Revista de Política Económica y Desarrollo Sostenible
EISSN: 2215-4167 • Vol. 5 (1) • Julio-Diciembre, 2019: 1-11
DOI: https://doi.org/10.15359/peds.5-1.1
URL: http://www.revistas.una.ac.cr/politicaeconomica
Revista electrónica semestral publicada por el Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible
Universidad Nacional, Lagunilla, Heredia Apartado 2393-3000
Costa Rica y el Brexit: reflexiones sobre los posibles efectos comerciales y sociales
Costa Rica and the Brexit: Reflexions about social and economic posible effects
Kira Rojas Noskova
kira.rojas.noskov@una.cr
0000-0002-1513-340X
DOI: https://doi.org/10.15359/peds.5-1.1
Fecha de recibido: 18 de noviembre 2019 Fecha de corregido: 17 de diciembre 2019
Fecha de publicación: 22 de diciembre2019
Resumen
El objetivo del artículo es generar una reflexión sobre los efectos de la ya materializada salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) en las relaciones comerciales de Costa Rica. El abordaje del fenómeno se realiza desde la perspectiva de las teorías de la interdependencia compleja y del realismo periférico. A su vez, brinda una mirada a las derivaciones sociales de esta decisión, cuyas consecuencias pueden ser estudiadas desde múltiples aristas. Metodológicamente, se emplea la técnica de revisión bibliográfica de fuentes primarias y secundarias. Entre los hallazgos encontrados, se obtiene que el comercio entre Costa Rica y Reino Unido mantiene la balanza comercial a favor del primero y que se deben redoblar esfuerzos para mejorar la oferta exportable con productos de mayor valor agregado. En el ámbito económico, se concluye que el Brexit no amenaza la estabilidad de la economía costarricense, sino que ofrece oportunidades para fortalecer las relaciones entre ambos países a través de los instrumentos comerciales disponibles y de la cooperación. En el ámbito social, es un fenómeno del cual se deben aprender lecciones importantes para el desarrollo de políticas conjuntas, con el fin de mejorar los procesos de integración.
Palabras claves: <Comercio internacional> <Integración económica> <Relación de intercambio > <Relaciones internacionales> <Soberanía>
Abstract
The aims of this article is to generate a reflection about the effects on Costa Rica’s trade relations by the exit of the United Kingdom from the European Union. Complex interdependence theory and peripheral realism theory was adopted as theorical perspectives to understand this phenomenon. Besides, we offer a glance to the social derivations of this decision, which consequences can be studied from multiple angles. Methodologically, the literature review technique of primary and secondary sources is used. The findings it shows that trade between Costa Rica and the United Kingdom maintains a higher number of exports accountable to Costa Rica, and that this country should invest more effort to improve the exportable offer with products with greater added value. In conclusion, in the economic field, Brexit does not threaten the stability of the Costa Rican economy and beyond then, offers opportunities to strengthen relations between the two countries through the available commercial instruments and cooperation. In social sphere, it is a phenomenon that projects important lessons for the development of joint policies to improve integration processes.
Keywords:<International trade> <Economic integration> <Exchange ratio> <International Relations> <Sovereignty >
Introducción
Las relaciones comerciales con Europa son parte fundamental del comercio costarricense, hecho que queda demostrado en el historial de relaciones diplomáticas entre los Estados del viejo continente y este país. Según datos de la Delegación de la Unión Europea (UE) en Costa Rica, actualmente la UE es el tercer mercado para las exportaciones de Costa Rica (19%), después de América del Norte (44%) y Centroamérica (24%); además, más de 550 empresas exportan hacia la UE alrededor de 840 productos.
Las relaciones entre Costa Rica y Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte1 también son notables y de larga data. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, se iniciaron el 28 de febrero de 1848 con la firma del tratado Toledo -Chatfiel. El primer agente diplomático británico fue el Encargado de Negocios en Guatemala, acreditado como concurrente en Costa Rica en 1849. Desde entonces, las relaciones han sido cordiales, diplomáticamente sutiles y nunca directamente confrontadas.
En 2010, con la aprobación del Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea (AACUE), el comercio entre estos dos países se disparó de forma casi exponencial, colocando en la actualidad a Reino Unido como el tercer país europeo que recibe más exportaciones provenientes de Costa Rica. Teniendo en cuenta esta realidad, otro hecho a destacar es la reacción que empresarios costarricenses tuvieron ante la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea a través del Brexit, ya que hicieron un llamado para solicitar de manera expedita la aprobación del texto del tratado entre estos dos países por parte de la Asamblea Legislativa.
