Revista de Historia
N.º 80 • ISSN: 1012-9790 • e-ISSN: 2215-4744
DOI: http://dx.doi.org/10.15359/rh.80.5
Julio - Diciembre 2019
Fecha de recepción: 01/08/2019 - Fecha de aceptación: 06/09/2019

MARIO SAMPER Y EL SURGIMIENTO DE UNA TRADICIÓN DE HISTORIA AGRARIA

MARIO SAMPER: PIONEER OF AN AGRARIAN HISTORY TRADITION

Wilson Picado Umaña *

Resumen: Este artículo realiza un balance de la obra historiográfica de Mario Samper. Su objetivo es analizar la evolución de sus estudios agrarios, brindando una especial atención a su investigación sobre colonización agrícola y campesinado, así como la historia del café en Costa Rica, América Central y América Latina.

Palabras claves: Mario Samper Kutschbach; historia rural; historia agraria; café; tradición historiográfica; historia aplicada; Costa Rica; América Central.

Abstract: This article assesses the academic work of the Costa Rican historian Mario Samper. It analyzes the evolution of his research on Agrarian History, focusing in his studies on peasant-farmer settlement and peasant economy. Finally, it reviews his research on the history of coffee-growing areas in Costa Rica, Central America and Latin America.

Keywords: Mario Samper Kutschbach; Rural History; Agrarian History; Coffee; Historiographical Tradition; Applied History; Costa Rica; Central America.

Introducción

Es poco conocido un artículo publicado por Mario Samper en la Revista Abra, en 1980, con el título “El oficio del historiador social”.1 Escrito a la manera de un balance historiográfico y conceptual. Este trabajo tenía como objetivo abordar el problema de la especificidad de lo social, evaluando críticamente los determinismos vinculados con el análisis de base material, entonces dominantes en ciertos ámbitos, tanto como aquellos enfoques que contemplaban lo social como un campo aislado del cambio económico, político o cultural, estrictamente destinado al estudio de los movimientos populares. Si bien podría tratarse de una reflexión “hija de la época”, el texto de Samper contiene una serie de tesis que adquieren una especial resonancia con el paso de los años, una vez que se comprenden en el marco de su evolución historiográfica. Destacaremos tres en particular. En primer lugar, su interés por reivindicar una “historia centrada en los procesos de relación social”, entendida como “parte constitutiva” de una totalidad social compuesta por elementos económicos, políticos y culturales. Para Samper, dicha historia haría las veces de una “historia puente” entre estas dimensiones y el análisis de lo “específicamente social”.2 En segundo lugar, el llamado a construir una historia social pensada a partir de sus interacciones con “elementos constitutivos” como los geográficos, técnicos y de relación productiva, capaz de ofrecer “…una síntesis profundizada de las interrelaciones esenciales…”.3 En tercer lugar, y relacionado con lo anterior, la advertencia de que una historia con afán de síntesis requiere, en el marco de una saludable especialización, del intercambio continuo con otros campos de la historia y de otras disciplinas sociales para comprender con amplitud el hecho social.4

Este artículo es una fuente útil para identificar un conjunto de huellas que han distinguido el trabajo de Samper en el campo de la historia agraria. Es relevante, primero que todo, para evidenciar el sello social de su investigación. Es decir, su interés por escribir una historia social agraria, concentrada sistemáticamente en el análisis espacial y técnico –diríase en este caso, agroecológico–, pero con la mirada siempre puesta en los actores sociales y su capacidad de “agencia”, fueran estos los grupos campesinos, políticos o empresarios. En otro orden, una historia en búsqueda de vínculos explicativos –y no deterministas– entre el cambio social, el cambio geográfico y el cambio tecnológico, para citar dos casos dominantes de “elementos constitutivos” en los estudios de Samper. Una historia pensada desde el ideal de comprender el cambio socioecológico como una interfase existente entre la acción humana y el mundo biofísico, tanto como una interfase entre la práctica cultural, la lógica productiva y el mundo del poder. En consecuencia, una historia preparada técnicamente, apropiada del lenguaje y de las metodologías requeridas para estudiar dichas interfases, con una cultura académica dispuesta al diálogo y al debate con sectores científicos y campesinado, portadores de distintos utillajes teóricos y metodológicos.

En las siguientes páginas realizaremos un balance de la obra de Mario Samper, tratando de seguir la evolución de estas huellas en sus escritos. Preparar un balance de esta naturaleza es una tarea compleja. Samper cuenta con un acervo extenso y diversificado, con investigaciones sobre colonización agrícola y campesinado, así como estudios cafetaleros sobre unidades de producción, tecnología y mercados internacionales. Ha publicado acerca de fuerzas políticas, tradiciones ocupacionales, análisis prospectivo, conocimiento campesino y desarrollo rural, entre otros. Y es, antes que nada, una obra en desarrollo, como el propio Samper lo advertiría. Aunque no ha estado vinculado laboralmente con la academia, en la última década ha tenido una activa participación en la gestión y coordinación de iniciativas de desarrollo territorial y agricultura familiar en América Central y América Latina. Y como es de suponer, sobre estos temas ha escrito también en una cantidad apreciable. Por lo anterior, hemos optado por una vía arbitraria para realizar este balance. Nos interesa analizar su obra dedicada a la historia agraria y, particularmente, a dos grandes líneas de trabajo, más o menos evidentes en su trayectoria: la investigación sobre el noroeste y los estudios acerca del café. Según nuestro parecer, en la producción científica asociada con estas líneas es posible encontrar los fundamentos que permitieron el surgimiento de una tradición de estudios agrarios y rurales en la comunidad historiográfica de Costa Rica, arraigada con particular profundidad en la Escuela de Historia de la Universidad Nacional.

El noroeste y la transición al capitalismo agrario

Los primeros estudios de Samper se concentraron en el impacto del desarrollo del “capitalismo agrario” en la estructura socioocupacional de Costa Rica entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.5 Publicados a finales de la década de 1970, estos formaron parte de un conjunto de debates historiográficos situados en torno al ritmo y la intensidad de la transición al capitalismo en la sociedad costarricense.6 Pero también dedicados a comprender las tonalidades del proceso de proletarización y, en este caso, en entender la complejidad que dicha transición tuvo en el trabajo urbano y rural. Su conocido artículo acerca de los “productores directos” es una lectura, en el largo plazo y bajo múltiples dimensiones, de la transformación socioeconómica de Costa Rica entre 1840 y la crisis de 1930.7 Samper recorrió el siglo XIX resaltando el impacto que tuvo el auge cafetalero sobre la estructura productiva del país, así como el desarrollo de la economía bananera en las últimas décadas del siglo. Y llegó al siglo XX destacando la integración plena de la economía nacional al mercado mundial tanto como la “conformación clasista” que se había derivado de dicha integración, reflejada “parcialmente” en los datos del Censo de 1927.8 Tomando nota de las posiciones teóricas e ideológicas de Facio, Cerdas, Vega y Stone, entre otros estudios clásicos del debate sobre la democracia rural,9 Samper construyó una interpretación de la transición al capitalismo, abarcando no solamente los cambios en la estructura productiva, sino también considerando las dinámicas de clase, así como las fuerzas políticas y sociales que se articularon a lo largo del período, e incluso, leyendo las implicaciones de estos cambios sobre la lucha social y la organización de los grupos trabajadores. El surgimiento y consolidación del capitalismo, ocurrido “en el campo y no en la ciudad”,10 era entendido por Samper como un proceso integral y, antes que nada, social.11

Dicho artículo anticipaba una especial atención sobre la cuestión geográfica y por el denominado “problema campesino”. Además de abordar la distribución espacial de los grupos ocupacionales, Samper explicó el funcionamiento de la estructura productiva mediante la inclusión de aspectos tales como la renta del suelo, el peso de las condiciones agroecológicas y la lógica de los sistemas de cultivo.12 En el café, estos elementos parecían ser relevantes para entender la naturaleza de las relaciones sociales de producción conformadas a lo largo del período en estudio. La proletarización y la situación de los grupos pequeños propietarios la analizó haciendo uso de una perspectiva “transterritorial”, asociando la presión sobre la tierra y la proletarización en regiones urbanas, con las dinámicas imperantes en zonas de frontera agrícola y de producción bananera.13 Por otra parte, la diversa y compleja situación del campesino costarricense durante esta coyuntura, sobre todo de aquel vinculado con el café, lo llevó a contrastar dicha realidad con los debates teóricos sobre el campesinado, al mismo tiempo que lo condujo al análisis de fuentes censales y a la formulación de hipótesis para entender esa aparente contradicción entre “la vitalidad del capitalismo agrario” y “la persistencia de la pequeña propiedad” en Costa Rica.14

Territorio, campesinado y agricultura familiar ocuparon, desde entonces, un espacio privilegiado para Samper. En la década de 1980, buena parte de sus publicaciones estuvieron dedicadas a comprender la evolución del campesinado en el noroeste del Valle Central de Costa Rica, manteniendo la atención sobre la teoría y la base empírica, a la vez que proponiendo modelos de especialización productiva y mercantil.15 La selección del noroeste era más que oportuna para los objetivos de Samper. Se trataba de una región que estaba en el margen de la dinámica del Valle Central. En esta se mezclaban los efectos más acentuados de la transformación en las relaciones sociales de producción, con la persistencia de formas híbridas y aún no mercantilizadas, propias del umbral de una frontera agrícola en expansión. Era tanto una “región intermedia”16 como una “ruta migratoria”.17 Un laboratorio ideal, en todo caso, para mirar los múltiples matices de la economía campesina y sus contradictorias estrategias de sobrevivencia, oscilantes entre la especialización en café, caña o granos y el uso estacional del trabajo asalariado, ya ofreciéndolo como contratándolo; pero subordinada ya a los entes beneficiadores de café y al capital en general.

