REPERTORIO AMERICANO |
ISSN-0252-8479 Segunda Nueva Época, N.° 27, Enero-diciembre 2017 Páginas de la 87 a la 101 del documento impreso Sitio Web: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/repertorio/index Doi: 10.15359/ra.1-27.6 |
Repertorio Americano: intelectuales y medio ambiente (1930-1952)
Chester Urbina Gaitán
Instituto de Estudios Latinoamericanos
Universidad Nacional, Costa Rica
Resumen
El objetivo de este artículo es clasificar y contextualizar diversos textos,como poemas y ensayos, sobre conservación del medio ambiente, aparecidos en la revista Repertorio Americano entre 1930 y 1952, relacionados con la educación ambiental y la naturaleza.
Palabras claves: Repertorio Americano (1919-1958), medio ambiente, naturaleza
Abstract
The aim of this article is to classify and to place in a context different texts , like poems and essays, about environmental preservation, published in Repertorio Americano during 1930-1952, related to environmental education and nature.
Keywords: Repertorio Americano (1919-1958), environment, nature
Introducción
El consumismo irracional del sistema económico capitalista condujo a formas de apropiación de los recursos naturales que aceleraron —principalmente desde mediados del siglo XX— la degradación de los ecosistemas del mundo (Hoffmann, 1996; SER, 2004). La constante alteración del hábitat debido a cambios en el uso del suelo, la deforestación y diversas formas de contaminación de aire, suelo y aguas, han puesto en entredicho la existencia tanto de la vida en el planeta como del sistema socioeconómico (Rozzi et al., 2001; Kaplan, 1994). La creencia en el paradigma del desarrollo sobre el cual se asentaron las naciones latinoamericanas, las condujo a una crisis ecosocial que debe ser frenada lo más pronto posible, donde no sólo tienen participación en la formulación de las políticas medioambientales los políticos, los técnicos y los científicos, sino también la población en general (Arredondo, 2000; Elizalde, 2009: 4; González et al., 2003; Grana, 2004; Moreno, 2006). Algunas de las principales críticas a este paradigma son el deterioro ambiental y el consumismo frenético y deshumanizado (Leff, 1994: 137).
Andrés Bordalí citando a Ernst von Weizsácker señala que los mayores problemas medioambientales se localizan en el Tercer Mundo, lo cual se debe fundamentalmente a cinco razones. En primer lugar, la mayoría de las especies animales y vegetales se encuentran en el mundo subdesarrollado, por lo que la destrucción ecológica de una cierta superficie de esta zona significa una pérdida de especies mucho mayor que la del mundo industrializado. Además, debido a la pobreza generalizada, los países subdesarrollados no cuentan con los medios financieros necesarios para tomar las medidas pertinentes para la protección del medio ambiente y agotan, además, los pobres, los últimos recursos ecológicos para sobrevivir de un día para otro. En tercer lugar, los países subdesarrollados se encuentran ubicados en zonas climáticas donde el agua y el viento arrastran fácilmente el suelo falto de protección. En cuarto lugar, tanto el crecimiento de la población como la consiguiente ocupación de tierra y expansión de las ciudades tienen lugar principalmente en los países subdesarrollados. Por último, el comercio entre los países subdesarrollados y los países industrializados es extremadamente asimétrico en lo que se refiere a bienes ecológicamente importantes (Von Weizsácker, 1993: 121-122, en Bordalí, 1993: 21-54). Estas circunstancias han hecho que los países subdesarrollados con el fin de obtener el ansiado desarrollo socioeconómico sacrifiquen sus recursos naturales. El período que se estudia en este capítulo se ubica dentro de la segunda fase de la periodización del impacto de la modernización tecnológica del capitalismo sobre el sistema ecológico planetario. Este período va de 1929 a 1971 y comenzó a estar específicamente regido por una dinámica en la cual la destrucción del sistema ecológico internacional cumplía una función estratégica directamente positiva para la subsunción real capitalista del proceso productivo. La destrucción del sistema ecológico comenzó a funcionar como un mecanismo estratégico para contrarrestar la caída internacional de la tasa de beneficio (Corona y Hernández (coords.), 2001: 171).
Fundamentado en todo lo anterior es que el presente artículo tiene como objetivo clasificar y contextualizar los textos publicados en la revista “Repertorio Americano” entre 1930 y 1952, por géneros literarios según las categorías de análisis crítico con respecto a las percepciones sobre la preservación del medio ambiente, la necesidad de que el sistema educativo incorpore el estudio de la educación ambiental y las percepciones sobre la influencia de la naturaleza en el desarrollo emocional del ser humano. En este texto se abordarán las temáticas anteriores con base en los géneros literarios en los cuales se manifestaron: artículos, narraciones, poemas y cuentos.
