Vol 21, N° 42, Julio-Diciembre 2023
ISSN: 1409-3251, EISSN: 2215-5325

logotipo Perspectivas Rurales

La experiencia de la Asociación Civil “Progreso de la Agricultura Familiar” (Santiago del Estero, Argentina) como expresión de los procesos asociativos y la vinculación institucional en el territorio

EA experiência da Associação Civil “Progreso de la Agricultura Familiar” (Santiago del Estero, Argentina) como expressão dos processos associativos e da vinculação institucional no território.

Experiencing the Civil Association called “Progress of Family Farming” (Santiago del Estero, Argentina) as an expression of associative processes and institutional linkages in the territory

Camila Mariana Infante

Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (UNSE-CONICET), Argentina

camilainfante36@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-8916-1526

DOI: http://doi.org/10.15359/prne.21-42.9

Fecha de recepción: 12/6/2023 Fecha de aceptación: 22/08/20233 Fecha de publicación: 11/10/23

Resumen

Las instituciones estatales que acompañan las experiencias de agricultura familiar tienen funciones estratégicas para el desarrollo de este sector productivo. A partir de una metodología cualitativa basada en la revisión de fuentes documentales y la realización de entrevistas en profundidad a un técnico extensionista y a familias agricultoras, el presente artículo tiene por objetivo conocer el proceso de conformación y el desarrollo de una forma asociativa de agricultura familiar radicada en Santiago del Estero (Argentina) y configurada a partir de vínculos con la delegación provincial del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena. Las conclusiones giran en torno a pensar que las formas asociativas contribuyen a fortalecer la estructura comercial de los entes productores, pero también se constituyen como agentes dinamizadores del desarrollo de los territorios.

Palabras clave: Agricultura familiar, procesos asociativos, vinculación institucional.

Resumo

As instituições estatais que acompanham as experiências de agricultura familiar desempenham funções estratégicas para o desenvolvimento deste setor produtivo. Utilizando uma metodologia qualitativa baseada na revisão de fontes documentais e na realização de entrevistas em profundidade com um técnico de extensão e famílias agricultoras, este artigo tem como objetivo entender o processo de formação e desenvolvimento de uma forma associativa de agricultura familiar localizada em Santiago del Estero (Argentina) e configurada a partir de vínculos com a delegação provincial do Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Camponesa e Indígena. As conclusões sugerem que as formas associativas contribuem para fortalecer a estrutura comercial das entidades produtoras, ao mesmo tempo em que atuam como agentes impulsionadores do desenvolvimento dos territórios.

Palavras-chave: Agricultura familiar, processos associativos, vinculação institucional.

Abstract

State institutions that give support to family farming have strategic functions for the development of this productive sector. Using a qualitative methodology based on the review of documentary sources and in-depth interviews with an extension technician and farming families, this article aims to inform the formation and development process of an associative form of family farming located in Santiago del Estero (Argentina) and built through links with the provincial delegation of the National Institute of Family, Peasant, and Indigenous Agriculture. Conclusions revolve around the idea that the associative forms not only contribute to strengthening the commercial structure of the producers, but also constitute dynamic agents for the development of the territories.

Keywords: family farming, associative processes, institutional linkages.

Introducción

En Argentina, el interés por dar formalidad y definir a la agricultura familiar (AF) no solo ha estado circunscripto a la academia sino también al Estado a partir de la proyección de políticas públicas. En los orígenes de la AF como categoría en la década de 1990, la forma típica de identificación era mediante la superficie reducida de tierra y la mano de obra familiar, constituidos como únicos criterios para seleccionar beneficiarios de programas de desarrollo rural que pretendían reducir la pobreza. Entre esos programas se encuentran el Programa Social Agropecuario (PSA) y los Programas de desarrollo rural de las provincias del noreste y noroeste argentino (PRODERNEA y PRODERNOA). Según Feito (2016, p. 62), el tema del desarrollo rural adquiere mayor fuerza y se redefine en Argentina en esa década:

Ante el diagnóstico de que la mitad de las explotaciones agropecuarias del país desaparecerían dadas las condiciones socioeconómicas impuestas por el modelo neoliberal. En este marco, el desarrollo rural es concebido como una política compensatoria para amortiguar situaciones de crisis y desactivar conflictos sociales que ponen en riesgo la conservación del modelo.

