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ISSN 1023-0890 / EISSN 2215-471X
Número 34 • Julio-diciembre 2024
Recibido: 18/12/2023 • Corregido: 25/04/2024 • Aceptado: 29/4/2024
DOI: https://doi.org/10.15359/istmica.34.04
Licencia CC BY NC SA 4.0

Más que construir la paz, tejerla: historias de las mujeres mayas durante el proceso (1987-1996)

More than building peace, weaving it: stories of Mayan women during the process (1987-1996)

Aida Toledo

Universidad Rafael Landívar
Guatemala

Resumen

Este trabajo revisa a través de las historias de las mujeres de distintos espacios originarios de Guatemala, las formas de resistencia de los pobladores, practicadas durante el conflicto armado y discute las vicisitudes del proceso lento y difícil que atravesaron hasta la Firma de la Paz que se sucedió en 1996. Parte del proceso quedó registrado a través de testimonios de mujeres que se recogieron en libros y revistas. El trayecto de vida y de destino de las mujeres a partir de ese momento histórico es tan complejo y tan poco conocido, que se ha hecho necesario revisar las distintas participaciones individuales y colectivas de mujeres organizadas durante el periodo de la postguerra, ya que sin esos insumos no se hubiese alcanzado a consolidar la paz. Puesto que había que tejerla con sabiduría, resistencia, persistencia y resiliencia, en lugar de construirla. Solo a través del trabajo arduo de las mujeres en todos los procesos, lograron restablecer el equilibrio que habían perdido al menos dos generaciones de personas de los pueblos, durante el conflicto armado interno, la desmovilización y el retorno a un territorio que se presentaba hostil y agreste, al momento de firmarse la paz.

Palabras clave: Mujeres, mayas, resistencias, tejer, construir la paz

Abstract

This work reviews, through the stories of women from different spaces originating in Guatemala, the forms of resistance of the residents, practiced during the armed conflict and discusses the vicissitudes of the slow and difficult process that they went through until the Peace Signing that was It happened in 1996. Part of the process was recorded through women’s testimonies that were collected in books and magazines. The life path and destiny of women from that historical moment on is so complex and so little known that it has become necessary to review the different individual and collective participations of organized women during the post-war period, since without those inputs it would not have been possible to consolidate peace. Since it had to be woven with wisdom, resistance, persistence and resilience, instead of built. Only through the hard work of women in all processes, were they able to restore the balance that had been lost by at least two generations of people from the towns, during the internal armed conflict, demobilization and return to a territory that appeared hostile and wild, at the time of signing peace.

Keywords: Women, Mayans, resistance, weaving, building peace

Hacer que la paz pueda ser vista de una

manera más amplia, como un tejido, más que

como un hilo suelto, como algo relacionado no

solo con la ausencia de guerra sino algo que

acompaña la vida.1

Mujeres de hoy que están trenzando

pensamientos en forma colectiva

para transformar sociedades.

Mujeres preparadas para recibir

la nueva aurora.

¡Mujeres todas!2

Tocar a la puerta: winaqel xa man winaqel ta

Uno de los problemas más difíciles para los y las estudiosas que nos dedicamos a indagar sobre los diversos fenómenos asociados con los pueblos mayas contempóraneos en Guatemala, está anudado a la imposibilidad de ser mayas. Somos herederas/os de una genealogía híbrida en su composición, sucesoras de una línea de origen asociada a las violencias de la colonización y a procesos generacionales de enajenación social e histórica que nos han determinado ser como somos. Se trata en el fondo de un asunto de identidades.

Se preguntan y nos preguntamos por qué nuestro interés atávico al indagar en las profundidades de una cultura que por donde miremos, tampoco nos es extraña, que de diferentes maneras está en la composición vaga de quiénes somos hoy en este siglo XXI.

La convicción al escribir este trabajo es que pertenecemos a la cultura que observamos y de la que tenemos experiencia de vida, pero además es central que nos identificamos con ella, allí en ese resquicio encontramos parte de nuestra propia identidad. Se trata de lo que María Lugones proponía al construir identidades de coalición, porque podemos identificarnos en un proceso complejo de diálogo desde las diferencias no dominantes.3

Al penetrar y analizar con herramientas variadas la complejidad de las identidades en Guatemala, en este caso a través de procesos históricos realizados por grupos de mujeres que utilizaron su sabiduría originaria, para entretejer estrategias que les permitiera hablar acerca del devenir histórico asociado con una paz menos metafórica, más real y sintiente, y además desconstruir supuestos políticos con quienes las consideraban subhumanas, analfabetas y subordinadas, es intentar desde el imaginario de las coaliciones feministas, participar en el entretejido histórico de las opresiones.

Arin xqatusqib’, xqakemqib’: aquí nos establecimos, nos tejimos

El origen de las mujeres que se posicionaron políticamente desde distintos flancos en el entretejido de la Paz en Guatemala está vinculado a un proceso largo en la historia del movimiento indígena en el país. Sobre todo, va a asociarse con lo que Bastos ha denominado como los derroteros de la etnicidad, y entiende como la “dimensión de las relaciones sociales producto de construcciones históricas surgidas del contacto entre grupos de diferentes orígenes”.4

De acuerdo a los historiadores, el movimiento maya hacia 1970 ve aparecer el primer embrión del movimiento indígena.5 En la misma década aparecen los Seminarios Indígenas convocados por la Coordinadora Nacional Indígena.6 Será a finales de la misma década cuando ya aparece en el escenario el Comité de Unidad Campesina (CUC) que se vinculará a la guerrilla guatemalteca durante los años más cruentos del conflicto armado interno.

A este punto todavía no existe un autoreconocimiento como mayas desde ninguna vertiente de los colectivos indígenas. Sin embargo, el concepto ya circula entre ellos, porque está ligado al asunto y defensa de los idiomas, y se realizan distintas acciones provenientes de esta preocupación y forma de resistencia.7

Entonces lo que privaba durante la década del 70 era el pensamiento basado en la diferencia cultural, movilizado por un grupo de universitarios que planteaban una vuelta a las raíces. Se trataba de una lucha cultural e identitaria, pero no abiertamente política. Sin embargo, se puede decir que son los precursores del mayanismo. No se utilizaba todavía la noción como tal; el “Movimiento Indio Tojil” por ejemplo, habla más bien de naciones indias de Guatemala, pero no de pueblo maya. A partir de la aparición de la revista Ixim, podemos avizorar el inicio de una comunidad política. Es bien importante señalar que es a partir de 1976: “después del terremoto cuando la movilización social se radicaliza y la contrainsurgencia se generaliza, lo que da lugar a la espiral de concientización-represión-movilización-masacres-insurrección-tierra arrasada”.8

En el periodo denominado como el “más oscuro”, entre finales del 70 e inicios del 80 se produce una violencia desmedida y se realizan las famosas masacres sobre población indígena que deja más de 200,000 muertos y desaparecidos en la historia del país. En este momento es cuando algunas de las comunidades se adhieren a la guerrilla y otras optan por no afiliarse, y se divide en dos el movimiento indígena, que había venido funcionando de forma unificada.9 Quienes provienen de bases campesinas se inclinan por la acción revolucionaria10, y los del ámbito cultural se inclinan por la lucha no violenta, ya sea exiliándose o retirándose de la vida política.

