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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° 30, Enero-Diciembre, 2020

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



Clara Diana: hasta la eternidad…

Luis Gustavo Lobo Bejarano


Revisando documentos en la red, encontramos un artículo de José Ricardo Chaves, nuestro estudioso e investigador y amigo que radica en México, titulado De libros viejos y valiosos, publicado en La Nación el 9 de febrero de 1997. En este artículo, Chaves cuenta que uno de sus deleites es, como el de muchos, ir a las llamadas “librerías de viejo” en la ciudad de México. Nos cuenta sus recorridos no sólo en la ciudad donde radica, sino en San José.

En dicho texto, leemos el siguiente párrafo:

Más recientemente encontré un volumen empastado que llevaba el título “Diana y Troyo”, que reunía dos libros: Atardeceres, de María Ester Amador, alias Clara Diana, y Topacios (cuentos y fantasías), de Rafael Ángel Troyo (abuelo del dramaturgo y novelista Daniel Gallegos). Ambos libros son de antes de 1930: el de Troyo es de 1907, el otro es de 1929 ó 1930. A Troyo ya lo conocía y había leído varias cosas suyas, cuentos y viñetas preciosistas aislados, no en forma de libro. Debo decir que lo que más me ha gustado hasta ahora es su novela Corazón joven. Por su parte, el libro de Clara Diana resultó una verdadera revelación pues nos muestra a una escritora con todas las de ley, muerta muy joven en 1928, pero cuyo legado literario fue publicado con prólogos de Carmen Lyra y de Carlos Luis Sáenz. Clara Diana aparece así como una de las pocas escritoras modernistas costarricenses, junto con María Fernández de Tinoco, alias Apaikán. Que yo sepa, nadie conoce a Clara Diana, lo que es una lástima, dada su valía literaria. Habría que resucitarla. Busquemos a un Dr. Frankenstein de la crítica.

Vamos a intentar el esbozo de la vida de la escritora.

María Ester Amador León nació en el distrito central del cantón de La Unión, provincia de Cartago, el 11 de enero de 1902, hija de Mauro Amador Díaz, jornalero y de Juana León Zamora, de oficios domésticos, y costarricenses. (Los datos provienen de los documentos oficiales de nacimiento y defunción expedidos, a solicitud personal, por el Registro Civil).

Sabemos, gracias a Carmen Lyra, que la escritora tenía una hermana menor: Alicia.

¿En qué momento la familia se trasladó a vivir a la provincia de San José, a la cabecera del cantón de Montes de Oca? ¿En cuál centro educativo realizó sus estudios primarios? Esas son preguntas para las cuales no tenemos respuesta aún.

Como una curiosidad, señalemos que el cantón de Montes de Oca fue fundado el 2 de agosto de 1915, cuando Clara Diana iniciaba sus avatares literarios y se encontraba estudiando en un reconocido centro educativo de la capital.

Otros datos los aporta el periódico El Compañero (Órgano de la Sociedad de Graduados de la Escuela Normal de Costa Rica). La edición del jueves 22 [año 1, No. 12], (el portal del Sinabi dice día 15) de noviembre de 1923, en su página 5, ofrece la lista de integrantes del Tercer Año Normal de 1923. El número 2 de la lista dice:

Amador León, María E. Procedencia: San José. Escuela de que viene: Colegio Superior de Señoritas. En qué año: 1920. Otros títulos: No indica. Beca: Sí.

Así sabemos que realizó su educación secundaria en el Colegio Superior de Señoritas, habiéndose graduado en los años más convulsos de la historia política costarricense de las primeras dos décadas del siglo XX.

Y en el “Homenaje de la Escuela Normal a sus maestros graduados” publicado por la Imprenta Nacional y que lleva como fecha la del 21 de octubre de 1933, se transcribe el listado de graduados de la institución, desde que fue creada hasta ese año. Se señala que María Ester Amador León se graduó con el título de Maestra Normal número 232 de dicha institución. En ese mismo año de su graduación (1923), la encontramos formando parte de la Liga Feminista Costarricense, cuya fundación se dio el 12 de octubre de 1923.

Señala Elías Zeledón Cartín (1953-2014): Desde joven se sintió inclinada por la creación literaria. Más tarde su producción fue prolífera. Mucha de su obra se encuentra diseminada en diarios y revistas, entre las que se destacan: “Repertorio Americano”, “El Maestro”, “Educación”. En sus escritos utilizó el seudónimo de “Clara Diana”.

Para ilustrar las aseveraciones de Zeledón, digamos que el texto más antiguo que conocemos de Clara Diana, está fechado en agosto de 1915. Tenía escasos 13 años, quizá de su época primera en el Colegio Superior de Señoritas.

