Revista Latinoamericana de Derechos Humanos
I.Contextualización de la experiencia Los derechos humanos son sus derechos. Tómenlos. Defiéndanlos. Esta experiencia de aprendizaje en derechos humanos y cultura de paz surge en el marco del proyecto “Ciudades Culturales: UNA alianza para el futuro”, con vigencia 2016-2020, ejecutado en el cantón de Garabito, provincia de Puntarenas, y dirigido por académicas de las vicerrectorías de Extensión y de Docencia de la UNA. Este busca contribuir con la generación de acciones que propicien el desarrollo de ciudades fundamentadas en los derechos humanos, la inclusión y el respeto por lo diverso, en las cuales la niñez y la adolescencia puedan aportar desde su visión para la generación de nuevos espacios donde comprender y ejercer sus derechos. La estrategia de gestión del proyecto se basa en tejer redes de trabajo con actores internos de la UNA, al igual que con actores externos institucionales y de base comunitaria. Se articula con unidades académicas, programas, proyectos y cursos de la UNA, para que el estudiantado realice prácticas y trabajos finales de graduación relacionados con los objetivos del proyecto. De este modo, se integraron a esta experiencia estudiantes de la Escuela de Relaciones Internacionales, la Escuela de Psicología y la Federación de Estudiantes (FEUNA). Se contó, además, con una tesiaria de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Estatal a Distancia (UNED). A lo externo, la articulación se realizó con el Centro Cívico para la Paz (CCP) de Garabito, llamado “Epicentro”, y el Colegio Técnico Profesional de Jacó, del Ministerio de Educación Pública (MEP), que, como veremos más adelante, se involucró en la segunda y tercera etapas de esta experiencia. Los CCP forman parte de la iniciativa de gobierno titulada “Programa para la prevención de la violencia y la promoción de la inclusión social” del Ministerio de Justicia y Paz. Existen 7 CCP, 1 en cada provincia del país, en cantones seleccionados por su alto índice de violencia y, según lo planteado por Grillo (2014), estos son un espacio físico con sitios para el deporte y la recreación, la música, la tecnología, biblioteca, salas de formación y otros servicios especialmente diseñados para jóvenes menores de 18 años. Su modelo base de atención se sustenta en el enfoque de derechos, género, diversidad e interculturalidad y su oferta de información y formación se agrupa en 3 grandes ejes temáticos: 1. autocuido y cuido, referido fundamentalmente a temas de violencia en sus diferentes manifestaciones; 2. promoción de la inclusión social, agrupando tópicos de educación y empleo, y 3. convivencia y cultura de paz, destacando asuntos de democracia, participación ciudadana y resolución de conflictos. Los ejes temáticos de mayor afinidad con el proyecto Ciudades Culturales son el 1 y el 3, los cuales se han trabajado de forma conjunta, dado que los temas de violencia se relacionan de modo directamente inverso con la convivencia pacífica y el respeto por los derechos humanos. Tal afinidad de objetivos y temáticas nos llevó al cantón de Garabito a construir y desarrollar esta experiencia de aprendizaje con jóvenes de la localidad, durante los años 2016 y 2017, y que hoy compartimos en esta comunicación. El cantón de Garabito es el número 11 de la provincia de Puntarenas y está dividido en 2 distritos: Jacó y Tárcoles. El primero se conoce por tener mayor concentración poblacional, actividad económica, cultural y social del cantón. Es un importante polo de inversión extranjera, especialmente en cuanto a construcción de hoteles de playa, centrando su principal actividad productiva en el turismo, que involucra otras ramas trascendentales como la hotelería, los restaurantes, la construcción y el comercio. Esto según la Municipalidad de Garabito (2014), en su Diagnóstico Cantonal. En contraposición, encontramos una comunidad caracterizada por la presencia de drogas, narcotráfico, prostitución, tráfico de personas, migración y violencia. Chan, Sánchez y Víquez (2017), en un estudio de percepción de la violencia con niños y jóvenes del cantón, plantean que … las formas de violencia más frecuentes son el maltrato físico y verbal, que la calle es considerada por esta población como altamente peligrosa y violenta para todas las personas, identificando la represión policial como una forma más de violencia en la calle (p. 19). En este