En relación con esa idea, Sabourin y Niederle (2017, citados en Grisa y Sabourin, 2019), identifican tres generaciones de políticas públicas en el mundo de la AF en Argentina y en América Latina y el Caribe. La primera generación (1950-1990) estuvo marcada por políticas de acceso a la tierra y reformas agrarias, créditos rurales y asistencias técnicas. Sin embargo, estas políticas fueron interrumpidas o reducidas por los gobiernos militares en Brasil, Uruguay, Perú y Bolivia, transformadas en políticas de colonización de tierras públicas. Por su parte, en Chile, Cuba, México, Brasil, Nicaragua y El Salvador se realizaron reformas agrarias; y en Perú, Chile y Nicaragua, se observaron fenómenos de contrarreforma agraria y de reconcentración de tierras (Freguin-Gresh y Pérez, 2018; Ribeiro, 2017).

Durante la segunda generación (1990-2014), y desde la identificación de un nuevo discurso en torno al desarrollo endógeno y la gestión estratégica de ámbitos locales (Nogueira, et al., 2017), se elaboraron políticas específicas y focalizadas en mejorar las estructuras de producción de la AF tales como leyes, registros sistematizados de sujetos productores, créditos agrícolas, capacitaciones, apoyo a organizaciones locales, asistencia y extensión rural (Adib y Almada, 2017; Malleta, 2011). El período coincide con la declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 2014 como Año Internacional de la Agricultura Familiar que tuvo por objetivo “reposicionar la agricultura familiar en el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales en las agendas nacionales, identificando lagunas y oportunidades para promover un cambio hacia un desarrollo más equitativo y equilibrado” (FAO, 2014, p. 11).

En ese periodo, la rápida intervención de organismos nacionales y agencias de financiamiento internacionales orientaron las estrategias de desarrollo rural en Latinoamérica en general y en Argentina en particular, promoviendo “metodologías de intervención grupales para brindar asistencia técnica y financiamiento con el objeto de construir proyectos asociativos de diferente tipo que integren a productores y población rural vulnerable” (Lattuada, et al., 2015, p. 197). La cantidad de grupos y de asociaciones de productores1 creados desde 1990 hasta la actualidad supuso la introducción de nuevas preocupaciones teóricas y empíricas acerca de la complejidad y la heterogeneidad de estas configuraciones.

Para el 2010, en el marco de diversos programas de desarrollo rural del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación (MAGyP)2, se crearon 11 900 grupos asociativos (FIDA, 2013) que tenían como propósito brindar financiamiento y asistencia técnica a los entes productores para que estos pudieran alcanzar mayores escalas productivas, reducir costos, aumentar la capacidad de negociación y mejorar ingresos (Lattuada, Nogueira y Urcola, 2015).

Finalmente, la tercera generación (2014 en adelante) se caracteriza, además de los procesos asociativos, por fomentar políticas regionales y globales de desarrollo sustentable o territorial, de seguridad alimentaria nacional y de combate a la pobreza; todas vinculadas al cuidado del ambiente y en respuesta al cambio climático. Es decir, no están orientadas específicamente a la AF, pero ofrecen arreglos de negociación y espacios de participación para esa categoría, y son a menudo políticas participativas, consultivas o compensatorias (Sabourin, et al., 2016; Torrens, 2018). Es el caso de los programas de desarrollo rural territorial como Hambre Cero en Brasil y Prohuerta en Argentina. De acuerdo con la CEPAL (2014, citado en Grisa y Sabourin, 2014, p. 9):

El diferencial de las políticas de la tercera generación ha sido su capacidad para movilizar sectores más amplios dentro de la sociedad; por ejemplo, los movimientos sociales orientados por cuestiones como la conservación del medio ambiente, la soberanía y la seguridad alimentaria nacional, o consumidores urbanos que defienden la agroecología, la producción orgánica y los circuitos cortos.

A partir de este recorrido de antecedentes se pueden desprender dos reflexiones: por un lado, la AF admite otras dimensiones que van más allá de la superficie reducida de tierra y la mano de obra familiar y; por otro, el debate actual ha superado la mirada marginalista de 1990 sobre este sector y se centra actualmente en identificar las contribuciones reales y potenciales de la agricultura a las economías y a la seguridad alimentaria a partir de la producción y la circulación de alimentos.

En Argentina, nueve provincias reúnen 72 % de las explotaciones agrícolas familiares. Ellas son por orden decreciente: Buenos Aires, Misiones, Santa Fe, Mendoza, Santiago del Estero, Córdoba, Entre Ríos, Chaco y Corrientes, y representan 62 % de la superficie de las explotaciones familiares (Caracciolo, 2016). Por su parte, en Santiago del Estero, 83 % de las explotaciones agrícolas son familiares (Paz, de Dios y Gutiérrez, 2014) y existe en la provincia un área de riego que se constituye como la zona más productiva de esta geografía, la cual está rodeada de dos ríos (Dulce y Salado). Particularmente, el área de riego del río Dulce está compuesta por los departamentos Banda, Capital, Robles, Silípica, San Martín y Loreto y tiene una extensión de 300 000 hectáreas.

