Estos relatos cortos ofrecen la perspectiva de un solo personaje principal donde el narrador protagonista describe una situación realista. En todos los casos aparece un personaje de las llamadas bajas clases sociales que relata, desde el presente, las vivencias de un tiempo pasado, vivencias personales ocurridas en su niñez o juventud.

Los cuentos se enfocan en realidades urbanas, pero de esas zonas que pintan a la gente de pequeñas poblaciones hondureñas, en primer término, y universales por los temas que tratan. Estos relatos describen a esa parte de la sociedad que más dificultades económicas ha pasado: sus inquietudes, luchas, necesidades, desarraigos, temores y amores. En todos los casos se revive el pasado de narradores testigos o protagonistas. Son cuentos unipersonales que mencionan a otros personajes terciarios; en ellos prevalece un sentido pesimista, si se considera que la vida solo es optimista cuando se cumplen nuestros objetivos. Aquí ninguno de los personajes lo logra.

El cuento “La compañerita” trae a la mente una época que ha quedado en el recuerdo de muchos de nuestros países: la lucha armada, la preparación de grupos subversivos formados desde el exterior, en muchos casos, con filosofías extrañas a nuestras realidades. Estos grupos veían esta forma de actuar como la única vía para terminar con las situaciones económico-sociales y políticas desiguales de la realidad que vivían. Pretendían llegar a terminar con las injusticias por el método violento. Una de las formas de sobrevivir fue el anonimato. Martínez Miralda nos lleva a esa época, pero rescata una situación no prevista por quienes organizaban esos grupos: la aparición del amor. Este relato nos deja más la preocupación del narrador por su amor perdido que por las ideas y acciones fallidas que recoge la historia. La realidad ofrece la diferencia de clases sociales: ella puede irse a Suiza; él añora su presencia.

En “Se lo llevó la guerra” aparece un tema conocido en Centroamérica: una zona de migraciones constantes en busca de mejores condiciones de vida. Vemos en este caso el trasfondo de lo que causó la llamada “Guerra de las cien horas” que llevó a un enfrentamiento entre Honduras y El Salvador a partir del 14 de julio de 1989. Allí, en primer lugar, se plasma la realidad de aquellos salvadoreños que tuvieron que alejarse de su patria y emigrar a Honduras a rehacer sus vidas debido a fenómenos demográficos, sociales, económicos y políticos. Este fenómeno produjo contradicciones que se plasman en el cuento: por una parte, aparecen quienes rechazaron a los que consideraban intrusos y los denigran o se aprovechan de su situación para obtener ganancias; por otra parte, aparece la satisfacción de los que consideraron que esa llegada fue beneficiosa para la economía del país. Estos defendían el hecho de que venían a trabajar. En definitiva, a favor o en contra, la relación hizo aparecer el amor, el que vemos que es imposible de lograr por esa separación establecida por los hombres de una frontera no clara en algunos puntos. El metarrelato de la guerra es aprovechado por el narrador protagonista para describir sus experiencias pasadas. Se describe el miedo a los bombardeos, la exacerbación del odio entre pueblos hermanos y el surgimiento del primer amor que no fructifica porque la guerra se lo llevó.

El relato “Hermanas de sangre” ofrece el tema de la violencia. La aparición de la lagartija en la escena del crimen es una metáfora que nos pone en contacto con lo más primitivo del hombre, capaz de asesinar. En este caso, el narrador es testigo de unos hechos que trascienden la realidad del espacio físico donde ocurren.

“En presencia de la mujer lagarto” es un relato ligero donde el narrador protagonista nos lleva al momento en que un objetivo se logra y a visualizar cómo llega a defraudarnos algo que ha sido de relevante importancia en nuestras vidas, sobre todo cuando nos percatamos de que hemos sido utilizados y traicionados.

En definitiva, se trata de narraciones que tratan de plasmar realidades concretas por medio de la ficción, pero que calan hondo por sus temas, algunas veces específicos del país de origen del autor, algo muy valedero para quienes buscan nuestras realidades para compartirlas y hacerlas comunes y, de esta forma, llegar, por el amor que nos rodea, a comprendernos cada vez más.

Humberto Ortega Figueroa

Asociación para el Desarrollo
Educativo y Cultural

Costa Rica