Revista Economía y Sociedad EISSN: 2215-3403 Volumen 26, Número 60. Julio-Diciembre 2021 URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/economia |
LOS MARCOS DE VARIACIÓN EN UNA ECONOMÍA PARA LA VIDA
FRAMES OF VARIATION IN AN ECONOMY ORIENTED TOWARDS THE REPRODUCTION OF LIFE
OS QUADROS DE VARIAÇÃO EM UMA ECONOMIA PARA A VIDA
Hugo Amador Herrera Torres1
Resumen El objetivo del artículo es definir los límites que delinean al marco de variación del proceso económico atendiendo la propuesta de una economía para la vida de Hinkelammert y Mora. El método de análisis comprende dos pasos: 1) caracterización de la racionalidad reproductiva y de la racionalidad medio-fin, que son las racionalidades que componen al proceso económico en una economía para la vida; y 2) identificación de las restricciones que impone la racionalidad reproductiva a la medio-fin. Los resultados señalan, utilizando un esquema simple con dos sujetos productores, que el marco de variación del proceso económico tiene, cuando menos, cuatro límites: el superior está determinado por la naturaleza, los laterales constituyen las fronteras de existencia de los sujetos productores, quienes desarrollan —insertos en un sistema de la división social del trabajo— sus actividades, estas dependen entonces de las dinámicas productivas de los otros. El sistema de la división social del trabajo considera dos criterios básicos de funcionamiento, donde uno está subordinado al otro. El primero se centra en el pleno empleo de los productores. El segundo hace referencia a que la innovación tecnológica contenida en los factores de producción debe encontrarse ajustada al pleno empleo. La permanencia de los sujetos productores en el sistema garantiza que atiendan las necesidades que permiten reproducir las condiciones que posibilitan su vida. Esta garantía traza al límite inferior, que indica la satisfacción mínima de necesidades. Los límites están cubiertos de complejidad, solo pueden representar aproximaciones y su estimación incorpora aspectos cualitativos y cuantitativos. Palabras clave: racionalidad medio-fin, racionalidad reproductiva, pleno empleo, factores de producción, bienes factibles. Abstract This paper seeks to define the limits that delineate the frame of variation in the economic process, taking into account the proposal of an economy oriented towards the reproduction of life of Hinkelammert and Mora. The method of analysis consists of two steps: 1) characterization of reproductive rationality and means-end rationality, which are the fundamental rationalities that make up the economic process in an economy for life; and 2) identification of the restrictions that reproductive rationality imposes on means-end rationality. Using a simple scheme with two producing subjects, the results indicate that the frame of variation of the economic process has, at least, four limits. The upper limit is determined by nature, the lateral limits refer to the borders of existence of the producing subjects, who carry out their activities within a system of social division of labor; therefore, their actions depend on the productive dynamics of others. The system of social division of labor considers two basic operating criteria, with one depending on the other. The first focuses on full employment for producers. The second refers to the fact that the technological innovation contained in the factors of production must be adjusted to provide full employment. The permanence of the producing subjects in the system guarantees that they meet the needs that make it possible to create the conditions that make their lives possible. This guarantee determines the lower limit, which indicates the minimum satisfaction of needs. The limits are highly complex; they can only represent approximations and their estimation incorporates qualitative and quantitative aspects. Keywords: Mean-end rationality, reproductive rationality, full employment, factors of production, feasible goods. Resumo O objetivo do artigo é definir os limites que delineiam o quadro de variação do processo econômico, levando em consideração a proposta de uma economia para a vida de Hinkelammert e Mora. O método de análise compreende duas etapas: 1) caracterização da racionalidade reprodutiva e da racionalidade meio-fim, que são os fundamentos que constituem o processo econômico em uma economia para a vida; e 2) identificação das restrições que a racionalidade reprodutiva impõe à racionalidade meio-fim. Os resultados indicam, utilizando um esquema simples com dois sujeitos produtores, que o quadro de variação do processo econômico possui, no mínimo, quatro limites. O limite superior é determinado pela natureza, os limites laterais constituem as fronteiras de existência dos sujeitos produtores, que desenvolvem suas atividades inseridos num sistema de divisão social de trabalho, de modo que suas ações dependem da dinâmica produtiva dos outros. O sistema de divisão social do trabalho considera dois critérios básicos de operação, onde um está subordinado ao outro. O primeiro enfoca no pleno emprego para os produtores e o segundo está relacionado ao fato de a inovação tecnológica contida nos fatores de produção dever ajustar-se ao pleno emprego. A permanência dos sujeitos produtores no sistema garante o atendimento das necessidades permissoras de reproduzir as condições que tornam sua vida possível. Essa garantia remete ao limite inferior, que indica a satisfação mínima das necessidades. Os limites são cobertos pela complexidade e podem representar apenas aproximações, e sua estimativa incorpora aspectos qualitativos e quantitativos. Palavras-chave: racionalidade meio-fim, racionalidade reprodutiva, pleno emprego, fatores de produção, bens viáveis. |
La imposibilidad de un conocimiento humano perfecto hace suponer que cualquier tipo de conocimiento humano sea inseguro (Hinkelammert, 1984, citado por Arellano, 2009, p. 119). Esta imposibilidad lleva a plantear que no es seguro que los seres humanos conozcan con certeza los parámetros específicos de las condiciones físico-biológicas y socioculturales que posibilitan su vida. La falta de conocimiento seguro puede provocar que los seres humanos hagan acciones —inconscientes o no intencionales— que atenten contra sus vidas.