Es en el interior del área de riego del río Dulce donde se puede observar la concentración más grande de agricultores familiares facilitada justamente por la accesibilidad de la distribución del riego. Además, esta zona posee alta densidad poblacional y crecimiento económico, y se ha constituido en una de las áreas más fértiles de la provincia (Rodríguez Sperat y Peiretti, 2007).

Estas referencias dan cuenta rápidamente de la importancia que tiene la AF como generadora y proveedora de alimentos a nivel local, de los procesos organizativos y asociativos que se dan en su interior y de la necesaria presencia institucional para el desarrollo de su potencial a través de la gestión de organismos especializados y su acompañamiento en el territorio. En línea con lo expresado hasta el momento, el artículo tiene por objetivo conocer el proceso de conformación y el desarrollo de la Asociación Civil “Progreso de la Agricultura Familiar” (ACPAF) radicada en el departamento Banda, provincia de Santiago del Estero, a partir de vínculos con agentes de la delegación provincial del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (INAFCI). El modus operandi será identificar acciones institucionales concretas que posibilitaron la configuración de un proceso asociativo teniendo en cuenta algunas relaciones institucionales, los saberes y los recursos disponibles de los sujetos productores. En este sentido, se buscará dar cuenta de la significatividad del asociativismo en la AF, pero también de los obstáculos que el grupo tuvo que vivenciar como consecuencia de diferentes coyunturas político-institucionales.

El planteo del trabajo se desarrolla conforme a la siguiente estructura. En primer lugar, se exhiben algunas líneas teóricas que enmarcan el objetivo de investigación y se describe la metodología utilizada. Seguidamente, se presenta la experiencia asociativa, el trabajo institucional del INAFCI en ese marco, los logros alcanzados y los obstáculos vivenciados. Finalmente, se realizan algunas reflexiones que giran en torno a pensar la significatividad del asociativismo en la AF, el acompañamiento institucional y cómo esos procesos respaldan la estructura comercial de los actores y se constituyen como agentes dinamizadores del desarrollo de los territorios.

Algunas consideraciones teóricas sobre los procesos asociativos en la agricultura familiar

El objetivo de este trabajo se enmarca en líneas teóricas que permiten pensar la realidad desde una mirada compleja acerca de la importancia de la AF para la alimentación de las poblaciones y de las formas asociativas de organización que son acompañadas institucionalmente y que tienen una función relevante en el desarrollo del sector. En relación con el rol estratégico de la AF del país, Feito (2016, p. 65) manifiesta:

La producción familiar está presente y es necesaria en la actual estructura económica y social argentina. Se destaca su rol fundamental en aspectos claves como: ocupación del territorio; producción y provisión de alimentos para el mercado interno; soberanía alimentaria; resguardo y producción de semillas; y diversificación de la economía.

Para la autora (Feito, 2013) se trata de un sector productivo con un papel fundamental en la diversificación de la matriz productiva nacional, además de poseer y transmitir saberes particulares que requieren una mirada más amplia para valorizar otras formas de conocimiento. Sin embargo, a pesar de la importancia del sector y sus potencialidades, es necesario crear políticas activas de diferente índole3 que permitan mejorar su condición muchas veces subalterno o inferior en relación con otros sectores de la economía como el sector industrial o el financiero.

Sumado a esto, las familias agricultoras son mayoría y conviven en un mismo territorio con una minoría de agentes productivos vinculados al comercio internacional, por lo cual es imprescindible entender que la estrategia de la AF es parte de una relación dialéctica de persistencia o resistencia con las economías de enclave de un modelo agroexportador (Bocchicchio, et al., 2013, citado en Feito, 2013) y por ello es importante la generación de políticas públicas de apoyo, acompañamiento y contención.

La preocupación por generar una estructura de acompañamiento institucional a la AF puede ser abordada desde el enfoque de tramas institucionales de Manzanal et al. (2009) y Manzanal y Arzeno (2011), las cuales están conformadas por organismos públicos y privados, cuyo accionar está dirigido a las poblaciones pobres rurales y a las organizaciones pequeñas de producción, que buscan activamente su inclusión social y económica. En general, estas tramas surgieron en la década de 1990, es decir, durante la segunda generación de políticas públicas para la AF, en un contexto de desregulación económica y pobreza rural con el objetivo de mejorar la producción y la infraestructura, promover el acceso a los recursos y la apertura de mercados locales, y algunas destinadas a fomentar una mayor participación política de las pequeñas producciones.

