Número 73E (3) • Julio-diciembre 2024
ISSN: 1011-484X • e-ISSN 2215-2563
Doi: https://dx.doi.org/10.15359/rgac.73e-3.3
Recibido: 14/04/2024 • Aceptado: 23/05/24
URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/geografica/
Licencia (CC BY-NC-SA 4.0)
Mario Sibaja Solís1
Escuela de Geografía, Universidad de Costa Rica
Resumen
El III Congreso Universitario vio nacer la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica en el año 1973, y con ella la Escuela de Historia y Geografía. Desde entonces y hasta el presente, el curso “Geografía histórica” ha sido parte de la formación de los profesionales en Geografía. Se propone una revisión de los temas, docentes y propuestas conceptuales que han formado parte de la formación en Geografía histórica para entrever la vigencia de este campo en términos académicos y los aportes de estas tendencias en la profesionalización de las personas estudiantes de la disciplina geográfica.
Palabra clave: geografía histórica, pensamiento geográfico, geografía costarricense
Abstract
The III University Congress marked the establishment of the Faculty of Social Sciences at the University of Costa Rica in 1973, along with the School of History and Geography. Since then, the course “Historical Geography” has been an integral component of the training of geography professionals. This paper reviews the topics, instructors, and conceptual proposals that have shaped the training in Historical Geography, aiming to discern the academic relevance of this field and the contributions of these trends to the professionalization of students in the geographical discipline.
Keywords: Historical Geography; geographical thought; Costa Rican geography
Resumo
O III Congresso Universitário, realizado em 1973, marcou o nascimento da Faculdade de Ciências Sociais da Universidade da Costa Rica, juntamente com a Escola de História e Geografia. Desde então, o curso “Geografia Histórica” tem sido parte integrante da formação dos profissionais em Geografia. Este artigo propõe uma revisão dos temas, docentes e propostas conceituais que têm moldado a formação em Geografia Histórica, com o objetivo de avaliar a relevância deste campo em termos acadêmicos e as contribuições dessas tendências para a profissionalização dos estudantes da disciplina geográfica.
Palavras-chave: geografia histórica, pensamento geográfico, geografia costarriquenha
La década de 1970 es fundamental en la explicación del devenir de la Geografía costarricense ya que diversos sucesos ocurridos en ese espacio-tiempo marcaron el curso de procesos que nos alcanzan hasta nuestros días. En términos institucionales, en las dos universidades que ofrecen formación académica y profesional en Geografía se estaban gestando transformaciones trascendentales: primero, en 1973 se crea la Universidad Nacional la cual desde su fundación ha ofrecido cursos especializados en esta disciplina; segundo, con la creación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica en 1974 se da lugar al Departamento de Historia y Geografía aunque ya se impartían cursos de Geografía desde la fundación de esta institución de educación superior en 1940. Es también en 1974 que dentro del proyecto de la Universidad Nacional nace la Revista Geográfica de América Central como un espacio de discusión y difusión del conocimiento geográfico en la región.
Para 1974, hito en la revisión temporal que se propone en este ensayo, la geógrafa inglesa Carolyn Hall ya había presentado su tesis doctoral “El café y el desarrollo histórico-geográfico de Costa Rica” en Oxford. Su decisión de radicarse en Costa Rica en esta década y participar en la construcción y consolidación de la Geografía y la Historia en el país, influyó en las rutas que estas disciplinas han seguido en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional. La definición de una época prolífica en cuanto a la reflexión teórica, metodológica y aplicada de la Geografía como una ciencia puente entre el entendimiento científico de la naturaleza y la comprensión social del espacio, encontró sentido en Costa Rica al exponer el análisis holístico y contextualizado de diversas temáticas de interés nacional que formaron parte de la investigación y la docencia geográficas.
En el caso de la Geografía impulsada en la Universidad de Costa Rica, desde que en 1974 se fundó el Departamento de Historia y Geografía, el curso «Geografía histórica» ha sido parte del plan de estudios, prevaleciendo a pesar de la modificación estructural de dicho plan en el año ١٩٩٨ tras la separación del Departamento en dos unidades académicas diferenciadas (Escuela de Historia y Escuela de Geografía), y luego de la reestructuración vigente desde 2019. Tras medio siglo del curso «Geografía histórica» cabe preguntarse por las influencias de escuelas de pensamiento que lo han estructurado así como los aportes que esta perspectiva investigativa ofrece a la formación de nuevas generaciones de profesionales. En medio de la revisión de estos 50 años de enseñanza de la Geografía histórica en Costa Rica, valga traer a colación uno de los pensamientos del geógrafo Henry Clifford Darby:
A veces me inclino a pensar que los fundamentos del estudio geográfico se basan en la Geomorfología y en la Geografía histórica. Ahí están los elementos básicos de nuestra disciplina. No me malinterpreten. No estoy diciendo que la Geomorfología y la Geografía histórica sean las partes más importantes de la Geografía porque, después de todo, los fundamentos están hechos para que grandes cosas se construyan sobre ellos (Darby, 1953, s.p).
Si seguimos esta propuesta, podremos comprender la importancia de revisar qué se ha dicho de la Geografía histórica en el país y con qué fines formativos ha permanecido en el currículum en la Universidad de Costa Rica; su poder explicativo complejiza el análisis de diversas áreas de la Geografía humana así como la Geomorfología estructura las dinámicas básicas estudiadas por la Geografía física. Revisar el avance de la Geografía histórica es, pues, prestar atención a una de las bases de la disciplina misma.
Este ensayo surge de la revisión de 44 programas del curso en cuestión con énfasis en la bibliografía que cada docente ha propuesto para el estudio de la Geografía histórica; a partir de la nacionalidad, la disciplina de estudio y el sexo de las personas autoras de los textos se consideran las tendencias en cuanto a temáticas y la influencia de tradiciones de diferentes escuelas de pensamiento. Claro está, en los programas del curso quedan improntas de las ideas y tendencias investigativas de las personas docentes que lo han impartido, por tanto resulta necesario revisar en breve el currículum académico de cada una de ellas para encontrar el sentido de los programas del curso como producto de su labor.
