R E P E R T O R I O | A M E R I C A N O | |
Segunda nueva época N.° 28, Enero-Diciembre, 2018 | ISSN: 0252-8479 • Doi: 10.15359/ra.1-28.25 | |
Ya nadie llora por mí
(Poesía a partir de la novela
Ya nadie llora por mí de Sergio Ramírez)
Fabián Campos Boulanger
Sinopsis y resumen
El inspector Dolores Morales es un exguerrillero que luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza y fue parte de la Policía Sandinista que luego se convertiría en la Policía Nacional. Cuando terminó labores en ella se dedicó a ser investigador privado. En el tiempo del caso de la novela es un investigador que no goza de la mejor clientela, más bien trabaja atendiendo casos que son, principalmente, de infidelidad entre parejas. Sin embargo, para algunas personas de influencia todavía goza de una buena reputación como investigador. Es por eso que es contratado por Miguel Soto Colmenares, un gran empresario bancario muy acaudalado, para encontrar a su hija, la cual ha desaparecido. Soto Colmenares es enfático al ordenar que no se dé parte a la policía. En este momento se asume la corrupción de la policía y la relación con el gobierno sandinista, la forma en que el poder opera en Nicaragua y la racionalidad política que opera detrás de la desaparición de la joven.
Trozos y poesía
I.
Él
Trozo
El inspector Dolores Morales (Managua, Nicaragua, 18 de agosto de 1959) es un antiguo guerrillero de la lucha contra el dictador Anastasio Somoza Debayle depuesto por la revolución triunfante del Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) en julio de 1979; fue miembro de la línea de la Policía Sandinista desde su fundación (más tarde Policía Nacional), y tras recibir la baja se convirtió en un investigador privado.
Poesía
Dolores y balas
ambos la misma mitad
de un sueño decrépito
que apenas y se sostiene
en el profundo olvido
de la explosión de la pólvora.
Balas y dolores
la otra mitad,
esa que es hedionda
y penetra por la nariz
destruyendo tantas historias
que cuelgan junto con las fotos
de cada muerto.
Dolores y la ortiga,
caminar solitario dentro de una herida,
un dictador que ortiga
las entrañas de su pueblo.
Los dolores que lleva en las manos
un pobre guerrillero
los dolores tristes
del Inspector Dolores.
II.
Indigentes
Trozo:
Del otro lado, la basura acumulada desbordaba hasta la mitad de la calle, y una tropa silenciosa compuesta de mujeres y niños hurgaba entre los desperdicios. Unos escogían cartones, trapos, botellas y envases plásticos que metían en sacos, y otros rasgaban las bolsas negras de polietileno en busca de desperdicios útiles, y de frutas magulladas, o a medio podrir, que ponían en canastos. Ya llenos los sacos y los canastos, iban a depositarlos en un carretón tirado por un caballo ceniciento que enseñaba el costillar.
Poesía
El Calvario, la calle 15 de septiembre
la iglesia que se ciega
la patria que aprisiona.
Los desperdicios de la humanidad.
Viene la noche en un taxi
recordando que la lucha
la ganó en el último minuto.
Solo queda un único foco
como el soldado vencido
pero valiente viene a alumbrar
los desperdicios.
Solo quedan de la revolución
los miserables
las vencidas
los Dolores impregnados
en cada cobija de cartón
en los harapos de piel
en la ausencia de un sueño.
Los desperdicios de la revolución
es la revolución de los dolores
que se alejan en el carretón
tirado por el rocín
de un Quijote
que ha vuelto a perder su batalla.
III.
La verdad
Trozo:
-¿Voy a seguir, entonces, averiguando su paradero, sin darme por satisfecho con lo que ya sé? -Preguntó el inspector Morales.
-Recuerde que hemos dejado otra vez el caso abierto. – dijo Lord Dixon.
-¿Aunque pierda el dinero de la recompensa? -Preguntó el inspector Morales.
-Siento mucho responderle que así es -dijo Lord Dixon-. Y peor. Porque al contradecir las instrucciones de Agnelli de no meterse con las causas de la desaparición, se expone a represalias de naturaleza insospechada.
- Vamos a averiguar a fondo de qué se trata el verso, no importa que Agnelli se encabrone y me quiera mandar a joder -dijo el inspector Morales-. ¿Eso es lo que querés decir?
