Revista Ensayos Pedagógigos Vol. XVII, Nº 1. Enero-junio, 2022 URL: http://www.revistas.una.ac.cr/ensayospedagogicos LICENCIA: (CC BY NC ND) |
El libro cartonero: inclusión y acceso a la información desde el trabajo colaborativo
Iván Ariel Viera1
Universidad Nacional de Rosario
Argentina
Resumen
Este ensayo pretende analizar las posibilidades de un proceso de inclusión social a partir de vincular el modo de trabajo de una editorial cartonera y su fuerza como movimiento social, con el objetivo de reflexionar sobre las oportunidades de generar acciones inclusivas para democratizar el acceso a la información. Esta editorial encuentra el ancla en el binomio editorial-sociedad, y en el conocimiento que se pone en juego como capital para satisfacer las necesidades de los vínculos que se generan. Se indagará cómo sus políticas visibilizan la problemática de la exclusión social y la marginalización de los sectores vulnerables. El foco estará puesto, entonces, en la actividad de la editorial cartonera con respecto a la forma de trabajo cooperativo y colaborativo y a sus posibilidades como forma de inclusión social.
Palabras clave: Editorial cartonera, inclusión social, información.
Abstract
This essay aims to analyze the possibilities of a process of social inclusion by linking the way of working of a cardboard publisher and its strength as a social movement, with the aim of reflecting on the opportunities of generating inclusive actions to democratize access to information. This publisher finds its anchor in the publisher-society binomial and in the knowledge that is put into play as capital to satisfy the needs of the links that are generated. It will inquire how their policies make the problem of social exclusion and the marginalization of vulnerable sectors visible. The focus will be placed, then, on the activity of the cardboard publisher with respect to the form of cooperative and collaborative work and its possibilities as a form of social inclusion.
Keywords: cardboard publisher, social inclusion, information
Nuevos paradigmas de manifestaciones culturales surgieron a partir de la crisis social y económica del 2001 en Argentina. Un caso representativo lo constituye la editorial Eloísa Cartonera, propulsora de un fenómeno particular de emprendimientos colectivos que se caracterizaron por la autogestión, la colaboración y el cooperativismo. Las editoriales cartoneras se fundan en una matriz asociacionista, la cual señala a la cultura como posibilitadora de inclusión social, fuente de trabajo, y de democratización del acceso a la información. En esta nueva dinámica editorial, se advierten las profundas transformaciones provocadas en los niveles de producción, circulación y recepción de contenidos (Codoni y García, 2013).
Las editoriales cartoneras encuentran el anclaje en el binomio editorial-sociedad, y en el conocimiento que se pone en juego como capital para satisfacer las necesidades de los vínculos que se generan entre ambos conceptos. El diálogo, como herramienta fundamental de la actividad cooperativista y colaborativa, posibilita el reconocimiento de las problemáticas y la valoración de dicha actividad. La capacidad de dialogar implica reconocer en los sujetos participantes un rol y un tipo de aporte específico, como así también una perspectiva que rompe con las jerarquías y permite al otro expresarse. Es a partir del intercambio que se produce una nueva interpretación de la realidad. Se puede pensar que los libros con tapa de cartón no son algo novedoso. En Argentina, siempre hubo lugares en los que se vendían libros restaurados, mecanografiados o fotocopiados. Además, existen y abundan las editoriales independientes. No obstante, una editorial cartonera va más allá del libro como objeto en sí. Se caracteriza por una forma de trabajo sistematizada, por sus estrategias emprendedoras y emancipadoras, por su compromiso y su intención de inclusión social. Son pocas las editoriales cartoneras que se arriesgaron a llevar más allá sus accionares y comprometieron realmente con la posibilidad de transformar la realidad y la generación de un cambio social. El trabajo cooperativo en el nivel local que pudieran llevar a cabo no ha pasado de ser un proyecto de intervención artística o plataforma de despegue de muchos escritores.