Es en este momento político cuando el término “maya “empieza a usarse como forma de identificación étnica; se corresponde históricamente con posicionarse desde el movimiento indígena en dos grupos, el “Movimiento Indio Tojil” que trabajará con desplazados, y el de Acción y Ayuda Solidaria (MAYAS) que llevará a cabo una labor ideológica principalmente en el extranjero. Juntos conforman lo que Bastos llama “radicalización del pensamiento nacionalista”11, “en ese entorno de represión brutal, la definición étnico-política de ‘mayas’ servirá para aglutinar todas las expresiones no revolucionarias y no clasistas que se dedican a la lucha cultural.”12

Cuando arriban a 1984 los grupos se organizan y se denominan como “pueblo maya”. A partir de 1986 cuando se desata otra ola de violencia contra la población maya, pese al gobierno civil que iniciaba su gestión, los grupos activos reclaman autoidentificarse como mayas, se congregan alrededor de las ONGs dedicadas a asuntos lingüísticos, educativos y culturales. Durante la segunda mitad de la década de 1980, gran parte de su energía se centrará en la demanda de la formación de una Academia de Lenguas Mayas.

A inicios de la década de 1990 su propuesta se vuelve abiertamente política, cuando el recién formado y rearticulado, Consejo de Organizaciones del Pueblo Maya (COMG) da a conocer el documento titulado Derechos específicos del pueblo maya (COMG, 1991), en el que se plantean una serie de demandas en torno a la idea de los derechos colectivos.13 Pero no son los únicos grupos activos, existe otro grupo que milita y se adhiere a la URNG. Desde allí se reclaman las violencias ejercidas sobre la población indígena, y siguen llamándose de esta forma a lo largo de sus alegatos.

Se puede observar que se trata entonces de dos líneas políticas, que actúan de distinta forma y que solo se van a cruzar 10 años después, para unificar esfuerzos en la contracelebración del quinto centenario de la llegada de los europeos a suelo americano, y para poder provocar una sensibilización mundial alrededor del tema indígena simbolizado en el premio Nobel que recibe Rigoberta Menchú. De allí en adelante, para la firma de la paz, se incluirá el tema de identidad y derechos indígenas.

En este contexto, las organizaciones populares indígenas aliadas a la URNG se aliarán en la Coordinadora Maya Majawil Q’ij, donde hacen suyo y retoman el discurso maya que habían rechazado 10 años antes.

Entre 1996 y 1999 es cuando más estará presente el término “maya” y el discurso multicultural en Guatemala. Desde el cambio de milenio, si algo caracteriza al movimiento maya es su dispersión “estratégica” en gran cantidad de espacios.14 Será a las nuevas generaciones jóvenes por medio de la educación, a quienes ya no les afectarán los problemas que aquejaron a las dos líneas políticas de la época de la guerra y la posguerra; los más jóvenes se consideran a sí mismos como mayas guatemaltecos de manera menos conflictiva que sus mayores. Con el paso del tiempo lo que va a privar para llamarse maya será el asunto de la cosmovisión como elemento que define la pertenencia étnica; otro de los elementos centrales será la institucionalidad de la espiritualidad maya como requisito indispensable para ser maya, más allá del idioma y otros elementos.

Jo´ muqmuukil eetalil15, hacia una identidad política

El largo proceso que atraviesan los grupos mayas durante estos años promueve al final una manera de entenderse como un colectivo. La identidad maya apela a una continuidad histórica ancestral de ese colectivo. La legitimidad de sus planteamientos descansa en la prolongación de sus ancestros anteriores a las invasiones del siglo XVI. Se trata de recuperar algo que ya existió.

Al resurgir como mayas, apelan a un estamento cultural en la recuperación de elementos propios. Sin embargo, Bastos y Camus proponen más bien que es una lucha cultural basada en la etnicidad, o sea justificada a través de elementos culturales16. En este entorno aparece el concepto “panmaya”17 porque unifica identidades ahora disgregadas en lo local, a pesar de que siempre ha existido una identidad étnica en ese espacio, que puede unificarse en base a la construcción histórica de la diferencia. De esa cuenta que “para muchos que en la actualidad se asumen como mayas, esta identidad política no ha variado en gran medida la identificación con la localidad, que sigue siendo un espacio básico de socialización”18

A lo pan-maya entonces se le adhiere otra identidad que se denomina pan-indígena19 surgida como fruto de las migraciones internas y externas que ha puesto en contacto cotidiano a indígenas de distintas localidades en espacios nuevos. Esta identidad se basa en el reconocimiento de lo común, que es lo indígena frente a lo local, y no conlleva como lo pan-maya una propuesta política.

¿Cómo entonces se pueden entender los nuevos mestizajes producidos cuando las identidades ya han bregado por una serie de procesos tanto étnicos, culturales como políticos?

La gestión de la diferencia y la identidad postnacional

Este momento histórico se ve frente a nuevas y sofisticadas formas de identidad maya que definitivamente, tienen un fuerte trasfondo político, y aun así, no dejan de tener un trasfondo étnico-cultural.20¿Cómo considerar identitariamente a sujetos/as mayas que practican una cultura híbrida en la ciudad de Guatemala, pero que son hijos de sujetos/as mayas que han tenido fuertes procesos de hibridación en sus prácticas identitarias?

El punto central es que tal proceso histórico entronca con el surgimiento y presencia de nuevas formas de identidad en donde priva el asunto político ligado a lo étnico. El aspecto que parece central para discutir es que autodenominarse maya se puede seguir oponiendo a la designación siempre colonialista y por ende peyorativa de indio/a.

Por otro lado, tampoco se encuentra tan estudiado y reflexionado el caso de las sujetas, cuyos padres son mayas y caxlanes. Estos procesos son nuevos, excéntricos y hasta oblicuos como procesos de ladinización, si se quiere ver así, porque en medio de estos pesan aspectos fuertes de las dos culturas, que se encuentran, se enfrentan, se entremezclan y debaten sus posiciones en espacios domésticos e íntimos, donde se gesta y se dilucida la vida de algunas de las mujeres que tejerán la paz, y donde a partir de allí, se producen posteriormente sus discursos, alegatos y emplazamientos.

Además, están los casos de las mujeres que tal y como lo indicaba Bastos, son maya-indígena, porque sus padres son de distintos orígenes étnicos, y pueden ser mayas de ciudad, y hablar o no alguno de los dos idiomas, y en su defecto hablar el español como lengua franca, en las relaciones de socialización comunitaria. Autodenominarse maya puede ser controversial en algunos de estos casos. Inclusive, desde las propias mujeres pueden aparecer crisis de identidad muy fuertes, que las hacen rechazar la categoría de identificación, pese a que uno de los padres sea maya, y que ha sido reconocida en el registro civil con dicho apellido, que en el contexto guatemalteco sí repercute socialmente. Puede ser también que los dos padres sean mayas y que ninguno en varias generaciones hable los idiomas, o hayan nacido y crecido en la ciudad de Guatemala, o en otra de las ciudades pequeñas del país, donde las prácticas culturales son híbridas, aunque se tenga conciencia de la cosmovisión y la espiritualidad. Existen muchas nuevas formas de identidades híbridas para discutir en este trabajo.

Algo que luce central y que se observó en el caso de las hijas de padres, uno/a maya y otro/a caxlan, es que, por asimilación y hegemonía social de la parte no indígena, han crecido y vivido en medio de procesos fuertes de ladinización variada, y esto se constituye en una huella muy poderosa y en la manera en que se posicionan identitariamente.

Se considera que estos procesos de comprensión identitaria se producen para borrar de parte de las familias el asunto de la diferencia, y evitar el racismo y la desigualdad, sin embargo, a través de distintos procesos el asunto de la diferencia no ha evitado la desigualdad. Siguen teniendo la marca étnica. Y eso ha producido también incidencia en los procesos de identidad entre los que han crecido.

