En la bibliotecología, la interrelación entre la filosofía, la teoría, la metodología y la práctica es escasamente analizada y contemplada, ya que mucha de la energía se ha concentrado en resolver problemas prácticos sin tomar en cuenta la fundamentación epistemológica, el pensamiento crítico, la constante evolución de conceptos y los cambios sociales. Es por eso que se realizó una investigación documental para identificar y analizar el desarrollo epistemológico de la bibliotecología, particularmente en los aspectos relativos al usuario de la información. Se efectuó un análisis hermenéutico de las posiciones filosóficas, teóricas y metodológicas en aproximadamente sesenta y nueve publicaciones de diversos autores en el nivel nacional e internacional.
El análisis permitió identificar y describir los paradigmas epistemológicos que han influido en el desarrollo de la ciencia bibliotecológica, las situaciones que han propiciado cambios de paradigma y la función del usuario de acuerdo con cada paradigma.
También, se analizó la fundamentación epistemológica del usuario de la información según el paradigma actual (paradigma social), desde las siguientes representaciones: de la ciencia bibliotecológica, del bibliotecólogo, de la biblioteca, del concepto de información, del concepto de necesidades de información, de los estudios de necesidades y de los métodos de investigación bibliotecológica.
epistemología de la bibliotecología, usuario de la información, paradigmas de la bibliotecología.
In library science, the relationship between philosophy, theory, methodology, and practice is poorly analyzed and considered, since much of the energy has focused on solving practical problems without taking into consideration aspects such as: epistemological foundation, critical thinking, evolution of concepts, and social changes. This documentary research was conducted to identify and analyze the epistemological development of library science, particularly in aspects related to the information user. A hermeneutic analysis was conducted to find out the philosophical, theoretical and methodological positions of sixty- nine publications of national and international authors. This analysis identifies and describes the epistemological paradigms that have influenced the development of library science, situations that have led to paradigm shifts, and the role of the user according to each paradigm. In addition, the epistemological foundations of the information user were analyzed based on the current paradigm (social paradigm), and from the following representations: library science, the librarian, the library, the concept of information, the concept of information needs, needs assessment, and library research methods.
library science epistemology, information user, library science paradigms.
Los fundamentos epistemológicos de la Bibliotecología son el marco de referencia para establecer las bases de la profesión. La filosofía, la teoría y la metodología que ordena y explica las propiedades, los problemas, las prácticas y las relaciones de la Bibliotecología, es la respuesta para establecer y entender los principios del currículo y de la enseñanza universitaria.
No obstante, en esta disciplina la interrelación entre la filosofía, la teoría, la metodología y la práctica es escasamente analizada y contemplada, ya que mucha de la energía se ha concentrado en resolver problemas prácticos sin tomar en cuenta la fundamentación epistemológica, el pensamiento crítico, la constante evolución de conceptos y los cambios sociales. Como lo expresa T. Peña (2005), es necesario que estos cambios orienten al cuestionamiento sobre el tipo de formación que demandan las actuales y futuras generaciones y sobre el papel de la educación como instrumento eficaz para conseguir transformaciones en la sociedad.
Es fundamental proporcionar a la actividad bibliotecológica ejes en la teoría y en la práctica. La comprensión del usuario y las necesidades de información como acción primordial, así como el proceso de valoración, selección y desarrollo de colecciones, la adopción de sistemas de organización, la conceptuación de servicios, entre muchas de las actividades bibliotecológicas, deben de disponer de presupuestos filosóficos, teóricos y metodológicos.
Es por eso que en este estudio se realizó una investigación documental para analizar el desarrollo epistemológico de la bibliotecología. Se identificaron y revisaron aproximadamente sesenta y nueve publicaciones en las que se examinaban estos temas y a partir de estas se realizó un análisis hermenéutico para interpretar en los datos textuales las posiciones históricas, filosóficas, teóricas y metodológicas de los autores, concretamente en los aspectos relativos al usuario de la información.
El análisis permite identificar y describir los paradigmas epistemológicos que han influido en el desarrollo de la ciencia bibliotecológica, las situaciones que han propiciado cambios de paradigma y la función del usuario de acuerdo con cada paradigma.
