Revista N.° 75
Enero-Junio 2024
ISSN 1409-424X; EISSN 2215-4094
Doi: https://dx.doi.org/10.15359/rl.2-75.1
URL: www.revistas.una.ac.cr/index.php/letras
Un cotejo indispensable para el estudio de Insensatez, de Horacio Castellanos Moya1
(An Essential Collation to Study
Horacio Castellanos Moya’s Insensatez)
Jesús Dávila2
Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México
Resumen
Se desarrolla la hipótesis de que el documento corregido y citado por el narrador de Insensatez no es una copia fiel del informe Guatemala: Nunca más. Se reconstruye la primera recepción de la novela en España y se rastrea el surgimiento de un prejuicio de lectura que tiende a identificar y confundir el documento histórico con el de la ficción; asimismo, se analizan algunos datos biográficos de Castellanos Moya, relevantes para la lectura de Insensatez. Finalmente, se señalan las aportaciones críticas más importantes sobre el tema y se exponen dos cotejos puntuales para argumentar la hipótesis central de este trabajo.
Abstract
The hypothesis developed by this paper is that the document corrected and quoted by the narrator of Insensatez is not a faithful copy of the report Guatemala: Nunca más. The first reception of the novel in Spain is reconstructed, as the origins of a reading bias that tends to identify and confuse the historical document with that of fiction are traced; likewise, biographical data of Castellanos Moya relevant to the reading of Insensatez are analyzed. Finally, the most important critical contributions on the subject are discussed and two specific collations are presented to argue the central hypothesis of this work.
Palabras clave: Castellanos Moya, Insensatez, cotejo, Guatemala: Nunca más, testimonio, ficción.
Keywords: Castellanos Moya, Insensatez, collation, Guatemala: Nunca más, testimony, fiction.
¡Ah, estás ahí! Llegaste con tu encanto
indefinido. Pocas líneas solamente
se encuentran en la historia sobre ti,
y, por eso, con más libertad te he modelado en mi imaginación […].
Constantino Cavafis, «Cesarión», vv. 15-18.
En buena medida, podríamos decir que el creciente interés por la literatura centroamericana, el cual ha tendido a centrarse en la narrativa (y, sobre todo, en la novela), ha corrido parejo con el éxito editorial de algunos autores entre los que se encuentra Horacio Castellanos Moya (El Salvador, 1957)3. En su prolífica trayectoria, se destacan las novelas La diáspora (1989), El asco. Thomas Bernhard en San Salvador (1997), El arma en el hombre (2001), Insensatez (2004) y Tirana memoria (2008); en el terreno de la narrativa breve, ha publicado varios libros de cuentos, tales como ¿Qué signo es usted, niña Berta? (1981), Perfil de prófugo (1987) y El gran masturbador (1993); en cuanto a su labor de ensayista, conviene citar Recuento de incertidumbres. Cultura y transición en El Salvador (1993) y La metamorfosis del sabueso (2011); además, cuenta con un libro temprano de poesía (Poemas, 1978). Su obra tiende al tratamiento del fracaso de las guerrillas en Centroamérica (en especial, en El Salvador), el promisorio e inconcluso proceso de transición hacia la democracia y la paz en aquella región, la colusión entre las élites política y guerrillera tras los Acuerdos de Paz, la precariedad y escasa viabilidad de las labores literarias en países asolados por la corrupción, la pobreza y la violencia, los abusos del color local en la tradición centroamericana, entre otros asuntos.
Publicada en México en 2004, Insensatez se articula en torno al proceso de transición democrática iniciado, oficialmente, tras la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera en Guatemala, en diciembre de 1996. Un narrador en primera persona cuenta los peligros, «reales» —por supuesto, en términos de la ficción narrativa— e imaginarios, a que se expuso al prestar sus servicios de corrector de estilo de «un extenso informe de mil cien cuartillas en el que se documentaban las centenares de masacres»4 perpetradas especialmente por los militares en años anteriores al proceso de pacificación. Cabe aclarar que en el texto no se designan ni el país, ni la época en que se desarrolla la trama. Sin embargo, la evidencia textual nos permite saber que la mayoría de hechos narrados debe situarse en la Ciudad de Guatemala, hacia finales del siglo xx.
El número de trabajos dedicados a Insensatez es considerable, en especial, si tenemos en cuenta que se trata de una obra algo reciente y que, además, forma parte de una tradición literaria poco estudiada, hasta hace unos años, fuera de su lugar de origen. En mi análisis, procuraré seguir y caracterizar un prejuicio de lectura en que diversos estudiosos han incurrido por no hacer un cotejo preciso entre la novela y su intertexto básico: el informe Guatemala: Nunca más (1998). Asimismo, desarrollaré dos cotejos puntuales entre ambos textos para mostrar que, en una labor más profunda de interpretación, es imprescindible leer Insensatez a la luz de ese informe.
La primera recepción (en España): equívocos y enigmas
Ya en los primeros lectores de esta novela, se advierten dificultades para relacionarla con el contexto histórico y cultural al que pertenece. A falta de testimonios para reconstruir la primera recepción de Insensatez en México (hasta el momento, no he logrado hallar ninguno), me concentraré en el ámbito español. En 2005, en Barcelona, apareció la edición española de esta novela. El número de reseñas sobre esta y la frecuencia con que aparecieron nos permiten vislumbrar una posible estrategia editorial, de mercado, para atraer al público español.
El 8 de septiembre de 2005, Joaquín Marco reseñó esta obra para el semanario madrileño El Cultural. Desde mi perspectiva, hay dos imprecisiones significativas en sus comentarios: por un lado, afirma que la novela trata «la desmesurada violencia de los esbirros del general Ríos Montt» y que tiene como núcleo «la dramática represión de la dictadura salvadoreña»5. Como se sabe, el legado sangriento de José Efraín Ríos Montt (1926-2018) corresponde a Guatemala, no a El Salvador. Quizá los orígenes de Castellanos Moya pudieron ocasionar que Marco incurriera en confusión. Sin embargo, cabe señalar que, por más elusivo que sea el protagonista de Insensatez respecto del espacio geográfico y la realidad histórica, la novela no deja lugar a dudas: su trama se articula en torno a la posguerra guatemalteca. Por otro lado, Marco sostiene, con visible certeza, que «la primera frase [de la novela] procede de un relato de un indígena cachiquel, que vio cómo asesinaban a sus cuatro hijos y a su esposa a machetazos»6. Tal vez Marco ejerce por primera vez el prejuicio de lectura ocasionado por la ausencia de cotejos entre la novela y su principal fuente histórica. Tal prejuicio consiste en asumir que el documento ficcional —es decir, las mil cien cuartillas que el narrador de Insensatez revisa y corrige— y el documento histórico son exactamente iguales.
Como harán diversos críticos posteriores, Joaquín Marco sigue al pie de la letra el pasaje inicial de Insensatez, que copio enseguida:
Yo no estoy completo de la mente, decía la frase que subrayé con el marcador amarillo, y que hasta pasé en limpio en mi libreta personal, porque no se trataba de cualquier frase […]. Yo no estoy completo de la mente, me repetí, impactado por el grado de perturbación mental en el que había sido hundido ese indígena kaqchikel testigo del asesinato de su familia, por el hecho de que ese indígena fuera consciente del quebrantamiento de su aparato psíquico a causa de haber presenciado, herido e impotente, cómo los soldados del ejército de su país despedazaban a machetazos y con sorna a cada uno de sus cuatro pequeños hijos y enseguida arremetían contra su mujer, la pobre ya en shock a causa de que también había sido obligada a presenciar cómo los soldados convertían a sus pequeños hijos en palpitantes trozos de carne humana. Nadie puede estar completo de la mente después de haber sobrevivido a semejante experiencia, me dije, cavilando, morboso, tratando de imaginar lo que pudo ser el despertar de ese indígena, a quien habían dejado por muerto entre los trozos de carne de sus hijos y su mujer y quien luego, muchos años después, tuvo la oportunidad de contar su testimonio para que yo 1o leyera y le hiciera la pertinente corrección de estilo […]7.
En el nivel ficcional o diegético, el comentario de Marco sobre el inicio de la novela es minuciosamente cierto: la frase inicial de Insensatez «procede de un relato de un indígena cachiquel8, que vio cómo asesinaban a sus cuatro hijos y a su esposa a machetazos»; como se puede ver, el reseñista sigue al pie de la letra el texto literario: todos los datos y circunstancias provienen de ahí (la etnia del indígena, los cuatro hijos, la esposa y la masacre a machetazos). Sin embargo, resultaría, por lo menos, precipitado dar por hecho que esa frase y el testimonio del personaje cakchiquel pertenecen a un documento histórico, sin tener ninguna prueba de ello. Quizá la dificultad para acceder, de manera íntegra, a las fuentes históricas del conflicto guatemalteco propició que, en diversas ocasiones, se asumiera que Castellanos Moya se limitó a copiar o resumir algún documento histórico más o menos impreciso. También es posible que algunas declaraciones del autor hayan entorpecido la identificación de su principal referente histórico para la composición de Insensatez.