1. Poemas
En 1930, Repertorio Americano publicó el poema: “Tierra”, del escritor salvadoreño Alberto Guerra Trigueros (1898-1950), en cuya primera estrofa se destaca el carácter maternal de la tierra y el sustento que esta le brinda al ser humano:
¡Tierra baldía,
tierra estéril,
tierra triste!
Y con todo, Tierra Madre,
Origen y Fin,
Alfa y Omega,
¡tierra fecunda,
pero sin ríos de amor!
Mi corazón,
como una nube de tormenta,
vierte hoy la lluvia de sus lágrimas
sobre tu vientre amplio y redondo
como el mundo:
sobre tu vientre donde el sexo,
como un surco,
eternamente espera
la simiente!
(Repertorio Americano,
Sábado 26 de abril de 1930, p.253)
Guerra Trigueros promovió el verso libre y una poesía de tono coloquial, difundiendo así una poesía "vulgar", en el sentido de redimir la cotidianidad (Información tomada de: https://www.ecured.cu/Alberto_Guerra_Trigueros. Consultada el 1 de enero de 2017). Por otra parte, hacia mediados de diciembre de 1931, se da a conocer el poema: “A un árbol”, del estadounidense Edouard du Buron (1905-1996), donde sobresale el carácter protector de este ser vivo:
Me llego a ti a suplicarte que me permitas entrar
en tu soledad: Estoy cansado.
Todo el día lo anduve recorriendo el hombre por
si hallaba puerta abierta: Toda puerta
estaba cerrada.
Bebí del río hasta llenarme sin poder calmar mi
sed, y te he visto al pasar a tu lado.
Tus ramas me llamaron con música demasiado
sutil para el oído sensual: He aquí que
acudo a tu llamado.
Estoy a tus pies, listo a escucharte.
Permite que sea tu discípulo: Hazme semejante
a ti: Hazme con ramas para cobijar a mi
amada.
Abrázame con tu sombra hasta que caiga el
sereno de la noche: Y aun en la noche me
llenaré de tu majestad.
Junto a ti saludaré al sol que nazca: Me amparará
el rocío que te empape.
A la hora señalada he llegado a someterme a tu
regla: Árbol, árbol, árbol
(Repertorio Americano,
Sábado 12 de diciembre de 1931, p.340)
Para finales de mayo de 1932 se publica el poema: “El pino”, del checo Hurban Vajansky (1847-1916). Este texto se dedica a exaltar la paz espiritual que produce el pino en el escritor europeo antes mencionado:
Salud, oh pino perfumado! ¡Cómo
eres bello en la ilímite llanura!
Es bálsamo tu aliento
para el pecho que sufre honda amargura.
¡Oh pino, hermano mío,
con amor fraternal te miro, y siento
qué consuelo tan hondo en mi aislamiento
bajo la paz de tu ramaje umbrío!
He visto altas palmeras
erguirse bajo el sol del medio día,
mientras el mar cantaba, y blancos cisnes
mirarse en el azul de la bahía.
¡Oh pino, hermano mío,
¡con cuanto amor en mi memoria vive
la dulce paz de tu ramaje umbrío!
La tarde está cayendo.
Espectro de dolo hacia mí avanza,
y siento que la última esperanza
entre mi corazón se está muriendo.
¡Oh pino, hermano mío,
sobre mi extiende tu ramaje umbrío!
(Repertorio Americano,
Sábado 21 de mayo de 1932, p.274)
Cabe destacar que Vajansky fue un autor de la poesía y la prosa, crítico literario, publicista, ideólogo y político, una figura destacada de la cultura eslovaca. En los primeros días de junio de 1933, Repertorio Americano saca a la luz el poema: “La epopeya del árbol”, del bardo ecuatoriano Manuel Coello Moristz. En él se resalta el carácter incondicional del árbol, en el sentido de que éste le da todas sus partes al ser humano; sin embargo, el árbol no guarda rencor, más bien se siente hermano del ser humano, éste le da su cariño, aquel le brinda sus flores. La relación espiritual entre el árbol y el ser humano se evidencia en los siguientes versos:
Con el Señor, me vuelvo de infinita grandeza,
cuando llego a las Hostias hechas de espigas de oro.
¡y soy la dulce cárcel de su misma Realeza
cuando en el Tabernáculo custodio su tesoro!
Te bendigo Señor!...Yo te bendigo, en nombre
de mis grandes hazañas, con amor muy profundo:
¡yo acompañé a Colón para encontrar un mundo;
yo fui, con Jesucristo, la redención del hombre…
(Repertorio Americano, Sábado 10 de junio de 1933, p.347)
El 31 de diciembre de 1938, la revista en estudio hizo público el poema: “Primera canción de la tierra que descubro”, de la escritora salvadoreña Claudia Lars (1899-1974). En este texto se destacan los beneficios físicos y mentales que produce en el ser humano el contacto con la naturaleza:
¡De nuevo vagabunda!...
La montaña me llama con fresca voz de olor,
y el horizonte
con su guiño azul.