Cuatro docentes han estado a cargo de este curso a lo largo de estos 50 años: Carolyn Hall (de 1974 a 1998), Mario Samper (de 1999 a 2006), Silvia Meléndez (de 2007 a 2013 y en los años 2015 y 2016) y Anthony Sibaja (en 2014 y de 2017 a 2024). Sea éste un aporte a la discusión epistemológica de la Geografía en Costa Rica, así como un reconocimiento al trabajo docente e investigativo tanto de la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica como de la Escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad Nacional, ya que sin personas geógrafas dedicadas a la educación superior pública que promueven la discusión teórica, metodológica y empírica de la Geografía, difícilmente se sostendrían espacios de diálogo disciplinar como la Revista Geográfica de América Central.
Antes de hacer referencia a las tendencias más destacadas de la enseñanza de la Geografía histórica en Costa Rica, resulta pertinente considerar esfuerzos investigativos similares llevados a cabo en otros contextos. Diferentes autores se han dedicado a realizar una revisión de los paradigmas influyentes en la Geografía histórica a diferentes escalas. En términos generales, se acepta que después de la Segunda Guerra mundial surge una nueva Geografía histórica en el Norte Global, caracterizada por estudios regionales (ver los trabajos de Hall, 1989 y Sunyer, 2010). Antes de esta coyuntura que marcó un giro en la disciplina, la Geografía histórica se ocupaba de al menos tres esfuerzos intelectuales: la recreación de las geografías bíblicas, griegas y romanas clásicas; la geografía tras la historia de fronteras y límites de imperios y estados; y la historia de las exploraciones y descubrimientos de Butlin (1993). Puesto que la Geografía histórica instalada en Costa Rica en la década de 1970 responde a la renovación de sus supuestos, por ahora es suficiente considerar que responde a esa nueva forma de hacer Geografía.
Tomando como punto de referencia la segunda mitad del siglo XX, destacamos los esfuerzos de Carl O. Sauer (1967) y Andrew Clark (1972) al construir una genealogía de la disciplina en Norteamérica hasta su época, y la actualización llevada a cabo por Shawn Van Ausdal (2006) quien sistematiza las tendencias de 50 años de investigación en Geografía histórica en el norte del continente. Alain Musset (2000) en un número especial de la «Revista de Historia del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica» da cuenta tanto de las tendencias anglosajonas como los aportes de la Escuela de los Annales. Más recientemente, Pedro Sunyer (2010) indagó en las principales líneas de investigación de las escuelas británica, estadounidense y francesa con énfasis en las propuestas clásicas. La invitación de Sunyer es a reflexionar sobre las transformaciones de una disciplina que tiene mucho qué decir acerca del mundo que habitamos en tiempos en que se está decidiendo qué eliminar y qué preservar dentro de la disciplina y en general en Ciencias Sociales.
A escala regional, Perla Zusman, Miguel Aguilar y Enrique Delgado (2012) compilan las tendencias de la investigación en este campo. Indican que en la década de 1950 la Geografía histórica en la región marcó la redefinición de la forma en que la Historia abordaba el tiempo en términos teóricos y metodológicos, con énfasis en el uso de cortes transversales y verticales y el método regresivo. Desde entonces proliferan los enfoques de la disciplina en diferentes universidades, aunque toman mayor relevancia en 1970 y 1980. Otras indagaciones similares las realizan Bernardo García (1998) en México, destacando la influencia de la Escuela de Berkeley a partir de la tradición de Carl O. Sauer; Moncada (2004) comenta la institucionalización de la disciplina en la década de ١٩٧٠ en la Universidad Nacional Autónoma de México; y Straka (2005) resalta que la década de 1980 permitió la renovación de la investigación y la reflexión sobre la Historia regional y Geohistoria en el caso venezolano.
En Colombia, Efraín Llanos (2021) tras realizar una revisión del pensum de carreras del país y de universidades latinoamericanas, acentúa la importancia de un curso de Geografía histórica en la formación tanto de estudiantes de Geografía como de Historia puesto que esta disciplina amplía el concepto de espacio geográfico al hacer evidente su condición de construcción temporal, el enriquecimiento por el manejo de fuentes y métodos de ambos campos y la multiplicidad de temáticas que surgen del cruce espacio-temporal. Llanos defiende la importancia del trabajo de campo como práctica didáctica para la comprensión de los espacios con perspectiva histórica (Llanos, 2010). El trabajo de Efraín Llanos es el más cercano al que nos ocupa aquí, ya que se enfoca en la enseñanza de la Geografía histórica dentro de la formación geográfica en la educación superior.
La exploración de los textos comentados evidencia que entre 1970 y 1980 se consolida en América latina la Geografía histórica como campo de estudio, a partir de la influencia de personas investigadoras extranjeras que realizaron trabajo de campo en el Sur Global. La Geografía histórica en Costa Rica responde al mismo marco contextual, el cual se debe tener en mente al discurrir sobre los pasos que la disciplina ha dado en el país. Así, se presentan a continuación las tendencias que han definido a la Geografía histórica en la Universidad de Costa Rica durante los 50 años en que se ha impartido como curso dentro de la formación de profesionales en Geografía.
Tabla 1. Porcentaje de textos leídos en el curso “Geografía histórica” por quinquenios según nacionalidad de las personas autoras (1974-2024).
Elaborados por Hall (1977-1998), Samper (1999-2006), Meléndez (2007-2013, 2015, 2016) y Sibaja (2014, 2017-2024).
Tendencias de la Geografía histórica como curso del Bachillerato en Geografía de la Universidad de Costa Rica
La información compilada y expuesta en este artículo responde al examen minucioso de 44 programas de curso de los que se identificó a 292 personas autoras. Téngase en cuenta que el curso se ha ofrecido una vez al año dentro del período de estudio, y que textos y autores se repiten de un semestre a otro, según la selección bibliográfica realizada por las personas docentes antes de iniciar un ciclo lectivo. El proceso de investigación semestral llevado a cabo por estos actores del proceso formativo implica la actualización de textos y la decisión de mantener en el programa aquellas obras especialmente representativas de una tendencia o de un enfoque teórico particular.