También, se analiza la fundamentación epistemológica del usuario de la información según el paradigma actual (paradigma social), desde las siguientes perspectivas: de la ciencia bibliotecológica, del bibliotecólogo, de la biblioteca, del concepto de información, del concepto de necesidades de información, de los estudios de necesidades y de los métodos de investigación bibliotecológica.
2.1 Paradigma epistemológico
Se denomina paradigma al enfoque de trabajo de una comunidad científica y su desarrollo de conocimiento científico, orientado por determinada corriente de pensamiento. El término paradigma se conoce por primera vez en 1969 con la Teoría de las Revoluciones Científicas de T. Kunt. Desde entonces, es ampliamente utilizado para explicar el principio que establece distinciones, relaciones y oposiciones fundamentales que orientan y regulan el pensamiento relacionado con la construcción de teorías de una comunidad científica. Este principio se deriva de una corriente epistemológica.
En el siglo pasado esta disciplina se enfrentó a cambios paradigmáticos que la han marcado hasta la actualidad. Los paradigmas predominantes son tres, a saber, el paradigma físico o concepción objetivista, el paradigma cognitivo o concepción subjetivista y el paradigma social o concepción sociocognitiva.
El paradigma físico ha sido fuertemente dominado por la corriente epistemológica del Positivismo que fue impulsada por A. Comte. Esta corriente, como lo expresa Guzmán (2005), se caracteriza por una visión fiscalista del mundo humano y social, con alta estima de la matematización y medición rigurosa de los fenómenos, tanto físicos y biológicos, como sociales y humanos, hasta considerarlo como único método científico aceptable. La corriente de pensamiento positivista con ese rasgo distintivo de objetividad, ha dominado en las ciencias exactas y naturales y ha penetrado también en las ciencias sociales al adoptar su método.
De este modo, la Bibliotecología también se ha visto poderosamente afectada por esta corriente. Fernández M. y Moya (2002) dicen que fue una perspectiva científica dominante hasta los ochentas. Sin embargo, aún se percibe su peso en la academia y en el ejercicio de la profesión.
Bajo este enfoque, la academia, la investigación y la actividad bibliotecológica, desarrollaron una forma de trabajo que se conoce con los términos de enfoque orientado al sistema, perspectiva del sistema o paradigma del sistema; que centra su atención en la técnica y atribuye a la información propiedades de cuantificable, universal y neutra. Este enfoque influyó en las concepciones teóricas y, en consecuencia, en las metodológicas, lo cual afecta todas las actividades bibliotecológicas.
Particularmente influyó en la visión del papel del usuario en el sistema. Desde esa perspectiva, como lo explica A. González (2005), el rol que se le asignaba al usuario era pasivo, pues se entendía que el beneficio de la información proporcionada comenzaba en el mismo momento de su suministro, independientemente del tipo de problema informativo que el usuario tuviera y del contexto en el que desarrollaba su actividad.
Consecuentemente también predispuso el enfoque metodológico en los estudios de necesidades de información, en cuanto que desde esta visión del usuario, se trataba de averiguar qué y cuánto utilizaba el sistema y establecer las variables que podrían predecir futuros usos. Lo que interesaba de todo proceso de búsqueda de información era el momento en que los usuarios entraban en contacto con un sistema o utilizaban determinada información. Es decir, el propósito era conocer qué servicios utilizaban, con qué frecuencia y qué información utilizaban, con el fin de predecir el uso que harían de los sistemas y de la información, para cuantificarlo y generalizarlo.
Glazier (2002, p. 59), presenta la definición que propuso en otro estudio junto a Grover, en la que expresan que un paradigma es “...descrito como un armazón de presupuestos básicos en los cuales las percepciones, [los valores] y las relaciones son evaluadas y están delineadas y aplicadas a una disciplina o profesión”. Por su parte, Cañedo (2004), describe al paradigma como un marco conceptual que durante cierto tiempo proporciona un modelo de problema y solución. Cuando hay exceso o rutina de la repetición temática sin nuevos resultados, carencias de nuevas metodologías, ausencia de nuevas metas, entre otros, se da una oposición o rechazo a este modelo y se produce una crisis y ruptura, lo que lleva a un cambio de paradigma.