La historia del noroeste representa un ejemplo de una buena historia regional sin ser pensada como tal.18 Antes que considerar al noroeste como una región preexistente, los estudios de Samper problematizaron la representatividad territorial y la contrastaron mediante el análisis de datos demográficos, fenómenos migratorios y de uso del suelo.19 La construcción de tipologías de unidades de producción permitió al autor estudiar la distribución espacial de las unidades según su tipo, a la vez que entender, en la escala de la finca, los usos del suelo y las estrategias productivas.20 Detrás de la descripción de las asociaciones de cultivo o del papel de la ganadería, estaba el interés por explicar la relación entre el territorio y la diferenciación social entre el campesinado, así como entender las “formas técnicas y sociales de organización del trabajo”.21 Además de la cuestión territorial, estos trabajos evidenciaron la importancia del análisis generacional para comprender, en la escala micro, las grandes transformaciones ocurridas en una región a lo largo de casi un siglo. Mediante el uso de fuentes censales y mortuales, se identificaron los cambios en la estructura socioocupacional, así como las variaciones en las estrategias productivas y reproductivas de las unidades en el largo plazo.22

En esta frontera, Samper analizó con detalle la dinámica del policultivo, resistente a la supuesta e inevitable especialización productiva derivada de la expansión del capitalismo. Dicha especialización, antes que concentrarse en el café, se había desarrollado en la región a partir de la presencia de binomios como el del café y la caña de azúcar, así como a través de la persistencia de los cultivos de frijol y maíz.23 La aparente contradicción entre especialización y diversidad agrícola no podía explicarse mediante criterios económicos en sentido estricto, sino más bien a través de la comprensión de las lógicas internas de los sistemas de producción. En este escenario, el policultivo aparecía como una vía óptima y eficiente para el manejo y la distribución plena de la mano de obra familiar a lo largo del ciclo productivo, ajustando los “picos de trabajo”, tanto como aprovechando los períodos con baja demanda de este. Evidenciaba, asimismo, la utilidad de la rotación y la asociación de cultivos para favorecer la recirculación de nutrientes en los suelos, así como para disponer de biomasa para el alimento del ganado vacuno o porcino y, claro está, para la producción de leña. La racionalidad del policultivo, si bien era económica, era además socioecológica.

Detrás del noroeste había una historia agraria microanalítica que, sin embargo, no perdía por ello su capacidad para la interpretación global: en el pequeño cosmos de una finca policultivista del noroeste bien podían reflejarse los patrones económicos y socioecológicos que explicaban la permanencia de la agricultura familiar en el Valle Central y en sus márgenes. Era una historia dedicada a entender los procesos históricos más allá del tiempo corto, vinculando las historias de familias, hijos, hijas y migrantes a partir de las trayectorias transgeneracionales. Pero también vinculando las historias de fincas, pueblos y regiones mediante la trayectoria de los territorios. La base empírica y la arquitectura teórica estaban entrelazadas en estos estudios. La teorización era necesaria para clarificar la búsqueda y la lectura de fuentes, del mismo modo que la base empírica les daba sentido concreto a las interpretaciones. Especialmente relevante fue la teorización alrededor de la economía campesina y la dinámica de la frontera. La comprensión del campesinado era esencial para explicar la “gama de vinculaciones contradictorias”24 existente entre los pequeños grupos productores y el capital, mientras que el abordaje de la frontera con sus dinámicas demográficas y territoriales buscaba identificar los motores del desplazamiento humano, su dispersión y concentración, así como sus consecuencias sobre el uso de la tierra y la mano de obra.

Para lo primero, la reflexión acerca de las teorías de estudios como los de Chayánov fue indispensable, así como la revisión de trabajos de A. de Janvry y J. de Vries, entre otros. Chayánov aportaba tres elementos que resultaron de especial ayuda para el análisis de Samper.25 Primero, la crítica a la existencia de una racionalidad estrictamente económica entre el campesinado. La toma de decisiones, la organización de su finca y sus relaciones con el mercado obedecían en realidad a una mezcla compleja de factores comerciales, claro está, pero asociados, además, con elementos sociales y ecológicos. Segundo, la especialización productiva era el resultado de un balance de riesgos por parte de las unidades de base familiar, las cuales apostaban por ella cuando encontraban un producto con condiciones de mercado favorables, sin renunciar por ello a la diversidad en el uso del suelo. Tercero, si había una racionalidad campesina que trascendía al mercado, también había una racionalidad campesina en el uso del tiempo que explicaba, a su vez, el predominio del policultivo, tal y como se explicó anteriormente. Por otra parte, de Janvry y de Vries constituyeron la fuente para la elaboración de los modelos de especialización productiva y la construcción de las tipologías de unidades productivas de base familiar.26 El campesinado, si bien se caracterizaba por guiarse en función de racionalidades complejas, era un grupo diferenciado con lógicas en común; pero también con distintos grados de integración al mercado, de diversidad agroecológica y de manejo de la mano de obra. No era solamente un agente económico de mentalidad capitalista ni era tampoco un agente de conflicto directo y continuo con el capital.

La especialización productiva, como problema teórico, estaba relacionada con el problema de la intensificación agrícola en dos sentidos y escalas. Por una parte, en la escala regional, es decir, en el impacto que tenía la presión demográfica sobre el poblamiento de la frontera y la evolución de los sistemas agrarios. Y por la otra, en la escala de la finca: en el efecto de la presión demográfica sobre la propiedad familiar y los usos del suelo, a la vez que en su incidencia en la organización de los sistemas de herencia y los patrones migratorios. Tanto en un sentido como en el otro, Samper acudió a Boserup para desarrollar sus interpretaciones. El noroeste ofrecía una historia que, en apariencia, confirmaba algunas de las ideas de esta economista, como también las matizaba.27 La presión demográfica, derivada de las oleadas migratorias y la fragmentación territorial de las fincas, había favorecido la intensificación productiva al interior de las unidades mediante el cultivo del café y la caña de azúcar, reorganizando espacial y agroecológicamente los sistemas de cultivo alrededor del grano. Pero se trataba de una intensificación que no era producto único de la presión poblacional, sino también era el resultado del proceso de integración al mercado. Su contradictoria coexistencia con el policultivo era, a su vez, el efecto de la complejidad que imperaba en la lógica de producción de tipo familiar, oscilante entre tomar el riesgo de la conexión directa con el mercado a través del grano, al mismo tiempo que mantener plantas que ofrecieran alimentos y energía para la familia, los animales de corral y los suelos.

Los servicios historiográficos derivados del anterior trabajo teórico fueron múltiples. Por una parte, el estudio del noroeste reafirmó a la agricultura familiar como un actor histórico preponderante en el cambio productivo y socioecológico de la Costa Rica de finales del siglo XIX y del siglo XX en general. La problematización de la “vía familiar”, constantemente presente en Samper, ayudó a clarificar el debate sobre el contenido social del campesinado. O, cuando menos, ajustó los márgenes del debate conceptual para el caso costarricense en lo que se refiere a la dinámica de la producción cafetalera y, quizás, cañera, donde la semántica de lo campesino era difusa y, en cambio, visible la connotación familiar. En una época donde el debate en torno a lo campesino mostraba, con marcado simbolismo, las divergencias existentes entre la base empírica histórica, la ideología y los textos del mundo académico europeo y estadounidense, la investigación de Samper aportó parámetros para la comparación, así como matices para la diferenciación latitudinal entre grupos agricultores, campesinos y “granjeros”, entre fincas y “granjas”. En otra línea, y sin pretender extrapolar, la reflexión sobre la evolución de las unidades productivas de tipo familiar en el siglo XIX hizo un gran servicio a la historia agraria que se dedicó, en las décadas de 1990 y 2000, al análisis de la adopción de la Revolución Verde durante la segunda mitad del siglo XX. La versatilidad de la unidad familiar, constatada en la historia, puso sobre aviso a la historia contemporánea que esperaba encontrar una exclusión radical y un empobrecimiento generalizado en los procesos de tecnificación agrícola de la segunda mitad del siglo XX.