Por ello, interesa un caso particular de editorial cartonera. La Sofía Cartonera (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina) propone acciones inclusivas para democratizar el acceso a la información de manera conjunta, solidaria y comprometida con diversos actores sociales. Coordina una política cultural y social desde el ámbito universitario, como programa de extensión hacia la sociedad. Brinda las herramientas para generar espacios de trabajo para personas excluidas del sistema y busca la democratización en el acceso a la lectura, la información, los conocimientos y las prácticas artísticas. Tanto esta editorial cartonera como las políticas de inclusión que maneja, entienden al otro como un ser activo en el proceso de producción y, como tal, es capaz de problematizar su propia situación (Codoni y García, 2013; Huespe, 2017).
En este sentido, se consideran relevantes las posibilidades que tienen las editoriales cartoneras para generar un importante cambio social. Dentro del sistema escolar, una editorial cartonera permitiría a las escuelas urbano-marginales o rurales tener no solo más materiales didácticos, sino también más oportunidades de acceso a la lectura e información a bajo costo. Con su propio taller de libros cartoneros, podrían realizar su propio material, lo que fomenta la faceta artística. Respecto a las minorías étnicas o grupos sociales discriminados, pueden encontrar en estos libros una manera de publicar sus historias, experiencias y vivencias, debido a que sus producciones suelen ser ignoradas por editoriales de mayor alcance. De este modo, una editorial cartonera tiene una estructura de funcionamiento flexible que es fácilmente reproducible, con sencilla organización e insumos mínimos, lo cual expande aún más sus potencialidades para generar cambios sociales y políticas de inclusión (Huespe, 2017).
El libro cartonero: inclusión y acceso a la información desde el trabajo colaborativo
Las editoriales cartoneras, al seguir la línea de la inclusión social, presentan características colaborativas, autogestoras y cooperativistas como emprendimientos que promueven la pluralidad de voces, la democratización de la lectura y la apreciación del libro como una herramienta de transformación. Se destaca la relación entre las alternativas marginales de edición literaria y el quehacer artístico como una manera de construir ciudadanía a partir de las acciones discursivas que proponen los libros elaborados en estas editoriales. Esto contribuye a comprender de qué manera los libros integran tanto manifestaciones estéticas como políticas de un colectivo particular (Urtubey, 2012). De esta manera, se piensa en la posibilidad de un proceso de inclusión social a partir de la creación de una editorial cartonera. Esto, a su vez, generaría acciones destinadas a democratizar el acceso a la información. Se pretende, por lo tanto, demostrar el potencial que tiene una editorial cartonera como herramienta de transformación, y sus posibilidades de replicación.
Cabe caracterizar a este tipo de editoriales como una política social. Esta puede conceptualizarse como aquella política que “se refiere al conjunto de actuaciones administrativas e institucionales del poder público ante un conjunto amplio, diverso y relativo de problemas determinados como 'sociales'” (Fernández y Caravaca, 2011, p. 4). La política social debe contar con servicios, financiación y protección para quienes se encuentren en situaciones vulnerables. Estas políticas incluyen recursos financieros, acceso a servicios de salud, educación, seguridad, vivienda, asistencia, en fin, aquellas medidas regulatorias y preventivas que permitan el cumplimiento de los derechos a una vida digna (Fernández y Caravaca, 2011).