En noviembre de 2005, Andrea Aguilar reseñó esta novela para El País. A juzgar por las diversas frases entrecomilladas que incluye su texto, cabe suponer que echó mano, por lo menos, a una entrevista con Castellanos Moya; sin embargo, las citas no están referenciadas y, hasta el momento, no he podido dar con su o sus fuentes. En especial, me intriga el inicio de la reseña:
A los 10 años de leer unos informes sobre las masacres de indígenas a manos del Ejército en Guatemala, Horacio Castellanos Moya todavía sentía «algo podrido dentro». En su nueva novela Insensatez (Tusquets), el escritor y periodista centroamericano conjura la muerte y la barbarie a través del sarcasmo y de la risa. «No escribo para cambiar nada, este es un libro para reírse del horror», asegura9.
Más que la aparatosa declaración final, me desconciertan dos datos: supuestamente Castellanos Moya no se habría basado en un solo informe, sino en varios, para escribir su novela y, según la cita, entre la lectura de esos hipotéticos informes y la redacción de Insensatez habrían pasado diez años. Con base en la documentación disponible, ambas circunstancias son inviables. De momento, me concentraré en el aspecto temporal. Para que las palabras atribuidas a Castellanos Moya fueran ciertas, este tendría que haber accedido a los supuestos informes hacia 1994 (como he señalado, esta novela se editó por primera vez en 2004).
Asdrúbal Marín indica que, tras el acuerdo firmado «en 1996 entre el ejército y el gobierno guatemalteco por una parte y la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca) por la otra», se crearon dos Comisiones de la Verdad: la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) y la comisión a cargo de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG)10. La CEH «inició oficialmente» sus labores el 31 de julio de 1997 y dio a conocer su informe, titulado Guatemala: Memoria del silencio, el 25 de febrero de 199911. En cuanto a la ODHAG, en el primero de los cuatro tomos del informe Guatemala: Nunca más, se aclara que el proyecto Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), antecedente directo de la comisión a cargo de la ODHAG, fue propuesto en octubre de 1994 e iniciado en abril de 199512. La ODHAG presentó su informe el viernes 24 de abril de 1998 y «el domingo de esa misma semana, fue asesinado su responsable y líder fundamental, Monseñor Juan Gerardi»13, acontecimiento que se retoma para el final de Insensatez. A partir de estos datos, hacia 1994, era del todo imposible acceder a alguna versión, por más embrionaria que fuera, de Guatemala: Memoria del silencio o de Guatemala: Nunca más. Si bien cabría la posibilidad de que Castellanos Moya hubiera conocido alguna versión preliminar del segundo documento (que, como intentaré argumentar, es, en su versión final, y en español, el intertexto más determinante para la lectura de Insensatez), la cifra de diez años resulta excesiva e inviable.
En su reseña, aparecida en la revista sevillana Renacimiento, Dunia Gras proporciona un dato mucho más razonable —aunque también muy problemático— para esclarecer la principal fuente histórica de la novela:
A partir de una referencia autobiográfica, el encargo que aceptó el propio autor de corregir estilísticamente un informe donde se documentaba el genocidio de la población indígena en manos del ejército —referencia que alude, como más de uno adivinará, a Guatemala, aunque no aparezca explícita, para no limitar el drama y universalizar su dolor—, Castellanos Moya trasciende, de algún modo, la inmediata y fértil tradición del testimonio en la literatura centroamericana14.
Como Aguilar, Gras tampoco registra de dónde obtuvo el dato biográfico que cita sobre Castellanos Moya; lo más probable es que se trate de alguna entrevista. He hallado otra reseña —publicada en la revista Guaraguao, de Barcelona, en 2006— cuyo autor también habla del carácter autobiográfico de la novela:
Más allá de sesgos autobiográficos, pues se sabe que el autor vivió en Guatemala abocado a tareas similares a las del personaje central de Insensatez, es decir, la corrección y revisión de un informe del Arzobispado sobre el genocidio de la población indígena durante la sorda guerra civil en ese país, no hay en la novela un solo acto o gesto, por peculiar que sea, que no esté dotado de verosimilitud15.
Mediante la frase «un informe del Arzobispado», Bermúdez apunta hacia un lugar menos incierto que los reseñistas anteriores para vislumbrar el intertexto básico de Insensatez, es decir, el informe Guatemala: Nunca más. Sin embargo, la reseña de Bermúdez adolece de la misma opacidad que las de Aguilar y Gras en cuanto a sus fuentes sobre la vida de Castellanos Moya. Cabría preguntarse si ante la falta de evidencias documentales, acaso los tres optaron por la vaguedad bibliográfica que permite la reseña como género, en especial, cuando se dirige a públicos no especializados. Tales imprecisiones no son convenientes, por ejemplo, en un trabajo académico. Por ello, Misha Kokotovic, en un artículo cuya versión original data de 2009, luego de advertir que «la novela también posee un elemento autobiográfico, ya que el mismo Castellanos Moya ayudó a corregir el informe REMHI [o Guatemala: Nunca más]»16, precisa su fuente: «Entrevista por correo electrónico con Castellanos Moya el 16 de enero de 2008»17.
Aún hay vacíos significativos en la información biográfica sobre Castellanos Moya. Entre los especialistas que he consultado, Doris Wieser y Huranie Mirna Miafouna ofrecen los recuentos más amplios a propósito de la vida de este autor18. En la introducción de su entrevista con Castellanos Moya, Wieser19 señala que este nació en Tegucigalpa, pero creció en San Salvador; en 1979 tuvo una estadía fugaz, de unos seis meses, en Toronto y regresó a El Salvador; fue partidario de las Fuerzas Populares de Liberación; sin precisar fechas, comenta que Castellanos Moya «vivió durante casi toda la época de la guerra civil [salvadoreña] en Ciudad de México» y que «al terminar la guerra [hacia 1992] regresó a su patria»20. Tras recibir una serie de amenazas de muerte, debidas a la publicación de la polémica novela El asco (1997), tuvo que abandonar El Salvador, lo que dio pauta a un periplo por «varios sitios de Europa y América, antes de instalarse nuevamente en Ciudad de México»21. Wieser añade, con vaguedad, que Castellanos Moya vivió «por cortos periodos» en Guatemala22.
Miafouna23 dedica varias páginas de su tesis de doctorado a la biografía de Castellanos Moya. Entre otros datos, recoge los siguientes: este y sus padres se mudaron de Honduras a El Salvador en 1962; el padre del escritor murió cuando este último tenía apenas trece años; en Tlayacapan, México, hacia 1986, escribió La diáspora, su primera novela; en 1988, gracias a esta obra, obtuvo el «Premio Nacional de Novela», otorgado por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, de El Salvador; después, vivió un tiempo en Costa Rica y regresó a México; tras el término oficial del conflicto salvadoreño, en 1992, Castellanos Moya volvió a su país. Con este hecho, concluye el recuento biográfico de Miafouna; nada indica de la estancia del autor en Guatemala hacia finales del siglo pasado.
La escasa prueba documental que conozco sobre la o las estadías de Castellanos Moya en Guatemala remite a inicios del presente siglo. En una conferencia de 2004, año de la primera edición de Insensatez, el autor afirma: «Mi identidad nació desgarrada: entre dos países, dos familias, dos visiones políticas del mundo. El desgarramiento, pero también la confrontación. Nací en Honduras, viví mi infancia y juventud en El Salvador, y he pasado la mayor parte de mi vida adulta en México. Ahora resido en Guatemala»24. En Biblioteca bizarra, el escritor guatemalteco Eduardo Halfon (nacido en 1971) recuerda:
Justo después de publicar mi primera novela en Guatemala, a mediados de 2003, me tomé una cerveza con el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, quien estaba viviendo unos años en el país. Nos juntamos en un viejo bar llamado El Establo. Al nomás verme entrar, Castellanos Moya alzó su botella de cerveza, me felicitó, sonrió una ligera sonrisa de diablo y me advirtió que huyera de Guatemala lo más pronto posible25.
Asimismo, en El ángel literario, Halfon consigna dos encuentros con Castellanos Moya.
