Revista Ensayos Pedagógicos |
Educación y sociedad: hacia un nuevo giro epistemológico decolonial
Education and Society: Towards a New Decolonial Epistemological Turn
Recibido: 22 de mayo de 2024. Aprobado: 7 de octubre de 2024
http://doi.org/10.15359/rep.19-2.2
Pablo Emilio Cruz Picón1
Universidad Manuela Beltrán
Bucaramanga, Colombia
pablo.cruz@docentes.umb.edu.co
Resumen
El presente ensayo tiene como objetivo resignificar el valor de los planteamientos de teóricos latinoamericanos, como Boaventura, Dussel, Freire, Grosfoguel, Mignolo, Zea, Zuleta, entre otros autores, que abogan por una educación decolonial fundada en la criticidad, la diversidad cultural, un conocimiento propio, la emancipación y la liberación, entre otros rasgos. Por tal razón, el análisis se fundamentó desde un enfoque cualitativo de tipo hermenéutico-analítico. Entre los principales aportes, se determina que, la construcción de una pedagogía decolonial es obtenida desde en una polinómica alianza epistémica-humanista-ética: el reconocimiento del otro, de la interculturalidad, la pedagogía crítica-emancipatoria, y la validez de los saberes ancestrales. Se concluye que, el giro decolonial y la descolonización epistemológica no solo traza perspectivas teóricas, sino que, también, un posible pragmatismo cognitivo que orienta la praxis epistémica a un terreno sociopolítico, donde el ser humano reconozca su historia y el lugar en el mundo.
Palabras clave: Conocimiento, desarrollo y educación, epistemología, sociedad contemporánea.
Abstract
The objective of this essay is to redefine the value of the approaches of Latin American theorists, such as Boaventura, Dussel, Freire, Grosfoguel, Zea and Zuleta, among other authors, who advocate a decolonial education based on criticality, cultural diversity, own knowledge, emancipation, and liberation, among other features. For this reason, the analysis was based on a qualitative hermeneutic-analytical approach. Among the main contributions, it is determined that the construction of a decolonial pedagogy is obtained from a polynomial epistemic-humanist-ethical alliance: the recognition of the other, interculturality, critical-emancipatory pedagogy, and the validity of ancestral knowledge. It is concluded that the decolonial turn and epistemological decolonization not only outlines theoretical perspectives, but also a possible cognitive pragmatism that guides epistemic praxis to a sociopolitical terrain, where human beings recognize their history and place in the world.
Keywords: contemporary society, education and development, epistemology, knowledge
Desde la historia, se perciben las diversas formas de colonialidad experimentadas en pueblos precolombinos sometidos por el poder hegemónico europeo (Dussel, 2022). En otra narrativa, los acontecimientos pasados en el territorio mesoamericano señalan que los pueblos sin estabilidad militar, social, cultural, económica y política son proclives a ser sometidos, controlados y explotados por las potencias complejas. Una muestra han sido las culturas precolombinas aztecas, mayas e incas, entre otras, que fueron casi extinguidas por el dominio occidental (Gómez, 2017). No obstante, el enfoque colonial no se reduce solo a procesos históricos y hegemónicos producto de la modernidad en sus matices capitalistas, expansionistas, racionalistas e ilustradas (Grosfoguel, 2022; Mignolo, 2021). En el siglo XXI, dichos rasgos coloniales no surgen por generación espontánea, sino que capitalizan, a su modo, los indicios epistémicos y socioestructurales que componen la matriz colonial del poder (Argüello y Avoine, 2019).