Considerando lo anterior, en la Tabla 1 se destaca la nacionalidad de las personas autoras leídas en el curso en cuestión entre 1974 y 2024. Nótese que desde la fundación del Departamento de Geografía y hasta el año 2015 la mayoría de la bibliografía analizada fue producida por personas británicas sosteniéndose su influencia por poco más de cuatro décadas. Hasta el año 2005 la tradición norteamericana acompañó a la inglesa como segunda en textos discutidos durante el curso. Algunas otras producciones han permanecido a lo largo del tiempo tales como la influencia de las escuelas francesa, canadiense y reflexiones desde Argentina y España. Como se comentará, la inclinación hacia la Geografía histórica británica y estadounidense se debe en mucho a la formación de Carolyn Hall, quien fungió como docente por casi la mitad del período de estudio. Es de destacar que ella ha sido la autora más leída durante 50 años en este curso, sobre todo su reflexión teórica y metodológica de la Geografía histórica publicada en 1989.
Tras la revisión de los programas de estudio podemos indicar que los autores británicos más leídos han sido John Langton de Oxford y Alan Baker y Henry Clifford Darby de la Universidad de Cambridge. De Norteamérica por mucho el más leído hasta la fecha es Carl O. Sauer de la Escuela de Berkeley y los geógrafos Andrew Clark y Jared Diamond de la Universidad de California. La reflexión de Fernand Braudel sobre el tiempo en las Ciencias Sociales, así como textos de Alain Musset y del historiador Pierre Chaunu, han sido los más leídos desde la tradición francesa, mientras que Cole Harris y Leonard T. Guelke encabezan la lista de textos producidos desde Canadá.
A partir del quinquenio 2006-2010 se genera una ruptura en la tendencia dado el aumento de textos producidos por costarricenses, quienes alcanzan su mayor influencia desde 2016. Sin embargo, el porcentaje de textos producidos en el país no alcanza la proporción que tuvieran los autores británicos y estadounidenses desde 1974 y hasta el 2000, ya que conforme avanzan los años se registra una diversificación en la literatura: fueron incluidos textos de más personas latinoamericanas (sobre todo de argentinas pero también chilenas, colombianas y mexicanas). Aunque preservando una base teórica y epistemológica surgida de la mixtura de las escuelas británica, norteamericana y francesa, desde inicios del siglo XXI se da un giro hacia la producción regional latinoamericana, en parte por la formación base de Mario Samper en Costa Rica y su especialidad en Historia agraria obtenida en Berkeley, y por la formación más latino y centroamericana de Silvia Meléndez y Anthony Sibaja.
Respecto a bibliografías latinoamericanas destacan: de Argentina la obra Patricio H. Randle sobre Geografía histórica y planeamiento urbano y las reflexiones epistemológicas de Perla Zusman y Hortensia Castro; la perspectiva temporal del enfoque marxista del geógrafo brasileño Milton Santos; las discusiones del chileno Pedro Cunill; y obras de Linda Manzanilla, Bernardo García y Gustavo Garza de México. En cuanto a geógrafos costarricenses, los textos de Silvia Meléndez sobre la Geografía histórica y la construcción de la identidad nacional, así como resultados de la investigación de Carlos Granados sobre todo referentes a estudios de fronteras han perdurado en la bibliografía del curso. En los programas prevalece la investigación de Roberto Castillo sobre la territorialidad histórica del pueblo maleku, y al menos hasta la década de 2010 se siguieron leyendo extractos de la tesis de Gladys Rojas titulada “Café, ambiente y sociedad en la Cuenca del Río Virilla, Costa Rica (1840-1955)”.
Respecto a los textos que han dado respaldo científico al curso por cinco décadas, el Figura 1 muestra la distribución por sexo de la persona autora. Casi la totalidad de autores consultados por los estudiantes de esta asignatura entre los años 1974 y 2000 fueron hombres. Si bien se leía a las geógrafas británicas Antonieta Mannion y Linda Newson, además de algunas publicaciones de Carolyn Hall, la producción académica de mujeres no representa ni un 10% en este período. Esto nos habla de la distribución desigual Norte-Sur en la circulación del conocimiento (Beigel, 2013); las mujeres del Sur Global tendrían que esperar los quinquenios 2016-2020 y 2020-2024 para superar el 25% de representatividad en los textos discutidos durante las lecciones.
Figura 1. Personas autoras leídas en el curso “Geografía histórica” según sexo por quinquenios (1974-2024).
Fuente: Elaborados por Hall (1977-1998), Samper (1999-2006), Meléndez (2007-2013, 2015, 2016) y Sibaja (2014, 2017-2024).
Entre los trabajos de mujeres del Sur Global incorporados a las bibliografías de los cursos se encuentran los de Clara M. Lois, quien ha puesto en evidencia las funciones políticas e ideográficas de la cartografía en Argentina así como las discusiones de María Laura Silveira sobre la incorporación del tiempo en Geografía; los estudios etnohistóricos de Eugenia Ibarra y sobre toponimia de Giselle Chang en Costa Rica; la revisión de la Geografía histórica en México de Georgina Calderón; además de los aportes mencionados de Hortensia Castro, Linda Manzanilla, Silvia Meléndez y Perla Zusman.
La Figura 2 muestra la transición del predominio de textos producidos por personas geógrafas e historiadoras, a la multidisciplinariedad en las bibliografías de los programas. Invariablemente los textos geográficos han ocupado más del 50% de las lecturas asignadas, no obstante, ha variado la cantidad de éstos en términos relativos. En general, la visión de diferentes disciplinas ha sido valorada a lo largo de la enseñanza de la Geografía histórica en la Universidad de Costa Rica lo que guarda coherencia con su estatuto disciplinar: el pasado es una dimensión abordada desde muchas perspectivas, y todas ellas pueden aportar a la comprensión de las geografías pretéritas, ya sea en términos metodológicos o interpretativos.
Figura 2. Textos leídos en el curso “Geografía histórica” por quinquenios según disciplina de las personas autoras (1974-2024).