Primero, recuerda: «Estábamos sentados afuera, en la terraza de la librería Sophos, con un gran rótulo enfrente anunciando que el nuevo libro de Harry Potter ya estaba agotado. Era un lunes lluvioso. Horacio Castellanos Moya, puntual como siempre, llegó con el pelo revuelto y luciendo un traje color oliva»26. Más adelante, comenta: «Hace unos días me llamó Horacio Castellanos Moya para decirme que Bolaño estaba hospitalizado, enfermo del hígado […]. Hoy en la madrugada Roberto Bolaño falleció»27; como se sabe, Roberto Bolaño murió en julio de 2003.
Me temo que, de momento, poco puede concluirse sobre el paso de Castellanos Moya por Guatemala y, desde luego, sobre la manera en que accedió al informe Guatemala: Nunca más; en lo personal, me atrevería a sugerir que lo conoció en su forma definitiva (incluso ya publicado) o casi definitiva; por lo menos, los cotejos que expongo enseguida dan pauta a esa conjetura. Sin embargo, hace falta una documentación más sólida para descartar —o probar— que Castellanos Moya fue corrector de estilo de Guatemala: Nunca más, así como para esclarecer, en lo posible, las circunstancias de esa nebulosa estadía en Guatemala que sean relevantes para la lectura de Insensatez. Sin fuentes más precisas, se corre el riesgo de repetir añejos equívocos o de introducir algún otro28.
La crítica especializada: desplazamientos y sustituciones
Hasta donde he podido revisar, Valeria Grinberg Pla publicó en 2007 el primer trabajo especializado sobre Insensatez. En él estableció con certeza el documento histórico central para la lectura de esta novela:
«Yo no estoy completo de la mente». Con esta frase, el narrador en primera persona de la novela Insensatez (Mexiko [sic]: Tusquets 2004) […] comienza un monólogo de aproximadamente 150 páginas de extensión sobre sus experiencias como corrector de estilo del libro Guatemala. Nunca más! [sic] Informe proyecto interdiocesano de recuperación de la memoria histórica, también conocido como Informe REHMI, […]. Este informe, que fue publicado en Guatemala en 1998, es el intertexto más importante de la novela29.
Con agudeza teórica, Grinberg Pla identifica el informe Guatemala: Nunca más como un intertexto —más que como una mera fuente o un modelo textual— respecto de Insensatez30. Sin embargo, en su análisis lo trata como una fuente que desplaza y sustituye al documento ficcional (es decir, las mil cien cuartillas revisadas y corregidas por el narrador en la novela): para Grinberg Pla, el documento de la ficción y el documento histórico serían exactamente lo mismo; en su lectura, el narrador de Insensatez tendría en sus manos el informe Guatemala: Nunca más:
Ya la frase inaugural de la novela […]: «Yo no estoy completo de la mente» es una cita textual de dicho informe. Efectivamente, el narrador se ha apropiado de dicha frase, la cual originalmente había sido pronunciada por un indígena kaqchiquel. En su testimonio para el informe REHMI, este indígena (que permanece en el anonimato) afirma que él no está completo de la mente porque ha sido obligado a presenciar cómo su mujer y sus cuatro hijos eran destazados vivos31.
Al igual que Marco, Grinberg Pla sigue al pie de la letra el texto literario: en él —y, según el cotejo que expongo enseguida, sólo en él— la frase «yo no estoy completo de la mente» es pronunciada por un indígena cakchiquel sobreviviente de una masacre donde sus cuatro hijos y su esposa fueron destazados a machetazos. Esta frase, puesta en cursivas en Insensatez, es, en efecto, una cita textual proveniente de Guatemala: Nunca más. La he localizado en el primero de los cuatro tomos que integran el informe; pertenece al testimonio identificado con el número 5106.
Ese tomo, titulado Impactos de la violencia, se divide en ocho capítulos: los primeros cuatro se centran en los efectos de la violencia contra el pueblo guatemalteco, en especial, contra los indígenas32; los otros cuatro destacan los esfuerzos de las víctimas para resistir, explicarse y superar aquella violencia inmisericorde33. En gran parte de Guatemala: Nunca más, una voz impersonal, neutra y distanciada, organiza y controla el contenido del informe. Esta voz ejerce dos procedimientos básicos: por una parte, describe y, algunas veces, juzga las situaciones violentas narradas en los testimonios recogidos gracias al proyecto REMHI; por otra parte, selecciona e intercala varios fragmentos de esos testimonios para ilustrar sus descripciones o sostener sus juicios y conclusiones. Según mi revisión, en el primer tomo, hay ocho fragmentos del testimonio 5106: dos aparecen en el capítulo uno34; uno, en el capítulo dos35; dos, en el capítulo tres36; dos, en el capítulo siete37; y uno, en el capítulo ocho38. La frase «yo no estoy completo de la mente» se encuentra en el primer fragmento39.
Como su título indica, el capítulo uno del primer tomo («Consecuencias individuales de la violencia») trata los efectos de la violencia sobre los individuos sometidos a múltiples y atroces abusos durante el conflicto guatemalteco. Entre otros aspectos, se analizan los daños sobre la integridad mental de aquellas personas. En el apartado «Problemas graves de salud mental»40, se describen brevemente cuatro casos de «vulnerabilidad psicológica». Al introducir el primer fragmento del testimonio que nos ocupa, aquella voz impersonal, neutra y distanciada observa: «También aparecen en otros casos personas con problemas de nerviosismo o ansiedad extremos, muy deprimidas o con dificultades de concentración, falta de autonomía personal[,] etc.»41. Enseguida, nos proporciona una cita que ejemplificaría tales desórdenes:
Hasta la fecha no me siento bien, siento que estoy enfermo, ya no tengo pensamiento completo, a veces se me van los pensamientos. Yo no estoy completo de la mente. Así me dijeron las gentes donde estamos ahorita, ellos quisieron darme un trabajo, pero no puedo responsabilizarme porque no estoy bien, estoy enfermo de la mente. No sé qué es lo que nos han hecho, lo que nos ha pasado y todo el sufrimiento que hemos padecido del lugar que hemos venido. Caso 5106 (Asesinato y desaparición forzada), Panzós, Alta Verapaz, 198042.
Conviene precisar que, independientemente de su extensión, en el informe, las citas de los testimonios aparecen en párrafo aparte, con sangría en el margen izquierdo y letra cursiva (conservaré este rasgo tipográfico en mi texto cuando copie la cita completa). Al final de cada fragmento, se indica, con letra redonda, una serie de datos mínimos para identificar el testimonio de donde procede cada fragmento: número de caso, tipo de abuso, crimen o violencia padecidos (esta información se pone entre paréntesis, pero no siempre se consigna), lugar y año. El laconismo de esta información procura mantener el anonimato de las víctimas. No podríamos determinar, por ejemplo, si los entrevistados pertenecen a un grupo indígena específico; por ello, sería un exceso especulativo afirmar que el testimonio 5106 proviene de un indígena cakchiquel. A decir verdad, los datos geográficos que acompañan la cita ponen en entredicho una suposición de esa índole. La desaparición forzada y el asesinato narrados en el testimonio 5106 ocurrieron en el municipio de Panzós, en el departamento de Alta Verapaz. En este municipio, predominan los kekchíes, no los cakchiqueles; entre otros ultrajes, aquellos padecieron la Masacre de Panzós, donde habrían muerto alrededor de «57 campesinos kekchíes (entre hombres, mujeres y niños)» a manos del ejército guatemalteco el 29 de mayo de 197843. En cuanto a los cakchiqueles, estos «habitan el Altiplano Central, en particular, los departamentos de Sololá, Chimaltenango, Sacatepéquez y Guatemala»44. Sería más probable que el testimonio 5106 provenga de un kekchí que de un cakchiquel. La probabilidad aumenta si consultamos la ficha, disponible en Internet, de ese testimonio; ahí se indica que el entrevistado es hablante nativo del «Q’eqchi’» (variante de la grafía kekchí)45.