Me pesa la ciudad como una carga de cemento.
Feo es el hombre que la habita
y que la llena de basuras.
Triste y estúpido
su perenne trajín.
¡Yo busco lo sencillo!
Aire de soledad
para limpiar el hollín de mis pulmones
(Repertorio Americano, Sábado 31 de diciembre de 1938, p.90)
Una diferencia destacada del estilo literario de Lars con respecto a sus homólogas, la constituye el uso bucólico que incorpora en su poesía. El hecho de emplear lo bucólico vincula a Lars con la tradición modernista de El Salvador, la cual es “paisajística y sensorial llena de elementos naturales” (Escaja, T. (ed.), 2000: p. 166). Cuatro meses después se conoce el poema: “La tierra es ya tu amiga” del colombiano Antonio Oliver (1903-1968). En este texto se apela a no vender la tierra al capital imperial y a defenderla con el fusil y la agricultura:
Estabas en lucha con la tierra, campesino.
La tierra —paradoja— aún era tu enemiga.
Tu pie, por ella, iba prestado,
envidioso del árbol y la espiga.
Ahora, ya no;
la tierra es ya tu amiga,
camarada.
Toda cabe en tus ojos vegetales.
La tierra, sojuzgada,
como tú, al poder de los burdos capitales.
La tierra que vivía
sin aguas ni caricias fraternales;
la que apenas paría
cosechas en los junios candeales.
Cuídala, campesino.
Mejora con el tuyo, su destino.
Hazla tu amada, tu mujer, tu amiga,
y tu pie sobre ella
crezca a la par que el árbol y la espiga.
Toda la tierra tuya,
camarada.
Tierra de España,
de la España honrada
que no vende su planta al extranjero.
La que defienden juntos
el fusil y el arado
compañero.
(Repertorio Americano,
Sábado 22 de abril de 1939, p.206)
Con respecto a la tierra, el autor antes mencionado en su obra de poesía Libro de Loas (1946) refleja su tierra natal en paisajes, montes, mares y pueblos. También se refiere a las bellezas morales de que el hombre está dotado. (López, J. L. A., 2006: p.38). Por otra parte, en los últimos días de enero de 1944, se publica “Motivos del árbol”, del mexicano Rogelio Ruiz y Rojas (1898-1949), en el cual se medita sobre lo efímero de la existencia de los seres vivos:
Junto al arrogante pino
que alza con garbo su testa,
cumple la grama modesta,
su destino.
Muere el pino que se expande,
muere la grama ignorada,
y se juntan en la nada
lo pequeño con lo grande
(Repertorio Americano,
Sábado 29 de enero de 1944, p.22)
Sobre Ruiz y Rojas se ha dicho que llevó el paisaje del trópico húmedo a su más alta expresión poética. (Acosta, M. A., 2006: p.52). Hacia mediados de enero del año en mención se conoce el poema: “Abetos”, del estadounidense Robert Frost (1874-1963), en el cual el autor recuerda sus juegos de niñez en las copas de estos árboles, donde creía que se podía conectar con el cielo (Repertorio Americano, Sábado 19 de febrero de 1944, p.38). Dos meses después aparece: “Un puñado de polvo”, de James Oppenheim (1882-1932) —de la misma nacionalidad del escritor anterior— donde la naturaleza está vinculada a episodios de la vida humana:
Me incliné hasta la tierra callada y alcé de ella un puñado de polvo…
Era un puñado de humanidad lo que empuñaba?
Era la atonizada y esparcida belleza de una mujer o de un bebé?
Porque el viento esparce por las colinas de la tierra el polvo de las marchitas generaciones
Y no hay ni una gota de agua en el mar que no haya sido gota de sangre o lágrima
Y no hay ni un átomo en la savia de una hoja o de un capullo que no haya sido savia de amor de un ser humano.
Y no hay terrón que no haya sido rosada curva de un labio, un pecho, una mejilla…
(Repertorio Americano,
Sábado 25 de marzo de 1944, p.78)
A finales de enero de 1945, Repertorio Americano publica el relato: “He ido al campo…”, de la costarricense Myriam Francis Brenes-Góngora (1928- ), donde se da a conocer que el contacto con la naturaleza trae purificación espiritual para el ser humano:
“He ido al campo. Traigo en los cabellos perfume de resedas y de mirtos, matizan mis mejillas rubores de geranio, y en las manos tengo frescor de arroyuelo y aroma de frutos silvestres. Mis plantas desnudas han hollado la menuda hierba, que enseguida ha vuelto a erguirse a la voz de la brisa.
El alma se siente limpia y pura por el influjo bienhechor de la campiña. Los pensamientos son blancos como hostias, no sabe ya de mezquindades el corazón, y los labios tienen, en besos y en palabras, la dulzura del néctar… Una paz luminosa se me ha adentrado en el alma, nunca como ahora tan dulce y serena, y ha florecido en rosas de amor.