contexto, se realizó la mencionada experiencia de aprendizaje con personas jóvenes, con el objetivo de que fueran promotoras de derechos en su centro educativo y su comunidad. II.Referente teórico metodológico del proceso de aprendizaje El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender. Catón Este proceso de aprendizaje se encuentra sustentado en un grupo de conceptos que, además de dar sentido, orientan el accionar hacia una de las problemáticas definidas como prioritarias, como es la falta de conocimiento en el tema de los derechos humanos en la población juvenil. En esta línea, se plantean una serie de conceptos y categorías que dan coherencia y consistencia a esta construcción conjunta con el grupo de jóvenes en Jacó, partiendo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), articulo 2, en el que se define como derechos humanos “aquellos que son inherentes al ser humano” y a los cuales “toda persona tiene todos los derechos y libertades, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Esta misma declaratoria enfatiza en su preámbulo que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto las personas como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan mediante la enseñanza y la educación el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren a través de medidas progresivas de carácter nacional e internacional su reconocimiento y aplicación universales y efectivos. Ese llamamiento es atendido con esta propuesta y con lo solicitado en la Conferencia Internacional de Educación de la UNESCO (2008), de educar para la convivencia democrática y pacífica, la cual “aspira a desarrollar en los estudiantes una disposición, una simpatía y un sentido hacia esta visión de vida, y además, debe entrenarlos para desarrollar en ellos las habilidades que se requieren para la vida en común”. (p. 14) Al respecto, Barquero-Brenes (2014) señala que: La promoción de la convivencia no solo es un factor de bienestar para las personas, sino la base desde la que se construyen la ciudadanía, el capital social, la calidad de un país en el futuro y también la posibilidad de entendimiento entre los pueblos. Aprender a convivir incide de manera directa en el combate de formas violentas de relación y, por lo tanto, en la construcción de una cultura de paz (p. 2). Para Tuvilla (citado por Barquero-Brenes, 2014, p. 5), la cultura de paz representa un gran desafío para la humanidad en un siglo lleno de grandes incertidumbres y también de grandes esperanzas, y la comprende como: Un concepto síntesis que encuentra en los derechos humanos su esencia básica y que se define como el conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida que inspiran una forma constructiva y creativa de relacionarnos para alcanzar la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con la naturaleza (p. 5). Por su lado, Barahona (2008) opina que cultura de paz es … fundamentalmente el intento de la creación de una cultura donde impere la cooperación y la armonía, que venga a sustituir la cultura de choque y competencia en la cual vivimos actualmente. La Educación para la Paz, no la vemos como una materia o una disciplina más que hay que agregar a un plan de estudios; todo lo contrario: educar para la paz significa un contenido y un proceso global de la sociedad, a través de los cuales las personas y los grupos sociales aprendan a desarrollar conscientemente… la totalidad de sus capacidades, actitudes, aptitudes y conocimientos (p. 37). Los elementos que constituyen la cultura de paz son fundamentales para establecer la justicia y el bienestar social, sin embargo, se deben consolidar acciones de compromiso para su logro, mediante el respeto de los derechos humanos, dejando de lado las desigualdades y fortaleciendo la educación, la transformación social e institucional de la sociedad civil. Al respecto, Garrido (2017) menciona que … la promoción de la paz no es una tarea exclusiva de los estados, ya que la sociedad civil también está llamada a contribuir activamente en el reto de neutralizar la violencia, de modo que se promueva y se practique la paz a nivel comunitario, vecinal, escolar, etcétera (párr. 3). El proceso para la consolidación de una cultura de paz en el nivel de una comunidad conlleva la participación de diversos actores, desde el núcleo familiar hasta representantes de instituciones públicas y privadas que se aboquen a la resolución