REPERTORIO AMERICANO |
ISSN-0252-8479 Segunda Nueva Época, N.° 26, Enero-diciembre 2016 Páginas de la 441 a la 444 del documento impreso URL: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/repertorio/index Doi: 10.15359/ra.1-26.29 |
Relación de la tristísima destrucción de Indias
Alfonso Chase Brenes
Relación de la tristísima destrucción de Indias, es un largo poema escrito entre 1968 y 1969. Editado en revistas y antologías pero nunca publicado en libro o editado en Costa Rica.
Historia coloquial en poemas. Ruptura. Retrato y crónica de días y tiempos difíciles. Rumor y purulencia de sucesos que se repiten desde el origen mismo de la vida. Rizoma escondido, árbol y llave secreta. Formarán parte del libro Cántigas de escarnio, para editar por la Editorial Arboleda, en el año 2016.
LLAVE DE FUNDACIÓN
Y tomaban cuanto a su alcance veían:
collares, pectorales, frutas,
mancebos y mujeres, porque
diezmados por el hambre o el horror
ellos se dejaban tomar.
Agobiados por el peso del botín
algunos invasores se ahogaron
al cruzar los ríos
y en el fondo de los canales,
entre escombros,
los niños jugaban con los cuerpos
y los huesos
de los que fueron sus padres.
Setenta y cinco días duró el asedio.
Durante todo ese tiempo
Aprendimos a beber la sangre de nuestros hijos
para lograr subsistir
y cuando la ciudad
al fin se rindió,
abrimos todas las puertas
y tendidos, la boca contra el suelo,
pedimos la peste para nuestros cuerpos.
Y luego fue la dispersión.
El rumor de aguas llenando los oídos
y los pájaros mosdisqueando los ojos
y los días cayendo como flechas entre los caminos.
Y no teníamos comida o escudos
o armas
y la ciudad empezó a podrirse,
tal una fruta,
y los gusanos nacieron de nuestras bocas,
senos y cabellos.
Doquier fue soledad
y lluvia
y sangre
y luego el cal y canto
cercando edificios, rincones, templos,
hasta volvernos a todos a la vida,
como nacidos de un sueño ligero
en el deslumbramiento del día.
PALABRAS PARA UN PRÍNCIPE
Mira que no te acuerdes
de cosa carnal alguna.
Que tu cuerpo un árbol sea
y en tu alma viva el aire
y se establezcan los pájaros.
Que te reconozcas en el pensamiento
y en el ánimo humilde
y no respondas palabra dura
o golpees con tu bastón a los ancianos.
Allégate a los sabios, a las poetas
y a los niños.
FIESTAS
Para los primeros días mataban
a muchos niños.
Para las calendas cada cuerpo
era la historia
de una lejana sucesión de rostros
y en el momento de la muerte
se cumplía algún solsticio.
No los crucificaban, ni los colgaban
entre dos ladrones, sino que los extendían
sobre la piedra dura
y luego comían los corazones.
Por la tarde repartían los muslos
y los brazos
y los sexos
entre el pueblo.
De noche, los muros herían
y la costra oscura de la sangre
atraía moscas y perros
y sonaban los gritos
y sobre todos los rostros
estallaba la fiesta amarilla de la luna.
SORDO REPOSO
El pecho le brillaba
untado de aceites y bálsamos.
Caminaba seguido de ocho pajes
y en las últimas noches retozaba
con cuatro doncellas.
Era alto y meláncolico
como si se supiera embalsamado
en sus propias palabras.
Durante trescientos sesenta y cuatro días
vagó por las calles
cegado por su propia belleza
y no fornicaba
absorto en la contemplación
de sus manos.
El día del sacrificio
Subió las escaleras con dignidad
y en la muerte
tuvo el oficio
que da la guerra continua con la vida.
Del sabor de su corazón
dice este poema
y la suave memoria de su desnudo cuerpo
fue obstinación de pensamiento,
por largos días,
en algunas muchachas
y muchachos.
QUE SON PUERTAS
Charcos de sangre y de palabras.
Palabras muertas y palabras vivas
nos alacanzan,
nos pisan los talones, nos escupen
sus gritos y disputan entre sí.
Los ojos de todas las palabras. Sueltos
sobre la mesa. Luchando pro mirarnos,
por romper el silencio y ser testigos
de alguna devastación obstinada.
