http://dx.doi.org/10.15359/mhs.11-1.1
URL: http://www.una.ac.cr/salud
CORREO: revistamhsalud@una.cr
Revista MHSalud® (ISSN: 1659-097X) Vol. 11. No. 1. Setiembre-Enero, 2014
Indicadores Antropométricos en un Centro de Acondicionamiento Físico Urbano de la Provincia de Heredia
Anthropometric Indicators in an Urban Fitness Center of the Province of Heredia
Gustavo Rivera Cabezas y Pedro Ureña Bonilla
Escuela Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida, Universidad Nacional, Costa Rica
gustavo.rivera.cabezas@una.cr
Resumen
El propósito de este estudio
fue identificar los valores antropométricos y su relación
con la salud en los usuarios del Centro de Acondicionamiento
Físico (CAF) de la Escuela de Ciencias de la Salud y Calidad de
Vida (CIEMHCAVI) de la Universidad Nacional. Se analizó 1000
expedientes, aunque por razones de ausencia de datos se trabajó
con 563. La información recopilada correspondió a 315
hombres y 248 mujeres con edad promedio de 28,5 ± 11,3
y de 30,2 ± 11,3 años, respectivamente. Cada
expediente contenía información sobre los valores
antropométricos índice de masa corporal (IMC), peso,
porcentaje de grasa, circunferencia de cintura y cadera. Los resultados
relativos al porcentaje de grasa corporal e IMC correspondieron a una
población sana según parámetros internacionales.
Tanto hombres como mujeres mostraron IMC similares, aunque las mujeres
evidenciaron valores promedio significativamente superiores a los
hombres en cuanto al porcentaje de grasa y riesgo cardiovascular.
Asimismo, se registró correlaciones positivas y significativas
entre IMC, porcentaje de grasa y relación cintura cadera. En
general, los datos analizados evidenciaron valores
antropométricos saludables para la mayoría de la
población que asistió al CAF de la CIEMHCAVI en el
periodo comprendido entre el 2004 – 2006.
Palabras Claves: Centro de
acondicionamiento físico, Entrenamiento de
contrarresistencia, Evaluación antropométrica,
Indicadores antropométricos, Riesgo cardiovascular.
Abstract
The aim of this study was to identify
trends in anthropometric values and their relation with health in users
of the Centre for Physical Fitness (CPF) of the School of Health
Sciences and Quality of Life (CIEMHCAVI) of the National University.
1000 records were analyzed, although for reasons of lack of data we
only worked with 563. The information gathered corresponded to 315 men
and 248 women with an average age of 28.5 ± 11.3 and 248 30.3
± 11.3 years respectively. Each file contained information on
the following anthropometric values: Body Mass Index (BMI), weight, fat
percentage, and waist to hip ratio. The results for percentage of body
fat and BMI corresponded to a healthy population by international
standards. Both men and women showed similar BMI, while women showed
significantly higher mean values than men for the percentage of body
fat and cardiovascular risk. Furthermore, significant positive
correlations were recorded between BMI, body fat percentage and waist
to hip ratio. Overall, the data analyzed showed healthy anthropometric
values for most of the people attending the CPF – CIEMHCAVI in
the period from 2004 to 2006.
Key Words: Center of Physical
Fitness, Strength Training, Anthropometric Assessment, Anthropometric
Indicators, Cardiovascular Risk.
Introducción
El valor principal
del registro de indicadores antropométricos estriba en que
permite predecir el riesgo de enfermedades crónicas, identificar
el estado nutricional de las personas y comparar los patrones de salud
en distintas poblaciones a lo largo del tiempo (Arruda, Martins,
Machado, Santos de Moraes, De Carvalho, 2010; World Health
Organization, 2000). Entre los indicadores antropométricos
más utilizados se reportan: el Índice de Masa Corporal
(IMC), el porcentaje de grasa corporal y la relación del
índice cintura cadera (Martínez, Carmenate, Díaz,
Toledo, Prado et al., 2009).