pacífica de conflictos y al fortalecimiento de los derechos humanos fundamentales, como acciones principales. Por otra parte, Garrido (2017) plantea que La paz es mucho más que la ausencia de guerra, requiere sociedades que vivan en equidad, libertad, igualdad y solidaridad, entre otros valores; es por ello que la construcción de paz es un proceso que comienza con la promoción de la cultura de paz, para que a través de la educación se instauren todos esos valores asociados que permitan alcanzar la meta (párr. 5 y 6). En lo que respecta a cómo percibe y vive los derechos y la cultura de paz la persona joven-adolescente, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2006) contextualiza lo siguiente: En la adolescencia aparecen aspectos como el desarrollo de la identidad, el sentido de autonomía, la capacidad para cuestionarse el sistema de referencia, la interacción con la sociedad. Es un período clave en el desarrollo humano porque se estructuran y se reestructuran las relaciones con uno mismo y con el mundo. Por ello, la adolescencia puede entenderse como el resultado de una construcción histórica y de un proceso social (p. 9). De ahí que el entorno familiar, el círculo social de amigos y demás espacios de interacción constituyen escenarios muy importantes para el desempeño de las personas adolescentes en la sociedad y las diferentes formas de integrar lo social, lo económico y lo cultural a su desarrollo. Lamentablemente en estos espacios de interacción, la violencia es un factor que cada vez se hace más frecuente, no solo en el plano familiar, sino también en el nivel de instancias educativas, afectando su derecho a vivir y crecer en contextos de paz, a aprender y a expresarse libremente (Trucco e Inostroza, 2017). Pinheiro (citado por Trucco e Inostroza, 2017) señala cómo en los últimos años el tema de la violencia en centros educativos ha sido de los más estudiados, dada la cantidad de tiempo que invierte y la convivencia que experimenta la población infantil y adolescente en estos lugares (p. 15), con datos que muestran altos niveles de agresividad, principalmente en la escuela y en la comunidad. Ante este escenario y con el llamado de educar para la paz, la ludopedagogía, como herramienta metodológica, ayudó a este propósito por las diversas formas a través de las cuales se puede llegar al conocimiento. Melissa Melino (citada por Fulladosa, 2015) define la disciplina como aquella “…metodología que permite instalar en un contexto grupal la posibilidad de jugar con otros, para desde ese espacio de juego, construir una mirada crítica y transformadora de la realidad que vivimos” (p. 9). Mario Pyñeiro, también citado por esta autora, continúa ampliando lo que es y significa la ludopedagogía y la plantea como … el camino de buscar formas de entender la realidad, a nivel individual y las relaciones entre las personas, de ampliar las posibilidades de abordar los procesos de construcción de conocimiento, con la integración de lo corporal, las sensaciones y sentimientos, así como la racionalidad, con el objetivo de contribuir a la transformación de la realidad en un sentido liberador, humanizante (p. 10). Fulladosa (2015) recalca lo anterior, diciendo que es lo que “nos permite aproximarnos desde la razón y los sentidos a la realidad social, con el fin de conocer y comprender su complejidad, esta que se manifiesta en lo azaroso, en lo incierto, en la alegría, en lo pasional, en el conflicto, en el ocio, es decir allí, en todo lo real que tiene y que se experimenta en el cotidiano” (p. 10). Rickly y Ara del Amo (2011) mencionan que “el juego es una actividad libremente elegida, que otorga el permiso de transgredir normas de vida internas y externas; un satisfactor sinérgico de necesidades humanas, que abarca la dimensión individual y colectiva y tiene incidencia en el ámbito social, cultural y político” (p. 1). Cerdas (2013) señala que … los juegos cooperativos generan oportunidades para el desarrollo de las relaciones humanas, las responsabilidades individuales y colectivas, la creatividad, la resolución alternativa de conflictos, la comunicación, el trabajo en equipo, el desarrollo y fortalecimiento de habilidades que coadyuvan al desarrollo de la personalidad…. es un espacio poco común, de disfrute, libertad, participación y cooperación. Además, permiten aflorar interacciones socioafectivas, esto implica más que el desarrollo