R E P E R T O R I O


creative_common

A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° 31, Enero-Junio, 2021

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



Construcciones de las subalternidades y deconstrucciones de los discursos normativos en algunos personajes de Los peor (1995), de Fernando Contreras Castro

Constructions of subalternities and deconstructions of normative discourses in some characters in Los Peor (1995) by Fernando Contreras Castro

Yordan Arroyo Carvajal

Sede de Occidente

Universidad de Costa Rica

yordan.arroyo@ucr.ac.cr

Resumen

En este artículo se realiza un análisis en torno a las construcciones de las subalternidades de los personajes de la novela Los Peor (1995), de Fernando Contreras Castro, y las deconstrucciones de los discursos normativos y tradicionales que se integran principalmente a las identidades de Consuelo, Polifemo (segregado entre los segregados), María y Jerónimo. Como marco teórico, en su respectivo orden cronológico, se consideran las ideas de: Gramsci citado por Modonessi (2012), Montero (2009), Giraldo (2003), Brunner (2001), Foucault (2000), Spivak (1998), Prakash (1997) y Bajtín (1975). Esto lleva a la conclusión de que la manera como se construye la fatalidad de los personajes de esta novela permite responder a las siguientes interrogantes: ¿se puede o no hablar de sujetos subalternos en esta obra? ¿Qué vías se utilizan para su construcción?

Palabras claves: subalternidad, discursos, centro y periferia, deconstrucción, novela costarricense

Abstract

This article analyzes the constructions of the subalternities of the characters in the novel Los Peor (1995), by Fernando Contreras Castro, and the deconstructions of the normative and traditional discourses that are integrated into the identity of the subjects subordinated. As a theoretical framework, in their respective chronological order, we consider the ideas of: Gramsci cited by Modonessi (2012), Montero (2009), Giraldo (2003), Brunner (2001), Foucault (2000), Spivak (1998), Prakash (1997) and Bajtín (1975). This allows to conclude that the way in which the fatality of the characters in this novel is constructed refers to the following questions: Can we speak of subordinate subjects in this work or not? What routes are used for its construction?

Keywords: subalternity, discourses, center and periphery, deconstruction, Costa Rican novel

1. Introducción

La novela costarricense Los Peor (1995) se ambienta en un entorno caótico en donde dialogan voces de las subalternidades. Todas ellas permiten conocer las condiciones periféricas donde viven principalmente los personajes: Consuelo, Polifemo (segregado entre los segregados),1 María y Jerónimo, sujetos de mayor interés en este artículo académico.

El principal foco de atención es analizar la forma como se construyen las condiciones de vida y espacios de los personajes de esta novela a partir de diversos elementos como las constantes menciones de las palabras “soledad” y “abandono”, aunado a la presencia del gallo, símbolo de esperanza, la cual se deconstruye a partir de los diálogos emitidos por los personajes en mención. Para ello, se tomarán como referentes teóricos, en su respectivo orden cronológico, las ideas de: Gramsci, citado por Modonessi (2012), Montero (2009), Giraldo (2003), Brunner (2001), Spivak (1998), Prakash (1997) y Bajtín (1975).

Con base en Álvaro Rojas (2018), Óscar Gerardo Alvarado (2006 y 2008) y Margarita Rojas y Flora Ovares (1995), en esta novela, los espacios de la urbe se construyen mediante las marginalidades, asunto propio de la época del desencanto literario costarricense, que incluso sigue vigente hoy en parte de la narrativa de Costa Rica. Esto, a su vez, explica por qué motivo se proyectan las labores de marginalidad de personajes como las prostitutas de la pensión, sitio donde se desarrolla la mayor parte de la obra literaria. No es casualidad, pues este espacio es el cronotopo ideal para los personajes subalternos.2

Otro dato peculiar de esta novela es la constante posición de inferioridad del personaje campesino y el monje. Sin duda, esto remite a una crítica contra un mundo industrializado que ha perdido sus valores; por esta razón, la ceguera se convierte en metáfora cuyo fin permite abrir camino al recurrente mito literario del pasado que fue mejor. Este recurso literario no es en sí una ceguera como tal, sino una ceguera simbólica, es ver sin poder ver.3

Tales son los casos, primero, de la mamá de Polifemo, a quien se le ataca por el hecho de tener un hijo visto con rareza por los ojos de los demás personajes. Esta condición se debe a dos razones:

Es campesina.

Pasó su embarazo cerca de todos los productos químicos del campo agrícola.

Segundo, de Jerónimo Peor. Él, en su rol de monje es subordinado y recibe mofa por el hecho de ser tachado de loco, figura social que forma parte de lo periférico en las épocas finales del siglo XX, ya que el loco ideológico, como lo fuera Don Quijote, representa un peligro para el statu quo. Sin embargo, tales detalles se irán puntualizando más a fondo a la hora del análisis de la novela.