Manzanal et al. (2009) se centran en analizar estas tramas en vinculación con lo productivo-comercial, lo organizacional en relación con la formación de asociaciones y cooperativas y lo cultural refiriendo a las formas de producción tradicional, los valores y la identidad campesina. Este antecedente sirve particularmente para entender cómo funcionan las tramas institucionales en la práctica y cómo resignificar la labor institucional del Estado en las experiencias de AF.

Por otro lado, interesa comprender la potencialidad y la fuerza que caracterizan a las experiencias asociativas/colectivas de la AF en su esfuerzo por adquirir mayor autonomía, y cuál es el rol que cumplen las instituciones en ese marco. Desde esa perspectiva, la mirada de Lattuada et al. (2015) acerca de las formas asociativas de la AF y la concepción de las asociaciones económicas no cooperativas de Lattuada (2014) permite tener un panorama amplio sobre cómo surgen estas modalidades de organización y acerca de las formas y las estrategias que los entes productores adoptan para mejorar sus condiciones de producción, de tecnologías, de relaciones sociales y de comercialización.

El pluralismo asociativo en el agro surge en un contexto de retracción del Estado y de cambios en la economía en la década de 1990. Esta etapa estuvo fuertemente marcada por procesos de diversa índole, desde formas asociativas autogeneradas por los entes productores debido a las condiciones del nuevo contexto político-económico hasta proyectos promovidos activamente por programas de desarrollo rural, donde la estrategia asociativa era la alternativa para participar en nuevos eslabones de la cadena productiva y articularse con mercados locales y dinámicos (Lattuada, et al., 2015).

Sin embargo, con la crisis del 2001 surgen nuevas coyunturas políticas y económicas. En ese marco, Lattuada, et al. (2015) refieren a una reorientación de los fines perseguidos por las asociaciones de AF. En esta nueva instancia, se comenzaron a buscar modos y vínculos para generar y fortalecer el empoderamiento y la visibilidad de los entes productores frente al Estado a partir de una mayor participación en los procesos de toma de decisión de políticas públicas.

Por su parte, para Lattuada (2014), el asociativismo en el agro, expresado en asociaciones económicas no cooperativas de la AF, “constituye un medio de particular relevancia, a partir de su potencial, tanto para la construcción de capital social en los territorios, como para la superación de determinadas vulnerabilidades estructurales de la agricultura familiar” (p. 7). En ese sentido, las formas asociativas “tienen un papel protagónico en la construcción social de los territorios rurales y de su identidad” (p. 32), y evidencian colectivos productores con un modo particular de trabajar y de vivir la experiencia rural.

Estrategia metodológica

Se lleva a cabo una metodología cualitativa basada en la revisión de fuentes documentales (Convenio Marco) y la realización de entrevistas en profundidad a doce personas agricultoras familiares de la ACPAF y a un técnico extensionista del INAFCI. La razón por la cual se entrevistó solamente a un técnico extensionista es que fue la persona que vislumbró la oportunidad de constituir una Asociación que pueda beneficiar a los sujetos agricultores, es el principal referente que acompañó el proceso de conformación asociativa (a través de la gestión burocrática y el asesoramiento productivo y comercial) y actualmente, además de estar alerta a sus demandas, se encarga de elaborar proyectos de intervención para poder conseguir financiamiento de los gobiernos provincial o nacional. Frente a este panorama, se entiende por qué es la persona adecuada para consultar acerca de la organización.

Los criterios de selección de la experiencia fueron los siguientes: 1) integrantes de la Asociación revisten la categoría de agricultor o agricultora familiar, 2) el origen de la forma asociativa está vinculado a la necesidad de mejorar las condiciones de la producción y la comercialización y 3) la conformación de la experiencia responde a una propuesta técnico-productiva y comercial realizada por una institución estatal. El trabajo de campo fue realizado entre los meses de mayo y junio de 2023 e involucró la realización de entrevistas en profundidad que dieron origen a algunas categorías analíticas como la génesis y la evolución de la ACPAF, el vínculo con instituciones estatales y académicas, los logros alcanzados y los obstáculos sorteados a lo largo del tiempo.

A partir de las interpretaciones teóricas y la estrategia metodológica descrita, resulta significativa la tarea de sistematizar una modalidad de organización asociativa de la AF que contribuye al alcance de mejores procesos productivos y comerciales de sus integrantes y, en un nivel más complejo, se configura como agente dinamizador del desarrollo del territorio.