En bibliotecología, según lo explica Cañedo (2004), la insatisfacción de los distintos sectores de la sociedad con la actividad bibliotecológica y la falta de correspondencia de los productos y servicios con las necesidades de información es un factor, en cuya acción acumulativa ha propiciado distintos estadios, ha marcado y generado diferentes etapas o momentos históricos o revoluciones.
Este punto de vista medió notoriamente en la concepción de los sistemas de recuperación de información, ya que, según lo describen Fernández M. y Moya (2002), estos sistemas se sustentan en la equiparación entre las representaciones de los textos del sistema y las de las demandas de los usuarios, en la concepción de que las necesidades de información eran algo estable e invariable, en que el proceso de búsqueda de información era determinista, no dinámico e interactivo, y en que en él, no intervenían los elementos emocionales, afectivos o físicos. Es decir, que bajo este paradigma se excluyó al usuario de la base teórica y de todos los procesos bibliotecológicos.
Afortunadamente el avance del conocimiento genera nuevas teorías y postulados como lo es el paradigma cognitivo, que difieren del paradigma físico y de su fuerte dominio en todos los campos de la ciencia, incluyendo a la Bibliotecología.
El paradigma cognitivo es un punto de vista epistemológico que estudia el conocimiento a través de los mecanismos cognitivos de los individuos. Desde la perspectiva cognitiva, la ciencia no busca solo describir la realidad, sino comprenderla. La noción de ley cambia por nociones de sistema, estructura, modelo o proceso y no busca encontrar la causa sino el efecto. Al respecto, Vega (2005) dice que la verdad se construye de forma inter subjetiva, reflexiva, contextualizada e interpretativa.
Esta nueva concepción le da énfasis al sujeto. En la Bibliotecología tiene su manifestación a finales de los años 70 y principios de los 80, cuando aparecen estudios que ponen en duda la validez y utilidad de la labor investigativa desarrollada desde el enfoque físico (Sokol y Linares, 2006). Se establece la base teórica fundamentada en los individuos y no en los sistemas de información.
De acuerdo con paradigma cognitivo, según lo expresa Hernández (2007), los datos pueden recibirse no siempre en forma homogénea o idéntica, sino que pueden interpretarse indistintamente sobre la base de un estado del conocimiento del individuo, por lo que bajo esta perspectiva, la percepción sobre los documentos y sobre la noción de información cambia. En el mismo sentido, Linares, R. (2004) dice que la idea del rescate del mundo interior del sujeto es de significativa importancia en el mundo informacional.
El paradigma social o sociocognitivo nace al descubrir que en el desarrollo del conocimiento científico es fundamental lo social, cultural, contextual y la interpretación histórica; variables ausentes o escasamente contenidas en el enfoque cognitivo que, según lo expresa Capurro (2007, p. 20), ve al usuario “en primer lugar como sujeto cognoscente dejando de lado los condicionamientos sociales y materiales del existir humano”; no obstante, el existir humano, de acuerdo con Heidegger (1980) significa estar socialmente involucrado en una red de relaciones y significados, o en lo que él también denomina mundo.
B. Hjǿrland y H. Albrechtsen (1995) coinciden con esta posición al estar totalmente de acuerdo con que la investigación bibliotecológica debe incorporar ampliamente la perspectiva social, cultural e histórica, ya que la bibliotecología como ciencia social, necesita complementar la teoría cognotivista con teorías holísticas que incluyan el conocimiento de las culturas en las que están inmersas las bibliotecas o los servicios de información.
Hernández (2007) ejemplifica con la actividad de procesamiento documental, la influencia de este paradigma, al manifestar que se da un cambio al analizar el documento, ya que se hace especial hincapié en observarlo y tratarlo como un portador de sentido e intencionalidad asociado al sujeto en el contexto que construye y reconstruye significados. Por su parte, Castillo, J. y Leal, O (2006) consideran que la Bibliotecología, desde esta perspectiva, contempla el estudio del fenómeno comunicacional que se logra entre la biblioteca como sistema de información y la comunidad de la cual forma parte y actúa como un agente de cambio, transformación y formación desde el punto de vista social y cultural. Al orientar su cuerpo teórico y epistemológico hacia un enfoque más complejo que incluye al sujeto y su contexto socio-cultural, así como a las mediaciones entre el sujeto y el conocimiento registrado, reafirma su pertenencia al campo de las ciencias sociales.
