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Revista MHSalud® (ISSN: 1659-097X) Vol. 3. N°. 2. Diciembre, 2006.
SEDENTARISMO EN NIÑOS COSTARRICENSES: SI HAY SOLUCIÓN
SEDENTARISM IN COSTA RICAN CHILDREN: YES, THERE IS A SOLUTION
Carlos Álvarez Bogantes
Escuela Ciencias del Deporte, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional
calvarez@una.ac.cr
RESUMEN
El propósito de este
artículo fue el de revisar la naturaleza de los
patrones de movimiento de los niños, con el fin de
entrelazarlos con las recomendaciones que se
han establecido en cuanto a la actividad
física que deben realizar y compararlas
con las que tradicionalmente, se han seguido en el entorno
costarricense. En una segunda parte del artículo se menciona al
juego como la alternativa para rescatar el disfrute de moverse en los
niños y de poder propiciar estilos de vida activa usando como
elemento precursor las clases de educación física.
PALABRAS CLAVES: actividad física, patrones de movimiento, juego, educación física.
ABSTRACT
The purpose of this article was to
review the nature of physical activity patterns of children in order to
relate them to the recommendations provided regarding the
physical activity that children must have. Additionally, these
recommendations are compared to what has been done traditionally
in Costa Rica. In another section of the article, games are
mentioned as an alternative for making movement fun
for children and creating active lifestyles mainly
using physical education classes.
KEYWORDS: physical activity, movement patterns, games, physical education.
INTRODUCCIÓN
Hoy más que nunca, se hace
necesario que los profesionales en salud y educación
física conozcan la cantidad y tipo de actividad física
que requieren los niños costarricenses, con el fin de que las
acciones e intervenciones a desarrollar en estas edades, puedan
coadyuvar a paliar el hecho que muestra que los niños
costarricenses presentan estilos de vida sedentarios y niveles de
obesidad alarmantes (Álvarez,
2003; Núñez, Monge,
León y Rosello, 2003). Los hallazgos existentes de los niveles
alarmantes de sedentarismo, sitúa a los niños
costarricenses en predisposición a mantener la tendencia dentro
de la vida adulta y a aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades no
transmisibles (Eptein et al, 1997), esto coloca a
las instancias responsables en el
campo, a considerar los elementos
básicos demovimiento en los niños a la hora de
diseñar e implementar estrategias educativas congruentes con el
problema.
El propósito principal de este
artículo es el de mostrar los elementos que se deben considerar
a la hora de propiciar actividad física para la
salud en los niños. Además,
presenta al juego como herramienta básica para rescatar el
gusto del niño por el movimiento, recomendándose su
aplicación en las clases de educación física.
Desarrollo
Se ha demostrado que la enfermedad
coronaria es un problema pediátrico, debido a que los factores
de riesgo, especialmente el sedentarismo y la obesidad, que conducen a
la aterosclerosis, comienzan en la niñez, por lo que el control
temprano y adecuado de estos factores, mejora el pronóstico, por
lo que las medidas preventivas en el sistema educativo costarricense
deben iniciarse desde la infancia con el fin de eliminar, minimizar y
controlar la enfermedad cardiovascular (Eptein et al, 1997).
Características de movimiento en la niñez y en la vida adulta
Al tratar de entender las formas
habituales de movimiento en estudiantes de primaria, se debe partir del
hecho que ellos presentan la inclinación de ser más
activos que la población adulta, por lo que la tendencia es que
mantengan niveles apropiados de aptitud física (ACSM, 1995). Sin
embargo, cierta evidencia inclina la balanza a pensar que la
población estudiantil de primaria, en nuestro medio,
podría estar desarrollando estilos
de vida inactivos que atenten a
futuro contra los niveles apropiados de aptitud
física que ellos tienen (Álvarez et al, 2001;
Fernández et al, 1996; Núñez, et al, 2001).
