Revista Perspectivas: Estudios Sociales y Educación Cívica
N.° 29. Julio-diciembre, 2024
ISSN electrónico: 2215-4728
Doi: http://dx.doi.org/10.15359/rp.29.11
URL: http://www.revistas. una.ac.cr/perspectivas
Licencia CC BY NC SA 4.0

La pedagogía crítica no es una receta: Estrategias, desafíos y aportes en la enseñanza de los Estudios Sociales. Entrevista con el Dr. E. Wayne Ross

Critical Pedagogy is not a Recipe: Strategies, Challenges, and Contributions in Teaching Social Studies. An interview with Dr. E. Wayne Ross

Pedagogia crítica não é uma receita: Estratégias, desafios e contribuições no ensino dos Estudos Sociais. Entrevista com Dr. E. Wayne Ross

Karol Granados Gamboa1

Anderson Granados Trejos2

Lady Pamela Rodríguez Víquez3

Fecha de recepción: 11/03/2024

Resumen:

El presente artículo corresponde al resultado de una entrevista aplicada al Dr. E. Wayne Ross, quien es profesor e investigador en la University of British Columbia en Vancouver, Canadá y ha trabajado con diversas instituciones como la Universidad Estatal de Nueva York, Universidad de Louisville y Binghamton. De sus áreas de interés destacan la enseñanza de los Estudios Sociales, los estudios curriculares, la educación democrática y la pedagogía crítica. Sobre esta última se centró el diálogo con el Dr. Ross, el cual se refirió a las diversas conceptualizaciones que existen en torno a este término, así como los aportes, retos y desafíos que supone una enseñanza crítica de los Estudios Sociales y las estrategias que pueden implementar los docentes en sus salones de clases para romper con los esquemas de una educación tradicional.

Palabras claves: Pedagogía crítica; estudios sociales; ciudadanía crítica; educación secundaria; epistemología.

Abstract:

This article presents the results of an interview with Dr. E. Wayne Ross, who is a professor and researcher at the University of British Columbia in Vancouver, Canada. He has also worked with various institutions such as the State University of New York, the University of Louisville, and Binghamton University. His areas of interest include social studies education, curriculum studies, democratic education, and critical pedagogy. The interview with Dr. Ross is focused on various conceptualizations surrounding critical pedagogy, as well as the contributions, challenges, and obstacles involved in a critical approach to social studies education. Additionally, the interview explored strategies that teachers can implement in their classrooms to break away from the traditional education paradigms.

Keywords: Critical pedagogy; social studies; critical citizenship; secondary education; epistemology.

Resumo:

O presente artigo corresponde ao resultado de uma entrevista feita ao Dr. E. Wayne Ross, quem é professor e investigador na University of British Columbia no Vancouver, Canadá. Ele trabalhou com diversas instituições como a Universidade Estatal de Nova Iorque, Universidade de Louisville, and Binghamton Universidade. Dentro de suas áreas de interesse sobressaem o ensino dos Estudos Sociais, os estudos curriculares, a educação democrática e a pedagogia crítica. Na cual, centrou-se o diálogo com o Dr. Ross, o qual se referiu às diversas conceituações que existem em torno deste termo, bem como as contribuições e desafios que supõe um ensino crítico dos Estudos Sociais e as estratégias que podem implementar os docentes em suas salas de aula para romper com os esquemas de uma educação tradicional.

Palavras-chave: Pedagogia crítica; Estudos Sociais; cidadania crítica; educação secundária; epistemologia.

Karol Granados:

Buenas tardes, profesor Wayne Ross, vamos a iniciar esta entrevista, que será conducida por Anderson Granados y Lady Rodríguez, ambos de la Universidad de Costa Rica (Campus San Ramón), y yo misma, Karol Granados, también de la Universidad Nacional. Esta conversación formará parte de un artículo sobre pedagogía crítica que se publicará en la revista Perspectivas, especializada en la enseñanza de los Estudios Sociales en América Central y América Latina.

El objetivo de este espacio es conversar sobre los debates y desafíos en el campo de la enseñanza de los Estudios Sociales y analizar la enseñanza curricular y su influencia en la educación cívica y democrática. Muchas gracias, profesor, por su tiempo y su disposición. La primera pregunta nos lleva a la importancia de la pedagogía crítica en el ámbito de las ciencias sociales. Nos gustaría saber, desde su perspectiva, cómo definiría la pedagogía crítica.

