Revista Latinoamericana de Derechos Humanos
http://www.revistas.una.ac.cr/derechoshumanos
Volumen 34 (2), II Semestre 2023
ISSN: 1659-4304 • EISSN: 2215-4221
Doi: https://dx.doi.org/10.15359/rldh.34-2.5
Recibido: 7-6-2021 • Aceptado: 15-5-2022


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Reflexiones desde las representaciones masculinas en hombres nicaragüenses que laboran en seguridad privada informal del Gran Área Metropolitana de Costa Rica, 2020

Reflections from the masculine representations in Nicaraguan men who work in informal private security in the Greater Metropolitan Area of Costa Rica, 2020

Reflexões a partir das representações masculinas em homens nicaraguenses que trabalham na segurança privada informal na Grande Área Metropolitana da Costa Rica, 2020

Cynthia Mora Izaguirre1

Carlos Vargas Loáiciga2

Jason Hernández Murillo3

José Isaac Rodríguez González4

Karla Hernández Hernández5

Resumen

Este estudio tiene como objetivo generar reflexiones acerca del “deber ser” de los inmigrantes nicaragüenses desde su representación masculina, las consecuencias personales y colectivas que acarrean estas representaciones. Se analizan las condiciones laborales desde el rol hegemónico dictado por la normativa socializada, como proveedor del hogar, así como las percepciones sobre su vida actual y la que tenían antes de migrar. Para ello, se efectuó un estudio exploratorio en el que se tomaron entrevistas realizadas a 50 personas inmigrantes nicaragüenses que trabajaban en seguridad privada informal en el GAM (Gran Área Metropolitana) durante el 2020.

Palabras clave: género, masculinidades, derechos humanos, trabajo informal, migración.

Abstract

This study aims to generate reflections on the “should be” of Nicaraguan immigrants from their masculine representation, the personal and collective consequences that these representations entail. Working conditions are analyzed from the hegemonic role dictated by socialized regulations, as the home provider, as well as the perceptions about their current life and the one they had before migrating. Therefore, an exploratory study was carried out in which interviews were carried out with 50 Nicaraguan immigrants who worked as informal private security agents in the GAM (Greater Metropolitan Area) during the year 2020.

Keywords: Gender, masculinities, Human Rights, informal work, migration.

Resumo

Este estudo visa gerar reflexões sobre o “deveria ser” dos imigrantes nicaraguenses a partir de sua representação masculina, as consequências pessoais e coletivas que essas representações acarretam. As condições de trabalho são analisadas a partir do papel hegemônico ditado pelos regulamentos socializados, como provedor do lar, bem como as percepções sobre sua vida atual e a que tinham antes de migrar. Para isso, foi realizado um estudo exploratório no qual foram realizadas entrevistas com 50 imigrantes nicaraguenses que trabalharam na segurança privada informal no GAM (Grande Área Metropolitana) durante o ano de 2020.

Palavras-chave: Gênero, masculinidades, Direitos Humanos, trabalho informal, migração.

Introducción

Las formas de ordenamiento social en cualquier contexto están configuradas a partir de prácticas en diversas escalas y dimensiones, desde lo más concreto y contingente, como podría ser la vida cotidiana. Esta posee configuraciones que van de la mano de roles que, a su vez, son aprendidos y reproducidos por medio de instituciones sociales, las cuales fundan las sociedades desde la perspectiva del patriarcalismo, íntimamente relacionada con la masculinidad hegemónica.

El orden social descrito y las configuraciones desde la sociedad patriarcal establecen presiones específicas en los roles y la división sexual del trabajo, para hombres y mujeres, lo que constituye, por un lado, la legitimación social del ser hombre en esa estructura y, por otro, la validación simbólica de las identidades subjetivas de los varones. Estas configuraciones son factores socioculturales y económicos determinantes, para la migración de varones que ven truncadas las posibilidades de ser proveedores y protectores para sí mismos y sus familias en sus países de origen.

Dichos factores socioculturales actúan como canales que guían al migrante a trabajar informalmente en seguridad privada. Los derechos humanos que les respalda6 (a proveedores y sus familias) toman un segundo plano y su cotidianidad se transforma en un trabajo desgastante, sin garantías sociales e incierto. La motivación se basa en el sueño de mantener una estabilidad económica, conseguir vivienda digna, educación; sea en Costa Rica o en Nicaragua.

Por consiguiente, basado en la descripción anterior, este documento pretende reflexionar desde las representaciones masculinas y las sociabilidades en los hombres nicaragüenses que laboran en el sector de seguridad privada informal, ubicados en el Gran Área Metropolitana de Costa Rica. Para resolver este objetivo, se dispone de diversos relatos de varios hombres que laboran en tal sector y fueron entrevistados para describir diversas situaciones vividas como varones migrantes que laboran en Costa Rica.

Descripción metodológica

El Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional (UNA) ha desarrollado el proyecto “Migración Nicaragüense y Seguridad Privada Informal: Análisis de las Sociabilidades Tejidas y la Institucionalidad”, del Programa Migraciones, Cambio Social e Identidades, el cual, ha explorado diversas dimensiones laborales y sociales de la población migrante que se encuentra trabajando en el sector de la seguridad. El proyecto fue planificado para ejecutarse entre el 2019 y 2020.

