R E P E R T O R I O | A M E R I C A N O | |
Segunda nueva época N.° Especial, 2020 | ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143 | |
Encuentro con Gabriela Mistral: de lo mujeril al logos en el Repertorio Americano
Meeting with Gabriela Mistral: From womanship to logos in Repertorio Americano
Melissa Mendiola Vásquez
Estudiante de la Maestría en Estudios Latinoamericanos
Universidad Nacional, Costa Rica
“¿Por qué fue que las hicimos
para ser sus prisioneras
y por qué a su leñador
lo matan sus hayas muertas?”
Gabriela Mistral1
Resumen
En nuestro encuentro, Mistral nos invita al amor fraternal americano de lo mujeril posicionándonos en el mundo con la apropiación de nuestro logos y realidades latinoamericanas. Une su voz de maestra de América, traspasando lo simbólico, y transforma el logos de lo femenino.
Palabras claves: mujeril, logos, americanismo, pedagogía, maternidad
Abstract
In our literary encounter, Mistral invites us to the fraternal American love of the womanish, positioning ourselves in the world with the appropriation of our logos and Latin American realities. She joins her voice of America’s teacher, transcending the symbolic, and transforms the logos of the feminine.
Keywords: womanish, logos, Americanism, pedagogy, motherhood
Saberse mujer no es tarea sencilla; entenderse mujer es un desafío; descubrirse mujer, un camino interminable. En los caminos de la palabra he compartido con tantas mujeres maravillosas y otras que he deseado conocer. Así fui descubriendo en los vaivenes de los versos a Gabriela Mistral; en sus palabras descubrí a la maestra, en su voz descubrí a la poeta y en su carácter descubrí a la mujer.
Gracias a la recopilación realizada por Francisco González, Marybel Soto y Mario Oliva que junto con la Editorial de la Universidad Nacional y la Embajada de Chile en Costa Rica produjeron Toda Gabriela Mistral en Repertorio Americano en dos tomos. “Mistral colaboró con más de ciento cincuenta poemas, ensayos y artículos sobre temas de política, indigenismo y critica” (Rojas, 2005, p. 3); de ellos reúne 57 artículos relacionados con lo mujeril –como solía referirse Mistral a las mujeres-. Gabriela Mistral se llamaba a sí misma “una mujer con la palabra por oficio” (Mistral, Reperetorio Americano, XXIX, N°1, 1934, 7 de julio, p.12) y como bien menciona Marybel Soto “implica un posicionamiento político y transgresor desde la feminidad en una sociedad que condena a la mujer al silencio.” (Soto, 2011, p.253).
Gabriela Mistral fue una mujer que transgredió el modelo patriarcal de lo femenino; ella misma
…se presenta como una mujer que usa la palabra, es decir, una mujer que no calla y que, al hacerlo, se apropia del Logos y, por tanto, oblitera el mandato androcéntrico de la quietud simple del oficio femenino fijado en lo doméstico. Por ello, Mistral no calza en el molde de la figura femenina ideal construida en la escisión excluyente entre lo público y lo privado por el orden patriarcal, donde su espacio natural lo signa una modesta reclusión hogareña. De hecho, reta con su forma de ser y estar en el mundo esas concepciones que norman qué es y cómo debe ser una mujer y paga, constantemente el precio por esto. (González, Soto y Oliva, tomo I, p. 42)
En efecto, Mistral fue una mujer que toda su vida tuvo que pagar el precio por tener el derecho a tomar la palabra, y la tomó, se apropió del logos, de su propia voz para romper los tabúes hacia el ser de la mujer. Con esta fortaleza, ánimó a compañeras intelectuales, las cuales acompañó y patrocinó para que fueran conocidas y publicadas en el Repertorio Americano. “Nos presenta a 21 intelectuales donde se ubican diez narradoras (cuento, novela, relato y ensayo); cinco poetas, una científica, una artista plástica, dos periodistas, una maestra, y una crítica literaria.” (González, Soto y Oliva, 2011,p. 49)
Esto lo descubrimos dentro de los documentos y los textos publicados, por la gran amistad entre Joaquín García Monge, editor de la revista intelectual Repertorio Americano de 1919 a 1959 y la escritora chilena Gabriela Mistral. Amistad que dio orden de prioridad al dar a conocer una de las primeras publicaciones en la primera edición de la revista; “La oración de la maestra”, el 20 de septiembre de 1919.