Pero no todo es comercio. El AACUE fue un acuerdo sin precedentes para Costa Rica y la región, único en su tipo, ya que no se había negociado antes un proyecto de tales características. Son sus tres pilares los que lo hacen especial: diálogo político, cooperación y comercio, y las exigencias para su negociación. La UE solo iba a negociar un acuerdo si de previo existía un consenso regional, no estaba dispuesta a conversaciones bilaterales. Esto requirió de grandes esfuerzos cargados de curvas de aprendizaje que obligó a activar elementos del Sistema de Integración Centroamericana que habían caído en desuso y a retomar la discusión alrededor de la integración, lo anterior por el deseo de una de las partes de negociar entre sistemas políticos similares.
Ahora, el Brexit pone en tela de juicio la receta infalible que ha vendido la Unión Europea a Centroamérica de que la integración regional es el único recurso que tiene el istmo para encadenar sus mercados y colocarse sólidamente en el comercio global, sin perecer entre los constantes flujos de la globalización económica. Más aún, se ha sostenido por años la tesis de que solamente la unificación de políticas sociales, migratorias y monetarias permitiría a la región sobrevivir en el contexto internacional. Se exigió la réplica de un modelo que, al término de un decenio, comienza a fragmentarse, siendo tal vez un augurio para la región o, simplemente, el cordial recordatorio de que, frente a la búsqueda de identidad, el nacionalismo puede primar sobre los intereses económicos.
Este cisma a lo interno de la región europea que ha alcanzado la máxima integración según las teorías modernas, ocasiona pérdida de credibilidad frente al modelo usado y refuerza las tesis de los sectores conservadores y ultranacionalistas, que abogan por el proteccionismo. La propia unión Aduanera y el Tratado de Paz con Irlanda del Norte se ponen en entredicho con esta decisión.
Pero ¿cuál efecto genera la salida del Reino Unido sobre las políticas comerciales costarricenses? Este artículo recopila datos estadísticos y también analiza el fenómeno bajo la óptica de las principales teorías relacionadas con la integración regional, con el objetivo de dilucidar los efectos para Costa Rica del ahora consumado Brexit.
Impacto del Brexit: consideraciones desde lo comercial
Las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea son diversas y están ampliamente mapeadas: desde la seguridad, el futuro de la OTAN, el mercado común europeo, el acuerdo del Viernes Santo de 1998 y la frontera dura, el libre tránsito de mercancías y de personas, hasta el asunto migratorio y muchas más.
Pero la más temida y también la más estudiada de las consecuencias es la volatilidad de los mercados y el aumento de la incertidumbre. Tanto la libra esterlina como el euro se devaluaron en los meses inmediatos al referéndum y la libra continuó fluctuando en los años siguientes. No obstante, esta situación no afectó a Costa Rica. Tal y como se observa en la figura 1, las exportaciones al Reino Unido se mantuvieron con estabilidad relativa, salvo el año previo a la controversial consulta popular de junio de 2016.
Según datos de PROCOMER, 2015 fue el año con menor cantidad de exportaciones hacia Reino Unido, $180 millones, pero a la vez el año en el que más se importó de dicho origen: el equivalente a $133 millones. En los años siguientes, el comercio entre estos países fue creciendo. Para ٢٠١٨ el valor total de las exportaciones costarricenses hacia ese destino fue de $ ٢١١ millones, dividido en productos agrícolas como banano, piña, café sin tostar; productos no tradicionales como yuca, melones, sandías y manufacturas como lentes de contacto y dispositivos médicos. Por su parte, las importaciones representaron $ 126 millones, entre las que se encuentras vehículos, whisky, medicamentos, máquinas y aparatos mecánicos, reactivos de diagnóstico, entre otros.
En el marco del Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y el Reino Unido (AACRU), el trato preferencial otorgado a los productos originarios de Centroamérica se mantiene incólume, esto significa que los productos que forman parte de la balanza comercial entre Costa Rica y Reino Unido continúan gozando de las mismas preferencias que han tenido desde 2012, ahora con la posibilidad de negociar de forma bilateral condiciones particulares específicas para Costa Rica.