En ninguno de los fragmentos restantes de ese testimonio, el entrevistado indica o sugiere la posibilidad de que sus hijos y su esposa hubieran sido asesinados. En el segundo fragmento, se reitera, entre paréntesis, la frase «Asesinato y desaparición forzada»46; en cambio, para el tercer y cuarto fragmentos, se anota —también entre paréntesis— «Asesinato del hermano»47. Los demás fragmentos no incluyen ningún dato entre paréntesis48. En el sexto fragmento49, el entrevistado indica que «los soldados» detuvieron a su hermano y a su padre porque estos, junto con otros compañeros de trabajo, exigieron a su patrón el pago de salarios atrasados, así como un aumento en la paga; en represalia, «los patrones y demás personas que no estaban de acuerdo, [sic] se reunieron y los acusaron de personas malas, comunistas»50. Cabría suponer que el padre pudo regresar con la familia, mientras el hermano fue asesinado; en el tercer fragmento, el entrevistado lamenta la orfandad de sus sobrinos:
Entonces los hijos de mi hermano también están en Salaq, ahí vivieron, pero ahora ¡a saber! No se sabe qué ha sido de ellos, si están ahí o están en otro lado. Porque quedaron sin padre, quedaron sin ayuda. Caso 5106 (Asesinato del hermano), Panzós, Alta Verapaz, 80 [sic]51.
En el octavo fragmento, el entrevistado añora una «sepultura cristiana» para su familiar52, cuyo cuerpo, para entonces, debía seguir desaparecido. Aunque en el testimonio 5106 se habla de persecuciones constantes del ejército, de la urgencia de esconderse por el monte, los barrancos y los ríos, así como del despojo de terrenos y siembras53, sólo hay registro de una víctima mortal: el hermano del entrevistado. En la ficha disponible en Internet se confirma el dato; se anota una sola víctima: Federico Jalal Caal, ejecutado extrajudicialmente el 28 de abril de 198054.
Las pruebas documentales nos permiten concluir que Horacio Castellanos Moya extrajo, primero, de Guatemala: Nunca más la frase «yo no estoy completo de la mente» y que posteriormente la imaginó en un nuevo contexto —de carácter ficcional—; en este, la frase es dicha por un indígena cakchiquel que presenció la muerte de sus cuatro hijos y su esposa a machetazos. Conviene establecer algunas diferencias sustanciales entre el trabajo del autor y el del narrador en Insensatez: en el nivel extradiegético —es decir, fuera del universo ficcional—, aquel extrae una cita del documento histórico, la trabaja en su imaginación y la inserta en la novela; en el nivel intradiegético, el narrador copia a su «libreta personal» —como él la llama— una frase que lee en «un extenso informe de mil cien cuartillas». Leer e imaginar son las principales labores del autor de Insensatez; leer y copiar, las del narrador.
A pesar de las tendencias (o inercias) de la crítica, no es pertinente confundir el documento histórico con el documento de la ficción, ni admitir que, en nuestras lecturas de la novela, aquel suplante a este. Desde mi perspectiva, no conviene seguir pensando que, en el nivel ficcional, el narrador tiene en sus manos el informe Guatemala: Nunca más. En favor de la lectura de Grinberg Pla, debemos reconocer que no contó con las herramientas idóneas para hacer un cotejo textual apropiado. Me parece que no tuvo acceso a ninguno de los cuatro tomos del informe, a pesar de que los incluye en su bibliografía. Es notorio que, para su análisis, recurrió a la traducción abreviada del informe al inglés55. Algunas veces lo cita en ese idioma; en otras, retraduce al español, incluido el título: a lo largo de su texto, emplea tres veces la forma «Guatemala. Nunca más!», mientras en la bibliografía escribe «¡Guatemala. Nunca más!», sin embargo, la versión original del título no lleva ningún signo de admiración; este fue añadido en la traducción al inglés (Guatemala. Never Again!). Cabe aclarar que la versión inglesa del informe no incluye, entre otros, el apartado «Problemas graves de salud mental» ni, por lo tanto, el fragmento donde aparece la frase «yo no estoy completo de la mente». Esta circunstancia no permite, a quien consulte esta fuente, determinar el origen exacto de la frase con que inicia Insensatez. Cabría preguntarse si por no conocer directamente el documento histórico original, la mayoría de especialistas se atuvo al contenido de la novela y a las intuiciones de los lectores iniciales.56
Los críticos siguientes poco añaden a las aportaciones pioneras de Grinberg Pla con respecto a la identificación y el análisis del intertexto central de Insensatez. Incluso, hasta donde sé, no se había discutido antes su propuesta. En un artículo sobre la narrativa centroamericana de fines del siglo xx y comienzos del xxi, Werner Mackenbach y Alexandra Ortiz Wallner comentan (en nota a pie de página y con algo de reservas): «El informe REHMI puede ser tomado para el caso de la novela Insensatez como un intertexto casi ineludible (ver al respecto la propuesta de Grinberg Pla 2007)»57. A la luz de lo que he intentado demostrar, Guatemala: Nunca más no es un intertexto «casi ineludible», sino indispensable y quizá obligatorio para la lectura e interpretación de Insensatez. Cuatro años después, en El arte de ficcionar, Ortiz Wallner vuelve a remitir, no sin escepticismo, al trabajo de Grinberg Pla:
Este informe [Guatemala: Nunca más] ha sido identificado como el intertexto más importante de la novela de Castellanos Moya (ver Grinberg Pla 2007), lo cual es factible si se toman en cuenta las coincidencias entre los hechos históricos y los hechos narrados: con la firma de los Acuerdos de Paz de Guatemala en 1996 surgieron diversos proyectos que incluyeron la conformación de comisiones de la verdad e informes dedicados al esclarecimiento de los desaparecidos y asesinados durante la represión58.
El asesinato del obispo Juan Gerardi es uno de los hechos históricos que con más claridad la novela retoma y reelabora. En los últimos capítulos de Insensatez, el narrador es perseguido, al parecer, por quienes tratan de evitar que el informe de las masacres se haga público; el narrador se refugia en una ciudad al «otro lado del mundo»59, donde, por cierto, se habla alemán. Mientras bebe cerveza en un bar, se percata de que «a esa hora quizá ya habría noticias sobre la presentación del informe»60; le gustaría saber «lo que había sucedido la mañana del día anterior en la catedral, donde Monseñor lo había dado a conocer con gran propaganda»61. La novela concluye con un breve y lapidario correo electrónico del «compadre Toto» para el narrador: «Ayer a mediodía Monseñor presentó el informe en catedral con bombo y platillo; en la noche lo asesinaron en la casa parroquial, le destruyeron la cabeza con un ladrillo. Todo mundo está cagado. Da gracias que te fuiste»62.
La noche del domingo 26 de abril de 1998, Juan Gerardi fue asesinado a golpes en la parroquia de San Sebastián, en Ciudad de Guatemala. Dos días antes, el viernes 24 de abril, se había dado a conocer el informe Guatemala: Nunca más. Como Julie López observa en su minucioso trabajo periodístico, «las palabras que [Gerardi] pronunció en la presentación del informe en la Catedral todavía parecían repicar en las paredes cuando su cadáver fue velado en el mismo sitio, cinco días después»63. En 1989, Gerardi había fundado la ODHAG64. Participó en algunas conversaciones que dieron lugar al Acuerdo de Esclarecimiento Histórico, firmado en junio de 199465, aunque, al decir de López, este documento «no fue lo que Gerardi esperaba, […] porque no habría señalamientos ni propósito en efectos judiciales»66 contra quienes perpetraron todo tipo de abusos en el conflicto guatemalteco. Por ello, impulsó el proyecto REMHI, cuyos trabajos, como se ha dicho, iniciaron en 1994 y desembocaron en Guatemala: Nunca más.67 Estas referencias históricas nos confirman, primero, que el «Monseñor» de Insensatez alude a Gerardi y que, en segunda instancia, ese informe es un intertexto medular para la lectura e interpretación de la novela; sin embargo, tales datos no bastan, a mi entender, para prevenir el riesgo de que el documento histórico se confunda con el de la ficción.
Tengo noticia de otros dos trabajos donde, al comentar la frase inicial de la novela, se sigue al pie de la letra el texto literario. Por un lado, Emanuela Jossa parte de la propuesta de Grinberg Pla: «Castellanos Moya extrapola estos testimonios del informe Guatemala: nunca [sic] más, […] esta relación intertextual constituye la instancia primaria del texto [Insensatez] y su sentido»68. Sin embargo, la especialista no acude al informe, ni, por lo tanto, realiza ningún cotejo; confía plenamente en el texto ficcional: «La novela empieza con una cita, en cursiva, del Informe […] se trata de una frase pronunciada por un indígena cakchiquel testigo de la violación y del asesinato de su mujer y del descuartizamiento de sus cuatro hijos por los militares»69. José Sánchez Carbó cita en su trabajo una versión resumida de Guatemala: Nunca más70. Sospecho que esa versión, que no he tenido oportunidad de revisar, tampoco incluye el fragmento del que proviene la frase inicial de Insensatez, pues Sánchez Carbó —como Marco, Grinberg Pla y Jossa— asegura que esas palabras fueron dichas «por un indígena kachikel [sic] que fue obligado por los militares a ver el asesinato de su familia»71.