Caminaremos al encuentro de una Mistral que ante todo es una aliada de la mujer en su amplio espectro, como maestra de vida, dadora y formadora de vida, transformadora social y capaz de tomar la palabra escritural y oral; desde una mirada americanista, reivindicadora de los que no tienen voz. Desde su más ferviente pasión por América y por los pobres, toma su palabra y la convierte en su mayor arma transformadora.
La deconstrucción de lo mujeril
Desde la sencillez de sus palabras, denota una complejidad de pensamiento que trasgrede los cánones del ser mujer; por ello, Gabriela Mistral “describe el colectivo femenino, como el mujerío y hasta lo transforma en adjetivo con mujerial (Repertorio Americano, XLVII, N° 2, 1951, 15 de enero, p. 18). Prefiere el uso de esos términos porque con frecuencia el adjetivo femenino se usa como epíteto con un sentido de flaqueza, tanteo y miseria (Repertorio Americano, XLIV, N°7, 1948, 10 de setiembre, p. 103, en González, Soto y Oliva, 2011, tomo I, p. 54) desde la perspectiva del lenguaje patriarcal que dispone a la mujer a un lugar seguro y de resguardo con el adjetivo femenino. En cambio, Mistral realiza toda una deconstrucción del término mujeril cuando “llama a las mujeres a la participación en la construcción de la patria, formula su instancia desde América toda, denominando a las mujeres, nuestras, con lo cual da a entender su sentido de americanidad martiana.” (González, Soto y Oliva, 2011, tomo I, p. 54)
Como en el texto “Una nueva organización del trabajo: la organización del trabajo por sexo”, Mistral realiza una crítica al feminismo de la época, incluso dice que “La mujer es la primera culpable” de ingresar a la vida laboral, porque ha abierto la brecha desde las labores más ilustres hasta la más infames o desventuradas:
No puede negarse que su inclusión en cada uno de los oficios masculinos ha sido rápida. Es el vértigo con que se rueda por un despeñadero. Ya tenemos a la mujer médico (¡alabado sea este ingreso!); pero frente a esto tenemos a la mujer chauffeur2; frente a la abogada de niños, está la carrilana (obrera para limpiar las vías); frente a la profesora de la Universidad, la obrera de explosivos y la infeliz vendedora ambulante de periódicos o la conductora de tranvía. (Repertorio Americano, XVII, No.4, 1928, 28 de julio, p. 53)
Por lo que Mistral mantenía una fuerte postura por lo que denomina feministas de “derechas”, es decir, el movimiento sufragista. Porque estas mujeres no velan por los derechos de las mujeres de bajos recursos, como bien se menciona en el texto anterior, sino que coadyuvan a que la mujer sea en otros espacios, ahora laborales, explotada e invisibilizada igualmente por el sistema.
Gabriela Mistral no se considera feminista. Ella habla “principalmente por éstas, a las cuales he escuchado muchas veces un ruego que punza el corazón: querríamos trabajar dentro de la casa o con materiales que no choquen a nuestra costumbre doméstica.” (Repertorio Americano, XVII, N°4, 28 de julio, 1928, p. 55)
El pensamiento mistraliano es reivindicar a la mujer desde el ser mujer. Lo mujerial sería aquello que le brinde la libertad para ser ella transformadora de nuestra América, desde la labor máxima de madre y de maestra. Pero no en un sentido reduccionista, sino en el sentido más amplio de la madre como creadora y la maestra como la que tiene en sus manos los espíritus que han de forjar la América martiana.
La pedagogía en el pensamiento mistraliano
Mistral es una pedagoga en todos sus ámbitos; cada escrito, poema y discurso, así como su vida, son una enseñanza. No en vano, estuvo inmersa en el mundo de la educación desde su niñez; “el oficio de maestra es construido por ella, desde muy temprana edad, primero a la par de su padre -un maestro rural-, luego como “ayudante de preceptora” de su media hermana, posteriormente como maestra titular que incursionó también en la secundaria, hasta coronar su perseverancia cuando asumió la Dirección del Liceo de Niñas de Punta Arenas.” (González, Soto y Oliva, 2011, tomo I, p.63)
Desde las bases pedagógicas martianas, Mistral aclama el americanismo como una forma de defensa al ideal europeo y norteamericano cuando llama al maestro a la unidad del sueño martiano.