El cálculo del Índice
de Masa Corporal (IMC) permite identificar el nivel de obesidad de las
personas, factor íntimamente relacionado con el riesgo de
padecer enfermedades cardiovasculares, dislipidemias, diabetes,
hipertensión, hipercolesterolemia (Kanhai, Kappelle, Van der
Graaf, Uiterwaal y Visseren, 2012). Los valores óptimos, en los
que el riesgo de patologías es muy bajo, oscilan entre 20 y 24,9
kg/m² (Colado, 2004). El incremento de la obesidad se relaciona de
manera directa y proporcional con el síndrome metabólico,
ambos son factores de riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2,
la enfermedad arterial coronaria y cerebrovascular por
arterioesclerosis (Ramírez y otros, 2011; Moreno, Monereo y
Álvarez, 2000). La enfermedad cardiovascular es la principal
causa de muerte e invalidez a nivel mundial tanto en países
desarrollados como en países en vías de desarrollo
(Michelotto y otros 2010; Villar, Maiques, Brotons, Torcal, Lorenzo,
Vilaseca et al., 2001). Los porcentajes de grasa óptimos oscilan
entre 8 y 15 % para hombre y entre 13 y 20 % para mujeres
(García, 2007).
En la Circunferencia de Cintura (CC)
se refleja la grasa intraabdominal de las personas, factor asociado con
aumentos significativos en los triglicéridos, las
lipoproteínas de baja densidad (LDL), hiperlipidemia
pospandrial, fibrinógeno, proteína C-reactiva, citosinas
y disfunción endotelial y con niveles reducidos de
lipoproteínas de alta densidad (HDL) y adiponectina, lo que se
relaciona con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular,
hiperglucemia, hipertensión arterial (HTA) y dislipidemia
(Franch, 2008; Prado, Carmenate, Martínez, Díaz y Toledo,
2001). Se ha demostrado que altos niveles en ácidos grasos
inhiben el proceso de la lipólisis, lo cual causa daño en
tejidos y afecta los procesos fisiológicos del organismo
(Aguilar, 2007; Power, Alfonso, Flicker, Hankey, Yeap y Almeida, 2011).
Valores por arriba de 88 en la CC
para hombres y superiores a 102 para las mujeres incrementan el riesgo
cardiometabólico caracterizado por dislipidemias e
hiperglucemias, y aumentan la posibilidad de sufrir un evento coronario
(Franch, 2008; Heyward, 2008). La evidencia indica que índices
elevados de grasa abdominal generan recarga de las concentraciones de
ácidos grasos, lo que provoca el incremento de la
síntesis de lípidos, lipoproteínas y glucosa
(Daza, 2002), esto conlleva la producción hepática de
glucosa y la producción de lipoproteínas, promoviendo la
resistencia hepática a la acción de la insulina, y el
aumento de la síntesis de triglicéridos y
lipoproteínas de baja densidad (Aguilar, 2007; Rodríguez,
Sánchez y Martínez, 2002).
El IMC y la relación entre
cintura y cadera (RCC) son las medidas antropométricas que mayor
relación tienen con el perfil lipídico en hombres y
mujeres, por lo que se considera que estos indicadores reflejan el
nivel de riesgo de la enfermedad coronaria (Michelotto, Martins,
Machado, Santos y Carvalho, 2010). Mientras la CC es un buen predictor
de la aparición de Diabetes Mellitus, el IMC es un predictor
importante de la aparición de enfermedad cardiovascular
(Concepción, Arioza, Gonzales, Álvarez y Robaina, 2007).
Se afirma que la obesidad es la causa principal de una gran variedad de
alteraciones metabólicas entre las que se incluyen las
dislipidemias, especialmente la hipertrigliceridemia y HDL colesterol
bajo, HTA y diabetes mellitus tipo 2 (Arruda et al., 2010; Trejo,
2004). Es importante señalar que la hipertensión arterial
(HTA) es seis veces más frecuente en obesos que en individuos
con peso normal (Sirvent y Garrido, 2009). También la HTA se
asocia con factores metabólicos como la hipercolesterolemia, la
hipertrigliceridemia, el colesterol HDL bajo, la obesidad y la diabetes
(Concepción et al., 2007; Daza, 2002).