E. Wayne Ross:

En primer lugar, gracias, Anderson, Lady y Karol, por la oportunidad de participar en esta entrevista. La definición de pedagogía crítica es un buen punto de partida. Debo decir que se entiende y se practica de diferentes maneras. Por supuesto, la base de la pedagogía crítica se encuentra en el pensamiento y la obra de Paulo Freire, en particular, en su libro Pedagogía del oprimido. En el libro, Freire describe la pedagogía crítica como un enfoque de planteamiento de problemas que contrasta su énfasis en la conciencia crítica y el diálogo con los enfoques tradicionales de la educación, los que el autor denomina como “modelo bancario de educación”. El modelo bancario de educación consiste básicamente en depositar en la cabeza de los estudiantes la información que la escuela ha considerado importante. Se trata de una concepción de la educación centrada en el docente, en la que los estudiantes son aprendices pasivos que memorizan hechos.

Así pues, la pedagogía crítica es un desafío directo a las formas tradicionales de reflexionar sobre la enseñanza, el aprendizaje y la escolarización, porque cuestiona la relación entre docente y estudiante, así como el papel del alumno como receptor pasivo de conocimientos. La idea central de la pedagogía crítica es abordar pensamientos, narraciones o acciones y someterlos a un análisis crítico: plantear preguntas y problemas y entablar un diálogo como parte del proceso de dar sentido al mundo que habitamos.

Algunas formas de reflexionar sobre esta pedagogía son más críticas que otras. Claro, es mi propia opinión, pero la pedagogía crítica no es una técnica; tampoco es un conjunto particular de habilidades ni una suma específica de contenidos que deban enseñarse. Ahora bien, eso no significa que no haya competencias implicadas; sin embargo, no existe una fórmula o receta para la pedagogía crítica. En consecuencia, esto requiere que nosotros, como docentes, adoptemos una comprensión particular de la epistemología, es decir, del conocimiento y de cómo se crea. La pedagogía crítica también requiere una forma de ser en el mundo y de relacionarse con los demás que sea diferente de la que vemos en las concepciones tradicionales de la educación y la escolarización.

La pedagogía crítica exige que no nos limitemos a aceptar explicaciones preconcebidas del mundo social o formas tradicionales de hacer las cosas como algo que sucede de “forma natural”. Tampoco debemos aceptar de forma acrítica doctrinas o dogmas como explicaciones de cómo es el mundo. Esto no equivale a rechazarlas de plano, sin miramientos; más bien, debemos analizar críticamente el mundo que nos rodea, las creencias aceptadas sobre la forma como es el mundo y nuestras relaciones con los demás. Entonces, las preguntas centrales de la pedagogía crítica son: ¿por qué las cosas son como son?, ¿cómo deberían ser las cosas?, ¿cómo podemos conseguir un mundo así?, ¿cómo podemos hacer que aparezcan nuestras visiones de lo que debería ser el mundo y cómo podemos crear este mundo?

Teniendo en cuenta estas preguntas, una de las mejores y más directas definiciones de la pedagogía crítica nos la ha ofrecido Ira Shor, profesor de la City University de Nueva York, quien también ha escrito con Paulo Freire y sobre él. En su libro Empowering Education (El empoderamiento de la educación), la definición de Shor sobre la pedagogía crítica se refiere a los hábitos de pensar, leer, escribir y hablar, que van más allá de los significados superficiales y trascienden las primeras impresiones, los mitos dominantes o los clichés tradicionales.

Al cultivar estos hábitos, podemos esforzarnos por comprender el significado profundo y las causas fundamentales de cualquier contexto social, cualquier ideología, consecuencia personal, acción, experiencia, objeto, medio, disciplina o discurso. Asumir una postura crítica y política ante la enseñanza, el conocimiento y el aprendizaje es lo que hace que la pedagogía crítica sea lo que es. Además, es necesario colocar el concepto de poder, en particular las desigualdades de poder, en el centro de nuestro trabajo como educadores críticos.

Cuando hablo de poder, me refiero al análisis y a la emancipación de opresiones tales como el racismo, la heteronormatividad, el capacitismo, así como a la denuncia de los valores subyacentes en un currículo, en una escuela o en la vida cotidiana. Además, estos problemas se vuelven más visibles cuando trabajamos desde una perspectiva crítica. Cuando centramos nuestra atención en cuestiones de poder, las disparidades que producen las desigualdades socioeconómicas y la discriminación –basada en la raza o las relaciones de género, el patriarcado o la supremacía blanca– se tornan más fácilmente visibles y disponibles para nuestra reflexión. Al final, estas disparidades, fuentes de opresión, se convierten en objetivos de análisis para nosotros en cuanto docentes y estudiantes.