La importancia relativa de Costa Rica para Reino Unido justifica la firma de Acuerdos que reproduzcan hasta cierto punto las condiciones creadas por el Mercado Común Europeo y, en la medida de lo posible, hasta mejorarlas.
Esto abre las puertas para personalizar el comercio con Reino Unido, situación que el país se puede aprovechar para abrir nuevos espacios para la colocación de sus productos, pero más importante aún, para optar por un encadenamiento productivo con este país europeo que en otras condiciones no se ha podido concretar. Actualmente, la composición de la oferta exportable costarricense se basa, en un 80% en productos agropecuarios, específicamente piña, banano, azúcar, melón, café y productos no tradicionales. El Brexit debería despertar el interés para que en Costa Rica se activen mecanismos que permitan potenciar capacidades para generar lazos comerciales basados en el valor agregado y no solo en la exportación de productos primarios, tal y como ocurre de manera incipiente con las partidas de materiales eléctricos, manufacturas de plástico y jugos concentrados de frutas.
Los socios comerciales de Reino Unido también lo son para Costa Rica, entre ellos Estados Unidos, China, Holanda y Alemania, por lo que el hecho de que la economía británica se contraiga puede traer consecuencias en el resto de las economías asociadas. Del mismo modo, el hecho que las agendas sean compartidas y pluritemáticas causó que una decisión unilateral de un gobierno soberano fuera objeto de movimientos parlamentarios, legales, económicos y sociales en todo el mundo. La realidad es que múltiples canales se vieron afectados por una decisión que no fue de carácter militar, sino una combinación de fuerzas socio políticas.
Esta descripción concuerda con el escenario planteado por la teoría de la interdependencia compleja esbozada por primera vez en 1977 por Keohane y Nye, la cual afirma que los países entretejen una red de relaciones tan estrechas e intrincadas que ocasionan cambios en el orden económico y afectan de manera inequívoca hasta a los extremos más alejados de la red. Según estos autores, la vinculación de los temas internacionales, lejos de aumentar su libertad de acción, la limita. Pero esa restricción permite el desarrollo de las economías, primordialmente porque se comparte un marco legal común y la amenaza del uso de la fuerza como medio para lograr los objetivos queda en rezago. Aun así, esta teoría no resuelve los efectos que causa la sensación de limitación en la psique de los pueblos.
Escudé (2009) aporta una interesante afirmación al análisis del fenómeno objeto de estos párrafos y es que debate con fuerza la noción de que la autonomía conduce al crecimiento. La tendencia mundial es la apertura de mercados. Para Latinoamérica y el Caribe (con algunas excepciones) la premisa ha sido liberalizar el comercio para promover el tránsito fluido de bienes de consumo y con esto, aumentar el empleo y el crecimiento económico de los países. De igual manera, China ha creado una exitosa Zona de Libre Comercio y los Tigres Asiáticos han complementado sus economías de forma tal que cambiaron la estructura socioeconómica de la zona. Por eso, no es sorpresa que una de las economías más fuertes del mundo, con el potencial de liderar la economía global, haya optado por separase del sistema regionalista para redirigir su capital hacia temas internos. Escudé sostiene que el desarrollo orienta hacia la autonomía, quizá eso explique el Brexit.
Desde la óptica del realismo periférico, Reino Unido se ha enfrentado a su polo de poder, la Unión Europea, y se aplica esta teoría no porque Reino Unido sea débil, sino porque la proporción de mercado que representa la Unión es numéricamente superior a los indicadores macroeconómicos que proyectan Escocia, Gales e Inglaterra juntos, algo así como un 26 a 1. La población de la UE representa en términos globales el 6.3% del total mundial, mientras que Reino Unido es el 0.9%. El costo de enfrentarse en solitario al Mercado Único Europeo, al resto del mundo y atender el cisma político causado para nacionalismos añejos, pone en juego el bienestar de su pueblo y los cimientos de su economía y sociedad.