Entre los elementos más representativos que denotan la evolución paradigmática en la ciencia bibliotecológica están: la colocación del individuo (usuario) en el centro de la actividad bibliotecológica, el reconocimiento de la información, no solo como un bien cultural, sino un recurso elemental para el desarrollo integral de los individuos y la conversión del papel de custodio de la cultura universal que tradicionalmente ha tenido la biblioteca y el bibliotecólogo, al generador de servicios a la medida de las necesidades y con alto valor agregado.
Esta evolución ha propiciado un desarrollo filosófico, teórico y metodológico cobijado por la perspectiva social. A continuación se ilustra el abordaje epistemológico de este enfoque.
M. Rendón (2005, p. 60), para caracterizar al ser humano (usuario), usa el planteamiento de Heidegger, quien expresa que: “el ser del hombre se caracteriza no por lo que es, sino porque siempre está en proceso de ser, siempre se haya frente a un complejo de distintas posibilidades, de las cuales no todas necesariamente se realizan…”. También dice que: “el ser del hombre está referido a la posibilidad no de un monólogo abstracto consigo mismo, sino inmerso en un mundo concreto de cosas y otras personas…”. En la posición de Heidegger se refleja claramente que el individuo está estrechamente ligado a su contexto. Por eso la bibliotecología, bajo el paradigma social, considera que el usuario, como ser humano, está en constante evolución y debe ser entendido en un contexto.
Rendón también enuncia que la bibliotecología existe porque existe un ser humano que tiene necesidades de información para construir su proyecto de vida, y él es el centro o punto de partida para el desarrollo de la actividad teórica y práctica.
La comunidad bibliotecológica está de acuerdo con la necesidad de la vinculación del bibliotecólogo con la sociedad, no tanto como administrador de una biblioteca, sino como un agente de alto grado de responsabilidad social. Así, de acuerdo con la opinión de Peña (2005, pp. 65-66) la labor del bibliotecólogo se encauza a servir de facilitador u orientador de sujetos que poseen necesidades cognitivas y fomentar la creatividad e inventiva en el uso de la información para solucionar problemas, enriquecer el intelecto y lograr aprendizajes significativos.
El logro de esto requiere, lo que en síntesis señala esta misma autora, de un profesional dispuesto a dejar atrás las prácticas deterministas, reflexionar sobre su propia praxis, corregir errores, abrirse a todas las corrientes de pensamiento, formarse y crecer como investigador y ahondar en su zona de desarrollo y la de sus usuarios.
El bibliotecólogo “se configura en estos días con un perfil multidimencional” (Perez y Herrera, 2005, p.165) ya que puede realizar tareas distintas y variar en la práctica profesional según los usuarios, el contexto, los centros de trabajo, la integración en un sistema, el enfoque de trabajo de la institución, los recursos de información utilizados, la especialización, etc.
Las bibliotecas son por su naturaleza son los medios idóneos para satisfacer las necesidades de información. Como lo expresa Rendón (2005), la biblioteca, como institución social, es el espacio que proporciona las condiciones necesarias para satisfacer las necesidades de información del ser humano en su proyecto de vida. Además, es el espacio donde se da el autoconocimiento y el desarrollo del espíritu humano, y es el lugar donde se conserva la producción intelectual de la humanidad para que pueda ser usada.
Las nuevas conceptuaciones del término información confirman el reconocimiento de la función activa y potenciadora del sujeto. Sin embargo, aunque se da una gran aceptación de la visión cognitiva de la información, debe destacarse que en un principio se planteó desde una figura individualista.
La crítica recae en que en esta posición individualista se excluye el entorno sociocultural del que forma parte el usuario, lo que se considera un error porque, como ya se explicó, el comportamiento de las personas respecto a la información no está condicionado exclusivamente por sus características individuales, sino que también es influido por el contexto y la cultura compartida (Vakkari, según Vega, 2005) y es fundamental reconocer el lugar central que también tiene esta variable en el concepto de información.
Actualmente la variable contextual se refleja en conceptos de información propuestos por numerosos autores. A continuación se muestran algunos ejemplos.