2. Algunas aproximaciones críticas sobre Los Peor

Brindados los datos anteriores, como medio para presentar la temática de la novela en estudio, enseguida, es pertinente dar a conocer de manera breve qué ha trabajado o qué ha dicho la crítica sobre Los Peor (1995); primero, para brindar al público lector un acercamiento con la obra y, segundo, para dejar claro que la aplicación de una metodología con los estudios de subalternidad no ha sido trabajada de la manera que se presenta en este estudio.

Primeramente, para Ovares y Rojas (1995), esta novela encaja en la categoría historiográfica que ellas llaman la Generación del Desencanto y, por ende, denuncian respectivas situaciones indebidas. Es decir, critican las marginalidades y las indiferencias presentes en Costa Rica, las mismas marginalidades que remiten a las nuevas construcciones de los espacios de la urbe estudiados por el escritor y académico Álvaro Rojas (2018).

Por su lado, dentro de estos componentes desacralizados, para Henríquez (2015), a través de la mirada de los personajes se construyen los elementos marginales de la sociedad costarricense reflejados en esta novela. El primero es el espacio urbano y todo lo periférico que reside en él, por ejemplo, la prostitución. El segundo es la diferencia. Esta surge a través de la mirada de los recuerdos de un personaje ciego. Esto le permite, a partir del recuerdo, abrir las puertas al recurso mítico sobre el pasado que fue mejor.

A su vez, para González (2014), en esta novela se realiza una crítica a todos los grandes sectores de la sociedad que ven con rareza a quienes transgreden la norma, sin importar que muchas veces los llamados monstruos o locos presentan conductas más humanas que quienes no son nombrados así. Este mismo autor, muy de la mano con Rojas (2018), destaca la construcción de espacios urbanos oscuros y marginales que se convierten en la base para producir la literatura de la época.

En la misma sintonía, para Jiménez (1998), citado por Chaves (2016), el contexto caótico en el que según Alvarado (2006) viven los personajes de esta novela, los convierte en seres monstruosos y grotescos. Ellos mezclan lo horrible con la ternura y el amor, al punto de vivir sin complicaciones debido a sus estatus marginales. La misma marginalidad se normaliza, es parte de lo cotidiano.

Por otro lado, estudios como el de Alvarado (2006) y Arroyo (2021), quienes han puesto cuidado a la función del personaje Polifemo, comparten la idea de que no es casualidad que él sea el marginado dentro de los marginados, pues es una metáfora de la desigualdad en Costa Rica. Incluso, Arroyo (2021), quien se enfoca detalladamente en este niño monstruo, lo ve como una construcción literaria que se une a los procesos de hibridación cultural, las oleadas migratorias y las fuertes crisis socioeconómicas en el país, tiempos que provocan severos contrastes entre el yo territorial y el otro foráneo. Por ende, dicho autor genera un estudio desde la transtextualidad generada principalmente mediante la función que cumplen algunos pasajes de la Odisea de Homero y las Metamorfosis de Ovidio.

Expuesta la recolección de datos anteriores, queda entonces claro que la modernización cumple un papel fundamental en esta novela costarricense, puesto que, con base en las palabras de Alvarado (2006) y Jiménez (1998), después de este proceso o proyecto, Costa Rica, en vez de verse beneficiado, entró en decadencia. En otras palabras, por ejemplo, para Arroyo (2021), el país cambió de máscara y se puso la de Polifemo Peor, la que hasta hoy no ha logrado quitarse.

Sin dudas, Los Peor (1995) se construye a partir de transformaciones sociales, económicas, culturales e ideológicas para diseñar, a través de la polifonía y las hibridaciones culturales, diálogos de crítica social, cuyos fines apuntan a las rupturas de los mitos edénicos sobre identidad y nación. Esto explica por qué los diálogos están a cargo de personajes subalternos o grupos periféricos. Ambos, desde sus roles periféricos, llevan la dirección de esta novela.

3. Análisis sobre la construcción de las subalternidades y la deconstrucción de los discursos normativos en la novela

Según las propuestas de Modonessi (2012), Foucault (2000), Spivak (1998) y Prakash (1997), la mujer aparece dentro de las categorías de grupos subalternos. Por ende, uno de los aspectos sobresalientes de la novela en estudio es la forma como se construye la identidad del personaje María. Brevemente, ella está embarazada y llega a una pensión, sitio utilizado como prostíbulo. No tiene refugio alguno.

Pasado el tiempo, tiene a un bebé. A este infante lo llaman Polifemo Peor. Y justamente, con este nacimiento todo cambia, especialmente para Jerónimo Peor. Para él, el niño monóculo es un símbolo de nuestros tiempos, y no son tiempos cualquiera, sino los de finales del siglo XX en Costa Rica. Esto provoca la convivencia de los personajes subalternos en la novela, aunque así como conviven también luchan por deconstruir las normas y tradiciones liberales mediante el uso protagónico de recursos retóricos incluidos en sus diálogos. Entre estas herramientas discursivas están la ironía y la burla.

