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Revista MHSalud® (ISSN: 1659-097X) Vol. 9. No. 1. Enero-Julio, 2012
FACTORES SOCIO-AFECTIVOS RELACIONADOS CON LAS DIFICULTADES ESCOLARES EN
NIÑAS Y NIÑOS “ESTRELLA” DEL PROGRAMA
PSICOMOTRICIDAD E INTERVENCIÓN
SOCIO-EMOTIONAL FACTORS RELATED TO THE ACADEMIC DIFFICULTIES OF
“STAR” CHILDREN OF THE PSYCHOMOTRICITY AND INTERVENTION
PROGRAM
Emmanuel Herrera González, Laura Delgado Tenorio, Héctor Fonseca Schmidt, Pilar Vargas Ramírez.
Programa de Psicomotricidad (PSICOMI), Escuela de Ciencias del
Movimiento Humano y la calidad de Vida, Facultad de Ciencias de la
Salud, Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica.
RESUMEN
El presente estudio muestra los
principales factores socio-afectivos relacionados con las dificultades
escolares de un grupo de tres niñas y tres niños
identificados como “estrella” por el Programa
Psicomotricidad e Intervención. El mismo se desarrolló a
través de una metodología mixta, en la que se aplicaron
el Test de Figura Humana, el Dibujo Kinético de la Familia y una
entrevista a la madre de cada estudiante. Los resultados revelaron la
existencia de factores conflictivos familiares que afectan el estado
emocional de las y los niños, generándoles sentimientos
negativos consigo mismos que terminan afectado sus interacciones
sociales y también su desempeño escolar.
PALABRAS CLAVES: Factores socio-afectivos, niñas y niños “estrella”.
ABSTRACT
This study shows the main socio-
affective factors related to school difficulties of a group of three
girls and three boys identified as "star" in the Programa
Psicomotricidad e Intervención (Psychomotor and Intervention
Program). The study was developed through a mixed methodology, in which
the Human Figure Test, the Kinetic Family Drawing and an interview with
the mother of each student were applied. The most important results
revealed the existence of family conflicting factors that affect the
emotional state of children, generating negative feelings about
themselves that affect their social interactions and their school
performance.
KEYWORDS: Socio-affective factors, “star” children.
INTRODUCCIÓN
Dentro de la antigua Escuela Ciencias
del Deporte de la Universidad Nacional, se realizó el Programa
Identificación Temprana, el cual desarrolló, durante los
años 1986 y 1996, un diagnóstico perceptual-motor
denominado Sistema Peques. Los resultados alcanzados hasta ahora,
demostraron que la aplicación total del Sistema PEQUES predice,
con un alto grado de certeza, cuáles serán los
niños y niñas que tienen mayores probabilidades de
aprobar o repetir un año escolar en I Ciclo. Lo anterior
confirma que el diseño de procedimientos en la aplicación
de los instrumentos del Sistema Peques, así como su
calificación y la posterior interpretación de los
resultados fueron estadísticamente (p < 0.01) eficaces. Al
realizar la valoración en el primer semestre de preescolar,
permitió clasificar correctamente el éxito o el fracaso
escolar de un 86% de los niños(as) que cursaron la escuela hasta
el tercer año, específicamente el 87% de los repitientes
y el 86% de los aprobados, superando otros estudios.
Como continuidad del mismo, se crea
el Programa Psicomotricidad e Intervención (PSICOMI) de la
Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida de la
Universidad Nacional, en el año 2008, dentro del cual se realiza
el diagnóstico perceptual motor y se interviene desde el
paradigma de la psicomotricidad, procurando fomentar el desarrollo
integral del niño y la niña, contemplando el área
motora, cognitiva y socio-afectiva del mismo/a, todo ello mediante la
labor interdisciplinaria de profesionales en educación
física, psicopedagogía, educación y
psicología.
En el marco de dicho Programa, se
realizó entre los años 2008 y 2010, un diagnóstico
en el cual se identificaron tres niñas y tres niños
“estrella” de la Escuela Villalobos, en Lagunilla de
Heredia, que presentaban dificultades a nivel escolar. A partir de las
evaluaciones realizadas fue posible identificar una serie de factores
socio-afectivos que se encontraban vinculados a dichas dificultades
escolares, presentándose como un problema u obstáculo
para el logro de sus metas académicas.
De esta forma, el presente
artículo pretende evidenciar aquellos factores socio-afectivos
que se encontraron vinculados a las dificultades escolares de las y los
niños que participaron en el Programa Psicomotricidad e
Intervención, por su condición de riesgo a perder el
año escolar, ello con el objetivo de analizar los factores
socio-afectivos relacionados con las dificultades escolares en las
niñas y niños “estrella” del Programa
Psicomotricidad e Intervención (PSICOMI).