Conociendo la experiencia de la Asociación Civil “Progreso de la Agricultura Familiar”

Se trata de un grupo compuesto por doce familias productoras y veintiún personas socias que residen en los parajes Colonia María Luisa, Palmitas, Monte Rico y Palmares (departamento Banda) de la provincia de Santiago del Estero (Argentina) (ver Figura 1). Tienen entre 2 a 5 hectáreas y se dedican a la producción y la comercialización de diferentes productos como conservas (escabeches de berenjena, de liebre, perdiz, charata, conejo), dulce de almíbar, dulce de higo, miel, pollo casero y de granja; hortalizas, artesanías de madera y panificados.

Figura 1.

Localización del departamento Banda y el área de riego, provincia de Santiago del Estero

Fuente: Instituto de Estudios Geográficos “Dr. Guillermo Röhmeder”- Facultad de Filosofía y Letras, UNT. Diseño Ana Gabriela Aguilar, 2021.

La trayectoria del trabajo colectivo surge a finales de 1990 en el marco del trabajo del Programa Social Agropecuario (PSA) con el objetivo de mejorar las producciones agrícolas de la zona. Al principio, el grupo estaba conformado por seis familias dedicadas a la siembra de alfalfa y de algodón. A partir de la intervención en el territorio de técnicos del PSA se comenzó a plantear un diseño productivo basado en la diversificación de cultivos para alimentar a la población aledaña.

En el año 2007, el PSA se convirtió en Secretaría de Agricultura Familiar y Campesina de la Nación (SAF), en el marco de lo cual se crearon equipos técnicos destinados a trabajar en la conformación de organizaciones de pequeños grupos productores o asociaciones de fomento comunal (Ryan y Bergamín, 2011). De esta manera, la agrupación original de seis familias adquirió la categoría de grupo pre cooperativo “Progreso de la Agricultura Familiar” para dar inicio a un trabajo orientado específicamente al área de la comercialización. En palabras del técnico de la SAF:

Veníamos trabajando con agricultores familiares de forma aislada e individual, pero con el cambio de PSA a SAF, de Nación bajaron lineamientos de trabajo para gestionar organizaciones y asociaciones de agricultura familiar. Y ese cambio estaba condicionado también por las primeras experiencias del foro nacional de agricultura familiar (entrevista a técnico de la SAF, junio 2023).

El grupo pre cooperativo se constituyó como una instancia previa o “prueba piloto” para, posteriormente, conformar una cooperativa, aunque los principios que guiaban a la agrupación eran propios del cooperativismo como solidaridad, reciprocidad, decisiones democráticas, trabajo colectivo y acuerdos transparentes con otras instituciones (Suárez, et al., 2016). Por su parte, a partir de la vinculación de la SAF con la municipalidad de Clodomira (departamento Banda) y de Santiago del Estero (departamento Capital), algunos espacios comerciales que se fueron gestando fueron la plaza principal de la ciudad de Clodomira, una carpa en la Gran Feria de Artesanos que se realiza todos los meses de julio en el Parque Aguirre de la ciudad de Santiago del Estero y el patio de la sede central de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), donde se conformó la feria “Progreso de la Agricultura Familiar”.

La ilusión de convertirse en cooperativa quedó imposibilitada por la cantidad de exigencias jurídicas y administrativas que les eran impuestas. Recién en el 2017, a partir de un vínculo político4, se presentó la posibilidad de constituirse como asociación civil, lo cual permitiría acceder a créditos, solicitar ayuda económica al gobierno provincial y a las municipalidades y participar de ferias más grandes.

Algunos logros alcanzados hasta la fecha en el marco de la Asociación fueron la creación de un Convenio Marco de cooperación entre la UNSE y la ACPAF en el año 2018, cuyo objetivo es “generar ideas que promuevan acciones que permitan atender sus necesidades mutuas y propiciar proyectos de investigación, servicios, creación, innovación y transferencia tecnológica, que contribuyan al desarrollo social, educativo, cultural en la provincia y la región” (Convenio Marco de Cooperación UNSE-ACPAF, 2018, p. 1) y en ese contexto “potenciar los procesos de integración institucional para abrir espacios a la solidaridad, reconociendo e integrando a la Universidad y los diferentes estamentos, instituciones y organizaciones sociales” (Convenio Marco de Cooperación UNSE-ACPAF, 2018, p. 1).