Fuente: Elaborados por Hall (1977-1998), Samper (1999-2006), Meléndez (2007-2013, 2015, 2016) y Sibaja (2014, 2017-2024).
Después de la Historia, los principales aportes disciplinares en los cursos han sido desde la Antropología, la Arquitectura y la Arqueología. Nuevamente en el paso del quinquenio 1996-2000 a 2001-2005 es donde encontramos un punto de quiebre: desde entonces se diversifican los textos por área disciplinar, y la atomización se mantiene en el tiempo como nueva tendencia. Aportes retrospectivos desde Biología, Sociología, Geología y Economía pasan a formar parte, aunque aún reducida, del universo de información con que pueden trabajar las personas estudiantes para explicar los procesos de cambio.
Hall, Samper, Meléndez y Sibaja: perspectivas docentes y su influencia en las tendencias y temáticas del curso
Como elementos mínimos del programa de un curso en la Escuela de Geografía entre 1974 y 2024 se identificaron: una introducción al área temática por tratar, una lista de contenidos, una metodología a seguir, términos de evaluación y bibliografía, aunque con el paso del tiempo los programas se han ido complejizando en sus componentes. En tanto la Universidad de Costa Rica respeta el principio de la «libertad de cátedra»2, el programa de un mismo curso puede variar de una época a otra dependiendo de las orientaciones teóricas y metodológicas que la persona docente esté ejecutando, si bien debe regirse por el pénsum de la carrera como estructura general. De modo que al dar cuenta de las temáticas tratadas en el curso Geografía histórica en diferentes momentos, debemos tener presente que los contenidos pueden variar en su perspectiva, además de responder a modificaciones estructurales de la malla curricular de la carrera (en este caso dados en 1998 y 2019).
Como docente e investigadora, Carolyn Hall es un referente para la Geografía en Costa Rica y en América Central. Sus aportes tanto a la Universidad de Costa Rica como a la Universidad Nacional le han merecido el reconocimiento de fundadora de unidades académicas en ambas instituciones. Fue a partir de su obra que se sentaron las bases de la Geografía histórica moderna en el país en términos conceptuales y metodológicos, superando la Geografía patria de la primera mitad del siglo XX que usaba descripciones históricas y geográficas para formar ciudadanos del territorio nacional. Lejos de esa tendencia, la propuesta de Hall fue pensar históricamente a la Geografía (Samper, 2007).
Desde un enfoque marcadamente británico, usó fuentes y procedimientos de la Historia para explicar procesos geográficos del pasado, siempre con pertinencia actual, abordando diversas temáticas como disparidades territoriales y regionales, evolución del ecúmene, sistemas de transportes y transformaciones debidas a actividades productivas, encontrando en el café un factor explicativo determinante para la Geografía histórica de Costa Rica. Dentro de la fuerte tradición regional de la época, Hall planteó reflexiones acerca de América Central y variadas posibilidades temáticas por enfrentar en un espacio social poco explorado por la Geografía.
A pesar de las definiciones de Centroamérica usadas por historiadores, quienes se limitaban a considerar únicamente a las cinco naciones que pertenecieron a la Audiencia de Guatemala y pasaron a formar la República Federal de Centro América después de la independencia en 1821, Hall consideró que la condición de «istmo» requería incluir en el entendimiento regional los territorios panameño y beliceño. Yendo más lejos, sostuvo que la región ha mantenido vínculos con el sur de México y con parte del Chocó (Hall, 1985); de modo que estos territorios se incluyeron en el «Historial Atlas of Central America», para explicar el ecúmene centroamericano. Estas ideas serían elaboradas por geógrafos como Carlos Granados dentro de la tradición regional en boga aún en las décadas de 1980 y 1990.
Como investigadora, Carolyn Hall concibió a la Geografía un híbrido, ni puramente ciencia natural ni puramente ciencia social, encargada del estudio del mundo habitado por los humanos. En uno de sus textos de lectura obligatoria acerca del campo de estudio de la Geografía histórica, arguye: “La convergencia de la historia y la geografía, por tanto, conduce no a la especialización, sino a la ampliación y enriquecimiento de dos disciplinas de por sí extensas y holísticas” (Hall, 1989, 27). Así, en la enseñanza de la Geografía propugnó por la complementariedad e interdependencia del tiempo histórico y del espacio geográfico, planteando que la persona geógrafa que se interese en procesos contemporáneos, necesariamente ha de buscar en el pasado las explicaciones genéticas de los fenómenos actuales, rehuyendo al presentismo en la disciplina.
Los procesos de cambio geográfico, irreversibles y acumulables en el tiempo y el espacio, conforman el sustrato de la Geografía histórica de Hall. Para ello, la persona geógrafa “combina fuentes y métodos de la geografía, la historia y aún la arqueología [pues] el pasado terminó, y sólo puede conocerse por medio de la evidencia que sobrevive hasta el presente” (Hall, 1989, 44). La resolución de preguntas de interés geográfico llevadas al pasado estará limitada por la disponibilidad de fuentes de información. Se requiere trabajar con variedad de fuentes y técnicas, superando la disciplinariedad; para abarcar procesos de cambio geográfico tanto biofísico como cultural se deben plantear preguntas a las fuentes de información, y tener creatividad para diversificarlas. Tal amplitud fontal repercutiría en el devenir de la Geografía histórica en Costa Rica, tanto en las aulas como en los procesos de investigación.
Aunque en los programas de curso elaborados por Carolyn Hall únicamente quedó registrado el trabajo de campo del primer semestre de 1997, con una gira al Centro Histórico de Heredia y otra a la Zona Norte compartida con los cursos «Geografía política», «Geografía de la población» e «Investigación geográfica», Hall reconocía la necesidad del campo en Geografía histórica como en cualquier otro trabajo geográfico: “un íntimo conocimiento del terreno resulta indispensable para la interpretación geográfica de documentos históricos” (Hall, 1989, 46). Ya que la mayor parte del tiempo que se desempeñó como docente fue dentro de la Escuela de Historia y Geografía, y no en la Escuela de Geografía fundada en 1997, es probable que por cuestiones presupuestarias no se llevara a cabo trabajo de campo de forma continua, o bien, para entonces no era menester indicarlo en los programas de los cursos.