Sabemos que ya en 1922 utilizaba dicho seudónimo literario. Desconocemos si empezó a utilizarlo desde sus primeros escritos o si fue a la hora de publicar sus textos en periódicos y revistas.

Poco o nada sabemos de sus últimos años. Para 1922 podemos inferir que ya se sabía enferma. El texto que sirve de pórtico a su tomo póstumo Atardeceres nos proporciona el dato:

LA PARTIDA

Dentro de un año quizá yo no exista.

¿De la vida a la muerte cuánto se dista?

De esta vida a otra superior

Se llega, dominando al dolor.

¿Qué quedará de mi loca risa?

Mensajes de otras bocas llevará la brisa

A los corazones que he amado

¡y que entonces, me habrán olvidado!

Sabemos, como se señaló, que se graduó de la Escuela Normal de Costa Rica, en 1923.

No contamos con registros que hablen de su labor como educadora.

Sabemos cosas sobre ella: “En su trato, muy fina y cordial. Cordialidad sostenida, porque las hay variables. Sólo así es posible reiterar declaraciones como éstas: “¿No quiere venir a este rincón donde hay para usted tibieza y pensamiento y cariño?” (…) De su fisonomía la sonrisa picaresca de los ojos escondidos, señala g. m. (firma humilde del Maestro García Monge).

Carmen Lyra nos dice sobre ella: “¿Quién es esta Clara Diana que quiere alargarse “hecha guirnalda que fuese prendiendo florecitas de color por las orillas del camino”?

Es una muchacha enferma, recluida la mayor parte del tiempo, entre las paredes de su cuarto, cuya tristeza vive soñando con la alegría y el amor en sueños tan intensos, que la realidad con que los viven otros es apenas una sombra comparada con ellos.

Hace sus pequeños poemas, como los tejedores de tapices su obra: se coloca del lado del revés de la vida y pone todo el encanto de su trabajo, del lado derecho, del lado que no se puede ver sino reflejado en un espejo”.

María Ester Amador murió a las 3:30 a. m., el día 20 de julio de 1928, cuando contaba apenas con 26 años de edad (su partida de defunción señala, erróneamente, que tenía 25 años), a causa de “caquexia por consunción pulmonar”, siendo sepultada en el cementerio de San Pedro de Montes de Oca.

Si traducimos la terminología médica, leeremos que falleció a causa de la desnutrición y pérdida de peso provocada por la tuberculosis pulmonar (consunción se le llamó a la enfermedad porque el enfermo iba consumiéndose lentamente).

Sobre su tumba, según su voluntad, se plantó un rosal. Al respecto nos señala Carmen Lyra: “La madre suspiraba en un rincón, la buena madre de la ausente que nunca volverá. A su rostro apenado asomaba como un eco, la sonrisa de la criatura cuya ausencia viniéramos a visitar.

-¿Y el rosal que María Ester quería fuera plantado sobre su tumba?

-Sí- dijo la madre- ya lo tenemos listo. Alicia irá a sembrarlo ella misma en cuanto esté bien… es que ahora está enferma.

Alicia es la hermana menor de la ausente que nunca volverá”.

***

¿Qué escribió y dónde publicó sus escritos María Ester Amador?

Sabemos que había bastante material. García Monge en su prólogo al tomo Atardeceres asevera: “De la escritora no hablaré. Será cuando edite el libro…, y en nota de pie de página afirma: “¡Hélo aquí, al fin! Uno; porque es posible más adelante hacer otro con los trabajos que restan: los versos, por ejemplo, muy estimables; y más prosas, las narrativas”. (Atardeceres, p. 10).

Elías Zeledón Cartín afirmó que ella había publicado en las revistas Repertorio Americano, El Maestro y Educación.

Repertorio Americano, nos consta, fue el medio que Clara Diana usó para dar a la luz sus páginas. Hemos revisado los números de la revista El Maestro (1926-1931) sin encontrar texto alguno de su autoría. La revista Educación no ha sido posible revisarla pero, al menos en el catálogo de la Biblioteca Nacional, no consta publicación alguna en dicho medio escrito. Si García Monge tuvo algún material inédito o alguna colección aparte, lo ignoramos. En Repertorio Americano, la escritora publicó 27 textos, 14 de los cuales pasaron al tomo Atardeceres. ¿Los 13 textos restantes son los que dice García Monge que dan para otro libro? Pareciera ser, pero no tenemos seguridad alguna.