Por su parte, la feria en la UNSE se constituyó como el canal comercial que permitió a los grupos productores incrementar sus ingresos y (re)ajustar sus estrategias productivas y organizativas, por ejemplo, apostar a la diversificación productiva y al agregado de valor a partir de la elaboración de dulces y conservas. Sumado a esto, en la feria se forjaron lazos sociales con estudiantes, docentes, no docentes, personal investigador y autoridades de la UNSE quienes manifiestan su apoyo a la feria no solo a través de las compras de los diferentes productos, sino también facilitando algunos elementos que se convierten en insumos de la producción como frascos, cajas para huevos, macetas y bandejas plásticas.

En cuanto a la diversificación productiva conseguida a partir de la venta en esta feria, para Suárez et al. (2016, p. 142) ese (re)ajuste de prácticas “fue clave para responder a las demandas de los consumidores, quienes fueron en cierta medida los que marcaron el desarrollo de las actividades al interior de los predios”. Esto se asocia fuertemente a los procesos de retroalimentación entre las esferas de la producción y la comercialización que suceden en la AF, o, dicho de otro modo, a las lógicas de producción que subyacen de los procesos de comercialización y viceversa (Paz e Infante, 2020).

En cuanto a la incidencia de la comercialización ferial en las estrategias organizativas del grupo, se puede observar la elaboración de un reglamento interno que acompaña a feriantes hasta la fecha y los aprendizajes obtenidos en el marco de algunos intercambios de saberes con entes productores del interior de la provincia, de visitas a ferias de Misiones y de la venta de sus productos al Mercado de Economía Solidaria Bonpland (ubicado en la provincia de Buenos Aires):

En los primeros tiempos, hemos hecho contacto con Bonpland que está en Palermo a través de una productora del departamento Rio Hondo que vendía productos de la agricultura familiar ahí. Esa experiencia les ha servido mucho a las feriantes para conocer diferentes estrategias de venta. Llevamos cajas de tuna, empanadillas, rosquetes, quesos y han vendido todo. Eso ha sido antes de ser Asociación. Hemos ido dos técnicos y algunas productoras en representación de todas (entrevista a técnico de la SAF, junio de 2023).

Sin embargo, las actividades de la ACPAF estuvieron condicionadas por las coyunturas políticas nacionales y provinciales a partir del 2018, como el desfinanciamiento institucional que trajo aparejado el cambio de Secretaría a Instituto Nacional de Agricultura Familiar y Campesina (INAFCI) y los despidos masivos de personal técnico extensionistas en el mismo organismo. No obstante, la trayectoria del grupo muestra la continuidad del apoyo del técnico que fue entrevistado a la experiencia, que fue posible en gran medida por la proximidad física entre este y los grupos productores y el compromiso y la confianza que caracteriza su relación.

Algunas actividades que demuestran la continuidad de ese acompañamiento institucional son la participación de los grupos productores en un proyecto de voluntariado de la UNSE en el periodo 2021-2022 sobre mejoramiento de la calidad de los productos, donde estudiantes y docentes de la carrera Ingeniería en Alimentos capacitaron a las familias sobre técnicas de producción, empaquetado, logística y distribución de alimentos.

[Estas dinámicas] posibilitaron que la UNSE salga a la comunidad y que los estudiantes vean otras realidades más allá de la gran industria -sobre todo la de alimentos- y conozcan la agricultura familiar de la provincia (entrevista a técnico del INAFCI, 2023).

A esto se suman otras acciones como la posibilidad de los jóvenes de la ACPAF de acceder a ayudas económicas para el cursado de alguna carrera dentro de la oferta académica y la contratación por parte de la UNSE del servicio de catering para eventos académicos e institucionales, donde los grupos productores, en lugar de ofrecer servicios convencionales como pizzas, sándwiches o empanadas, elaboran platos típicos (de entrada y principal) con productos de la AF como picadas de queso de cerdo, morcilla, quesos saborizados, chanfaina, cazuelas de mondongo, entre otros.

Con la llegada de la pandemia por COVID a principios de 2020 y el cierre temporal de la UNSE en consecuencia, algunas lógicas de trabajo tuvieron que ser revisadas ya que los ingresos de los grupos productores disminuyeron considerablemente. En este sentido, si bien dieron continuidad a las tareas prediales, los principales obstáculos se relacionaron con la imposibilidad del personal técnico de visitar los cercos y la falta de medios y de recursos para la distribución de los productos. Ante esto, los grupos agricultores reinventaron sus estrategias de venta y diversificaron sus ingresos a partir de la elaboración de comidas rápidas5, la costura y la elaboración de conservas y su posterior estacionamiento.