En el nivel metodológico, el estudio se enmarcó desde el enfoque cualitativo, el cual es definido por Bernal (2010) , citando a Bonilla y Rodríguez (2000), como aquel que se orienta a profundizar casos específicos y no a generalizar; con ello, tiene como fin “cualificar el fenómeno social a partir de rasgos determinantes, según sean percibidos por los elementos mismos que están dentro la situación estudiada” (p. 60).

Se realizaron entrevistas semiestructuradas, a las cuales se refiere Bernal (2010) como “una entrevista con relativo grado de flexibilidad tanto en el formato como en el orden y los términos de realización de esta para las diferentes personas a quienes va dirigida” (p. 257). En ese sentido, justamente se buscaba la flexibilidad en la interacción con las personas entrevistadas, pues su condición de migrantes y las temáticas consultadas podrían generar rechazo o poca profundidad en las respuestas. El instrumento estaba conformado por 66 preguntas (34 abiertas y 32 cerradas), que tardaron, en promedio, de 30 a 60 minutos, según la profundidad de la interacción entre las personas entrevistada y entrevistadora.

Se llevó a cabo un total de 50 entrevistas, las cuales fueron obtenidas por un equipo de 8 personas entrevistadoras y la supervisión de la coordinadora del proyecto. Para la selección de los casos, se calculó, por medio de la Encuesta Continua de Empleo 2019 (ECE) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), las zonas y cantidad de personas con mecanismos de georreferencia en sectores de Alajuela, Heredia y San José. En el último punto, se centraron las entrevistas, debido a que, tras una serie de exploraciones, se observó que, en zonas como Pavas, Sabana, San Francisco de Dos Ríos y Curridabat había presencia de personas dedicadas a prestar los servicios de seguridad privada informal.

Para la aplicación del instrumento, se tuvieron dificultades con la posibilidad de que las personas aceptaran, pues en algunas hay una desconfianza hacia la institucionalidad, debido a su condición como migrantes irregulares. Así, en todo momento, se siguió el proceso de una investigación cualitativa consciente de las vivencias que atraviesan estas personas y que se interesa por el sentimiento de la otredad, generando datos descriptivos con las propias palabras de quienes participaron, orales o escritas (Taylor y Bogdan, 1984).

En la línea descrita, algunos de los entrevistados dispuestos a ayudar con la investigación fueron coaccionados por quienes les solicitan sus servicios para rechazar o interrumpir la entrevista. Por lo tanto, estas personas expresaron preocupación por sus trabajos; esto no se debe obviar en el proceso y, respetando dicha acción, el equipo entrevistador se retiraba.

No obstante, hubo personas que accedieron a responder y algunas, incluso, a ser grabadas en la entrevista. Es gracias a ese aporte que se ha podido profundizar en las representaciones masculinas, pues las grabaciones dieron una serie de frases que ahondan no solamente en las configuraciones masculinas, sino también en la exploración de argumentos trazados entre la migración y las masculinidades. De esta forma, para comprender y reflexionar sobre las frases obtenidas tras las entrevistas, se escudriñará la discusión teórica que muestra ambas dimensiones argumentativas.

Discusión teórica: las representaciones masculinas y las sociabilidades

En este apartado, se toman las diversas categorías teóricas que explican las identidades masculinas y las sociabilidades como herramientas para acercarse al fenómeno de las migraciones en los hombres; se problematizan los derechos humanos enmarcados en sus vivencias y anhelos. Para ello, se iniciará con los conceptos de dominación, sociedad patriarcal y masculinidad hegemónica; seguidos de las identidades masculinas, enfocadas en sus construcciones y los roles sociales; por último, migración y masculinidades.

Dominación, sociedad patriarcal y masculinidad hegemónica

La dominación, según Batres (2012), es una de las características más relevantes en la discusión sobre la hegemonía. Según el autor, “la dominación es la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato determinado contenido entre personas dadas” (p. 28), es decir, una persona ejerce poder eficazmente sobre otra, pero el detalle relevante para Batres (2012) es que esa dominación se da de manera invisible por los organismos sociales.

En efecto, la dominación es la base de la sociedad patriarcal, la cual, según Facio y Fries (2005), constituye un sistema que justifica una supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres desde lo biológico. Asimismo, las autoras detallan que posee su origen histórico en la constitución de la familia, la cual, “ha posicionado a los padres como la jefatura, proyectando este orden social en toda la sociedad política, económica, cultural, religiosa y política” (p. 280).

Ahora bien, el mecanismo del ejercicio de ese orden social es por medio de la relación subordinación-opresión, es decir, de la figura considerada como el líder –los hombres – sobre todo lo demás, en especial, sobre las mujeres. Según Facio y Fries (2005), no es cualquier tipo de hombre quien se ubica en esa posición, sino “el varón blanco, rico, en edad productiva, sin discapacidades físicas y heterosexual” (p. 281); de manera explícita, se ubica a los hombres en una posición de alto liderazgo y productividad.