Así las cosas, sabemos que María Ester Amador publicó los siguientes textos. (Los datos los extraemos del Índice General del Repertorio Americano, de Evelio Echevarría y del catálogo de la Biblioteca Nacional). Salvo indicación, la fuente es Repertorio Americano:

1. Guarias, 4, 3 ( -IV-1922), 39.

2. Un Atardecer, 4, 7 ( -V-1922), 100.

3. Oculta Herida, 9, 4 (29-IX-1924), 54, poema.

4. El Noctámbulo, 9, 4 (29-IX-1924), 54, poema.

5. El Sermón del Monte, 9, 10 (10-X-1924), 55, ensayo, (en la Biblioteca Nacional dice página 155).

6. Como un cuento, 9, 16 (22-XII-1924), 242, poema.

7. Unas Manos, 9, 19 (19-I-1925), 296, poema.

8. Alejamiento, 9, 19 (19-I-1925), 302, poema.

9. Vesperal, 10, 3 (16-III-1925), 47, poema.

10. El Mendigo, 10, 6 (6-IV-1925), 86, ensayo.

11. La Esencia de mi Copa, 10. 9 (4-V-1925), 137, poema.

12. Mi Paganismo, 10, 20 (27-VII-1925), 308, ensayo.

13. El Invierno, 11, 8 (2-XI-1925), 125, ensayo (en la Biblioteca Nacional dice septiembre).

14. Dos Poemas: Campestre / Lo que daba el Idiota, 11,6 (28-XII-1925), 252, ensayo (poemas en prosa).

15. Sueño de mi Guijarro, 12, 7 (15-II-1926), 99, ensayo.

16. Crepuscular, 12, 9 (15-III-1926), 165, ensayo (según la Biblioteca Nacional es: 12, 11 ( -III-1926), 165.

17. Recordando a Delmira Agustini, 12, 20 (29-V-1926), 317, ensayo.

18. Párrafos, 13, 4 (31-VII-1926), 58.

19. Una Tarde en el Pueblo, 13, 4 (31-VII-1926), 59, ensayo.

20. Vida Azul, 13, 9 (4-IX-1926), 137, poema.

21. De la Belleza, 13, 12 (25-IX-1926), 187, ensayo.

22. Sombra en las Sombras, 14, 5 (5-II-1927), 70, ensayo.

23. Página Lírica de Clara Diana: Campestre/ Lo que daba el Idiota/ Sueño de Guijarro/ Sombra en las Sombras/ Sonata en Negro/ Un domingo en el Pueblo/ Del Dolor (incluye nota sobre el nombre Clara Diana por “Mariposa”), 15, 24 (31-XII-1927), 377. (La Biblioteca Nacional lo registra con el título de “Ensayos”).

24. Del Pueblo, 16, 12 (24-III-1928), 186, ensayo.

25. Sonatas. En: Centroamericana, 2, 5 (julio-septiembre 1955), 97.

26. Sonata en Negro / Miedo. En: Voces de la Sirena. Antología de literatura fantástica de Costa Rica, por José Ricardo Chaves, pp. 187-193.

Sobre las Sonatas, reproducidas en Centroamericana, parecen ser publicadas únicamente en. Atardeceres. Dedicadas a C. [Corina] de Cornick, son pequeños textos poéticos (unos pocos párrafos), escritos en mayo de 1926, intitulados: Sonata en Rosa, Sonata en Azul, Sonata en Negro, Sonata en Verde y Sonata en Blanco.

En la parte crítica, también Repertorio Americano fue generoso con Clara Diana. Así, tenemos los siguientes textos referentes a la escritora y a su obra:

1. A. B. T. Leyendo el libro Atardeceres de Clara Diana, 19, 2 (13-VII-1929), 30.

2. Un Amigo. María Ester Amador (Clara Diana), 17, 7 (18-VIII-1928), 104.

3. García Monge, Joaquín. Epístola [Explica por qué no puede publicar obras de Clara, 26, 19 (20-V-1933), 303.

4. Garnier, José Fabio. Pensando en Clara Diana, 26, 19 (20-V-1933), 302- 303.

5. Lyra, Carmen. María Ester Amador [labor artística], 15, 24 (31-XII-1927), 377. (Reproducido en Atardeceres, pp. 8-10).

6. Lyra, Carmen. Un mes después de su muerte [necrología de Clara Diana], 17, 7 (18-VIII-1928), 104. (Reproducido en Atardeceres, pp. 14-15).

7. Mariposa. Clara Diana [nota sobre su nombre], 15, 24 (31-XII-1927), 377, con Página Lírica de Clara Diana.

8. Ramos, Lilia. Se nos fue Clara Diana, 17, 7 (18-VIII-1928), 104.

9. Sáenz, Carlos Luis. Clara Diana, 17, 7 (18-VIII-1928), 104. Reproducido en El Maestro, Tomo III No. 2 (15-octubre-1928), 454 (incluye retrato de Clara Diana). Además, reproducido en Atardeceres, página 16.