Otro tema crucial es el de los aportes realizados por Reino Unido a la Comunidad Europea. Cifras reveladas por la Autoridad de Estadísticas de Reino Unido (Muñoz, 2017), señalan que los británicos aportaron a la comunidad europea cerca de 9.000 millones de euros durante el año fiscal que comprende 2016 y 2017, cifra sustancialmente menor a la que se reportaba en campaña. Esto se debe, según el portal de la Oficina Nacional de Estadísticas de Reino Unido (ONE), a que al monto que se presupuesta para depositar en la arcar de la UE, se le realiza un ajuste y luego se recibe dinero en ayudas a sectores específicos, como agricultura y tecnología. Por otro ejemplo, en 2018 se tenía presupuestado depositar 20 billones de libras esterlinas como contribución bruta a la UE, a las cuales se les aplicó un ajuste de 4.5 mil millones de libras. Esto significa que se transfirieron únicamente 15.5 mil millones de libras del gobierno del Reino Unido a la UE en pagos oficiales. Pero algunos de estos millones de libras se devuelven al sector público del Reino Unido, de los cuales una proporción se paga al sector privado. Así, 4,5 mil millones de libras regresaron al sector público del Reino Unido en créditos en 2018, por lo que el monto real depositado fue de 11 mil millones de libras y no de 20 mil millones como se presupuestó.
Como se observa, la Unión Europea dejó de percibir significativas sumas de dinero a partir de la materialización del Brexit. Según el portal Statista (2018), Reino Unido era el tercer país con mayor aporte a la comunidad (11.88% del presupuesto total), solo superado por Alemania (20.78%) y Francia (15.58%), por lo que no es de sorprender que en los siguientes años los proyectos de cooperación financiados por la UE se vean re direccionados hacia áreas prioritarias, como sucede cuando se limitan los recursos.
Sin embargo, el presupuesto se ve afectado en ambas vías, pues ahora Reino Unido debe organizar sus recursos nuevamente, ya que no cuenta con ingresos específicos para programas de desarrollo o para fortalecimiento de sectores privados. Datos del Sistema de Transparencia Financiera de la Comisión Europea (2019) evidencian un declive en los proyectos cuyos beneficiarios son ciudadanos de Reino Unido financiados por dicha institución, pasando de 4198 proyectos con un aporte de € 6 237 105 931 en 2015 a 2744 proyectos y € 5,185,102,736 en 2018.
Evidentemente, estos cambios ponen tensión sobre la economía y esta eventualmente se contrae. La ONE refleja que la tasa de inflación se ha triplicado de 0.8% en junio de 2016 a 2.2% en noviembre de 2018. El valor de la libra frente al euro fue un 12% más bajo en noviembre de 2018 que antes de la votación del Brexit y un 14% menos desde el comienzo de 2016.
Los datos supra citados demuestran la contracción de la economía de Reino Unido que se refleja en la reducción del poder adquisitivo de sus habitantes y en el encarecimiento de los flujos comerciales, lo que al mercado británico un poco menos apetecible para el resto de la Unión y esto termina por afectar la inversión extranjera directa que tienen otras potencias como Estados Unidos en dicho territorio.
Según BBVA citado por Espinoza y Salazar (2016), el Reino Unido es el corazón financiero de Europa, el 90% de las representaciones de bancos estadounidenses en la UE se encuentran en el Reino Unido y el 51% de las empresas radicadas en la UE que trabajan con derivados financieros están radicadas en el Reino Unido. Las condiciones migratorias, económicas y sociales ciertamente sacudirán a algunas compañías, momento en el cual un país como Costa Rica puede beneficiarse al atraer la inversión extranjera directa (IED) desplazada. Es una apuesta alta, considerando que en los últimos años el país se ha convertido en un destino más riesgoso para las inversiones debido a las distorsiones fiscales existentes; sin embargo, las empresas, tanto de Estados Unidos como de Reino Unido, siguen estableciendo sus operaciones en suelo costarricense, existe una Cámara de Comercio Británico Costarricense, el sistema de incentivos fiscales bajo regímenes especiales es sólido y como si fuera poco, se encuentran múltiples empresas que brindan servicios financieros tercerizados que permiten demostrar que el país ofrece ventajas competitivas y conocimientos adquiridos para atender servicios financieros para Reino Unido.
Por lo anterior y ante una desaceleración del mercado británico, se vislumbra un repunte de las exportaciones de Costa Rica hacia otros destinos como Estados Unidos, China y Bélgica, mercados que ya están mapeados por acuerdos operantes que garantizan trato preferencial a los productos originarios. Si bien es cierto esto no significa que las exportaciones costarricenses que dejaron de llegar a Reino Unido se desplazaron hacia los demás mercados, sí plantea que Costa Rica tiene socios comerciales importantes que, ante una contracción económica, son aliados importantes para la estabilidad de la nación y además sirven de puente hacia otros mercados.