En el trabajo de Celina Manzoni, se advierte una reserva parecida a la de Mackenbach y Ortiz Wallner; Manzoni procura no aventurar conclusiones con respecto al documento histórico en que Insensatez se basa. No nombra ni cita el informe Guatemala: Nunca más; ofrece una descripción general del proyecto REMHI:
En el origen del libro [es decir, Insensatez] existe un documento que recupera los informes de los sobrevivientes de 36 años de guerra civil en Guatemala (1960-1996) recogidos por una cadena de voluntarios: grupos de catequistas seguidos de los encargados de transcribir las cintas grabadas del maya al castellano, equipos de profesionales que clasificaron y analizaron los testimonios y redactaron el informe final72.
Esa cautela no es suficiente para evitar el riesgo de confundir los planos ficcional y extraficcional. Por ejemplo, Manzoni advierte que «a partir de ese material [proveniente del REMHI] Castellanos Moya realiza una serie de operaciones de escritura que pasa por una compleja apropiación y reapropiación de las frases de los testigos»73. Para la frase «yo no estoy completo de la mente», como hemos analizado, se debe distinguir entre personaje —el indio cakchiquel— y persona —el entrevistado del testimonio 5106—; no son, en modo alguno, la misma entidad. El narrador trabaja con la frase de un personaje; el autor, con la de una persona. Tampoco me parece que las operaciones de apropiación y reapropiación textual del autor y del narrador sean siempre iguales. Como bien señala Manzoni, el narrador glosa, en la forma de un «comentario amplio», la frase «yo no estoy completo de la mente»74; sin embargo, el autor, según mi análisis, hace algo más que glosar: imagina esa frase en un contexto notoriamente distinto.
Misha Kokotovic vislumbra la posibilidad de que las relaciones intertextuales de Insensatez con Guatemala: Nunca más estén mediadas por un proceso de invención (o, para ser más precisos, de ficcionalización); sin embargo, tal vez influido por la idea de que Castellanos Moya fue corrector de estilo del informe, considera, también, que el documento histórico y el de la ficción son lo mismo:
El narrador [de Insensatez] termina en Guatemala, donde un amigo lo contrata para corregir la versión final del informe de la Iglesia Católica sobre la violación de los derechos humanos durante la guerra. El informe es real y fue publicado bajo el título Guatemala: Nunca más. Informe del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (de ahora en adelante el informe REMHI). [En la novela hay una serie de] citas de los testigos y los sobrevivientes de las masacres y torturas, en su mayoría indígenas mayas, que encuentra el narrador en el informe REMHI. […] Estos fragmentos testimoniales aparecen a través de toda la novela, en letra cursiva, y aunque algunos pueden ser invento de Castellanos Moya, muchos son citados tal y como aparecen publicados en el verdadero informe REMHI con poca o ninguna modificación75.
En el caso de Insensatez, no creo que haya un REMHI verdadero y otro falso; prefiero distinguir entre documento histórico —extraficcional e independiente del texto literario— y documento de ficción —dependiente de la diégesis construida por la novela—. Si bien Kokotovic incluye, en su bibliografía, las versiones española e inglesa del informe (Guatemala: Nunca más y Guatemala: Never Again!, respectivamente), me parece que solo revisó a detalle la segunda. Incluso cabe la posibilidad de que no haya consultado el primer tomo de Guatemala: Nunca más, pues no identifica el origen de la frase inicial de Insensatez y arriesga la conjetura de que sea invención de Castellanos Moya: «Las primeras palabras de la novela se atribuyen a una cita del informe REMHI (aunque parece ser inventada)»76.
Según mi revisión de textos críticos, en el análisis de Kokotovic, se ensaya por primera vez un cotejo entre la novela y su fuente histórica (conviene señalar que ese ejercicio ya aparece en la versión de 2009 del texto que cito77):
En otro episodio más esencial [de la novela], inmediatamente después del encuentro sexual del narrador con la mujer española, experiencia que lo dejó insatisfecho y hasta aterrorizado, un relato testimonial particularmente gráfico del informe REMHI triunfa sobre su deseo sexual una vez más. Cuando identifica tardíamente a una nueva posible conquista, la «mujer guapa y misteriosa» que ve en las oficinas de la iglesia (107)78 como la víctima y sujeto de un relato testimonial sobre tortura que él mismo ha estado corrigiendo, se niega a que se la presenten siquiera y abandona sus intenciones de conquistarla. La fuerza del relato testimonial que lo hace desistir de su interés en la mujer esta vez no es por su forma poética sino por los espantosos eventos que narra. De hecho, el narrador no cita este relato, que sí aparece en el informe REMHI real (152-153 inglés y 199-200 español), sino que lo resume. El testimonio de la mujer describe su encarcelamiento, tortura y violación sexual por parte de militares guatemaltecos cuando ella tenía apenas dieciséis años. Sin embargo, lo que le impacta al narrador aún más que las continuas violaciones sexuales y torturas que tuvo que padecer la mujer, es la tortura de un prisionero a quien castraron en su presencia79.
El capítulo nueve de Insensatez incluye una compleja reelaboración del testimonio identificado, en Guatemala: Nunca más, con el número 5447. Este se encuentra en el segundo tomo del informe: en la última sección del segundo capítulo (la cual lleva por nombre «La historia de tantos»), se cita, de manera extensa, ese testimonio80. Me temo que la referencia de Kokotovic a la versión española del informe es errónea: en las páginas 199 y 200 del segundo tomo (a las que él remite), hallamos varios fragmentos del testimonio de «Maritza», a quien se torturó para aceptar públicamente su pertenencia al Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)81. Sin embargo, la novela retoma el testimonio de Yolanda Aguilar Urízar, es decir, el 544782. Este se encuentra dividido en ocho secciones que configuran un relato escalofriante: «Capturada por pegar pasquines», «El escenario preparado de la tortura», «Intentando destruir la dignidad», «La resistencia de la vida», «Un grito para atar el silencio», «Queriendo borrar las huellas», «La recuperación» y «La salida del país».
Castellanos Moya resume algunas partes de ese testimonio; omite varios pasajes; también modifica y añade diversas circunstancias. En lo general, podríamos decir que el texto literario es fiel al esquema de la narración de Aguilar Urízar: captura de la entrevistada, violencia física y sexual contra ella, escena de desmembración del pene de otro torturado y liberación de aquélla. Sin embargo, en lo particular, salta a la vista una larga serie de supresiones. El autor de Insensatez prescinde, entre otros, de los siguientes hechos: los pormenores de la captura de Aguilar Urízar, el primer interrogatorio (donde, por lo que se indica en el testimonio 5447, hay violencia física, pero no sexual), dos torturas por asfixia (en la primera, los verdugos emplearon «una pila llena de porquería», que, al parecer, era excremento; en la segunda, usaron una «capucha de gamezán», que es un potente insecticida), una escena de tortura psicológica (Aguilar Urízar fue obligada a oír una conversación entre su abuelo y Valiente Téllez, líder de sus captores), la primera convalecencia en un «Centro de Menores» (para que, antes de ser devuelta a sus familiares, la víctima se recuperara, en lo posible, del brutal maltrato al que la sometieron), la posterior convalecencia en un hospital, la pérdida de la vista y del habla (en el caso del habla, tras contar por primera vez su atroz experiencia)83, la salida de Guatemala para refugiarse en México, Cuba y Nicaragua.
En cuanto a las modificaciones introducidas por Castellanos Moya, mientras Yolanda Aguilar Urízar señala que, al momento de su captura, ella tenía quince años84, el narrador de Insensatez habla de «una chica que entonces tenía dieciséis años»85. Como se puede ver, Kokotovic también se deja guiar —y confundir— por el texto literario. En Guatemala: Never Again!86, se omite el inicio del testimonio 5447 (en ese pasaje, la entrevistada indica, entre otros datos, su edad al momento en que la capturaron), lo que me lleva a pensar que Kokotovic no revisó a detalle el segundo tomo de Guatemala: Nunca más y se basó, primordialmente, en la novela y la versión inglesa del informe. Los nombres de las personas también se encuentran modificados: en Insensatez, el personaje construido a partir del testimonio 5447 no se llama Yolanda, sino «Teresa», a secas, sin ningún apellido. Aguilar Urízar identifica y denuncia a dos de sus verdugos: «Valiente Téllez» y el «señor Arredondo»87. En la novela, el personaje llamado Octavio Pérez Mena dirige los interrogatorios y las torturas a que Teresa es sometida. A diferencia de Valiente Téllez, señalado por Aguilar Urízar como participante directo en la violación multitudinaria que ella padeció88, Octavio Pérez Mena solo ordena y supervisa las agresiones físicas y sexuales contra Teresa. Otras modificaciones relevantes que alcanzo a distinguir son: el número de violaciones multitudinarias (la novela habla de «la violación diaria y sistemática» de Teresa; Yolanda Aguilar Urízar narra, con detalles terribles, una sola violación y, según lo consignado en el testimonio, no queda claro si fue violada más de una vez), el número de violadores (la novela reporta «media docena de milicos»; Aguilar Urízar calcula «unos veinte hombres»), y las consecuencias del abuso sexual (Teresa sufre una «infección gonorreica» y queda embarazada; en su testimonio, Aguilar Urízar habla brevemente de su embarazo y no alude a ninguna enfermedad sexual).