Marco teórico
Los centros educativos formales
están dirigidos a “niños normales o promedio”
(Jadue, 2002), pretendiendo realizar una homogenización del
estudiantado, omitiendo las diferencias y generando que la niña
o el niño que por alguna razón se salga de la
“norma” presente riesgo de bajo rendimiento y
predisposición a experiencias negativas en el medio escolar.
Siendo así, las y los
estudiantes que presentan diferencias notables en relación con
el promedio de su edad, son rezagados, generando múltiples
deserciones pues el sistema formal no está acondicionado para
dar respuesta a dicha diversidad. De manera inusual, él o la
estudiante puede obtener fuera del centro educativo una
valoración clínica de su condición de diferencia,
y podría aplicársele una adecuación curricular
ó enviarlo a un centro de educación especial, más
en el sistema donde se encuentra no se harán mayores ajustes,
pues está pensado y estructurado para la homogeneidad.
Así, para el año 2000,
el Estado de la Nación (citado por Woodburn, Fernández
y Bochini, 2007) reportó 45.000 repitentes en las
escuelas de Costa Rica, de quienes 15.000 habían perdido el
primer año escolar. Para el año 2006, se reportaban
12.650 niñas y niños de primer grado que habían
reprobado, significando ello el 12.8% de la matricula total de dicho
nivel, evidenciando la magnitud de esta problemática escolar.
Para el año 2009 se encuentran 9 361 niñas y niños
repitentes en primer nivel (Estado de la Nación, 2009).
De igual manera, para el año
2010, 29.550 niñas y niñas habían reprobado
el año que cursaban, representando esto un 6% de la
matrícula inicial, de acuerdo con ello, el Departamento de
Análisis Estadístico del Ministerio de Educación
Pública aseguró que entre el periodo 1990 -
2010, la mayor cantidad de repitentes en I y II ciclo, eran de
primer grado, cantidad equivalente al 13.5%, lo que significó un
aumento en las cifras.
Es así que se reflejan las
dificultades que la acción estatal ha tenido para solucionar
dicha problemática, dentro de las cuales, no se han desarrollado
estrategias específicas que contemplen el análisis de los
factores socio-afectivos más importantes en la vida de las y los
estudiantes que se están vinculados a su formación
educativa.
Sin embargo, se demuestra en
investigaciones como las realizadas por Lozano y García (2000),
Trianes y García (2002), Luchini (2002), y muy especialmente
la elaborada por Espinoza, Herrera y Portuguez (2009), en el
contexto escolar costarricense, la existencia de factores
socio-afectivos estrechamente vinculados con el proceso de aprendizaje
de las niñas y los niños, que pueden verse involucrados
en la génesis de muchos problemas que obstaculizan el desarrollo
escolar.
De acuerdo con ello, la
Asesoría Nacional en coordinación con la Coalición
Nacional de Salud Mental y Educación Especial de Estados Unidos
(citada por Murillo, 2005), han considerado que existen problemas que
“afectan el desempeño del estudiante en el contexto
enseñanza- aprendizaje y su vida cotidiana, en forma
perseverante e intensa, atribuyéndose su origen a alternaciones
psíquicas por factores multicausales como relaciones familiares,
aspectos socioculturales, factores orgánicos, relaciones
sociales, abordajes y factores educativos, entre otros” (pp.
18-19), lo que refuerza la anterior afirmación.
Tal consideración muestra la
relación dialéctica entre las dificultades escolares y
los factores socio-afectivos, en la cual se afectan mutuamente en el
contexto educacional, como lo reflejan Trianes y García (2002),
pues el niño y la niña, como seres integrales, se
encuentran en interacción con sus pares, sus docentes y
demás personal de la institución, así como con la
comunidad en que viven y por supuesto con su familia, impactando todo
ello en su estado emocional.
No obstante, para considerar tal
relación como una problemática, la influencia negativa de
los factores socio-afectivos en el rendimiento escolar debe ser un
“estado afectivo que preocupa, ya sea por su intensidad, la
frecuencias o la cantidad de problemas presentados” (Lucchini,
2002, p. 62), y no una situación aislada.
Estas problemáticas, al
impactar desfavorablemente el rendimiento escolar del o la estudiante,
presentan como característica fundamental, de acuerdo con el
Centro Nacional de Diseminación de Información para
Niños con Discapacidades (NICHCY, 2004), su no relación
primordial con factores intelectuales, sensoriales o de la salud, sino
con una dificultad para formar y mantener relaciones interpersonales
con pares y docentes; la cual ésta asociada a comportamientos y
sentimientos discordantes en relación con las circunstancias,
presentándose un estado general de descontento y tristeza, que
puede incluso desarrollar síntomas físicos o temores
asociados a problemas personales.