En lo que respecta al ya mencionado niño Polifemo, él nace con una condición particular que lo condiciona a pertenecer al estatus periférico. Es hijo de una madre campesina que estuvo expuesta a agroquímicos, a los que se culpabiliza de ser los responsables de provocar la anormalidad del infante.

Ahora bien, Polifemo Peor no está solo, se relaciona fuertemente, como ir tejiendo un sudario, con su tío Jerónimo. Él cuidaba al niño monóculo. Lo hacía por miedo de que lo lastimaran. Además, le narraba historias ficticias sobre personajes literarios que carecían de alguna parte de sus cuerpos, para que el pequeño monstruo humano no se creyera diferente o inferior a las demás personas. Desde allí, se empiezan a generar diálogos cuyo fin busca normalizar las heterogeneidades o diferencias culturales. Es decir, disminuir las brechas entre el yo y el otro.

No obstante, basta decir que no solo se encuentran los tres personajes subalternos mencionados. La novela construye otros discursos donde se exponen temas de índole periférica como: la desigualdad, la condición económica y psicológica de la misma María, qué más decir de la prostitución como necesidad de subsistencia, la drogadicción y delincuencia en donde se ven inmersos los personajes niños y, principalmente, la exclusión, que según apuntes de Modonessi (2012), Foucault (2000), Spivak (1998) y Prakash (1997), es una particularidad de los sujetos subalternos. Esto se aprecia, por ejemplo, en la condición de vida de Polifemo durante los inicios de la novela. Él debe ser escondido en el patio de la pensión, como si fuera un migrante que no puede cruzar fronteras sin tener los respectivos permisos. No obstante, el patio también puede analizarse como la necesidad de que el ser humano se ponga en armonía con la naturaleza. Entrar en armonía con la naturaleza se convierte en herramienta de rebeldía contra el aparato neoliberal.

Por su parte, para Alvarado (2006), esta novela presenta personajes que suelen ser nombrados como los marginales, debido a las nuevas condiciones de realidad social. En palabras de Gramsci, citado por Modonessi (2012), los diálogos y modelos de vida se construyen mediante un opresor adverso a un oprimido. Por esta razón, Polifemo Peor sufre clara exclusión no solo de su madre, sino de la otredad en general; aunque, claro está, con excepción de Jerónimo, quien es calificado como loco, también metáfora de la deformidad moldeada en la Costa Rica de finales del siglo XX.

La forma como se construye el espacio en esta novela es bastante grotesca, aunque no deja de convertirse, al final, como lo defienden las ideas de Spivak (1998), en un mundo que espera por la llegada de un futuro mejor, tiempo donde los subalternos puedan ser vistos como ciudadanos para que sus derechos sean respetados. Muy al respecto, para Alvarado (2006), la deconstrucción de los diálogos normativos, en este caso mediante la utopía, es un recurso relevante y recurrente en la literatura posmoderna. Asimismo, Alvarado (2008), argumenta que los personajes de esta novela son claros ejemplos de marginalidades, por ende, sufren indiferencias. Estas desigualdades se encargan de construir, mediante el diálogo de los personajes, sus deseos de ruptura de las normas y tradiciones conservadoras.

Con base en la forma como se edifica el imaginario del ser campesino en esta novela, de acuerdo con las ideas de Foucault (2000) y Spivak (1998), esto se debe al papel que tienen que resistir luego de la fuerte entrada del capitalismo y la industrialización. Luego de que estos fenómenos tomaron posición, si se mira el monopolio humano como una lucha de fuerzas, los campesinos fueron expulsados hacia la periferia. Inclusive, estos datos los sostienen Ovares y Rojas (1995). Por consiguiente, para respaldar más lo dicho es necesario añadir el criterio de Millar (2013), para quien el uso de la ceguera en la novela, mediante la presencia del personaje Félix y la ceguera voluntaria de Jerónimo, son una crítica al daño generado por el capitalismo. Así entonces, los diálogos se construyen desde las subalternidades y, también, desde las mismas subalternidades se deconstruyen, a modo de denuncia, los ideologemas imperantes en la época: capitalismo y globalización.

Claramente, con el capitalismo la figura campesina pasó a un segundo plano, además, la tierra empezó a sufrir más daño, debido a que se empezaron a utilizar agroquímicos para cumplir con la alta demanda de los grupos de poder. En este punto destaca Estados Unidos, potencia amenazadora de las economías hispanoamericanas o mercado de valores. Esto explica por qué el factor agrónomo, posible culpable del nacimiento de Polifemo, es parte de la trama textual de esta novela.

Así bien, además de las cuatro figuras subalternas ya referidas, Enríquez (2005), por ejemplo, destaca la presencia de mendigos, borrachos y prostitutas. Estos personajes permiten exponer o construir una imagen de degradación de la humanidad a finales del siglo XX y, justamente, esto se convierte en uno de los principales objetivos logrados por esta novela trascendental en el corpus de la narrativa costarricense.