Por consiguiente, la sociedad patriarcal coloca a los hombres en posiciones de privilegios, los cuales siempre serán determinantes en los roles y puestos de importancia del orden social y de las instituciones sociales. Para Connell (2003), a estas configuraciones prácticas se les conoce como masculinidad hegemónica, ya que, acorde con el autor, “son los mecanismos que permiten la legitimidad del patriarcado dentro del orden social, y garantiza la posición dominante de los hombres por sobre lo demás” (p. 39). No obstante, a pesar de las condiciones descritas, en las que los hombres pueden ocupar espacios de privilegios, Connell (2003) manifiesta que:

la masculinidad hegemónica no necesariamente implica estar en los puestos más poderosos, sino, que esto se puede dar en otros ámbitos y ser igual de ejemplares: actores de películas, figuras de fantasía, u hombres lejos de la riqueza en su vida personal, pueden ser igual de hegemónicos que los ideales (p. 40).

Identidades masculinas: construcciones y roles sociales

Consecuente con los argumentos descritos, la sociedad patriarcal posee un orden institucional que ubica a los hombres como los cabezas por sobre todo lo demás, una de las características de la masculinidad hegemónica. Por tanto, en estas lógicas o modelos sociales, deben existir procesos de construcción y reproducción de lo que es “ser” hombre. Marqués (1997) plantea que “al construir valores sociales a los cuerpos, según sus características biológicas, no es más que un producto social que pretende fomentarles comportamientos, transmitirle convicciones y significados basados en las características de la sociedad patriarcal y la masculinidad hegemónica” (p. 17).

Se debe recordar que la construcción de las identidades es un proceso complejo en el que, según Martín-Baro (1990), la persona pasa por la comprensión de lo que es ser persona, por medio de los procesos de socialización, esos que podrían describirse como los aprendizajes para ser parte de un grupo social en un contexto específico e interiorizar las realidades objetivas de la estructura social. Esto que detalla el autor posteriormente se reafirma mediante las diversas instituciones sociales, para complementar los esquemas cognitivos, mundos y roles sociales; los últimos son la base para las identidades de género y, por tanto, de las masculinidades.

Bajo esta línea de discusión teórica, Marqués (1997) explica que no todos los hombres son parecidos entre sí o son tan diferentes a las mujeres, sin embargo, el proceso de construcción social de los varones en la sociedad patriarcal llega a reducir “las diferencias potenciales entre los individuos varones tratando de uniformarlos en torno a un modelo de sujeto masculino”, y este modelo remarca tanto cualidades como características para los hombres que deben ser totalmente diferentes a las de las mujeres. En otras palabras: “lo que hacen las mujeres es interpretado siempre como femenino y lo que hacen los hombres es interpretado como siempre masculino” (p. 18).

Las identidades y las sociabilidades están íntimamente ligadas en las prácticas de la vida cotidiana. En efecto, las realidades sociales parecen tener un “orden de las cosas” como si fuera natural e inevitable. Así lo plantea Bourdieu (2000), quien detalla que ese orden propone referir a “las cosas” como normales o naturales y, con ello, constituir un punto “de ser inevitable” (p. 21). En otras palabras, se conforma un mundo social en el que “los cuerpos y los hábitos” desarrollan divisiones arbitrarias en las funciones sociales y de las actividades, como una necesidad de sistema de oposiciones “alto/bajo, arriba/abajo, delante/detrás, duro/blanco, fuera (público) / dentro (privado), que reafirma la naturalización del ser de las personas” (p. 20).

Por tanto, en función de todo lo descrito, se podría resumir que los hombres, según Marqués (1997), poseen como principales características ser protectores, proveedores, fuertes (y violentos), líderes, importantes, dominadores, activos, entre otros, con lo que se alejan de lo que, contrariamente, significa ser mujeres: indefensas, sumisas, débiles, al servicio de los hombres, pasivas, etc.

Las características anotadas se tornan mandatos, los cuales, según Campos (2007), citando a Gilmore (1994), se podrían resumir en tres: proveedor, como herramienta económica que representa capacidad de trabajo y autosuficiencia material (alimentación, casa, auto, lote, entre otros); protector, referente a la capacidad física de resguardar a sus parejas y familia frente a cualquier tipo de situación, sin importar los riesgos que esto implica, como instrumento de control hacia los demás; y procreador, cualidad determinante en la sociedad patriarcal, ya que el ejercer la paternidad es respaldado con el mito de ser un verdadero hombre (p. 41).

Esos factores socioculturales propios del ser hombre y el conjunto de roles que impone la masculinidad hegemónica llegan a impactar directamente los derechos humanos del migrante hombre y su familia, pues, en la búsqueda de proteger y dar estabilidad socioeconómica en el hogar, la mayoría omite formas institucionales que le protejan socialmente (salud, educación, trabajo, vivienda, etc.). Se genera, así, una gran contradicción en el rol hegemónico del ser protector.