Si el escenario de la contracción económica prevalece, el porcentaje de productos que exporta Costa Rica al Reino Unido deberá recolocarse en una Unión Europea igualmente retraída, por lo que la solución no es tan sencilla. El curso de acción lógico sería voltear la mirada hacia el sureste asiático. En este sentido, la administración Solís Rivera negoció el tratado entre Costa Rica y Corea del Sur que complementa los ya consolidados acuerdos con la República Popular China y con la República de Singapur. Como sus antecesores, el texto de este acuerdo tuvo que ser modificado y fue ampliamente cuestionado, principalmente por temor a que causase daño a la producción nacional; sin embargo, luego de un año en la corriente legislativa, fue aprobado en 2019.
Lo anterior responde al rumbo trazado desde administraciones anteriores hacia la diversificación de mercados, en búsqueda de nuevos intercambios comerciales con la zona económica de mayor desarrollo en la última década, en contraste con preconcepciones de los distintos sectores del país sobre el comercio con Asia.
En términos económicos, lo que implica el Brexit es la reestructuración de los patrones de comercio y de inversión. Las economías emergentes como Costa Rica pueden aprovechar estas coyunturas para colocarse en nuevos mercados y consolidarse en los que ya domina. Por otro lado, la incertidumbre sobre los efectos económicos aún se siente, aunque cada vez menos latente. Lo que sí es cierto es que a los mercados financieros de Europa y Estados Unidos les llevará tiempo consolidar la reestructuración vivida y a Reino Unido le queda trabajo por hacer para volver a apuntalar la libra esterlina como la moneda más fuerte del sistema económico global.
Espejos Sociales
Otro elemento que merece ser analizado es el social. Si algo quedó demostrado con el referéndum que dio origen al Brexit es que la desinformación cuesta cara. También ilustró magistralmente que la política contemporánea se divide entre los que abrazan la globalización y los que le temen. Por otro lado, evidenció que la transformación ideológica y material que ha pregonado la Unión Europea a través del tiempo no es tan universal como parece. Probó que aún existe brecha, y muy amplia, entre la percepción pública y la realidad empírica.
Uno de los argumentos más fuertes en la propaganda a favor del leave fue el de la migración. Los migrantes que llegan al Reino Unido no lo hacen por medio de la Unión Europea, sino a través de políticas y leyes propias de dicha región; sin embargo, el miedo irracional a lo que se ve y habla fue un factor decisivo en el voto. Argumentos como pérdida de oportunidades laborales, aumentos en la delincuencia y sobrecarga de los sistemas de salud, fueron la constante para justificarse aún y cuando los números indicaban lo contrario.
Otro tema álgido fue la soberanía. El simple hecho de que las disposiciones legislativas sean tomadas en otro país, aún y cuando se haga bajo el mismo marco legal, fue causa de impugnación. No sentirse representado por las decisiones tomadas bajo el argumento de que tardaron mucho tiempo en tomarse o porque no se aprobó la totalidad de lo propuesto o porque los representantes de los gobiernos siguen su propia agenda fueron las principales quejas de los ciudadanos.
Si en alguno de los párrafos anteriores por un momento el lector sintió que se hablaba de Centroamérica es porque las mismas posiciones atrincheradas se usan en la región para limitar la integración. Los mismos discursos y argumentos sociales se pueden escuchar en Costa Rica y en toda la región centroamericana.
Migración, soberanía, miedo a no estar representados en las políticas y a perder la identidad, es lo que ha detenido la creación de potenciales cadenas de abastecimiento y de producción en el istmo, lo que evita que se aprovechen oportunidades preexistentes. No se trata de replicar el modelo de la Unión Europea a cabalidad, sino más bien de unir capacidades para potencializar a la región de acuerdo con sus propios contextos, recursos y necesidades.
Y esto se replica en todo el mundo, el nacionalismo se acentúa. Si bien hace no más de 20 años se vivieron gobiernos moderados, hoy la tendencia de la política es más extrema hacia cualquiera de los bandos. Actualmente, en Europa priman las administraciones que abogan por el proteccionismo, manifestando la supremacía de la seguridad sobre otros indicadores y sobre otros derechos. En América Latina, en cambio, abundan los gobiernos con tendencia al discurso socialista, pero que también terminan por frenar el tránsito libre de personas y recursos. Lo anterior se evidencia en los líderes mundiales electos en el último lustro, así como en las protestas que han aflorado en Latinoamérica en los últimos dos años.