En el año 2022 la UNSE volvió a abrir sus puertas. Actualmente el grupo sigue comercializando en la feria, aunque sus proyecciones están más relacionadas con el fortalecimiento de la experiencia asociativa a través de la búsqueda -por parte del técnico del INAFCI- de una mayor consolidación entre este Instituto y la UNSE y de nuevos vínculos con el gobierno provincial y nacional a través de la elaboración de algunos proyectos que permitan perfeccionar aspectos productivos, adquirir insumos y maquinarias y facilitar la comercialización6. En esa línea de trabajo, el técnico se encuentra gestionando el Registro de Establecimiento en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA)7 y el Registro de Establecimiento y Productos Alimenticios en la Dirección General de Bromatología de Santiago del Estero8 y en la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) con la intención de aumentar volúmenes de producción, ofrecer los productos en supermercados y exportarlos.

En relación con las principales limitaciones, el personal técnico advierte que los grupos productores disponen del potencial y la materia prima para crecer, sin embargo, la ausencia de un espacio físico impide la producción conjunta y en mayor escala.

Con lo expresado hasta el momento, se puede decir que el acompañamiento institucional provisto por el INAFCI se constituye como un factor indispensable en la construcción de mercados y vínculos institucionales, marcando el inicio y la persistencia de un trabajo asociativo y sinérgico orientado a revalorizar el trabajo de la AF y dinamizar este modo de vivir en el medio rural.

Reflexiones finales

En el marco de un nuevo discurso sobre desarrollo endógeno surgido en la década de 1990, en Argentina se elaboraron políticas públicas orientadas a mejorar la calidad de la producción y los canales de comercialización de la AF. En ese contexto, se gestionaron diversos programas gubernamentales nacionales y de proyectos de agencias de financiamiento internacional interesados en financiar estrategias de desarrollo rural a partir de metodologías grupales de intervención y proyectos asociativos para alcanzar mayores escalas productivas, reducir los costos y mejorar los ingresos.

El artículo visibiliza el proceso de conformación y el desarrollo de una experiencia asociativa de la AF radicada en el departamento Banda, provincia de Santiago del Estero (Argentina), el cual fue generado a partir de vínculos con agentes del INAFCI. La metodología consistió en identificar acciones institucionales concretas que posibilitaron la configuración de ese proceso asociativo y, a partir de esto, dar cuenta de la significatividad del asociativismo en la AF, así como también de los obstáculos sorteados a partir del año 2018 por las coyunturas políticas, los cambios institucionales y la pandemia por COVID.

De la experiencia asociativa subyace un trabajo mancomunado y sinérgico entre entes productores y técnicos del INAFCI, orientado a mejorar las condiciones de la producción y la comercialización, como a superar determinadas vulnerabilidades estructurales. Algunos aspectos que se observan en esta línea fueron la gestión de vínculos con distintas municipalidades y la UNSE con el propósito de generar espacios comerciales para colocar la mercadería y para adquirir insumos para la producción. En ese contexto, los grupos productores alcanzaron mayor diversificación productiva y una mejor organización interna del grupo, donde se forjaron lazos sociales y de amistad que perduran en el tiempo.

Sin embargo, la ACPAF tuvo que sortear algunos obstáculos a partir del 2018, en primer lugar, por el desfinanciamiento institucional reflejado en el cambio de Secretaría a Instituto de la Agricultura Familiar y el despido masivo de personal técnico y, en segundo lugar, por las consecuencias del cierre temporal de la UNSE ante la llegada de la pandemia por COVID en el 2020. A pesar de estas coyunturas, el técnico entrevistado continuó su labor en el territorio y gestionó diferentes estrategias para evitar que los grupos agricultores se vieran afectados de sobremanera, como la articulación de los productores con un proyecto de voluntariado de la UNSE, la contratación del servicio de catering en eventos académicos o institucionales específicos y la facilitación de ayudas económicas para que jóvenes de la ACPAF pudieran estudiar en la Universidad.

Actualmente, las proyecciones del INAFCI están enfocadas en fortalecer otras tramas institucionales con organismos de investigación y el gobierno nacional y provincial, con el objetivo de conseguir financiamiento para mejorar la infraestructura y comprar maquinarias, insumos y herramientas.

En este sentido, las conclusiones del estudio son tres:

Primero, la sistematización de la experiencia asociativa permite dar cuenta de la forma en que esta fue configurada y desarrollada a partir de vínculos con agentes estatales; sin embargo, también arroja algunos elementos para pensar las formas asociativas como agentes dinamizadores del desarrollo de los territorios. Esto viene dado por la posibilidad de identificar una fuerte dimensión colaborativa entre sus integrantes y una génesis del proyecto en el marco de un lineamiento de trabajo nacional sobre desarrollo rural y, además, detrás de esta experiencia subyacen emergencias de alternativas de producción y de comercialización que buscan fortalecer la identidad rural y el capital social de las poblaciones.