¿No sabes, amado? He ido al campo esta tarde” (Repertorio Americano, Lunes 29 de enero de 1945, p.223). La misma paz espiritual la expresa la autora en otro texto denominado “Paloma”, donde refiere que el ser humano que adquiera el alma de esta ave obtendría una vida sencilla y riente (Repertorio Americano, Sábado 22 de diciembre de 1945, p.127).
Para mediados de febrero de 1946 sale a la luz el poema de Yolanda Caligaris de Estrada: “Los pinos”, en el que se les confiere a estos árboles rasgos humanos debido a que poseen alma, se les compara con monjes y lloran cuando son talados (Repertorio Americano, Sábado 16 de febrero de 1946, p.198). En los últimos días de marzo de 1947 se publica: “El manantial”, del escritor panameño Mauricio Verbel G. donde se proclama que la esencia fecundante del agua lleva vida a los mustios y estériles parajes (Repertorio Americano, Sábado 29 de marzo de 1947, p.406). El 26 de julio de 1947 se da a conocer el poema: “Contigo voy…” del costarricense Pilar Bolaños donde se compara al ser humano con un árbol:
Con cada amigo que parte, parto yo.
¿Y tú sabes lo que es el alejarse?
El hombre es como un árbol que florece…
Dejar raíces en la tierra, cuesta y duele tanto!
Con cada amigo que parte, parto yo.
El hombre es como un árbol que florece…
Avanza por la tierra floreciendo.
Flores sus ramas, sus raíces flores,
sus raíces profundas, resistentes,
se abrazan a la tierra —la llaman patria—,
se alargan hasta el alma de otros hombres
—dicen amigos—
se trenzan en la malla de la vida —digamos lucha—
Son miles de raíces que se anudan.
El hombre es como un árbol que florece…
Sus ramas florecidas siempre buscan el sol,
la luz celeste, las estrellas,
sus ramas siempre buscan subir
y por la flor ardiente —digo, la boca—
siempre sube la vida, se escapa el grito
y se deshila el llanto.
Con cada amigo que parte, parto yo…
Cada vez que se aleja un corazón
mis raíces se anudan a esta tierra
y se quiebra mi árbol,
se prolonga, sus flores en el viento
se dispersan
y me voy por la vida
sobre el barco celeste del afecto.
Canto y veo partir un corazón, un corazón que pudo ser el mío…
(Repertorio Americano,
Sábado 26 de julio de 1947, p.47).
Para el 5 de junio de 1948, Repertorio Americano publica el poema del poeta venezolano Héctor Guillermo Villalobos, denominado: “Mujer, tú eres la madre tierra!”, donde el bardo suramericano compara la tierra con el sufrimiento y la fecundidad de la mujer, principalmente de la indígena:
Flor de anónimo heroísmo,
concubina injerta en madre!
con el pecho acribillado
por más agudos puñales
que espinas tiene el cardón
en la supliciada carne.
Todo el dolor de esta tierra
en el corazón te cabe,
porque es dolor maternal,
fecunda pena entrañable,
y eres tú como la tierra
cuando sufres, cuando pares,
cuando te inmolas sin quejas
por dar a todos tu sangre
en la cruz del diario afán que clavan manos culpables!
(Repertorio Americano, Sábado 5 de junio de 1948, p.339).
Sobre Héctor Guillermo Villalobos se conoce que fue un poeta, periodista, educador y político. Fue reconocido como el poeta que manejó el romance con más destreza en Venezuela (s.a. “Romance de una madre campesina, Héctor Guillermo Villalobos”, 2016). Información tomada de: http://www.panorama.com.ve/ciudad/Recordamos-al-autor-del-poema-Romance-de-una-madre-campesina-Hector-Guillermo-Villalobos-20160720-0043.html Consultada el 12 de junio de 2017). El 20 de febrero de 1949, la mexicana Margarita Paz Paredes en su poema: “Andamios de sombra” indica que la naturaleza estaba antes que existiera el ser humano y que de ella surgió el ser humano y a ella retornará cuando muera:
Milenios antes de la sangre,
de la angustia y del llanto.
La entraña era de fuego,
la cintura de agua.
De mí nace la vida
desbordante de anhelos
y a mí retorna, exhausta, huérfana, derrotada.
(Repertorio Americano,
Domingo 20 de febrero de 1949, p.357)
Con respecto a la escritora Paz Paredes, se sabe que estudió periodismo y posteriormente filosofía y letras en la Universidad Autónoma de México y que se consagró a las letras completamente, intentando cambiar su pequeño mundo, promoviendo ideas de conciliación y respeto (s.a.“Poemas del Alma”. Información tomada de: https://www.poemas-del-alma.com/margarita-paz-paredes.htm Consultada el 12 de junio de 2017). A finales de octubre de 1950, el español Manuel Gutiérrez de la Fuente en “Elegía Crepuscular” exalta la soledad del árbol y la calma con que vive, la cual debía ser un ejemplo moral para el ser humano:
Dos árboles solos…
Pero están solos,
con los nervios podridos
por el paroxismo de la calma. Solos, sin nadie. Sin nada.