intelectual, de conocimientos y técnicas, sino de relaciones afectivas y solidarias que permiten a los/as participantes ponerse en los zapatos de los otros, la comprensión mutua, la empatía y generar un sentido de responsabilidad y de identificación con las necesidades. Las experiencias con los juegos cooperativos reflejan la necesidad de fortalecer el trabajo en equipo, generar espacios no tradicionales para formular nuevas propuestas, así como para recreación y disfrute individual y grupal (p. 121). El educar para la paz, por tanto, ha de ser un esfuerzo por contrarrestar la cultura de la violencia y consolidar una nueva manera de ver, entender y vivir el mundo. En esta propuesta educativa de Jóvenes promotores de derechos, concebimos a los promotores como aquellos que contribuyen a dar impulso a los valores, las actitudes y los comportamientos de una cultura de paz. Son los llamados a guiar, acompañar y motivar el proceso de aprendizaje, en los temas de derechos humanos y cultura de paz. Este pensamiento concuerda con lo definido por la UNESCO (1997) para un promotor de la paz, como el que …interioriza e institucionaliza los valores, posturas, conocimientos y procederes ligados a la cultura de paz ... ayudando a la gente a aprender los entresijos de la mediación y de la transformación de conflictos (p. 4). Los promotores de la paz siguen un proceso de aprendizaje que les permite añadir los métodos y principios de una cultura de paz a la formación y experiencias que hayan adquirido en su trayectoria profesional, suma de aptitudes que luego podrán transmitir a la gente con la que trabajan, transformando así el conflicto en cooperación (p. 5). El enfoque de juventudes permite a los jóvenes, sean promotores o bien participantes, expresarse libremente, sabiéndose sujetos de derechos, actores estratégicos del desarrollo y personas capaces de ejercer responsablemente los derechos y libertades, tal y como lo dicta la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes. Así, se miran no como una población vulnerable, sino como personas capaces de brindar aportes importantes desde sus capacidades, donde los estereotipos de edad, raza, religión o género no caben ni limitan su accionar. En los artículos 2 y 3 de esta convención, se Reconoce el derecho de todos los jóvenes a gozar y disfrutar de todos los derechos humanos, y se comprometen a respetar y garantizar a los jóvenes el pleno disfrute y ejercicio de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales, y culturales. Se comprometen a formular políticas y proponer programas que alienten y mantengan de modo permanente la contribución y el compromiso de los jóvenes con una cultura de paz y el respeto a los derechos humanos y a la difusión de los valores de la tolerancia y la justicia (p. 3). Luego de transitar el referente teórico de la experiencia, se presenta las distintas fases del proceso de aprendizaje realizado con los jóvenes de Jacó. III.La experiencia de aprendizaje con la juventud de Garabito El camino recorrido para la construcción de la propuesta educativa en el tema de derechos humanos y cultura de paz, por razones metodológicas, se dividió en 3 fases, sin embargo, hubo un proceso continuo no lineal de aprendizaje, en el cual estas se entrelazan entre sí y se potencian mutuamente. La primera fase llamada “Valoración de la problemática” es diagnóstica tanto de las condiciones locales como de la percepción de la juventud acerca de la violencia; la segunda, denominada “Fortalecimiento de capacidades”, trata temas de liderazgo, derechos humanos y cultura de paz con los jóvenes, y la tercera, “Promotores de paz”, es una propuesta piloto de intervención para la sensibilización en derechos humanos y cultura de paz, realizada con jóvenes escolarizados. Valoración de la problemática Con la valoración de la problemática, en sí misma, un diagnóstico social de las percepciones de las personas jóvenes acerca de su comunidad, pretendíamos conocer el imaginario y la realidad de los derechos humanos, así como marcar una ruta de contribución de la UNA en esta materia. Nuestro primer acercamiento con las personas jóvenes de Garabito se da en el marco de la articulación con el Centro Cívico para la Paz (epicentro) y la Escuela de Relaciones Internacionales de la UNA, a partir de la realización de la Práctica Profesional Supervisada: “Alianza para la Construcción de una Cultura de Paz”, de