Resulta importante anotar que antes de la separación de las Escuelas, el curso Geografía histórica formaba parte del plan de estudios tanto del Bachillerato en Geografía como del Bachillerato en Historia. Carolyn Hall como pionera de esta disciplina logró dar otros cursos especializados: en el ciclo lectivo I 1979 dictó «Introducción a la Geografía histórica» para estudiantes de Licenciatura en Geografía y Maestría en Historia; «Geografía histórica del Tercer mundo» en el ciclo I 1985; y «Geografía histórica de América latina» en el ciclo I 1993. En el primer semestre de 1998, cerrando un ciclo como docente, impartió el curso «Introducción filosófica y metodológica a la Geografía histórica», centrado en la epistemología y la práctica de esta disciplina. Desde entonces, la Escuela de Geografía ha ofrecido única e ininterrumpidamente el curso GF0320 «Geografía histórica» (con sigla GF0609 desde la reestructuración del plan de estudios de 2019).
Luego de dedicarse a impartir, entre otros, el curso «Geografía histórica» desde la fundación del Departamento y hasta 1998, Carolyn Hall dejó esta labor para dar espacio a otros procesos de investigación, entre ellos el Atlas como su obra culminante. Así, en 1999 la Escuela de Geografía asignó el curso al historiador Mario Samper. Wilson Picado (2019) ha sistematizado la obra de Samper, destacando sus aportes desde la Historia agraria a la comprensión de las transformaciones de la estructura productiva de Costa Rica entre 1840 y 1930 así como el estudio de los desplazamientos, concentraciones y dispersiones en el avance de la frontera agrícola. Comenta:
Reclamó una mayor atención sobre la incidencia de los factores geográficos en el cambio agrario que, a su parecer, hasta ese momento había tenido un “tratamiento limitado”. Lo pensaba seguramente en términos espaciales como también en el sentido del análisis de las relaciones entre la tierra, los bosques y los sistemas ganaderos, en una perspectiva agroecosistémica, y no solo agrícola (Picado, 2019, 135).
La perspectiva de Samper acerca de la Geografía está teñida de dinamismo, esa inestabilidad profunda que el tiempo da a la comprensión del espacio muchas veces entendido solo desde el presente. En un documento inédito relacionado con su labor docente, explica: “para no ser estática la Geografía requiere de una visión de proceso y de alguna profundidad temporal, y si bien algunos estudios históricos hacen caso omiso del entorno y de la variabilidad espacial, la comprensión de las transformaciones sociales se enriquece considerablemente al incorporar la dimensión geográfica” (Samper, 2006, 4).
En su fase como investigador, Samper accedió a las fuentes más diversas para dar cuenta de las reestructuraciones del espacio económico a escalas local, nacional y regional, utilizando metodologías convergentes para construir datos. Samper gustó de la integración de variables y la triangulación de información proveniente de mortuales, censos, renta del suelo, historia oral, registros de fincas, trayectorias transgeneracionales de migrantes (Picado, 2019), en fin, la mayor cantidad y diversidad de fuentes con tal de poder explicar los procesos de cambio con perspectiva espaciotemporal. Sobre esta diversidad, comenta: “incluye el estudio de los mapas como expresiones de determinadas visiones de mundo, así como las relaciones sociedad-naturaleza, en el lenguaje, las tradiciones orales, en la literatura y el arte, etc.” (Samper, 2006, 3). Más adelante dice:
también puede recurrir a los artefactos, restos biológicos y otras fuentes arqueológicas, a las tradiciones orales y registros etnohistóricos, a los nombres de lugares y personas, a prácticas culturales que nos hablan del pasado geográfico, a las representaciones paisajísticas y otras fuentes pictóricas e iconográficas y, por supuesto, a los mapas y planos que se han conservado (...) resulta prácticamente imposible hacer un listado exhaustivo, o siquiera una clasificación integral, de las fuentes potenciales para los estudios histórico-geográficos. Lo que nos orienta en su búsqueda son precisamente nuestras preguntas de investigación y las estrategias para descubrir o construir fuentes de información para responderlas (Samper, 2006, 13).
Samper incorporó a los cursos de Geografía histórica espacios de discusión sobre la experiencia investigativa, tanto básica como aplicada. Respecto a la utilidad práctica de esta disciplina, considera que la producción de conocimiento contextualizado espacio-temporalmente puede contribuir a la resolución de problemáticas ambientales, de ordenamiento territorial, a la identificación de difusión de plagas, a la conservación y reconstrucción del patrimonio” (Samper, 2006, 5). Con el fin de estimular a las personas estudiantes para que investigaran en esta área de estudio, Samper incluyó en la evaluación del curso giras autogestionadas en barrios urbanos y las combinó con trabajo de campo conjunto a espacios rurales de las cuencas de los ríos Reventazón y Virilla y a los cantones Puriscal y Acosta.
La influencia de los enfoques positivistas de la década de 1960 conllevó a posturas reduccionistas en Geografía. En tal coyuntura del pensamiento geográfico, la Geografía histórica se resistió a la estandarización estadística, pero ciertas tendencias se robustecieron a partir del uso de herramientas digitales. La postura de Mario Samper es clara al respecto: “Hoy en día, recurrimos más y más a la cartografía digital, tanto para digitalizar mapas viejos como para representar cartográficamente datos georreferenciados para distintos momentos históricos” (Samper, 2006, 14).
Después de su jubilación, Samper se ha mantenido activo como investigador. Recientemente publicó un artículo con el geógrafo Marco Martínez (Samper y Martínez, 2023) en el que revisan diversas investigaciones geohistóricas que en América latina han incorporado herramientas digitales incluyendo Sistemas de Información Geográfica que, a partir de procesos como la georreferenciación, actualizan cartografías pasadas y sistematizan en bases de datos información útil y fácilmente accesible para diversas personas investigadoras interesadas en las transformaciones espacio temporales. En definitiva, esta es una tendencia que ha mantenido vigente a la Geografía histórica en otros contextos nacionales que han visto el surgimiento y establecimiento de la tecnificación de la disciplina (da Silva, 2019; García & Alberto, 2023).