-Ha interpretado fielmente mis palabras, inspector -contestó Lord Dixon.
Poesía:
Diez mil monedas no valen una verdad.
No valdrían todos los aguaceros de dólares esta verdad.
la sangre de mi rostro
ha puesto una gota en el cáliz
que hemos llenado tantos
si vienen los puños burgueses
y revientan mi bazo
o el hígado
o las costillas
si vienen las balas
y penetran mis harapos
mis ausencias
y mis manos
si pretenden que los desperdicios
de sus poderes putrefactos
alimenten estos dolores
te contradeciré
sentirás en tu puño mi resistencia
mi avance
mi búsqueda.
Estos dolores
sin morfina
revolucionarios
sangrantes
no se detienen.
La claridad saldrá a la luz
y entonces
la Nicaragua de Dolores
será Verdad.
IV.
La búsqueda
Trozo:
Cuando Tongolele entró al dormitorio encontró a Rambo en la cama, la espalda pegada a la pared, custodiado por dos policías. Los mandó a salir, lo mismo que al jefe de la patrulla.
-Serafín Manzanares Tinoco, combatiente de la columna Gaspar García Laviana del Frente Sur Benjamín Zeledón -dijo Tongolele sin quitar los ojos del carnet de bordes deshechos, y donde Rambo aparecía bastante más joven, asustado frente al deslumbre del flash y las crenchas del pelo a la altura de los hombros.
-Para servirle -dijo Rambo, y se llevó dos dedos a la sien-. Como el teniente me estaba confundiendo con otro sujeto, le pedí que buscara en mi pantalón mi cartera, y así salíamos de duda.
-¿Con quién te estaba confundiendo?-le preguntó Tongolele.
-Con la persona que vive en esta casa -dijo Rambo.
-Y a esa persona, claro está, vos no la conocés -dijo Tongolele.
-¿Al inspector Morales? Lo conozco más o menos -respondió Rambo.
Poesía:
Vendrás a buscarme
con tu camisa caqui abierta.
El sopor manchará
tu almidonado disfraz.
Vendrás por mí
poder del miedo
pero no estoy ahí,
ahí donde buscas.
Siempre llegarás tarde,
esta revolución que llevo por dentro
es de muchas y muchos,
marchamos de nuevo.
Ahora quien teme sos vos,
dueño de dinero
de policías
de balas.
Ahora venís a buscarme para matarme
pero este caminar me hace inmortal
somos muchos los Dolores
la revolución somos muchos.
Señor dictador
escuche bien
que su matón no me ha encontrado durmiendo
estoy caminando
y más temprano que tarde
el que se orinará de miedo
es usted.
V.
Regreso
Trozo:
-Tengo que volverme a Nicaragua -dijo el inspector Morales mirando el celular muerto en sus manos.
-¿Cuándo es el viaje? -preguntó Rambo.
-Apenas empiece a clarear, para poder ver por cuál vereda me meto -contestó el inspector Morales.
-Yo me voy con usted de regreso, faltaba más -dijo Rambo.
-Siempre has sido un irresponsable de marca mayor, Serafín -dijo el inspector Morales, mirándolo con gratitud.
-El comal le dice a la olla -se rio Rambo.
…
-Tongolele no va a darle ninguna cordial bienvenida, inspector -dijo Lord Dixon.
-Te advierto que ahora sí nos pueden joder de verdad, Serafín -dijo el inspector Morales.
-Más de lo que me han jodido ya, solo que me maten -dijo Rambo.
…
-Esta va a ser la primera agencia de detectives clandestina que se ve en el mundo -dijo Lord Dixon.
Poesía
La hora de volver es ahora.
He seguido el rastro de podredumbre
y ahora te veo a los ojos.
No le temo a tu policía,
sus amenazas
o sus balas.
Tengo el mercado,
sus cotidianidades y sus ilusiones de mi lado,
ahí, exactamente ahí
podrás encontrarme.
Aliviaremos los dolores
mi pueblo y yo,
yo soy mi pueblo Dolores
y mi pueblo dolido
somos todas y todos.
La hora de la Revolución es ahora,
sin tus balas,
y sin los miedos que canibalizan sueños.
Una revolución que será,
dijo Dolores,
donde los esclavos sin pan estén arriba
y los ricos del mundo
se vayan a la mierda.