El café como prisma social28

La obra de Samper está caracterizada por la presencia continua de balances teóricos, metodológicos e historiográficos.29 Uno en particular, publicado en 1989, nos permite enlazar sus estudios sobre el noroeste con la investigación más conocida alrededor de la historia del café y los procesos sociopolíticos conexos.30 Pensado para evaluar la historiografía agraria concentrada en el período 1830-1950, el balance repasó la bibliografía publicada hasta ese momento tomando como base de análisis cinco núcleos temáticos: la caracterización de la sociedad rural en el marco del desarrollo agroexportador, el peso de los factores socioeconómicos en el cambio agrario, la evolución de las unidades productivas, los procesos de conflicto sociopolítico y el posible futuro de la investigación en historia agraria.31 Nos interesa resaltar aquellas observaciones de Samper que, de alguna manera, adelantaron el tipo de trabajo que desarrolló durante la década de 1990 y que señalaron, años después, una agenda de investigación para los nuevos equipos de investigación agrarista, formados entre finales de la década de 1990 y la década de 2000, muchas veces bajo su propia tutela.

En su balance, Samper advirtió acerca de la recurrencia de investigaciones en temas de acceso a la tierra y colonización, así como la necesidad de integrar el análisis demográfico a partir de fuentes parroquiales, con las dinámicas productivas en regiones situadas fuera del Valle Central.32 Por otra parte, reivindicó la investigación de procesos como las relaciones de parentesco y la estructura familiar, además del papel de la mujer y los niñez en el cambio rural.33 También reclamó una mayor atención sobre la incidencia de los factores geográficos en el cambio agrario que, a su parecer, hasta ese momento había tenido un “tratamiento limitado”.34 Lo pensaba seguramente en términos espaciales como también en el sentido del análisis de las relaciones entre la tierra, los bosques y los sistemas ganaderos, en una perspectiva agroecosistémica, ya no solo agrícola.35 Idéntica preocupación planteaba sobre los procesos de cambio tecnológico, con una atención escasa en medio de las investigaciones sobre producción agrícola y tenencia de la tierra.36 Finalmente, Samper hizo un llamado a escribir una historia agraria con afán de comparación, que permitiera contemplar las diferentes condiciones técnicas, sociales y políticas en las cuales se ha desarrollado, por ejemplo, la caficultura en América Latina. Una historia comparada como mecanismo de prevención “contra el espejismo de la singularidad histórica”.37 Varias de las observaciones incluidas en este balance encontraron su lugar en los estudios cafetaleros de la década siguiente.

La producción de Samper relativa al tema del café, o, mejor dicho, al fenómeno cafetalero, es extensa y diversa en varios sentidos. Se trata de un acervo publicado sobre todo en la década de 1990 e inicios de los años 2000 en revistas nacionales e internacionales de Colombia, Francia, Guatemala y Nicaragua, entre otros países. Está compuesto, además, por ponencias, informes y libros publicados de igual manera dentro y fuera del país. No es una producción única o aislada, sino más bien fue escrita al mismo tiempo que otros estudios destinados a temas tales como la transición al capitalismo agrario en Costa Rica,38 análisis prosopográfico,39 oficios tipográficos y tradiciones ocupacionales,40 fuerzas sociopolíticas e historia política,41 circulación de saberes entre el campesinado,42 desarrollo rural en la región Huetar Norte43 y relaciones entre prospectiva e historia,44 entre otros.

La pesquisa sobre el grano revela un mosaico de temas, temporalidades y metodologías. La comprensión histórica del policultivo es un artículo clásico que muestra un balance comparado de la evolución de los paisajes del café en Centroamérica.45 Es un estudio que aborda históricamente el paisaje cafetalero desde tres dimensiones: la geográfica, la social y la agroecológica. La descripción de la presencia pionera del café entre bosques, potreros y tierras de labranza en el siglo XIX demostró la interacción existente entre una frontera agrícola en expansión en Centroamérica y una frontera cafetalera al rezago; pero que, poco a poco, se abría paso mediante la construcción de caminos. Al mismo tiempo, una frontera, la cafetalera, que ya definía el umbral social y político de la producción, fijando las reglas del uso y explotación de la mano de obra, tanto como la privatización de la tierra. Y aunque rústica y distante, era ya una frontera vinculada con los mercados regionales y globales del café. En la micro realidad, el análisis del policultivo evidenció la importancia de comprender los umbrales biofísicos de la producción agrícola y de explicar, en términos históricos, la estrecha relación existente entre la organización del espacio y de los sistemas de cultivo, con la lógica de producción familiar y las estrategias de adaptación al mercado tanto como a la dinámica ecológica. Dirigiendo la mirada a la pequeña escala, otros estudios de Samper se dedicaron a comprender la evolución de una empresa cafetalera de Costa Rica a lo largo de la década de 1950, aprovechando la disponibilidad de una fuente histórica excepcional.46 Mediante la reconstrucción de los ciclos laborales al interior de la finca, esta investigación permitió analizar, con un grado notable de detalle, “la organización técnica de la producción” al interior de la empresa, como entonces se indicara por su autoría.47

Junto a los estudios técnicos y de base empírica, es posible encontrar balances bibliográficos y de fuentes, escritos en un breve período de dos o tres años. Su contribución a la colección de la Historia general de Centroamérica es una comparación de los “universos sociales” del café en la región a lo largo de seis décadas, entre 1870 y 1930.48 En este capítulo, el café es el hilo conductor utilizado para explicar las transformaciones ocurridas en Centroamérica en dicho período en campos tan diversos como los mercados internacionales, las inversiones, la tierra, el crédito y la mano de obra. Sin embargo, más allá de su visión integral, este trabajo puede ser entendido como una caracterización histórica de los paisajes socioecológicos del café. El autor describió los territorios del grano en Centroamérica y sus relaciones con las dinámicas de la frontera agrícola, las tierras comunales y los sistemas de transporte, a la manera de un sistema integrado de variables, de presiones territoriales y de vínculos sociales, ecológicos y políticos. Al mismo tiempo, en la escala micro, Samper representó las diversas organizaciones técnicas del trabajo tanto como la organización espacial de los sistemas de cultivo, situando al arbusto en una dimensión agroecosistémica. La metáfora del paisaje social del café nuevamente permitió al autor explicar el cambio agroecológico en el café en el contexto de su interacción con los sistemas laborales, las relaciones con las comunidades indígenas y los juegos de poder entre élites y gobiernos. En general, como el mismo autor lo señaló, este capítulo es un análisis fundamental de la reestructuración del espacio económico centroamericano a partir del impacto de la expansión cafetalera.49

En un balance publicado apenas un año después del anterior capítulo, Samper examinó el problema de las relaciones de poder y los conflictos en regiones cafetaleras, en busca de entender la producción cafetalera y sus conexiones con las dinámicas de poder en escala nacional. Esta misma reflexión incluye una agenda de preguntas aún vigente y más que pertinente de atender, veinticinco años después, por parte de la historia agraria.50 En ese mismo período revisó el valor de fuentes históricas como los manuales técnicos sobre café, con un ejemplar estilo hermenéutico.51 Además, preparó un recuento bibliográfico acerca de la caficultura en América Latina y los procesos de cambio tecnológico, el cual incluye una invitación a pensar al café de modo interdisciplinario, cercano a campos hasta entonces extraños para la historia como la agronomía.52 Un texto en el que advierte, en sus páginas finales, que el abordaje histórico del café debe entender al producto “en su justa medida”, sin atribuirle “responsabilidades históricas” no fundadas e inserto en un entramado de funciones productivas y de interacciones humanas; una sugerencia por “descafetizar” los enfoques, según sus propias palabras.53