febrero a noviembre del 2016. Se sumó a esta experiencia, en el segundo semestre del 2016, la Escuela de Psicología, con la Práctica Profesional Supervisada: “Caracterización de la ciudad de Jacó y formación de jóvenes líderes en el Centro Cívico para la Paz de Garabito”. Ambas prácticas fueron realizadas por 2 estudiantes que aspiraban al título de bachillerato en sus respectivas carreras. Se integra también 1 estudiante tesiaria de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Estatal a Distancia (UNED). En el cuadro 1, se presenta un resumen de las actividades realizadas, siempre con una metodología lúdica y participativa, tal como se describió en el segundo apartado de esta comunicación. Hubo un primer bloque de actividades, relacionado con talleres de educación para la paz, en el que cada semana se analizaba el conocimiento, la vivencia y la percepción de un derecho. El segundo bloque se relaciona con actividades más colectivas y de mapeo comunitario. Se contó con la participación de 6 mujeres y 4 hombres en un rango de edad entre los 13 y los 22 años, con condición socioeconómica baja o muy baja, en proceso de conclusión del ciclo diversificado, bajo la modalidad de Colegio Académico Nocturno, con trabajos diurnos ocasionales. Ellos asistían al curso de inglés que se impartía en el CCP, como parte de la oferta programática del centro. A finales del año, en el marco de la celebración del “Día Internacional de la Paz”, se sumaron otras personas jóvenes del CCP y de la comunidad. Cuadro 1. Actividades realizadas en la fase 1
Nota: Elaborado a partir de Castillo (2016) y Angulo (2016). Como parte de los resultados más relevantes en cuanto a percepción del contexto social, cultural y familiar, se destaca el tema sobre equidad de género; de hecho, esta temática, que no estaba programada como un taller en sí mismo, sino como eje transversal, fue solicitada por los jóvenes, cambiando la dinámica del día. Se analizó el concepto de género y los estereotipos relacionados, con sus implicaciones en la sociedad. Para las personas jóvenes, las diferencias físicas entre los sexos se han transformado en contrastes sociales, la mujer es vista como prostituta y existe un rechazo hacia la población homosexual. En relación con esto, en el taller sobre derecho a la privacidad, el grupo de jóvenes reconoce este derecho como uno de los más violentados. Plantean que los celulares han facilitado “trasiego” de fotografías que muestran partes íntimas de su cuerpo. Reconocen en su comunidad la existencia de focos de violencia y manifiestan que el sistema educativo es deficiente para abordar las situaciones descritas anteriormente, debido a que no hay campañas para el tema de la violencia ni formación en derechos humanos. En el marco del I Festival para la Paz impulsado desde la Dirección Programática del CCP, los jóvenes elaboraron una manta titulada: “Conoce más de tus derechos y plasma tu huella”, con el objetivo de percibir el conocimiento de la comunidad que asistiría a la actividad y de brindar información general de la definición de derechos humanos, así como de su reconocimiento. El evento mostró cómo la población no define concretamente el concepto de derechos humanos, sino que lo interpreta y ejemplifica con una acción que brinde respuesta a la carencia de un derecho en específico, se focaliza, principalmente, en el respeto, la libertad de expresión y el acceso a la educación. Con el mapeo psicosocial comunitario participativo realizado en el marco del I Festival, los distintos sectores de la comunidad, como lo fueron niños, adolescentes, jóvenes, personas adultas y personas adultas mayores, todos ellos ubicaron su comunidad y la caracterizaron con los elementos correspondientes a recursos, fortalezas, oportunidades, debilidades, riesgos, amenazas, peligros, lugares significativos, intereses, entre otros. Destacaron como principal fortaleza la existencia del CCP de Jacó, espacio de acceso a la cultura, el deporte, el arte, la música, la tecnología y la educación; el deporte y la orientación espiritual son vistos como oportunidades; como amenazas para la comunidad, se visualizan el alcoholismo, la delincuencia y la drogadicción; adicionalmente, entre las debilidades, se hace referencia a los espacios públicos tomados por la delincuencia, el alcoholismo, la drogadicción y la prostitución. En el nivel de la escuela, determinaron el “bullying” como