Lo cierto es que reconocerse maya como forma de lucha para terminar con la dominación étnica podría ser la propuesta en los distintos casos. En la historia del ser maya o reconocerse políticamente maya, ya ha ocurrido un proceso en el cual se ha ganado, porque ser maya está dotado de sentido histórico positivo. Ya no se necesita ocultar la diferencia sino reforzarla y hacerla patente. Lo que antes era marca de inferioridad ahora lo es de legitimidad. Se subraya la singularidad de la construcción cultural del colectivo, pero sobre todo aquello que los diferencia con los ladinos, entendidos hoy también como pueblo ladino: “El contenido de la diferencia ya no viene impuesto por los poderosos para justificar sus privilegios y la ausencia de ellos para los marcados”.21 Lo que se considera más importante de comentar es que su etnicidad está construida políticamente. Y puede aparecer no solo cuando la opresión del poder la delimita, sino también cuando las personas perciben la necesidad de unirse alrededor de una identidad compartida, frente a fuerzas sociales, económicas y políticas22 que siguen siendo antagónicas.

Por eso se podría afirmar que lo nuevo y frontal de la identidad maya, reconocida por Bastos y Camus como una de las identidades neo-étnicas consolidadas en el contexto multicultural de la globalización neoliberal, es que suponen sobre todo una superación de la idea nacional-liberal de la etnicidad, se adhieren más bien a una identidad entendida como postnacional. Y eso parece bastante importante en este recorrido de la historia de las mujeres que tejerán la historia hacia los procesos de la paz.

La resistencia comunal también es la resistencia de las mujeres

Es ella, la hija del tiempo.

Es ella, la nieta de los Mayas.

Es ella, la Tejedora de la Paz.23

Los pueblos originarios han entendido que lo comunal es como la columna vertebral de la resistencia. Pues se trata de una especie de energía social que dinamiza la vida en las comunidades.24 El trabajo comunal es central dado que constituye la energía ne­cesaria para la producción y el resguardo de los bienes comunes.25 La forma de organización de lo comunal varía de territorio a territorio, pero está directamente vinculado con las estrategias y las formas que adquieren las luchas en las comunidades indígenas. No se perdieron durante la guerra, ni en los exilios y traslados que vivieron, y se discutieron en algunos derechos en los acuerdos de paz, pero sobre todo sobreviven como organización política dentro de las comunidades en la actualidad, y las mujeres han tenido participación activa en la toma de decisiones y su aplicación comunitaria.

Las experiencias de vida de las mujeres mayas durante el periodo de la guerra de insurgencia y contrainsurgencia en Guatemala fueron distintas, y los dispositivos de resistencia que crearon para sobrevivir también. En medio del asedio del ejército y las fuerzas de seguridad, siempre se apoyaron en el sentido de lo comunitario.

Las narrativas que se compilaron de las distintas experiencias del conflicto armado interno, en las voces de mujeres mayas representan un tejido específico de sus experiencias de resistencia. Tejieron poco a poco relatos de paz. Plantearon en ellos nuevas relaciones posibles, formas distintas de ver y forjar la vida. Variadas maneras de tejer los social, de encarar al Estado y sus instituciones. Fueron entretejiendo diversas formas de hacer justicia y de alcanzar la democracia en el intento.26

Los relatos de las mujeres que se compilaron en Tejedoras de paz (2010) rebelan una gran naturalidad y modestia para contar sus vidas, sus vicisitudes y dejar claro que hablan desde una identidad legada por un pasado milenario. Las historias muestran esa convicción, la certeza que se consideran descendientes (alienadas o no por el poder colonial) de una gran civilización, y que los saberes comunitarios con los cuales lograron sobrevivir a las distintas violencias de ese tiempo, fueron legados por los ancestros y ancestras con la forma de una fortaleza dispuesta a enfrentar el sufrimiento y las injusticias.

Las narrativas guardan en medio de su crudeza y el excesivo realismo de su contenido, cierta esperanza, una especie de entusiasmo velado al poder admitir su calidad de hijas de la madre naturaleza, que provee el alimento para todos y todas, y no únicamente para personas con privilegios. Entendiendo esta situación cargada de dignidad humana.

Los relatos dan cuenta de las vicisitudes y los acontecimientos históricos que hoy se pueden leer entre líneas en libros oficiales. Sin embargo estas narrativas tejen y entretejen acontecimientos experimentados por las poblaciones mayas en general y por las mujeres en particular. Les tocó a ellas cargar con las consecuencias de la desaparición forzada, las masacres, la tierra arrasada, la tortura, y otras experiencias de extrema crueldad que ni pueden mencionarse27, pero que han quedado en la memoria de los pueblos, y de los habitantes de las ciudades en general que fueron testigos presenciales, a través de los medios de comunicación y en otros casos la heredaron de sus mayores a través de la memoria oral. Es posible afirmar a través de todas esas narrativas que: “La mujer maya fue víctima de los delitos de lesa humanidad y sobreviviente del genocidio”.28

Tejedoras de paz entonces da cuenta de los aprendizajes y las enseñanzas que promovieron la organización entre mujeres, en algunos casos dentro de las propias comunidades y a las cuales se llamará comunitarias; o en contextos religiosos respecto a derechos humanos en otros casos; también las propias organizaciones de viudas, de búsqueda de desaparecidos; organizaciones campesinas, etc. Fue central aprender a organizarse, a buscar formas de resolver los conflictos, de sanar las heridas, de buscar justicia comunitaria o estatal.

Era importante empezar a hablar por sí mismas. Un impedimento era el miedo, al que hubo que vencer, buscando formas de comunicar lo acontecido, de decir la otra parte de la verdad, o completar verdades fragmentadas. Estaban de por medio la discriminación y el racismo tan introyectados en el medio guatemalteco. Las voces que se alzaron buscaban y promovían la democracia, la justicia, la equidad, el desarrollo, el respeto, en suma la paz.

Buscaban la ruta para poder avanzar, en medio de la consciencia de hacerlo ante una sociedad y un estado de hecho inflexibles. Uno de sus principales reclamos estaba en la falta de oportunidad de tomar decisiones por sí mismas, buscaban rescatar los derechos plenos de las mujeres desde abajo, y lo proponían a través del entretejido de varias historias de vida, donde definieran la ruta a seguir de sus propios procesos.

Por eso en Tejedoras de paz se hacen varias coaliciones, como en la experiencia expresada teórica y prácticamente por María Lugones en el año 2008.29 Aquí se reúnen varios colectivos de mujeres organizadas, Moloj, Conavigua y el Iccpg30, que trabajarán procesamente en conjunto para hilar la paz en Guatemala hacia el siglo XXI.

Tejedoras de paz será el resultado de la iniciativa de Rosalina Tuyuc en una conferencia llamada “Mujeres juntas”, donde relata la situación que estaban viviendo las mujeres de los pueblos en Guatemala en la década del 80 del siglo XX. Esa visita de Tuyuc resultó en un apoyo incondicional de varios años de la cooperación Noruega con las mujeres mayas que podían contribuir a la resolución de conflictos y a la reconstrucción de la sociedad en medio de confrontaciones armadas, que era el caso de Guatemala.31

En el año 2000 aparecerá aprobada finalmente por la ONU la Resolución 1325 sobre Mujer, paz y seguridad. Es la primera vez que la ONU asume su responsabilidad frente al papel y las experiencias de mujeres en medio de conflictos armados. Pero al mismo tiempo la resolución era el resultado de años de trabajo de organizaciones como las de las mujeres de Guatemala, en donde se había firmado la paz en 1996. Habían pasado más de 10 años de cuando Tuyuc denuncia las atrocidades. La resolución del año 2000, pretendía aumentar la participación de las mujeres en resolución de conflictos, su prevención y manejo. También se relacionaba con los derechos humanos de las mujeres en procesos de desplazamiento, que era el caso de Guatemala, deseaba integrar con esto el enfoque de género en la construcción de la paz.