La década de 1990 fue, en general, un período de intensa actividad. Entre la publicación del libro derivado de su tesis doctoral en ese mismo año, y 2001, preparó casi una decena de libros directamente vinculados con la temática cafetalera. Escribió, compiló y editó estudios comparativos para Centroamérica y América Latina sobre temas de tierra y tecnología,54 dinámica del mercado mundial55 y relaciones de poder en sociedades cafetaleras.56 También publicó estudios específicos sobre Costa Rica, en los que recuperó memorias y testimonios orales de la coyuntura de modernización tecnológica, así como analizó, en el largo plazo, las transformaciones tecnológicas en la caficultura del país.57 Publicó textos de divulgación y estudios con el enfoque de cadenas y abarcó temas novedosos para la época como la construcción histórica de la calidad.58 Hubo tiempo, además, para la publicación de reflexiones metodológicas sobre el estudio del cambio tecnológico desde una visión social e histórica, así como balances en el uso de fuentes nominales y estadísticas.59

Teoría y base empírica se articularon de un modo distinto en la obra cafetalera de Samper respecto a sus estudios anteriores. El debate en función de teorías y estudios no fue explícito como ocurrió en el caso del campesinado, mientras que la base empírica provino de un repertorio diversificado de fuentes y metodologías. Hubo tanto continuidad como innovación teórica entre la historia del noroeste y la investigación del café. El análisis histórico del café se mantuvo atento al objetivo de comprender el rol del grano en el crecimiento agroexportador de Centroamérica, con sus implicaciones sociopolíticas. De esta forma, capitalismo agrario, proletarización y campesinado mantuvieron un peso relevante en el vocabulario analítico de Samper. El policultivo y la agricultura de base familiar ocuparon, a su vez, una posición cada vez más importante. Policultivo se convirtió en un concepto sintético y práctico para la comprensión de la complejidad de la agricultura familiar, tanto como para la comparación entre distintas caficulturas. Este representaba, sintéticamente, en el espacio delimitado de una finca, las relaciones existentes entre la dinámica social –uso de la mano de obra–, la dinámica productiva –mercantilización– y la dinámica agroecológica –sistemas de cultivo y tecnología–. El policultivo era un mapa, en pequeña escala, de una realidad social y ecológica compleja. Así entendido, era una herramienta útil para la comparación entre territorios cafetaleros con pasados y paisajes diferentes.

El estudio del café permitió a Samper reconstruir teoría tanto como fuentes históricas. Menos dependiente de marcos referenciales, Samper diseñó sus propias rutas teóricas y metodológicas en busca de darle historicidad al proceso de cambio tecnológico en el café mediante el estudio comparado de casos, el procesamiento de fuentes censales, así como el trabajo con testimonios y giras de campo. A este respecto, su modelo de “metodologías convergentes” está presente explícita e implícitamente en buena parte de sus artículos y libros publicados en la década de 1990. Este modelo, de base ecléctica, pretendía construir dato e interpretación de un modo convergente, integrando variables, fuentes y metodologías en un solo proceso de investigación.60 Para ello proponía el uso de la triangulación de fuentes y datos, así como la elaboración de tipologías. Reivindicaba el valor de la comparación sincrónica y diacrónica, a la vez que resaltaba la importancia de desarrollar espacios para el intercambio inter y transdisciplinario. Finalmente, y no menos importante, proponía la necesidad de resituar al sujeto “testimoniante” en el proceso de investigación, renunciando a contemplarlo como un sujeto participante pasivo de la investigación, reconociendo y capitalizando, más bien, el sentido y la pertinencia de sus conocimientos particulares y locales.61

El valor de este cúmulo de conocimiento trasciende, evidentemente, la contabilidad de la citación científica y está más bien determinado por su virtud para generar convergencias. Señalaremos tres en particular respecto a los estudios del café. En primer lugar, la convergencia social y de tiempo presente. La investigación acerca del café fue una historia pensada desde el presente y no solo en los términos retóricos de la expresión, sino también de las propias intenciones del historiador o historiadora y de lo que ocurría en el entorno social. El interés sobre la historia del fenómeno cafetalero coincidió con el proceso de ruptura y transformación de los mercados internacionales regulados del grano y fue, por tanto, una historia escrita en tiempos de crisis para las regiones cafetaleras. Era una realidad social convulsa y ante la cual la historia podía ofrecer, al menos, el ajuste de los márgenes temporales del problema. “La reflexión histórica acerca de las interrelaciones entre cambio tecnológico y cambio social en zonas cafetaleras”, apuntaba Samper en 1993, “… permite, cuando menos, comprender mejor un presente esquivo, que, si bien puede ser descrito en términos coyunturales, evade todo intento por explicarlo sin una perspectiva diacrónica de más largo plazo”.62 No era esta tampoco una reflexión realizada en forma aislada, desde una preocupación académica en sentido estricto. Buena parte de esta producción científica surgió y se enriqueció gracias a intercambios y colaboraciones con actores sociales e institucionales situados fuera de la academia como campesinado, líderes de cooperativas, instituciones públicas de investigación, entre otros.

Este intercambio con actores sociales validó a la historia como un conocimiento pertinente para entender el presente. El análisis histórico de los mercados fue una herramienta, bien apreciada por actores sociales, para situar la crisis de 1989 en un contexto de larga duración. Se escapa, de este modo, de explicaciones presentistas y advierte que, vista la dinámica de los mercados a través del tiempo, no se trataría de una crisis coyuntural, sino más bien estructural. En otro sentido, el estudio del policultivo y de los procesos de modernización tecnológica favoreció la creación de espacios de colaboración con profesionales de la agronomía y economistas, así como con los sectores productores de café y líderes del sector.63 De este modo, la interacción a través de estas comunidades y redes, permanentes y coyunturales, legitimó la presencia y la voz de la historia como conocimiento aplicado. La principal beneficiaria de este tejido de contactos sería la siguiente generación historiadora agraria y ambiental.

Pocas veces se toma en cuenta el costo transaccional de una historia agraria de este tipo. La creación de comunidades interdisciplinarias o de redes de intercambio con actores sociales es un proceso que supone un aprendizaje de lenguajes y de logística con un precio elevado en términos de tiempo y de recursos. Es un costo de oportunidad respecto a la labor convencional de la historia. El diálogo y el debate con actores sociales o de otras disciplinas implican el conocimiento y dominio de acervos teórico-metodológicos, así como la organización de una logística para la cual usualmente un historiador o historiadora no se ha preparado. A ello debe sumarse el hecho de que es necesario contar con cierta sensibilidad y cultura académica para formar parte de procesos de construcción del conocimiento con metodologías y acervos conceptuales distintos a los dominantes en el campo de la historia y bajo juegos de poder que se escapan de control académico. Dicho de otro modo, el acervo y las experiencias derivadas de la investigación histórica sobre el café fueron una demostración de que la historia está llamada a involucrarse en procesos de aprendizaje disciplinario para trascender su papel clásico en la construcción del contexto y alcanzar un rol decisivo en la construcción del dato, la interpretación y, de ser posible, la política.

En segundo lugar, la convergencia global, es decir, la tendencia de estos estudios a interpretar globalmente el problema del café. Se ha hablado antes acerca del peso de la comparación en algunas de las reflexiones de Samper para Centroamérica y América Latina. No obstante, el valor del ejercicio de comparar debe además apreciarse en el marco de los esfuerzos para crear comunidades de debate interdisciplinarias y de escala internacional, que permitieron el intercambio presencial con investigaciones de latitudes cafetaleras latinoamericanas, estadounidenses y europeas. Para ello fue de vital importancia la organización de simposios dentro y fuera de Costa Rica, que permitieron la publicación de algunas de sus ponencias en la Revista de Historia, así como la preparación de libros. Ejemplo de lo anterior fue el Simposio “La Costa Rica cafetalera”, celebrado en Heredia, Costa Rica en 1986,64 así como el Simposio “Café y formación de clases sociales en América Latina”, organizado en Bogotá, Colombia en 1988.65 De igual manera el Simposio “Modernización tecnológica, cambio social y crisis cafetaleras”,66 organizado en Heredia, Costa Rica, en julio de 1993 y el Seminario “Formación histórica de la competitividad de la agricultura costarricense”, celebrado en Heredia, Costa Rica, en el año 2000. También el Seminario “Calidad y competitividad en la historia del café de Costa Rica”, organizado en Heredia, Costa Rica, en noviembre de 2002, y, más tardíamente, el Simposio “Crisis y transformaciones en el mundo del café”, llevado a cabo en Heredia, en agosto de 2006. El café era un producto ideal para la óptica global e interdisciplinaria, con una presencia extendida en la franja tropical del entonces Tercer Mundo e, igualmente, con una presencia de larga duración en los mercados de los países ricos.