La pedagogía crítica tiene como objetivo reconstruir y transformar la sociedad mediante el análisis de la realidad de nuestra vida cotidiana y la creación de una visión de cómo pueden resolverse estas opresiones o discriminaciones. Así pues, en términos de pedagogía crítica, desplazamos nuestro enfoque desde la educación como información bancaria hacia la enseñanza y el aprendizaje como parte del proceso para alcanzar la justicia social. No podemos separar lo que ocurre en el aula de lo que sucede fuera de ella. Como escribió una vez Jean Anyon, al hablar de la reforma escolar: “No se puede tapar el barril por arriba y dejarlo abierto por abajo”. La pedagogía crítica nos exige ir más allá o trascender los conocimientos oficiales del currículo escolar y prestar atención a los conocimientos y experiencias de la vida cotidiana. La pedagogía crítica no es un proceso neutral, pero tampoco lo es la educación tradicional. No importa el punto de vista desde el que se mire, la educación es siempre un proceso político.

Esto nos coloca delante de la importancia de entender la epistemología en el corazón de la pedagogía crítica, que es que todo el conocimiento –y la realidad significativa– se basa en las prácticas humanas. Es decir, nuestro conocimiento del mundo se basa en las interacciones entre los seres humanos y su mundo. A esta forma de entender el conocimiento (y la realidad) se le ha denominado construccionismo social. Tal concepto se refiere a una postura epistemológica contraria a la epistemología del positivismo. El positivismo se basa en una epistemología objetivista centrada en la comprensión del mundo como si este estuviera separado de los seres humanos.

El positivismo quiere explicaciones causales, quiere predicciones, quiere control y se centra en lo técnico. Se trata de una concepción del conocimiento que coloca a los docentes en calidad de transmisores de información, y a los estudiantes, como receptores pasivos en lugar de considerarlos creadores de conocimiento. Desde una perspectiva construccionista social, el conocimiento se produce a través de la interacción entre los seres humanos y su mundo y se desarrolla y comunica dentro de un contexto social.

Así pues, la pedagogía crítica se centra en la liberación de la opresión y la forma de lograrlo es mediante la creación de conocimientos que provengan, al menos en parte, del análisis crítico y la reflexión. Este conocimiento se genera a partir de la crítica y surge de la experiencia y la acción. En el contexto de nuestra investigación, la investigación crítica difiere de la investigación interpretativa o cualitativa porque, si bien incorpora un enfoque centrado en la comprensión y la interpretación del mundo y las experiencias de los demás, que se basan en la interacción, va más allá al centrarse en el poder y la crítica de las desigualdades.

Esta es la razón del porqué es importante el marco epistemológico utilizado en la pedagogía crítica. Y creo que uno de los errores que cometen algunos educadores es enfocar la pedagogía crítica de forma positivista; creen que la pedagogía crítica es una visión del mundo o un enfoque que se puede transmitir a otras personas. Pero esto no es así. La pedagogía crítica se basa en la interacción, la comunicación y la crítica.

Anderson Granados:

Muchas gracias por su explicación de las diversas formas de conceptualizar y poner en práctica la pedagogía crítica. Las reflexiones sobre el papel que desempeña este estilo de enseñanza en la emancipación de los estudiantes nos llevan a preguntarnos: ¿cómo contribuye la pedagogía crítica a la enseñanza de los Estudios Sociales?

E. Wayne Ross:

Es una gran pregunta. Creo que la respuesta depende de cómo se conciben los objetivos y propósitos de los Estudios Sociales; pero quiero enfatizar que la pedagogía crítica se entiende mejor no como un estilo de enseñanza, sino como una visión del mundo. Como lo mencioné antes, la pedagogía crítica no es una técnica, es más bien una concepción particular del mundo: una que requiere no separar la enseñanza y el aprendizaje de la consecución de la justicia social y de una democracia que refleje las necesidades de todos los seres humanos y de los más-que-humanos, y no los intereses de la élite del poder. Así pues, la enseñanza de los Estudios Sociales, concebida desde la perspectiva de la pedagogía crítica, parece ser muy diferente de la enseñanza y el aprendizaje tradicionales de los Estudios Sociales.