Algunas investigaciones
en el plano internacional, sugieren una base
biológica para explicar la diferencia entre los
patrones de movimiento a edades tempranas en comparación a los
de los adultos (Rowland, 1998). Primariamente, los niños y las
niñas son seres vivos que juegan físicamente en forma
incesante. Además, ellos juegan para con el objeto de recibir el
estímulo necesario para su desarrollo, pero más
importante, el movimiento propiciado por el juego brinda al
sistema nervioso el estímulo primario para lograr un desarrollo
armonioso. Por el contrario, los adultos presentan patrones de
actividades altamente estructuradas y organizadas (Pancrazi et al,
1996). Cuando a los niños y niñas se les da la
oportunidad para moverse, ellos demostrarán que son el segmento
más activo de la población (Rowland et al,
1997). Esto nos da la posibilidad de afirmar,
que esta población es biológicamente
activa, y que cualquier otro
comportamiento encontrado debe ser fuertemente
contrarrestado, para volver al equilibrio corporal. En el caso de los
adultos, ellos tienen infinidad de actividades que son de una
índole muy variada, por lo que el estímulo que el sistema
nervioso central necesita
comprende algunas actividades
activas, pero preferentemente de
naturaleza pasivas, como por ejemplo: la lectura, coser, pintar, etc.
(Wright, 2000).
Otra de las diferencias entre la
población infantil y los adultos se refiere al volumen de
movimiento que los niños y niñas desarrollan
a través de todo el día. Debido al
hecho de que los adultos disponen de menor tiempo
libre, ellos optan por actividades de alta intensidad y
baja duración (Corbin et al, 1996; ACSM, 1995). Los niños
y las niñas carecen de las restricciones de tiempo en la
mayoría de los casos, por lo que cuando tienen las
condiciones ambientales apropiadas, ellos acumularán
volúmenes más altos de movimiento, en forma
espontánea. Como otra característica en el
movimiento a edades tempranas, se debe mencionar que
se presentan patrones esporádicos e
intermitentes de desplazamiento físico, y esto
obedece a que tienen una tolerancia limitada a la actividad
física vigorosa. Además, presentan una relación
muy baja entre aptitud física y actividad física, lo que
lleva a descartar la conducta activa como una forma de determinar una
buena aptitud física (Pate et al, 1996).
Autores como Payne y Morrow (1995)
han mostrado que las ganancias en la aptitud cardio-respiratoria son
reducidas en los niños; lo que lleva a establecer que en estas
edades la respuesta del entrenamiento es reducida en comparación
con los adolescentes. Actividades consideradas en los adultos
apropiadas para aumentar significativamente la capacidad
cardio-respiratoria, no lo logran en los niños, lo cuál
ha descartado el uso de las mediciones aeróbicas en los
niños y niñas. Usualmente, los profesionales en
educación física que conducen
programas de mejoramiento de la condición
aeróbica, esperan el mejoramiento de esta
condición en los estudiantes, y al no obtenerlo ponen mayor
presión, tratando de obtener resultados. O lo que es lo peor,
esperan que la aptitud cardiovascular mejore, sin la
intervención apropiada (Álvarez, 2001).
Recomendaciones de actividad física en niños
La validez de
realizar actividad física 3 veces
por semana, durante 20 o 60
minutos, a una intensidad de 60% a 90% de la capacidad
máxima, ya no es aceptada cuando se trabaja con niños. En
la actualidad, el concepto es estimular a los niños a acumular
de 30 a 60 minutos diariamente de actividad física, en forma
discontinua, sumando todos los momentos de movimiento de los
niños. El tipo de actividad que incluye esta nueva
recomendación, va desde caminar de la escuela a la casa y
viceversa; ayudar en la casa; manejar la bicicleta; saltar la cuerda en
los recesos; ir a la pulpería; o pasear la
mascota La meta debe ser que
los niños acumulen 60 minutos
de actividad física diariamente. Estos
episodios de actividad física
pueden estar divididos de 6
períodos de diez minutos cada uno o cuatro de 15
minutos o cualquier otra división que sea posible (Corbin et al, 1996).