En el mundo contemporáneo, la globalización, el capitalismo, la megaindustria, el tecnocentrismo y el crecimiento tecnológico son, al parecer, un camuflaje, casi camaleónico, para visibilizar las inequidades económicas, las desigualdades sociales, los conflictos bélicos mundiales, las crisis axiológicas, las dificultades energéticas e hídricas, los cambios climáticos, entre otras variedades de manifestaciones (Dussel, 2011a). En efecto, deconstruir el discurso hegemónico de las nuevas estructuras de poder colonial es el propósito radical de los enfoques descolonizadores (Méndez-Reyes, 2021; Rea, 2015). Esta perspectiva epistémica, sociocultural y política se ha venido identificando con pensadores como Boaventura de Sousa Santos como epistemologías del sur, la filosofía de la liberación de Leopoldo Zea (1912-2004) y Estanislao Zuleta (1935-1990), la pedagogía crítica de Paulo Freire (1921-1997) pero, sobre todo, con la descolonización de Enrique Dussel (1934-2023), Walter Mignolo y Grosfoguel, entre otros.
En las últimas décadas, el concepto de descolonización epistemológica ha ganado relevancia en diversas áreas del conocimiento. Este proceso pretende cuestionar y desmantelar las estructuras de poder y dominación que han sido impuestas por el pensamiento colonial en la producción de conocimiento (Andrade, 2020; Leff, 2021). Algunos sectores académicos de la filosofía latinoamericana intentan deconstruir las posiciones hegemónicas del eurocentrismo, al cuestionar sus principales presupuestos teóricos para, de modo posterior, proponer una emancipación y liberación partiendo de una inversión epistemológica, que induce al ser humano a percibirse como protagonista de su propia historia (Aguilar-Gordón, 2019; Chaparro, 2018; Grosfoguel, 2022). En efecto, se plantea un propósito bifuncional: problematizar el pensamiento hegemónico occidental, a su vez, delinear un paradigma emancipatorio, visibilizando una realidad de opresión y relaciones de poder.
En la cosmovisión sociopolítica de la descolonización epistemológica, se establece el derrotero de las pedagogías decoloniales como un catalizador de la transformación y liberación del ser humano (Dussel, 2011b). Sin embargo, dicho enfoque se obstaculiza, en algún sentido, por la educación modernizante que se afianza y consolida en el sujeto neoliberal, por la educación bancaria que imposibilita construir criticidad (Freire, 2023; Sousa-Santos, 2014). De ahí surge una sucinta pregunta: ¿la educación actual homogeniza y estandariza el currículo educativo, al pregonar bases ideológicas de la cultura dominante?
Así, el propósito del presente ensayo es resignificar el valor de los planteamientos de teóricos latinoamericanos que abogan por una educación decolonial fundada en la criticidad, la diversidad cultural, un conocimiento propio, la emancipación y la liberación. Es menester indicar que el escrito no es una apología al partidismo, proselitismo, socialismo, entre otras variables, sino reivindicar el intento de pensadores latinoamericanos, como Boaventura, Dussel, Freire, Grosfoguel, Mignolo, Zea, Zuleta, entre otros autores, para buscar un pensamiento alterativo teórico, epistemológico, axiológico, y ontológico (que incluya, reconozca, valore y visibilice al otro) a la ideología eurocéntrica que oprime y coloniza, en otro lenguaje, la reinvención de una política social y económica desde el contexto latinoamericano, es re-pensar el mundo y transformarlo, bajo otras miradas y otros saberes. Tampoco se están negando los aportes positivos de la modernidad, pero sí se hace una crítica a sus aspectos y consecuencias negativas.
Se intenta resignificar una pedagogía decolonial mediante una alianza epistémica-humanista-ética que incluya el respeto por el otro, la interculturalidad, la pedagogía crítica y emancipatoria, y la importancia de los conocimientos ancestrales. La pregunta problema es: ¿cómo generar en la actualidad una educación decolonial fundada en la alteridad, otredad, criticidad, libertad, y valores sociales nacionales, donde el individuo pueda reconocer el poder dominante?
El colonialismo y el giro decolonial: la descolonización epistemológica
El colonialismo ha sido una realidad social inherente en la evolución histórica del Homo sapiens y de las sociedades. Durante siglos, las potencias coloniales con poder militar, político, sociocultural y económico impusieron su dominio sobre vastas regiones del mundo, explorando y explotando recursos naturales, a su vez, sometiendo a un sistema de opresión, inequidad y desigualdad. No obstante, en la actualidad, se ha desplegado, de manera incesante, un movimiento intelectual y sociopolítico conocido como el giro decolonial, que esboza la necesidad de cuestionar y desmantelar las estructuras de poder hegemónico y epistemológico heredado por el proceso colonial. En el eje de ese propósito, se encuentra la descolonización epistemológica que busca una emancipación epistémica del conocimiento impuesto por el mundo europeo.