Hinkelammert (2000, p. 234), al respecto, incorpora afirmaciones derivadas de la imposibilidad empírica; siendo afirmaciones, no tienen posición hipotética. Hinkelammert y Mora (2014a, p. 40) señalan que estas afirmaciones no se conocen a priori, puesto que los seres humanos primero experimentan situaciones concretas y, luego, las formulan de forma teórica. Se trata, por consiguiente, según los autores (2014a, p. 40), de un conocimiento a posteriori. Los seres humanos descubren a posteriori que las afirmaciones representan hechos a priori, es decir, anteriores a sus experiencias objetivas.
¿Los seres humanos pueden mantener sus vidas socavando sus condiciones físico-biológicas? No. El contenido de la pregunta retrata una imposibilidad empírica. La afirmación, por ende, marca que la vida de los seres humanos se encuentra sujeta a la reproducción de sus condiciones físico-biológicas.2
Los seres humanos son movimiento permanente, pero sus movimientos están, por tanto, acotados por tales afirmaciones. Las afirmaciones se constituyen entonces como los límites de sus acciones. Hinkelammert y Mora (2001, 2005, 2013) explican, en sus tesis de una economía para la vida, que los seres humanos no pueden realizar el proceso económico sin restricciones ni tampoco pueden producir bienes con tendencia hacia el infinito u obtener ingresos ilimitados, solo tienen la oportunidad de fabricar productos y de recibir ingresos dentro de un marco delineado por límites.
La economía de mercado capitalista, en contraste, proyecta una arena abierta. Los seres humanos del tipo homo economicus no consideran límites, tienen la consigna de alcanzar ininterrumpidamente la máxima producción con base en la eficiencia paretiana. En caso de que contemplen los límites que marca la imposibilidad empírica, adquieren una postura que implica que salgan del mercado capitalista.
El objetivo del presente artículo consiste en determinar los límites que, según el enfoque de una economía para la vida de Hinkelammert y Mora, diseñan al marco de variación del proceso económico. Este proceso comprende cinco relaciones económicas interrelacionadas: producción, distribución social del producto (traducida en obtención de ingresos), intercambio, consumo y utilización del excedente (Hinkelammert y Mora, 2013, p. 22). El documento se concentra principalmente en la relación de producción de bienes.
Hinkelammert y Mora, en 2001, con la publicación del libro Coordinación social del trabajo, mercado y reproducción de la vida humana, hacen el primer planteamiento sistematizado sobre el desarrollo del proceso económico a partir de una racionalidad reproductiva de la vida. Los autores, en 2005, con el texto Hacia una economía para la vida, extienden el contenido formal —en términos económicos— de la racionalidad reproductiva. Después de varias republicaciones de este libro,3 en 2013 lanzan una propuesta más acabada en México, la cual se posiciona como preludio a una segunda crítica de la economía política.4
Los autores (2013, p. 33) optaron por el título Hacia una economía para la vida por el significado a priori que tiene la vida en la realidad objetiva de los seres humanos. La vida —y su reproducción— otorgan las especificaciones al proceso económico. Hinkelammert y Mora (2013, pp. 80-81), en esta dirección, también enfatizan 1) que la naturaleza es fundamento, al igual que la vida humana, del proceso económico, y 2) que la naturaleza, a la vez, soporta a la vida humana. No obstante de estos dos puntos, la naturaleza, siguiendo a estos economistas (2013, pp. 80-81), solo tiene plan en cuanto esté integrada al proyecto de los seres humanos, pues no anticipa “de propósito” sus acciones, no es sujeto.5
El artículo se divide en tres partes. En la primera se presentan las racionalidades básicas que conforman al proceso económico en una economía para la vida. En esta sección se adopta la idea de que el proceso económico para que se considere “económico” requiere de la conjugación de las racionalidades que lo integran. En la segunda se analiza al sistema de la división social del trabajo, se pone el acento en el pleno empleo de los sujetos productores y en las diversas acotaciones impuestas a los factores de producción.
En la tercera parte se muestra al marco de variación (en su forma más general), con la definición de sus respectivos límites, el cual constituye el espacio (cercado), donde los sujetos productores pueden realizar el proceso económico. Se busca responder, además, en qué partes del marco de variación se logra la eficiencia económica. Al final del documento se precisan algunas conclusiones y se listan las fuentes de referencia utilizadas.
2.Racionalidades del proceso económico en una economía para la vida
El proceso económico en una economía para la vida está integrado por dos racionalidades: una reproductiva y otra medio-fin. Los conflictos entre ambas están presentes en las interacciones que tienen; sin embargo, no se puede prescindir de ninguna, se complementan.