Se puede decir, entonces, que las políticas sociales tienen como objetivo primordial la inclusión con el fin de solventar la desigualdad, entendida como una “dispersión de una distribución en el ingreso, consumo, o en algún otro indicador relacionado con el bienestar” (Banco Mundial, 2011; según se cita en Muñoz-Pogossian y Barrantes, 2016, p. 16). Así, debe intentar lograr un proceso de equidad, es decir, un principio de ética y de justicia. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2014), la equidad “defiende las mismas condiciones y oportunidades para todas las personas sin distinción, solo adaptándose en casos particulares, a los que plantean objetivos para avanzar hacia una sociedad más justa” (según se cita en Muñoz-Pogossian y Barrantes, 2016, p. 17). Estos planteos se relacionan estrechamente con la idea de inclusión social, cuyo origen se remonta a la década de 1970 en Europa, en el contexto de las transformaciones neoliberales de las relaciones de producción y de la crisis de los estados de bienestar:
El Banco Mundial (2011) define la inclusión social como el “proceso de empoderamiento de personas y grupos para que participen en la sociedad y aprovechen sus oportunidades. Da voz a las personas en las decisiones que influyen en su vida a fin de que puedan gozar de igual acceso a los mercados, los servicios y los espacios políticos, sociales y físicos”. Por su parte, la CEPAL (2014) define a la inclusión social como el “proceso por el cual se alcanza la igualdad, y como un proceso para cerrar las brechas en cuanto a la productividad, a las capacidades (educación) y el empleo, la segmentación laboral, y la informalidad, que resultan ser las principales causas de la inequidad”. (Muñoz-Pogossian y Barrantes, 2016, p. 16)
La contracara de esta moneda es, lógicamente, la exclusión social. No debe considerarse como un simple “estar afuera” del sistema, puesto que nunca se está del todo fuera. Asimismo, debe entenderse como:
Una relación social que impide u obstaculiza el logro de una mejor posición social, superar una situación o un derecho a que se debiera tener acceso. A su vez, la exclusión tiene carácter estructural, ya que sus causas generales se asientan en la estructura económica política de una sociedad y la cultura que se genera entre estas dimensiones. No es un proceso que sea parte de un orden natural de la sociedad en su desarrollo social. Más bien forma parte de cierto tipo de desarrollo. (Chuaqui et al., 2016, p. 163)
Desde 1970, la crisis del sistema capitalista, el aumento del desempleo o la situación de informalidad laboral y el debilitamiento la protección social vienen produciendo un malestar profundo y quiebres en las estructuras sociales. La inclusión social es una idea que ha sido desarrollada a partir de problemas como la pobreza, la marginalización y otras formas de privaciones. La exclusión, por ende, es un proceso por el cual personas o grupos se ven empujados al margen de la sociedad y son apartados de las actividades comunitarias, lo cual puede ser resultado de la discriminación o una consecuencia de las políticas aplicadas. La inclusión social, entonces, sería el proceso dinámico que posibilitaría la participación plena del bienestar socio vital a las personas que se encuentran inmersas en un sistema marginal (Chuaqui et al., 2016).
Particularmente en Argentina, estas nociones han sido ejes de los debates públicos desde 1950. A partir de las transformaciones que devinieron del rápido crecimiento urbano, la migración y la industrialización, hicieron visibles las desigualdades y el aumento de los sectores marginales. En la década de 1970, la marginalidad fue considerada como problema de seguridad nacional por el Consejo Nacional de Seguridad en un contexto conflictivo en lo político, lo económico y lo social. A partir de ese entonces, debieron producirse intervenciones para solventar estas circunstancias, con el fin de intentar la inclusión o integración social. A pesar de estos intentos, los marginados en el siglo XXI son un gran segmento de la población, al ser un conjunto diverso y de posiciones diferentes en la estructura, como, por ejemplo, jóvenes en situación de desempleo, deserción escolar, precarización e informalidad laboral (Jack, 2019). Se puede pensar que el modelo de inclusión en el país, en los últimos años, ha sido principalmente asistencialista. Es decir, se brinda una ayuda económica, pero el sujeto no es participante activo de la inclusión, no se genera instrucción, aprendizaje o crecimiento personal (D'Amico, 2013).
En este aspecto, una editorial cartonera promueve la inclusión social distinta a las planteadas por el Estado argentino, desde su formación como un actor de trabajo cooperativo y colaborativo. Las tapas de los libros se realizan con cartón comprado a los cartoneros que lo recolectan, es cortado y pintado por personas con bajos recursos económicos que, luego de la crisis del 2001, encontraron en este tipo de trabajos y cooperativas una forma de subsistencia.