Tradicionalmente, los Estudios Sociales se han caracterizado por la transmisión de conocimientos, normas sociales y visiones hegemónicas del mundo que dicen: “Así es la sociedad y esto es lo normal”. Hay muchos lugares donde las ciencias sociales y la historia se enseñan de esta forma; de hecho la mayoría de las escuelas enseñan Estudios Sociales de esta manera. Hay espacios, por ejemplo, en los que los docentes utilizan un enfoque centrado en el estudiante, pero, tanto en el pasado como en la actualidad, el enfoque principal de los Estudios Sociales se basa en la didáctica y las disciplinas académicas.

Esto se debe a la firme creencia en el campo de la educación de que el conocimiento más importante es el que se crea siguiendo los métodos de investigación y análisis relacionados con el desarrollo del conocimiento en las disciplinas de la historia, la geografía, la sociología o en otras ciencias sociales.

En términos de cómo la pedagogía crítica contribuye a la enseñanza de los Estudios Sociales, el objetivo no es simplemente la transmisión o el desarrollo personal, ni tampoco se trata solo de la adquisición de habilidades o conocimientos disciplinarios; más bien se trata de ayudar a las personas a convertirse en críticos sociales informados. Yo diría que la enseñanza crítica de los Estudios Sociales consiste en cultivar un análisis social informado.

Desde este punto de vista, significa que en las aulas de Estudios Sociales deberíamos ofrecer oportunidades, tanto a nuestros estudiantes como a nosotros mismos en cuanto docentes, para examinar, criticar y reconstruir tradiciones pasadas, prácticas sociales existentes o formas de resolver problemas.

Los Estudios Sociales críticos consisten en aplicar la crítica social y la toma de decisiones éticas a los problemas sociales. Esto significa cuestionar las grandes narrativas de la historia y analizar más de cerca cuestiones o problemas sociales específicos. Esto no significa que los problemas sociales se investiguen ahistóricamente o sin prestar atención a la historia. De hecho, la atención se centra en el problema y en la tentativa de que los estudiantes se comprometan y reflexionen sobre su propia vida cotidiana, lo que saben y lo que hacen, de modo que puedan construir una comprensión personalmente significativa, así como contribuir a la comprensión que el otro tiene del mundo mediante el análisis de sus propias experiencias personales.

Los Estudios Sociales como crítica social informada cuestionan las injusticias del statu quo. Por lo tanto, los Estudios Sociales informados por la pedagogía crítica intentan proporcionar un contrapeso al conocimiento “oficial” generado por las élites de la sociedad y que se refleja en los libros de texto y en el currículo escolar.

Los Estudios Sociales críticos contrarrestan el conocimiento arraigado en el positivismo. Se trata de pensar en nosotros mismos y en nuestros estudiantes como creadores de conocimiento. Se trata de mirar más allá de nosotros mismos en diálogo con los demás, creando respuestas. Se trata de prácticas coherentes con el enfoque de Freire sobre la alfabetización.

Yo también diría que los Estudios Sociales críticos son coherentes con la idea de que podemos crear respuestas a las condiciones de opresión generalizadas que marcan la vida social contemporánea. Es decir, los Estudios Sociales pueden ser un espacio para desarrollar puntos de vista y acciones que sean, por ejemplo, anticlasistas, antisexistas y antirracistas.

La pedagogía crítica no es una receta, pero existen métodos que los pedagogos críticos emplean y aquellos que crean condiciones que fomentan el pensamiento reflexivo: examinar críticamente y plantear preguntas sobre por qué las cosas son como son. Un ejemplo de ello es el método dialógico freireano, en el que el docente y los estudiantes dialogan entre sí. Desde esta perspectiva, a veces los estudiantes están en el papel de docentes y estos en el de estudiantes. Además, existen otros mecanismos, como la identificación/solución de problemas y la contrasocialización, que cuestionan directamente las opiniones y prácticas hegemónicas. Todos estos mecanismos se basan en la idea de que aprender no consiste en almacenar información, sino en tomar conciencia, adquirir conocimientos y emprender acciones sociales para crear un mundo más justo.

Lady Rodríguez:

Le agradecemos sus reflexiones que contribuyen a responder a nuestra pregunta sobre el papel de la pedagogía crítica en la enseñanza de los Estudios Sociales. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿qué estrategias pueden utilizar los docentes para fomentar el aprendizaje crítico en sus estudiantes?

E. Wayne Ross:

Tenemos que empezar por nosotros mismos como docentes, porque para promover el aprendizaje crítico, tenemos que vivirlo, tenemos que demostrarlo a través de nuestros propios pensamientos y acciones. Lo que entendemos del mundo viene determinado por lo que el mundo es; en otras palabras, hay un mundo real ahí fuera, pero también se trata de quiénes somos y cómo interactuamos con el mundo. Debemos plantearnos cómo llevamos a cabo nuestras investigaciones y las preguntas que nos hacemos sobre nosotros mismos y nuestro mundo.