Es posible afirmar con esto que la perspectiva de género de paz y conflicto tuvo también partes ocultas, que fueron denunciadas por ellas mismas. Lo que derivó en que en los procesos de paz no tuvieron siempre una participación activa y eficaz en la toma de decisiones. Y a pesar de esto, las mujeres guatemaltecas lograron el derecho a desarrollar parte de su futuro y aportaron su experiencia a otros procesos de paz en el ámbito internacional. El que Rigoberta Menchú recibiera el Premio Nobel de la Paz en 1992, hizo que se volteara a ver hacia las condiciones de vida de las comunidades a las que ella representaba, y evidenció la situación de pobreza, marginación y discriminación que sufren las mujeres, a pesar de que ellas contribuyen de diversas formas a los procesos de paz y reconciliación.32

Tejiendo la paz en tiempos de la firma

La paz se empezó a fraguar hacia 1987, se trató de un largo proceso entre diversas instancias, que participaron en la preparación y las negociaciones. La sociedad civil pudo participar a través de una tremenda presión que muchas organizaciones nacionales e internacionales realizaron, quedando aprobada su participación hasta 1994. La Asamblea de la Sociedad Civil conocida como ASC, participó con propuestas importantes como:

Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el Enfrentamiento Armado; Identidad y Derechos de los Pueblos indí genas; Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria; Fortalecimiento del Poder Civil,y Función del Ejército en una Sociedad Democrática; Reformas Constitucionales,y Régimen Electoral.33

Todo el proceso duró de 1987 a 1996, pero sí se aprobaron acuerdos muy importantes sobre todo de parte de la sociedad civil. El acuerdo Global de Derechos Humanos se puso en vigencia desde el año de aprobación en 1994. El acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas en 1995. Se detuvo el reclutamiento militar obligatorio, desaparecieron los comisionados militares y las patrullas de autodefensa civil, que habían sido un pilar de apoyo militar dentro de la sociedad civil en el interior de la república.

Sabemos hoy por diversos estudios que el trabajo realizado por las mujeres en el proceso de paz fue muy importante. Participaron activamente en la ASC, pero también desarrollaron luchas fuera de los espacios de negociación. Realizaron diversas actividades para defenderse de la represión del ejército, y apoyar el proceso de paz. Incluso hablaron con los propios negociadores. La paz se firmó el 29 de diciembre de 1996.

Durante los años posteriores a la firma de los acuerdos, periodo conocido como postguerra los espacios de lucha de las mujeres se diversificaron. Se pueden dividir entre luchas específicas y luchas comunes. Entre las segundas hay una serie de propuestas desde los colectivos de mujeres relacionados con asuntos puramente legales, como una nueva institucionalidad y legislación que reconozca, promueva y defienda el ejercicio de los derechos de las mujeres en todos los campos. Se han presentado propuestas de ley en el Congreso de la República y realizado labor de cabildeo e incidencia en temas variados. Le dieron continuidad al funcionamiento de instituciones creadas para la defensa de las mujeres como la Secretaría Presidencial de la Mujer y la Defensoría de la mujer indígena:

En particular,las mujeres indígenas se abren campo en la lucha por el reconocimiento a sus derechos como mujeres y como indígenas. Para el impulso de sus demandas han creado organizaciones propias y participan de espacios mixtos desde donde buscan el reconocimiento y el pleno ejercicio de sus derechos, así como la apertura de espacios, en igualdad de condiciones.34

De cómo las mujeres rechazaron y se opusieron a la militarización

Una de las luchas más reconocidas es la oposición desde la década del 70 al reclutamiento forzoso de los niños y adolescentes mayas. Luego tendría un repunte en la década del 90, veinte años después de iniciada esta labor de parte de las mujeres indígenas. Iniciaron una serie de movilizaciones y desplazamientos desde la organización CONAVIGUA, hubo protestas, toma de edificios, procesos judiciales, etc. Junto a otras organizaciones mayas, algunas religiosas y otras estudiantiles, lograron en 1994, junto al Acuerdo Global de Derechos Humanos, que el ejército nacional cambiara la modalidad abusiva de redadas colectivas en las localidades del interior de la república. Lograron con el tiempo el establecimiento del Servicio Social para los jóvenes que fue aprobada hasta 2003.

En general se oposieron y se organizaron para hacerle frente al problema de la injerencia del ejército en la vida civil en las comunidades, que fue donde reprimieron a poblaciones enteras y las sometieron a través de diversas colectivos militarizados. Cuando empezaron las movilizaciones en 1986 para protestar, lo hicieron en contra de las Patrullas de Autodefensa Civil o PAC y de los comisionados militares. El ejército los fue reduciendo hasta desaparecerlos en 1996.

La labor realizada por estas mujeres valientes que se opusieron abiertamente a la militarización desde diversos flancos, se realizó no solo a través de la protesta callejera, la desobediencia y la resistencia, sino también dialogando en la negociación de la paz. En los testimonios recogidos en libros sobre estas mujeres, sabemos los detalles de la participación de las mujeres kíche´, cuyo papel fue relevante y ejemplarizante.

Tejer narraciones e hilar resistencias: Canil Grave, Calachij y Toj Medrano

CONAVIGUA como ya se ha mencionado fue fundada en 1988 y se le conoce como la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala, en esa organización aparece María Canil Grave35 que estuvo en la primera década del movimiento de las viudas. Coordinó las luchas contra el reclutamiento militar forzoso y elaboraron con otras personas, el anteproyecto de ley de Servicio Patriótico Social, Civil y Militar, que se presentara al Congreso de la República, y que fuera aprobado con uno de los acuerdos en 1994. También fue parte de la Comisión Paritaria impulsada por CONAVIGUA con jefes militares, el Ministerio de la Defensa y funcionarios del ejecutivo para analizar y discutir la propuesta de ley.

María Canil también trabajó para la Fundación Rigoberta Menchú entre 1997 y 1999, representando a la premio Nobel en diversas instancias relacionadas con la paz. En 1999 cofundó la Asociación Política de Mujeres Mayas (MOLOJ)36 fue integrante del Consejo Directivo y luego directora ejecutiva. En el año 2000 regresó a CONAVIGUA y trabajó en el proyecto Aporte a la construcción de una cultura de paz con equidad de género y coordinadora regional del Quiché. Entre 2004 y 2005 trabajó en la Comisión Nacional de Resarcimiento del pueblo maya. Y entre 2006-2007 en la Comisión de los Acuerdos de Paz, representando a pueblos indígenas.37

Juana Calachij38 es maya hablante k’iche’ nació en Pacoc en 1949, se organizó luego que mataran a su esposo un grupo de patrulleros civiles en mayo de 1984, enterrándolo en un cementerio clandestino. Doña Juana deseaba poder exhumar el cadáver de su esposo, y buscar justicia. Fue una de las primeras mujeres indígenas que se integró al Grupo de Apoyo Mutuo. Más tarde con otras viudas de Quiché y Chimaltenango fundaría CONAVIGUA. Participó activamente y con decisión para impedir que jóvenes fueron reclutados de forma forzosa por el ejército, arrebatándoles a los jóvenes a los soldados, y sobreprotegiendo a otros. Se dedicó además a buscar cementarios clandestinos y denunció el lugar donde los expatrulleros habían enterrado a su esposo y a otras víctimas, de esa forma el 6 de junio de 1988 se exhumaron cinco cadáveres en la comunidad de Pacoc, de donde ella es originaria, entre ellos el de su esposo. Tiempo después con el apoyo del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) interpuso juicio contra los responsables de la muerte de su esposo, y los autores fueron condenados a 15 años de cárcel. Este juicio no se hizo público. Doña Juana sufrió persecuciones y trataron de secuestrarla tres veces entre 1988 y 1990, como no lo lograron siguió luchando contra la militarización y el reclutamiento.