El agua del canal hierve en palabras.
Sobre sí mismas se arrojan.
Se devoran como perros
y entre babas, aullando,
se destrozan en el suelo.
Pero no temas. Las palabras
guardan sus armas en los dinteles.
Se dispersan como ordenadas huestes
de soldados vencidos
y se pierden, menudas y sonámbulas,
por entre puertas abiertas.
¿1532?: 1968
No dejaron caer bombas de napalm,
no envenenaron las aguas,
ni sembraron los campos de minas
y no pusieron trampas en los jardines.
Los códices se estuvieron silencionsos
y lo periodistas
reseñaron que no teníamos miseria,
ni explosión demográfica, y que la tierra
era compartida en común
y no teníamos gases lacrimógenos
o celdas especiales de tortura.
No hubo diarios que informaran
de nuestro llanto
ni teletipos que transmitieran
nuestros gritos.
Ningún compañero empapeló
con proclamas
el vacío de los muros
ni desde los balcones
los francotiradores
hicieron blanco en los yelmos.
Ellos siguieron tomando nuestras tierras
y vendiendo a nuestros niños
y el silencio fue el único camino
para nuestros pasos.
No hubo tableteo de ametralladoras
o golpes con bastones eléctricos.
Y bebieron mezcal en vez de Coca Cola
y masticando peyote en lugar de chiclets
y celebraron gozosos la caída de la ciudad
y la pudrición de sus habitantes.
PEQUEÑA HISTORIA
Toda la noche
escuchó la voz de su hermano
entre las piedras y canales.
Toda la noche batalló con las palabras
hasta hartarse de horror
con el sonido de su propio nombre.
Tres veces cerró la puerta de piedra
de su recámara
y otras tantas el viento la empujó
y lo encontró desnudo y ebrio
entre las mantas.
Al amanecer hizo encender braceros
y quiso que el incienso lo llenara todo,
hasta que los niños se ahogaran.
Por la tarde se lavó,
fornicó e hizo fiesta
por la muerte de su hermano
y de su amigo Tzicquiatzin
y los dos mil ochocientos guerreros
que iban a sitiarle.
BATALLA FLORIDA
Donde el agua sin armas
de los dedos
expande nombres y arcabuses.
Donde lo apenas vivido
es contemplado
en su áspera destrucción
por atrapar los pasos
y penosas palabras se levantan
y son puentes.
Donde las flores,
Se están quietas. Donde lo limpio ofende
y la historia es solo un nombre
encarnado en el instante próximo
que se estalla en sonajas, códices
y pasos.
Y a pesar de los crímenes,
los sacrificios y las guerras,
una piedra y otra piedra se levantan
para construir
el rostro de todos.
ÚLTIMO ESTAR
Volcado sobre sí mismo como un río,
pasa los días girando,
leyendo textos
y evitando la cercanía de la carne.
Modera su enojo. Corta puentes
y establece trampas en los ventanales
y esconde las armas
y desesperado mira a las estrellas.
Incendios hubo adentro de su sangre
y murió de una pedrada,
como un perro.
De tantos signos adversos,
de tanta traición
y tanto mierda,
ahíto de astrólogos y sueños,
con la cabeza colgada, vacío de su propia sangre,
su cuerpo estuvo muchos días con sus noches
tendido en los mercados
y el agua temblaba
en todos los canales
y el miedo
picoteaba lo ojos
y los labios
de las gentes.
SUEÑO CUMPLIDO
Los soldados apartan la neblina
con sus ametralladoras
y cumplen en las calles
su oficio de insectos.
Lavan raíces. Limpian muros
y raspan piedras
con sus cepillos de acero.
En la ciudad: ¿México, Bogotá, Caracas?,
Los niños salen a la calle de nuevo
y tienen miedo de recibir el sol
en sus ojos y los perros
lamen la sangre de los estudiantes.
Luis, Guillermo, Jack y yo
caminamos entre huesos
y purulencias y destrucción
de días ceremoniosos y carcomidos
como si fuera 1535,
pero en 1968 resulta inútil
hablar de antiguas fiestas o navíos
cuando nos queda entre las manos
solo un lenguaje de rifles y de gritos.
Tlatelolco, 1968
Bogotá, 1969
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