No obstante, a pesar de lo dicho por Enríquez (2005), cabe señalar la integración de estos personajes en la trama de la obra. Es interesante ver cómo sus identidades se construyen por y desde las subalternidades; por esto, en la novela, estos personajes no dejan de ser protagónicos. Tal y como lo apuntan Modonessi (2012) y Spivak (1998), esta integración forma parte de la necesidad del subalterno de ser escuchado. Él necesita dar a conocer su modelo de vida y la de los otros subalternos que entre subalternos no son otros, sino amigos que se aceptan con todas sus diferencias. Sin duda, existen construcciones que apuestan por las heterogeneidades dialécticas como puente para dar a conocer las hibridaciones culturales que buscan difuminar no al otro que siempre será otro, sino el imaginario de su identidad u otredad marginal.

A su vez, ya se ha indicado que la identidad de Jerónimo se construye a partir de las directrices de la subalternidad. Él es calificado como loco, por consiguiente, cabe añadir que su condición religiosa o de monje tampoco le colabora. Esto hace que sea más difícil deconstruir su imagen. Al respecto, para Torre (2003), esta la novela refleja un país que ha perdido la fe no solo en el cristianismo, sino en Dios en sí.

Asimismo, Muñoz (2016) y Arroyo (2021) afirman que la rareza de Polifemo, en quien debe ponerse un mayor énfasis dado que es un niño, símbolo de cambio y dado su destino fatídico, no se limita únicamente a lo evidente de su único ojo; él tampoco será inscrito en el Registro Civil, con el fin de que no haya rastro de su existencia, de que, como lo llamaría Aristóteles, sea un animal sin polis y por ende, no posea derechos. Igual se hacía en la antigua Esparta con la población infantil que nacía con deformidades. A estos miembros de la sociedad los asesinaban, ya que no eran considerados ciudadanos.

Entonces, la manera como se construye la identidad de Polifemo se presta para distintos análisis heterogéneos. Él es la exposición de lo otro, de aquello que transgrede el orden racional-apolíneo, por lo que es excluido de la sociedad. Inclusive, recuérdese que la casa, según Cirlot (1992) y Chevalier (1986), representa el orden del cosmos y el espacio, en este caso de los personajes, razón por la que, desde esta lectura, no es casualidad que su hogar sea un cuarto instalado en el patio de la pensión, fuera de la vista del resto del mundo, pues dadas sus condiciones, debe vivir como el otro, el subalterno que debe ocultarse de la sociedad normalizada. No obstante, curiosamente, esto no se queda estático, porque es en el sufrimiento y en la marginalidad donde se construyen las posibilidades o los deseos de deconstruir todo aquello que hiere o no acepta la multiculturalidad.

Inclusive, la sociedad normalizada posee tanta fuerza que Polifemo se transforma en ciudadano en el momento cuando comienza a relacionarse con los niños de la calle. Desde este instante, pierde lo que lo hacía único y diferente. Ahora, todos sus seres cercanos son diferentes y no ven la otredad como factor demoniaco. Se construye, de manera armoniosa, un espacio de hibridación cultural. Aunque, esta es solo una de las muchas posibilidades de lectura.

Dado lo anterior, se reivindican las ideas de los estudios culturales en torno al sujeto subalterno, pues ellas dicen que para conocer a estos grupos es necesario conocer sus historias y sus condiciones de vida. Es importante tener familiaridad con ellos, casi que meterse, desde el mismo rol de lectores, en la cabeza y corazón de los personajes para tener así un mayor acercamiento con el modo como viven cada día dentro de la temporalidad novelística.

Por otra parte, cabe referir a las mujeres de la pensión (las prostitutas, María -ya referida brevemente al inicio- y Consuelo Peor). Ellas también figuran como sujetos marginales dentro de la ciudad de San José. En relación con María, ella es la madre de Polifemo. Su mismo nombre, desde una tradición bíblica que se rompe, podría subordinarla a una condición de pureza, razón por la que en la novela se dice: “Mi mamá me puso María por la virgen, solo que, como dicen: ¡Virgen ni de los oídos, porque por ahí me entró el cuento…!” (p. 158). En la cita anterior se aprecia el recurso del chiste como punto de protesta. Esto, a su vez, deconstruye los imaginarios normalizados desde las mismas subalternidades.

Además, María es un caso peculiar, más allá del hecho de ser madre de Polifemo. Ella fue abandonada y maltratada por su padre, luego de que él se enterara de que estaba embarazada; básicamente, la identidad de María se construye mediante diálogos que remiten al imaginario de la mujer fatídica. Ella es oprimida por los discursos de los aparatos de poder, en esta caso, la Iglesia, pues el padre le pega por no cumplir con las expectativas de pureza que se supone debe mantener la mujer.

Por ende, su nombre es una estrategia de deconstrucción del imaginario de la María judeo-cristiana, también sujeto subalterno. En la novela de Contreras se busca construir imaginarios de nuevas Marías que no sigan las ataduras opresoras del discurso religioso. Desde los recursos retóricos del chiste y la ironía estos imaginarios se deconstruyen a partir de los mismos espacios protagónicos de la subalternidad. El subalterno adquiere poder por medio de estos recursos o actos de habla.