El Brexit debe servir no solo como sujeto de análisis de los efectos sociales de la integración en cualquiera de sus niveles, sino también del gran fenómeno de la globalización. La sociedad británica solo llevó a las urnas un sentimiento presente en todo el mundo, porque en todos los países del orbe existe algún colectivo que no se siente parte de los acontecimientos y que por tal razón no comparte las decisiones de sus gobernantes. Y es que cuando se estudia la globalización y sus efectos sobre el individuo, es notorio que realmente no se comprende lo que significa vivir en un mundo globalizado. En términos sociales, más allá de analizar si la salida fue o no la decisión equivocada por sus impactos en los servicios de salud, seguridad y acceso a recursos, el fenómeno en cuestión permite ahondar en el psique colectivo para generar políticas más inclusivas y sostenibles.
Lo ocurrido en Reino Unido es un reflejo de las sociedades actuales que son más duales que nunca; una parte sigue sin entender la globalización, le tiene miedo, mientras que la otra apuesta por un mundo completamente unido. En ambos extremos debe prevalecer la racionalidad, pues no existe receta infalible, cada contexto político y económico es diferente.
Conclusiones
Ahora que el panorama es claro, que el Brexit está consumado y que la especulación sobre el desenlace de la discusión parlamentaria en Reino Unido desapareció, se pueden definir tres líneas de trabajo para Costa Rica en materia comercial.
En primer plano, el país debe apostar por un mejor posicionamiento en el mercado de Reino Unido, sacando provecho de que las condiciones de intercambio comercial se mantienen iguales gracias a la firma del AACUE.
Un segundo escenario implica buscar mayores y mejores nichos de mercado para atender las necesidades en servicios financieros que surgen en la Unión Europea por la salida de la mano de obra británica, pues el libre tránsito de personas que una vez hizo prosperar este sector de la economía hoy día tiene costos operativos más caros y previsiblemente más lentos. Es en esta coyuntura donde Costa Rica puede insertarse en la cadena de valor, apostando por una mayor especialización en los servicios prestados, ya sea exportándolos o atrayéndolos. Para ello, es imperativo mejorar la imagen del país mediante la eliminación del clima de incertidumbre y volatilidad económica que se ha asentado sobre la economía costarricense debido a las rebajas en las calificaciones de riesgo de los últimos años.
Un tercer escenario ante una inevitable contracción de la economía británica y el efecto que causaría en las economías que comparte con Costa Rica, es el de la necesidad de trasladar los esfuerzos del sector exportador hacia los países asiáticos. Para ello, el país debe trabajar en la creación de capacidades para diferenciar su producto y mejorar la cadena logística, principalmente porque los altos costos le restan competitividad.
Habrá que esperar a que se cristalice la nueva economía europea para saber a ciencia cierta si los proyectos de cooperación financiados por la UE sobrevivirán a esta separación, pues es bien conocido que el aporte de Reino Unido a la UE, y, por ende, a los programas de gobernanza y políticas públicas, era significativo.
Por último, las relaciones políticas entre Costa Rica, como parte de la región centroamericana, y Reino Unido no experimentarán cambios significativos ni tendrán sobresaltos. El istmo reconoce el potencial que tiene Reino Unido y viceversa, comparten posturas sobre el libre comercio y tienen experiencia en negociación multilaterales, pero ambas se consideran unas a otras como estados periféricos, girando en torno a las políticas económicas y comerciales de Estados Unidos. Para ambos es un socio estratégico, en términos económicos, comerciales y de seguridad.
En sí mismo el Brexit no representa una amenaza para la economía costarricense, ya que el peso económico de Reino Unido para el país es limitado. Costa Rica ha dado los pasos correctos en términos de política comercial, apostando por la diversificación de mercados; empero, existe todavía mucho trabajo por hacer para desarrollar cadenas de valor sostenibles. Independientemente de la teoría que se aplique, los efectos de la globalización son tangibles en todos los aspectos de la existencia como Estado, razón por la cual es imperativo entender las relaciones de causalidad inherentes a las relaciones con otros países.
Referencias
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1 Aunque este es el nombre oficial, en adelante se usará el nombre de “Reino Unido” para referirse a los países que lo integran.