Maestro: enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos, con agudo garfio de convencimiento. (…) No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo ajeno, por lo lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal. (Repertorio Americano, IV, N°4, 1922, 17 de abril, p.45)
El llamado a desentrañarnos de la herencia del mestizaje colonial fue en el pensamiento mistraliano un hilo fundamental, exhortando a buscar los referentes y los pensadores desde nuestra realidad americana:
En la América española no hay originalidad en cuanto a métodos pedagógicos, ni en nada. (…) Nos hemos concretado a repetir. Los reformadores han sido libres e independientes. Rousseau fue un independiente, igualmente Vasconcelos y Sarmiento en América. Los grandes creadores son independientes: Vienen de sí mismos. (Repertorio Americano, XXXVII, N°4, 1940, 10 de febrero, p. 60)
La visión pedagógica mistraliana abarca desde el indigenismo hasta la intelectualidad americanista, forjándonos libres en el sueño de la unidad americana, “a semejanza de Martí, reconoce y critica en la avanzada imperialista por el continente, la falta de compromiso, languidez tórrida, pereza, inercia y prepotencia locales de los mismos pueblos americanos y no arremete de manera ingenua sobre los norteamericanos como personas, sino sobre su modelo de desarrollo.” (González, Soto y Oliva, 2011, tomo II, p. 63)
Así pues, la pedagogía mistraliana da pie al constructo de la “maestra de América” y, también, a la base de su incorporación al podio de los escritores hacedores de una tradición de reflexión Americanista.”(Cormik, 2017, p. 2)
Y es que Mistral propone con su pedagogía el desarrollo de los espíritus en su integridad, impulsando sus habilidades y desde su realidad; por lo que “apostó por exigir al Estado su papel trascendental en la organización y promoción de la educación, desde un ámbito puramente liberador del ser humano, es decir, al servicio de las clases trabajadoras.” (González, Soto y Oliva, 2011, tomo II, p. 65) Pensamiento que fundamenta cuando dice que
No hay criatura más abandonada en tierra de Chile que la campesina. El dueño de industrias tiene menos angustias y responsabilidades: la ciudad le ayuda a formar moralmente al obrero; le ayuda el teatro, la escuela nocturna, la conferencia, hasta la calle. El terrateniente tiene él sólo que responder de sus campesinos. En muchas regiones este es un subhombre que no ha nacido todavía para la realidad espiritual.
Estará bien que el hacendado descanse su conciencia en el maestro de escuela, pero antes, hay que construir al maestro rural. (Repertorio Americano, XII, N°18, 1926, 8 de mayo, p. 284)
La labor pedagógica y la imagen de la maestra mistraliana vienen cargadas de un gran sentido simbólico como la “madre lateral” que con ternura -acuñando la pedagogía martiana- educa y forma los espíritus bajo los ideales de liberación americanista.
La maternidad americanista, aliada de la tierra
Para Mistral, la maternidad es una de las máximas del ser mujer; más allá del reduccionismo a las labores domésticas o lo femenino, sino que la ve como una forma de las múltiples potencialidades de las que gozamos por el hecho mismo de ser mujer.
Promulga “la liberación de las mujeres no de las ataduras domésticas que ella define como papeles y responsabilidades sociales, sino de la ignorancia, de la falta de trabajo digno, de la alienación de su derecho a la tierra y al apoyo en la crianza de los hijos” (González, Soto y Oliva, 2011, tomo I, p. 53). Gozar de la maternidad es una expresión misma de hacer patria, “la Matria es verdadero sustento de sus hijos” ( p. 55); en la posibilidad de ser madres, Mistral encuentra conexión directa con la tierra que nos sostiene, nos alimenta, nos da la vida y el conocimiento mismo para poder ser libres.
Exhortación que deja manifiesta en su escrito “A la mujer mexicana” que cito textualmente:
Mujer mexicana: amamanta al niño en cuya carne y en cuyo espíritu se probará la raza latino-americana.