Así, por ejemplo, las
dificultades escolares o de aprendizaje, como los problemas de
conducta, pueden relacionarse con complicaciones afectivas del
niño o la niña, ocasionadas por problemas familiares y
sociales, que a la vez pueden generarle otras dificultades para
vincularse con otras niñas y niños en la escuela, a
manera de patrón relacional, y todo ello se encontrará
relacionado, según Trianes y García (2002), con
déficits en la madurez y el equilibrio socio- afectivo.
Todo ello ya ha sido contemplado por
las bases teóricas de diversas ciencias sociales y de la
educación, con autores como Piaget (1995) y Vigotsky (1979),
quienes décadas atrás han hecho énfasis en la
importancia del entorno familiar y social más inmediato en el
desarrollo social y afectivo del niño y la niña,
así como la centralidad de las y los otros como importantes
referentes para la conformación de la autoestima y el
autoconcepto; lo que lleva a la necesidad de que toda
intervención a nivel educativo deba tomar en cuenta los factores
socio-afectivos que determinan al o la estudiante.
De tal forma, podría
considerarse que una o un estudiante tiene un problema socio- afectivo
cuando presenta alguna de sus tres principales manifestaciones, las
cuales, según Murillo (2005), son:
- Afectación
de las relaciones sociales con quienes les rodean y consigo mismo (que
pueden llegar a desembocar en impulsividad, agresividad,
inatención, uso de vocabulario agresivo).
- Problemas escolares por estados de ánimo
alterados (tristeza, aprehensión, tendencia a desarrollar
síntomas físicos o de temor).
- Dificultades para
aprender o aprovechar las situaciones de aprendizaje- enseñanza,
algunos de ellos no explicables por factores intelectuales, sensoriales
o de estado de salud (periodos cortos de atención y
concentración, preocupación extrema, carencia de
estrategias para estudio y aprovechamiento del tiempo para el mismo,
interferencia en el desempeño académico).
Estas son tres de las manifestaciones
más comunes mencionadas por el autor, sin embargo la
variación de ellas dependerá de los recursos personales y
apoyos que cada niña o niño tenga,
considerándose, de acuerdo con las y los autores citados
hasta ahora, que su determinante fundamental será una
problemática social que afecta negativamente el estado emocional
del niño o la niña, entre las que resaltan conflictos
familiares citados por Espinoza, Herrera y Portuguez (2009), como
peleas, separaciones, ausencias y rechazos entre sus miembros.
No obstante, ante una serie de
manifestaciones como las antes descritas, siempre ha de ser necesario
descartar alguna necesidad especial de mayor compromiso por la
existencia de implicaciones de otro tipo que determinan la
situación escolar del niño o la niña, donde el
factor socio-afectivo no es el principal determinante.
Lo anterior se debe principalmente a
que las dificultades escolares relacionadas con problemas
socio-afectivos, se consideran esperables cuando son originados
“por la vida en extrema pobreza, en carencias afectivo-familiares
y/o en la falta de incentivos para aprender que no necesariamente se
traducen en patologías pero que predisponen al bajo rendimiento,
al fracaso y a la deserción escolar” (Jadue, 2002) y no se
consideran tales cuando surgen de factores fisiológicos,
géneticos y/o cognitivos.
Concluyendo, que los problemas
socio-afectivos, aún cuando puedan carecer de un
diagnóstico clínico, “requieren de una
atención integral, específica y especializada de
profesionales de diversos campos” (Murillo, 2005; p.19).
METODOLOGÍA
Para cumplir con el objetivo de esta
investigación, se utilizó una metodología mixta
con predominancia cualitativa, la cual posibilitó indagar los
aspectos socio-afectivos vinculados a las dificultades de éstas
y estos estudiantes, de forma que se aplicaron evaluaciones
psicológicas que permitieran alcanzar dicho fin. Además
de ello, se planteó ésta investigación, como no
experimental, descriptiva y transversal.
Sujetos
Las y los estudiantes participantes
fueron aquellas/os seleccionados para formar parte del programa,
mediante la aplicación de un diagnóstico preliminar por
medio de la Prueba Corta, la cual reveló dificultades escolares.
Posteriormente se les realizó un diagnóstico más
completo a través del sistema PEQUES que contempló seis
pruebas básicas para determinar problemas en el desarrollo
psicomotriz, cognitivo y de las áreas de aprendizaje, quienes
dieron resultados negativos, en al menos tres de las pruebas, fueron
considerados con riesgo a perder el año escolar, y por tanto
seleccionados para participar de la intervención de PSICOMI, a
éstas y estos se les conoce como niñas/os
“estrella” y constituyeron así la
población de este estudió, siendo tres niñas y
tres niños, que en el momento del mismo tenían entre los
siete y ocho años, provenientes de primero y segundo grado de la
Escuela Villalobos de Lagunilla de Heredia.
