la Universidad de Costa Rica se crea el Sistema de Bibliotecas, Documentación e Información, el cual actualmente es uno de los referentes nacionales en cuanto a organización y gestión documental.
En la segunda mitad del siglo XX, inicia la profesionalización de la bibliotecología, ya que de acuerdo con González Córdoba (2019) en 1950 se define la creación de un sistema bibliotecario nacional y, lo más importante, la formación de las personas que laboran en bibliotecas. Con la profesionalización de la bibliotecología se generan oportunidades de crecimiento para las bibliotecas ya existentes, puesto que se comienzan a identificar los recursos necesarios para su funcionamiento y se amplía su accionar dejando de ser solo un espacio para el préstamo de libros.
Uno de esos primeros acercamientos que se dan en el país relacionados con la formación bibliotecaria son los “cursos cortos en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano (1953), por parte de la Escuela de Pedagogía (1954), la Escuela de Temporada de la Universidad de Costa Rica (1955) y la Biblioteca de la Universidad de Costa Rica (1963 y 1965)” (González Córdoba, 2019, p.8).
Antes de estos acercamientos las actividades bibliotecarias, se llevaban a cabo de manera empírica y fueron tomando cada vez más relevancia de acuerdo con el desarrollo y consolidación del sistema educativo de Costa Rica, por lo que en la década de 1950 a 1960 los principales bibliotecarios del momento buscaban también conocer las experiencias internacionales de desarrollos en bibliotecas, como lo menciona Sandí Sandí (2007):
Muchos de ellos asistían a toda clase de eventos regionales e internacionales sobre el campo bibliotecológico con el fin de aprender de la experiencia de otros países de la región como Brasil, México, Argentina, Cuba y Estados Unidos para la redacción de una propuesta académica que posibilita la profesionalización. (p. 6)
Asimismo, Sandí Sandí (2019) señala un hito fundamental en el camino hacia la profesionalización de la bibliotecología, ocurrido en el año 1968, cuando la Universidad de Costa Rica empieza con los primeros esfuerzos por formar profesionales en el área, creando la primera carrera en formación bibliotecológica de Costa Rica, adscrita a la Facultad de Educación.
Unido a lo anterior, Echandi Albertazzi (2012) rescata que Julián Marchena ValleRiestra, bibliotecario y poeta destacado de la época y director de la Biblioteca Nacional (1938-1967), funda en 1949 la Asociación Costarricense de Bibliotecarios, con lo que “convirtió a Costa Rica en el primer país latinoamericano que, antes de tener una escuela de bibliotecología, tuvo una asociación, cuya finalidad fue promover la capacitación y el desarrollo del quehacer bibliotecológico” (p. 161). Para el año 1972, como menciona González Córdoba (2019), se gradúa el primer grupo estudiantil en bibliotecología con una titulación de “Bachillerato en Ciencias de la Educación con especialidad en Bibliotecología”.
Otro acontecimiento trascendental en la consolidación de las bibliotecas y la bibliotecología en el país es el que señala Morales Campos (2006), indicando que en 1970 oficialmente inician las labores el Departamento de Bibliotecas Públicas de Costa Rica. En 1974 se crea el Colegio de Bibliotecarios de Costa Rica, el cual acoge a los primeros egresados de la carrera. En el año 2000 se constituye el Sistema Nacional de Bibliotecas (SINABI) adscrito al Ministerio de Cultura y Juventud mediante el Decreto No. 23382-C.
La bibliotecología como carrera universitaria en Costa Rica logra integrarse gracias a que en 1975 se crea el Sistema de Bibliotecas Escolares de Costa Rica, tal como lo detalla Leiva Fuentes (1995) al indicar que fue el aporte de Elia María Van Patten, quien crea el proyecto “Planeamiento de un Sistema de Bibliotecas Escolares de III Ciclo y Educación Diversificada en Costa Rica y sus implementaciones en la formación del personal en la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica”. Con este proyecto comienza a funcionar el Sistema de Bibliotecas Escolares de Costa Rica, integrado por el Departamento de Bibliotecas Escolares del Ministerio de Educación Pública, la Asesoría de Bibliotecas Escolares de III Ciclo y Educación Diversificada, la Comisión Central de Bibliotecas, la Comisión Central de Coordinadores y las Bibliotecas integrantes del sistema.