Migración y masculinidad

La migración es un fenómeno dado desde los primeros inicios de la humanidad y por diversas razones, pero, a partir de la época moderna y con el periodo del neoliberalismo, el mundo atravesó cambios muy significativos en sus formas económicas, sociales y culturales. En el caso específico de los hombres nicaragüenses, se han expuesto algunas explicaciones sobre la migración hacia Costa Rica. Sin embargo, en este apartado se detallan ciertos debates teóricos de la migración masculina.

Para Morales y Castro (1999), la región centroamericana no fue la excepción y en la década de 1990 ocurriría un fenómeno migratorio muy activo de nicaragüenses hacia Costa Rica, en busca de mejores oportunidades. Las guerras ocurridas en Centroamérica años atrás, la constante inestabilidad política, los cambios económicos mencionados, entre otros macro y micro factores habrían aumentado las brechas de desigualdades y fijarían a Costa Rica como un refugio y una oportunidad para sobrevivir de forma exitosa el proyecto migratorio.

Para dicha época, la principal población inmigrante masculina se concentraba en adultos jóvenes. Ellos se desempeñaban en labores agropecuarias (31,5 %), artesanales o industriales (36,1 %) y en el sector servicios (15 %); este último interesa para el objeto de esta investigación, con la seguridad privada informal.

Por otra parte, algunos debates teóricos indican, primeramente, que el ejercicio de la masculinidad en la sociedad patriarcal, tal como se describió en los apartados anteriores, ejecuta diversas actividades, las cuales permiten la validación de las identidades masculinas que han sido aprendidas. De esta forma, la demostración de la masculinidad depende del éxito en las funciones de proveeduría y protección, más que todo. Según lo explica Rosas (2013), el cumplimiento de estas funciones tiende a ser la justificación prácticamente obligada para su migración, es decir, como medida tras condiciones económicas de sus países de origen, que ponen en riesgo el bienestar familiar y futuro de su pareja y sus hijos.

Ahora bien, el riesgo no es solo por el bienestar familiar, en el cumplimiento de su obligación como hombre, sino, como lo indica Vega (2009), también salir de su país hacia una zona desconocida implica la exposición a malas condiciones laborales, bajos salarios y poca denuncia frente a su calidad de indocumentado, la cual obliga a restringir su comportamiento y feminizar algunas de las características de su masculinidad, por el cumplimiento de su mandatos. Lo previo, para Rosas (2013), no es más que “una gran expresión de amor y compromiso hacia su familia”, aunque puede ser valorable con el paso del tiempo (p. 142).

Por consiguiente, se encuentra una disyuntiva: por un lado, se construyen imaginarios y prácticas sociales basadas en roles específicos que ubican a los hombres en lugares de privilegio, más, por otro, esos roles generan presiones que, al no cumplirse a cabalidad, obligan a tomar medidas como la migración, para desempeñar de manera efectiva un modelo social, aunque esto tenga implicaciones subjetivas.

Ahora bien, la evaluación no solo se presenta al momento de migrar, sino en los comportamientos generales en el contexto donde se migra, sumado a la calidad en el cumplimiento de las obligaciones. Vega (2009) explica que estas dos presiones conllevan una supervisión colectiva en la interacción cotidiana, es decir, la evaluación social exige conductas de hombres buenos:

La exigencia o expectativa de ser buenos proveedores económicos constituye un excelente ejemplo, no solo para referirnos a la migración internacional, sino para entender las sensaciones, desprestigio e incluso castigos que un hombre puede sufrir al no cumplir con esta expectativa de ser buenos proveedores económicos, un rol fuertemente asociado no solo con un tipo de sociedad patriarcal, sino con las propias necesidades y preservación de los núcleos familiares y de los lugares de origen de los migrantes (p. 59).

Descripción sociodemográfica de los hombres del estudio

La población de análisis para el artículo fue seleccionada bajo ciertos criterios que se explicaron en el apartado de metodología. Sin embargo, se debe recalcar que se realizó un proceso de encuestas para hombres migrantes de nacionalidad nicaragüense, quienes se encontraban laborando en el sector de seguridad privada informal en barrios. Por tanto, en esta sección, se describirán algunos detalles del perfil sociodemográfico de dichos sujetos de estudio, lo cual, en sumatoria, permitió identificar las diversas representaciones de las identidades masculinas en este grupo de hombres migrantes.

El proyecto contemplaba una muestra de 50 hombres migrantes de origen nicaragüense, quienes venían de diversas partes de la nación, tales como León, Managua, Matagalpa y Chinandega. Estos varones laboraban en el sector de la seguridad privada informal y, a su vez, detallaron una serie de informaciones sobre su perfil. Por ejemplo, en lo que respecta a la edad que tenían al momento de migrar, describieron que oscilaba entre los 12 y los 51 años; 12 informantes tenían más de 35 años, sin embargo, la gran mayoría, 33 entrevistados, estaban entre 18 y 34 años.

Dichos grupos etarios son importantes, dado que implican edades productivas para el sistema patriarcal y afianzan roles sociales aprendidos, como se discutirá posteriormente. Ese dato se cruza con la edad que poseen al momento de la entrevista: 22 informantes están en el rango 18-34 años, seguido de 12 que poseen entre 35 y 49 años, y, finalmente, 16 hombres tienen 50 años o más.