Así, según Dussel (2014), la descolonización epistemológica refiere a la ruptura con las lógicas coloniales que han dominado la producción de conocimiento en diferentes ámbitos disciplinarios. Este proceso connota problematizar las narrativas hegemónicas, al reconocer y respetar el conocimiento de las culturas y comunidades marginadas. Por ende, la descolonización epistemológica supone, construir un espacio plural, donde múltiples perspectivas y saberes coexistan de forma equitativa. Asimismo, es un replanteamiento radical de las estructuras epistémicas para producir y validar el conocimiento, dado que el proceso histórico del colonialismo impuso la visión del mundo de las civilizaciones europeas, en la que los saberes y las culturas de los pueblos colonizados eran considerados inferiores o incluso inexistentes. Esta perspectiva eurocentrista se propagó por la educación, la academia y los medios de comunicación, consolidando su dominio colonial y su proceso de aculturación.
En ese sentido, la descolonización epistemológica reconoce la diversidad de saberes y formas de conocimiento presentes en el mundo (Dussel, 2022). Se busca fomentar una cultura de diálogo para los pueblos colonizados, y así, deconstruir el sistema de opresión y desigualdad (Grosfoguel, 2022). De modo que, implica resignificar el proceso de educación para abrir nuevas formas de pensar y conocer.
En consecuencia, el giro decolonial y la descolonización epistemológica no solo trazan perspectivas teóricas, sino que, también, un posible pragmatismo cognitivo que oriente la praxis epistémica a un terreno sociopolítico, donde el ser humano reconozca su historia y su lugar en el mundo.
Decolonialidad y educación: hacia una transformación sociohistórica de la pedagogía
En la actualidad, la educación se enfrenta al desafío de romper con los esquemas coloniales que se han marcado por la vorágine histórica. Aunque la colonización ha tenido impactos duraderos en la sociedad de Latinoamérica, también la educación ha servido como vehículo para mantener las jerarquías de poder establecidas durante la época colonial (Dussel, 2022). La historia presenta excelsos teóricos que plantean la posibilidad de la decolonialidad como forma de emancipación del pensamiento, los estereotipos, los prejuicios, los discursos alienantes, en concreto, todo lo que pueda minimizar la libertad.
La decolonialidad y la pedagogía se exhiben como herramientas trascendentes para adquirir una transformación sociohistórica que posibilite una educación más igualitaria y justa. La decolonialidad en el ámbito educativo busca cuestionar y descolonizar los conocimientos y prácticas que perpetúan las estructuras de poder y dominación colonial. Este proceso que enreda una mirada crítica hacia la historia, las narrativas dominantes y las relaciones de poder asentadas en el sistema educativo, no solo envuelve la incorporación de contenidos y enfoques diversos en el currículo educativo, sino también, la promoción de una pedagogía que reconozca y valore la diversidad cultural de los grupos sociales marginados.
De lo anterior surge una pregunta: ¿cómo lograr la transformación sociohistórica de la pedagogía actual? Un cambio sociohistórico en la pedagogía involucra reflexionar en contexto, la concepción y el ejercicio de la educación. La transformación educativa, social y decolonial connota superar un modelo de educación tradicional que se basa en la trasmisión bancaria de conocimientos e inmersa en sociedades disciplinarias y de control que han venido propagándose desde la modernidad. A su vez, promover una cultura de diálogo y respeto por el patrimonio de la nación, visibilizar al otro como un ser fundamental en la sociedad, fomentar la reflexión crítica de la realidad circundante, al parecer, no es una tarea fácil. No obstante, los actores del proceso pedagógico requieren un compromiso social, gravitados en cimientos socioestructurales, críticos y decoloniales. Por ende, la educación requiere desafiar con criticidad, autonomía y creatividad las estructuras de poder hegemónico.