El impacto de la obesidad sobre la
tensión arterial y los niveles de lípidos está
determinado por la localización de la grasa corporal. La
distribución central de la grasa se asocia de manera
significativa con la resistencia a la insulina, en comparación
con la adiposidad general, ya que los depósitos centrales de
grasa son metabólicamente más activos que los
periféricos y más sensibles a la lipólisis
inducida por catecolaminas, pero menos a la acción
antilipolítica de la insulina (Concepción, Arioza,
Gonzales, Álvarez y Robaina, 2007; Wells y Victoria, 2005).
El registro de indicadores relativos
al IMC, porcentaje de grasa y RCC es fundamental para evaluar la salud
de las personas y para predecir la aparición de
patologías de tipo cardio-metabólicas. Sobre la base de
la evidencia expuesta, el propósito de este estudio fue analizar
las evaluaciones antropométricas realizadas a las personas
usuarias del Centro de Acondicionamiento Físico (CAF) de la
Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida (CIEMHCAVI)
durante los dos primeros años de funcionamiento de este centro,
para determinar el perfil antropométrico de los mismos y
su relación con la salud.
Metodología
Se trató de un estudio de tipo
descriptivo-correlativo en el que se analizó el comportamiento
de variables antropométricas relacionadas con la salud.
Unidades de observación.
Se analizaron 563 expedientes
correspondientes a los usuarios del CAF de la CIEMHCAVI durante los dos
primeros años de este centro, lo que equivale a un 56,3 % de la
población. La información analizada correspondió a
315 hombres, cuya edad promedio fue de 28.58 ± 11.39
años, y 248 mujeres, con una edad promedio de 30.35 ±
11.39 años. El formato de protocolo de cada expediente
incluía información general sobre los usuarios (as) del
CAF, así como información relativa a la idoneidad de los
mismos para realizar actividad física.
Procedimiento.
Se revisaron 1000 expedientes con la
información correspondiente a la medición de las
variables antropométricas de los (as) usuarios (as) del CAF de
la CIEMHCAVI. Esto correspondió a la población total.
Todas las mediciones y programas de ejercicio fueron realizados por
promotores de la salud graduados a nivel universitario. Posteriormente,
se seleccionaron los expedientes que contenían la
información completa sobre las variables antropométricas
requeridas para los efectos del estudio y con la valoración
positiva de idoneidad para el ejercicio físico mediante el
Cuestionario de Aptitud para la Actividad Física-Par-Q (Canadian
Society for Exercise Physiology, 2002). Como paso final, se
procedió con la construcción de la base de datos y se
generó los análisis estadísticos congruentes con
el propósito del estudio.
Análisis estadístico.
Se calculó valores promedio y
desviaciones típicas. Asimismo, se realizó
análisis de t-student para grupos independientes en los casos en
que se contrastó las variables antropométricas
según el sexo de los participantes. Se aplicó
análisis de varianza univariados para estudiar el comportamiento
de las variables en función de la edad. Los cálculos post
hoc se basaron en el test Scheffee. Finalmente, se determinó la
relación entre las variables estudiadas por medio del
procedimiento de correlaciones bivariadas de Pearson y se
realizó análisis de Chi² cuando se trató del
contraste de proporciones. Para todos estos análisis se
utilizó el paquete estadístico PASW 17.0 para Windows. El
valor crítico establecido para las decisiones
estadísticas correspondió a una p ≤ 0.05.
Resultados
Más del 50 % de hombres y
mujeres se ubican en la categoría de peso normal (ver tabla 1).
El contraste entre la proporción de hombres y mujeres en
función de las categorías propuestas no evidenció
diferencias significativas (Chi ² = 0,93, p > 0,05). La
distribución por sexo, en función del porcentaje de
grasa, mostró que las mujeres comparadas con los hombres tienen
porcentajes de grasa superiores (Chi ² = 70,29, p ≤ 0,05).