Es importante tomar en cuenta que la
actividad de alta intensidad no necesita ser mantenida por largos
periodos de tiempo. Pequeños incrementos en la actividad
física, de baja a moderada, pueden proveer los beneficios en
salud y desarrollar la motivación para continuar una vida activa
(Corbin et al, 1996).
Las recomendaciones anteriores
están basadas en el hecho de que los niños si se les
provee con un entorno que estimule el movimiento, ellos serán
constantemente activos usando el juego. Aunque en nuestra sociedad los
niños cada vez tienen menor cantidad de tiempo y oportunidades
para moverse, ellos siguen siendo la porción más activa
de nuestra sociedad, circunstancia que se debe luchar por
mantener, estimulándolos para que
realicen actividad física de
moderada intensidad en forma discontinua.
Conforme ellos juegan, se alternan
episodios de movimiento con momentos de
descanso, lo cuál es el proceso normal de los niños. La
vieja costumbre de someter a los niños a actividades continuas y
de alta intensidad debería ser cosa del pasado en el entorno
educativo y volcarnos a comprender que este tipo de actividades no
responden a las necesidades de los niños, siendo
generadoras en muchas circunstancias de
rechazo por ellos. Adicionalmente, se
debe considerar que si se les provee con la posibilidad los
niños serán activos, siempre que se recuerde que ellos
son intermitentes en sus estructuras de movimiento. Esto último
debe calar hondo en todos los que trabajen con niños con el
objeto de que no los sometan a actividades o pruebas de larga
duración, incluso si estas son de baja
intensidad, ya que a cortas edades los
niños no sienten atracción hacia actividades de
alta intensidad (Corbin et al, 1996).
Cuando los adultos conociendo lo
anterior, lo dejan de lado, se podría estar gestando las bases
del rechazo futuro hacia la actividad física (Álvarez,
2003). Adicionalmente, todo educador físico debe considerar el
hecho de los niños no continuarán una actividad si no
encuentra razones concretas para continuar. A estas edades los
niños no tienen una capacidad de pensamiento abstracto, lo que
dificulta la transmisión de los conceptos abstractos de la
importancia de la educación física, ellos sólo
desean moverse.
El Juego
Para lograr el objetivo de propiciar
el aumento de la actividad física, se debe rescatar el juego
como la herramienta natural para lograr el estímulo para un
desarrollo equilibrado. Es a través del juego que el niño
tiene la posibilidad de recobrar el gusto por el aprendizaje, en un
ambiente natural que le ofrece disfrute. Cuando los niños
se sumergen en el juego no solo están aprendiendo de su mundo,
pero también están llenando una necesidad
sicológica de enriquecer el desarrollo de la inteligencia
y de un sentido único de felicidad (Harrell et al, (1998).
Autores como Piaget, Lorenz y Erickson (1998) establecen que el juego
representa un aspecto esencial en el desarrollo del niño, ya que
está ligado al desarrollo del
conocimiento, de los aspectos
afectivos, de la motricidad,
de la socialización, en pocas palabras el juego es la vida
misma del niño. En el juego el niño encuentra el
éxito que muchas veces el deporte y del ejercicio les niega, lo
que permite que la adherencia a la actividad se vea truncada (Douthitt,
1994). Adicionalmente, algunos autores han reportado que el
disfrute de la actividad en el niño es la principal
dimensión de la actitud del individuo asociada a la
intención de participar. Pero es
cuando el movimiento es placentero,
que este brindará un sentimiento de sí
puedo, que podría aumentar la participación en la
actividad física (Corbin et al, 1996).
Aunque las palabras
disfrute, diversión y entretenimiento
son difíciles de definir, hay que
rescatarlas y hacerlas parte de la vida cotidiana de los
niños escolares costarricenses. Huizinga (1970),
autor de la idea de que el juego es la fuerza de la civilización
en la experiencia humana, escribió que la idea de jugar resiste
todo análisis y toda lógica de interpretación. El
gozo que otorga el juego y el movimiento, es generalmente
asociado con un sentimiento de felicidad en el niño
(Henderson et al, 1999). En este medio la gente asocia este gozo con el
tiempo libre y la recreación, aunque pueden presentarse ambas
sin disfrute.