(Repertorio Americano, Lunes 30 de octubre de 1950, p.317).
A inicios de setiembre de 1951, el poeta colombiano Germán Pardo García encuentra la unidad del universo en la figura de la mujer-naturaleza:
Mujer naturaleza: así te llamo,
porque a través de tu unidad comprendo
la oculta geometría de las cosas;
la furtiva inocencia de los ciervos
y la ductilidad del girasol.
Fuerte y feraz como la tierra misma,
a ti, mujer naturaleza, vengo
a construir la casa de mi espíritu con soleras de roble y abedul.
(Repertorio Americano, Sábado 1 de setiembre de 1951, p.155)
Pardo García fue fundamentalmente un poeta, de iniciación posmodernista y temperamento romántico, pero de aspiraciones independientes, a tono con su fervor de soledad (s.a. “Germán Pardo García”. Información tomada de: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/pardo_garcia.htm Consultada el 12 de junio de 2017). Por último, en 1952, R. Caltofen Segura en un verso sin título evoca la soledad que comparten la tierra y el ser humano y el papel de mediadora espiritual de esta:
Tierra de soledad!
Tierra de soledad, guarda en tu seno
mi soledad, hermanas soledades
que alma son de los dos;
tierra de soledad, campo sereno,
tú cuando llegue el fin de las edades me pondrás cara a Dios.
(Repertorio Americano,Domingo 15 de junio de 1952, p.287).
De lo expuesto por los diferentes poetas que escribieron en Repertorio Americano sobre la relación entre el ser humano y el medio ambiente, se deriva que tiene las siguientes características: el ser humano proviene de la vitalidad que brindan la naturaleza y el agua, el carácter maternal de la tierra y su comparación con la mujer debido al sustento que brinda y a la fecundidad que posee, la tierra constituye la unidad del universo y es la mediadora espiritual del ser humano, la necesidad de defender la tierra y sus recursos de la depredación del capital imperial, los beneficios físicos y mentales que trae el contacto con la naturaleza para el ser humano; por último, con respecto a la figura del árbol, éste se pone como ejemplo moral debido a su carácter protector, a la paz espiritual y al estoicismo que representan las similitudes que poseen el árbol y el ser humano: primero, como seres vivos que están llamados a morir y, segundo, como seres espirituales que poseen alma.
2. Artículos
A principios de julio de 1931 aparece el artículo del ecuatoriano Juan Montalvo (1832-1889): “Elogio de los árboles”, donde se retoma el pasaje donde don Quijote le pregunta a un anciano por qué estaba derribando unos cipreses. A lo que el anciano respondió que lo hacía porque la sombra que daban los árboles no le propinaba ninguna ganancia económica, mientras que el terreno limpio de vegetación hacía que valiera más, ya que podía ararlo y sembrar lechugas y coles. Para el Quijote, un árbol ha recibido lentamente la virtud misteriosa de los siglos y la recóndita substancia de la tierra, por lo que es un objeto que infunde respeto y amor casi religioso. Por último, este personaje señala que a diferencia de los cristianos, los paganos veneraban más la naturaleza, principalmente los bosques que consideraban lugares sagrados. Para ilustrar esto, pone como ejemplo a los japoneses, quienes respetan los árboles tanto como a sus dioses, plantándolos por donde quiera, con lo que daban sombra a los caminos (Repertorio Americano, Sábado 4 de julio de 1931, p.2).
Para mediados de setiembre del año antes citado, la escritora chilena Gabriela Mistral (1889-1957), en su escrito: “Conversando sobre la tierra”, enfatiza el problema de la enajenación y la pérdida de soberanía sobre la tierra en los diferentes países latinoamericanos. Para la escritora sudamericana: “La tierra es el sostén de todas las cosas y no hemos creado todavía otra mesa que soporte nuestros bienes. Las cosas visibles y las invisibles descansan sobre ella, desde la más pesada, como el metal vulgar que es el hierro, hasta la fina como la canción regional; la santa nutridora hace salir de ella lo mismo el clásico café que el pensamiento de Hostos” (Repertorio Americano, Sábado 19 de setiembre de 1931, p.172). Por otra parte, Mistral refiere cómo en una provincia de un país del continente latinoamericano, un tercio de la tierra se había enajenado al capital foráneo en un lapso de tiempo de treinta años. Esto la lleva a decir que: “Tierra nuestra podemos llamar solamente a aquella que según las listas de los Municipios, muestre nombres y apellidos nacionales en la inscripción de la propiedad; riqueza nuestra es aquella cuyo caño abastecedor, sea de petróleo, de goma o de maleza, sea sostenido por manos propias, por las manos de nuestro color (Repertorio Americano, Sábado 19 de setiembre de 1931, p.173). Este texto se dio a conocer siete años antes de que en México el presidente Lázaro Cárdenas llevara a cabo la nacionalización del petróleo.