En función de la
circunferencia de cintura, se encontró que el 87,5 y 94, 9
% de las mujeres y hombres, respectivamente, presentaron niveles
de riesgo entre bajo y muy bajo (ver tabla 2). El contraste de la
distribución por sexo según el nivel de riesgo
mostró que los hombres tienen un riesgo cardiovascular menor que
las mujeres evaluadas (Chi ² =
16,88, p ≤ 0,05).
Con excepción del IMC, en
todas las variables medidas se encontró diferencias
significativas entre hombres y mujeres. Las mujeres, comparadas con los
hombres, son significativamente menos pesadas, pero evidencian valores
promedio significativamente superiores en cuanto a porcentaje de grasa,
circunferencia de cintura y de cadera (ver tabla 3).
De conformidad con la relación
cintura cadera, el 97,8 % de los hombres mostraron índices
correspondientes a un bajo riesgo. En el caso de las mujeres, el
74,1% mostraron bajo riesgo cardiovascular (ver tabla 4).
En cuanto a la relación
cintura cadera, se registró diferencias significativas entre
hombres y mujeres (t = 13,08; p < 0.00). El valor promedio para los
hombres fue de 0.84 ± 0.07 y para mujeres de 0.76 ± 0.06.
Las mujeres, comparadas con los hombres, mostraron un mayor riesgo de
enfermedad cardiovascular (ver tabla 4).
En el caso de los hombres, la
comparación de indicadores antropométricos según
grupo de edad mostró que los hombres más jóvenes
fueron quienes mostraron los valores promedio más bajos en todas
las variables analizadas (ver tabla 5).
En el grupo de mujeres estudiadas se
encontró un perfil similar al de los hombres. En todos los
indicadores antropométricos evaluados se registraron diferencias
estadísticamente significativas en función de la edad.
Las mujeres más jóvenes muestran los valores promedio
más bajos.
El análisis de correlaciones
entre las variables estudiadas mostró relaciones positivas y
significativas entre IMC y porcentaje de grasa (r = 0,56, p ≤ 0,01),
peso (r = 0,74, p < 0,01), circunferencia de cintura (r =
0,84, p< 0,01) y circunferencia de cadera (r = 0,79, p < 0,01).
Asimismo, el porcentaje de grasa correlacionó significativamente
con peso (r = 0,15, p < 0,01), circunferencia de cintura (r = 0,78,
p< 0,01) y circunferencia de cadera (r = 0,68, p < 0,01).
También, la circunferencia de cintura correlacionó con la
circunferencia de cadera (r = 0,68, p < 0,01).
Discusión
En general,
los resultados encontrados coinciden con lo reportado en la literatura
científica relacionada con la temática analizada
(Abernethy et al., 2000). El valor promedio registrado para el IMC
está en el rango considerado como saludable (20 kg/m2 –
24,99 kg/m2) por el Colegio Americano de Medicina Deportiva en su
Manual de Directrices para las Pruebas y Prescripción del
Ejercicio (ACSM, 2009), lo cual refleja a una población sana
desde el punto de vista fisiológico. No se registró
diferencias entre hombres y mujeres, lo que es indicador de que se
manejan cocientes similares entre peso y talla para ambos sexos. En
relación con el peso, y como era de esperarse, los hombres
mostraron ser significativamente más pesados que las mujeres, lo
cual también tiene una explicación genética y
fisiológica que se manifiesta en mayor cantidad de masa magra y
mayor peso óseo (Berdasco, 2002).