Como docentes, debemos plantearnos lo siguiente: ¿cuáles son las preguntas y preocupaciones personales que tenemos en mente?, ¿cuáles son las preguntas y preocupaciones que traen consigo los estudiantes? Estas preguntas deben marcar la agenda, no el libro de texto ni el currículo oficial. Lo que nos lleva a otra pregunta: ¿de qué manera podemos utilizar el currículo oficial como plataforma para centrarnos en los problemas y en las cuestiones que nos preocupan a nosotros y a nuestros estudiantes?

Un punto clave para promover el aprendizaje crítico es clarificar y analizar nuestros propios compromisos como docentes, nuestros compromisos pedagógicos, políticos y humanos en términos de relaciones interpersonales. Del mismo modo que los valores y las creencias dirigen nuestra práctica como docentes, deben servir de plataforma para la toma de decisiones en la vida cotidiana. Esto también nos permite crear la visión de lo que queremos ser como docentes, en lugar de aceptar la idea que tienen otros de lo que deberíamos ser.

Si nosotros mismos nos comprometemos como aprendices críticos, los estudiantes pueden verlo y reconocerlo. Si planteas preguntas, hablas de temas de actualidad y tienes curiosidad, eso se reflejará en tus clases. Tenemos que ser modelos y ayudar a nuestros estudiantes a despertar su interés por formas críticas de ver el mundo a partir de su propio entorno. De hecho, podríamos poner a los estudiantes en una situación en la que tengan que pensar cuáles son sus creencias y valores y cómo eso configura sus vidas. Un docente con pensamiento crítico crea condiciones en las que los estudiantes pueden desarrollar una comprensión personal significativa del mundo, animándolos a desarrollar acciones en un esfuerzo por cambiar el mundo. Esto ayuda a los estudiantes a comprender que tienen capacidad de acción y a verse a sí mismos como creadores de conocimiento.

Esto me lleva a pensar en la “danza de la dialéctica”, como la llama Bertel Ollman: analizar las condiciones actuales (¿qué está ocurriendo aquí?), historizar el presente (¿cuáles fueron las condiciones previas que condujeron a las condiciones actuales?), visualizar (¿cómo sería el mundo si se resolvieran las principales contradicciones sociales, como el racismo, el sexismo o el capacitismo?) y organizar, o hacer que ocurran cosas en nuestras aulas y fuera de ellas, creando las condiciones previas para un futuro más justo y equitativo.

Es realmente importante recordar que podemos crear las condiciones para un futuro mejor tomando medidas que importan, incluso si esas medidas parecen pequeñas o mundanas, pueden ser una catapulta para crear espacios críticos en las aulas y más allá. Es decir, lo que hacemos en nuestras aulas cada día tiene el potencial de crear un cambio positivo. Es como una continua creación de cimientos para el futuro, ver a los estudiantes pensar críticamente, adoptar un enfoque dialéctico para entender el mundo, ser aprendices activos y creadores de conocimiento.

Karol Granados:

Teniendo en cuenta que el sistema educativo en ocasiones plantea un reto para poner en marcha aquellas acciones y estrategias que usted sugiere, al tiempo que se llevan a cabo procesos de enseñanza y aprendizaje basados en el fortalecimiento del pensamiento crítico, ¿cómo pueden los docentes de Estudios Sociales promover una enseñanza crítica en el aula a pesar de los obstáculos que representan las instituciones educativas predominantes?

E. Wayne Ross:

Estamos preparando a los estudiantes para que se conviertan en futuros ciudadanos, o es lo que se afirma casi siempre. Pero tenemos que tratar a los estudiantes como si estuvieran viviendo hoy en una sociedad democrática, no como una cuestión para el futuro. Esto debe hacerse ahora, lo cual plantea algunos retos reales, porque las escuelas no son democráticas o, al menos, la gran mayoría de ellas no lo son. ¿Cuáles son los medios por los que podemos ofrecer a los estudiantes experiencias democráticas en el aula, en la escuela y fuera de ella?

Debemos encontrar formas por las que podamos enseñar la democracia para que la conviertan en un concepto real y vivo, para que nuestros estudiantes tengan experiencia de ella. Eso significa ir más allá de la mera enseñanza de clichés democráticos. Tenemos que empezar a pensar en formas por las que podamos hacer que la democracia se integre en la vida cotidiana.