Respecto al texto sin título firmado humildemente por g. m. (García Monge), incluido en el tomo Atardeceres (pp.. 10-14), parece haber sido escrito por el Maestro para dicha publicación.

María Ester Amador, alias Clara Diana, es –hoy por hoy- una escritora prácticamente olvidada. Su obra linda entre la poesía en prosa y los primeros atisbos de narrativa fantástica escrita por mujeres, no exenta de delicadeza, como acota Abelardo Bonilla.

Señala José Ricardo Chaves (Voces de la Sirena, p. 188): Pese a su delicadeza, la prosa poética de María Ester despliega simplicidad cristalina. Su escritura no cede a barroquerías, no brilla como los rubíes y topacios iridiscentes de por ejemplo Troyo, sin que por ello deje de asumir también una buena cuota de expresión modernista, con términos y tópicos muy acuñados. Junto con María Fernández de Tinoco y la primera Carmen Lyra, María Ester conforma una trimurti modernista (en mayor o menor grado) de mujeres en Costa Rica, ya sea en prosa, en poesía o en un género híbrido como el de la prosa poética o el poema en prosa”.

Para Carlos Francisco Monge, aparte de ciertas coincidencias entre María Ester Amador (Clara Diana) y Carlota Brenes Argüello de Rizo (Blanca Milanés), ellas son “las primeras escritoras que reúnen en libros unitarios –no recopilaciones- unos escritos que han saltado las barreras de los géneros literarios convencionales; han adoptado la novedad de una prosa que sin narrar ni exponer ideas o conceptos, descubre las posibilidades expresivas de un modo de escribir, que es al mismo tiempo un estilo y una enunciación. Hay, incluso, conciencia de que es un tipo de discurso diferente, porque Blanca Milanés subtituló su obra ‘poemas en prosa’ “. (Cfr. Monge, art. cit., p. 139).

Y es que, a pesar de que el libro de Clara Diana no señala abiertamente la obra como poemas en prosa o prosa poética, la intención subyace. El libro se divide en cuatro secciones: Atardeceres, Poemitas, Sonatas y Páginas Sencillas. Los títulos de las secciones nos indican la idea original de la obra.

Dijimos que Clara Diana es una escritora olvidada. Atardeceres y Música Sencilla, “son libros que apenas han recibido la atención de la crítica hasta hoy”. (Cfr. Monge, art. cit., p. 139).

Corresponde a las nuevas generaciones de estudiosos literarios restituir en su sitial a Clara Diana y que se le otorgue su lugar para que ella alcance la Eternidad…

San José, 18 de noviembre de 2014.

Referencias

Amador, María Ester (Clara Diana). Atardeceres. Ediciones del Repertorio Americano, San José, Costa Rica, 1929, 160 pp.

Bonilla, Abelardo. Historia de la literatura costarricense. San José, Costa Rica. Universidad Autónoma de Centroamérica. Colección STUDIVM, 1981.

Chaves, José Ricardo. Voces de la Sirena. Antología de literatura fantástica en Costa Rica. Primera mitad del siglo XX. San José, Costa Rica, Uruk Editores, 2012, 264 pp. [pp. 187-193].

Chaves, José Ricardo. De libros viejos y valiosos. En La Nación, 9 de febrero de 1997. Recuperado de http://www.nacion.com/opinion/libros-viejos-valiosos_0_1416858484.html

Echevarría, Evelio. Índice General del Repertorio Americano. Tomo I. San José, Costa Rica, EUNED, 1981, 382 pp. [pp. 59-61].

Monge, Carlos Francisco. El poema en prosa en Costa Rica (1893-2011). San José, Costa Rica. Editorial Costa Rica, 2014.

Monge, Carlos Francisco. Sobre el Poema en Prosa en Costa Rica. En: Letras 47 (2010), pgs. 127-146. Recuperado de: http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/letras/article/viewFile/3899/3743

Quesada Soto, Álvaro. Bibliografía de la Literatura Costarricense: 1890-1940. San José, Costa Rica. EUCR, 1995.

Zeledón Cartín, Elías. Surcos de Lucha. Libro biográfico, histórico y gráfico de la mujer costarricense. Heredia, C. R. Universidad Nacional: Instituto de Estudios de la Mujer, 1997.

Certificaciones Registrales

Nacimiento: Asiento 2237 Folio 47 Tomo 60 de la provincia de Cartago, sección Nacimientos.

Defunción: Asiento 466 Folio 233 Tomo 116 de la provincia de San José, sección Defunciones.


Doi: 10.15359/ra.1-30.19


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