En tercer lugar, la convergencia generacional. No deja de ser llamativo el interés de Samper, en el balance de 1989, por cuestionar al año de 1950 como la barrera natural del historiador o historiadora.67 Solamente habían pasado 39 años y se diría, entonces, que ese período era tiempo sociológico antes que histórico. Y quizás, en efecto, la mirada generacional de los grupos historiadores de la época estaba puesta políticamente en el horizonte de la década de 1940 e ideológicamente en el período colonial y su cuestionada democracia rural. Sin embargo, interpretado desde la distancia, los estudios de Samper advertían que, si bien la lectura en el largo plazo continuaba siendo indispensable, a partir de la Segunda Guerra Mundial habían ocurrido un conjunto de cambios de una escala y de una naturaleza que representaban rupturas frente a procesos anteriores a la guerra. Nos referimos a nuevos patrones y regímenes tales como la transición energética, los contenidos ideológicos y técnicos de la modernización agrícola de posguerra, la política agraria de corte desarrollista y la transición nutricional, entre otros. Puede pensarse, también, que, detrás del cuestionamiento a 1950 como barrera, subyacía el interés porque las nuevas generaciones de profesionales de la historia agraria refinaran su comprensión sobre mitos fundacionales como el de la democracia rural, tanto como que estudiaran mitos conexos como la “pax desarrollista” verdiblanca o la nueva “democracia ambiental” costarricense; todos estos, productos paradójicos de una política y de un pensamiento desarrollista ambiguo y en crisis. En otros términos, que las nuevas generaciones fueran conscientes de que su horizonte de análisis tenía puntos adicionales de referencia en 1948, en 1973 –crisis energética–, y en 1982 –crisis y ajuste económico–, por citar arbitrariamente tres de ellos.

La tradición agrarista: entre comunidad y coyuntura

En una perspectiva general, la gran convergencia en la obra de Samper ha sido el surgimiento y consolidación, en Costa Rica, de una tradición de investigación en historia agraria. Biografía, comunidad y coyuntura son tres dimensiones fundamentales para comprender esta dinámica convergente en un sentido amplio. En el caso particular de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional, el trabajo de Samper contribuyó a la creación de una sinergia de investigación en historia agraria y el cambio rural en general. Sin entrar en detalle, oportuno para otra ocasión,68 desde finales de los años setenta es posible identificar, en dicha escuela, pequeñas comunidades de debate sobre temas agrarios y rurales. Así, por ejemplo, algunas de las primeras tesis de Licenciatura en Historia, defendidas entre 1977 y 1979, intentaron acompañar el análisis demográfico con lecturas regionales y rurales.69 Otras tesis e investigaciones, especialmente durante las décadas de 1980 y 1990, se concentraron en estudios sobre colonización agrícola,70 reforma liberal y política de tierras,71 modernización tecnológica,72 tierras comunales,73 así como estudios de empresas y mercados en el largo plazo, entre otros.74 Hubo también comunidades extendidas, creadas a partir de la gestión de programas de investigación de historia agraria en la década de 1990, que reunieron formalmente a investigadores e investigadoras alrededor de problemas de estudio y agendas en común. Lo anterior, sin tomar en cuenta las múltiples transformaciones identitarias, teóricas, metodológicas tanto como políticas, que estas comunidades investigadoras experimentaron en el marco de estas sinergias. O el caso de personal académico que se acercó a la historia agraria para contextualizar sus preocupaciones sociales, políticas o culturales.75

Eran comunidades preocupadas por enriquecer los sustratos teóricos y metodológicos de la historia agraria mediante la organización regular de espacios de discusión, así como la publicación de debates y balances historiográficos. Un ejemplo de ello fue la organización del Simposio “Historia, problemas y perspectivas agrarias en Costa Rica”, en 1984; una actividad de carácter multidisciplinario, llevada a cabo, vale destacarse, en medio de una crisis económica e institucional bien conocida.76 A finales de los años ochenta –en 1989– se organizó el “Taller sobre estudios regionales en colonización, tenencia y uso de la tierra”,77 así como el Simposio “Las sociedades agrarias centroamericanas”, en 1990, entre otros.78 En la propia Revista de Historia surgieron espacios para la reflexión. En 1989, en la Sección Balances y perspectivas, se abrió una discusión sobre el “Agro en perspectiva histórica”, en el que se incluyó un análisis de escritos agrarios de la Costa Rica precafetalera.79 Ese mismo año se publicó otro balance acerca de las tesis e investigaciones sobre historia agraria desarrolladas en la Universidad Nacional80 y, unos años después, se publicó un estudio semejante acerca de la presencia del café en la historiografía nacional.81 En cuanto al acervo metodológico y de fuentes, el trabajo en equipo durante la década de 1990 permitió el diseño y organización de base de datos a partir de censos agrarios centroamericanos, así como la digitalización del Censo Cafetalero de 1935 y del Censo Agropecuario de 1955.82

La creación de la Maestría en Historia Aplicada fue también un logro colectivo. Abierto en 1996, este posgrado nació con una orientación agrarista, articulado en torno a un equipo de trabajo compuesto predominantemente por especialistas en historia agraria, historia económica y economía agrícola. Su primer plan de estudios no deja duda de su genética. Este plan curricular incluyó cursos de Principios de Economía y, particularmente, de Metodología de cálculo económico asociada con el enfoque sistémico y las teorías de economía del desarrollo tales como las de Marcel Mazoyer y Marc Dufumier.83 Hubo además cursos sobre Metodología de la Investigación e Interdisciplinaridad, así como uno dedicado a Problemas, Métodos y Fuentes de la Historia Agraria. De igual forma el cambio tecnológico fue abordado en un curso sobre “Teorías del cambio tecnológico y social en el agro”. El tiempo largo fue incluido a través del curso “Historia de los sistemas agrarios de América Latina”, concentrado en el período colonial, al igual que la relación entre cambio agrario, política y relaciones de poder mediante el curso “Estado y desarrollo agrario en América Latina”. En una forma novedosa para la época, este plan ofreció un curso sobre “Sistemas de producción agropecuaria y medio ambiente”, dirigido al estudio del cambio ambiental en el largo plazo, a partir de la revisión de obras provenientes de la historia ambiental, la economía ambiental y la economía ecológica, en su mayor parte de Europa y Estados Unidos.

Los itinerarios de esta tradición agrarista han sido complejos y diversos, establecidos muchas veces al ritmo de los cambios ocurridos en las coyunturas nacionales e internacionales, como también institucionales e, indudablemente, personales.84 Surgieron en un momento en el cual la discusión sobre las formas de transición al capitalismo era parte esencial de las academias latinoamericanas y de la vida política misma de nuestros países. La historia agraria tenía un rol fundamental para cuestionar los modelos explicativos que simplificaban el pasado en favor de un discurso y una política de presente, fuera criticando algunas lecturas radicales de la teoría de la dependencia, o bien, cuestionando los modelos desarrollistas, entre otros frentes ideológicos de debate. En Costa Rica, este campo entró al mundo académico enfrentando el mito de la democracia rural y cuestionando la singularidad de la evolución histórica costarricense, en un momento en el cual imperaba el proyecto socialdemócrata, en tiempos ciertamente de una crisis que se anunciaba estructural en el campo económico y social. Su auge y consolidación como campo de investigación se desarrolló en la década de 1980, en medio de restricciones financieras en las universidades públicas, a la vez que en el marco de rupturas de carácter global como el fin de la Guerra Fría y la gran reestructuración de los mercados internacionales de materias primas en la década de 1990. En esta última década, los cambios en el mercado global del café y la politización del problema ambiental contribuyeron a una transmutación de objetivos e intereses políticos en la historia agraria, favoreciendo el intercambio interdisciplinario en busca de una mirada ampliada del cambio agrario decimonónico tanto como desarrollista. Y, seguramente, también replanteando la visión sobre la relación entre academia, acción social, ideología y política.

La obra de Samper es una muestra en la escala individual del peso, concientizado o no, de estos contextos. El interés de este autor por el campesinado y la agricultura familiar, más allá de las teorías, se situaba en un contexto en el cual Costa Rica sufría, en apariencia, una des-campesinización.85 Vinculada con el desarrollismo, la imagen del campesinado como un sujeto tradicional y escéptico al cambio era especialmente pertinente para los esquemas ideológicos de la Revolución Verde y de la política económica de corte neoliberal, con el fin de justificar la transformación de la agricultura y convertirla en una actividad productiva cuasi fabril, vinculada en todas formas al mercado. La historia agraria, sin embargo, demostró la debilidad del dualismo tradición/modernidad y constató que la innovación era también práctica cotidiana campesina, en el pasado y en el presente, como no podía ser de otra manera. El policultivo, estudiado en detalle, comprobó la versatilidad del campesinado para organizar su espacio y su sistema de cultivo, para ajustarse a los cambios de mercado, de la misma forma que a los cambios en su entorno ecológico.