Personalmente, estoy muy influenciado por una persona que no se considera un pedagogo crítico, pero cuyas ideas sobre la democracia, creo, están en línea con una pedagogía crítica de la democracia, y es John Dewey. Él escribió que la democracia es una forma de vida asociada; ¿y qué significa eso? Bueno, eso significa que se trata de relaciones humanas, de comprender que las acciones que realizamos como individuos tienen un impacto en otras personas y debemos ser conscientes de ello.

Necesitamos reflexionar sobre nuestras vidas y conducirlas en formas que muestren la conciencia y el respeto por los demás; esto es algo que podemos hacer en el aula y que refleja una orientación democrática profunda y no superficial.

La democracia no consiste solo en ir a votar o escribir una carta a tu representante electo; se trata de las relaciones humanas cotidianas. Creo que podemos promover una perspectiva crítica en nuestras aulas cuando hablamos y reflexionamos sobre nuestras relaciones y nuestras ideas democráticas en el día a día. Esto significa no confiar en nuestra autoridad como docentes ni en nuestro papel en el aula. Podemos buscar orientación en la historia de las escuelas libres democráticas. John Holt, quien ejerció una gran influencia en la educación democrática de los años 1960 y 1970, subrayó la importancia de la dignidad, la libertad y la oposición al control centralizado de la labor de los educadores críticos, así como la urgente necesidad de cada persona, estudiantes y docentes de encontrar un sentido de identidad significativo y satisfactorio.

La enseñanza basada en estos principios se enfrenta a muchos obstáculos, pero Holt, al igual que lo hace Dewey, nos advierte contra la idea de la educación como preparación para el futuro o “prepararse”. Por el contrario, la mejor o, incluso, la única educación para el cambio social es la acción que provoca ese cambio. Una vez más, se nos recuerda que tenemos que entender la enseñanza, el aprendizaje y la escolarización como parte de un contexto más amplio que se caracteriza por enormes desigualdades sociales, económicas y políticas, las cuales son el resultado del capitalismo.

Holt resumió esta idea cuando escribió lo siguiente: “No puede haber pequeños mundos aptos para niños en un mundo no apto para nadie más”. Los obstáculos a la enseñanza crítica son significativos, pero es importante entender nuestro trabajo dentro de un contexto más amplio y darnos cuenta de que podemos introducir cambios de manera progresiva.

Anderson Granados:

Como hemos visto a lo largo de la entrevista, no es fácil aplicar los principios de la pedagogía crítica en nuestras aulas, ya que se trata de un proceso complejo que comienza con nuestra mentalidad sobre la educación en valores democráticos. En este sentido, ¿cuáles considera que son los mayores retos a los que se ha enfrentado la pedagogía crítica y cómo cree que los educadores pueden superarlos?

E. Wayne Ross:

Tenemos que enfrentar grandes retos. Podemos pensar en el movimiento global de reforma educativa vinculado al capitalismo neoliberal, en el que existe esta concepción hegemónica sobre el papel de las escuelas como lugares de preparación laboral y que nuestro papel es el de hacer que los estudiantes encajen en la sociedad tal y como es.

Además, existen concepciones positivistas del conocimiento y la idea de que no tenemos agencia como creadores de conocimiento es algo que tenemos que intentar superar, al igual que la separación mente y cuerpo o teoría y práctica, lo que produce ideas antidemocráticas.

Como consecuencia de ello, surge lo que se ha llamado una democracia de espectadores, en la que las personas no están comprometidos activamente con la democracia. Nos convertimos, más bien, en ciudadanos espectadores que observan lo que llamamos “procesos democráticos”, hipnotizados por el espectáculo de las elecciones, mientras que en la vida cotidiana tenemos un déficit de experiencias democráticas.

Esta condición se reproduce en las escuelas, donde los estudiantes son espectadores del proceso de aprendizaje, estudiantes espectadores de un modelo bancario de educación, en lugar de ser estudiantes agentes activos.

Los contextos en los que trabajamos están llenos de todas estas contradicciones. Creo que las escuelas encierran muchas posibilidades para la liberación, la emancipación y el progreso social, pero fundamentalmente, las escuelas se basan en jerarquías, son autoritarias y reproducen muchos tipos de opresión y desigualdades. Eso no significa que los profesores sean personalmente responsables; estamos hablando de un análisis sistemático porque tenemos buenos docentes bien intencionados.