La primera editorial fue la Eloísa Cartonera, creada en el 2003 por el escritor Washington Cucurto y el artista plástico Javier Barilaro. Funciona como cooperativa desde el 2008, lo cual le permitió obtener otros beneficios y reconocimientos desde el Ministerio de Trabajo. La Eloísa Cartonera genera mano de obra y trabajo, ya que el cartón se compra a un precio más alto que el habitual pagado por las industrias o empresas de reciclaje, y se les paga a quienes confeccionan y pintan los libros. A su vez, quienes realizan los libros pueden autosustentarse con la venta de estos y ofrecer al público un amplio catálogo de posibles lecturas. Cabe destacar que los autores publicados en los libros cartoneros ceden sus derechos para que estas editoriales impriman y publiquen sus obras (Codoni y García, 2013).
En esta línea, se resalta la importancia de la democratización de la lectura y el acceso a la información. Como tal, la diversidad de información es producto de investigadores y el recurso más significativo para la innovación:
La UNESCO promueve y apoya el libre acceso a ella, es decir, la accesibilidad a la información académica para todos, libre de la mayoría de las barreras impuestas por las licencias y los derechos de autor, para promover el intercambio del conocimiento en el plano mundial, la innovación y el desarrollo socioeconómico. (Lizaraso, 2014, p. 4)
En el mismo contexto socioeconómico en el que surgió la Eloísa Cartonera, nacieron a su vez diversos movimientos y propuestas como comedores, centros vecinales, clubes y cooperativas. Fue una época en la que había pocas salidas laborales, y se debieron buscar otras alternativas guiadas por la colaboración, la solidaridad y la autogestión. Estos espacios fueron evolucionando con la única pretensión de lograr una sociedad más inclusiva. Alrededor de esta noción, es que se nuclean y relacionan las posibilidades de la editorial cartonera, conformada por diversos actores sociales motivados diversos que se unen para lograr la inclusión social y el acceso a la información desde un rol activo y participativo.
Aparte de sus fundadores y los escritores, esta cooperativa está conformada por un sector social marginal: los cartoneros (utilizaremos la misma acepción que toma Urtubey [2012], esto es, los recolectores de cartón y quienes arman los libros). Esta editorial se configura, entonces, como un espacio abierto a la comunidad y se destaca la producción del libro cartonero como un medio que posibilita el intercambio y diálogo entre distintos actores sociales. Esta editorial se caracterizó por elaborar una propuesta que entrelaza la inclusión social con la intervención artística, provocando una reacción en cadena que continúa hoy en día con más de 150 cartoneras por todo el mundo y con un formato editorial completamente novedoso (Codoni y García, 2013).
Una de ellas es la Sofía Cartonera. Por su parte, es un proyecto de extensión que funciona desde el 2012 en la Facultad de Filosofía y Humanidades (FF y H) de la Universidad Nacional de Córdoba, que vincula a la institución con la sociedad (Huespe, 2017). Esta cartonera se caracteriza por brindar herramientas que posibiliten la inclusión a quienes se encuentran más afectados por situaciones de desigualdad y exclusión. Se construye junto al otro, en una interacción de colaboración, y esto la diferencia de otras propuestas del tipo asistencialista en la que los destinatarios son receptores pasivos de un bien. Se busca revalorizar este tipo de proyecto cartonero, puesto que incentiva la democratización de la lectura, el acceso a la información, y la posibilidad de ampliar el catálogo y material didáctico.
En la producción de estos libros particulares y en la cadena de producción editorial en general, hay varios actores involucrados que llevan a cabo sus actividades más allá de la sede de la FF y H. Se realizan talleres para evitar los “callejeos” de los niños, talleres en las cárceles y con otras asociaciones de grupos de riesgos, con el propósito de brindar oportunidades, herramientas y abrir el abanico de opciones para su inclusión.
A diferencia de otras editoriales cartoneras, la Sofía se caracteriza por seguir fiel a los principios de la Eloísa, continuar funcionando con un motivo social y político que incluyen la democratización del libro, la posibilidad de acceso a la cultura (tanto para lectores como para escritores), y una red de trabajo colaborativo en pos de mejorar la situación de las personas que pertenecen a grupos de riesgo o que, por diversas cuestiones, son excluidas del sistema (Huespe, 2017). Cada editorial cartonera tiene su propia perspectiva y sus propias motivaciones, pero aquí interesan particularmente aquellas que sigan manteniendo su intención de inclusión y cooperación con el fin de poder replicarse como política social.