A su vez, está la figura subalterna de las prostitutas, quienes tradicionalmente, en el mundo real, a modo de mímesis, son excluidas por lo centrípeto. Sin embargo, dada la necesidad de deconstrucción, en la novela de Contreras, las prostitutas se convierten en uno de los respaldos de Polifemo; por ende, se da a conocer el lado más humano de ellas y hasta se les da su valor de respeto:

¡Las putas…! - - ¡No, “Las muchachas” !; putas son para el que les paga por acostarse con ellas. Para mí han sido solo las muchachas, y siempre me han tratado muy bien. Además, son personas decentes después de todo… por lo menos no andan escondiendo nada. (p. 151)

La cita anterior deconstruye un discurso opresor y clama por una filosofía humanista en donde estas mujeres no sean calificadas por sus condiciones de trabajo, consecuencia de sus necesidades económicas, sino por lo que son, por los valores que poseen, entre ellas el buen trato y amabilidad que pueden dar a las demás personas.

En cuanto a espacio, la novela da albergue a la pobreza mediante la presencia de las bandas de niños, quienes, dadas sus condiciones de subalternidad económica, se ven obligados a pedir limosna. Súmense a ello los mendigos, los borrachos en las cantinas y toda clase de prostitución, tanto de mujeres como de hombres.

Como punto interesante, esta novela evoca espacios de subalternidad que poco tienen que ver con lo centrípeto:

[…] la calle era más que nada el escenario de la miseria, las injusticias y, sobre todo, de las desigualdades. Aquellos niños que se peleaban su regazo un rato en las noches de los días cualquiera, pasaban hambres y fríos y peligros. (p. 187)

Con base en la cita anterior, el eje principal de la novela es la marginalidad misma. Este cronotopo tiene un papel protagónico de denuncia.

Por otro lado, tal y como ya se comentó, pero para profundizar más en el asunto, Jerónimo Peor también es un sujeto subalterno debido a su condición de locura. Respecto a ello, cabe referir al simbolista Cirlot (1992), quien detalla que la locura “se halla al margen de todo orden o sistema” (p. 279). Desde esta óptica, él representa lo que la sociedad ignora y excluye. El personaje es segregado en el máximo sentido de la palabra, porque desde sus inicios, por su condición mental, es expulsado del monasterio, metáfora de una sociedad que ha perdido la fe y credibilidad en Dios.

Sin embargo, el mismo Jerónimo clama por la deconstrucción defendida por los estudios de subalternidad, puesto que transgrede el rol tradicional de un monje franciscano. Jerónimo visualiza la religión como una sociedad libre. Él se inspira y apuesta por una filosofía ecléctica.

Al respecto, Cirlot (1992) indica que los locos “reaccionan por el delirio, el baile y las extravagancias para invertir el orden maligno reinante” (p. 272). Por esta razón, al igual que los ya referidos personajes Polifemo, María y las prostitutas, Jerónimo rompe con el imaginario del deber ser. Su identidad se construye desde las contrariedades de las normas. Por ende, aparte de loco es rebelde. Esto provoca un desdoblamiento del statu quo.

Por su lado, para los estudios subalternos, los grupos periféricos poseen sus propias identidades y modos de vida. Esto es verídico y, además, explica por qué razón en la novela, el prostíbulo, en definitiva, representa el espacio o hábitat de los subalternos. Jerónimo es un ser querido en la pensión, dado que todos los personajes que viven allí se encuentran en las mismas condiciones periféricas, y por este mismo motivo, fuera de este lugar, Jerónimo cambiaba de función en el teatro, era el denigrado, “los conventos se lo turnaban cuando ya les resultaba insoportable” (Contreras, 1995, pp. 29-30).

Entre los mismos subalternos se apoyan, entienden y ayudan. Esto reafirma que ellos poseen un modelo de vida propio que, según Prakash (1997), no debe desvalorizarse; por ende, en la novela se indica: “Las muchachas eran amigas y enemigas, confidentes e infidentes. Eran cautelosamente solidarias, eso sí: aunque se odiaran a veces, no soportaban ver alguna en una situación desesperante” (p. 21).

Por su lado, dada la constante solicitud de deconstrucción señalada por los estudios subalternos, debe agregarse que también esto se aprecia en el hecho de que la locura de Jerónimo es vista con normalidad por las prostitutas. En la novela se señala:

Se aseguraba que tenía trastocado el juicio; pero eso nunca fue óbice para que las muchachas lo quisieran tanto y le permitieran hacer lo que le viniera en gana, sin pagar por lo poco que consumía ni por el cuartito detrás del cuartucho de pilas, donde dormía poco y divagaba mucho. (p. 17)

La locura de Jerónimo no es extraña o rara dentro del grupo o espacio periférico en el que se cobija, caso contrario cuando sale de este sitio acogedor para su identidad.