Otra característica de los hombres entrevistados refiere al periodo en el que migraron hacia Costa Rica. En efecto, cerca de la mitad salió de Nicaragua en la última década, es decir, 27 migraron entre el 2010 y el 2019; 13 casos lo hicieron en la última década de los 90; 7 salieron de su país entre el 2000 y el 2009.

Por último, dos detalles refieren a la vida familiar y el nivel educativo. En el primer caso, la mayoría de los hombres consultados están en pareja (28 informantes); de ellos, 11 eran casados y 17 se encontraban en unión libre. Asimismo, 2 eran viudos y 20 solteros. En cuanto al nivel educativo, se reflejan condiciones complejas relativas al acceso a la formación, ya que 21 entrevistados mencionaron haber llegado a primaria, otros 17 obtuvieron algún grado de secundaria y 9 indicaron no tener ningún tipo de proceso educativo.

Factores sociales de la migración de los hombres migrantes nicaragüenses entrevistados

Como se mencionó de forma breve, la migración de personas procedentes de Nicaragua es de larga data en Costa Rica. Esos aspectos de origen histórico han permeado, como es de esperar, en otros sociales que se pueden ver reflejados en diferentes esferas de la vida y las decisiones de las personas.

Se consultó a los hombres entrevistados cuál fue el principal motivo de su llegada a Costa Rica. De las 50 respuestas, 37 apuntaron a la motivación tener trabajo y 7 dijeron que fue por razones políticas (cabe mencionar que, antes de esta investigación, en Nicaragua se había dado una crisis política iniciada en abril del 2018 y prolongada varios meses, con el saldo de muertos y heridos, en su mayoría hombres jóvenes). Otras respuestas se direccionaron al motivo de pasear y conocer otro país (3), 2 aludieron a la reunificación familiar y 1 a “mejorar su vida”.

En dichas contestaciones se puede apreciar que, a pesar de ser datos de naturaleza cualitativa, se encuadran en la activa esperanza de incursión en el mercado laboral que tienen los nicaragüenses, tal como lo apunta Morales y Castro (1999): “la fuerza de trabajo inmigrante se ha convertido en un factor clave para el desenvolvimiento de una serie de actividades productivas promovidas por el Estado costarricense desde mediados de los años ochenta, como parte del nuevo modelo económico neo-exportador” (p. 54).

Con base en el motivo concreto de su salida de Nicaragua, se les consultó cuál era la esperanza que tenían al llegar a Costa Rica y, de las respuestas brindadas, el panorama fue más abierto a soñar: 17 albergaban la esperanza de mejorar su vida, 11 de tener un buen trabajo, tal como se nota en el siguiente extracto de una respuesta: “La mejor esperanza es salir adelante, que haya trabajo verdad, gracias a Dios luchándola se haya, aunque sea pasando dificultades, pero hay trabajito” (informante 7, 52 años). 8 participantes estaban esperanzados en comprar bienes en Nicaragua; 6, en ser el sostén económico de su familia; 5, en vivir con su familia que ya vivía en Costa Rica; y 3 dieron otras razones.

La decisión de migrar, unida a la búsqueda de incorporación laboral, representa un reto y si ese proyecto migratorio se hace con compañía, es más complejo, por lo cual, se les consultó a los entrevistados si habían llegado solos o con otras personas: 37 indicaron llegar solos y 13 viajaron con acompañante. El equipo de investigación indagó quién era esa persona que les acompañaba; las respuestas se distribuyeron en tíos (2), primos (2) y una cantidad restante variable: prima, expareja, hermano, esposa e hijo, papá, esposa, compañeros, amigo y “tropas de la contrarrevolución FDN (Frente Norte)”.

Bajo este análisis de vínculos y amparados en esa historia de migración del país vecino hacia Costa Rica, se quiso investigar si los participantes tenían a alguien que les esperaba en territorio tico a su arribo. Del total de los entrevistados, 17 dijeron que nadie, pero el número restante dio un universo de menciones: 15 se remitieron a papá, mamá o hermano/as (toda o una parte de la familia nuclear); 10 hablaron de otros familiares, cuñado/as, primo/as, etc.; 5 dijeron que amistades; 2 refirieron a esposa o hijos; 1 no especificó el vínculo con la persona que le esperaba.

Está descripción que hacen los entrevistados sobre su llegada a Costa Rica y sus vínculos es muy sugerente, pues permite hacer una lectura de los enlaces transnacionales construidos a lo largo de los procesos migratorios entre ambos países y cómo son de naturaleza transnacional. Para este estudio, según Basch et al (1997), se entiende por transnacionalismo el proceso por el cual los inmigrantes forjan y mantienen relaciones sociales multisectoriales que unen sus sociedades de origen y asentamiento. Este procedimiento permite enfatizar que muchos inmigrantes hoy construyen campos sociales que cruzan fronteras geográficas, culturales y políticas.