Con respecto al pensamiento de Mistral sobre América Latina, se sabe que ella hace un llamado y un grito desesperado para que el continente se reconozca fuerte, autónomo, como un solo pueblo lleno de riquezas y de belleza. Para la escritora chilena, este continente lo tiene todo; es su gente la que debe aprender a quererse y a querer su suelo. La tierra, el folklore, el paisaje, el cielo, la lengua de América es lo que nos hace poderosos. (Ojeda M., C. “Gabriela Mistral: más allá de lo evidente”. Charla ofrecida en el Teatro del Lago de Frutillar, con motivo del VI Festival Latinoamericano realizado entre el 4 y el 29 de Septiembre de 2010, pp.6-7. Información tomada de: http://www.fundacionlafuente.cl/wp-content/uploads/2010/09/Gabriela-Mistral.pdf Consultada el 2 de enero de 2017).
El 9 de enero de 1932, sale a la luz el texto del uruguayo Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931) denominado: “Mis árboles”, donde el autor señala cuáles son los árboles que había sembrado en su casa, entre los que destacan el ombú, el peral, la higuera y el cocotero. También había sembrado enredaderas, madreselvas y jazmines. Para este escritor, era posible escribir un poema hecho de olores entre los de la madreselva y el de las azucenas (Repertorio Americano, Sábado 9 de enero de 1932, p.6). Siete días después aparece publicado del mismo autor un fragmento de El Sermón de la Paz, llamado: “Terra patrum”, en el cual el amor a la patria se deriva del amor a la naturaleza: “Ese sentimiento de patria, o terra patrum, o patrimonio colectivo, existe en el fondo de todo amor humano a la naturaleza; radica en él quizá.” (Repertorio Americano, Sábado 16 de enero de 1932, p.19). En este texto, Zorrilla deja palpable una atmósfera de nostalgia, de piedad y de profunda veneración por la naturaleza. (Información tomada de: http://www.mec.gub.uy/academiadeletras/DANNOMBRE/Zorrilla_SanMjuan.htm Consultada el 3 de enero de 2017).
Para finales de setiembre del año antes mencionado se da a conocer “Elogio del árbol”, del colombiano Alberto Carvajal. Para Carvajal, el árbol nos da sus flores, sus frutos, su savia y su madera que sirve para construir diferentes tipos de muebles, amén de la protección de su sombra benéfica, la confortación del espíritu con la alegría de sus flores y la frescura de su aroma. Debido a estos beneficios es que los seres humanos le han rendido culto. El árbol es una aspiración permanente de lo transitorio a lo eterno: “Por su tronco asciende el clamor recóndito de la tierra a los cielos, la voz del reconocimiento al infinito Poder y la imploración de piedad para esta pobre humanidad fatua y desgraciada” (Repertorio Americano, Sábado 29 de setiembre de 1934, p.192). También se resalta el hecho de que en Colombia se festejaba el día del árbol —no por compromiso sino por imitación— donde se acostumbraba sembrar árboles y luego se los dejaba morir de sed y abandono. Para el autor esto demuestra que nuestro negligente interés por el amor al árbol era un índice de la deficiencia de la cultura de los países latinoamericanos. El texto concluye con la ejemplaridad moral que enseña el árbol: “Defendamos, loemos, bendigamos el árbol que, según Rette, enseña la cordura y despierta el sentido de la Belleza” (Repertorio Americano, Sábado 29 de setiembre de 1934, p.191).
En marzo de 1945 aparece: “El hombre contra el árbol” del colombiano Germán Arciniegas (1900-1999), donde se crítica la práctica deforestadora de los seres humanos. El autor resalta las políticas conservacionistas que se ponían en práctica en los Estados Unidos. También se da a conocer que frente a los desastres naturales que provoca la deforestación, los campesinos colombianos estaban empezando a advertir que las quebradas se estaban secando, que un hilo de agua valía más que muchas fanegadas de tierra y que la quema de los montes debía detenerse si se quería salvar la vida rural y conservar las reservas de agua para los acueductos urbanos (Repertorio Americano, Viernes 30 de marzo de 1945, p.302). En el pensamiento de Arciniegas, el paisaje se analiza ante lo que se denominó “mundonovismo”, en el cual se desarrollaron dos vertientes claramente definidas: una que convirtió el paisaje en protagonista de sus ficciones, con la tesis de que el reto civilizador consistía en domar esa naturaleza salvaje, donde sobresale Rómulo Gallegos; otra que descubrió la magia de su paisaje y de su historia, desarrollando la teoría de lo "real maravilloso" con novelistas y ensayistas en la que destaca Alejo Carpentier (Triviño, Consuelo. “Germán Arciniegas: el hombre y su obra”. Información tomada de: http://www.ensayistas.org/filosofos/colombia/arciniegas/introd.htm Consultada el 4 de enero de 2017).