Desde mi perspectiva, en la reelaboración del pasaje donde Aguilar Urízar narra la desmembración del pene de otro prisionero, se aprecian con gran nitidez varias semejanzas y diferencias entre el documento histórico y el documento de ficción. En el testimonio 5447, la entrevistada rememora una escena de una brutalidad inconmensurable:
Entonces me llevaron a otra puerta y en esta puerta había tablas en el techo. ¿Usted ha visto la crucificación [sic]? Pues aquí casi que un Jesucristo, había un hombre, era un medio hombre —la cosa más horrible que yo he visto en mi vida—, un hombre desfigurado totalmente, un hombre que ya tenía gusanos, no tenía dientes, no tenía pelo, con la cara desfigurada, colgando, es decir, de los brazos. Unos días antes había sido muy sonada una noticia sobre la captura de un cargamento de armas salvadoreño y parece ser que era uno de ellos, porque yo entré en ese cuarto para que me diera terror y me dio terror. Me dije «esto me van a hacer». Lo que él trató de decirme es «si sale trate de decir que yo estoy aquí» y por el acento yo no sabía quien [sic] era, pues. En eso llegó uno de la Judicial, llevaba una hoz pequeñita, chiquita como para cortar café, roja hirviendo y agarró el pene y se lo cortó y el tipo dio un grito que nunca se me ha olvidado, dio un grito terrible, tan espantoso que durante muchos años recordé ese grito. Él murió […]89.
A partir de este fragmento, Horacio Castellanos Moya escribe:
[Había] un prisionero colgado del techo, desnudo, un guerrillero salvadoreño dedicado al tráfico de armas, le explicó [a Teresa] el teniente [Octavio Pérez Mena], un amasijo de carne sanguinolenta, podrida, purulenta, con los gusanos que ya asomaban, […] el teniente la tomó del cabello para obligarla a acercarse al cuerpo colgante y le dijo, con el tono del padre que reprende, «así te van a dejar a vos si no colaborás», como si él no hubiera tenido nada que ver con los puños que la golpeaban, las botas que la pateaban y las vergas que desgarraban su vagina y su ano, el teniente que entonces hizo una señal al esbirro encargado de la ergástula y éste presto sacó una pequeña hoz y calentó la hoja con un tizón encendido hasta que alcanzó el rojo vivo y enseguida la pasó al teniente, quien experto y de un tajo cortó los testículos y la verga del cuerpo tumefacto, ante la mirada atónita de la chica el teniente hizo ese preciso corte de castración que produjo un aullido como si el despojo hubiera estado en sus cinco sentidos, el aullido más horrible que la chica hubiera escuchado jamás y que la despertaría en las noches por el resto de su vida […]90.
En el texto literario, se mantienen los elementos básicos de la escena narrada por Aguilar Urízar: el cuerpo colgante y agusanado del prisionero, la hoz caliente al rojo vivo, la desmembración del pene y la expresión de dolor absoluto del torturado. Varias circunstancias se encuentran modificadas: en el texto ficcional, el teniente Octavio Pérez Mena asegura que el personaje torturado es un traficante salvadoreño de armas; en el testimonio 5447, ese dato es solo una conjetura de Aguilar Urízar. Esta última llegó, por su cuenta, a la conclusión de que sus verdugos le harían lo mismo que a aquel prisionero; en la novela, el teniente es quien amenaza a Teresa con recibir un trato semejante si no colabora. Quizá para acentuar la sensación de peligro y la sordidez de la escena, Castellanos Moya hace que, en el universo ficcional, la hoja de la hoz sea calentada frente a Teresa; en Guatemala: Nunca más, un «Judicial» irrumpe con aquel instrumento ya listo para la operación correspondiente. En la novela la castración es completa (de testículos y de pene), mientras en la escena del testimonio 5447, solo se corta el pene. El «grito terrible», «espantoso» e inolvidable que Aguilar Urízar escuchó en aquella ocasión se convierte, en Insensatez, en un aullido que, además, despertará a Teresa «en las noches por el resto de su vida». Finalmente, Castellanos Moya prescinde de varias circunstancias contenidas en el testimonio 5447: la comparación del prisionero con Jesucristo crucificado, la descripción de la cara del torturado (en la novela, la locuacidad del narrador se regodea en la putrefacción de la carne del personaje prisionero) y la petición que este hizo a Aguilar Urízar: «si sale trate de decir que yo estoy aquí».
A la luz de este cotejo, cabe sostener que Castellanos Moya ejecuta diversas operaciones de reescritura en Insensatez: cita parcialmente, resume algunos pasajes, suprime otros, modifica algunas circunstancias y acciones, y añade otras. No conviene hablar de leves variaciones, sino de cambios significativos que, en el nivel ficcional, producen un documento —accesible solo al narrador e inaccesible, de manera directa, al lector— distinto de Guatemala: Nunca más. De ahí la necesidad de diferenciar entre las labores del autor y las del narrador, así como entre el plano extraficcional y el ficcional. Como sucede con la frase «yo no estoy completo de la mente», Castellanos Moya, al echar mano del testimonio 5447, trabaja con las palabras de una persona (Yolanda Aguilar Urízar), mientras el narrador está frente al testimonio de un personaje, de nombre Teresa.
Ya que me acerco al final de este ejercicio, me gustaría comentar, aunque sea brevemente, el trabajo de Evelyn Saavedra Autry91. En un artículo de 2019, esta autora hace un par de contrastes entre Insensatez y Guatemala: Nunca más; en ambos casos, recurre al primer tomo del informe. Por una parte, advierte que la historia del mudo que el narrador cuenta a su compadre Toto92 proviene del testimonio 226793; por otra, establece que una de las muchas frases transcritas por el narrador a su libreta personal forma parte del testimonio 867394. Sin embargo, su trabajo de comparación no es sistemático, por lo que se le dificulta identificar variantes, supresiones y adiciones. Para designar los vínculos entre la novela y su referente histórico, emplea una serie de términos algo confusos: «Insensatez mimetiza el testimonio [8673] para mostrar las secuelas de la guerra civil en lo personal. […] Aunque Insensatez imite la versión testimonial de Guatemala: Nunca más, también plantea un trabajo elaborativo, una versión modificada que ya no es sólo ofrecida por la autoridad del discurso estatal»95. Además de que es muy discutible que el informe de la ODHAG pudiera provenir de la autoridad estatal guatemalteca, expresiones como mimetizar, imitar y elaborativo funcionarían, en el mejor de los casos, como un sugerente preámbulo para un análisis más atento del diálogo entre Insensatez y Guatemala: Nunca más.
Podemos afirmar, con plena certeza, que Horacio Castellanos Moya se basó en un solo informe (el de la ODHAG) para la composición de Insensatez96. Quedarían por esclarecer las circunstancias en que accedió a Guatemala: Nunca más; con base en la evidencia textual, yo diría que consultó una versión casi definitiva o, incluso, ya publicada. Los cotejos que he expuesto sugieren un trabajo de reescritura a partir de un texto ya fijado, más que de corrección o edición. Hay otros dos indicios textuales que podrían fortalecer la conjetura de que Castellanos Moya trabajó con una versión final o casi final del informe. En primera instancia, considero que las cursivas empleadas en la novela no solo marcan las citas provenientes del documento histórico, sino que también remiten a la práctica de distinguir siempre con cursivas los fragmentos de los testimonios citados en Guatemala: Nunca más. En segunda instancia, el narrador de Insensatez hace una descripción bastante precisa de los cuatro tomos publicados por la ODHAG:
Le expliqué [a Monseñor] que el informe podía dividirse en cuatro tomos, los dos primeros con el grueso de las consecuencias de las masacres en la población, el tercero con el contexto histórico y el cuarto con las listas de masacres y de víctimas, que de esa forma las mil cien cuartillas serían más manejables para el lector […]97.