Instrumentos
Fueron utilizados el Test de la
Figura Humana, de acuerdo al Baremo de Goodenough y la Escala de
Weschler (Xándro, 1999), para medir la madurez intelectual del
niño o niña, con el fin de conocer sus capacidades y
nivel de desarrollo en correspondencia con lo esperado para su edad,
ello dentro del enfoque cuantitativo. También fue utilizado en
su interpretación proyectiva de acuerdo a los indicadores
socio-afectivos de Koopitz (1975), con la cual se analizó el
estado emocional del niño y las cargas afectivas dirigidas
hacía sí mismo, relacionadas con factores sociales.
Además, se realizó una
entrevista abierta la o el encargado del o la estudiante, elaborada en
el programa como parte del protocolo del mismo, la cual abarcaba seis
áreas principales, que son: cuadro de estructuración
familiar, motivo de consulta, situación actual del niño o
niña, historia de desarrollo personal del o la misma,
conclusiones, recomendaciones e intervención, para finalizar con
un apartado de indicaciones para la intervención en PSICOMI.
También fue aplicado el Test
del Dibujo de la Familia (Corman, 1967), para analizar la
expresión de tendencias inconscientes de las niñas y
niños, en cuanto a sentimientos hacia su familia y el lugar que
ocupa cada miembro en ella, y fundamentalmente, para conocer el estado
emocional del niño o niña con respecto a su medio
familiar.
Procedimiento
Tras la selección planteada y
los correspondientes permisos de los padres y madres de familia, se
midió la madurez intelectual del niño o niña, con
el fin de conocer sus capacidades y nivel de desarrollo en
correspondencia con lo esperado para su edad, ello dentro del enfoque
cuantitativo.
Posterior a ello, se realizaron desde
un enfoque cualitativo, las evaluaciones proyectivas, que permitieron
identificar cuáles eran las principales problemáticas
socio-afectivas de las y los estudiantes que participaron del estudio,
así como la entrevista al padre ó madre de familia y la
aplicación del Test del Dibujo de la Familia.
Finalmente, para generar mayor
confiabilidad se realizó triangulación de resultados a
través de instrumentos (tres evaluaciones proyectivas), a la vez
que se cuantificaron las tendencias comunes de los resultados
cualitativos entre las y los estudiantes. Tras la
triangulación de las tres pruebas, se logró codificar el
contenido para presentar las principales tendencias comunes, logrando
una presentación cuantitativa de tales resultados, para
posteriormente profundizar en ellos mediante el análisis
cualitativo y poder comprender la dinámica de tales factores y
su relación con la situación educativa de las y los
estudiantes.
Resultados
A continuación se presentan
los resultados del presente estudio subdivididos en dos
categorías de análisis: Madurez infantil y Factores
socio-afectivos vinculados con las dificultades escolares, en su
presentación cualitativa como cuantitativa.
1. Madurez Infantil de niñas y niños estrella.
La madurez fue evaluada mediante la
aplicación del Test de la Figura Humana, calificados a partir
del Baremo de Goodenough y la Escala de Wescler.
De esta forma, en la siguiente tabla
se muestran los resultados obtenidos de la aplicación de dicha
prueba, presentando las edades cronológicas y maduracionales de
estas niñas (os), para evaluar si cumplían ó no
con las capacidades esperadas para su edad correspondiente.
2. Factores Socio-afectivos relacionados a las Dificultades Escolares.
En este apartado se presentan las
tendencias comunes, de forma cuantitativa, gracias a una
codificación de los datos, así como cualitativa. Para
efectos de facilitar la comprensión, se presentarán en
primera instancia las tendencias comunes cuantificadas, y posterior a
ello a se profundizará en la dinámica de los
factores socio-afectivos y su relación con las dificultades
escolares de las y los estudiantes.
a. Tendencias comunes cuantificadas:
Los factores socio-afectivos
resaltados por las niñas y niños mediante las pruebas
proyectivas, fueron agrupados según tendencias comunes, lo cual
se logró mediante la interpretación proyectiva
individual, que tras ser realizada reveló puntos sobresalientes
compartidos en las historias de las y los estudiantes, permitiendo
codificar las tendencias comunes y cuantificarlas, en la siguiente
tabla:
De acuerdo con la tabla 2, cada
tendencia fue compartida por más del 50% de las y los
niños, es decir al menos tres de los seis casos presentaron
factores socio-afectivos comunes, lo que da luz de un perfil
psicosocial de las niñas y niños “estrella”.
La siguiente lista detalla un poco
más los factores socio-afectivos comunes, encontrados en las
niñas y niños que conformaron el estudio:
- Hija/o menor.
- Demanda afectiva.