Al igual que Mario Samper, Silvia Meléndez conoció de cerca el trabajo de Carolyn Hall, siendo parte del equipo de investigadores detrás del Atlas Histórico de América Central; además de esta influencia académica, su obra investigativa y labor docente han estado permeadas por su padre, el historiador Carlos Meléndez, de modo que Silvia Meléndez se forjó como una geógrafa costarricense con un importante bagaje histórico. Como docente e investigadora considera que la Geografía histórica no es una rama de la Geografía sino que toda Geografía es implícitamente histórica porque si la Geografía se dedica a la comprensión de las interrelaciones sociales y ambientales en el espacio, necesariamente tendrá que encontrar explicaciones no solo en el presente, ya que esas interrelaciones se han construido también en el tiempo. A su parecer, toda área de especialidad dentro de la Geografía puede tener, y en efecto tiene, una variante explicativa que profundiza el problema espacial con la variable temporal. Respecto a las relaciones entre Historia y Geografía, comenta:
ambas disciplinas han tenido un desarrollo paralelo hasta hace unos pocos siglos (...) La diferencia radica en que una ordena los fenómenos en el tiempo y la otra en el espacio. A pesar de que el proceso de acumulación y ampliación del conocimiento de los seres humanos ha llevado a una “especialización” de los estudios tanto relativos a los fenómenos naturales como sociales, ambas disciplinas han logrado no solo sobrevivir, sino que además se han consolidado dentro del quehacer académico en la actualidad (Meléndez, 2008, 18).
En tanto asume la unidad de la Geografía y su carácter intrínsecamente histórico, para Meléndez las fuentes de información de la Geografía histórica van mucho más allá de las documentales, de modo que, además lo enseñado por Hall y Samper, incluyó en sus cursos bases de palinología y dendrocronología como formas de rastrear cambios ambientales y modificaciones antrópicas en diferentes paisajes, así como el uso de imágenes satelitales y la consideración de información lingüística para determinar posibles patrones de ocupación a partir de la glotocronología. En términos investigativos, Meléndez estuvo más cerca de personas historiadoras, participando en una publicación con Chen, Malavassi y Viales referente a estudios regionales (Meléndez, 2008); discutiendo con Patricia Clare acerca de las relaciones entre Historia ambiental y Geografía histórica (Clare & Meléndez, 2012); y analizando la influencia italiana en América junto a Carmela Velázquez y Elizeth Payne, aportando un análisis de mapas italianos de los siglos XVI y XVII (Velázquez, Payne y Meléndez, 2012). Al igual que sus predecesores, Silvia Meléndez desarrolló trabajo de campo en sus cursos, con giras al Monumento Nacional Guayabo, Nueva Cinchona, San Juan de Naranjo y al Valle de los Santos.
Meléndez incentivó a sus estudiantes a considerar el territorio nacional como una construcción sociohistórica al cuestionar las ideas que el Estado-nación ha elaborado en diferentes etapas acerca de la geografía costarricense, discurriendo sobre los usos que la educación institucionalizada hizo de la producción cartográfica, de la supuesta homogeneidad racial, de la biogeografía y de los modos de vida como bases para un imaginario costarricense en el siglo XIX (Meléndez, 2004). Zusman, Aguilar y Delgado (2012) consideran este como uno de los aportes destacables de la Geografía histórica latinoamericana: la comprensión de procesos de formación territorial.
Al considerar la cartografía producida en otros tiempos como una fuente de información, Meléndez dio cabida al análisis crítico de la producción de mapas, enfatizando en los intereses políticos y en la influencia geográfica de la imaginación de viajeros que imprimían versiones distintas sobre un mismo espacio. También consideró los procesos históricos de ocupación a partir de migraciones, particularmente en el Pacífico Sur del país (Morera & Meléndez, 2017), y su proyecto de graduación de Maestría en Geografía con énfasis en Ordenamiento territorial relativo a amenazas naturales, le llevó a indagar en el análisis histórico de desastres (Meléndez, 1997).
Tanto Mario Samper3 como Silvia Meléndez4 estudiaron en la unificada Escuela de Historia y Geografía, de modo que su sensibilidad por una y otra disciplinas se debió en mucho al desarrollo cercano que implicó que los Departamentos formaran una misma unidad académica, particularidad que no alcanzaron los estudiantes de Geografía que ingresaron a la carrera después del año 1997 en la Universidad de Costa Rica.
Si Mario Samper se distingue por ser un historiador cercano a la Geografía y Silvia Meléndez una geógrafa con formación en la disciplina histórica, Anthony Sibaja como geógrafo se ha aproximado a la Antropología y la Arqueología. Esta mixtura ha contribuido a una perspectiva más humanista y cultural en la enseñanza y la investigación en Geografía histórica. Sauer insistió en la importancia de fundamentar toda Geografía humana en la «disciplina hermana» de la Antropología y en la comprensión arqueológica de la cultura: “Existe, en efecto, una dimensión específicamente geográfica en arqueología: aquella que se refiere a la completa distribución de los rasgos de una cultura, y a la reconstrucción de sus patrones de poblamiento y su geografía económica” (Sauer, 1967, 8).
Como parte de los contenidos de sus cursos y en las publicaciones acerca de la Geografía histórica de América Central, Carolyn Hall partía espacio-temporalmente de las culturas antiguas de la región, echando mano del conocimiento arqueológico y etnohistórico del momento; dedicó una sección completa del Atlas a las culturas prehispánicas (Hall & Pérez, 2003) y llamaba la atención acerca de las oportunidades en el intercambio disciplinar Geografía-Arqueología (Hall, 1989). Así, Sibaja vendría a complementar interdisciplinarmente aquel período que Hall y Samper trabajarían desde la frontera entre Historia y Geografía, dedicando una temática particular del curso a la arqueología y etnografía del paisaje, tanto en términos teóricos como en posibles vías metodológicas y visitas a colecciones antiguas del Museo del Jade y sitios arqueológicos como parte de la planeación de los cursos. La investigación sobre el paisaje cultural ferroviario de Turrialba (Sibaja, 2018) y el análisis del paisaje de Peralta (Sibaja & Blanco, 2023) dan cuenta del uso de las fuentes orales y metodologías cualitativas de investigación aplicadas por Sibaja para la comprensión de configuraciones geográficas pasadas.