Por otra parte, la preocupación de la historia agraria por el campesinado buscaba cuestionar la imagen unidimensional que prevalecía en el discurso desarrollista, pero también en ciertas posiciones de la izquierda. Lo que demostraban los estudios del noroeste era que no se trataba de una única figura campesina, sino de múltiples identidades campesinas como producto de los procesos de diferenciación no solamente modernos, sino también decimonónicos y coloniales; como resultado, además, de constructos étnicos, culturales y sociales distintos. Mientras Samper estudiaba al campesino del noroeste en 1880 y se afanaba entonces por describir las tipologías y su diferenciación social, predominaba en Costa Rica, exactamente un siglo después, un campesinado diverso y plural que comprendía desde el sujeto pequeño productor de café, hasta el heredero más cercano posible del campesinado de frontera agrícola de inicios del siglo XX, que entonces, en 1980, aún podía comprar tierras a bajo coste en las montañas del sur y norte del país. También el sector maicero y frijolero, el cacaotero ya en crisis en el Caribe sur, el campesinado de asentamientos del ITCO-IDA, así como el de las comunidades indígenas, este último, poco estudiado entonces y ahora. Todos estos grupos con autopercepciones y proyecciones de identidad distintas que no entraban fácilmente en la caja semántica de lo campesino y, menos aún, en las cajas de los proyectos desarrollistas.

Los estudios de Samper sobre el cambio tecnológico, concentrados en su dimensión social y agroecológica, se publicaron al mismo tiempo que la Revolución Verde empezaba a ser cuestionada sistemáticamente ya no solo desde las ciencias sociales, sino desde las ciencias agronómicas mismas. En la década de 1990, el balance de resultados de la tecnificación, incluso en actividades aparentemente exitosas como el café, mostraba evidentes deudas sociales y ecológicas. Las migraciones transnacionales y la precarización de los niveles de vida en regiones rurales demostraron el impacto desigual de la tecnología entre los grupos agricultores, a la vez que la contaminación de aguas, la degradación de suelos y la deforestación mostraron el costo ecológico de una transformación ocurrida, y acumulada, a lo largo de más de tres décadas. La crisis de este modelo se entremezcló con los cambios en los mercados de materias primas y el surgimiento de nuevos paradigmas desde la academia. La baja en los precios, casi generalizada en productos tradicionales de exportación y para el mercado interno, obligó, en el caso de grupos pequeños productores, a rediseñar los sistemas de cultivo, controlando la aplicación de fertilizantes y otros insumos químicos, así como recuperando prácticas del pasado para el manejo de los suelos y los sistemas de sombra. Y desde el mismo mercado se abrieron nuevos espacios para la comercialización de productos con menor impacto ambiental, bajo “sellos verdes”. Las interpretaciones ofrecidas por la historia agraria, aunque situadas en el siglo XIX o en la década de 1950, estaban inevitablemente marcadas, en sus preguntas y análisis, por estas realidades de entorno. Y, por eso mismo, estaban también motivadas para acercarse a campos emergentes como la agroecología.

La familiaridad de Samper con la cuestión geográfica y la dinámica ecológica trasciende un asunto de contexto. Como es conocido, a partir de la década de 1990 tanto las agendas gubernamentales como las universitarias estuvieron marcadas por los debates vinculados con la publicación del Informe Brundtland, en 1987, y la celebración de la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, en 1992. Sin embargo, nos gustaría interpretar que el interés de Samper por entender la articulación de las relaciones sociales de producción con las dinámicas agroecológicas es un buen ejemplo de un “umbral explicativo”. Detrás de la apropiación del vocabulario técnico, así como del diálogo con actores disciplinarios de agronomía y economía, subyacía el objetivo de complementar y ampliar las herramientas conceptuales y metodológicos que brindaba la historia, seguramente más cercanas entonces a la geografía histórica y a la herencia de los Annales, pero todavía distantes de los enfoques de la agroecología, la economía ecológica y la naciente historia ambiental. En otro sentido, para los efectos del debate, lo que puede ser pertinente es conocer la forma como Samper y agraristas entendían a la Costa Rica de la época desde la perspectiva geográfica o, más exactamente, ambiental. La década de 1970 fue la década de la crisis energética que tuvo impactos globales, pero algunos otros tan locales como “el regreso a la leña” como recurso energético en muchas poblaciones e industrias del país. Fue la década de la consolidación de la deforestación como problema público, mientras que la de 1980 fue la década de la legitimación, también pública, de la política de conservación de bosques. A este respecto, ¿cuál era, por ejemplo, la lectura por parte de la historia agraria ante estos procesos y ante un territorio nacional que, en palabras de Bozzoli, se había convertido en un “gran pastizal”?86

En la década de 1980, en una coyuntura de adopción de metodologías cuantitativas, debe decirse ciertamente que la incorporación de lo ambiental en la historiografía agraria de la época era marginal en cantidad y en fondo. El espacio y el ambiente eran contemplados como elementos marginales o bien contextuales para el cambio histórico. Se trataba de una historia agraria que, aunque crítica del desarrollismo, estaba de lleno utilizando la cuantificación para la medición de indicadores de producción y productividad. Es pertinente pensar si fue la crisis del desarrollismo y del patrón tecnológico asociado con la Revolución Verde lo que permitió una incorporación plena de la preocupación ambiental a partir de la década de 1990. ¿O acaso también el debate sobre la cientificidad de la historia, en el marco del “giro cultural”, favoreció, paradójicamente, la entrada de la perspectiva ambiental en la caja de herramientas de quien se ocupa de la historia agraria, al lado de los enfoques de base económica y productivista?87 En todo caso, más allá de sus respuestas, la formulación de estas preguntas demuestra, por sí sola, que la “historia puente”, cultivada por Samper a lo largo de su carrera, ha sido provechosa, además, para unir y contrastar horizontes de análisis entre distintas generaciones de historiadores e historiadoras, y ha abierto la puerta a posibles debates historiográficos intergeneracionales. La trayectoria de Samper ha sido, hasta el presente, una fuente de motivación para pensar y discutir en comunidad. Estamos seguros de que esta vez no será la excepción.


* Costarricense. Doctor en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela, España. Profesor de la Escuela de Historia y de la Maestría en Historia Aplicada de la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Es investigador del Programa Regional de Maestría en Desarrollo Rural, de la Escuela de Ciencias Agrarias de la UNA, Costa Rica. Agradezco las observaciones del equipo evaluador designado por la Revista de Historia, así como los comentarios de los profesores Maximiliano López, Lowell Gudmundson y José A. Fernández. Correo electrónico: wpicado@gmail.com

1 Mario Samper Kutschbach, “El oficio del historiador social”, Revista Abra (Costa Rica) 3, n. 2 (1980), 59-82, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/abra/article/view/4721

2 Ibíd., 65.

3 Ibíd., 64.

4 Ibíd., 74.

5 Mario Samper Kutschbach, Evolución de la estructura socio-ocupacional costarricense: labradores, artesanos y jornaleros (1864-1935) (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1978).

6 Para un balance de los debates, véase: Lowell Gudmundson, Costa Rica antes del café. Sociedad y economía en vísperas del boom exportador (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1990), 13-4; Víctor Hugo Acuña Ortega e Iván Molina Jiménez, Historia económica y social de Costa Rica (1750-1950) (San José, Costa Rica: Editorial Porvenir, 1991), 21-47.

7 Mario Samper Kutschbach, “Los productores directos en el siglo del café”, Revista de Historia (Costa Rica) 7 (julio-diciembre, 1978), 123-217, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/11873

8 Ibíd., 190.

9 Véase: Rodrigo Facio, Estudio sobre economía costarricense (San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1975); Rodolfo Cerdas, Formación del Estado en Costa Rica (San José, Costa Rica: EUCR, 1978); José Luis Vega Carballo, “Etapas y procesos de la evolución sociopolítica de Costa Rica”, Estudios Sociales Centroamericanos (Costa Rica) 1 (enero-abril, 1972), 45-72; Samuel Stone, La dinastía de los conquistadores. La crisis del poder en la Costa Rica contemporánea (San José, Costa Rica: EDUCA, 1976).