Cimientos socioestructurales de una pedagogía de la liberación y crítica
En el panorama del reverso de la historia se instala el giro moderno y epistémico de la educación tradicional, una educación que se ha acentuado en la diferenciación, la transmisión conceptual, la no admisión de crítica, la imposición de voluntad, la relevancia de la memoria, el discurso persuasivo, entre otros elementos. Y es que, con la llegada de la Revolución Industrial del siglo XVIII, el modelo pedagógico tradicional tuvo una oportunidad notoria para incoar su gnosis social; se presentó como un vehículo para transmitir tanto educación como valores socioculturales que el Estado consideraba coherentes con el tipo de sociedad que se formaba. Es evidente que el modelo de educación tradicional es un referente en la actualidad. Pero, ¿cómo influyó el sistema educativo tradicional en los procesos de colonización?
El poder monárquico y absolutista de las potencias europeas habían delegado al clero la potestad y control de la educación. En el contexto del Estado absolutista, la función de la educación se concentraba en la formación cultural de ciudadanos obedientes. En suma, adoctrinar y enseñar rudimentos básicos de conocimiento. Mediante la educación, se mantenía el control social y el orden establecido, así, la educación fue un vehículo utilitario e ideológico. No obstante, ¿cómo sería posible deconstruir y resignificar la función de la educación en la actualidad?
La pedagogía de la liberación es un enfoque educativo que busca la emancipación de los individuos mediante la reflexión crítica y la acción transformadora de la condición humana. Surge en América Latina, en la década de 1960, inspirada por pensadores como Freire, quien abogaba por una educación liberadora que reflexione en torno a las estructuras de poder y promoviera la conciencia social. Esta corriente pedagógica se encauza en la democratización del conocimiento y en la lucha contra la opresión, con el objetivo de empoderar a los marginados y promover la justicia social. De esa manera, la educación es un instrumento de liberación y no de dominación. En la pedagogía tradicional, el conocimiento es un instrumento de poder, lo cual connota relaciones de dominación y obediencia.
La pedagogía de la liberación propone el fundamento educativo cimentado en la pedagogía crítica como reconstrucción de un movimiento histórico, epistemológico, educativo y humanista, que posibilite el tejido social. Asimismo, plantea, al parecer, un giro epistémico no basado en una relación sujeto-objeto, sino orientado en el vínculo humanista entre sujeto-historia (sujeto histórico), sujeto-sujeto (sujeto dialógico), sujeto-sociedad (sujeto social), sujeto-acción transformadora (sujeto comunitario). Por ende, la dialéctica de Freire no es una lógica histórica materialista, sino que, histórico-cultural, que implica una conciencia sociopolítica, una acción transformadora de la realidad, un diálogo como acción comunicativa, en general: una filosofía humanista de la liberación y fundamentada en la criticidad, el diálogo y la autonomía.
De la pedagogía de la liberación a la pedagogía decolonial
Para Freire (2023), la educación es una acción sociopolítica y ética, que concibe al ser humano como social, político y cultural. En efecto, suscitar la educación enmarcada en la política y la sociedad es resignificar el valor sociopolítico del acto pedagógico como resistencia al sistema de opresión. La praxis socioeducativa y política requiere un pilar que sostenga una sociedad más justa, autónoma, crítica, equitativa e inclusiva. En ese sentido, Freire (2022) considera que la sociedades globalizadas y capitalistas tienen un pedestal cuya directriz es una concepción bancaria del proceso pedagógico, en donde el individuo se convierte en un sujeto pasivo y memorístico, receptor de datos, por parte del docente, quien ostenta el poder alienante, autoritario, ideológico y opresivo.