- Relación conflictiva con el padre (violencia, distanciamiento o permisividad).
- Relación conflictiva con la madre (dependencia, violencia u hostilidad).
- Dificultades en el contacto social (dependencia, agresividad y/o problemas de comunicación).
- Inseguridad (con respecto a sí mismo, a las habilidades para el estudio o con respecto a la familia).
- Dificultades escolares (inseguridad, no les gusta y/o problemas de lenguaje).
- Problemas físicos o de desarrollo (motrices, sobrepeso y/o lenguaje).
- Hermana/o mayor como figura de autoridad, la o el que le provoca ansiedad o protección.
- Problemas Familiares Graves (Alcoholismo, violencia y probl. Conyugales)
- Agresividad (en la familia, hacia sí mismo y en el contacto social)
- Deseos por Cambiar el Estado Actual de las Cosas
El siguiente gráfico muestra la incidencia de dichos factores,
donde el 100% representa a la totalidad de niñas/os, el 84% a
cinco de ellas y ellos, y el 68% a cuatro niñas/os.
b. Factores socio-afectivos y dificultades escolares: resultados cualitativos.
Las tablas anteriores grafican los
resultados obtenidos mediante la interpretación proyectiva, sin
embargo, a través de la misma es posible profundizar aún
más en la dinámica de tales factores en la vida de cada
niña ó niño, alcanzando resultados reveladores,
los cuales fueron agrupados en tres categorías generales para
presentarse a continuación:
1. Factores a nivel familiar
Las niñas y niños
resaltaron problemáticas sociales importantes relacionadas con
el entorno familiar donde se desenvuelven, tales como el alcoholismo,
la violencia intrafamiliar y de pareja, madres y padres distantes,
además de la separación entre ambos, que afecta
emocionalmente a las y los estudiantes.
Asimismo, en las evaluaciones, las y
los estudiantes representaron el silencio que mantienen ante las
situaciones familiares que les son emocionalmente fuertes, en tanto se
manifiestan imposibilitados para poder manejarlas y solucionarlas
dentro de su entorno familiar y no poder hablarlas fuera de él.
De igual manera, reflejaron un manifiesto deseo por cambiar el estado
actual de las cosas.
Es sobresaliente, como factor
común, que en las dinámicas familiares de las y los
niños, se presentan tres variaciones en los roles familiares
tradicionales. En primer lugar, la función del padre es en la
mayoría de las ocasiones distante, sino ausente, violento y en
pocos casos, contrariamente excesivamente permiso y endeble, lo que
resulta afectar emocionalmente a las y los niños.
En un segundo rol variante, se
presenta en el 68% de los casos, la existencia de un hermano mayor con
una función de autoridad, ya fuese hostil o por el contrario
protectora, pero que en sí constituía un referente
sumamente significativo para ellas y ellos.
Por su parte, en tercer lugar, un rol
significativo para las y los niños, fue el referido a la madre,
con respecto a la cual, las y los estudiantes presentaron en cinco de
los seis casos, dependencia materna, asociada a una marcada demanda de
afecto que ellas y ellos recalcan, además de la inestabilidad e
inseguridad que sienten sobre sí mismos.
Esto se acompaña de una
sobresaliente tendencia común, referida a que en su totalidad,
las y los niños son hijos menores.
2. Factores a nivel escolar y en la interacción con pares
Las vinculaciones con pares ó
en la escuela, se mostraban en su gran mayoría conflictivas,
mientras que para las y los niños, en su mayoría, la
escuela significó un mecanismo de escape y huida de las
problemáticas familiares.
Consecuentemente, en cuatro de los
seis estudiantes, se presentó inhibición y
distanciamiento de las y los demás, de los dos estudiantes con
tendencia a la extroversión, uno de ellos es agresivo en el
contacto con las y los otros, y la última estudiante es
dependiente emocionalmente de su familia y amigas.
Por su parte, en cuanto a problemas
académicos percibidos por las y los estudiantes, sobresale la
inseguridad en las capacidades propias para desarrollarse
académicamente, así también, desarrollados por el
disgusto hacia algunas materias escolares, pero según relataron
las madres en la entrevista, esta situación ha mejorado gracias
a la intervención en PSICOMI.
De igual forma, se presentan
problemas escolares debidos a problemas de lenguaje presentados en dos
estudiantes. Es importante rescatar que todos los problemas emocionales
presentados, en esta como en las demás categorías,
afectan el área educativa de la vida de las y los estudiantes.