María Toj Medrano39 nació en el cantón Xesic, en Quiché en 1952. Participó en el movimiento indígena y campesino desde los años 70. Se encontraba vinculada con lo que en ese momento se llamaba Acción Católica en su localidad.

Fue cofundadora del Comité de Unidad Campesina (CUC) y estuvo durante el periodo de resurgimiento del comité en 1988. Ingresó a la comisión nacional de coordinación del CUC en 1993. Fue la representante en 1991 en Guatemala en el II Encuentro Continental por la Resistencia Indígena y Popular. También fue miembra de la Comisión Maya Majawil Q’ij y en el comité nacional pro premio Nobel de la Paz para Rigoberta Menchú. En el año 1993 fue cofundadora de la Defensoría de la Mujer donde participó en la Junta Directiva y en la Comisión de la Mujer. Entre los años 1992 y 1995 estuvo trabajando en la construcción del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas en distintas instancias creadas por la sociedad civil, dentro de las negociaciones de paz entre ejército y URNG.

En el año 1995 pasó a integrar la Comisión de Organización del Nukuj Ajpop, un espacio creado de participación del pueblo maya, que luego pasó a ser parte del partido Frente Democrático Nueva Guatemala en las eleccciones de ese año. Fue secretaria del partido de 1995 al año 2000.

Trabajó además como traductora de idioma k’iche’ al español para la comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH). A partir del año 2000 estuvo trabajando en el tema de resarcimiento y mujeres indígenas. Fue cofundadora de MOLOJ y ha participado en la comisión que coordina. Entre 2004 y 2005 estuvo representando a la coordinadora de organizaciones para el resarcimiento del pueblo maya.

El tejido de la resistencia

La participación de las compañeras k’iche’ en el proceso hacia la paz, permite observar que uno de los elementos centrales que las hizo resistir de diversas formas, en tiempos verdaderamente peligrosos para las mujeres en general, pero mucho más para las mujeres mayas, se vincula a una forma específica de ver el mundo. En los tres casos las experiencias de vida son límite. Canil y Calachij estaban conscientes que había que hacer resistencias a procesos violentos como el del reclutamiento que a todas luces les parecía injusto. Ya que se trataba de una forma de secuestro, de ladinización obligatoria, de pérdida de la cultura, de un agresivo proceso de aculturación. Calachij había perdido a su esposo, Canil había visto morir a su hermano, y Toj Medrano se había formado en el CUC, un espacio político creado por las comunidades en la década del 80 como organización de resistencia.

Por eso el nombre de Rosalina Tuyuc Velásquez de origen kaqchikel es importante en esta historia de las resistencias. Ella también es cofundadora de CONAVIGUA, su padre y primer esposo fueron desaparecidos y asesinados durante la década de los años 80. Estos hechos determinaron su decisión de trabajar en la lucha popular. Fue coordinadora de CONAVIGUA por varios años a partir de 1988. Estuvo activa en la década del 90 en el diálogo de la sociedad civil. Y participó en la propuesta de Rigoberta Menchú al premio Nobel de la Paz. Cofundó y coordinó la Majawil Qij. Desde estas organizaciones pudo participar en los debates de sociedad civil en los acuerdos de paz. Llegó a ser diputada en el congreso de la república entre 1996 y 2000. También fue presidenta de la comisión de resarcimiento entre 2004 y 2008.

Luchar contra la desaparición forzada

Se sabe que históricamente por un informe de 1999, que el número de desaparecidos durante le conflicto armado llegaba a un número no menor de 45,000 personas, entre hombres y mujeres. Y que muchos niños y niñas perderían a sus padres y quedarían huérfanos y vulnerables para ser dados en adopción ilegal dentro y fuera del territorio nacional. Por otro lado se sabe que los familiares de desaparecidos viven un trauma que no se puede resolver con facilidad, y que pasan largos años con una gran angustia e incertidumbre por no conocer el paradero de sus familiares. Por temor a represalias tampoco pudieron resolver su dolor en duelo. Se encontraban en medio de una gran represión que de hecho les impidió enterrar con rituales a sus desaparecidos.

Como hecho paradójico se conoce que en la década del 80 las víctimas de la guerra tuvieron un papel protagónico en el resurgimiento de la organización social y la lucha por la vida, en los distintos lugares del territorio nacional. Sucedió esto tanto en las ciudades como en el interior de la república. Pero sobre todo aparecieron organizaciones compuestas por los familiares de las víctimas y en muchos casos con fuerte base indígena. En estas organizaciones las mujeres tuvieron un papel protagónico, exigiendo e indagando por el paradero de sus familiares. Ya se relató el caso k’iche’ de Juana Calachij, que no fue vencida por el miedo al secuestro, y logró encontrar la tumba clandestina donde habían depositado el cuerpo de su esposo. Los grupos de mujeres se apoyaron comunitariamente, y en algunas ocasiones se aliaron con colectivos de mujeres ladino-mestizas que también habían sufrido pérdida de sus familiares, y se dedicaban a buscarlos. Uno de los trabajos que emprendieron estos grupos organizados de mujeres a través de organizaciones internacionales fue la de demandar la desclasificación de los archivos del estado guatemalteco, que contuvieran información sobre el paradero y ubicación de los restos de sus seres queridos. Promovieron una ley ante el congreso para la creación de un marco jurídico. Pero se dedicaron también a buscar a los hijos e hijas que habían desaparecido durante los años de muerte de sus padres. Incluso lograron instaurar el día nacional de la desaparición forzada que es el 21 de junio de cada año.40

Desde el año 1988 promovieron la localización de centenares de cementerios clandestinos, aunado a los procesos de exhumación e inhumación de los restos de sus familiares. Es innegable que a través de este trabajo arduo y peligroso, lograron recuperar la memoria colectiva, repararon el tejido social delante de sus comunidades y con apoyo de estas en los procesos de duelo.

En los diversos casos las mujeres jugaron varios papeles centrales. Lograron establecer la cantidad de víctimas que fueron identificadas como mayas o indígenas, y las agrupaciones de líderezas pidieron y lucharon por sancionar a los culpables y apoyaron las instancias para probar la práctica del genocidio en Guatemala, y la posibilidad de reparación del daño causado a las comunidades mayas. De esa cuenta se abrieron procesos judiciales a nivel nacional e internacional. En todo este proceso las mujeres tomaron la decisión, acompañadas por colectivos que las apoyaron de diversas maneras de contar sus historias, porque estos testimonios serían la base para comprobar hechos que de otra manera hubieran pasado por alto las autoridades, que ya mantenían reservas para enjuiciar estos hechos deleznables.

Al momento de realizar las inhumaciones pudieron identificar a las personas que habían sido asesinadas o masacradas, lograron diversas acciones como la dignificación de las víctimas y pudieron enterrarlas de acuerdo a las costumbres de su cultura. Por otro lado realizar todo este trabajo y lograr resultados positivos en la identificación les ayudó a sanar las heridas que solo vivir el duelo podía lograr. Claro que este trabajo fue en conjunto con instituciones especializadas como los equipos de antropología forense, o las instituciones de atención psicosocial para los familiares de las víctimas.