La racionalidad medio-fin debe estar supeditada a la reproductiva. Esta última —en términos generales— corresponde a la finalidad del proyecto humano y la primera —en términos particulares— hace referencia a los fines específicos del proyecto humano. La finalidad determina la dirección de los fines específicos (Hinkelammert y Mora, 2013, pp. 151-155; Hinkelammert y Mora, 2009c, p. 41; Hinkelammert y Mora, 2001, pp. 88-89).
Los sujetos productores en algunas etapas de la producción de los bienes tienen que recurrir a la racionalidad medio-fin. Los bienes, en sí, se refieren a los fines específicos. El proceso económico, de estar concentrado únicamente en esta racionalidad, se convierte en proceso técnico y pierde la orientación.
La consideración exclusiva de la racionalidad medio-fin en la producción, atendiendo a Hinkelammert y Mora (2013, p. 93), ocasiona que los sujetos productores sean contemplados como “ángeles”, como seres sin existencia física, quedando anulada, por tanto, la racionalidad reproductiva.
La existencia física de los sujetos productores —y de los seres humanos en general—, en una economía para la vida, son la base, el medio y la finalidad del proceso económico (Hinkelammert y Mora, 2013, pp. 91-96, 99-100). Hinkelammert (2008, pp. 146-147), en la relación de producción de este proceso, usando como ejemplo a las computadoras y su funcionamiento, explica la importancia crucial de la existencia física de los sujetos productores. Las computadoras no son las que programan en los análisis técnicos, esto lo hacen los sujetos. Una computadora no usada por los sujetos es un ordenador inútil.
Los sujetos productores deben producir bienes cargados de valores de uso que permitan atender las necesidades que conllevan a la reproducción de las condiciones físico-biológicas y socioculturales de los seres humanos, incluyendo la satisfacción, obviamente, de sus propias necesidades (Hinkelammert y Mora, 2013, pp. 99-100). Se trata de la creación de bienes factibles.
Los productores de la economía de mercado capitalista son agentes, los productores en una economía para la vida son sujetos. Los agentes productores se focalizan en la racionalidad medio-fin y los sujetos productores conjugan la racionalidad reproductiva con la medio-fin.
La factibilidad, en sentido indiferenciado, está ligada con la acción humana dentro del área de la posibilidad empírica. La factibilidad, en sentido diferenciado, tiene, por un lado, una parte técnica, que hace referencia a la realización de bienes con materiales y medios adecuados (racionalidad medio-fin) y, por el otro, un modelo compatible de trabajo acorde a las características humanas de los sujetos productores. Los dos tipos de factibilidad aunados a la factibilidad apegada a los valores de uso de los bienes dan forma a la factibilidad económica, la cual debe estar conectada con la factibilidad histórica y política. El conjunto de factibilidades, desde luego, está soportado en el desarrollo apropiado de los ciclos de la naturaleza. “Los seres humanos son seres naturales” (Hinkelammert y Mora, 2013, p. 91; Hinkelammert, 2000, p. 239).
Los sujetos productores demandan consumir bienes que hagan posible su existencia, tanto durante el desarrollo de sus producciones como después (Hinkelammert y Mora, 2013, p. 99-100). La adquisición de estos bienes presiona a que los productores cuenten con los ingresos suficientes (distribución). La mejor conexión entre ingresos y cantidad de bienes solo puede conocerse cuando el consumo se ha efectuado.
El conocimiento a posteriori de la mejor conexión entre ingresos y cantidad de bienes sucede, porque las condiciones físico-biológicas y socioculturales de los seres humanos son diferentes. Las condiciones de algunos seres humanos se expresan con más necesidades, las de otros con menos. La conexión, además, está cambiando constantemente, porque la cantidad de bienes que solicitan los productores no es estática. Las condiciones físico-biológicas y socioculturales se modifican con el paso del tiempo.
La racionalidad medio-fin permite la conexión instrumental entre ingresos y cantidades de bienes; sin embargo, en caso de únicamente utilizar criterios lineales entre medios y fines, que tienden a homogeneizar las necesidades, la conexión queda incompleta. Esto, el análisis incompleto, se acentúa más debido a que el conocimiento sobre el alcance de los valores de uso contenidos en los bienes se obtiene después del consumo, aun cuando los sujetos productores hayan proyectado el alcance.
Los sujetos productores en la fabricación de bienes emplean diversos medios de producción. Estos medios, con base en Hinkelammert y Mora (2013, pp. 94-96), pueden clasificarse como circulantes, que son aquellos que se consumen parcial o totalmente en la producción, y como fijos, que tienen cierta durabilidad.
En los circulantes se encuentran los medios de trabajo, por ejemplo, las fuentes de energía (electricidad, petróleo), así como el objeto de trabajo, que se refiere a las materias que brinda la naturaleza. En los fijos se hallan los instrumentos de trabajo y los equipos de producción. En los medios de producción fijos está plasmada principalmente la tecnología, la cual determina en buena medida los periodos de producción. Los sujetos productores utilizan los medios fijos para transformar los medios circulantes en bienes.
