R E P E R T O R I O | A M E R I C A N O | |
Segunda nueva época N.° 30, Enero-Diciembre, 2020 | ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143 | |
El individuo y su entorno
en mis pinturas
Philipp Anaskin
Mi propuesta pictórica parte desde una visión introspectiva y retrospectiva de la experiencia personal sobre la migración de mi familia. Se muestra la experiencia vivida, una doble procedencia, ser y no ser parte de un espacio y de una tradición simbólica, social-cultural diferida. De esta forma, mi pintura es un canal que ayuda a entender cómo se construye una identidad, al aferrarse a la familia y enamorarse de lo cotidiano. El tiempo que pasa queda en la memoria, solo el imaginario define el lugar, o un no lugar quizá; creado por cuentos, historias y recuerdos fantásticos que se van convirtiendo en paradojas y complejidades, percibidas desde una doble nacionalidad y una identidad perdida o ganada.
En la última etapa, he ido investigando en el arte de la Posguerra cómo a través de la historia, el miedo ha sido utilizado por el sistema como un medio de control que modela la conducta de los individuos, quienes lo han aceptado, asimilado, contextualizado y hecho cotidiano hasta el punto de reproducirlo dentro de su entorno. El miedo es epidémico al punto no solo de paralizar, sino de condicionar o adiestrar una mecánica siniestra, que busca en la disciplina del temor una sociedad obediente e individualista y apática, preocupada solo por su entorno inmediato. Un sistema necesita crear ese miedo, inventar enemigos ficticios o situaciones peligrosas de vida o muerte, para mantener el poder o el dominio sobre el pueblo.
Ese era el caso de la Guerra Fría, en la que el mundo vivía el terror del Armagedon nuclear. La sociedad se encontraba condicionada por el fanatismo del miedo, debido al bombardeo masivo de los medios de comunicación e información, los cuales creaban una verdad absoluta e incuestionable. Lo cotidiano es un tema más recurrente en mi trabajo, en el sentido sociológico. Pongo de manifiesto que esa cotidianidad, percibida como algo rutinario, repetitivo y, a la vez, impuesto o inculcado, sean espacios internos o externos, provoca un ambiente hostil, en donde hay una dicotomía entre el individuo y su entorno.
Doi: 10.15359/ra.1-30.27