Desde luego, en el nivel ficcional, el narrador sugiere a su jefe una manera de organizar los materiales que le dieron a corregir, pero, en el nivel extradiegético, Castellanos Moya está describiendo la versión íntegra de Guatemala: Nunca más. Tampoco descartaría la posibilidad de que este autor hubiera corregido, como asegura, una versión preliminar del informe y que, para la composición de Insensatez, hubiera tenido a la mano el documento histórico ya publicado.
En cuanto a lo demostrable, ha quedado constancia, en este ejercicio, de que Guatemala: Nunca más es el intertexto más determinante e indispensable para la lectura e interpretación de Insensatez. Sin embargo, no conviene pensar que el documento de ficción es una copia fiel del documento histórico, pues ese prejuicio induciría a sobrestimar las semejanzas entre uno y otro, incluso a forzarlas, así como a obviar o evadir sus diferencias. Ese prejuicio tiende a apartarnos de la tarea elemental de acudir directamente a la fuente histórica original (como se ha visto, las versiones abreviadas o traducidas a otro idioma confunden más de lo que ayudan al estudiar la novela). Así se produce una doble ilusión: en el nivel ficcional, el lector asume que el narrador tiene en sus manos el llamado informe REMHI; en el nivel extraficcional, el lector corre el riesgo de creer que en las suyas tiene fragmentos precisos, fidedignos, de ese informe. Cabría preguntarse en qué medida el documento ficcional ha sustituido o suplantado al documento histórico. No creo que Insensatez aspire a usurpar los espacios correspondientes a Guatemala: Nunca más; por lo contrario, la novela nos propone el desafío de acudir al documento histórico y de reconstruir o ampliar el diálogo entre ambos textos. Convendría, en algún trabajo venidero, examinar la dimensión profundamente ética de ese diálogo.
1 Recibido: 21 de agosto de 2023; aceptado:17 de setiembre de 2023. Esta investigación fue realizada gracias al Programa UNAM-PAPIIT IA401923.
2 Colegio de Estudios Latinoamericanos (CELA), Facultad de Filosofía y Letras. Ciudad de México. Correo electrónico: jmdavila@colmex.mx; https://orcid.org/0000-0002-9142-2377.
3 Convendría agregar, entre otros nombres destacados, los de Tatiana Lobo (1939), Sergio Ramírez (1942), Gioconda Belli (1948), Ana Cristina Rossi (1952), Miguel Huezo (1954), Rodrigo Rey Rosa (1958), Jacinta Escudos (1961), Claudia Hernández (1975) y Óscar Martínez (1983).
4 Horacio Castellanos Moya, Insensatez (México: Tusquets, 2004) 14-15.
5 Joaquín Marco, «Insensatez. Horacio Castellanos Moya», El Cultural, párrs. 5 y 6, fecha de consulta: 27/07/2023, <https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/novela/20050908/insensatez/10999558_0.html>.
6 Marco, párr. 4.
7 Castellanos Moya (2004b), 13-14; las cursivas son del original.
8 En la edición española se introduce la variante cachiquel (Insensatez, Barcelona: Tusquets, 2005, 13 y 14) por kaqchikel y kachikel, de la editio princeps (Castellanos Moya, 2004b, 13 y 14). Yo emplearé la forma cakchiquel, del Diccionario histórico biográfico de Guatemala (Guatemala: Asociación de Amigos del País, 2004, 213-214).
9 Andrea Aguilar, «Castellanos Moya trata con ironía las huellas de la barbarie. ‘Insensatez’ [sic] aborda el genocidio de los indígenas en Latinoamérica», El País, párr. 1, fecha de consulta: 27/07/2023, <https://elpais.com/diario/2005/11/02/cultura/1130886002_850215.html>.
10 Asdrúbal Marín, «Memoria histórica de las comisiones de la verdad y construcción del sujeto humano: una lectura ética», Espiga 16-17 (2008): 5-6.
11 Marín, 6.
12 Arzobispado de Guatemala. Oficina de Derechos Humanos, Guatemala: Nunca más (Guatemala: ODHAG, 1998, t. 1: Impactos de la violencia) XI y XIX.
13 Carlos Aldana, «La educación en Guatemala: entre la guerra y los acuerdos de Paz», Educació i Història: Revista d’ Història de l’Educaciò 27 (2016): 55.
14 Dunia Gras, «Réquiem. Horacio Castellanos Moya: Insensatez, Tusquets (Barcelona, 2005), 157 pp.», Renacimiento, 47-50 (2005): 166. No se indica la fecha precisa de publicación de este número; la nota editorial está firmada en «Sevilla, primavera de 2005».
15 Hernán Antonio Bermúdez, «Insensatez, Horacio Castellanos Moya, Editorial Tusquets, Barcelona, 2005», Guaraguao 10, 22 (2006): 186.
16 Misha Kokotovic, «El testimonio en segundo grado en Insensatez», Tiranas ficciones: poética y política de la escritura en la obra de Horacio Castellanos Moya, eds. Magdalena Perkowska y Oswaldo Zavala (Pittsburgh: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2018) 253.
17 Kokotovic (2018), 268, nota 6.
18 La información para este tipo de trabajos suele provenir de textos autobiográficos de Castellanos Moya; el libro Roque Dalton: Correspondencia clandestina y otros ensayos (México: Random House, 2022) contiene una interesante selección de tales textos.
19 Doris Wieser, «“Nos hubiéramos matado, si nos hubiéramos encontrado”: entrevista a Horacio Castellanos Moya», Dossiers zur romanishen Literaturwissenschaft 3 (2010): 90-92.
20 Wieser, 90.
21 Wieser, 91.
22 Wieser, 91.
23 Huranie Mirna Miafouna, « Histoire et fiction dans l’œuvre de Horacio Castellanos Moya ». Tesis de doctorado. Universidad de Toulouse, 2016, 53-56.
24 Castellanos Moya, «Breves palabras impúdicas», Istmo. Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Centroamericanos, 9 (2004): párr. 2, fecha de consulta: 27/07/2023, <http://istmo.denison.edu/n09/foro/breves.html>. Originalmente, la conferencia fue presentada en el encuentro «Escribiendo desde el centro de América», organizado por Casa de América en Madrid, en mayo de 2004. Más tarde, en ese mismo año, se publicó en Istmo. En 2010, el texto fue recogido en Breves palabras impúdicas. Un ensayo y cuatro conferencias (San Salvador: Colección Revuelta). Al año siguiente, este libro se volvió parte de La metamorfosis del sabueso. Ensayos personales y otros textos (Santiago, Chile: Universidad Diego Portales, 2011).
25 Eduardo Halfon, Biblioteca bizarra (Quito: Universidad San Francisco de Quito, 2021) 83.
26 Halfon, El ángel literario (Barcelona: Anagrama, 2004) 58.
27 Halfon (2004), 114.
28 Cito un último ejemplo de incomprensiones e, incluso, anacronismos flagrantes: en un reportaje de 2020 sobre las inundaciones catastróficas de Honduras, Jacobo García, periodista de El País, comenta: «El escritor Horacio Castellanos Moya describió en su libro Insensatez el estado anímico de Guatemala con una frase que escuchó a los indígenas que presenciaron las masacres militares de los años noventa cuando trataban de explicar la depresión en la que se encontraban y que hoy aplica para un país entero arrasado por el agua: “Yo no estoy completo de la mente”» («Honduras se ahoga», El País, fecha de consulta: 27/07/2023, <https://elpais.com/internacional/2020-11-27/honduras-se-ahoga.html>). Para que lo dicho por García fuera cierto, Castellanos Moya habría tenido que participar, quizá como voluntario, en el proyecto REMHI desde sus inicios; además, como veremos, el testimonio donde aparece la frase inicial de Insensatez corresponde a hechos ocurridos en los años ochenta, no en los noventa. La declaración no solo confirma el conocimiento exiguo de Centroamérica y su tradición literaria en buena parte del mundo hispánico, sino que sugiere una tendencia en, por lo menos, el periodismo español: la subordinación del texto ficcional a las circunstancias biográficas de su autor, sean ciertas, dudosas o apócrifas.
29 Valeria Grinberg Pla, «Memoria, trauma y escritura en la posguerra centroamericana: una lectura de Insensatez de Horacio Castellanos Moya», Istmo 15 (2007): párr. 1, fecha de consulta: 27/07/2023, <http://istmo.denison.edu/n15/proyectos/grinberg.html>.