la principal expresión de violencia. Fortaleciendo capacidades Tomando como referente los resultados de la información recabada en la fase de valoración de la problemática, se determinaron y priorizaron las temáticas por atender en la siguiente fase. El proceso continuó en el primer ciclo del 2017, con 7 jóvenes del Centro Cívico para la Paz (CCP), quienes fueron parte del grupo de la valoración de la problemática, con edades entre 16 y 22 años. En esta etapa, el fortalecimiento de capacidades de liderazgo se consideraba de suma importancia, ya que se pretendía que estos jóvenes se convirtieran en promotores de derechos en su comunidad, a partir de la construcción de una propuesta de intervención en derechos humanos y cultura de paz. En dicha fase el uso de la ludopedagogía como recurso metodológico fue fundamental, pues permitió, a través del juego, poner en práctica un amplio repertorio de actividades participativas y lúdicas con los jóvenes, las cuales facilitaron la reflexión conjunta sobre sus realidades y su entorno. Es así como reconocen que los conflictos en su comunidad se encuentran relacionados con el tema de la violencia y la resolución es mediante peleas, ataques con cuchillos o utilizando armas. El grupo consideró que el problema se daba por la intolerancia y no saber a dónde recurrir para buscar alternativas de solución. Los instrumentos implementados (minitareas, juego de roles) facilitaron la generación de capacidades de liderazgo en las personas jóvenes, ya que permitieron valorar las competencias desarrolladas para la resolución de conflictos, temática sobre la que se centró el proceso, porque en la etapa de valoración de la problemática, se había entretejido el fortalecimiento de capacidades en derechos humanos. En el cuadro 2, se presenta la técnica de minitareas utilizada durante varias sesiones. Cuadro 2. Diseño de la guía de minitareas-juegos
Nota: Elaboración propia, 2019. Promotores de derechos Progresivamente, al finalizar la fase de “Fortalecimiento de capacidades”, por razones económicas, familiares y laborales, las personas jóvenes del CCP de Jacó se desvinculan del proceso. De forma paralela, se desarrollaba en el Colegio Técnico Profesional (CTP) de Jacó un procedimiento de sensibilización para formar en derechos humanos, ejecutado por la Asociación de Estudiantes de Relaciones Internacionales y la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional, de abril a junio del 2017, como parte de las acciones de la Comisión del Estado de la Nación del CONARE, en el marco de la Declaratoria de Interés Institucional del año por el Diálogo, la Vida y la Paz. Por ello, la tercera fase de esta experiencia se desarrolló como plan piloto con 24 jóvenes de 10.o año del Colegio Técnico Profesional de Jacó (CTP de Jacó), quienes fueron parte de los talleres de derechos humanos mencionados y que, por lo tanto, tenían una base conceptual importante. Se tuvo la colaboración, además, de la estudiante tesiaria de la UNED, del Programa Estrechando Vínculos de la Escuela de Psicología de la UNA. Ellos aportaron la metodología del teatro espontáneo a la propuesta desarrollada en 5 sesiones y que tuvo como producto una “intervención urbana”, es decir, del espacio físico del colegio. Esa metodología permitió fomentar espacios de diálogo con las personas jóvenes, donde fueron capaces de identificar las diversas problemáticas que las aquejaban y, de tal manera, gracias a las herramientas provistas por cada taller, buscaron alternativas de solución (ver cuadro 3). Cuadro 3. Actividades realizadas en la fase 3 “Promotores de derechos”
Nota: Elaboración propia, 2019. Se analizaron el patriarcado, las relaciones de poder y las construcciones jerárquicas de la masculinidad y la feminidad, como los motores que generan la violencia de género en sus distintas expresiones. Lo anterior brindó sustento para que los jóvenes del CTP de Jacó identificaran como problemática principal el tema del sexting y la violencia de género, la cual podría ser abordada mediante el desarrollo de teatro, foros y videos, técnicas más atractivas y lúdicas para mostrar las consecuencias de la problemática a la población estudiantil del CTP y a otras personas jóvenes de la comunidad de Jacó. Al final de la experiencia, las personas participantes se identificaron como futuros promotores de derechos en el colegio, de hecho, iniciaron coordinaciones para