Los sujetos productores recurren también a la racionalidad medio-fin para calcular la cantidad de bienes que pueden obtener en un lapso determinado con los medios de producción dados. Esta racionalidad, no obstante, vuelve a quedar limitada, en el supuesto de que solo se apoye en criterios lineales, ya que los medios de producción tienen usos heterogéneos debido a las particularidades de la naturaleza, a las situaciones de las infraestructuras (técnicas y sociales), y a las características políticas e históricas que tienen los espacios donde se llevan a cabo las fabricaciones. La racionalidad medio-fin, al estar en función de la racionalidad reproductiva, en sus estimaciones debe combinar lo cuantitativo con lo cualitativo y lo lineal con lo complejo.
3.El sistema de la división social del trabajo en una economía para la vida
Los sujetos productores deben integrarse a un sistema de la división social del trabajo para producir. Sus producciones, al ser individuales y especializadas, necesitan estar abiertas e interrelacionadas con las otras. Unos producen bienes para que varias producciones continúen (bienes intermedios) y otros producen bienes para el consumo final (bienes finales). Los sujetos productores —para llevar a cabo el intercambio de bienes intermedios o finales— requieren de la actividad simultánea de los otros productores6; empero, las acciones se desarrollan en niveles diferentes y con sincronía baja (Hinkelammert y Mora, 2014a, pp. 11-13; Hinkelammert y Mora, 2013, pp. 113-118; Hinkelammert y Mora, 2001, pp. 144-148; Hinkelammert, 1996, pp. 28-29).
Las producciones, en conjunto, se convierten en producciones sociales complejas. En las producciones individuales, de por sí, al relacionar la cantidad de los bienes factibles con los medios de producción circulantes y fijos, se presenta la complejidad por la heterogeneidad y variación continua de las particularidades de la naturaleza, por el estado de las infraestructuras, y por las características políticas e históricas de los espacios.
En el sistema de la división social del trabajo se potencia la complejidad por el punto anterior (rasgos de las producciones individuales), por la interacción desarticulada de las producciones y por la generación constante de elementos nuevos que surgen del funcionamiento del propio sistema (Hinkelammert y Mora, 2013, pp. 102-103). El alto grado de complejidad del sistema hace indispensable que sea coordinado por un esquema mixto.7
Hinkelammert y Mora (2013, pp. 104-105) exponen que la renovación de los medios de producción utilizados por los sujetos productores en la creación de bienes se realiza con base en el modo de producción dominante en el sistema de la división social del trabajo. Los medios que concuerden con tal modo y puedan renovarse se transforman en factores de producción. Algunos medios pierden vigencia como factores, pero su categoría de medios no desaparece.
Los autores (2013, p. 106) plantean que los medios de producción —en un sistema de la división social del trabajo que busque fabricar bienes factibles— pueden trasladarse a factores de producción en tanto tal traslado no afecte la permanencia de los sujetos productores en el sistema. La cantidad de factores de producción depende, en consecuencia, del pleno empleo de los sujetos productores. El sistema se manifiesta como cerrado con producciones abiertas en su interior, tiene un tamaño que se mueve de forma constante.
La productividad de trabajo más alta —en un proceso económico de una economía para la vida— exige la selección de los factores con mejores dotaciones técnicas siempre y cuando no se perjudique al pleno empleo ni se transgreda a la naturaleza. La dotación técnica es producto de la innovación tecnológica.
El pleno empleo y la naturaleza se transforman en las principales restricciones de la intensidad del desarrollo tecnológico. La productividad permite colocar a la producción de bienes en la frontera máxima de posibilidades. Los puntos que forman dicha frontera retratan a la eficiencia económica en la relación de producción. La productividad de trabajo constituye, en consecuencia, el conducto para la eficiencia.
La innovación tecnológica intensa en las producciones puede comprometer la complementariedad del sistema de la división social del trabajo. Los factores de producción con alta dotación técnica reducen los periodos de producción de los sujetos productores, acelerando sus entregas de bienes intermedios o finales y, a la vez, demandando mayor rapidez en la entrega de los bienes intermedios que necesitan para sus producciones. La continuidad del suministro de bienes se modifica; la complementariedad del sistema, por consiguiente, se altera. Esta alteración provoca la salida de sujetos productores del sistema, se pierde entonces el pleno empleo y, con esto, la oportunidad de que logren los ingresos suficientes para atender sus necesidades.
El desarrollo tecnológico intenso también genera consecuencias negativas en la naturaleza, las cuales se traducen, cuando menos, en obstáculos, a veces insuperables, para obtener los medios de producción circulantes. La pérdida del pleno empleo y los trastornos provocados a la naturaleza quebrantan la factibilidad del sistema.
Aparte de los dos aspectos anteriores, la factibilidad del sistema involucra la generación de un excedente que 1) facilite cubrir los costos adicionales que surgen en las producciones (inventarios, intercambios, reparación de los medios de producción fijos, y conservación de los medios de producción circulantes sobrantes), 2) atienda los requerimientos de los sujetos no productores (niños, por ejemplo) y de los sujetos productores indirectos (operadores de las infraestructuras sociales, de las organizaciones del Estado, entre otras), y 3) amplíe la cantidad de bienes producidos ante el incremento de la población (Hinkelammert y Mora, 2014a, pp. 103-108; Hinkelammert y Mora, 2013, p. 123; Hinkelammert y Mora, 2001, pp. 155-159).