Se puede considerar que la Sofía y otras editoriales cartoneras tienen un carácter rebelde. Los libros cartoneros rompen con las exigencias del mercado editorial y con las jerarquías establecidas para su publicación (se mencionó ya, que los autores ceden sus derechos). Su forma de trabajar es horizontal y comunitaria, con el fin de que todos sus miembros obtengan los mismos beneficios y puedan replicarse en la sociedad.
Aparte de ello, en esta forma de trabajo, se genera un espacio para el diálogo, la expresión, la creatividad, la participación y se habilita el acceso a otros conocimientos, a la cultura, a la lectura, al arte. Como movimiento social y, también, estético, crean libros únicos y se produce una acción transformadora que va más allá de su modo de accionar en pos de la inclusión y el acceso a la información.
Dentro de un ámbito institucional, como la universidad, la Sofía Cartonera pretende un anclaje con la sociedad para generar un espacio de inclusión. Es así como en su línea de acción se encuentra la posibilidad de ser replicada desde diversos espacios y para diversos públicos. El acceso a la información como un medio que permite “promover el intercambio del conocimiento en el plano mundial, la innovación y el desarrollo socioeconómico” (Lizaraso, 2014, p. 4), brinda la oportunidad de generar un pensamiento crítico para rever la situación de marginalidad. Por ende, va de la mano con la educación, y la relevancia que adquiere en el proceso de formación de sujetos como ciudadanos críticos de sus contextos abre un abanico de posibilidades que permitirá mejorar las condiciones de vida y fomentar una verdadera inclusión social. Desde un proyecto editorial que promueve la cultura, la información y nuevos materiales didácticos se pretende, entonces, una democratización de la lectura y la oportunidad de ampliar los propios horizontes.
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D'Amico, M. V. (2013). La política social en debate: desigualdades, intervención estatal e inclusión social en la Argentina democrática. Cuestiones de Sociología, 9, 231-234. www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5884/pr.5884.pdf
Fernández, S. y Caravaca, C. (2011). La política social. Presupuestos teóricos y horizonte histórico. Aposta. Revista de Ciencias Sociales, 50, 1-46. https://www.redalyc.org/pdf/4959/495950246007.pdf
Huespe, S. (2017). La Sofía Cartonera, la editorial escuela que busca desacralizar el libro. UNCiencia. https://unciencia.unc.edu.ar/literatura/la-sofia-cartonera-la-editorial-escuela-que-busca-desacralizar-el-libro/
Jack, T. B. (2019). Revisitando la noción de inclusión social. Lavboratorio: Revista de Estudios sobre Cambio Estructural y Desigualdad Social, 29, 35-59. https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/lavboratorio/article/view/5122/4273
Lizaraso F. (2014). Acceso libre a la información. Horizonte Médico, 14(3), 4-5. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7616558
Muñoz-Pogossian, B. y Barrantes, A. (2016). Superando Desigualdades hacia Sociedades más Inclusivas en las Américas: Introducción. En B. Muñoz-Pogossian y A. Barrantes (eds.), Equidad e Inclusión Social: Superando desigualdades hacia sociedades más inclusivas (pp. 13-31). Departamento de Inclusión Social, Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad Serie de Publicaciones sobre Desarrollo e Inclusión Social. OEA. http://www.oas.org/docs/inclusion_social/equidad-e-inclusion-social-entrega-web.pdf
Urtubey, F. (2012). Editoriales cartoneras y esfera pública. VI Jornadas de Investigación en Disciplinas Artísticas y Proyectuales en la Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires, Argentina.
Recibido: 5 de mayo de 2021. Aprobado: 15 de noviembre de 2021
http://doi.org/10.15359/rep.17-1.5
1 Licenciado en Enfermería. Facultad Ciencias Médicas de Rosario. Especialista en Docencia Universitaria. Universidad Tecnológica Nacional Regional Rosario Argentina. Coordinador Servicio Guardia Urgencias y Emergencias, Hospital Municipal de Rosario. https://orcid.org/0000-0002-6322-2087
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