Tu carne bien coloreada de soles es rica; la delicadeza de tus líneas tiene concentrada la energía y engaña con su fragilidad. Tú fuiste hecha para dar los hombres más fuertes, los vencedores más intrépidos, los que necesita tu pueblo en su tremenda hora de peligro: organizadores, obreros y campesinos. (Repertorio Americano,V, N°23, 1923, 19 de febrero, p. 297)
Enaltece a la mujer pobre, campesina, indígena; a estas mujeres escribe Mistral, las que forjarán la fuerza de tantos hombres y mujeres que están llamados a liberar las tierras americanas. Apropiándose de lo que es nuestro, de nuestras culturas y tradiciones cuando invita a las mujeres a “cantar las canciones de tu país, dulcísimas; juega a su lado en los jardines y en el agua temblorosa de tu baño; llévalo por el campo bajo la rica luz de tu meseta.” (p. 297)
Lejos de la colonialidad mestiza de los grandes salones y falsedades de la maternidad provistas a las mujeres que “traicionan la vida” porque estas mujeres; las que viven en “sociedad” no sufren como las mujeres aliadas de la tierra “el desvelo junto a la cuna y no dan la vaciadora de su sangre en la leche amamantadora, (…) ni has de permitir que la boca de tu hijo beba leche de un pecho mercenario.” ( p. 297)
Esta exhortación Mistral la desarrolla en ambas direcciones, es decir, no se limita a la mujer como madre, sino al niño que nace de ella. Esto porque defiende que la mujer por su naturaleza protectora y amorosa, es la más capacitada para enseñar al niño aquello que necesita para sobrevivir pero, por otro lado, el derecho que tiene el niño de estar con su madre.
Este, específicamente, es el punto álgido en que Mistral entra en discusión con las feministas de la época, enunciando que “del feminismo que todavía repugna a nuestra raza es la frecuencia que él ha traído en el trueque de los papeles familiares: la mujer sostenía raramente una casa, y ahora el matriarcado económico hace horizonte.” (Repertorio Americano, XXX, N°23, 1935, 15 de junio, p. 358), obligando así a la mujer a salir de casa a trabajar, y por eso Mistral toma la palabra y
Habla sobre las mujeres y por ellas, en especial por las que no tienen voz y que ella ha conocido en el arrabal, en la casucha antihigiénica donde crían a los hijos, con poca esperanza de futuro, desde el taller de obrera, desde la tierra arada de la campesina, volcada sobre la era con el peso del niño en el vientre, desde la máquina de costura de la mujer puertorriqueña. (González, Soto y Oliva, 2011, tomo I, p. 53)
En este tomar la palabra por las mujeres que son invisibilizadas e igualmente explotadas por la vida pública laboral, más no así su reconocimiento de labores domésticas y nobles; es donde la palabra mistraliana toma fuerza y enuncia las causas para la liberación de la mujer. Desde los conceptos creados de feminidad, maternidad y maestra, exaltando la esencia de la mujer como el gen de transformación. Mientras la mujer no encuentre en ella misma los valores de liberación, la unidad americana será una tarea pendiente y una traición a nosotros mismos.
Gabriela Mistral tuvo que afrontar los retos que implica ser una mujer con palabra, una mujer que se apropia de su voz, la escucha y la hace escuchar. Mas así ella misma se dice: “yo no soy una artista, lo que soy es una mujer en que existe, viva, el ansia de fundir en mi raza, como se ha fundido dentro de mí, la religiosidad con un anhelo lacerante de justicia social. (…) Hay en ello el corazón justiciero de la maestra que ha educado a los niños pobres y conocido la miseria obrera y campesina de nuestros países.” (Repertorio Americano, VIII, N°21, 1924, 11 de agosto, p. 323)
De acuerdo con Marybel Soto cuando dice que “la historia patriarcal niega la participación de las mujeres en la construcción del pensamiento. A las que registra lo hace en términos de excepcionalidad o solo incidentalmente. Por eso, la declaración de Gabriela Mistral de ser una mujer con la palabra por oficio define su ser y estar en el mundo.” (Soto, 2011, p. 255), porque Mistral fue una mujer que vivió los pesares de la feminidad en carne propia: “como mujer sintió las carencias, las dificultades y los retos que afrontaba en razón de su sexo y decidió, a pesar de mandatos patriarcales, fundamentar un posicionamiento político” .(González, Soto, y Oliva, 2011, tomo I, p. 58)
La mujer como sujeto transformador tiene la libertad y el poder de generar sus horizontes desde lo mujeril y no de lo femenino, construyendo así en su pensamiento en la entera pluralidad del ser mujer, abandonando el esencialismo homogéneo; construyendo su reconocimiento para sí en el logos, buscando la reflexión en sí en las mujeres que la escuchan y leen.