Es muy llamativo cómo esa consolidación de relaciones entre estas personas con vínculos transnacionales hace que los lazos se mantengan y formen parte de ese proyecto migratorio construido a la hora de decidir hacia dónde migrar. Incluso, en términos de teoría migratoria expuesta por Mora (2009), son claros los señalamientos de que las personas no migran a los sitios con necesidad de trabajo, sino donde hay más posibilidades de que el proyecto migratorio sea exitoso, gracias a los apoyos que recibirán en el lugar donde se ubiquen, dejando superada la visión macroeconómica de que la migración se debía a factores “push and pull”.

Las representaciones de las masculinidades de los hombres migrantes nicaragüenses por medio de relatos

En este apartado, se extrae una serie de relatos de las personas entrevistadas, con ejemplos concretos de las representaciones de las masculinidades de los hombres migrantes nicaragüenses y cómo son parte de sus vidas cotidianas. Para ello, se tiene como referencia principal la relación entre las identidades masculinas y la configuración sociohistórica formada en las prácticas cotidianas. Ospina (2007) propone:

Las identidades masculinas no sólo no están determinadas biológica y/o psíquicamente, sino que también son configuradas histórica y socialmente, mediante los procesos de representación, el ejercicio de prácticas culturales y roles. Dicha perspectiva tiene consecuencias políticas, económicas, laborales, profesionales, etc., en las relaciones entre hombres y mujeres (p. 72).

A raíz de las construcciones sociales, dadas incluso antes del nacimiento, se establecen características que van a distinguir entre niños y niñas. Por ejemplo, Welsh (2001) comenta que, en algunas áreas rurales de Nicaragua, los partos eran asistidos por parteras, a quienes se les pagaba con una gallina y dinero, lo cual, para esa época, equivalía a 5 dólares si nacía un niño y, si era niña, se omitía el pago de la gallina y se daba un equivalente de 2 dólares y medio.

Lo anterior deja en evidencia que los roles de género se adquieren desde la infancia, al otorgar un valor más alto a los hombres que a las mujeres, tanto económico como social. De esta forma, se ven representadas las divisiones sexuales del trabajo, ubicando a los hombres en el ámbito productivo (público) y a las mujeres en el reproductivo (privado), tal como se nota en el siguiente extracto de uno de los entrevistados:

(…) si, lo que yo no pienso viajar (regresar) es por los niños, porque pienso que aquí hay más trabajo y se desempeña uno más en el salario y todo eso porque con lo que yo gano aquí ahí comemos, pagamos la casa y todo. Se vive más tranquilo (informante 1, comunicación personal, diciembre, 2019).

Es evidente que el entrevistado hace énfasis en la situación económica como prioridad. Si bien es cierto piensa en sus hijos e hijas, lo hace desde el rol de proveedor económico, lo que implica, ser capaz de generar alimentación y vivienda. En ese sentido, la función de la proveeduría está ligada a las labores plenamente económicas, hecho que evidencia el eje central de la sociedad patriarcal: la relación económica y el poder materializado en los roles sociales. De ahí que, a la hora de expresar las sensaciones específicas de su papel como padre, el informante no menciona acciones relacionadas con compartir tiempo con la familia, realizar labores domésticas, la crianza y el cuido de sus hijos e hijas, su esposa o familiares en general.

Tal rol de proveedor está muy marcado en las entrevistas realizadas, debido a la expresión de sentimientos asociados a la preocupación, o bien la plena anuencia a enviar dinero al país de origen, donde vive la familia. Otro aspecto por resaltar refiere a la disposición para aceptar condiciones poco favorables que les exponen a riesgos o condiciones no formales de trabajo; por ejemplo, asumir jornadas que pueden alcanzar o superar las 12 horas, con labores complejas o pesadas, pero que permiten cumplir a cabalidad el rol social determinado. Uno de los informantes comentó:

Ya estamos acostumbrados al horario 12 horas. Más de lo normal. Lo normal, lo reglamentario son 8 horas según el Ministerio de Trabajo, pero diay, como tampoco uno puede reclamar mucho. Digamos nosotros lo que hacemos es entrar a las 6 de la mañana y salimos a las 6 de la tarde, y al otro igual, una semana de día y una de noche, y descansamos un día a la semana para hacer el cambio (informante 2, comunicación personal, diciembre, 2019).

Hay que tomar en cuenta que algunos migrantes, al encontrarse en una situación migratoria irregular, en muchas ocasiones deben pasar por alto la validación y defensa de sus derechos laborales7, lo que les deja en una posición de desventaja. En ese sentido, resalta una relación bastante interesante que entremezcla los roles sociales impuestos. El “deber ser” concierne a la fortaleza física que permita realizar diversas labores, las cuales generen ingresos económicos que alcancen para enviar dinero, y con ello, cumplir la manutención familiar, aunque esto implique poner en exposición y riesgo la integralidad física y mental.

El informante 2 evidenció los horarios extensos que igualan o superan las 12 horas, aunque cabe señalar que, según el artículo 143 del Código de Trabajo, al ser tareas que se llevan a cabo “sin la fiscalización de un superior inmediato”, pueden tener horario de hasta 12 horas. Pero, asumir dichas condiciones no solamente evidencia las presiones sociales para cumplir un rol de proveedor económico, sino para enfrentar, en esos horarios, espacios de trabajo que, en ocasiones, carecen de la infraestructura mínima para estar protegidos de las inclemencias del clima (muchos ni baño tienen a disposición), sin mencionar la inminente exposición al peligro, como en la prestación de servicios de seguridad.