Para el filósofo brasileño, este tipo de pedagogía no enseña ni fomenta el diálogo, es decir, la acción comunicativa. Por ende, la pedagogía tradicional denota elementos opresivos y de dominación, donde lo trascendente es promover, de forma bancaria, conocimientos, y así se manifiesta una hegemonía del saber, que busca sujetos antidialógicos, acríticos y con obediencia epistemológica y política. Ante esa realidad, Freire (2005) formuló una pedagogía transformadora, esperanzadora, problematizadora y humanista, capaz de direccionar el proceso educativo a un terreno emancipatorio. Por tanto, la educación asume un rol protagónico para transformar la realidad circundante (Dussel, 2014; Grosfoguel, 2022; Mignolo, 2021; Zea, 2005).
Lo anterior supone que, los aportes freireanos contribuyen en el enfoque decolonial de Dussel y Mignolo, al cuestionar la ideología capitalista, la globalización, la geopolítica del conocimiento, el eurocentrismo, entre otras circunstancias, al considerarlas como opresoras, las cuales responden a las necesidades de la burguesía y las élites hegemónicas del poder y del saber, refugiadas en la dialéctica del capital, del discurso positivista moderno y el tecnocientífico del mundo occidental. La narrativa freireana connota un discurso crítico que afronta la dominación y opresión.
La necesidad de esbozar una pedagogía ontológica, epistemológica, axiológica, sociológica, ética y pluricultural se hace cada vez más trascendental en la sociedad Latinoamericana, una sociedad donde las imposiciones ideológicas y políticas de los sectores dominantes y hegemónicos del saber y la colonialidad del poder son manifiestas. Construir una epistemología educativa desde la historia latinoamericana posibilita consolidar escenarios sociales y pedagogías emergentes que se sustenten en el diálogo, la otredad, la alteridad, la interculturalidad y la sostenibilidad desde un enfoque decolonial.
De acuerdo con Mignolo (2003), las fisuras y secuelas que ha dejado el colonialismo europeo con la modernidad en América Latina y el Caribe han planteado una crisis que requiere una análisis exhaustivo y orientado en propuestas que articulen el ser humano sudamericano y del caribe, con la sociedad y la cultura, implica soslayar un genocidio cultural, una cosificación humana, una opresión racional y la segregación racial que obstaculiza el Estado social de derecho, la soberanía de los pueblos, la transformación social y la diversidad cultural autóctona.
Por otro lado, la pedagogía de la descolonización del poder en la educación pasa por reconocer e identificar dónde esta se revela, para asumir una respuesta reflexiva, contextualizada y crítica. También, desvela un reconocimiento de la colonialidad del saber que conjetura un establecimiento dialógico de saberes. Empero, los procesos de colonialidad del poder y del saber poseen un correlato jerárquico encajonado en la estructuración colonial eurocentrista de saber-poder.
Por consiguiente, de la pedagogía de la liberación a la pedagogía decolonial, se perciben elementos cardinales del proceso de enseñanza-aprendizaje. De hecho, la pedagogía de la liberación es un enfoque educativo que busca una transformación significativa de la educación. Esta perspectiva pedagógica puede complementar al giro epistemológico hincado en la pedagogía decolonial, que también intenta trascender desde la liberación para afrontar las estructuras coloniales y dominantes arraigadas en la periferia educativa. La transición de la pedagogía de la liberación a la pedagogía decolonial es un paso crucial en el proyecto sociopolítico hacia una educación emancipadora. Al identificar y resistir las estructuras coloniales coligadas en la educación, la pedagogía decolonial crea espacios de conocimiento más inclusivos, diversos y equitativos.
Posibles estrategias educativas para una pedagogía decolonial
La necesidad de gestar un giro epistemológico implica percibir al sujeto como un ser dimensional con valores, conciencia, voluntad, autonomía, afectividad, criticidad y subjetividad, entre otros rasgos. De ahí que, al examinar una correspondencia epistémica entre el sujeto histórico y el acto de conocer, la pedagogía decolonial agrega un ingrediente pragmático que aporta la reflexión crítica constante sobre el modo adecuado de enseñar y aprender.