A mediados de febrero de 1946 sale a la luz el artículo: “Los encantos del árbol”, del intelectual costarricense Anastasio Alfaro. En este texto se señala que el alma de un árbol resplandece en un bosque. La belleza de los árboles perdura después de su muerte en la confección de muebles y es la mayor atracción de las poblaciones rurales. Se citan los nombres de árboles como el Cocobola Ñambar, el Guanacaste, el Guapinol, el Mango, el Higuerón, el Jaúl, el Caoba, el Caobilla, el Cedro Amargo, el Laurel, el Candelillo y el Cristóbal. Se concluye con la recomendación de que el cultivo y protección de los árboles debe fomentarse por todos los medios posibles, debido a que representan una fuente de riqueza y el mayor atractivo de la flora nacional (Repertorio Americano, Sábado 16 de febrero de 1946, p.208). Seis meses después, Fresia Brenes de Hilarov, en su publicación denominada: “Costa Rica”, denuncia que al país cuando le talaban sus árboles le estaban robando sus selvas. Esas riquezas naturales eran propiedad de la nación. La autora resalta cómo en los Estados Unidos se habían formulado leyes que fomentaban la plantación de árboles. Por último, se hace un llamado para que los habitantes del país defiendan los bosques ya que ellos purifican el ambiente (Repertorio Americano, Sábado 17 de agosto de 1946, p.286).
El 20 de octubre de 1948 se publica el artículo del escritor colombiano Rafael Jaramillo Arango titulado: “La fiesta del maíz”, donde se señala: “En la montaña el maíz es la voz de la tierra, el prodigio que brota hasta volverse oro, el oro de los granos amarillos, que maduran en la propia caña y que ofrecen al hombre cuanto éste puede apetecer” (Repertorio Americano, Miércoles 20 de octubre de 1948, p.168). A finales de mayo de 1949, el español Pedro Caba en su artículo: “¿Será verdad que tienen alma?” compara un río con el ser humano, en el sentido de que el primero tiene escalofríos y sensibilidad de piel, tiene personalidad al igual que un humano y que el nacimiento del ser humano está ligado a la existencia de los ríos. También Caba resalta que cada río tiene nombre y tiene biografía (Repertorio Americano, Lunes 30 de mayo de 1949, p.133). Lo señalado por Caba acerca de que el río tiene alma, se deriva de su idea de que el hombre posee la aptitud de “pre-esenciar”, mediante la que se manifiesta el ser ontológico que cada cosa alberga antes de ser presenciada (s.a. “CABA LANDA, Pedro”. Información tomada de: http://www.saavedrafajardo.org/CentroDocumDiazAbad.aspx?letra=C&autor=CABALANDAPedro&idAutor=1008895 Consultada el 12 de junio de 2017).
Unos meses después, Repertorio Americano publica el artículo: “Medio siglo de fiestas del árbol”, el cual había salido a la luz en el periódico El País de Montevideo el 18 de mayo del año antes citado. Según esta publicación, en Uruguay en el año 1900 se decretó la “Fiesta de la Plantación de los Árboles” que posteriormente se transformó en “Día del Árbol”. Dicha festividad se desdobló en dos: la del 18 de mayo, como “Día de la plantación del Árbol” y la del sábado anterior al 23 de setiembre, como “Fiesta del Árbol”. Pese a la celebración de esta festividad, se argumentaba que los discursos oficiales, las notas periodísticas, los informes burocráticos, los sermones escolares, las conferencias técnicas y la prolífera bibliografía sobre el árbol, habían resultado predicaciones en el desierto. Sólo el tres por ciento de la superficie territorial uruguaya estaba cubierta por bosques ralos y malos. Este artículo no denuncia la falta de políticas de conservación de los bosques por parte del Estado uruguayo, más bien se achaca que la impaciencia de los uruguayos por cortar los árboles, aunque no tuvieran la madurez suficiente, era la culpable de la pérdida del bosque en el país en mención (Repertorio Americano, Jueves 1 de setiembre de 1949, p.286).