3. Factores a nivel personal
Con respecto al nivel de
autoevaluación, la inseguridad en sí mismos, en sus
capacidades físicas, intelectuales y generada por problemas
familiares, es una tendencia común, así como
también lo es la agresividad, que se presento en dos
direcciones, en uno de los casos hacia el entorno social, mientras en
las más de las veces estuvo dirigida hacia el sí mismo,
como agresividad autodestructiva hacia rasgos propios que consideran
negativos, en ambos casos vinculada a los problemas familiares, por
ejemplo en el caso de una estudiante que comía ansiosamente
porque se sentía culpable por la ausencia de su padre.
Por su parte, es un factor
común a las y los estudiantes la tendencia a la
inhibición, la cual junto a la agresividad en el contacto y
dependencia en el mismo, en el caso de un niño y una niña
extrovertidos, se relacionaron con la manifestación de
sensaciones de inestabilidad y desequilibrio en sus situaciones de vida.
Entre ellas y ellos, en su totalidad,
se muestra una dificultada para nivelar el control de los impulsos
versus la racionalidad, sin embargo, este rasgo se considera esperable
para la etapa del desarrollo en que se encuentran, pues esta capacidad
se desarrolla con mayor facilidad posterior a la adolescencia.
De igual forma, asociado a su edad y
etapa de desarrollo, se presenta como rasgo común la vitalidad y
potencia física, siendo esta la capacidad por medio de la cual
se trabaja sesión a sesión dentro del Programa
Psicomotricidad e Intervención. La misma es importante pues, si
se potencia una habilidad que ellas y ellos mismos perciben, se
podrá mejorar el autoconcepto, el autoestima, la seguridad en
sí mismos, el sentido de independencia y consecuentemente el
establecimiento de relaciones sociales.
Discusión
Con respecto al nivel de madurez, es
importante mencionar que en el momento en que se realizaron las
evaluaciones, las niñas y niños ya habían pasado
por un proceso de intervención en PSICOMI, lo que pudo influir
en la mejora de habilidades motrices, cognitivas e incluso en sociales,
al integrar a las madres y padres de familia en la intervención,
con el objetivo de potenciar el desarrollo integral de sus
participantes.
Por otra parte, entendiendo que la
madurez se refiere en este caso, como sugiere Watson (2005), a la
posibilidad de que una o un estudiante, en un momento dado de su etapa
escolar, posea un nivel de desarrollo físico, psicológico
y social que le permite enfrentar adecuadamente a las situaciones que
esa etapa le presenta, así como a las exigencias asociadas a
ella, junto con la posibilidad de apropiarse de los valores
tradicionales y de la cultura de su entorno, se pude afirmar que:
- En general, las
niñas y niños evaluados presentan un nivel de madurez
físico, psicológico y social que les permita enfrentarse
a su situación escolar, es decir, tienen las capacidades
necesarias para hacerlo, sin embargo, de acuerdo a las evaluaciones
realizadas en PSICOMI, siguen presentando dificultades a nivel escolar.
- Hay un estudiante
que no cumple de forma esperable con el nivel de madurez para su edad,
no obstante, tal nivel puede verse influenciado por las dificultades en
la salud, que ha presentando el menor desde que padeció
meningitis en su primer año de edad, con secuelas tales como
problemas de lenguaje.
Lo anterior comprueba que, como
afirma Watson (2005), no existe un estado de madurez general que
garantice el éxito en el dominio de la situación escolar,
si no que existen niveles de desarrollo de funciones susceptibles de
ser mejoradas si se respeta el tiempo en que deben ser
enseñadas, así como las formas de efectuar las
actividades escolares.
Con ello se constata, como se
mencionó con anterioridad, que existen dificultades escolares
que no se encuentran asociadas a la madurez del estudiante, sino que
muchas veces pueden encontrarse afectadas por factores socio-afectivos
negativos que les impiden a las niñas y niños poder
desarrollarse de la forma esperada.
Siendo así, es fundamental
identificar cuales factores socio-afectivos podrían verse
involucrados, ya que desde la perspectiva de la intervención
psicomotriz, el desarrollo es integral, y por tanto, en menor o mayor
medida, los problemas de ésta índole podrán ir
limitando las posibilidades posteriores de desarrollo de estas
niñas y niños, y ha de ser necesario intervenir en ese
punto.
Al realizar tal análisis, se
comprobó que de manera dialéctica, el entorno social y
ambiental en que se desenvuelve el niño o la niña,
determina sus oportunidades de desarrollo, brindándole las
herramientas necesarias o no para que alcance el máximo de sus
capacidades.
En cuanto a su entorno familiar, se
evidencia que los factores relacionados con ésta, constituyen el
área más influyente en el estado emocional de las y los
niños, ya que se reveló, una mayor presencia de
situaciones familiares conflictivas y desgastantes, las cuales, ellas
como ellos, vincularon con las demás áreas de su vida,
por ejemplo la escolar.