El promedio general en cuanto a
porcentaje de grasa también se ubicó en rangos definidos
como normales (Bellido y De Luis, 2006), situación que
también refleja a una población sana de acuerdo a los
parámetros definidos por la American Heart Asociation (AHA,
2013). Sin embargo, las mujeres, en comparación con los hombres,
mostraron porcentajes de grasa significativamente superiores, lo cual
es explicable por cuanto, desde el punto de vista bioquímico y
fisiológico, la acumulación de grasa es mayor en el sexo
femenino (Heymsfield et al., 2005). También los rangos en que se
encuentran estos valores tanto para hombres como para mujeres son
coincidentes con lo que se reporta en la literatura científica
(Michelotto et al., 2010). La dimensión de la cintura es menor
en las mujeres que en los hombres, aunque el diámetro de la
cadera es menor en los hombres. Estos datos también son
consistentes con lo reportado en la literatura (Aguilar, 2007). Este
fenómeno se relaciona con la mayor disposición de la
mujer para acumular grasa (Alvero et al., 2011) y tiene que ver con la
necesidad que tiene la mujer de responder a su condición de
fémina en el caso del parto (Bahamondes et al., 2012). Esta
situación es influida por las condiciones genéticas y por
las condiciones sociales que condicionan una vida sedentaria en las
mujeres, lo cual facilita la acumulación de grasa (Casanueva et
al., 2008).
En el caso de la edad, los resultados
encontrados indican que esta variable es un factor que se asocia
negativamente en los indicadores antropométricos IMC, grasa
corporal, CC y diámetro de cadera, lo cual también es
congruente con lo que se reporta en la literatura científica
(Gómez et al., 2012). Los datos recolectados indican que con el
paso de los años, y con el proceso de envejecimiento implicado,
tiende a aumentar el IMC, la acumulación de grasa y
consecuentemente la CC y el diámetro de la cadera
(Concepción et al., 2007). Esto significa que, conforme se vayan
ganando años, es preciso tener en cuenta que, asociado a ello,
la respuesta bioquímica y fisiológica del organismo
favorece la acumulación de grasa, con los consecuentes problemas
asociados (Wilmore y Costill, 2007). Esta realidad permite subrayar el
papel que juega la evaluación antropométrica como recurso
para diagnosticar el comportamiento de indicadores que podrían
atentar contra la salud de las personas.
Los problemas asociados con la edad
se acentúan de manera particular a partir de los 30 años
de edad, lo cual también es congruente con lo reportado en la
literatura (López y Virgili, 2012). Entre los 30 y 50
años el organismo empieza a perder de forma degenerativa la masa
muscular y fuerza, lo que favorece la acumulación de grasa con
las consecuencias negativas para la salud (Gómez et al., 2012).
Esta tendencia se observa tanto en el caso de los hombres como en el de
las mujeres.
A pesar de que el mayor porcentaje de
las personas evaluadas tienen normopeso, también un porcentaje
importante mostró sobrepeso (Abernethy et al., 2000),
situación que alerta la atención, considerando las
consecuencias que tiene para la salud la condición de sobrepeso,
entre las que se pueden mencionar la diabetes, hipertensión,
entre otros problemas cardiovasculares (Arpa y González, 2009).
La valoración del riesgo cardiovascular a partir de la CC
mostró porcentajes congruentes con lo registrado en la
literatura científica (Aguilar, 2007). La mayoría de las
personas evaluadas mostraron niveles de riesgo entre bajo y muy bajo,
lo cual habla del buen estado de salud de las personas evaluadas. Desde
el punto de vista de las posibilidades cardiovasculares, un buen estado
de salud significa capacidad de trabajo, funcionalidad social y
energía (Arruda et al., 2010), todas ellas condiciones
necesarias para una buena calidad de vida y bienestar (Dishman et al.,
2004). Las mujeres, comparadas con los hombres, mostraron un mayor
nivel de riesgo cardiovascular a partir de la CC, lo que también
es consistente con lo reportado en la literatura científica
(Berdasco, 2002).