Resistencia interna en el refugio

Las estrategias contrainsurgentes del ejército, como tierra arrasada y genocidio provocaron el desplazamiento de miles de guatemaltecos, hombres y mujeres de pueblos originarios. Tuvieron que escapar del terror y la persecución que desataron acusándolos de participar en la guerrilla, de ser aliados o de protegerlos, de una u otra manera, no tenían salida. Por otro lado el excesivo control militar era agobiante. Se calcula que hacia 1984 al menos 150,000 guatemaltecos se habían ido al extranjero. La mayoría de los guatemaltecos de origen maya atravesaron la frontera con México, y tuvieron que asilarse en el sur de Chiapas. El estatus migratorio de todas estas personas fue la de refugiados, asunto que tuvieron que tramitar entre las autoridades mexicanas y la ONU.41 Sin embargo la persecución del ejército guatemalteco los siguió a estos parajes, y apoyados por el alto comisionado de las Naciones Unidas, lograron ser reubicados y fueron algunos a parar a Campeche y Quintana Roo.

Es de este periodo que se recoge información acerca del trabajo que hicieron las mujeres refugiadas. Se habían organizado en colectivos como Mama Maquín (1990) y Madre Tierra e Ixmucané (1993). De manera altamente organizada lograron tener injerencia no solo en proyectos productivos, sino también en las negociaciones de todos los temas relativos al refugio y al retorno.

El objetivo fundamental que se plantearon fue el de poder regresar al país pero con el cese de la represión en Guatemala y la apertura de espacios que permitieran el retorno sin tantos sobresaltos y con cierta seguridad de vida. Así fue que hacia 1992, mediante sus luchas pudieron lograr un acuerdo entre las comisiones permanentes de refugiados en México y las autoridades del gobierno de Guatemala. Con el tiempo formarían otra organización conocida como la Alianza de las mujeres rurales por la vida, tierra y dignidad.42

Las CPR

Como CPR se conocen las llamadas comunidades del pueblo en resistencia cuyo éxodo se historiza hacia inicios de la década del 80. Estas comunidades fueron perseguidas por el ejército con el propósito de exterminio, pero lograron fuera del control militar, escaparse dentro de su mismo territorio, desplazándose de manera inusual por los bordes de la frontera con México. Con el tiempo se constituyeron en comunidades que estaban fuera del control militar y que se encontraban huyendo de manera permanente. Bajo este perfil se constituyeron en las comunidades de resistencia de la Sierra y de la Selva del Ixcán, y también en Petén. Es muy posible que hayan sido las comunidades más perseguidas por el ejército guatemalteco.

En este contexto las mujeres tuvieron una actividad similar a la de los hombres, pues iban huyendo dentro de los mismos grupos, y les tocó dedicarse a una vida nómada, que les exigía hacer tareas distintas y variadas, pero principalmente participaron defendiendo la vida propia y la de otros, estuvieron activas en la producción de alimentos y trabajaron arduamente sobre la identidad cultural, impulsando varias iniciativas de salud y educación con las personas que estaban a su cargo.

Durante varios años se escaparon del asedio constante del ejército y muchas personas fallecieron en el trayecto al que se sometieron. Sin embargo con la seguridad que ya no poseían ningún bien abandonado en sus tierras y lo único que poseían eran las tierras mismas, iban huyendo de la muerte, y en el proceso aprendieron cómo conservar la vida con inteligencia y valor, pero apoyándose en los valores comunitarios que son propios de estos pueblos.

Las CPR se consideraban población civil no combatiente, e iniciaron una serie de trabajos para dar a conocer su existencia y el perfil de su éxodo, esto ocurrió alrededor de 1986 cuando llegó al poder un gobierno no militarizado. A partir de esa fecha empezaron a ser apoyados por instancias internacionales de reconocimiento de su capacidad de sobrevivencia en medio de una guerra que no estaban peleando.

Entre 1990 y 1991 las CPR salieron al “claro del bosque”, y aparecieron a la luz pública como Comunidades de Población en Resistencia de la Sierra y de la Selva del Ixcán. Años más tarde lo mismo hicieron las poblaciones que se encontraban en el Petén. Todas estas poblaciones lograron un acuerdo llamado “Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado”, firmado entre el gobierno de Guatemala y la URNG en 1994.43 Y aunque no toda la población volvió a Guatemala, muchos de ellos y ellas se quedaron viviendo en los campamentos donde habían hecho resistencia, pero los demás se reubicaron en los territorios que el gobierno asignó para ellos, en Retalhuleu, Chimaltenango, Quiché, Petén y Suchitepéquez.

Las experiencias que dejaron testimoniadas algunas de estas mujeres que se formaron políticamente en la CPR, permite conocer las estrategias de sobrevivencia que inventaron, apoyándose en el espíritu comunitario que no las abandonó ni en momentos límite de sus propias vidas. Algunas de las sobrevivientes de las CPR de la Sierra por ejemplo fueron víctimas de la tierra arrasada, y empujadas a huir hacia las montañas, se disgregaron de sus propias familias, e incluso pasaron largos años sin que supieran si habían o no sobrevivido algunos de los otros miembros de sus familias y de su propia comunidad. Sobre esto Nazaria Tum cuenta que en medio de desplazamientos temporales cuando empezó la política de tierra arrasada en 1982, se vio separada de su familia, y de sus tres hijos, a partir de ese momento se conservó en las montañas de Quiché como desplazada y refugiada. A sus hijos los volvería a ver 11 años después de este momento.44 Por eso otro elemento que guardaban en común los grupos de mujeres de las CPR, era el haber perdido a sus maridos, padres, hermanos y miembros masculinos de la familia, lo cual les dio el perfil de viudas.

Una experiencia que fue común, consistió en reagruparse y hacer comunidad entre habitantes que no hablaban el mismo idioma, pero que estaban huyendo todos del ejército. Así lo relata Nazaria Tum: “Habían personas que ya no tenían familias y nos juntamos e hicimos un grupo grande”. (Tejedoras, 154-55) También habían sufrido las distintas violencias infringidas a población civil rural, durante los años 80, como la quema de sus propiedades, el asesinato de los varones principalmente y el secuestro y abuso de las mujeres. Entre las violencias fueron persistentes las realizadas sobre los cuerpos de niñas y mujeres, como una manera de intimidación y cobro de botín, que estiló el ejército dentro de las prácticas contrainsurgentes y por las cuales han pagado al paso del tiempo en juicios que se les han practicado.

La persecución del ejército sobre estas poblaciones, más que atemorizarlos, porque ya habían perdido familiares y sus humildes bienes, entre estos la tierra donde sembraban, provocó que los grupos se hicieran cada vez más grandes, aunque se tratara de orígenes étnicos distintos e idiomas varios. Así empezó la resistencia. Se trata de la experiencia comunitaria, de la que no tenemos noción los sujetos urbanos que somos altamente individualistas.

Para muchas de las mujeres la resistencia se convirtió en un espacio de aprendizaje, porque se dedicaron a labores que antes no hacían, por eso están convencidas, que no hay vuelta atrás, ya ganaron derechos y los han seguido defendiendo sin menoscabar la fuerte consciencia comunal que las acompaña y de la que Gladyz Tzul Tzul ha teorizado.