La definición de información que ofrece Angulo (1996, p.193) tiene claramente comprendidas las variables sujeto y contexto. Él explica que "la información puede entenderse como la significación que adquieren los datos como resultado de un proceso consciente e intencional de adecuación de tres elementos: los datos del entorno, los propósitos y el contexto de aplicación, así como la estructura de conocimiento del sujeto”.
Por su parte, A. Hernández (2007) fundamentada en M. Buckland (1991), amplía el concepto, al dejar claro que la información siempre es situacional. Los documentos que la representan y los medios o sistemas que la proveen, tienen una variedad de significados para determinadas áreas de saber y por eso deben interpretarse de diferentes maneras. Por lo tanto, la información es una cualidad secundaria del documento, ya que solo puede ser elaborada por la percepción del sujeto, en cuya elaboración influyen sus características cognitivas y contextuales.
Así lo expone Capurro (2007, p.18) al señalar que información es “un predicado de segundo orden, es decir, algo que el usuario o el sujeto cognoscente adjudica a cualquier cosa en un proceso interpretativo enmarcado por límites sociales de pre-comprensión que lo sustentan”. En otras palabras, de acuerdo con Rendón (2006, p.3):
(…) para que se obtenga información es necesario realizar una síntesis [...] Dicha síntesis se lleva a cabo por una acción del sujeto que une elementos objetivos (datos y estímulos sensoriales) y subjetivos (estructuras interpretativas del sujeto). Estos últimos sirven para procesar, organizar, estructurar y dar forma a los datos, lo que permite extraer las cualidades secundarias presentes potencialmente en los símbolos, esto es, interpretarlos, enlazándolos con su referente y sentidos ideales.
Con respecto al concepto de necesidad de información, también se identifican variedad de definiciones, aunque algunas le dan énfasis significativo al sujeto y no tanto a la variable contextual, otras si tienen visiblemente distinguidas ambas variables. Un ejemplo es el concepto de I. Núñez (2004, p. 23) en el que enuncia que las necesidades de información:
(…) son necesidades de carácter objetivo, que para cada usuario o lector, en un momento particular, están determinadas por: el contenido semántico de la actividad que realiza el usuario o lector, lo que define la temática de la información que se necesita para la realización de dicha actividad -aspecto semántico-, la estructura de la actividad (de estudio, de recreación, creadora, etc.), las condiciones objetivas y subjetivas, materiales y sociales, para su realización, y las características socio-psicológico-culturales del usuario, lector, categoría (segmento) o comunidad de ellos.
Otro reconocido investigador en el área de necesidades de información, es T. Wilson (2002), quien afirma que una necesidad de información se constituye a partir de necesidades fisiológicas, afectivas o emocionales y cognitivas del usuario. Todas estas necesidades están interrelacionadas y se ven influidas por el rol de trabajo, nivel de formación, ambiente de trabajo, ambiente sociocultural, ambiente político y económico y ambiente físico. En esta visión también se denota el convencimiento, que además de los aspectos cognitivos se debe tomar en cuenta el contexto del usuario.
A. González (2005) revela que es entre los años cincuenta y sesenta aproximadamente, que se empiezan a conocer resultados de estudios de usuarios en los que se denota un interés por el individuo, al tomar en cuenta lo que lee, los servicios que usa, las veces que asiste a la biblioteca, entre otros. El interés inicia principalmente por el usuario especializado: el científico, y posteriormente se le da atención a otras especialidades de las ciencias sociales.
Sin embargo, Fernández y Moya (2002, p. 244), indican que por algunas de las características de los estudios de usuarios en esa época, se deduce que los investigadores se basaban en los siguientes supuestos: las necesidades de información son algo estable e invariable, el proceso de búsqueda es determinista, no es dinámico ni interactivo, no intervienen elementos emocionales, afectivos o psíquicos en el proceso de búsqueda de información.
Posteriormente, a raíz de la influencia de nuevas concepciones, como el cognotivismo, se empieza a reconocer que el usuario tiene un papel fundamental en el sistema de información. Ferreira citado por Linares (2004) indica que le enfoque cognitivo comienza puntualizando el desconocimiento por parte de las visiones anteriores del enorme significado del mundo interior del individuo en los procesos de asimilación y uso de la información.