La finalidad del proceso económico, en suma, consiste en reproducir las condiciones que posibilitan la vida humana (racionalidad reproductiva). Los sujetos productores vinculan la finalidad con fines específicos (bienes), los cuales se concretan con acciones de producción. Las tres dimensiones están jerarquizadas: la finalidad ocupa la jerarquía superior, los fines específicos corresponden a la jerarquía intermedia, mientras que la acción (producir) con sus respectivos medios (factores de producción) se ubica como la jerarquía inferior.
Entre la jerarquía superior e intermedia persisten juicios con arreglo a hechos (juicios sobre la posibilidad y la imposibilidad empírica) (Hinkelammert y Mora, 2013, pp. 153-154; Hinkelammert, 2008, p. 157; Hinkelammert, 1996, pp. 17-19). Los sujetos productores, ya sea con resistencias o con voluntad consciente, en una economía para la vida, se anclan a tales juicios, que definen el contenido de la jerarquía intermedia (bienes factibles). Entre la jerarquía inferior y la intermedia predomina el cálculo (racionalidad medio-fin), se presentan los juicios con arreglo a fines (Weber). Estos cálculos no pueden concentrarse de forma única en lo cuantitativo y lo lineal, deben introducir lo cualitativo y lo complejo en tanto se intente responder a la jerarquía superior. Entre la jerarquía inferior e intermedia, los sujetos productores —incorporados a un sistema de la división social del trabajo— realizan las acciones que permiten ascender en la jerarquización.
4.El marco de variación del proceso económico: relación de producción
Los agentes productores, en la economía de mercado capitalista, operan prácticamente entre la jerarquía intermedia e inferior; además, centran sus cálculos en lo cuantitativo-lineal. Esto sucede porque buscan aumentar el excedente, que se traduce en mayores ingresos y, por tanto, en más ganancias.
Los agentes productores en el mercado capitalista tienen el mandato de lograr la máxima producción con una dotación de medios determinada: posicionar la producción de un bien en un punto, cuyo incremento signifique la disminución de la producción de otro bien. Los agentes productores como homo economicus tratan de lograr entonces la eficiencia paretiana.8
La búsqueda de márgenes altos de productividad, por un lado, ordena que la innovación tecnológica en los medios de producción fijos sea —en palabras de Hinkelammert y Mora— compulsiva y obsesiva. Esto anula la búsqueda consciente del pleno empleo. Por el otro lado, impone que el uso de los medios de producción circulantes sea intensivo. Esto se traduce en sobreexplotación de la naturaleza. Los medios, al entrar en operación en un sistema de la división social del trabajo coordinado por el mercado capitalista, se convierten en factores de producción no factibles. El sistema, en estas circunstancias, desde una economía para la vida, colapsa.
El “excedente abrumador” que generan los agentes productores en la economía de mercado capitalista requiere ser consumido; de no cumplirse el requerimiento, este tipo de excedente no se expresa en mayores ingresos (más ganancias), sino en sobreproducción. Los consumidores en el mercado capitalista deben tener, por ende, alto consumo. Los bienes factibles (valores de uso) atienden necesidades que, en términos generales, son limitadas (Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn, 2000, pp. 58-59).
El consumo de los bienes factibles es moderado. Los bienes factibles no resultan, por consiguiente, compatibles con el nivel de consumo exigido. Los agentes productores sustituyen las necesidades por preferencias y estas tienen un carácter ilimitado en satisfacción. El grado de consumo ahora sí corresponde, pero los bienes para este tipo de consumo disipan la primacía de los valores de uso, están ajustados a los valores de cambio. Estos bienes no están orientados para atender las necesidades que reproducen las condiciones que habilitan la vida humana.
En la economía de mercado capitalista, la maximización de la producción se efectúa con los agentes incorporados al sistema de la división social del trabajo (agentes efectivos), no considera las acciones de los agentes excluidos o que no lograron integrarse (agentes potenciales). Hinkelammert y Mora (2014a, pp. 83-87; 2013, pp. 128-129), en contraste, subrayan que, en una economía para la vida, la maximización comienza con la inserción al sistema de los sujetos productores potenciales. La unión de estos con los sujetos productores efectivos eleva la producción. La primera clave de la maximización de la producción está entonces en sumar productores. La segunda se encuentra en la disposición ilimitada de medios de producción fijos, no hay escasez. La escasez se presenta en los factores de producción con alta dotación técnica.
La economía de mercado capitalista funciona de forma determinista y sistémica: todas las producciones particulares de los agentes productores se definen con base en los movimientos que tengan los precios de los bienes. Los precios tienen la categoría de “información conductora de las producciones”. Este determinismo sistémico representa un orden económico fijado —desde un principio— y coordinado por una especie de ser omnisciente (mercado capitalista) (Hinkelammert y Mora, 2013, p. 251).
El enfoque de una economía para la vida refuta el estatus dado a los precios, los presenta como datos incapaces de exponer las causas que provocan sus propias subidas y bajadas; más bien, los coloca como obstáculos para los agentes productores.9 Los cambios en las producciones con las modificaciones respectivas en los precios, siguiendo a Hinkelammert y Mora (2013, p. 251), no pueden explicarse de forma determinista, están envueltos de complejidad, solo pueden describirse a través de marcos de variación.