Algo que las independizó a nivel de género fue el formar organizaciones de mujeres estrictamente mediante las cuales se empoderaron y con el tiempo lograron conseguir ayuda internacional para apoyar sus proyectos durante la postguerra. Una de las organizaciones más famosas es Mama Maquín, que se fundó en 1990, y que se dedicó a defender los derechos humanos de las mujeres refugiadas. Hacia 2010 continuaba su labor de colectivo viendo proyectos de desarrollo sostenible, derechos humanos de las mujeres y educación sanitaria. De esa cuenta María Guadalupe García de origen mam45, que es cofundadora de Mama Maquín, relata que hacia 2010 se encontraban defendiendo el hecho de que las mujeres también tuvieran derecho a las tierras, para que puedan decidir sobre su uso, y se beneficien del producto que se le extrae.46 Una de sus labores más fuertes ha sido vincular estos procesos de forma legal. Lo hicieron desde que empezó el proceso de retorno, se dieron cuenta que había que organizarse por cooperativas y que no fueran solo los hombres los socios activos, sino también las mujeres. Finalmente Mama Maquín consiguió que las mujeres fueran copropietarias de la tierra en 11 de las comunidades de desplazados. Sin embargo al volver a Guatemala como retornados, los hombres pretendieron parar estas iniciativas, porque se trataba de volver a las costumbres antes de salir en la década del 80. Las mujeres no lo aceptaron, y crearon una serie de instancias legales para pelear sus derechos. Toda esta situación las hizo pensar en hacer formación en asunto de tierras, ampliaron su visión y lograron hacer aprender sobre el tema, que ellas antes de salir de Guatemala, nunca hubieran pensado podían hacer. En 1990 la asociación seguía vigente, peleando derechos de las mujeres, a raíz de todo este trabajo, se unieron con los otros dos grupos, Ixmucané y Madre Tierra, y formaron la actual organización que ya se ha mencionado, Alianza de mujeres rurales por la vida, tierra y dignidad.47 Esta misma organización ha visto aparecer otros problemas relacionados con la tierra comunal, el de la minería es uno, y sabemos cómo han bregado en este sentido. Se dieron cuenta además del problema de las elecciones en el país, las mujeres eran regularmente utilizadas para conseguir el voto. En las votaciones del año 2023 y todo el problema actual, pudimos observar la capacidad de agencia de las mujeres mayas.

Resistencias a partir de un estado de viudez, trabajo y activismo político

Las mujeres que resistieron y participaron en organizaciones, que desde los años 70 se encontraban comprometidas en abogar y defender los derechos de las comunidades rurales de Guatemala, muchas de ellas han quedado en la anonimia, se han ido diluyendo al paso del tiempo, sin reconocimiento, sin embargo se sabe y se ha ido comentando en este recorrido, que partieron de la fundación de una organización de viudas, a la que por sus siglas se le conoce como CONAVIGUA. Observamos que esta organización tuvo un impacto muy fuerte en las políticas de género que pelearon los colectivos de mujeres en distintos momentos del conflicto armado interno.

Algunas de ellas como Fermina López48, mujer k’iche’ entró a la organización en medio de la guerra, a partir de la desaparición de su esposo. Ya que él que era miembro activo del Comité de Unidad Campesina (CUC)49, cuyo perfil como organización se encontraba vinculado a la URNG. Fermina entonces, funda CONAVIGUA en 1989, junto a otras mujeres que también eran viudas de la guerra. López se convirtió con el tiempo de participación en CONAVIGUA en parte de la junta directiva de la organización, y en medio de los acuerdos de paz, participó en los diálogos desde la sociedad civil, en el sector de mujeres, defendiendo los derechos de las víctimas que sufrieron represión media y extrema en época de la guerra. Uno de los trabajos por los cuales se reconoce la valentía y el arrojo de estas mujeres, que se encontraban en medio de un tiempo revuelto, denunciando las masacres cometidas por el ejército de Guatemala, durante el conflicto armado interno, fue la constante iniciativa de investigación para probar por escrito la terrible participación del ejército de Guatemala en estos delitos de lesa humanidad.

Poco se habla de la participación de las mujeres mayas en medio de los diálogos y trabajos realizados en distintas instancias. Incluso tuvieron que abandonar sus casas en el área rural y a sus familiares otra vez, durante el proceso de paz, para poder efectuar el trabajo de recuperación de la memoria, que se hacía necesario en este momento. Fermina López y otras mujeres rurales también estuvieron afiliadas a la URNG y participaron en 2001 en las elecciones, llegando a postularse como canditatas a diputadas.50

El trabajo realizado por algunas de estas activistas fue distinto, dependiendo del área donde se encontraran. Pero en general trabajaron en instancias pro mejoramiento de la vida de las mujeres. Las activistas inscritas o reconocidas desde la URNG participaron en comités que requerían su presencia durante los acuerdos de paz. Se podría decir que hubo distinto tipo de perfil entre las participantes en estos diálogos, decisiones y toma de decisión. Algunas de ellas tenían experiencia empírica puesto que se habían visto en medio de la guerra, y allí con las CPR habían ido aprendiendo distintas tareas y de alguna manera adquirieron experiencia política. Algunas otras estaban afiliadas a la URNG y se prepararon políticamente para poder participar en las distintas actividades de los acuerdos de paz. Lo que guardaron en común, fue el interés por los colectivos de mujeres, su defensa y el apoyo en leyes que las podían beneficiar.

La Organización de Mujeres en Resistencia (OMR)

Esta organización se organizó dentro de las CPR en lo que hoy se conoce como Primavera del Ixcán. Se fundó hace treinta y cuatro años y ha continuado trabajando de diversas formas en apoyo a las mujeres retornadas. Hoy las mujeres más jóvenes que entraron a conformar la OMR son madres y tienen más responsabilidades que cuando iniciaron la organización. Pero en aquel momento una de ellas nos dice que entendieron que juntas y organizadas podían enfrentarse civilmente, a los embates del estado, con el nuevo estatus de retornadas que tenían. Durante el tiempo de desplazamiento forzado aprendieron a participar en la lucha política de la comunidad. Estuvieron en medio de la lucha por ser reconocidas como población civil en resistencia, y no como guerrilleros. Pero también a nivel solo de las mujeres, aprendieron las leyes que las protegían en medio de un sinnúmero de opresiones de género. Nos cuenta una de sus integrantes, que en este momento son alrededor de 100 mujeres en dicha organización. Se formaron en talleres que se efectuaron allí mismo en la comunidad. Aprendieron también a manejar proyectos con los cuales podían ir saliendo adelante económicamente.

La OMR se encuentra atendiendo un problema que ya se había mencionado en el trabajo de Gladys Tzul Tzul, y es el del alcoholismo, incluso entre las mujeres. Y por eso la OMR ha decidido elaborar un reglamento que impide la venta y compra de bebidas alcohólicas y también de drogas de cualquier tipo. Lucharon mucho sobre este tema y han podido controlarlo por medio de las asambleas de consensos, sobre todo entre las mujeres.51

Saliendo por la puerta del fondo

A nivel de conclusión se podría decir que las mujeres mayas participaron desde diversos flancos en el entretejido de la paz, cuyos acuerdos se establecieron finalmente y se firmó metafóricamente la paz en 1996, para dar inicio a otros procesos que también requirieron de atención de parte de los colectivos de mujeres. Su presencia garantizó que finalmente los derechos humanos de las mujeres fueran incluidos a nivel de agenda. De hecho su sola presencia significaba que lo que denominaron el Sector de Mujeres entrara a discusión en la negociación, a nivel de sector civil.

Las mujeres que participaron tenían representatividad entre sindicatos, colectivos, organizaciones campesinas, organizaciones de mujeres, centros de investigación, etc. Desde allí y en consenso con sus colectivos aportaron ideas, propuestas, dieron su tiempo en pro de temas fundamentales como el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el conflicto armado, fortalecimiento del poder civil, función del ejército en una sociedad democrática, reformas electorales y constitucionales.52 Por otro lado reconocieron el carácter multicultural del país, con la participación fuerte de las mujeres indígenas en la discusión. Y otro elemento que fue central fue que para discutir y decidir sobre el acuerdo de identidad de pueblos indígenas, las mujeres mayas estaban participando activamente, creando una entidad como la Defensoría de la mujer indígena.

En la coyuntura actual, las organizaciones indígenas y campesinas muestran una fuerte e igualitaria participación de mujeres a nivel de comunicación de poder local. Fue interesante notar que las mujeres están preparadas para emprender el análisis político que requería el momento histórico actual. Pero ha tenido un largo camino, que de alguna forma se ha entretejido en este trabajo, mostrando las distintas maneras en que se prepararon políticamente para enfrentar un momento tan difícil como el que vivimos en el país.