Los
valores promedio relativos al porcentaje de grasa fueron mayores en las
mujeres que en los hombres, hecho también consistente con lo que
se reporta en la investigación científica (Alvero et al.,
2011). La RCC, a pesar de corresponder a un cociente normal tanto para
hombres como para mujeres, evidenció conforme lo indicado en la
literatura (Aguilar, 2007) que los hombres tienen un mayor cociente en
la relación cintura cadera. Contrario a lo que se reporta en la
investigación, las mujeres mostraron un mayor riesgo
cardiovascular que los hombres a partir del contraste de la
relación cintura cadera (Sabán, 2012). El cociente entre
estas dos variables antropométricas refleja la
acumulación de grasa (Daza, 2002), con las consabidas
consecuencias que esto tiene para la salud, especialmente con las
patologías de tipo cardiovascular (Power et al., 2011).
En el
análisis de la dinámica que caracteriza la
asociación entre indicadores antropométricos IMC,
porcentaje de grasa y RCC, se encontró asociaciones positivas y
significativas, lo que es consistente con el comportamiento
fisiológico del organismo (Arpa y González,
2009). Como era de esperarse, conforme aumenta el IMC, aumenta
también el porcentaje de grasa, la CC, el diámetro de la
cadera y el cociente resultante de la RCC.
En general, los
resultados encontrados en este estudio muestran a un grupo de personas
en su mayoría sanas desde el punto de vista de los indicadores
antropométricos evaluados. Se ha confirmado una vez más
el rol que juega la edad en los procesos asociados a los aumentos en el
IMC, porcentaje de grasa y relación cintura cadera. Esta
situación podría servir de alerta para las personas y
considerar que, conforme los años van pasando, se hace cada vez
más necesario invertir tiempo en programas de ejercicio
físico sistemáticos y controlados, para promover un mejor
estado de salud o mantener el existente. En este sentido, es importante
recordar que el ejercicio físico, amén de los beneficios
fisiológicos que tiene sobre el organismo, también se
vincula con beneficios psicosociales (Stein, Molinero, Salguero,
Corrêa y Márquez, 2008). Entre ellos se pueden mencionar
el aumento de la autoestima y confianza en sí mismo, la
disminución de los niveles de ansiedad, ira, angustia,
depresión, el incremento de la independencia en personas
mayores, también reduce la fatiga y se percibe una
sensación de bienestar y placer, confirmado por la
fisiología, al liberar endorfinas en el torrente
sanguíneo (Serrato, 2008).
Referencias Bibliográficas
Abernethy, P., Olds, T., Eden, B., Neill, M. y Baines, L. (2000).
Antropometría, salud y composición corporal. Armenia,
Colombia: Editorial Kinesis.
Aguilar, C. (2007). Adiposidad abdominal como factor de riesgo de
enfermedades crónicas. Salud pública de México,
49, 313-316. Recuperado de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10649124
Alvero, J., Giner, L., Alacid, F., Rosety, M. y Ordóñez,
F. (2011). Somatotipo, masa grasa y muscular del escalador deportivo
Español de elite. International Journal of Morphology, 29(4),
1223-1230.https://doi.org/10.4067/S0717-95022011000400026
American College of Sports Medicine. (2009). ACSM’s Guidelines
for Exercise Testing and Prescription. (8° ed.). Philadelphia, USA:
Editorial Lippincot Williams & Wilkins.
American Heart Association. (2013). 2013 AHA/ACC Guideline on Lifestyle
Management to Reduce Cardiovascular Risk: A Report of the American
College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice
Guidelines. Texas, USA: American Heart Association, Inc.
Arpa, A. y González, O. (2009). Diferentes formas de valorar el
sobrepeso o la obesidad y su relación con el síndrome
metabólico. Revista Cubana de Medicina Militar, 38(2).
Recuperado de
http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0138-65572009000200003&script=sci_arttext
Arruda, M., Martins, R., Machado, E., Santos de Moraes, E. y De
Carvalho, T. (2010). Relación de indicadores
antropométricos con factores de riesgo para enfermedad
cardiovascular. Arquivos Brasileiros de Cardiologia, 94(4), 462-469.
Recuperado de http://www.scielo.br/pdf/abc/v94n4/es_aop00610.pdf
Bahamondes, C., Cifuentes, B., Lara, E. y Berral, F. (2012).
Composición corporal y somatotipo en fútbol femenino.