Pero aun así, somos parte de este sistema, parte de esta máquina. Ante todo, creo que debemos ser valientes ante lo que podría parecer una situación muy desalentadora o incluso desesperada. Sin duda queremos crear un mundo en el que sea posible que las personas tomen decisiones libres y actúen con independencia basándose en el razonamiento y los resultados del análisis crítico de las condiciones en las que vivimos y trabajamos.

Lady Rodríguez:

Muchas gracias de nuevo por su tiempo y sus aportes. Estamos llegando al final de la entrevista y nos gustaría terminar preguntándole lo siguiente: ¿qué consejo daría a los jóvenes académicos o educadores que quieren adentrarse en el mundo de la pedagogía crítica?

E. Wayne Ross:

Es importante entender que si alguien te dice que los docentes tienen que ser neutrales, básicamente te está diciendo que no utilices la pedagogía crítica. Ser neutral en el aula es actuar y enseñar para reproducir el mundo tal como es, con todos sus problemas. Por lo tanto, no podemos permitirnos ser neutrales.

La neutralidad es un signo de indecisión o ignorancia, y la pedagogía crítica exige que hablemos con conocimiento de causa. Aunque no seamos conscientes de ello, enseñar el currículo oficial, como docente de Estudios Sociales, es adoptar una postura política. La gente puede pensar que el currículo gubernamental es políticamente neutral o que simplemente presenta ideas de sentido común; pero esta es una visión errónea.

Si estamos tratando de transformar la sociedad, crear un mundo mejor, tenemos que comprender que la ideología de la neutralidad en la enseñanza, que tan a menudo se transmite a los docentes de Estudios Sociales, es enemiga del pensamiento crítico, de la enseñanza y del aprendizaje. No podemos aceptar eso. Pero, ¿cómo evitar una enseñanza neutral? Mi consejo es que no te apoyes en tu posición de docente para justificar lo que haces. No respondas como lo hacían tus padres cuando eras niño y preguntabas: “¿Por qué tengo que hacer esto?”, y tus padres respondían diciendo: “Porque soy tu madre” o “porque soy tu padre”, para legitimar sus decisiones.

Evita responder a tus estudiantes como un padre a un hijo. No digas: “Porque yo soy el docente y por eso tienes que hacerlo”. En su lugar, plantéate esto: “¿Cómo justifico mis decisiones relacionadas con la enseñanza?”. Prepárate para justificar tus acciones ante los estudiantes, el director del centro educativo, los padres, la comunidad y ante ti mismo. En otras palabras, necesitamos tener una justificación clara de lo que hacemos y ser capaces de articular las razones para llevar la pedagogía crítica al aula.

Debemos tener claras nuestras justificaciones porque si vamos a analizar críticamente cosas que mucha gente ve como naturales, si vamos a analizar los valores de la sociedad que son generalmente aceptados, si vamos a analizar las prioridades que existen dentro de las escuelas, tenemos que ser capaces de justificar lo que estamos haciendo. También tenemos que estar alertas, ser cautos para no internalizar los valores y las prioridades dominantes de la escuela y la sociedad, y ser capaces de cuestionarlos.

Entonces, hay que ser conscientes de nuestros propios supuestos y, cuando ponemos en práctica la pedagogía crítica, hay que ser valientes. Necesitas gente que te apoye y necesitas apoyar a otros docentes críticos, incluso aquellos con los que no compartimos valores comunes. Ciertamente, muchas veces te encontrarás en una situación como docente en la que tendrás que cumplir con lo que se te exige, pero eso no significa que tengas que internalizar los valores y las justificaciones de la escuela o estar de acuerdo con lo que se solicita.

A veces es razonable acatar directrices o pautas con las que no estás de acuerdo porque en el fondo sabes que si te resistes puedes tener serios problemas en el trabajo. Una vía alternativa es proporcionar espacios para que sucedan cosas fuera de lo común en el aula. Por ejemplo, convierte tu aula en una zona autónoma temporal.

Puede que no seas capaz de llevar a cabo una revolución o transformar toda la escuela (o la sociedad), pero lo que en realidad está en tu poder es lo que haces en tu aula. En este espacio se pueden desarrollar actividades extraordinarias para examinar un tema, realizar actividades o análisis críticos que normalmente no hacen parte de la vida cotidiana en las aulas.