Bibliografía

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Tzul, Gladys. “La forma comunal de la resistencia”. Revista de la Universidad de México, n.º 3 (2019): 105–11. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7081141&orden=0&info=link.


1 Javier Camargo, Dora García, Matrices de paz (México: Tecnológico de Monterrey-Novus, 2018), 22.

2 Calixta Gabriel Xiquin, En Consuelo Meza y Aida Toledo, La escritura de poetas mayas contemporáneas producida desde excéntricos espacios identitarios, (México: Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2015), 47.

3 María Lugones, <<Multiculturalismo radical y feminismos de mujeres de color>>, Revista Internacional de Filosofía Política, 25, (2005): 61–76.

4 Santiago Bastos, <<La construcción de la identidad maya en Guatemala>>, Desacatos, núm. 24, mayo-agosto, (2007): 198.

5 Ricardo Falla ,1978 en Bastos, Identidad maya, 198.

6 Cojtí, 1997, en Santiago Bastos y Manuela Camus, <<Multiculturalismo y pueblos indígenas: reflexiones a partir del caso de Guatemala>>, Revista Centroamericana de Ciencias Sociales (RCCS), 1, n.° 1 (2004): 87-112. ISSN-e 1659-0619.

7 Bastos, Identidad maya, 199. Desde 1959 se funda la Academia del idioma maya-K’iche’, o la asociación Pro Cultura Maya Quiché, en Santa Cruz del Quiché desde la década del 70. Es de destacar la temprana aparición del Comité Cívico Xel-Ju en 1972 que ya desde su mismo nombre se planteaba como una opción abiertamente étnica.

8 Bastos, Identidad maya, 200.

9 Véase la nota 8.

10 La autora maya kaqchikel María Elena Nij Nij por ejemplo se integra a la guerrilla en 1976. En tanto Calixta Gabriel, también poeta kaqchikel saldrá al exilio luego de la muerte de sus hermanos.

11 Bastos, Identidad maya, 200.

12 Bastos, Identidad maya, 201.

13 Véase la nota 12.

14 Bastos y Camus, Multiculturalismo y pueblos.

15 Como tatuaje oculto (traducción del k’eqchí’).

16 Bastos y Camus, Multiculturalismo y pueblos.

17 Montejo, 1997; Warren, 1998; Fisher, 2001 en Bastos, Identidad maya, 206.

18 Bastos, Identidad maya, 206.

19 Bastos y Camus, Multiculturalismo y pueblos.

20 Un ejemplo para explicar este asunto se encuentra en la investigación que se hizo hace 3 años sobre un corpus de escritoras mayas y que se encuentra en proceso de publicación. El caso de las escritoras que son sujetas históricas del siglo XXI, y cuya identidad es la del nuevo mestizaje, pero sin el mismo contexto histórico de la colonialidad del poder. Algunas de ellas han nacido de nuevas formas de relación entre indígenas o mayas y ladinos/as. ¿Qué acontece en ese caso? ¿Cuál es esa identidad maya? ¿Cómo reflexionar al respecto? ¿Y qué sucede con los mayas de la ciudad, que tienen dos o tres generaciones naciendo y viviendo en la ciudad de Guatemala, pero practicando las costumbres y sometidos a ambientes culturales híbridos, en donde se ha perdido la lengua materna por tres generaciones? La lengua materna es el español en este último caso, pero la cosmovisión, la espiritualidad y las prácticas culturales son mayas. Aida Toledo, Todo tiene filo/Tutto taglia. Antología de poetas mayas, (Roma: Universidad de la Sapienza, 2023).

21 Comaroff y Comaroff, 1992; Bastos, 2000; Taracena et al., 2003. En Bastos, Identidad maya, 207.

22 Willmsen y McAllister en Bastos, Identidad maya, 207.

23 Tejedoras de paz, (Noruega: Fokus, 2010), 12.

24 Gladys Tzul Tzul, <<La forma comunal de la resistencia>>, Revista de la Universidad de México, n.° 3 (2019): 105-111.

25 Tzul Tzul, La forma comunal, 107.

26 Rigoberta Menchú, en Tejedoras de paz, 12.

27 En cada hogar se sufre la ausencia de un ser querido, un hijo, una hermana, esposo y esposa asesinado, asesinada, torturado y torturada; ejecuciones extrajudiciales, con arma blanca y arma de fuego. Asimismo, se dieron violaciones sexuales, masacres, quema de casas, destrucción y quema de cosechas por el ejército y patrullas de autodefensa civil.Todos y todas eran inocentes que se les negó justicia sin tener la oportunidad y el derecho a defenderse ante un tribunal de justicia. Rigoberta Menchú. Tejedoras de paz, 15.

28 Rigoberta Menchú. Tejedoras de paz, 15.

29 María Lugones, <<Colonialidad y género>>, Tabula rasa, n.° 9, (2008): 73-102.

30 Asociación Política de Mujeres Mayas (MOLOJ), Coordinadora Nacional de viudas de Guatemala (CONAVIGUA) e Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (ICCPG).

31 Tejedoras de paz, 22.

32 Tejedoras de paz, 23.

33 Tejedoras de paz, 31.

34 Tejedoras de paz, 35.

35 Ver testimonio de María Canil Grave, Tejedoras de paz, 40-49.

36 El objetivo de la asociación es promover la participación política de la mujer maya y formar nuevas lideresas,para que no siga la exclusión de las mujeres en el campo político. María Canil Grave en Tejedoras de paz, 47.

37 Tejedoras de paz, 41.

38 Ver testimonio de Juana Calachij, Tejedoras de paz, 52-61.

39 Ver testimonio de María Toj Medrano, Tejedoras de paz, 64-71.

40 Tejedoras de paz, 111.

41 Tejedoras de paz, 148.

42 Dicha organización tiene su antecedente en octubre del 2000, cuando Mamá Maquín, Madre Tierra e Ixmucané, conformaron la Comisión Negociadora para el Acceso a la Copropiedad de la Tierra para las mujeres. Ver Tejedoras de paz, 162.

43 Tejedoras de paz, 149.

44 Tejedoras de paz, 151.

45 María Guadalupe García nació en la aldea la Casaca, de San Idelfonso Ixtahuacán en 1962, es de origen mam. Cofundadora de Mama Maquín. La historia de María Guadalupe es la del padre asesinado por el ejército por la defensa de la tierra del municipio como tierra comunal. Se convirtió en desplazada y luego en refugiada en 1982, después que el ejército quemara su aldea y asesinara a la gente. El grupo mam se tuvo que atravesar la frontera hacia México y se dividieron en tres grupos, unos se dirigieron hacia Tapachula, otros a Comalapa (México) y los terceros a Caña de Azúcar. Con el tiempo se forjarían en México en artesanías y siembra y procesos del maíz. Tejedoras de paz, 164-65.

46 Tejedoras de paz,162.

47 Tejedoras de paz, 167-68.

48 Tejedoras de paz, 212.

49 El CUC trabajó bastante a través de denuncias y paros laborales para los trabajadores mayas de la costa sur en la década del 70. Esa fue la causa del secuestro de muchos activistas del CUC, en el caso del esposo de Fermina López, su esposo dirigía un paro laboral de los trabajadores de la costa sur en las fincas de los hacendados coloniales, en 1980.

50 Tejedoras de paz, 212.

51 Aida Toledo, entrevista personal con Anabela Esteban Francisco, integrante de la OMR de la Primavera del Ixcán, Quiché, 20-21 de octubre de 2023.

52 Tejedoras de paz, 266.

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