Siguiendo las ideas de Silvia Meléndez sobre los aportes geográficos a la construcción de la identidad nacional, Sibaja ha incursionado en las formas en que el Estado costarricense ha conceptualizado la naturaleza como símbolo de identidad, a la vez que promueve en el curso cuestionamientos a las ideas aparentemente inequívocas que en la actualidad se tiene de lo natural, posicionando la explicación histórica coyuntural como necesaria para deconstruir discursos contemporáneos sobre fauna, flora y paisajes en Costa Rica5.
El trabajo de campo como práctica consolidada en la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica, en el marco de los cursos impartidos por Sibaja, ha planteado la posibilidad de aproximarse a comunidades que han resignificado valores patrimoniales del paisaje para incorporarlos a las actividades económicas y al imaginario local, tales como las antiguas estaciones ferroviarias de Jesús María y Peralta de Turrialba, el Casco Antiguo de la Ciudad de Panamá, El Castillo de la Inmaculada Concepción de María en Río San Juan, Isla Chira y el Monumento Nacional Guayabo. Las prácticas de gestión local de patrimonio analizadas en el contexto del aula y en el trabajo de campo han estado influencias por la participación de Sibaja en la sección costarricense del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS). Por demás, Sibaja considera fundamental el trabajo de campo, pues resignifica la investigación geográfica que confronta a la persona investigadora con sus fuentes y métodos (Sibaja, 2021).
La trayectoria investigativa y docente de las personas encargadas de impartir el curso, nos da luces acerca de las temáticas que han conformado la Geografía histórica en las aulas de la Universidad de Costa Rica. En la Tabla 2 se sintetizan los contenidos que cada docente trató en sus lecciones en el período de estudio.
Tabla 2. Contenidos recurrentes en los programas del curso «Geografía histórica» por período docente (1974-2024).
Carolyn Hall (1974-1998) |
Mario Samper (1999-2006) |
Alcances y contenido de la Geografía histórica. Fronteras entre Geografía e Historia. Enfoques divergentes (positivismo, estructuralismo, humanismo). Periodización y regionalización. Continuidad y cambio; mundo cambiante. Fuentes de información. Análisis estadístico. Crítica de fuentes y técnicas de análisis. Evolución de culturas y sociedades. Relevancia, investigación aplicada y herencia cultural. |
Estatuto disciplinar y objeto de estudio. Diferentes enfoques. El tiempo en el análisis geográfico. Visión de procesos temporales. Geografía histórica de procesos naturales y sociales. Geografía histórica urbana y rural. Fuentes de información. Herramientas metodológicas de la Geografía histórica. Investigación básica y aplicada. Conservación histórica. |
Silvia Meléndez (2007-2013; 2015-2016) |
Anthony Sibaja (2014, 2017-2024) |
Orígenes y objeto de estudio. La Geografía histórica anglosajona. La Geografía histórica francesa. La Geografía histórica latinoamericana. La Geografía histórica en Centroamérica. Fuentes y métodos. Relaciones entre Historia ambiental y Geografía histórica. Auge de los estudios ecológicos. Deslizamientos, erupciones, terremotos, etc. Poblamiento, migraciones, nación y territorios. |
Objeto de estudio de la Geografía histórica. Procesos temporales en Geografía. La Geografía histórica anglosajona. La Geografía histórica francesa. La Geografía histórica latinoamericana. Fuentes y técnicas de análisis. Cambio de uso de la tierra. Estudios de memoria y olvido. Territorio e identidad; estudios de toponimia. Concepciones contextuales sobre naturaleza. Geografía, Arqueología y patrimonio. |
Fuente: Elaborados por Hall (1977-1998), Samper (1999-2006), Meléndez (2007-2013, 2015, 2016) y Sibaja (2014, 2017-2024).
Existe un tronco común en cuanto a la formación que ha ofrecido el curso, a saber la discusión de su objeto de estudio dentro de la Geografía o en la frontera entre la Geografía y la Historia, así como el reconocimiento de tradiciones que preceden a la Geografía histórica latinoamericana. Mientras Hall los denomina por sus paradigmas (positivista, estructuralista, humanista) y Samper por enfoques, Meléndez y Sibaja optaron por hacer referencia a las escuelas de pensamiento ubicándolas en el Norte y el Sur globales. Como se comentó, los autores que sustentan las bibliografías han variado en el tiempo, de modo que la revisión en diferentes momentos se centró más en las tradiciones británica y estadounidense, transicionando poco a poco a una perspectiva mucho más diversa y compleja hasta la consideración de variedad de estudios latinoamericanos.
Un segundo contenido en común está dado por la crítica a fuentes de información. Nótese que desde el inicio se consideran fuentes primarias de diverso tipo. Bajo diferentes modalidades, las personas docentes han incluido en la evaluación de los cursos una investigación con fuentes primarias y secundarias, a veces transversalizadas por trabajo de campo autónomo. El fin ha sido familiarizar al profesional en Geografía con el uso y manejo de fuentes y técnicas más bien aprovechadas por otras disciplinas, que enriquecen la comprensión del espacio geográfico al plantearse preguntas pertinentes dentro de un cuerpo teórico consistente (Hall, 1989).
Se distinguen otros dos bloques temáticos: uno relacionado con los procesos de cambio geográfico y otro con posibilidades de aplicación de la Geografía histórica. En cuanto al primero, Hall, Samper y Sibaja invitan a la reflexión sobre la consideración del tiempo en los estudios Geográficos, pero desde diferentes conceptos: continuidad, cambio, dinámica, proceso, evolución, desarrollo; cada término tiene, claro está, una connotación diferente según proceden de tradiciones divergentes (Mendizábal, 2013). Meléndez opta por plantear estudios de caso particularmente abordados desde la Geografía física y humana. La aplicabilidad del área disciplinar se ha centrado en estudios de planificación y gestión patrimonial (herencia cultural en Hall, conservación histórica en Samper).
