ISSN 1023-0890 / EISSN 2215-471X
Número 26 • Julio-diciembre 2020
Recibido: 04/11/19 • Corregido: 30/01/20 • Aceptado: 19/05/20
DOI: https://doi.org/10.15359/istmica.26.7
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Antigua luna (2017) de Magda Zavala
Ancient Moon (2017) by Magda Zavala
Laura Fuentes Belgrave
Directora Revista Ístmica
La ciudad de Antigua, en Guatemala, ha sido y continúa siendo evocada a través de la palabra diluida en la historia y la memoria. Prueba de ello es el libro Poesía-documento, titulado Antigua Luna (2017), de la escritora costarricense Magda Zavala, publicado en 2017 por la editorial Letra Maya, dentro de la Colección Kayab, en Costa Rica. Este poemario, dividido en tres secciones; I. Capital de los Confines, II. Espacios y voces y III. La visitante, recoge entre sus versos los resabios coloniales de un pasado épico, que convive con un presente transnacional y postmoderno. Ahí es donde los cimientos indígenas sostienen identidades en permanente reconstrucción, aprendida a través de cinco siglos de sobrevivencia en la desigualdad.
De Antigua Luna (2017), en esta edición N. 26 de Ístmica, reproducimos tres poemas pertenecientes a la segunda sección del libro, donde el despojo histórico y el avance mercantil, la guerra interna y la paz firmada, se abrazan en la realidad vivida.
La poeta y narradora Magda Zavala, es también investigadora especialista en literatura centroamericana, así como filóloga y educadora graduada de la Universidad de Costa Rica. Obtuvo una Maestría en la Universidad de Lyon II, en Francia, y un Doctorado en Letras de la Universidad de Lovaina la Nueva, en Bélgica. Sus publicaciones literarias son: Desconciertos en un jardín tropical (novela, 1999), Tríptico de las mareas (poesía, 2010) y Antigua Luna (poesía, 2017). En el campo académico ha publicado: Con mano de mujer. Antología de poetas centroamericanas contemporáneas [1970-2008] (2011); y en coautoría: Mujeres en las literaturas indígenas y afrodescendientes en América Central (con Consuelo Meza Márquez, 2015), Literaturas indígenas de América Central (2002), e Historiografía literaria de América Central (1995), ambos en coautoría con Seidy Araya.
Fue fundadora de la Revista Ístmica y su primera directora en 1994, así como también fue promotora, fundadora y primera directora de otras instituciones académicas y literarias, como la Maestría en Cultura Centroamericana de la Universidad Nacional (UNA, Costa Rica), el Doctorado en letras y Artes en América Central (DILAAC, UNA, Costa Rica), la Fundación INTERARTES (2011-2017) y la Asociación Costarricense de Escritoras (2014-2016), de la que fue promotora y parte del equipo fundador. Fue académica de la Universidad Nacional de Costa Rica y profesora invitada en Noruega, Canadá, Guatemala y Nicaragua.
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Huipiles
Apilados en desorden,
con sus constelaciones geométricas
del jaguar y la serpiente,
del infinito y sus entresijos,
los huipiles usados,
refugio del frío,
marcadores de las eras
(como en la cuenta larga,
en la cuenta corta,
el tiempo),
se venden.
Se ofrecen estas sombras,
de colores ya apagados,
antes abrigos
en cuerpos cakchiqueles
y quichés,
torsos tzutujiles,
espaldas pokonchís o pokomames,
pechos ixiles,
chortís y kekchíes.
Los viejos testigos del frío
y del hambre,
de tanta pena,
en el mercado de Antigua
se venden.
(Tomado del poemario: Antigua Luna 2017, 42).
Silencio y desmemoria
Que el tiempo no olvide
los rostros masacrados,
lo digo yo que viví la guerra.
Que el silencio no extienda
un perdón impúdico
sobre los culpables,
que la vista gorda
pierda pronto sus cómplices,
que los gritos de dolor
lleguen a los oídos de los sin escucha,
que la Comisión de la Verdad
no se extinga,
que la Memoria del silencio siga hablando,
que nazcan niñas con banderas blancas en los ojos
y nunca desistan,
que se acabe el yo soy grande
y vos pequeño,
el soy blanco y vos morena,
el tengo poder
y vos lo sufrís,
el soy fuerte
y vos tan disminuido,
el soy águila
y vos cachorro
sin nido.
(Tomado del poemario: Antigua Luna 2017, 51).
Kaibil
Balam, Balam
Kaibil mam
con la fuerza y la astucia de dos tigres.
El diente del miedo sin retenes
horadó los muros del templo mayor,
las aceras ya rotas,
el corazón del parque central
y los hoteles;
llegó, sin más, a restaurantes
bares y comercios
y otras tiendas para residentes;
también deambuló por las escuelas
y los campos,
por las casas aisladas del despoblado,
atravesando riachuelos,
sin respeto a la propiedad privada.
Sacó su aliento por las alcantarillas
y anidó en las sacristías.
El miedo tiene una lengua suprema
en Guatemala.
El miedo, a veces, avisa.
Un kaibil entrenado por inteligencias múltiples
testimonia sus hazañas.
El ojo de felino se enciende en la oscuridad,
permanece,
adecua su oficio.
(Tomado del poemario: Antigua Luna 2017, 52).