Educación física
Que mejor lugar que la clase de
educación física para recuperar la alegría de
aprender a través del juego. La actividad
física en los centros educativos debe rescatar los elementos
positivos de la actividad física, como son; el disfrute, el
amor, orgullo, la emoción, el reto, el valor, el cariño,
la confianza, y muchas otras condiciones de la
experiencia personal. Muchas veces las
clases de educación física se
transforman en una clase más del
currículo, en donde lo importante es la
organización excesiva y la medición, dando como resultado
la pérdida del disfrute para la mayoría (Henderson et al,
1999). Como resultado del divorcio entre disfrute y
educación, muchos niños han olvidado la
alegría que otorga el movimiento.
Los padres y los
maestros, deben entender que los niños
pueden perder el entusiasmo por los asuntos
académicos o que el mismo sistema educativo les puede
“matar” el entusiasmo y curiosidad a los niños, si
son sometidos a procesos monótonos,
autoritarios y aburridos. Todo ser humano
usualmente disfruta basado en la libre elección y en
la motivación intrínseca. Cuando esos dos elementos
desaparecen del contexto, el resultado es el niño
mecánico y autómata, que vemos en muchas de las escuelas
de nuestro país. Si el maestro no provee la posibilidad de
escoger, eliminar la competencia, estimular la creatividad y la
espontaneidad, y los alumnos deciden no comprometer su energía
mental, física y emocional en la actividad, dudosamente el
disfrute sucederá (Malina, 1996). Para poder
disfrutar es necesario involucrar elementos mentales y
cognoscitivos como: fijarse metas
inmediatas, estar en un
ambiente que propicie
la actividad y que brinde
retroalimentación en los niveles de éxito. Además,
los elementos de sensación de fluidez en lo que se realiza,
sentimiento de control y de dominio sobre la actividad, contribuyen al
placer derivado de la actividad física y el juego (Henderson et
al, 1999).
A diferencia de los adultos, que
presentan niveles de actividad muy estructurados, organizados y
limitados, los niños cuando se les ofrece la
posibilidad de jugar, ellos jugarán. Los educadores
físicos deben estar conscientes que ellos forman la persona
integralmente y que la actividad física y el juego impactan la
parte cognitiva, sicomotor y afectiva. Si el sistema educativo desea
estimular estilos de vida saludable, se debe tomar en cuenta que los
niños deben recuperar el disfrute del movimiento.
Las estrategias que los profesionales del movimiento podrían
utilizar para promover la actividad física y otros estilos de
vida saludables, deben estar basadas en ayudar a otros a ver y sentir
el movimiento como una forma valiosa de disfrutar. El concepto de que
los niños son adultos en cuerpos
pequeños, que pueden ser sometidos
a la rigurosidad del entrenamiento
debe ser desterrado de los centros educativos.
Es común ver educadores, formados para
el rendimiento, someter a sus alumnos a actividades físicas como
si se estuviera formando atletas. Los niños, según
Pangrazi et al, (1996), establecen que los niños son
esporádicos en sus patrones de movimiento, por lo que requieren
actividades lúdicas que contemplen esta situación.
Como resumen, se
recomienda la actividad física intermitente y
de moderada intensidad en los niños. Esta actividad
física puede ser entre treinta a una ejecutada en forma continua
o sumando toda la actividad que realiza
el niño durante el día.
Además, se presenta al juego
como la herramienta natural del niño para que logre
acumular la actividad necesaria para el desarrollo, pero sobre todo
para logre recobrar el disfrute por la actividad física.
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Recepción: agosto del 2006.
Corrección: octubre del 2006.
Aceptación: octubre del 2006.
Publicación: 31 de diciembre del 2006.
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