En la figura 1 se sugiere un marco de variación. Las producciones en un proceso económico tienen límites. La maximización, en consecuencia, solo puede ser acotada y sujeta a restricciones. Uno de los límites está determinado por el grado en que la naturaleza 1) facilita la reposición de los medios de producción circulantes, 2) proporciona los materiales para la construcción de los medios de producción fijos, y 3) desarrolla los ciclos biológicos que hacen posible que los sujetos productores conserven su vida (aire puro, climas aptos). Este límite se dibuja con la línea que va del punto B al E. El espacio para la producción, inicialmente, queda fijado por los puntos A, B y E.
Otro de los límites se encuentra en la garantía de que los sujetos productores obtengan con sus ingresos los bienes suficientes para lograr su reproducción físico-biológica y sociocultural. La línea que formaliza en la figura 1 la existencia, para el caso del sujeto productor 1, abarca del punto A al C. Esta línea también pudiera nombrarse “línea de producción de bienes 1”.
Figura 1. Marco de variación del proceso económico, relación de producción (esquema simple).10
Fuente: elaboración propia con base en Hinkelammert y Mora (2013, pp. 136, 493) y Herrera (2015, p. 56).
La línea de existencia del sujeto productor 2 (“línea de producción de bienes 2”) se puntualiza del punto A al D. Los dos sujetos productores deben situarse sobre o por arriba de la línea con rayas consecutivas, del punto H al I, debajo de esta línea se torna imposible la existencia de los sujetos. El punto A, por ejemplo, indica 1) que no hay producciones, es decir, que no se cuenta con bienes, y 2) que la naturaleza no es utilizada para la búsqueda aproximada de la finalidad humana. En caso de colocar al sujeto productor 1 o 2 en el punto A, la situación señala que estos pueden atender sus necesidades sin bienes o que simplemente no tienen necesidades (seres incorporales, “ángeles”). El punto A retrata en definitiva un lugar representativo de la imposibilidad empírica.
En la figura 1, el punto H en la línea del sujeto productor 1 y el punto I en la línea del sujeto productor 2, marcan que los dos tienen la posibilidad de reproducir sus condiciones; empero, son puntos en el límite mínimo y, estos, son conflictivos. La estimación del límite mínimo no es exacta debido a la imperfección del conocimiento humano.
La determinación del límite mínimo, además, está cargada de complejidad, ya que algunos sujetos productores deben adquirir más bienes para atender su consumo mínimo, mientras tanto, otros requieren de menos bienes para satisfacer su consumo base. La colocación de los sujetos productores en el límite mínimo tiene el riesgo de que algunos estén ocupando puntos dentro del espacio de la imposibilidad empírica. La inexactitud y la complejidad también están presentes en el cálculo del límite máximo.11
Tanto el punto C en la línea del sujeto productor 1, como el punto D en la línea del sujeto productor 2, exponen entornos donde hay uso intensivo de la naturaleza en las producciones, son puntos que rompen la factibilidad del sistema de la división social del trabajo. Ambos puntos, por cierto, son exigidos en la economía de mercado capitalista, puntualizan producciones con “excedentes abrumadores” (excedente no factible).
El espacio delineado por los puntos H, I, F y G constituye el marco de variación del proceso económico en la relación de producción en una economía para la vida. Este espacio contempla pleno empleo de los sujetos productores en el sistema de la división social del trabajo y una cantidad restricta de factores de producción.
La línea de existencia del sujeto productor 1, del punto H al F, pudiera denominarse “línea de producción de bienes factibles 1”. Arriba del punto F, hasta el punto C, los bienes no son factibles. Abajo del punto H, hasta los puntos superiores al punto A (no se puede considerar el punto A), los bienes son factibles, pero insuficientes. Lo mismo sucede con la línea de existencia del sujeto productor 2.
Del punto I al G está la “línea de producción de bienes factibles 2”. Arriba del punto G, hasta el punto D, los bienes no son factibles. Abajo del punto I, hasta los puntos superiores al punto A (no se puede considerar el punto A), de igual manera, gozan de factibilidad, empero, carecen de suficiencia.
El punto F en la línea del sujeto productor 1 indica que este logra atender sus necesidades y que, además, obtiene el máximo excedente posible, también señala que el sujeto productor 2 se halla situado en el punto I; y, por ende, se encuentra en su límite mínimo. De la misma forma, el punto G en la línea del sujeto productor 2 (límite máximo) mueve al sujeto productor 1 al punto H (límite mínimo). El marco del proceso económico —al ser cerrado— genera una especie, sin serlo, de juego suma cero.
La maximización de las producciones, en una economía para la vida, se presenta cuando un sujeto productor logra en su respectiva línea un excedente que no ponga al otro sujeto productor en el límite mínimo de su existencia (puntos H e I), es decir, para el análisis de la figura 1, que el sujeto productor 1 no coloque sus producciones en el punto F ni el sujeto productor 2 en el punto G. Esto significa que la máxima producción se logra —en situación de pleno empleo en el sistema de la división social del trabajo— cuando las líneas de producciones son parecidas en las cantidades de bienes y en ingresos que generan (puntos J y K).