Campeonato sudamericano sub-17. International Journal of Morphology,
30(2), 450-460. https://doi.org/10.4067/S0717-95022012000200016
Bellido, D. y De Luis, D. (2006). Manual de nutrición y
metabolismo. Madrid, España: Editorial
Díaz de Santos S.A.
Berdasco, A. (2002). Evaluación del estado nutricional del
adulto mediante la antropometría. Revista Cubana de
Alimentación y Nutrición, 16(2). Recuperado de
http://bvs.sld.cu/revistas/ali/vol16_2_02/ali09202.pdf
Canadian Society for Exercise Physiology. (2002). Physical Activity
Readiness Questionnaire (PAR-Q). Recuperado de
http://www.csep.ca/cmfiles/publications/parq/par-q.pdf
Casanueva, E., Kaufer, M., Perez, A. y Arroyo, P. (2008).
Nutriología médica. (3ra ed.). Distrito Federal,
México: Editorial Médica Panamericana.
Colado, J. (2004). Fitness acuático. Barcelona, España: Editorial Paidotribo.
Concepción, L., Arioza, V., Gonzales, D., Álvarez, E. y
Robaina, C. (2007). Correlación entre algunos indicadores del
metabolismo lipídico y mediciones antropométricas en
adultos con hipertensión arterial. Revista Cubana de
Investigación Biomédica, 26(2). Recuperado de
http://www.oalib.com/paper/1044160#.U8bdSUBhv8Q
Daza, C. (2002). La obesidad: un desorden metabólico de alto
riesgo para la salud. Revista Colombia Médica, 33(2). Recuperado
de http://www.bioline.org.br/request?rc02014
Dishman, R., Washburn, R., & Heat, G. (2004). Physical activity epidemiology. Illinois, USA: Human Kinetics
Franch, J. (2008). Obesidad intraabdominal y riesgo metabólico.
Atención Primaria, 40(4). https://doi.org/10.1157/13118063
García, A. (2007). Composición corporal. Ciencia y Deporte, 4(1). Recuperado de
http://www.cienciaydeporte.net/index.php/numeros-anteriores/no-4/26-articulos/60articulo.html
Gómez, A., Rodríguez, G., Vila-Maldonado, S., Casajus, A.
y Ara, I. (2012). Envejecimiento y composición corporal: la
obesidad sarcopénica en España. Nutrición
Hospitalaria, 27(1). Recuperado de
http://www.nutricionhospitalaria.com/pdf/5502.pdf
Heyward. (2008). Evaluación de la aptitud física y
prescripción del ejercicio. (5º ed.). Madrid,
España: Editorial Médica Panamericana S.A.
Heymsfield, S., Lohman, T., Wang, Z., & Going, S. (2005). Human body composition. Champaign, USA: Human Kinetics.
Kanhai, D., Kappelle, L., Van Der Graaf, Y., Uiterwaal, C., &
Visseren, F. (2012). The risk of general and abdominal adiposity in the
occurrence of new vascular events and mortality in patients with
various manifestations of vascular disease. International Journal
of Obesity, 36(5), 695–702.
https://doi.org/10.1038/ijo.2011.115
López, R. y Virgili, M. (2012). Sarcopenia. Fresenius Kabi.
Revista cuatrimestral Nº 5.
Recuperado de
http://www.freseniuskabi.es/nutricionenteral/pdf/infogeriatria/Infogeriatria_05.pdf#page=26
Martínez, A., Carmenate, M., Díaz, M., Toledo, E., Prado,
C., Padrón, R., Rodríguez, L., Wong, I., Moreno, R. y
Moreno, V. (2009). Composición corporal y envejecimiento en la
Habana, Cuba. Estudios de Antropología Biológica, IX.
Recuperado de
http://www.revistas.unam.mx/index.php/eab/article/view/30885
Michelotto, M., Martins, R., Machado, E., Santos, E. y Carvalho, T.