Por esta razón, Mistral expone el logos de su pensamiento en el Repertorio Americano. “En dicho semanario -Repertorio Americano- publicaban sus textos los más importantes autores iberoamericanos. Asomarse a sus páginas daba la oportunidad de conocer qué estaban creando los principales escritores e intelectuales de la época.” (González, 2015, p. 94)
Por esta fuente, ventana de los intelectuales, Mistral se apropia de la palabra dicha, de su realidad como mujer y la plasma en el tiempo, validando así su lugar en el mundo intelectual, traspasando de lo simbólico -el logos- al signo del ser mujer. No en vano, Mistral rompió los paradigmas patriarcales, abriendo espacios a otras voces mujeriles, jóvenes que reconociéndose como mujeres empiezan a abrir caminos.
En nuestro encuentro, Mistral nos invita al amor fraternal americano de lo mujeril posicionándonos en el mundo con la apropiación de nuestro logos y realidades latinoamericanas.
Mistral, mujer, maestra, poeta y, ante todo, latinoamericana. Mujer que retó el patriarcado, la feminidad, las letras. Llama a la unión mujeril, más allá de posicionamientos políticos y con el afán de encontrar en nosotras mismas la fuerza que se necesita para liberarnos. “He visto a una mujer abriendo un surco. Sus caderas están henchidas, como las mías, por el amor, y hacía su faena encorvada sobre el suelo. He acariciado su cintura y la he traído conmigo” (Repetorio Americano, II, N°22, 1921, 10 de junio, p. 309)
Conoce y se reconoce en los menesteres de mujer y en el ser latinoamericana. Une su voz de maestra de América, desde la pedagogía martiana al llamado de una América libre y unida, pensada desde nuestras raíces ancestrales, nuestros conocimientos de la tierra, desde nuestra labor como fuente y mente americanista. “Dirijamos toda actividad como una flecha hacia este futuro ineludible: la América Española una, unificada por dos cosas estupendas: la lengua que le dio Dios y el dolor que da el Norte.” (Repertorio Americano, IV, N°4, 1922, 17 de abril, p. 45)
La apropiación de su discurso traspasa lo simbólico, transforma el logos de lo femenino. Su pensamiento se posicionó en el mundo varonil de las palabras en el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura en 1945, siendo la primera mujer y la primera latinoamericana en recibirlo.
Mujer intercontinental, latinoamericana, que gracias al reconocimiento de sus palabras se dice
Siendo yo de las que cuando le echan un elogio, no dejan de seguir viendo su propio contorno y lo miran implacablemente en su línea verdadera, me aflige la honra rebosante. (…) A fin de que esa aflicción de espíritu no me vuelva una vergüenza que me vaya escociendo, proporciónenme ustedes ocasión de trabajar para ir devolviendo, y acabar un día mereciendo lo que ustedes me dan en esta hora de efusión americana. (Repertorio Americano, XXIV, N°4, 1932, 30 de enero, p. 63)
La maestría del logos mistraliano trasciende la temporalidad; saberse mujer con palabra, aprenderse latinoamericana, proyectando la mirada de los caminos recorridos es una asignatura permanente para una tierra que no se cansa de andar. El reconocimiento de la voz de la latinoamericana seguirá siendo una guía para comprender nuestra historia que deviene en nuestras sangres.
Concluyo con este poema que nace de la enseñanza del pensamiento mistraliano.
Celebra una mujer,
en su sonrisa
la latinoamericana
goza los placeres
que por su naturaleza
le fueron negados.
Vistiese de la voz
de las que no tienen,
la maestra que enseña
la ternura de conocer
tus ayeres.
El rostro de mujer
que llora, los menesteres
de andar los caminos
que fueron hechos para ella.
La poesía no es, sino
camino y llegada.
Fuiste ese mano que
continuó escribiendo,
cuando las palabras
se escondían en lo
más absurdo del pensamiento.
Deconstruye la realidad de
la mujer de caderas anchas,
sobre la cual descansa un niño
fue mi maestra y por ella,
yo escribo.
(Melissa Mendiola)
Cormick, S. (2017). La “Maestra de América” reconsiderada: el antiimperialismo en Gabriela Mistral. Programa Interuniversitario de Historia Política. Foros de Historia Política. Buenos Aires.
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1 Fragmento del poema “Puertas” publicado en Repertorio Americano, XL, N° 13, 1943, 31 de julio, p. 197. Fue un poema para La Nación de Buenos Aires; esta es una copia: atención de la autora –Gabriela Mistral-.
2 Chauffeur: la podernos traducir como “chofer” del francés.