Por su lado, la obra transgrede el discurso patriarcal. Prototípicamente hablando, la figura masculina en un contexto patriarcal es admirada y respetada; sin embargo, en la construcción de estas subalternidades hay hombres y mujeres. En cuanto a figuras masculinas hay personajes ciegos, locos, inútiles y desvalidos, en donde incluso las mujeres llegan a tener mando sobre ellos.

No es casualidad que se aluda a la mitología griega, propiamente a Hesíodo para presentar a la mujer subalterna como un titán, como alguien que quiere trascender y deconstruir lo normalizado, ya que está cansada de la opresión: “Con una cinta gruesa y blanca atada a la frente, un delantal de cuerpo entero y unos brazos titánicos, doña Consuelo Peor trabajaba desde muy temprano dirigiendo a unas muchachitas escurridas y pálidas como penitentes…” (Contreras, 1995, p. 14).

Dada la cita anterior, cabe indicar que, en la mitología griega, la lucha titánica presentada por el poeta Hesíodo (S. VIII a.C), representa una pugna por la obtención del trono frente a los doce dioses que pasarían a ocupar el monte olímpico. En el caso de la novela de Contreras, el adjetivo “titánicos” alude a la personalidad de lucha y sed de salir de la subalternidad por parte del personaje femenino, razón por la que Consuelo cumple con el arquetipo de mujer protectora pero, a su vez, debe indicarse que no está bajo el cuido de hombres poderosos, sino de subalternos: un loco, un inválido, prostitutas y qué más decir del niño Polifemo, siendo ella la propietaria de su propio dinero para subsistir. Mujer independiente de un marido.

La ruptura de este discurso tradicional se ve en la siguiente cita: “Ella preparaba el café fuerte, el gallo pinto con huevos y el pan para el desayuno de las gladiadoras de la noche” (Contreras, 1995, p. 14). Trabaja para otras mujeres no para hombres. Es como si se estuviera hablando de una comunidad de mujeres que luchan por un bien común.

Al llegar a este punto del análisis, es notorio que la solicitud de deconstrucción por parte de la subalternidad femenina es más constante y más fuerte que con los personajes masculinos; recuérdese que, incluso para Jerónimo, la imagen de Dios era femenina, y anteriormente se dijo que Jerónimo rompe con el orden tradicional de monje. Al respecto, menciona Torre (2003) que el poder de la Iglesia se ve invertido por medio de él.

En la novela se hace mención no solo a un Dios ausente, sino a una divinidad que excluye a la clase baja:

Consuelo mientras sacaba la ropa recién lavada de una palangana plástica, la tendía en las cuerdas de nilón y la prensaba con prensas de madera; después se secaba sus brazos de amazona en la falda del delantal, recogía el recipiente vacío y se iba para adentro sin preguntarle a Dios por qué hacía las cosas tan difíciles para los pobres. (p. 68)

Por su lado, cabe decir que el único que cree en un Dios femenino es Jerónimo; en los otros personajes la pérdida de la fe es absoluta. Este fenómeno representa el contexto de fondo, tal es el caso de María, quien reprocha las nefastas condiciones de vida de sus aliados, los subalternos: “¿Por qué Dios no hizo algo...? - Le preguntó la madre a Jerónimo… -Dígame por qué diablos Dios no hizo algo... - Después ella misma se contestó: -Dios no hizo nada porque Dios no existe” (p. 38).

La fe de María se perdió cuando nació Polifemo, ya que ella no lo veía humano, sino como un monstruo que representaba una completa desgracia para su vida: “lo que ese niño tiene es que no es humano… Él es solo un castigo que el cielo me mandó por abrir las piernas tan fácilmente” (p. 39).

Tal y como se aprecia en la cita, se reprocha nuevamente el discurso religioso no solo en tanto la fe hacia Dios, sino también hacia el castigo que esta divinidad le puede enviar a una mujer si no sigue los patrones de pureza femeninos impuestos por los discursos del judeo-cristianismo.

Por otro lado, debe dejarse claro que el discurso económico ataca constantemente al subalterno, tal es el caso de la industrialización aunada a la pérdida de valores humanos:

Lo más ingrato de todo es que esta maldita industria agroquímica, más toda la de porquerías de la vida moderna, nos maten de un golpe y permitan que la gente siga viviendo con problemas sin remedio, más aún, queriendo vivir, encariñándose con la vida, aunque se trate así de niños como Polifemo, o de los hombres estériles de la bananera; ni ellos quieren morirse de verdad, ni nadie quiere que se mueran. Y esos hombres con sus mujeres, ustedes creen que se resignaron a no tener hijos, no, jamás. Esas parejas viven con un sufrimiento eterno que les ha arruinado inclusive hasta la sexualidad…-Terminó Evans su discurso. (p. 221)

En el fragmento anterior, se aprecia, ahora sí con cita, cómo la industrialización y la modernidad desplazan al campesino a un segundo plano. A él se le explota y desvalora. Solo interesa la pronta producción, y para ello se requiere de agroquímicos en las tierras.