No obstante, antes de plantear la posibilidad de estrategias educativas desde una pedagogía decolonial, se debe evocar la gran influencia eurocéntrica en la construcción del conocimiento, esto indica sus aportes en la construcción del currículo, estrategias y modelos pedagógicos y la didáctica, entre otras circunstancias. De este modo, se denota un desafío constante el intentar trastocar la visión europea de la educación y su legado fundamentado en la pedagogía tradicional. Son palpables los aportes negativos de la modernidad y sus políticas coloniales en Latinoamérica, pero es más factible, también, establecer un diálogo pluridimensional con las culturas. En efecto, es intentar reivindicar y apropiar por el estudio epistémico de las culturas latinoamericanas y la cosmovisión del mundo, cómo estas pueden ofrecer una alternativa educativa, que ofrezca identidad cultural, y donde no se denote cierta inferioridad cognoscitiva ante el mundo occidental, valorando, a su vez, el conocimiento de otros pueblos.
Una vez despejadas las dificultades y los retos, se alude que en el acto pedagógico los actores del proceso de enseñanza y aprendizaje requieren coexistir en torno al diálogo crítico y contextualizado que emane una relación humanista. Y es que, el aula debe ser un campo de combate argumentativo, basado en la reflexión y la problematización (Zuleta, 2018). Además, los planes de estudio deben integrar con más significación el objetivo de visibilizar otras formas y maneras de producir y generar el conocimiento, donde los estudiantes puedan identificar y reconocer las diferentes concepciones sobre la cosmovisión, la cultura, los valores, el conocimiento ancestral, y que estos forman parte del proceso de identidad de una cultura o pueblo.
Por otra parte, según Busto (2020), en el aula se deben consolidar espacios de investigación y orientarlos desde los semilleros de investigación sociocultural y multicultural, donde coexista un diálogo con las culturas precolombinas y actuales, que permitan orientar el proceso educativo a luz de las herramientas de la pedagogía decolonial, las cuales sean un medio para el desarrollo del pensamiento crítico.
Otra estrategia radica en promover las actividades artísticas con base al sustrato del saber y con cimiento en el hacer (danza, pintura, música, escultura y teatro) que puedan aportar al fomento y desarrollo de la identidad cultural y los valores como la alteridad, otredad, pluralismo y respeto por la nación. Las actividades requieren una macroconfiguración cosmológica y metacognitiva del proceso de aprendizaje (Ortiz et al., 2021). En otros léxicos, fundamentar la pedagogía decolonial desde una pedagogía sociocrítica y creativa necesita de un reconocimiento de la cosmovisión cultural y del cuestionamiento sobre los procesos de pensamiento y la forma en que se aprenden.
Por ende, en el giro decolonial, subyace una actitud crítica y de resistencia frente a la perspectiva colonial, cuestionando y deslegitimando aquellas lógicas, prácticas y significados que se encuentren inmersas en los dominios socioeconómicos, políticos, epistémicos y culturales. Así, el ejercicio crítico y reflexivo es una condición esencial en la educación, dado que posibilita el desarrollo holístico del individuo. Pero, las habilidades críticas requieren el fortalecimiento de la lectura crítica y el componente argumentativo.
Despertar esas habilidades en el educando supone un reto, pues, cada vez más, el ser humano se sujeta y adormece por lo digital. De modo que, la crítica, la reflexión, el análisis, la argumentación, la autonomía, entre otras, pasan, en algunos sectores educativos, al segundo plano. Por tal circunstancia, es menester resignificar la relación del individuo con el entorno, posibilitando la compaginación constante de la lectura con la realidad sociopolítica, ambiental y cultural mediante el análisis y el diálogo argumentativo-participante de textos continuos y discontinuos sobre las subculturas y grupos sociales.
Educación intercultural y multicultural en perspectiva crítica y decolonial
De acuerdo con Sartorello y Herbetta (2023), en la actualidad existe una efervescencia con respecto a la interculturalidad. En este proceso de ebullición sociohistórica, la noción intercultural, con frecuencia, se enmascara en la colonialidad del poder, el racismo y lo monocultural, como rasgos históricos latinoamericanos. Aunque los debates de interculturalidad promueven, al parecer, problemáticas sociales, culturales, epistemológicas, ontológicas, axiológicas y políticas. Sin embargo, la interculturalidad es integral en el proceso educativo. De modo que, las experiencias y prácticas sociopedagógicas e interculturales en perspectiva crítica y decolonial, suponen, un componente trascendental en el acto pedagógico.