Asimismo, el silenciar las emociones
y las situaciones que viven, se convierte en un mecanismo de
represión, sin embargo, el impacto de tales experiencias es
grande e intolerable, tendiendo, posiblemente, a manifestarse a
través de otras problemáticas como lo son las
dificultades escolares.
Evidentemente, un ambiente familiar
cargado de conflictos, como separación de padres, violencia,
hostilidad e indiferencia, provoca déficit en el
desarrollo emocional, lo cual es reforzado por Jadue (2003) al afirma
que existen diversos estudios que han mostrado que los niños con
buenas relaciones con sus padres van mejor a nivel educativo, mientras
que las experiencias familiares negativas afectan el autoconcepto, su
capacidad de control emocional y conductual, y sus procesos cognitivos,
además de generarles mucha ansiedad.
Además, fue evidentemente
particular la función del rol paterno, que en el caso de estas y
estos estudiantes, se torno agresivo, distante o permisivo, lo que
estructuró una relación conflictiva con la niña o
el niño, propiciándole una base poco firme que le brinde
seguridad para desarrollarse y confiar en sí mismas o mismos. A
la vez, tal situación provoca la demanda afectiva y el
establecimiento de la dependencia materna, donde el apego funge como
mecanismo para asegurarse y sostenerse de una persona adulta, aunque,
también se presentaron conflictos con la madre. Esta
situación lleva a la ubicación de un hermano (a) mayor
como figura de autoridad.
Para el niño o niña,
también es conflictivo que su hermano (a), que se supone en una
relación de horizontalidad, sea quien figure como autoridad, lo
que le genera cierta inestabilidad, aún cuando la alternativa de
protección que éste o ésta le brinda suele darle
cierto grado de compensación ante la falta de la función
paterna y materna.
Sin embargo, tal situación no
soluciona su inestabilidad emocional ni suministra la seguridad posible
y necesaria de parte de la persona adulta, ya que como hermana/o no
está en disponibilidad para cumplir tal función.
Además, porque existieron casos en que tal hermano (a)
incremento la hostilidad, tornando la situación afectiva
aún más tensional y difícil para el niño o
la niña.
De manera tal, como afirma la autora,
“las dimensiones positivas o negativas de su relación con
cada padre, son predictores de la adaptación a la escuela”
(Jadue, 2003), por lo que las dificultades educativas que enfrentan las
y los niños “estrella” son esperables ante las
situaciones tan difíciles que enfrentan para una edad tan
temprana.
Así es que, el estar inmersos
en situaciones de violencia y alcoholismo dentro del entorno familiar,
crea tensiones y presiones para las que un niño o niña,
sin importar su nivel maduracional, no está preparado (a) para
enfrentar, por lo que se ven afectadas todas las áreas de su
vida, intermediadas por su estado emocional.
Si a dichas problemáticas se
suma el hecho de ser el hijo o hija menor, que se caracteriza por ser
una posición y lugar en la familia donde existe mucha labilidad
y dependencia, se vuelve esperable que las presiones a las que
están sujetas y sujetos sobrepasen sus recursos personales, por
lo que tal imposibilidad sentida para solucionarlas, les lleva a tener
consecuencias manifiestas en su ámbito escolar.
Así, entre los factores
socio-afectivos más influyentes se encuentran los conflictos
familiares que les generan sentimientos negativos con respecto a
sí mismos, en tanto el desempeño escolar y la
interacción con las y los pares se ven consecuentemente
afectadas por ello.
De forma que, las
problemáticas que empiezan a sobrevenir en el ámbito
escolar, ya sea por dificultades académicas o enfrentamientos
con pares, vuelven al que eventualmente sería un ámbito
seguro y alternativo, en un lugar a donde se desplazan las tensiones.
Es por ello que, dentro de la intervención psicomotriz ha de
procurarse crear un ambiente seguro, en el cual el niño o
niña pueda encontrar una real alternativa, no para huir, sino
para enfrentar, con el sostenimiento adulto necesario, las
problemáticas que le aquejan y atormentan.
Todo esto revela la evidente
afectación del niño o niña como tal y su
percepción y estima hacia sí mismo. Con respecto a ello,
la tendencia a la inhibición, se torna un mecanismo defensivo, a
manera de represión, ante situaciones en su entorno que
consideran amenazantes, como las ya mencionadas, que les vienen
ubicando en un lugar de inestabilidad.
La tendencia en la dificultad para la
verbalización de las emociones parece deberse tanto a la
tensión que pueden causarles el cargar dichas emociones,
así como la dificultad que requiere para una niña o un
niño entenderlas y darles sentido. No obstante, tras ello,
permanece latente un deseo manifiesto por cambiar el estado actual de
sus situaciones de vida, mostrando su inconformidad, ante la cual no
consideran tener el poder suficiente para modificarlas solos.