En segundo lugar, los aprendizajes y los obstáculos vivenciados en este proceso asociativo reflejan la presencia y el acompañamiento técnico del INAFCI (que participó de sus inicios) que direccionaron algunas lógicas y dinámicas que actualmente soportan o fortalecen la estructura de la comercialización y dan continuidad a la experiencia a partir de asistencia técnica, pero también organizacional. En esta dirección, se evidencia, en concordancia con Dombrowski (2017), en cuanto a que los procesos asociativos tienden a construir mercados locales y así permiten que los grupos productores de alimentos se puedan insertar en estos de manera exitosa.

Finalmente, el desafío de la academia consiste en conocer en profundidad y transmitir los procesos asociativos y sus trayectorias para poder replicar los modelos y los vínculos generados en ese contexto y, en consecuencia, promover un camino hacia la autonomía productiva y comercial de sus integrantes. En esta línea, se considera importante retomar los aprendizajes y los desafíos involucrados en las diferentes fases del desarrollo rural y generar marcos teóricos y antecedentes, a través de la sistematización de esta experiencia, que sean capaces de captar la heterogeneidad de los procesos asociativos y las vinculaciones institucionales que habilitan el despliegue de la agricultura familiar en Argentina y Latinoamérica.

Referencias

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Bocchicchio, A., Feito, M.C., y Tito, G. (2012). Actores y estrategias de la agricultura familiar y el desarrollo rural. En Battista, S., Coria, L., y Landini, F. (Eds.), Contribuciones internacionales al desarrollo local y rural: Hacia una agenda de investigación, pp. 283-313. Editorial Universidad Nacional de La Matanza.

Caracciolo, M. (2016). Situación de institucionalidad de apoyo a la innovación comercial y de los procesos de gestión comercial de la agricultura familiar. Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. CEPAL. https://www.repositorio.iica.int/handle/11324/2545

Convenio Marco de Cooperación entre la Universidad Nacional de Santiago del Estero y la Asociación Civil “Progreso de la Agricultura Familiar-Departamento Banda”. 9 de octubre de 2018 [Universidad Nacional de Santiago del Estero].

Dombrowski, S. (2017). Networks, Institutions, Culture and Association? A case study on associative actions in the German markets for organic food. https://www.econstor.eu/bitstream/10419/260444/1/wp41.pdf

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1 Estas asociaciones que no están formalmente constituidas como cooperativas se han caracterizado por integrar a pequeños y medianos grupos productores rurales que disponen de recursos productivos y financieros limitados y que llevan adelante la producción a partir de su propio trabajo o de la gestión directa de los predios con la colaboración de mano de obra familiar o de un reducido número de personal asalariado. También se integran en ellas grupos vulnerables de la población rural (trabajadores y trabajadoras sin tierras, personas sub-ocupadas, personas artesanas, poblaciones aborígenes, etc.), que solo, de manera marginal, se asociaban a las cooperativas formales (Lattuada, Nogueira y Urcola, 2015, pp. 197-198).

2 Algunos programas fueron: Programas Minifundio, Cambio Rural, PRODERNOA, PROINDER, PRODEAR, etc.

3 Feito (2016) indica lo que el Foro de Universidades Nacionales para la Agricultura Familiar de la Región Pampeana propuso para fomentar y apuntalar el crecimiento de la AF a partir de algunos lineamientos asociativos-organizativos, productivos, comerciales, financieros y políticos.

4 El actual vice gobernador de la provincia de Santiago del Estero desempeñaba la función de jefe de Gobierno provincial en el 2017 y fue quien empatizó con la experiencia del grupo y su trayectoria y agilizó el trámite en el Ministerio de Gobierno para que pudieran acceder rápidamente a la personería jurídica.

5 Una de las productoras comenzó a elaborar prepizzas y actualmente un bar de la ciudad de Clodomira le sigue comprando en cantidad.

6 Por ejemplo, un proyecto está orientado específicamente a construir una fábrica y recuperar un espacio proveniente del exferrocarril de la ciudad de Clodomira para crear un local comercial y adquirir el inventario básico para rellenarlo (heladeras, mostradores, estantes, etc.).

7 Registro de establecimientos habilitados y activos en todo el territorio nacional de faena, elaboración o depósito de productos, subproductos y derivados de origen animal. Ver otro tipo de registros de establecimiento en: http://www.senasa.gob.ar/cadena-animal/bovinos-y-bubalinos/industria/establecimiento-industrializador/registros-y-1

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