Aproximadamente en la segunda mitad de los años ochentas, con la influencia del paradigma social, en el campo bibliotecológico aparecen estudiosos como Hjorland, Albreinstin, Capurro y otros, que proponen el enfoque social en el que se une el individuo interno con el contexto externo. Es decir, que se llega al convencimiento de que no solo se debe tomar en cuenta el mundo interior del usuario, ya que el contexto que lo rodea influye notoriamente en su motivación a buscar información, por lo que se debe dar sentido a lo que el usuario necesita en su entorno social, laboral, educacional, científico, etc. Como lo expresa Y. Martí (2004), el sociocognitivismo propugna que el usuario individual sea entendido en el contexto de su disciplina.
Como ya se ha señalado, el positivismo es un paradigma con orientación cuantitativa que se caracteriza porque concibe la realidad objetiva y singular, la investigación se orienta hacia la generalización y la predicción, y se usan de técnicas e instrumentos que proporcionan datos cuantitativos. Fructuosamente, desde tiempo atrás se ha venido generando un intenso debate en cuanto a la idoneidad de este enfoque para observar la realidad humana y social, ya que no se toma en cuenta los procesos cognitivos. Las ciencias humanas y sociales aspiran a comprender o interpretar los fenómenos específicamente humanos; las ciencias exactas buscan la explicación causal de los fenómenos; por esta razón se ha cuestionado el uso único del método cuantitativo para observar los fenómenos sociales.
Ante la situación planteada, partiendo del paradigma cognotivista, se adopta una nueva posición denominada naturalista, con una orientación cualitativa que dirige la investigación al individuo y se caracteriza porque la realidad se concibe subjetiva y múltiple, la investigación se orienta hacia la interpretación y obtención de una descripción detallada de la realidad observada.
No obstante, esta visión también es objeto de revisión, ya en un principio se orientó en el estudio del individuo aislado de su contexto. Hjorland B. y Albrechtsen (1995) manifiestan que por largo tiempo el enfoque metodológico individualista ha dominado en las ciencias del comportamiento, en las cognitivas y en las ciencias sociales, incluyendo la ciencia de la información. De este modo, el estudio del conocimiento en Bibliotecología desde el punto de vista del individualismo metodológico se asienta en la investigación del proceso cognitivo aislado del contexto social y del desarrollo histórico del cual estos procesos cognitivos son creados.
Se ha determinado que la investigación dirigida al individuo sin considerar su contexto no permite mostrar la realidad, por lo tanto los mismos autores, en oposición al método individualista, defienden la perspectiva metodológica colectivista que incorpora la investigación del individuo dentro de una figura más amplia histórica y sociocultural e integra lo individual e interno con lo contextual y externo.
Es así como, para el estudio del fenómeno informacional, para la investigación y para el desarrollo de todas las actividades bibliotecológicas se recomienda afianzarse en un punto de vista epistemológico basado en teorías más ecológicas, holísticas y subjetivas, como por ejemplo, la hermenéutica, la fenomenología, la interacción social, entre otras.
El análisis realizado muestra la existencia de una base filosófica, teórica y metodológica para estudiar al usuario de la información desde el enfoque social. Sin embargo, en la práctica bibliotecológica aún se evidencia el trabajo basado en los paradigmas cognitivo y físico. Por eso, para discutir sobre la actividad bibliotecológica actual, se insta a los lectores y lectoras a responder y analizar las siguientes preguntas:
¿Cómo se concibe al usuario? ¿Cuándo se enseña una materia, cuándo se aprende una materia, cuándo se realiza un proceso bibliotecario, o cuándo se brinda un servicio? ¿Cuál paradigma domina? ¿A qué se enfoca mayor atención? ¿Al documento, a la biblioteca, al proceso bibliotecario, a la herramienta tecnológica, o al usuario en su contexto? Las respuestas a estos cuestionamientos son el insumo para comprobar la posición epistemológica del profesor, del estudiante y del profesional en bibliotecología y, sobre todo, para que cada uno reflexione sobre su propia praxis, deje atrás las prácticas deterministas, corrija errores y se abra a otras corrientes de pensamiento.