Lo planteado formula diversos debates en cuanto a las presiones sociales que se ejercen en todos los hombres; no obstante, se debe resaltar que para los varones migrantes estas se tornan aún más complejas, por la posible condición de irregularidad. De esta forma, si se combinan todos los aspectos mencionados, se puede encontrar una línea de discusión que relaciona las personas migrantes y su nivel de productividad, a tal punto que pueda trasgredir su ser. Para Paniagua (2007), “Objetivizados, las personas migrantes enfrentan en torno a sí una construcción de no-ciudadanos, lo que significa no-derechos. Son pensados desde ese discurso neoliberal como ‘cosas’, que deben ser ‘movidas’ hacia donde el capital lo necesite” (p. 60).

Otro aspecto que sobresale en las representaciones masculinas refiere al ejercicio del poder, ya que este tiene un papel muy importante en la sociedad patriarcal, tal como lo plantea Paniagua en la cita previa. El interés desde el discurso neoliberal está basado en la generación y movilización de capital, y esto, si se lleva a diversos ámbitos de la productividad, es como se reafirma, percibe y presenta el poder para todas las personas. Bajo tal perspectiva de discusión, caben prácticas cotidianas por parte de diversas personas, en especial, en los hombres, quienes representan líneas del ejercicio del poder. Una de estas prácticas es la que comenta uno de los informantes entrevistados, quien relató su experiencia laboral en diversos sitios del país:

Lo hice aquí en Alajuela, o sea en Alajuela hay otro lugar que le dicen Poás y después sigue San Rafael, allí estuve en San Rafael, en una finca. Y de ahí estuve de esa finca en San Rafael, y le caí muy bien al dueño de la finca que ya por último me puso como encargado de una gente para que yo la manejara (informante 4, comunicación personal, diciembre, 2019).

El relato anterior representa ese ejercicio del poder y la cercanía con lo económico, pero ejecutado en las prácticas cotidianas de las personas, sin ningún tipo de cuestionamiento, reafirmando las posiciones de privilegios dadas para los hombres, no solamente hacia las mujeres o la población infantil, sino también hacia otros hombres. El dueño le concede el puesto de “encargado” de otra gente, para que “la maneje”, como si fuera cosa.

En ese sentido, históricamente el poder ha sido atribuido a lo masculino, tanto dentro como fuera de los hogares, y esto se ha trasladado por generaciones, a través de herencias que evidencian relaciones desiguales entre hombres y mujeres. Son muchas las representaciones de las masculinidades identificadas; sin embargo, en este análisis quedan reflejados, muy marcadamente, el rol del proveedor, el “deber ser”, el uso del poder, la percepción de los derechos humanos y cómo todo en conjunto puede afectar, en las prácticas cotidianas, a diversos hombres, en este caso migrantes.

Bajo la panorámica esbozada, resalta lo detallado por Welsh (2001), quien plantea una reflexión que debe ser una de las líneas por considerar en los procesos de sensibilización y formación sobre el género, en especial, en los estudios de las masculinidades: “En sistemas sociales basados en diferencias de género, el poder es un atributo masculino. Los hombres rápidamente aprenden que ellos no solo tienen que poseer el poder, sino que también deben usarlo” (p. 20).

Anhelos y prospectiva: estabilidad y regreso como posibilidades de los hombres nicaragüenses

El lugar de origen de estas personas entrevistadas sigue siendo el anhelo para disfrutar el resto de sus vidas con los ingresos generados en Costa Rica. La cultura nicaragüense es un recuerdo constante en los hombres entrevistados. La comida típica, las calles, el lenguaje, los olores y paisajes que transmiten sus recuerdos son el combustible que enciende el deseo por regresar algún día.

Sin embargo, no todo es una imagen paradisiaca en sus memorias, pues también mantienen presente la inestabilidad económica, social y política que les hizo tomar la decisión de cruzar la frontera, buscando mejorar sus vidas y las de quienes los acompañaron o las de quienes dejaron en espera de su regreso.

Continuando con lo mencionado en los conceptos sobre la masculinidad hegemónica, hay un peso constante de no volver si no es con un aporte económico significativo que posibilite cumplir el objetivo de comprar un lote, construir una casa o crear un emprendimiento que genere la estabilidad socioeconómica anhelada. Estas proyecciones se hacen considerando que merme la crisis política y económica que atraviesa Nicaragua y, entre risas, la mayoría de los entrevistados dice que no creen que eso se componga, porque “está fea la cosa”.

Líneas de discusión final: los retos para las identidades masculinas y la migración

Tras el desarrollo de diversas reflexiones y análisis en este escrito, se presentan algunas líneas de discusión final referente a las identidades masculinas y la migración. Los estudios de masculinidades han abordado la construcción de las identidades y sus prácticas cotidianas, enfocados en los aspectos determinantes de la división sexual del trabajo, como uno de los parámetros principales. Este punto fue uno de los enfoques dados en este escrito. Sin embargo, uno de los retos prioritarios es la profundización de los sentimientos por parte de los hombres, hacia sus familiares, y la connotación del peso que implica ser asignado como proveedor y protector.

