Ronald G. Rivera Alfaro
Hace diecisiete años, la revista Perspectivas Rurales publicó su primer ejemplar dedicado al área temática de la pequeña producción agrícola y su apertura al mercado internacional. Ese número estuvo a cargo de la señora M.Sc Laura Pérez Echeverría, primera editora, y a quien, in memoriam, dedicaremos este número correspondiente al año 12, número 24 del segundo semestre de 2014.
Al igual que en el año 1997, el primer artículo analiza la situación actual de la agricultura familiar. En aquel momento, el autor -Manuel Chiriboga- expresaba la reciente atención que recibía el tema de “la pequeña agricultura familiar”, confrontando la dinámica productiva y la incorporación de tecnologías para la potenciación de la producción frente a los desafíos de la globalización que como fenómeno de sinergia y apertura de mercados, tal y como lo entendía el autor, vendría a cambiar la tipología de la economía básica campesina a una nueva tipología básica de la pequeña producción agropecuaria.
El supuesto de análisis es correcto pero parcial si sometemos a escrutinio los procesos de capitalización y los costos de producción. Es por ello, que en 2014, año internacional de la agricultura familiar retomaremos esta discusión, además de mostrar un guiño con el destino que hoy nos permite concatenar este primer artículo publicado en nuestra revista con la temática que en el nivel mundial se celebra con gran entusiasmo, para así conmemorar a nuestra primera editora.
La agricultura familiar tiene como nuevo adjetivo asociado la sostenibilidad, esto como propuesta conceptual y pragmática de la FAO para comprender y encaminar los esfuerzos que se realizaran en toda América Latina. Desde esta nueva óptica la agricultura familiar ha dejado de ser una actividad de subsistencia para convertirse en el eje central de la seguridad alimentaria, además de fuente esencial en el combate contra el hambre.
Si bien es cierto el modelo estructuralista de desarrollo en América Latina, desde hace más de cincuenta años, ha encarecido los precios de los insumos e instrumentos para la producción agrícola, sumándole, en la misma sintonía, la desprotección del aparato estatal con respecto a (1) la disminución de los subsidios, (2) la subsunción acelerada del país a la puesta en marcha de tratados de libre comercio sin comprender las diferencias sustantivas en materia de producción agropecuaria y ambiental, y (3) la mala praxis de encarecer productos gracias a estrategias de diferenciación sin conocer la caída vertiginosa en los precios de mercado de los productos agrícolas y la competencia desigual en términos de reputación y tradición agroalimentaria.
Todo lo anterior es, de forma sistémica y amplia, el campo temático de la agricultura familiar. Además, la segmentación de los mercados y los bajos niveles de inversión por parte del Estado a las familias rurales suponen que exista una baja disponibilidad y acceso de alimentos en los ámbitos locales. Pero la conformación de estos supuestos para el desarrollo del debate no es simple ni se agota en axiomas economicistas, por el contrario, abre el portillo para sostener que la agricultura familiar es clave para lograr tanto la erradicación del hambre como el desarrollo agrícola sostenible.
Junio, 2014