(2010). Relación de indicadores antropométricos con
factores de riesgo para enfermedad cardiovascular. Arquivos Brasileiros
de Cardiologia, 94(4). Recuperado de
http://www.scielo.br/pdf/abc/v94n4/es_aop00610.
Moreno, B., Monereo, S. y Álvarez, J. (2000). La obesidad:
epidemia del Siglo XXI. (2º Ed.). Madrid, España: Editorial
Díaz de Santos S.A.
Power, B., Alfonso, H., Flicker, L., Hankey, G., Yeap, B., &
Almeida, O. (2011). Body adiposity in later life and the incidence of
dementia: The health in men study. Plosone, 6(3).
https://doi.org/10.1371/journal.pone.0017902.g001
Prado, C., Carmenate, M., Martínez, A., Díaz, M. y
Toledo, E. (2001). Composición corporal e hipertensión
arterial en ancianos de La Habana, Cuba. Revista digital Antropo.
Recuperado de http://www.didac.ehu.es/antropo/0/0-2/prado.htm
Ramírez, M., Núñez, A., Velázquez, H.,
Tejeda, O., Cortés, B., Parra, A. y Rosas, V. (2011).
Alteraciones cardiovasculares en una población infantil y su
relación con trastornos metabólicos y
antropométricos. Revista de Especialidades Médico-
Quirúrgicas, 16(4), 199-207. Recuperado de
http://www.medigraphic.com/pdfs/quirurgicas/rmq-2011/rmq114c.pdf
Rodríguez, A., Sánchez, M. y Martínez, L. (2002).
Síndrome metabólico. Revista Cubana de
Endocrinología, 13(3). Recuperado de
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-29532002000300008
Sabán, J. (2012). Introducción al riesgo cardiovascular. Madrid, España: Editorial Díaz de Santos.
Serrato, M. (2008). Medicina del deporte. Bogotá, Colombia: Universal del Rosario.
Sirvent, J. y Garrido, R. (2009). Valoración
antropométrica de composición corporal. Alicante,
España: Editorial Universidad de Alicante.
Stein, A., Molinero, O., Salguero, A., Corrêa, M. y
Márquez, S. (2008). Actividad física y salud percibida en
pacientes con enfermedad coronaria. Cuadernos de Psicología del
Deporte, 14. Recuperado de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1578-84232014000100013&script=sci_arttext
Trejo, J. (2004). Epidemiología del síndrome
metabólico y diabetes mellitus tipo 2: ¿El diluvio que
viene?. Archivos de Cardiología de México, 74(2),
267-270. Recuperado de
http://www.medigraphic.com/pdfs/archi/ac-2004/acs042ab.pdf
Villar, F., Maiques, A., Brotons, C., Torcal, J., Lorenzo, A.,
Vilaseca, J. y Banegas, J. (2001). Prevención cardiovascular en
atención primaria. Atención Primaria, 28(2), 23-36.
Recuperado de
http://www.msssi.gob.es/ciudadanos/enfLesiones/enfNoTransmisibles/docs/cardiovascular.pdf
Wells, J., & Victoria, C. (2005). Indices of whole-body and central
adiposity for evaluating the metabolic load of obesity. International
Journal of Obesity, 29(5), 483–489. https://doi.org/10.1038/sj.ijo.0802899
Wilmore, J. y Costill, D. (2007). Fisiología del esfuerzo y el
deporte. 6ta edición. Barcelona, España: Editorial
Paidotribo.
World Health Association. (2000). Obesity: Preventing and managing the
global epidemic. Geneva. Recuperado de
http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/42330/1/WHO_TRS_894.pdf?ua=1
Recepción: 05 de junio del 2014.
Corrección: 22 de julio del 2014.
Aceptación: 29 de julio del 2014.
Publicación: 31 de agosto del 2014.
Artículo de la Revista MHSalud de la Universidad Nacional, Costa
Rica protegido por Licencia Creative Commons
Attibution-NonComercial-NoDerivs 3.0 Costa Rica. Para más información visite www.una.ac.cr/MHSalud
Permissions beyond the scope of this license may be available at revistamhsalud@una.cr