Las experiencias socioeducativas e interculturales en el aula permiten a los individuos desarrollar habilidades para la convivencia intercultural, el respeto a la diversidad y la creación de una identidad propia. La incorporación de diversas perspectivas culturales enaltece el aprendizaje y atiza el pensamiento crítico. De manera análoga, la implementación de actividades innovadoras como la enseñanza interdisciplinaria, la pedagogía sociocrítica y la educación basada en programas interculturales promueven un aprendizaje significativo y transformador desde el microespacio (aula), que puede trascender al macroespacio (sociedad). Estos esfuerzos rechazan los discursos dominantes y buscan promover la equidad, la justicia social y la igualdad de oportunidades.
Por otra parte, Beuchot (2015) presenta el elemento analógico en el proceso educativo, como una forma no solo de concebir la diversidad, sino que, también, tiene en cuenta la inclusión, la necesidad de diálogo crítico e interacción entre los miembros sociales y las culturas. La perspectiva del pensador mexicano no solo interpreta la realidad para dar explicaciones al mundo, la sociedad y la cultura. La analogía es un intento de comunicación entre el sujeto, el objeto y el mundo para comprender el significado de los símbolos sociales. Por ello, el filósofo latinoamericano propone una perspectiva antropológica suspendida en el mundo socioeducativo y cultural del entorno que lo rodea.
En el mundo sociopedagógico, la crítica puede entablar los pilares de un debate exhaustivo sobre valores y pedagogías socioculturales (Cruz y Hernández, 2022). La discusión interpretativa de la realidad sociopolítica conduce a la valoración de la crítica como elemento mediador en la construcción holística entre especificidad y ambigüedad comunicativa. La educación juega un papel sustancial en la construcción de la identidad cultural, porque media para desarrollar una perspectiva sociocrítica y democrática. Esto le ayudará al estudiante a mantenerse activo, a aprender más y a concentrarse. En efecto, el proceso de enseñanza y aprendizaje puede transformarse en un proceso de construcción sociocultural.
Los teóricos analizados han planteado la descolonización epistemológica como una ruptura con las lógicas coloniales que han dominado la producción de conocimiento en diferentes esferas disciplinarias. Este proceso analítico y teórico connota problematizar las narrativas hegemónicas, al reconocer y respetar el conocimiento de las culturas y comunidades marginadas. Por tal razón, la decolonialidad se puede conjugar con pedagogía crítica como herramientas trascendentes y dialógicas para adquirir una transformación sociohistórica que posibilite una educación más igualitaria y justa, encuadrada en una reconstrucción de un movimiento histórico, epistemológico, educativo y humanista que posibilite el tejido social.
Asimismo, orientar la pedagogía sociocrítica —fundamentada en la autonomía, reflexión, el conocimiento de los pueblos culturales— a la pedagogía decolonial necesita deconstruir y resignificar los procesos de enseñanza-aprendizaje actuales, a su vez, orientarlos a la pedagogía de la liberación como enfoque educativo, enmarcado en la transformación significativa de la educación; por tal razón, requiere fundamentarse en una resignificación, reestructuración y reorientación epistemológica de los macroprocesos educativos, curriculares, didácticos y pedagógicos. En suma, el giro decolonial y la descolonización epistemológica no solo trazan perspectivas teóricas, sino que, también, un posible pragmatismo cognitivo que orienta la praxis epistémica a un terreno sociopolítico, donde el ser humano reconozca su historia y el lugar en el mundo.
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1 Docente investigador, reseñista, ensayista crítico y ponente académico. Magíster en Educación de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, especialista en evaluación educativa de la Universidad Nacional Autónoma de México, filósofo de la Universidad Industrial de Santander-Colombia.
https://orcid.org/0000-0003-2548-4657
División de Educología del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE),
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