Según lo indica González Córdoba (2019), en el año 1977 la Universidad Nacional (UNA) decide implementar el segundo plan de estudios en bibliotecología, con una titulación en Diplomado en Bibliotecología.
En este contexto, en la década de los 80 se expande la visión de la carrera en la Universidad de Costa Rica, al respecto Sandí Sandí (2007) señala que “la Escuela de Bibliotecología y Ciencias de la Información para el año 1984 modifica el plan de estudios de la carrera y se da la apertura de un bachillerato en bibliotecología con dos énfasis: Ciencias de la Información y Bibliotecas Educativas” (p. 8). Al ofertar la carrera con estos dos se amplía la gama del mercado laboral, lo que permite a los graduados en bibliotecología incorporarse al sector educativo, trabajando para bibliotecas que se encuentran en centros educativos tanto públicos como privados.
Lo anterior, reafirma la labor de las bibliotecas dentro del ámbito educativo, las cuales son fundamentales para apoyar los procesos de formación estudiantil desde la parte académica, así como desde el fomento a la lectura y a ser un espacio de esparcimiento para el estudiantado.
En década de los 90 la bibliotecología deja de percibirse como una carrera impartida solamente en el país; fue necesario involucrar a la disciplina en diferentes proyectos de investigación, de extensión docente y de acción social; por ejemplo, la creación de la base de datos INFOBILA que, de acuerdo con Córdoba González (2019), surge en el “Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas (CUIB) de la UNAM en 1985 y se consolida como proyecto cooperativo en 1992”, lo cual facilita la firma de un convenio entre la UNAM y la UCR.
Así como es importante el recuento histórico de los principales acontecimientos relacionados con la bibliotecología en Costa Rica en el siglo XX, también es necesario rescatar los aportes de algunas de las personas bibliotecarias más destacadas de este siglo. Según Morales Campos (2006) algunas de ellas son las siguientes:
El accionar de las personas bibliotecarias mencionadas realmente estableció bases fundamentales en el crecimiento de las bibliotecas en Costa Rica, fortaleciendo así aspectos como los procesos de normalización de información, establecimiento de las bibliotecas dentro del sector educativo y profesionalización de carrera, por mencionar algunos. Gracias a esto es que la bibliotecología costarricense ha logrado tener un mayor impacto y alcance no solo a nivel nacional, sino también internacional.
Para el siglo XXI en Costa Rica se consolidaron 4 instituciones de educación superior que ofrecen la carrera de bibliotecología con diferentes programas de estudio: la Universidad de Costa Rica con la Escuela de Bibliotecología y Ciencias de la Información (EBCI) la cual imparte el Bachillerato y la Licenciatura en Bibliotecología con énfasis en Ciencias de la Información; el Bachillerato y la Licenciatura en Bibliotecología con énfasis en Bibliotecas Educativas; la Universidad Nacional (UNA) con la Escuela de Bibliotecología, Documentación e Información (EBDI) la cual imparte el Bachillerato y la Licenciatura en Bibliotecología y Gestión de la Información y la carrera de Bibliotecología Pedagógica.
También la Universidad Estatal a Distancia (UNED) la cual imparte el Diplomado, el Bachillerato y la Licenciatura en Bibliotecología, Bibliotecas Educativas y Centros de Recursos para el Aprendizaje; y la única universidad privada del país que brinda la carrera es la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA) que imparte el Bachillerato en Bibliotecología.