orientar un proceso similar el año siguiente, con estudiantes que realizarán el trabajo comunitario. La institución se mostró anuente a continuar con la experiencia. IV.Desde nuestras lecciones aprendidas Educar para una cultura de paz significa educar para la crítica y la responsabilidad, para la comprensión y el manejo positivo de los conflictos, así como potenciar los valores del diálogo y el intercambio y revalorizar la práctica del cuidado y de la ternura, todo ello como una educación pro-social que ayude a superar las dinámicas destructivas y a enfrentarse a las injusticias. Viçen Fisas Armengol Desde la experiencia desarrollada con los jóvenes del cantón de Garabito, se establece una serie de recomendaciones para la ejecución de una propuesta como esta. Conocer la dinámica sociocultural de los jóvenes y sus familias En procesos como estos, el conocer el entorno en que viven los jóvenes (rural), la estructura familiar, el nivel socioeconómico, el de escolaridad, así como los niveles de violencia en la comunidad es fundamental, pues podrían representar una dificultad para el ejercicio del liderazgo cívico por parte de los participantes. Vásquez y Mansilla (2005) señalan que los desniveles educativos en los jóvenes podrían limitar, o bien hacer más largo el proceso de desarrollo de habilidades como el liderazgo, debido a la poca capacidad comunicativa de los jóvenes producto de su pobreza lingüística y académica, en temas conceptuales de todo tipo. En su quehacer, ellos encontraron mayores dificultades para propiciar trabajos en grupo con responsabilidades compartidas, más bien, se daban acciones buscando el beneficio individual, con muy poca formalidad en la presentación de las tareas, así como la falta de puntualidad. En nuestra experiencia, en especial con el grupo de jóvenes del CCP de Jacó, debido a su irregularidad en la asistencia a los talleres, fue como trabajar con un grupo nuevo en cada sesión de trabajo convocada. El tema familiar es otro punto por considerar, pues podría influir en los niveles de participación y compromiso; responde diferente un muchacho quien procede de un hogar con experiencia y tradición familiar en participación comunitaria, que aquel cuya familia se opone o no le interesa una acción de formación y participación ciudadana. Por lo tanto, los líderes que mejor desarrollan sus capacidades sociales son aquellos que tienen referentes familiares de participación o familias que apoyan y promocionan la participación ciudadana (Vásquez y Mansilla, 2005). Las situaciones de conflicto y violencia en el nivel comunitario también deben ser reconocidas, por lo que resulta necesario considerar actividades que desarrollen fortalezas de resolución, conciliación y mediación en todos los ámbitos (familia, pareja, vecinos, colegio, trabajo), desde los espacios formales (centros educativos) y los informales. El rol que debe cumplir el promotor Al plantearse una propuesta de trabajo con jóvenes como promotores de derechos y paz, es importante considerar un proceso de formación teórico-práctica, con la cual se explique el rol del promotor, el cual viene siendo el de atender las inquietudes, preguntas e iniciativas de los demás jóvenes. Si bien es cierto debe conocer aspectos teóricos, su función no es formar, es atender y motivar al grupo para con ello logar la permanencia y la perseverancia de los jóvenes, así como el desarrollo de actividades grupales. Su función va más allá del acompañar o guiar al grupo (ayudando a que se organice o a que aplique lo aprendido): es la persona de confianza, que comparte con ellos los espacios de acción cívica, pero no quien los ejecuta. Algo fundamental en este aspecto es apoyar a los jóvenes promotores con capacitaciones en metodologías lúdicas, para hacer del aprendizaje algo divertido y con buena participación. Cerdas (2013) sostiene que los juegos cooperativos generan oportunidades vivenciales y divertidas para el aprendizaje conjunto, cooperativo, creativo y respetuoso, en el cual se reconocen y aprecian las diferencias, porque permiten que se refuerce la autoconfianza, como personas dignas y de valor. En este sentido, entonces, otro aspecto importante por considerar es que la propuesta pedagógica planteada agrupe, de forma permanente, la teoría y la práctica, el pensamiento y el juego bajo las mismas actividades. La ludopedagogía como ente articulador en el proceso formativo