Toma el currículo oficial y utilízalo como punto de partida para plantear preguntas críticas, porque puedes enseñar según el currículo sin limitarse a transmitirlo. Puedes utilizar el currículo oficial como base para plantear preguntas sobre su significado y los mensajes que pretende transmitir. Estas son algunas de las formas en las que ustedes, como jóvenes educadores y como investigadores, pueden empezar a sortear todos estos retos.

Lo que desaconsejo es que te pongas en una situación en la que acabes sintiéndote comprometido e incapaz de alcanzar los objetivos que tienes para ti mismo como educador de Estudios Sociales; ya que, una vez que empiezas a enseñar, si internalizas los valores de una institución que no son compatibles con tus principios personales, puedes acabar sintiéndote alienado de tu trabajo, de ti mismo y de otras personas. Tenemos que creer realmente en nosotros mismos como agentes activos y creadores de conocimiento.

Ten fe en que eres capaz de superar con confianza los retos a los que te enfrentas a diario. No vas a crear una revolución crítica por ti mismo. Y si nos decimos a nosotros mismos que vamos a esperar a que llegue la revolución para empezar a enseñar críticamente, tendremos una larga espera, nunca ocurrirá.

Los insto a que consideren la situación en su conjunto, porque es importante examinar el contexto de su trabajo. Preguntarse “¿cuál es el contexto social de esta problemática?” es como ver un paisaje a través del objetivo de una cámara gran angular. Luego pregunten: “¿Cuál es la historia de este problema?”. Es como utilizar un lente zoom para enfocar un objeto lejano. Ambas perspectivas son importantes para observar y comprender el mundo y el lugar que ocupamos en él.

Este proceso, que se denomina abstracción, les permite a ustedes entrar al aula, a la escuela y al mundo social en general, así como salir de estos, para comprender las conexiones importantes. Tal proceso también plantea otras cuestiones como estas: “¿Qué estoy buscando?” y “¿por dónde empiezo en mis esfuerzos por aportar criticidad a mi enseñanza?”.

El proceso de abstracción es un marco pedagógico útil para que los estudiantes lo utilicen para pensar de forma más crítica y dialéctica sobre el mundo. Por ejemplo, al examinar un problema social concreto, como el del racismo o el sexismo, los estudiantes pueden analizar las condiciones actuales y también buscar antecedentes históricos, porque necesitamos ambas perspectivas cuando intentamos comprender por qué las cosas son como son.

Los animo a que piensen en sus vidas como docentes de este modo, no solo en el contenido que están enseñando, sino en los retos y problemas que identificarán como jóvenes investigadores y educadores. Estas cuestiones cambiarán con el tiempo, tanto si ustedes se quedan en las aulas como si trabajan como académicos; por lo tanto, ustedes tienen que justificar bien sus acciones y evitar la trampa de la neutralidad.

La forma en que pueden conseguir esto es analizando sus valores personales, así como los valores y las prioridades de las escuelas, al tiempo en que reflexionan sobre dónde se encuentran las intersecciones y las divergencias. Entonces, piensen en las estrategias que pueden adoptar para alcanzar algunos de los objetivos que tienen.

Esto me recuerda el pensamiento de Miles Horton, quien era un activista social en Estados Unidos y dirigía la Highlander Folk School. Esta era una institución educativa obrera para adultos que desempeñó un papel importante en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos mediante la formación de activistas.

En su autobiografía, The Long Haul (El largo viaje), Horton dice que hacemos camino al andar. Y esto es lo que nosotros, como educadores críticos, tenemos que hacer cada día en nuestras clases y más allá, tenemos que hacer camino al andar porque el camino crítico no está ahí, tenemos que crearlo, y este es nuestro reto.


  1. 1 Costarricense. Estudiante de la Licenciatura en la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Educación Cívica de la Universidad Nacional (UNA), campus Omar Dengo, Heredia, Costa Rica. Investigador independiente. karol.granados.gamboa@est.una.ac.cr https://orcid.org/0009-0006-5953-296X

  2. 2 Costarricense. Estudiante de la Licenciatura en la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Educación Cívica de la Universidad de Costa Rica (UCR), campus Carlos Monge Alfaro, San Ramón, Costa Rica. Investigador independiente. anderson.granados@ucr.ac.cr https://orcid.org/0009-0001-6650-2148

  3. 3 Costarricense. Licenciada en la Enseñanza de los Estudios Sociales y la Educación Cívica de la Universidad de Costa Rica (UCR), campus Carlos Monge Alfaro, San Ramón, Costa Rica. Investigador independiente. lady.rodriguez@ucr.ac.cr https://orcid.org/0009-0005-2170-7384

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