Por otro lado, en la novela se aprecia una clase trabajadora sufriente; por ejemplo, se tiene el caso del esposo de Consuelo, quien por el simple hecho de no explicarle cómo utilizar una máquina, quedó paralítico de por vida: “El hombre trabajó años sin contrato en una fábrica; no le enseñaron a usar bien las máquinas, recibió una descarga eléctrica: lesión cerebral, nada qué hacer, nadie se responsabilizó” (p. 20).

Con base en la cita anterior, de nuevo se construye la identidad del trabajador como un sujeto oprimido por el poder de la industria y la globalización. Se le oprime en tanto se desaliena, con el afán de convertirlo en una máquina fructífera para la industria.

A su vez, como se ha dicho, la novela incorpora una crítica hacia el exceso de agroquímicos en las empresas, al punto de darle más importancia a la producción extensa que al cuidado tanto de las tierras como de sus empleados, los campesinos:

Al día siguiente del extraño nacimiento, Evans llegó a explicar la situación. Él se lo atribuía todo al origen de la madre: campesina de las zonas agrícolas de Alajuela, había vivido su vida y embarazo expuesta al contacto con los agroquímicos todo el tiempo que logró disimularlo, hasta ser descubierta y expulsada de la casa. (p. 37).

A su vez, el mismo discurso industrializador adverso o enemigo de los pobres cuya identidad remite a las subalternidades, provoca un prejuicio sobre toda la población infantil del barrio. Se llega a pensar que con el paso de los años esta comunidad de infantes se convertirá en maleantes: “esos niños eran los que llegaban a ser en poco tiempo los maleantes de las calles, los cadeneros y los roba carros” (p. 187), producto de una sociedad caótica, periférica y convulsa que sufre las secuelas de las opresiones o de las diferentes marginalidades. Desde la construcción de este cronotopo, ser pobre es ser vulnerable al vandalismo.

4. Conclusiones

En esta novela de Contreras (1995), son constantes los discursos que atacan y dan a conocer las formas como se construyen las subalternidades y como se deconstruyen los discursos provenientes de los aparatos de poder.

Queda claro que los personajes analizados tienen la función de servir como simbolismo de una sociedad costarricense de finales del siglo XX que está y seguirá en decadencia. Existe un entorno caótico en donde sobresalen las subalternidades que adquieren roles protagónicos.

Por esto mismo, debe indicarse de nuevo que no es casualidad que en la novela de Contreras se diga que Polifemo, a quien más atención se ha prestado en diferentes estudios -entre ellos, el más reciente de Arroyo (2021)- es símbolo de nuestros tiempos, épocas en donde existen grupos solicitando cambios para intentar disminuir tanto las marginalidades como las indiferencias sociales. Inclusive, debe señalarse que el uso del posesivo plural masculino -nuestros- le brinda una carga semántica de propiedad a los grupos subalternos. El posesivo se refiere a los tiempos de los subalternos como grupo que posee su propia identidad y no la de otros sujetos.

Por su lado, son evidentes las opresiones discursivas vividas por los sujetos subalternos en la novela de Contreras, así como el uso del deconstruccionismo dialógico como método para dar a conocer el deseo de un cambio; sin embargo, a pesar de tal deconstrucción de los discursos normativos y tradicionales, la obra termina reivindicando la idea de Spivak (1998). Esta autora señala que el sujeto subalterno puede hablar dentro de su espacio de subalternidad, pero que su voz no trasciende.

Por esto mismo, la novela da señal de un gallo que simboliza la esperanza de un futuro mejor: “el último gallo de ayer ya había ordenado el amanecer” (p. 235). El amanecer funciona como metáfora cíclica que marca la petición de un tiempo en donde sí puedan trascender las voces de los sujetos subalternos y, por ende, ser integrados al centro de los aparatos de la urbe o bien, construir con justicia sus propias identidades e imaginarios desde las subalternidades mismas, sin la necesidad de encajar en otros aparatos de poder.

Por último, el hecho de que las voces de los sujetos subalternos terminen siendo desgarradas y por ende no trasciendan, también explica por qué “Jerónimo Peor no tuvo ningún reparo en morir” (p. 242). Las muertes tanto de Jerónimo como de Polifemo construyen la identidad de pérdida de los grupos periféricos en la novela. Esto, a su vez, a pesar de ambientarse en un tópico de desencanto, construye un mensaje de esperanza para el futuro, misión expuesta incluso hoy por los estudios sobre subalternidad. Por tanto, para responder a la pregunta inicial de este trabajo, sí se puede hablar de sujetos subalternos en esta novela; ellos son dueños y señores de toda la trama textual, cuya única salida es la muerte, vista como regeneración o trascendencia quizás a un espacio mejor, sitio esperado por algunos de los humanos que apuestan por lo cierto de lo incierto o bien por las utopías que siguen permitiendo que la humanidad no muera.