Sandí Sandí (2019) menciona que desde el 2000 la EBCI ofrece un programa de Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información, con énfasis en Gerencia de la Información y en 2010 se inicia con la oferta del énfasis del posgrado en Tecnologías de la Información y de la Comunicación.
Por otro lado, en el ámbito de bibliotecas escolares, actualmente adscritas al Ministerio de Educación Pública, pertenecientes al Departamento de Bibliotecas Escolares y Centros de Recursos para el Aprendizaje, existe un total de 927 bibliotecas, sin contar las que se encuentran en instituciones de educación privada en el país.
En cuanto al Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas este incluye la Biblioteca Nacional y en la actualidad 60 bibliotecas públicas. Asimismo, la Municipalidad de San José tiene una red de seis bibliotecas municipales.
Además, están los sistemas de bibliotecas de las universidades públicas y privadas y una gran cantidad de bibliotecas y centros de información y documentación en instituciones gubernamentales y privadas en todo el país.
De acuerdo con los datos mencionados respecto al creciente desarrollo de las bibliotecas en Costa Rica, se pueden enlistar diferentes retos que se presentan en la actualidad:
De manera general, pese a que son muchos los retos para la disciplina en el país, Sandí Sandí (2007) opina que en la actualidad las personas profesionales en bibliotecología tienen una variedad de oportunidades laborales, ya que se pueden desempeñar en bibliotecas especializadas, bibliotecas universitarias, bibliotecas educativas, entre otras; sin embargo, el accionar de un bibliotecólogo en el siglo XXI puede ir más allá de brindar los servicios tradicionales en bibliotecas, posicionándose en puestos de trabajo asociados con las nuevas tecnologías de información. El principal reto es lograr que la sociedad reconozca el valor que tienen los profesionales de la información en diferentes ámbitos, creando así nuevas oportunidades laborales para desempeñar puestos no tradicionales y ampliar su función para darle un nuevo perfil a la profesión
En el recorrido histórico de la bibliotecología en Costa Rica se pueden destacar hechos importantes como el establecimiento de la Casa de Enseñanza de Santo Tomás que marca un precedente en el desarrollo educativo del país, incluyendo las bibliotecas; en el siglo XIX sobresale también la creación de la Biblioteca Nacional y de las primeras bibliotecas públicas, las cuales suponen el acceso a la información libre de la población costarricense.
En el siglo XX fueron diversos los acontecimientos, como la profesionalización de la labor en las bibliotecas, en la educación superior con la creación de las primeras escuelas de bibliotecología, así como la fundación del Colegio de Bibliotecarios y la consolidación del Sistema de Bibliotecas Escolares en Costa Rica.
Tomando en cuenta el contexto anterior, en Costa Rica se ha logrado avanzar en el desarrollo de la bibliotecología de manera paulatina y constante; cada vez hay más esfuerzos por enaltecer la profesión. Sin embargo, en la actualidad todavía hay mucho trabajo en el ámbito bibliotecológico, desde las bibliotecas públicas, privadas, escolares, académicas o especializadas, ya que independientemente del tipo de unidad de información, es fundamental buscar mayor apoyo estatal o institucional que permita articular esfuerzos con el fin de fortalecer las bibliotecas, así como el desarrollo de más proyectos de investigación que posicionan al país como modelo en las buenas prácticas bibliotecológicas a nivel regional.
De igual manera, la historia de la evolución de las bibliotecas en Costa Rica, desde sus inicios, ha sido marcada por las condiciones políticas y sociales de cada período, pero pese a las dificultades que se presentan cada año, se puede resaltar el trabajo que muchos profesionales en bibliotecología han hecho; por ejemplo, los “pioneros de la bibliotecología en Costa Rica” del siglo XX; así como muchos bibliotecólogos que trabajan y realizan esfuerzos para posicionar la profesión en la sociedad; mostrando que en Costa Rica las bibliotecas tienen un potencial que puede expandirse