30 A muy grandes rasgos, podríamos decir que, a diferencia de los estudios de fuentes textuales, las teorías de la intertextualidad no ven una relación pasiva y unidireccional entre textos anteriores —concebidos casi como arquetipos— y textos posteriores —considerados meramente derivativos—, los cuales se limitarían a copiar o imitar a sus modelos (por ejemplo, La Eneida a La Odisea, El Quijote a las novelas de caballerías, o algunos relatos gauchescos de Borges al Martín Fierro). En el célebre trabajo donde introdujo el término, Julia Kristeva («Bajtín, la palabra, el diálogo y la novela», Intertextualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de un concepto, sel. y trad. Desiderio Navarro, La Habana: UNEAC-Casa de las Américas, 1997, 3) identificó las labores de absorción y transformación de textos anteriores como los mecanismos básicos para comprender la intertextualidad. Entonces, el intertexto no solo es absorbido, sino también transformado por el texto en que se inserta, mediante herramientas como la alusión, la cita, la paráfrasis, la glosa, etc.
31 Grinberg Pla, párr. 2.
32 Sus títulos, respectivamente, son: «Consecuencias individuales de la violencia», «Consecuencias familiares de la violencia», «La destrucción de la semilla» y «La agresión a la comunidad».
33 Estos capítulos se titulan: «Enfrentando las consecuencias de la violencia», «Enfrentando el dolor. De la violencia a la afirmación de las mujeres», «En busca de explicación» y «Para que no vuelva nunca más».
34 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 50 y 57.
35 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 70.
36 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 149 y 187.
37 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 253 y 257-258.
38 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 296.
39 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 50.
40 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 50-51.
41 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 50.
42 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 50. Las cursivas son del original.
43 Asociación de Amigos del País, 581 y 595-596.
44 Asociación de Amigos del País, 213.
45 REMHI, fecha de consulta: 28/07/2023, <https://www.remhi.org.gt/bd/ver_testimonio.php?cual=5106>.
46 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 57.
47 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 70 y 149.
48 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 187, 253, 257-258 y 296.
49 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 253.
50 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 253.
51 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 70.
52 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 296.
53 Arzobispado de Guatemala, t. 1, 57, 149 y 187.
54 REMHI, fecha de consulta: 28/07/2023, <https://www.remhi.org.gt/bd/ver_testimonio.php?cual=5106>.
55 Human Rights Office of the Archdiocese of Guatemala, Guatemala: Never Again! REMHI. Recovery of Historical Memory Project. The Official Report of the Human Rights Office, Archdiocese of Guatemala, trad. Gretta Tovar Siebentritt (Nueva York: Orbis Books-CIIR-LAB, 1999).
56 En México, he localizado los cuatro tomos de Guatemala: Nunca más en la Biblioteca Daniel Cosío Villegas, del Colegio de México; en la Biblioteca Central de la UNAM hay una versión resumida, en español, del informe. Actualmente, en la página de la ODHAG, se puede acceder libremente a la versión digital de cada tomo (ODHAG, fecha de consulta: 28/07/2023, <https://www.odhag.org.gt/publicaciones/remhi-guatemala-nunca-mas/>).
57 Werner Mackenbach y Alexandra Ortiz Wallner, «(De)formaciones: violencia y narrativa en Centroamérica», Iberoamericana, año 8, 32 (2008): 92, nota 8.
58 Alexandra Ortiz Wallner, El arte de ficcionar: la novela contemporánea en Centroamérica (Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2012) 152, nota 71.
59 Castellanos Moya (2004b), 152.
60 Castellanos Moya (2004b), 152.
61 Castellanos Moya (2004b), 152.
62 Castellanos Moya (2004b), 155.
63 Julie López, Gerardi: Muerte en el vecindario de Dios (Guatemala: F&G Editores, 2012) 78.
64 López, 72.
65 López, 73.
66 López, 73-74.
67 Con respecto al asesinato de Gerardi, López (63) afirma: «Pese a los años transcurridos, y a las investigaciones realizadas, todavía es un misterio lo que ocurrió exactamente en la escena del crimen. Hasta el fiscal que llevó el caso a juicio, Zeissig, admitió que nunca se sabrá. Y el caso y sus cabos sueltos aún superan hasta la imaginación del novelista más febril». La hipótesis del crimen político, en represalia por la publicación de Guatemala: Nunca más, ha sido la más divulgada, sin embargo, ha habido otras, acaso, no menos probables, como un crimen pasional, un crimen, digamos, convencional ligado al robo de arte sacro, el posible ataque de un perro, entre otras. López sigue y discute todas en su trabajo; la novela de Castellanos Moya, como podemos ver, opta por la hipótesis más difundida.
68 Emanuela Jossa, «Transparencia y opacidad. Escritura y memoria en Insensatez de H. Castellanos Moya y El material humano, de R. Rey Rosa», Centroamericana 23, 2 (2013): 36.
69 Jossa, 39.
70 José Sánchez Carbó, «Las pesadillas están ahí todavía: Testimonio y literatura en Insensatez, de Horacio Castellanos Moya», Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica 24 (2016): 65.
71 Sánchez Carbó, 61.
72 Celina Manzoni, «Escritura de los límites: hipérbole, exceso y dislocación de la escritura. A propósito de Insensatez de Horacio Castellanos Moya», Escribir después de la dictadura. La producción literaria y cultural en las posdictaduras de Europa e Hispanoamérica, ed. Janett Reinstädler (Madrid-Fráncfort: Iberoamericana-Vervuert, 2011) 333.
73 Manzoni, 133.
74 Manzoni, 133.
75 Kokotovic (2018), 253-254.
76 Kokotovic (2018), 257.
77 Kokotovic, «Testimonio Once Removed: Castellanos Moya’s Insensatez», Revista de Estudios Hispánicos 43 (2009): 554-555.
78 Kokotovic también cita la editio princeps de Insensatez.
79 Kokotovic (2018), 261-262.
80 Arzobispado de Guatemala. Oficina de Derechos Humanos, Guatemala: Nunca más (Guatemala: ODHAG, 1998, t. 2: Los mecanismos del horror) 60-64.
81 Arzobispado de Guatemala, t. 2, 199-200.
82 Sospecho que Kokotovic se basó principalmente en Guatemala: Never Again!, donde se ofrece una versión resumida del testimonio 5447, y que, en una rápida revisión del segundo tomo de Guatemala: Nunca más, confundió el testimonio de Maritza con el de Yolanda Aguilar.
83 En el testimonio, no se aclara si Aguilar Urízar perdió la vista de manera momentánea o definitiva; perdió el habla, desde luego, momentáneamente (Arzobispado de Guatemala, t. 2, 63-64).
84 Arzobispado de Guatemala, t. 2, 60.
85 Castellanos Moya (2004b), 107.
86 Human Rights Office of the Archdiocese of Guatemala, 152.
87 La traductora de Guatemala: Never Again! observa que se trata, respectivamente, de Manuel de Jesús Valiente Téllez, entonces jefe de la Policía Judicial y de Pedro García Arredondo, jefe del Comando Seis, una unidad de élite de la Policía Nacional (Human Rights Office of the Archdiocese of Guatemala, 153).
88 «Yo hablé con Valiente Téllez y supe que él me había violado, que él había dado todas las órdenes […]» (Arzobispado de Guatemala, t. 2, 63).
89 Arzobispado de Guatemala, t. 2, 62-63.
90 Castellanos Moya (2004b), 110-111.
91 Evelyn Saavedra Autry, «Testimonio, ficción y las batallas por las memorias en Insensatez de Horacio Castellanos Moya», Vernacular: New Connections in Language, Literature, & Culture, vol. 4, 1 (2019), 1-18, fecha de consulta: 01/08/2023, <https://trace.tennessee.edu/vernacular/vol4/iss1/2/>.
92 Castellanos Moya (2004b), 28-29.
93 He localizado fragmentos del testimonio 2267 en las siguientes páginas del primer tomo de Guatemala: Nunca más: 10, 12-13, 36-37, 43 y 148.
94 La cita original se encuentra en la página 27 del tomo uno (he hallado otros dos fragmentos del testimonio 8673 en ese tomo: pp. 178 y 188).
95 Saavedra Autry, 12.
96 En un trabajo más o menos reciente, Carlos Ayram sugiere que el informe usado por Castellanos Moya fue el de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, Guatemala: Memoria del silencio («No hay nada más peligroso que el archivo. Figuraciones archivísticas y paranoicas en Insensatez (2004) y Moronga (2018) de Horacio Castellanos Moya», Istmo. Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Centroamericanos 39 (2019), 15-28, fecha de consulta: 02/08/2023, <http://istmo.denison.edu/n39/dossier/03.pdf>).
97 Castellanos Moya (2004b), 68.
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