A finales de agosto de 1950, el puertorriqueño Luis Villaronga, en su artículo: “Naturaleza, siempre novia”, se refiere a que la vida del hombre es breve y que este envejece en poco tiempo. La naturaleza, por el contrario, no envejece. Asimismo, Villaronga compara la naturaleza con la mujer, la cual tiene el candor, la ternura y la piedad de las doncellas hermosas y buenas. Además, la naturaleza es novia, hermana y madre de los hombres y ofrece sus amores a los hombres que la buscan (Repertorio Americano, Lunes 30 de agosto de 1950, p.251). Para el 15 de setiembre del año antes referido, sale a la luz el texto del guatemalteco Virgilio Rodríguez Beteta denominado: “Oración por los árboles”, en el cual se le atribuyen al árbol varias características: era el ser más bueno, el más humilde, tranquilo y sabio, era el símbolo de la sabiduría, era amigo del sol y de la luz, del aire y de la libertad. Era el supremo inspirador y el supremo consolador de las heridas del alma, era el supremo vencedor, era el supremo amor, maestro y arquitecto. Después de la exaltación de estas cualidades, Rodríguez Beteta les ruega a los niños que amen el bosque, que siembren árboles y que rueguen por todos los árboles (Repertorio Americano, Viernes 15 de setiembre de 1950, p.260). Unas semanas después, aparece el artículo del mexicano Antonio Mediz Bolio llamado: “El árbol que habla”, donde se señala que los mayas elaboraban sus libros del papel de la corteza macerada de ciertos árboles. El autor enfoca su relato en el significado de la palabra libro en el idioma maya. En esta lengua, libro se denomina Analté, y significa “árbol que habla”. Lingüísticamente analizado, este vocablo se descompone en anal —rumor de voces, ruido grande de palabras de gente—, y té, que significa vegetal, madera o árbol (Repertorio Americano, Lunes 30 de octubre de 1950, p.319). Sobre don Antonio Mediz se conoce que dominaba la lengua maya y tradujo a tal lengua y de ese idioma al español una buena cantidad de obras. Ejerció la docencia en temáticas mayas, particularmente en historia y literatura. Fue profesor de literatura maya en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Escribió poesía, teatro, historia, novela, ensayo, guiones cinematográficos, comedia, fábula, zarzuela y opereta (s.a. “Biografía de Antonio Mediz Bolio”. Información tomada de: http://www.compartelibros.com/autor/antonio-mediz-bolio/1 Consultada el 12 de junio de 2017).
En el pensamiento de los escritores que trataron el tema de la vinculación entre el ser humano y el medio ambiente, se enfatizó la necesidad de defender a la tierra de la enajenación y la pérdida de su soberanía, el carácter maternal de la naturaleza y que el amor a la patria se deriva del amor hacia esta. Acerca de la figura del árbol, se exaltan los múltiples beneficios que brinda, tanto materiales como espirituales, y la necesidad de conservar los bosques y las fuentes de agua, principalmente fluviales.
3. Cuentos
En los primeros días de enero de 1934 se publica el cuento del ecuatoriano Pablo Palacio (1906-1947) titulado: “La rebelión del bosque”, donde se narra cómo en un bosque citadino unos cedros leprosos incitaban al resto de árboles a rebelarse. Ante esto, un coro de magnolias mamoides indicaban que la rebelión debía de hacerse contra el hombre, ya que estos los tenían bajo su dominio y para su servicio. Además, se comentaba que el ser humano se había desarrollado por encima de los demás seres vivos debido al estancamiento de la libertad de los árboles. Empero, los pinos emitieron su opinión y aclararon que la revolución no era contra el hombre, sino contra la condición de árbol. Al destruir esa condición se habrá renovado su condición de seres libres (Repertorio Americano, Sábado 6 de enero de 1934, p.13). El cuento anterior se enmarca dentro del pensamiento de Palacio quien pretende retomar la realidad, alcanzando temas que estaban guardados y olvidados. La narración es literal a la realidad, pero también evoca el asco de las personas por su propio escenario. Su literatura trasciende al realismo abierto y critica a la sociedad quiteña en la que vivió. Propone una revolución literaria mediante la crítica, él mismo fue un revolucionario, disconforme con el ambiente en el que se desenvolvía (Torres, Sandra. “Pablo Palacio y su narrativa”. Información tomada de: https://historiaecuador.wordpress.com/2011/01/07/pablo-palacio-y-su-narrativa-2/ Consultada el 5 de enero de 2017).
Conclusión
Los autores que escribieron en la revista Repertorio Americano durante el período 1930-1952 acerca de la relación entre el ser humano y el medio ambiente, enfatizaron en el ligamen que tenemos con la tierra, la naturaleza y el agua, donde se encuentran los orígenes de los seres humanos y su sustento. El análisis de la relación anterior no se limita a lo biológico, sino que incluye el ámbito espiritual, donde la tierra es la unidad del universo y la mediadora espiritual de los seres humanos; asimismo, se toca el tema de los beneficios físicos y mentales que lleva el contacto con la naturaleza. La figura del árbol vuelve a tomar un papel central como referente moral debido a su carácter protector, a la paz espiritual y al estoicismo que simboliza. Se destacan las similitudes que poseen el árbol y el ser humano: primero, como seres vivos que están llamados a morir y segundo, como seres espirituales que poseen alma. Un tema destacado fue el llamado a defender la tierra de la enajenación y la pérdida de su soberanía del capital imperial. Como seres dependientes del medio ambiente, los escritores resaltaron la necesidad de preservar los bosques y las fuentes de agua, principalmente fluviales.
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