10 Ibíd., 148.

11 Casi una década y media después de la aparición del artículo, “Los productores directos…”, Samper publicó una síntesis en la que capitalizó y enriqueció su perspectiva de análisis sobre el mundo del trabajo. Véase: Mario Samper Kutschbach, El trabajo en la sociedad rural costarricense (1840-1940) (San José, Costa Rica: EUNED, 1992).

12 Ibíd., 162-168.

13 Ibíd., 187-189.

14 Ibíd., 166.

15 Mario Samper Kutschbach, “La especialización mercantil campesina en el noroeste del Valle Central (1850-1900). Elementos microanalíticos para un modelo”, Revista de Historia (Costa Rica) Número especial (1985), 50-51 y 77-83.

16 Mario Samper Kutschbach, “Uso de la tierra y unidades productivas al finalizar XIX: Noreste del Valle Central de Costa Rica”, Revista de Historia (Costa Rica) 14 (julio-diciembre, 1986), 171, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3205

17 Samper Kutschbach, “Uso de la tierra…”, 152.

18 Los estudios del noroeste se profundizaron en su tesis doctoral defendida en la Universidad de California, Berkeley, en 1987; luego publicada como libro. Véase: Mario Samper Kutschbach, Generations of Settlers: Rural Households and Markets on the Costa Rican Frontier (1850-1935) (Boulder, Colorado, EE. UU.: Westview Press, 1990).

19 Ibíd., 135-142.

20 Samper Kutschbach, “Uso de la tierra…”, 153-170. La elaboración de tipologías de unidades de producción fue una línea de trabajo que, enriquecida con la metodología del enfoque sistémico, tuvo un peso muy importante en las primeras tesis agraristas de la Maestría en Historia Aplicada, casi dos décadas después.

21 Ibíd., 171.

22 Samper Kutschbach, “La especialización mercantil…”, 53-54; Samper Kutschbach, “Uso de la tierra…”, 150-152.

23 Samper Kutschbach, “La especialización mercantil…”, 71.

24 Mario Samper Kutschbach, ¿Agricultor o jornalero? Algunos problemas de historia social agraria (Heredia, Costa Rica: Escuela de Historia, UNA, 1983), 1.

25 Samper Kutschbach, ¿Agricultor o jornalero?, 4-8.

26 Samper Kutschbach, ¿Agricultor o jornalero? ..., 13-19. En su libro, derivado de su tesis doctoral, Samper desarrolló con detalle no solamente la discusión sobre el campesinado, sino también ofreció en el capítulo 2 –“Domestic Units and Social Environment”– una propuesta de modelización de las unidades familiares. Samper Kutschbach, Samper Kutschbach, Generations of Settlers…, 25-42. Véase también: Mario Samper Kutschbach, “Historia social agraria: elementos conceptuales para su análisis”, en: Elizabeth Fonseca Corrales (comp.), Historia: teoría y métodos (San José, Costa Rica: EDUCA, 1989), 125-178.

27 Samper Kutschbach, ¿Agricultor o jornalero? ..., 8-12.

28 Me apropio de la metáfora de prisma de: David Kaimowitz, “La sociedad centroamericana vista a través del prisma del café”, Revista de Historia (Costa Rica) 30 (julio-diciembre, 1994), 233-244, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3446

29 Véase el número especial de la Revista de Historia –Costa Rica– de 1996, preparado a partir del Ciclo de Mesas Redondas “Historiografía Costarricense”, organizado por Samper en la Universidad de Costa Rica. También: Mario Samper Kutschbach, “Historiografía costarricense: balance de un decenio y reflexión prospectiva”, en: Iván Molina Jiménez, Francisco Enríquez Solano y José Manuel Cerdas Albertazzi (eds.), Entre dos siglos: la investigación histórica costarricense (1992-2002) (Alajuela, Costa Rica: Museo Histórico Cultural “Juan Santamaría”, 2003), disponible en: http://www.repositorio.ciicla.ucr.ac.cr:8080/handle/123456789/835?show=full

30 Mario Samper Kutschbach, “Historia agraria y desarrollo agroexportador: tendencias en los estudios sobre el periodo 1830-1950”, Revista de Historia (Costa Rica) 19 (enero-junio, 1989), 111-132, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3259

31 Ibíd., 112.

32 Ibíd., 125.

33 Ibíd., 127.

34 Ibíd., 117.

35 Ibíd., 118.

36 Ibíd., 117.

37 Ibíd., 120.

38 Mario Samper Kutschbach, “Tierra, trabajo y tecnología en el desarrollo del capitalismo agrario en Costa Rica”, Historia Agraria. Revista de Agricultura e Historia Rural (España) 29 (abril, 2003), 81-104, en: http://www.historiaagraria.com/es/numeros/mario-samper-kutschbach-tierra-trabajo-y-tecnologia-en-el-desarrollo-del-capitalismo-agrario-en-costa-rica

39 Mario Samper Kutschbach, “De gentes anónimas y archivos nominales: una experiencia de integración entre análisis estadístico y prosopográfico”, Revista de Historia (Costa Rica) 29 (enero-junio, 1994), 143-191, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3431

40 Mario Samper Kutschbach, José Manuel Cerdas Albertazzi, Ronny Viales Hurtado, Javier Agüero y Rafael Cordero, “El arte de imprimir. Los oficios tipográficos en la ciudad de San José (1830-1950)”, Revista de Historia (Costa Rica) 42 (julio-diciembre, 2000), 135-187, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/1850

41 Mario Samper Kutschbach, “Por los caminos del poder: historia política e historia social de Costa Rica”, Revista de Historia (Costa Rica) Número especial (1996), 171-200.

42 Mario Samper Kutschbach, Transformaciones agrarias, experimentación e intercambio de conocimiento entre agricultores: análisis comparado de experiencias en Acosta-Puriscal y Upala, Costa Rica (Tesis de Doctorado en Sistemas de Producción para la Agricultura Tropical Sostenible, Universidad de Costa Rica, 2007).

43 Mario Samper Kutschbach, Trayectorias y disyuntivas del agro en la zona norte de Costa Rica (San José, Costa Rica: Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad de Costa Rica; CIRAD, 2005).

44 Mario Samper Kutschbach, Perspectivas históricas acerca del porvenir: evolución metodológica del análisis retro/prospectivo (Heredia, Costa Rica: Escuela de Historia, UNA, 2003).

45 Mario Samper Kutschbach, “Policultivo, modernización y crisis: paradojas del cambio técnico-social en la caficultura centroamericana”, Revista de Historia (Costa Rica) 27 (enero-junio, 1993), 122, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3435 El uso de la metáfora del paisaje es frecuente en la obra de Samper Kutschbach e integra no solamente el paisaje como realidad biofísica, sino también el paisaje como constructo social, compuesto también por las relaciones sociales de producción y el juego del poder al interior y en el entorno de la actividad cafetalera. Véase: Mario Samper Kutschbach, “Los paisajes sociales del café. Reflexiones comparadas”, en: Héctor Pérez Brignoli y Mario Samper Kutschbach (comps.), Tierra, café y sociedad: ensayos sobre la historia agraria centroamericana (San José́, Costa Rica: FLACSO, 1994), 9-24.

46 Mario Samper Kutschbach, Margarita Rojas Bolaños y Margarita Torres Hernández, “Cambio técnico, ciclo laboral y productividad del trabajo en una empresa cafetalera costarricense (1946-1961)”, Revista de Historia (Costa Rica) 30 (julio-diciembre, 1994), 103-136, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3438

47 Ibíd., 104.

48 Mario Samper Kutschbach, “Café, trabajo y sociedad en Centroamérica (1870-1930): una historia común y divergente”, en: Víctor Hugo Acuña (ed.), Historia general de Centroamérica. Tomo IV. Las repúblicas agroexportadoras (1870-1930) (Madrid, España: Sociedad Estatal Quinto Centenario; FLACSO, 1993), 11-110.

49 Ibíd., 39.

50 Mario Samper Kutschbach, “Relaciones de poder y luchas agrarias en regiones cafetaleras: interrogantes y cavilaciones”, Revista de Historia (Costa Rica) 30 (julio-diciembre, 1994), 189-200.