Finalmente, cada docente según sus líneas de investigación, ha introducido temáticas propias que ilustran los debates contemporáneos en que se encuentra contextualmente la disciplina, o entablando relaciones teóricas con otras áreas del saber: Samper distingue procesos de investigación en espacios rurales y urbanos; Meléndez considera la proximidad de la Geografía histórica a la Historia ambiental y a los estudios ecológicos; y Sibaja introduce los estudios de memoria, identidad y toponimia, algunos de los cuales eran subyacentes, mas no evidentes en los programas de cursos anteriores.
Si bien en el Norte Global la Geografía histórica se robusteció bajo nuevos paradigmas a mediados del siglo XX, en América latina las nuevas tendencias fueron incorporándose unos 20 años después, siendo la década de 1970 la que reunió las condiciones institucionales y académicas para el establecimiento de la disciplina. Así como en otros países influyó el trabajo de personas investigadoras extranjeras, la figura de Carolyn Hall fue trascendental en la consolidación de una tradición geográfica consciente de la explicación temporal. Dada su formación, durante su función como docente predominó la perspectiva británica de la Geografía histórica, así como la norteamericana, privilegiando autores y tendencias del Norte Global, donde se concentraban las discusiones acerca del método y la epistemología de esta forma de hacer Geografía.
Habría que esperar al menos tres décadas para que otras bibliografías, más diversas en cuanto a corrientes de pensamiento, formaran parte del programa de Geografía histórica en la Universidad de Costa Rica. A partir de 2006 los cursos involucran cada vez más las voces latinoamericanas, los aportes de más disciplinas y de mujeres investigadoras, aunque a la fecha sigan primando los estudios llevados a cabo por geógrafos hombres.
Destacamos la influencia que la persona docente tiene en la estructuración de un curso, guiada por su labor profesional e investigativa. Así, Carolyn Hall nutrió la discusión teórico-epistemológica, explicó históricamente a Costa Rica a través de las transformaciones impulsadas por la economía del café y aportó a la comprensión profunda de América Central como región. Su obra sentó las bases, en términos generales, para las rutas que la Geografía humana en general seguiría en la Universidad de Costa Rica. Por su parte, Mario Samper y su comprometido abordaje del mundo rural profundizó en los procesos de colonización agrícola, los retos de productores ante el policultivo y la tecnificación del campo; en buena medida sus aportes dieron continuidad a las discusiones planteadas en el curso por Carolyn Hall, mas diversificando la bibliografía al ampliar las especialidades disciplinarias por discutir en el contexto del aula.
Silvia Meléndez coadyuvó a fortalecer los aportes de diferentes escuelas de pensamiento, destacando la producción latinoamericana en esta área de estudio; incluyó los debates teórico-epistemológicos que diferencian y unen a la Historia ambiental con la Geografía histórica y los estudios ecológicos; y a partir del análisis de cartografías pasadas planteó cuestionamientos a la construcción imaginada del territorio nacional. Anthony Sibaja, relacionando Geografía y Antropología, ha complejizado las relaciones entre territorio e identidad, retomando el paisaje cultural como objeto de estudio de una geografía genética.
La enseñanza de la interdisciplina Geografía-Historia a partir de un curso como espacio de discusión de teoría, método y epistemología durante medio siglo, encuentra sentido dentro de un proyecto académico consciente de las interdependencias entre espacio y tiempo. Si consideramos coherente el pensamiento de Henry Clifford Darby planteado al inicio de esta reflexión, el fin de la comunidad geográfica en Costa Rica debería ser la consecución de una Geografía íntegra, una que sostenga a la Geomorfología como una de sus bases, sin obviar los aportes que la Geografía histórica como su otro bastión; ambas cuestionan el presentismo del espacio y profundizan en diferentes aspectos de nuestras realidades. A la fecha de publicación de esta reflexión ambas disciplinas forman parte de la malla curricular del Bachillerato en Geografía de la Universidad de Costa Rica6. De sostenerse, ambas continuarán aportando a la formación de profesionales capaces de explicar espacios, paisajes, territorios, lugares y regiones, y el conocimiento situado que la variable temporal ofrece para proyectarnos desde y sobre ellos.
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1 Licenciado en Geografía, Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica, anthony.sibaja@ucr.ac.cr
2 Celín Arce explica que la libertad de cátedra implica la “libertad de transmitir los conocimientos, ideas y convicciones científicas que se estimen a bien (...) así como el profesor universitario, le asiste el derecho a la libertad de investigación, también le asiste el derecho de escoger los métodos pedagógicos que estime más conveniente para transmitir su ciencia y sus conocimientos. (...) Supone la libertad de cátedra el derecho de expresar las ideas y convicciones científicas que asume cada profesor en el ejercicio de las actividades docentes, específicamente en el programa de la asignatura a cargo del docente universitario” (Arce, 2004, 79, 81).
3 Bachiller en 1977 y licenciado en Historia en 1979 por la Escuela de Historia y Geografía de la Universidad de Costa Rica.
4 Bachiller en Historia en 1979, bachiller en Geografía en 1982 y egresada de la licenciatura en Geografía de la Escuela de Historia y Geografía de la Universidad de Costa Rica en 1984.
5 Actualmente Sibaja trabaja en la investigación “Naturaleza e identidad: discursos estatales sobre la fauna costarricense a través de la construcción de símbolos nacionales (1977-2024)”, adscrita a la Escuela de Geografía de la Universidad de Costa Rica.
6 La reciente reestructuración del Plan de Estudios del Bachillerato en Ciencias Geográficas de la Universidad Nacional incorporó el curso «Geografía regional», revalorizado una tradición de corte historicista e integrador que estructuralmente ha sido desplazada por la tecnificación de la disciplina. La revisión de la malla curricular emprendida por la Universidad de Costa Rica en 2023 conserva aún el curso Geografía histórica.
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