Las líneas de producciones no pueden ser iguales empíricamente por las características múltiples que tienen las producciones y por la diversidad de sujetos productores; no obstante, líneas iguales sí pueden ser lógicamente pensables (punto de equilibrio reproductivo), incluso, se requiere pensarlas de esa forma. El excedente en las producciones es necesario para que puedan continuar las producciones.12
Una economía para la vida no descarta, por tanto, maximizar la producción social, pero se trata de una maximización “cercada”. Hinkelammert y Mora (2013, p. 491) acentúan que los procesos económicos —en tanto estén orientados por la racionalidad reproductiva (finalidad)— deben hacerse dentro de marcos de variación. Los autores (2013, p. 419) insisten que la reproducción de la vida humana depende de la reproducción de la naturaleza (límite superior del marco) y de la reproducción del sistema de la división social del trabajo (límites laterales y límite inferior). Con instrumentos propios de la racionalidad medio-fin se fijan los límites de los marcos, cuyos resultados siempre son —y serán— imprecisos. En la economía de mercado capitalista, los puntos de la frontera de posibilidades de producción se consideran precisos y únicos; la definición de estos puntos obliga abstraer en extremo las condiciones que posibilitan la vida humana.13
Los marcos de variación contienen numerosos puntos factibles, que tendrán mayor factibilidad en tanto estén ubicados cerca de la mitad de las líneas de existencia de los sujetos productores (puntos J y K). Los marcos no son “leyes objetivas fatídicamente determinadas” (Hinkelammert y Mora, 2013, p. 495) y dados para siempre, sino espacios de la posibilidad empírica en constante transformación, con tamaños variantes, para la acción económica de los productores.
La naturaleza no otorga espontáneamente los bienes que satisfacen las necesidades que reproducen las condiciones que posibilitan la vida de los seres humanos. Estos últimos tienen que emprender acciones para la obtención de los bienes. Los sujetos productores conectan sus actividades —insertas en un sistema de la división social del trabajo— a través de los criterios de la racionalidad medio-fin y de análisis cualitativos; asimismo, enlazan la fabricación de bienes con la atención de sus necesidades y con su inclusión a la naturaleza (racionalidad reproductiva).
La racionalidad medio-fin queda subordinada a la racionalidad reproductiva. Los agentes productores que colocan a la racionalidad medio-fin como eje rector del proceso económico lo transforman en proceso técnico. Los productores que fijan a la racionalidad reproductiva como única en el proceso económico lo vuelven una idea sin maniobra. La interacción de ambas racionalidades es obligatoria para mantener lo económico.
Los sujetos productores desarrollan sus acciones dentro de un marco de variación. Con la racionalidad medio-fin —y demás exámenes cualitativos— se hacen las aproximaciones de los límites de este marco. Sin la consideración del marco, los agentes productores invaden y socavan las condiciones que habilitan la vida humana. El marco, en un modelo simple conformado por dos sujetos productores, cuenta —por lo menos— con cuatro límites. El primero, el límite superior, está fijado por la naturaleza. El estado finito de la naturaleza provoca que nada más se puedan usar partes de algunos de sus elementos para la fabricación de bienes. El segundo y el tercero, los límites laterales, se refieren a las líneas de existencia de los sujetos productores.
La actividad productiva de los sujetos está en función de las acciones de los otros, están integrados a un sistema de la división social del trabajo y este sistema opera con pleno empleo de los productores. La dotación de los factores de producción (medios de producción fijos) se ajusta al pleno empleo. La permanencia de los sujetos productores en el sistema ampara que los productores resuelvan sus necesidades; esta garantía fija al cuarto límite (el inferior), dado por la línea que señala la atención mínima de necesidades.
El marco de variación del proceso económico, en el enfoque de una economía para la vida, presenta una forma de producir bienes que no solo es diferente al modo de producción de la economía de mercado capitalista, sino que lo refuta. El marco introduce cambios en la concepción de producción de bienes, de innovación tecnológica, de productividad, de excedente, y de eficiencia.
La construcción del marco abre varías líneas de investigación: 1) los límites interiores del marco, 2) los riesgos de que los sujetos productores estén posicionados en el límite inferior y superior del marco, 3) el manejo del excedente factible, 4) la coordinación mixta del sistema de la división social del trabajo, y 5) la noción de pleno empleo. Hipotéticamente, para esta última línea, se plantea que el pleno empleo constituye una imposibilidad empírica, que es una idea de referencia para alcanzar la mayor cantidad posible de sujetos productores en el sistema de la división social del trabajo.
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Doi: https://doi.org/10.15359/eys.27-60.1
Recibido: 5-4-2021. Reenvíos: 10-5-2021, 12-5-2021, 27-5-2021, Aceptado: 18-6-2021. Publicado: 1-7-2021.