Lo anterior hace referencia al contexto propio de la migración, en el que, tras el cumplimiento de las responsabilidades sociales –proveedor y protector –, los hombres deben asumir riesgos no menores, que les condicionan en muchos aspectos: trabajos con malos salarios y condiciones inadecuadas, poca seguridad, sin dejar de lado, el alejarse de su familia, seres queridos, lugares representativos para sí, entre otros.

Por consiguiente, esta investigación reveló que hay mucho trabajo por realizar en los estudios sobre las masculinidades de migrantes en Costa Rica. Queda el reto de problematizar las condiciones humanas en las que viven estas personas y sus familias, quienes, desde el rol hegemónico que impone el “deber ser” masculino, dependen de ellas y su éxito en el proyecto migratorio.

La expresión de lo que se siente es dificultosa para todos los hombres. Su socialización es preponderante a la hora de explicar lo que pueden pensar y sentir, máxime cuando su rol como proveedores y protectores se pone en duda. Ante ello, surgen desafíos para construir conocimiento en esta línea, con el fin de explorar las implicaciones socioemocionales y sus representaciones en las prácticas del ser hombre, ya que este artículo ha dado pistas de la complejidad en las identidades masculinas por parte de los hombres migrantes.

Por otra parte, se muestra un interesante campo de estudio ligado a las relaciones de pareja, dado que los hombres han sido socializados para creerse controladores y expertos en mantener vínculos con varias mujeres a la vez. Estas situaciones pueden ser determinantes en las sociabilidades de los hombres, ya que, como se ha notado, la familia es de alta relevancia para aquellos que trabajan en el sector de seguridad informal, hecho afirmado al momento de asumir trabajos que les exponen como personas frente a condiciones laborales complejas.

En consecuencia, se torna necesario investigar las situaciones sentimentales con las parejas y familias: si se dieron separaciones permanentes, las comunicaciones con sus hijos e hijas –paternidad a distancia – y si se formalizan familias, posteriormente, en Costa Rica; observar las condiciones de vida en las que se encuentran, si hay algún tipo de violencia intrafamiliar generada a partir del éxito o del fracaso en el proyecto migratorio y en la vida cotidiana (no llegar a obtener trabajo o cumplir con la meta de retorno).

Además, se vuelve de suma importancia desarrollar más investigaciones, de forma colaborativa e interinstitucional, y generar conciencia sobre los derechos humanos a los que migrantes nicaragüenses renuncian al ser coaccionados, por el miedo a “no ser” y no poder dar a sus familiares mejores condiciones para sobrevivir. Que el Estado costarricense fiscalice las condiciones laborales de estas personas y que se faciliten los trámites o permisos para trabajar de manera formal, para poder así contar con los derechos laborales fundamentales y mejorar su calidad de vida.

En síntesis, se podrían puntualizar retos en las siguientes temáticas: los sentimientos de los hombres hacia sus familias, hijos e hijas y seres queridos; la autopercepción por el cumplimiento o no de su rol como proveedores y protectores en condiciones migratorias (regulares o irregulares); situaciones sentimentales con sus parejas y familias, en caso de separaciones permanentes; sus relaciones y comunicaciones con hijos e hijas –paternidad a distancia –; y, por último, el abordaje de los posibles fracasos en su rol de proveedores y protectores, es decir, no llegar a obtener trabajo o cumplir con su meta de retorno.

Asimismo, se requiere estudios que aborden las partes consideradas “femeninas” en los varones migrantes del sector informal, en otras palabras: los sentimientos hacia sus familias, sus hijos e hijas y sus pensamientos sobre el tomar el rol de proveedores y protectores, más las implicaciones para sí mismos y sus familias, al despojarse de sus derechos humanos.

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Recibido: 7-6-2021 Aceptado: 15-5-2023

1 Bachiller en ciencias de la comunicación colectiva, máster en ciencias políticas y doctora en ciencias políticas. Costarricense. Académica de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Correo electrónico: cmora@una.ac.cr ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8182-1502

2 Bachiller y licenciado en sociología, máster en estudios latinoamericanos con énfasis en cultura y desarrollo. Costarricense. Académico de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Correo electrónico: varloga@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6645-1424

3 Bachiller y licenciado en sociología. Asistente académico en la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Costarricense. Correo electrónico: jason.hernandez.murillo@una.ac.cr ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3374-4677

4 Sociólogo, estudiante asistente del IDESPO, estudiante de licenciatura en la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Costarricense. Correo electrónico: jose.rodriguez.gonzalez@est.una.ac.cr ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9189-2344

5 Género y desarrollo, estudiante asistente del IDESPO, estudiante de licenciatura en la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Costarricense. Correo electrónico: karla.hernandez.hernandez@est.una.ac.cr ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5102-0771

6 Ver https://www.codhey.org/sites/all/documentos/Doctos/Transparencia/DecUnivDH.pdf, específicamente, los siguientes artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: 22, 23, 24, 25 y 26.

7 El artículo 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) señala que “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”.

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