Considerando que durante la experiencia se tuvo problemas de presencia y permanencia de participantes jóvenes, en especial los del CCP de Jacó, quisiéramos recalcar la importancia de la ludopedagogía como experiencia de aprendizaje a través del juego. Lo vivido expone, una vez más, cómo el trabajar desde lo lúdico acerca a los jóvenes y los estimula a interrelacionarse con otros de su edad. El impacto de la metodología en los participantes se aprecia cuando estos desarrollan un reconocimiento de la identidad tanto individual como colectiva, valoran las diferencias, el aprendizaje cooperativo, la expresión de sentimientos y opiniones, entre otros. Es importante destacar que dicha metodología puede involucrar a otros sectores sociales (familia y comunidad) que forman parte del entorno de la población juvenil, para con ello establecer acciones conducentes a un modelo de convivencia y resolución de conflictos integral. Las sesiones de trabajo bajo esta herramienta formativa propician espacios en los cuales pueden expresar lo que sienten, mejorar sus relaciones interpersonales y valorar sus capacidades, para reconocerse como agentes multiplicadores de su experiencia de formación en derechos humanos y cultura de paz. ¿Habrá deserción? A pesar de que el trabajar con jóvenes implica algún nivel de deserción, lo que pasó en esta experiencia, en especial con los muchachos del CCP, quisiéramos exponer algunas de las razones que motivaron la movilidad en los jóvenes, como reflexión para trabajos similares. La radiografía del contexto sociocultural en este tipo de vivencias es fundamental, debido a que deja en evidencia que las personas jóvenes experimentan situaciones significativas de violencia en el seno familiar, las cuales marcan sus vidas, interviniendo en el entretejido cultural, comunitario e individual. Entre las más importantes, figura la edad, seguida de los compromisos de estudio, como cambios de trabajo (despidos). Vásquez y Mansilla (2005) señalan que “la elección de trabajar con un estrato social medio y bajo complica la permanencia”. En su experiencia de trabajo “muchos de los jóvenes se retiraron del proyecto porque migraron a otras zonas a buscar trabajos, porque la situación económica de sus familias obligaba a que den sus tiempos libres para buscar otro tipo de trabajos, etc.” (p. 143). Todas estas circunstancias deben considerarse como un riesgo al momento de trabajar con los jóvenes, pues a muchos, aunque puedan manifestar interés, les terminan pesando más los aspectos familiares y económicos. Referencias Angulo, P. (2016). Caracterización de la ciudad de Jaco y formación de jóvenes líderes en el Centro Cívico para la Paz de Garabito. (Informe de Práctica Profesional Supervisada para culminar el nivel de Bachillerato en Psicología. En el curso Práctica Profesional Supervisada. Escuela de Psicología, Universidad Nacional, Heredia). Barahona, F. (2008). Educando para una cultura de paz. San José, Costa Rica: EUNED. Barquero-Brenes, R. (2014). 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Representante de la UNA, Costa Rica, en la Subcomisión de proyectos de docencia del Consejo Nacional de Rectores (CONARE), y en otras comisiones de carácter interinstitucional. Participa en el proyecto “Ciudades Culturales: una alianza para el futuro” del Centro de Estudios Generales de la UNA, Costa Rica. Docente de la Maestría en Evaluación de Programas y Proyectos de Desarrollo de la UCR, Costa Rica. 2 Bióloga de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Máster en Desarrollo Comunitario Sustentable UNA. Coordinadora de la Unidad Vínculo Universidad, Sociedad y Estado y asesora en Gestión de proyectos en la Vicerrectoría de Extensión de la UNA. Coordina el proyecto “Ciudades Culturales: una alianza para el futuro” del Centro de Estudios Generales de la UNA, Costa Rica. Docente en el Centro de Estudios Generales de la UNA, Costa Rica. 3 Bióloga de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Magíster en Derechos Humanos de la Universidad Estatal a Distancia (UNED). Asesora Académica de Proyectos de Extensión Universitaria en la Universidad Nacional, Costa Rica. Editora en jefe de la Revista Universidad en Diálogo de la Vicerrectoría de Extensión (UNA). Integrante de la Subcomisión de Capacitación Interuniversitaria del Consejo Nacional de Rectores (CONARE). Docente de la Sede Interuniversitaria de Alajuela, Costa Rica. |