51 Mario Samper Kutschbach, “Modelos vs prácticas. Acercamiento inicial a la cuestión tecnológica en algunos manuales sobre caficultura (1774-1895)”, Revista de Historia (Costa Rica) 30 (julio-diciembre, 1994), 11-40, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3435

52 Mario Samper Kutschbach, “El estudio histórico comparado de las caficulturas latinoamericanas: breve reseña bibliográfica, con énfasis en el cambio tecnológico-social”, Revista de Historia (Costa Rica) 31 (enero-junio, 1995), 195-209, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/10168

53 Ibíd., 205.

54 Pérez Brignoli y Samper Kutschbach.

55 Mario Samper Kutschbach, Crisis y perspectivas del café latinoamericano (San José, Costa Rica: ICAFE; UNA, 1994).

56 Mario Samper Kutschbach, Producción cafetalera y poder político en Centroamérica (San José, Costa Rica: EDUCA, 1998); William Roseberry, Lowell Gudmundson y Mario Samper Kutschbach (comps.), Coffee, Society, and Power in Latin America (EE. UU.: Johns Hopkins University Press, 1995). Luego publicó en español: William Roseberry, Lowell Gudmundson, Mario Samper Kutschbach (comps.), Café, sociedad y relaciones de poder en América Latina (Heredia, Costa Rica: EUNA, 2001).

57 Brunilda Hilje Quirós, Carlos Naranjo Guitérrez, Mario Samper Kutschbach, “Entonces ya vinieron otras variedades, otros sistemas”: testimonios sobre la caficultura en el Valle Central de Costa Rica (San José, Costa Rica: Convenio ICAFE-UNA, 1995); Mario Samper Kutschbach, Carlos Naranjo Guitérrez y Paul Sfez, Entre la tradición y el cambio: evolución tecnológica de la caficultura costarricense (Heredia, Costa Rica: UNA; Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 2000).

58 Mario Samper Kutschbach y Gertrud Peters Solórzano, Café de Costa Rica: un viaje a lo largo de su historia (San José, Costa Rica: ICAFE, 2001); Mario Samper Kutschbach y Paul Sfez, La cadena de producción y comercialización del café: perspectiva histórica y comparada (San José, Costa Rica: Progreso Editorial, 2001). Sobre el tema de la calidad, véase el primer capítulo “Construcción histórica de la calidad y la competitividad”, pp. 19-60.

59 Mario Samper Kutschbach, Metodologías convergentes e historia social del cambio tecnológico en la agricultura (San José, Costa Rica: Progreso Editorial, 2001); Mario Samper Kutschbach (comp.), Fuentes numérico-nominales e investigación histórica (San José, Costa Rica: CIHAC, UCR, 1995).

60 Samper Kutschbach, Metodologías convergentes…, 15-45.

61 Ibíd., 40-41.

62 Samper Kutschbach, “Policultivo, modernización…”, 122.

63 La relación con el ICAFÉ fue fructífera y sostenida a lo largo de la década, permitió, además del diálogo y el intercambio de conocimientos, la captación de fondos para la investigación y la publicación de libros.

64 Véase: Revista de Historia (Costa Rica) 14 (julio-diciembre, 1986), en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/issue/view/278

65 De este simposio surgió el libro Coffee, Society, and Power in Latin America…, antes reseñado. Samper Kutschbach, “El estudio comparado…”, 207-208.

66 En este simposio se presentaron trabajos que luego fueron publicados en la Revista de Historia (Costa Rica) 30 (julio-diciembre, 1994), en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/issue/view/303 Otros estudios también se publicaron en: Samper Kutschbach, Crisis y perspectivas…

67 Samper, “Historia agraria y desarrollo agroexportador…”, 127.

68 Véase: Wilson Picado Umaña, El año del millón. La historiografía y el problema del desarrollo en Costa Rica (Heredia, Costa Rica: Escuela de Historia, Universidad Nacional, 2018).

69 Véase: José A. Salas Víquez, Santa Bárbara de Heredia (1852-1927): una contribución a la historia de los pueblos (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1979); Edwin González Salas, Santo Domingo de Heredia: Análisis demográfico y socioeconómico (1853-1930) (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1978).

70 Brunilda Hilje Quirós, Colonización agrícola de Tilarán (1880-1950) (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1987).

71 José Antonio Salas Víquez, “La privatización de los baldíos nacionales en Costa Rica durante el siglo XIX: Legislación y procedimientos utilizados para su adjudicación”, Revista de Historia (Costa Rica) 15 (enero-junio, 1987), 63-118, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3212

72 Carlos Naranjo Gutiérrez, “La primera modernización de la caficultura costarricense (1890-1950)”, Revista de Historia (Costa Rica) 36 (julio-diciembre, 1997), 79-105, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/2049

73 Margarita Torres Hernández, “La privatización de la propiedad comunal en el Valle Central de Costa Rica. El caso de Heredia (1830-1890)”, Revista de Historia (Costa Rica) 32 (julio-diciembre, 1995), 109-132, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/10199

74 Gertrud Peters Solórzano, “La formación territorial de las fincas grandes de café en la meseta central: estudio de la firma Tournon (1877-1955)”, Revista de Historia (Costa Rica) 9-10 (enero-diciembre, 1980), 81-151, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/11886

75 Pienso en historiadores como Lowell Gudmundson, Héctor Pérez Brignoli o José A. Fernández quienes, aunque no agraristas, a menudo participaron de debates en el marco de estas comunidades e incluso formaron parte de programas de investigación dirigidos por Samper Kutschbach.

76 Simposio “Historia, problemas y perspectivas agrarias en Costa Rica” (Heredia, Costa Rica: 2-6 de julio de 1984). Algunas de sus ponencias fueron publicadas en un número especial de la Revista de Historia (1985).

77 “Taller sobre estudios regionales en colonización, tenencia y uso de la tierra” (Heredia, Costa Rica: 1989).

78 De este simposio surgió la publicación del libro Tierra, café y sociedad…, antes citado. Véase también el “Taller de Historia Agraria”, organizado en Heredia, Costa Rica, en diciembre de 2002.

79 José A. Salas Víquez, “Los escritos sobre la historia agraria del período precafetalero en Costa Rica: enfoques, comentarios y perspectivas”, Revista de Historia (Costa Rica) 19 (enero-junio, 1989), 97-110, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3258

80 José A. Salas Víquez, “La investigación en la Escuela de Historia de la Universidad Nacional: tesis, investigaciones concluidas y proyectos en ejecución: 1974-1989”, Revista de Historia (Costa Rica) 20 (julio-diciembre, 1989), 195-219, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3277

81 Edwin González Salas, “El estudio del café en la historiografía costarricense de los últimos diez años (1984-1994): Un balance”, Revista de Historia (Costa Rica) 30 (julio-diciembre, 1994), 268-296, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/3449

82 Véanse los proyectos “Creación de bases de datos para la historia centroamericana, siglos XIX y XX” y “Modernización y crisis de la caficultura centroamericana”, desarrollados en cooperación con el Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH). Es pertinente recordar la participación en estos proyectos de la ingeniera Margarita Rojas, encargada de la gestión técnica de las bases de datos.

83 Debe destacarse, en este punto, la participación del economista Paul Sfez, discípulo de Mazoyer y quien tuvo a su cargo, entre otras cosas, el desarrollo de la metodología del enfoque sistémico durante las primeras promociones de la maestría. Véase: Paul Sfez, “Evolución de un frente de colonización agrícola y el desarrollo de una caficultura altamente productiva”, Revista de Historia (Costa Rica) 32 (julio-diciembre, 1995), 175-214, en: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/historia/article/view/10202

84 En un contexto de crisis y de cambios radicales en los paradigmas políticos y teóricos dominantes, las identidades de investigadores e investigadoras del mundo agrario también cambiaron, como era de esperarse. Sin embargo, este es un tema pendiente de abordar por la comunidad historiográfica nacional, y no solamente referido al caso de la historia agraria, sino más bien, en términos generales.

85 Véase: Carlos Rodríguez, Tierra de labriegos: los campesinos en Costa Rica desde 1950 (San José, Costa Rica: FLACSO, 1993).

86 Bozzoli, María Eugenia: “Comentario de la Dra. María Eugenia Bozzoli”, en: La Costa Rica del año 2000 (San José, Costa Rica: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, 1977), 571.

87 Un problema importante, pendiente de analizar, es la forma como esta tradición agrarista se ha abierto, en el presente, a la incorporación de la perspectiva ambiental. Desde 2009, existe en la Escuela de Historia de la Universidad Nacional un programa de investigación centrado en estudios agrarios y ambientales, que mantiene líneas de investigación de historia agraria clásica y de estudios propiamente rurales. La discusión sobre la “compatibilidad” teórica y metodológica entre estas tradiciones y enfoques con respecto a la historia ambiental, la economía ecológica o la agroecología, es un espacio de análisis aún por abordar.


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