1 Doctor en Economía, Profesor e Investigador en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Facultad de Economía. Correo electrónico: hugoht@fevaq.net
2 La atención de las necesidades que reproducen las condiciones socioculturales requiere tener como antecedente la satisfacción de las necesidades que reproducen las condiciones físico-biológicas. Los seres humanos para convivir con otros seres deben primero estar vivos. Pese a esta sucesión, la vida humana solo puede entenderse con el enlace efectivo de ambos tipos de condiciones.
3 La obra, corregida y aumentada, se volvió a publicar en Costa Rica (2008), en Colombia (2009a) y con varias modificaciones más en Argentina (2009b).
5 La obra de Hinkelammert y Mora adquiere más preponderancia teórica y práctica con la agudización en 2020 y 2021 de las múltiples crisis que venía enfrentado la humanidad desde la implementación de la estrategia de globalización mercantil. En el análisis de Hinkelammert (2018, 2001), esta estrategia corresponde a la totalización del mercado capitalista.
6 Los sujetos productores reconocen que es obligatorio la permanencia de los otros productores para que el conjunto de las producciones se materialice. Los sujetos productores comprenden que sin la actividad económica de los otros las producciones se entorpecen o desaparecen. Sin este reconocimiento y sin esta comprensión, los sujetos productores se reducen a agentes productores, quienes observan a los otros como simples objetos que pueden ser extraíbles del sistema.
7 La manera de coordinar el sistema de la división social del trabajo constituye un tema con posturas diversas. La economía ortodoxa presenta al mercado capitalista como la única institución capaz de efectuar la coordinación; la economía heterodoxa también postula al mercado capitalista, pero con la supervisión y con las acciones correctivas del Estado; en la economía marxista ortodoxa, la coordinación recae exclusivamente en el Estado.
La economía política crítica (de base marxiana), que soporta los planteamientos vertidos en el presente documento, proyecta una coordinación mixta, reconoce la necesidad del mercado (de las relaciones mercantiles con precios relativos) y del Estado para lograr tal fin; sin embargo, rechaza al mercado capitalista de la economía ortodoxa y heterodoxa, además, refuta al Estado de la economía heterodoxa y de la economía marxista ortodoxa.
Las tesis de la economía política crítica proyectan un mercado y un Estado que garanticen —a través de la coordinación del sistema de la división social del trabajo— que los seres humanos obtengan los bienes factibles suficientes. Se trata de un mercado y de un Estado cuya actuación acote la intervención de los sujetos productores a un marco.
8 La eficiencia paretiana presenta producciones estiradas hasta el punto más alto que se pueda llegar. Cualquier otra cantidad de producción marca, según esta eficiencia, que los medios de producción circulares se están usando con desperdicios y que los medios de producción fijos se están empleando por debajo de su capacidad.
9 Hinkelammert y Mora (2013, p. 251), para este argumento, recurren a un ejemplo: un animal feroz que impide la caminata de una persona por una vereda no es una fuente de información, sino un peligro. Si en la vereda existiera un letrero que dijera “¡Cuidado con el animal!” o “¡Camina por la vereda inmediata!”, estos letreros serían información, pues indicarían un peligro en esa vereda.
10 La producción social conglomera al conjunto de bienes fabricados por los productores en un territorio. Las fuerzas productivas incluyen a los factores de producción y a los sujetos productores incorporados en el sistema de la división social del trabajo.
11 El problema en la estimación tanto del límite mínimo como máximo puede aminorarse tentativamente con la formación de espacios críticos, los cuales son espacios inmediatos a los límites dentro de la posibilidad empírica, brindan la oportunidad de retornar a la arena de factibilidad en caso de presentarse riesgos.
12 El acaparamiento del excedente factible por algunos sujetos productores puede presentarse. La mejor distribución posible del excedente entra dentro de las funciones del Estado, el cual sería un Estado planificador limitado y social.
13 Hinkelammert y Mora (2014a: 78-82), en este tema, ponen otro ejemplo. Ante la pregunta ¿En cuánto tiempo llega un hombre del lugar “X” al lugar “Y”? La respuesta es “Z” horas. La precisión de esta respuesta solo puede saberse abstrayendo de la estimación las múltiples contingencias que pudieran ocurrir en el trayecto. La abstracción principal es la muerte del hombre; la meta (fin específico) es que él llegue al lugar “Y” en “Z” horas.
En la economía de mercado capitalista, centrada en la racionalidad medio-fin, la muerte del hombre es una contingencia que tiene efectos sobre la meta, pero la muerte del hombre no elimina a la meta, lo decisivo es conquistar “Z” horas. A esta contingencia (la muerte) la denomina externalidad. En una economía para la vida, que combina racionalidad reproductiva con racionalidad medio-fin, la llegada del hombre al lugar “Y” es lo decisivo. Si el hombre muere ya no hay meta que lograr.
No puede realizarse, en efecto, ninguna estimación sin recurrir a las abstracciones, pero la diferencia entre una economía para la vida y una economía de mercado capitalista está en la finalidad. La abstracción de las condiciones que permiten la vida de los sujetos productores en las definiciones técnicas que se hacen durante los procesos económicos es un problema, según Hinkelammert y Mora (2014a: 78-82), de muerte. La abstracción de la muerte no es igual a la eliminación de la muerte.
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