Referencias bibliográficas

Alvarado, Ó. (2008). Los marginados o la ceguera y la mendicidad como dimensiones textuales de una lectura marginal: a propósito de Los Peor, una novela inserta en lo urbano. Estudios, (21), 167-188. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/estudios/article/view/23783/23948.

—–––– (2006). La incidencia de lo posmoderno en la novela Los Peor de Fernando Contreras. Káñina, 30 (2), 75-89. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/kanina/article/download/4621/4435

Arroyo Carvajal, Y. (2018). La representación de la tristeza y el caos a través de los elementos metafóricos de la naturaleza en Campos de castilla (1912) de Antonio Machado. Estudios, 1-29 https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/estudios/article/view/34999/34561

—–––– (2021). Tradición grecolatina en la novela costarricense Los Peor (1995), de Fernando Contreras Castro, Káñina, 45 (2), 73-100. 10.15517/RK.V45I2.47186

Bajtín, M. (1975). Teoría y estética de la novela (Trad. Helena S. Kriukova y Vicente Cazcarra). Taurus.

Brunner, J. (2001). Modernidad: Centro y Periferia. Claves de lectura. Modernidad, 1-14 http://200.6.99.248/~bru487cl/files/Modernidad_5_.pdf

Cirlot, J. E. (1992). Diccionario de símbolos. Labor.

Contreras Castro, F. (1995). Los Peor. Ediciones Farben.

Chaves, J. R. (2016). Monstruos fantásticos en la Literatura Costarricense. Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, 42, 77-89. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/filyling/article/download/26466/26697

Chevalier, J. (1986). Diccionario de los símbolos. Editorial Herder.

Enríquez, M. (2005). Miradas convergentes sobre la ciudad en Los Peor de Fernando Contreras. Letras, 37, 53-64. http://www.revistas.una.ac.cr/index.php/letras/article/view/4055/3895

Foucault, M. (2000). Los anormales. Fondo de Cultura Económica de Argentina.

González-Hernández, C. (2014). Espacios predominantes en la novela Los Peor de Fernando Contreras Castro. http://www.mep.go.cr/

González Muñoz, I. (2016). La doble marginalidad del monstruo moderno: El cíclope Polifemo en Los peor, de Fernando Contreras Castro. Revista de Filología y Lingüística de la Universidad de Costa Rica, 42, 211-223. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/filyling/article/view/26503

Herrera Montero, B. (2009). Estudios subalternos en América Latina. Revista Electrónica de Historia, 10 (2), 109-121 http://www.redalyc.org/pdf/439/43915735004.pdf

Millar, M. (2013). Los ciegos ven mejor lo invisible: visión, ceguera y crítica social en la literatura contemporánea costarricense. Káñina, 37 (1), 33-45. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/kanina/article/view/9850/9273

Modonessi, M. (2012). Subalternidad. Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de México. 1-12. conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/497trabajo

Morúa Torre, A. (2003). Indicios religiosos en Los Peor. Pensamiento actual, 1-9. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/pensamiento-actual/article/view/8311/7866

Prakash, G. (1997). Los estudios de la subalternidad como crítica post-colonial. En Rivera Cusicanqui, S. y Barragán, R. (comps.). Debates Post Coloniales: Una Introducción a los Estudios de la Subalternidad (pp. 293-313), Editorial historias y Ediciones Aruwiry.

Rojas, M. y Ovares, F. (1995). 100 Años de Literatura Costarricense. Ediciones Farben.

Rojas Salazar, Á. (2018). La Boca, el Monte y las novelas: una mirada literaria a la ciudad de San José. EUNED.

Spivak, G. (1998). ¿Puede hablar el sujeto subalterno? Orbis Tertius, 6, 175-235. https://www.redalyc.org/pdf/1050/105018181010.pdf


1 Para un estudio completo dedicado a esta figura puede leerse: Arroyo Carvajal, Y. (2021). Tradición grecolatina en la novela costarricense Los Peor (1995), de Fernando Contreras Castro, Káñina, 45 (2), 73-100. 10.15517/RK.V45I2.47186

2 La concepción teórica de los cronotopos novelísticos se toma de: Bajtín, M. (1975). Teoría y estética de la novela (Trad. Helena S. Kriukova y Vicente Cazcarra). Taurus.

3 Para tener acceso a un estudio detallado de la ceguera puede leerse el artículo académico: Millar, M. (2013). Los ciegos ven mejor lo invisible: visión, ceguera y crítica social en la literatura contemporánea costarricense, Káñina, 37 (1), 33-45. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/kanina/article/view/9850/9273


Recibido: 25 de junio, 2021

Aceptado: 15 de julio, 2021

Doi: 10.15359/ra.1-31.8


Logo UnaLogo EunaLogo Una

Equipo Editorial
Universidad Nacional, Costa Rica. Campus Omar Dengo
Apartado postal 86-3000. Heredia, Costa Rica