No obstante, a pesar de considerarse,
como niños o niñas, incapaces para resolver por sí
solos las problemáticas en las cuales se encuentran inmersos, lo
cual parece ser una consideración acertada, existe una
adecuada valoración de sus capacidades para su edad, entre las
cuales resaltan su vitalidad y potencia física, mediante la cual
se trabaja sesión a sesión dentro del Programa
Psicomotricidad e Intervención. La misma es importante pues, si
se potencia una habilidad que ellas y ellos mismos perciben, se
podrá mejorar el autoconcepto, el autoestima, la seguridad en
sí mismos, el sentido de independencia y consecuentemente el
establecimiento de relaciones sociales, indirectamente mejorando el
enfrentamiento de tales problemáticas.
Con todo ello, sí como dice
Jadue (2003) los estudiantes con buen autoconcepto, expectativas
positivas de su rendimiento y una motivación intrínseca
para aprender, obtienen mejores logros en la escuela, es de esperarse
que niñas y niños que por el contrario, son inseguros de
sus capacidades escolares, se siente inhibidos y frágiles y no
sienten agrado por la escuela (dadas sus conflictos familiares), tengan
dificultades en la misma, como se comprobó con las y los
niños “estrella”.
De tal forma, tratando de entrelazar
todo lo hasta ahora expuesto, al relacionar los resultados obtenidos
sobre la madurez, los factores socio-afectivos y las dificultades
escolares por las cuales las y los niños fueron llevados a
PSICOMI, se constata que:
Las situaciones familiares
difíciles pueden ser un obstáculo que los niños al
deber enfrentar, lo cual puede obligarles a desarrollar capacidades
cognitivas y maniobras emocionales, para sobreponerse a ello y seguir
su proceso de desarrollo, por lo que, aún siendo situaciones
difíciles, han estimulado que estos niños y niñas
desarrollen un nivel de madurez mayor para lograr enfrentarlas.
A pesar de ello, enfrentar
situaciones socio-afectivas conflictivas y difíciles para ser
resueltas o atendidas a su edad, puede ser el factor determinante para
que ellas y ellos, a largo plazo puedan, por el contrario, ver
limitado el alcance de un mayor nivel de madurez, convirtiéndose
un obstáculo para un desarrollo y crecimiento óptimo.
Es por ello que, aun considerando que
las y los estudiantes tienen las capacidades necesarias para enfrentar
las situaciones comunes para su edad, como el ingreso y
adaptación a la escuela, el establecimiento de relaciones
sociales con los pares, entre otras, parece ser que las situaciones
socio- afectivas a las que se enfrentan, están determinado su
desempeño educativo de forma negativa, pues aún teniendo
un nivel idóneo de desarrollo, siguen presentado dificultades
académicas.
CONCLUSIONES
Las niñas y niños
participantes del estudio, en general, poseen un nivel de madurez
óptimo para enfrentar los retos esperadas para su edad, sin
embargo, las presiones y situaciones, principalmente de orden familiar,
sobrepasan sus recursos personales y exigen de ellos capacidades que
aún no les es posible desarrollar, por lo que ante tal
tensión, se ve afectado su estado emocional, repercutiendo en
todos los ámbitos en que el niño o niña se
desenvuelve, tal como el escolar.
Así, se comprueba que
“las emociones mediatizan la capacidad de adaptarse y de
responder a una variedad de experiencias” (Jadue, 2002),
involucrándose profundamente en la dirección de procesos
cognitivos como la atención, percepción, aprendizaje y
memoria, necesarios en el procesos de aprender, sin necesariamente
encontrarse algún compromiso físico o cognitivo.
Finalmente, lo que este estudio
comprueba es que el niño y la niña, en su desarrollo
integral, se encuentra indiscutiblemente influido por el entorno en que
se desenvuelve, y por tanto, en este caso, la situación familiar
conflictiva fue determinante en el estado emocional del niño o
la niña, con respecto a sí mismo y su entorno,
generándole dificultades escolares y sociales. Por ello, la
necesidad de intervenir en estas dificultades a un nivel que trascienda
la dificultad escolar, que es solo la manifestación de un
conflicto, y contemple la amplitud del individuo, llegando hasta el
nivel socio- afectivo, lo que lleva, “hoy en día se
reconoce que tanto las familias como los niños necesita
apoyo” (NICHCY, 2004; p.4) pues la sola intervención con
él o la estudiante no ha de ser suficiente para mejorar su
situación socio- afectiva, ya que no tienen el grado de
independencia necesario para alejarse de un entorno que le afecta
negativamente, y en ello PSICOMI ha tomado parte.
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Recepción: 16 de mayo de 2012.
Corrección: 11 de junio de 2012.
Aceptación: 11 de junio de 2012.
Publicación: 31 de julio del 2012.
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