R E P E R T O R I O | A M E R I C A N O | |
Segunda nueva época N.° 32, Enero-Diciembre, 2022 | ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143 | |
El lado oculto de la guerra de Coto en Costa Rica
Fabio Valverde Barrantes
Universidad Hispanoamericana
Heredia, Costa Rica
Los conflictos armados en Costa Rica son elementos borrados del inconsciente nacional. Nuestro país ha vivido innumerables contiendas bélicas que definieron los destinos de la patria. La guerra de Coto no es la excepción, este conflicto está en la cola de las guerras olvidadas de Costa Rica. En este ensayo se explicará la guerra de Coto y su importancia nivel histórica; también se ahondará en algunas de sus etapas.
La guerra de Coto fue un conflicto armado entre Costa Rica y Panamá que abarca del 20 de febrero al 7 de marzo de 1921. Está registrado que, durante esta contienda, murieron 31 costarricenses y 48 resultaron heridos. Del lado panameño fueron heridos 2 soldados y murieron 3 civiles. Para comprender el conflicto en sí debemos analizar los problemas territoriales y diplomáticos que tenían Costa Rica y Panamá. Esto es importante mencionarlo ya que los acuerdos para definir una frontera entre ambos países nunca fueron efectivos, ninguna de las naciones quedaba satisfecha con los límites que se establecían en estos fallos internacionales; sin embargo, durante mucho tiempo el conflicto diplomático quedó latente y sin poder resolverse hasta convertirse en una cruenta masacre entre países vecinos. La disputa territorial entre Costa Rica y el vecino del sur se da incluso mucho antes de que Panamá fuese un territorio independiente. Es decir, que los problemas debíamos resolverlos con Colombia, en aquella época llamada República de Nueva Granada. El primer choque entre los Estados de aquellas naciones se da en 1836 y 1837, cuando el gobierno de Colombia ocupa militarmente la región de Bocas del Toro que anteriormente le pertenecía a Costa Rica. Según el historiador Rafael Obregón Loría “Costa Rica protestó, pero no pudo hacer más porque Colombia era un país de un poder militar muy superior; poseía un ejército grande, bien equipado, y larga experiencia ganada en las guerras de la independencia, y su presidente de ese momento era también un militar experimentado que arreglaba las cosas por la fuerza, el general Francisco de Paula Santander” (1981, p.38).
Ciertamente, Costa Rica ante el arrebatamiento de Bocas del Toro por parte de la Gran Colombia no pudo hacer nada. Costa Rica en aquel momento tenía también otros conflictos que resolver tales como las conspiraciones y conflictos internos y externos. Entonces, cabe mencionar que de 1837 en adelante, Bocas del Toro pasó a formar parte de la Gran Colombia y más adelante sería parte de Panamá aprovechando dicha coyuntura. Los problemas no terminaron ahí con Colombia; en 1879, soldados colombianos llegaron a Punta Burica tratando de ocuparla militarmente. Durante el gobierno de Tomás Guardia Gutiérrez (1870-1876, 1877-1882) se intentó retomar Bocas del Toro con el ejército costarricense; sin embargo, esta misión fracasó. Durante casi todo el final del siglo XIX, los intentos de imponer una frontera establecida entre Costa Rica y Colombia no dieron frutos. Al separarse Panamá de Colombia en el año 1903, los problemas limítrofes ahora son directamente con la recién formada República de Panamá. Costa Rica vio esto como una oportunidad para delimitar las fronteras de una vez por todas; sin embargo, tuvo problemas para hacerlo. Uno de los acuerdos más importantes en este sentido fue el Fallo White acordado en el año 1914, el cual le otorgaba a Costa Rica potestad sobre el río Coto y partes del río Sixaola (territorios que Panamá consideraba suyos y que defendería en la guerra de Coto). Fue hasta el año 1921 cuando Panamá se retiraría definitivamente de Coto.
El período que abarca de 1914 hasta 1919 es importante analizarlo ya que está ligado al conflicto. Es en el año 1914 cuando se firma el Fallo White el cual Panamá no reconocería, pero sería de gran importancia ya que tal era el argumento de Costa Rica para adjudicarse su derecho sobre los territorios mencionados anteriormente. En 1917, los hermanos Federico y José Joaquín Tinoco Granados dan un golpe de Estado al presidente Alfredo González Flores. Durante su mandato, los hermanos Tinoco establecen un gobierno totalmente militarista. Al declararle la guerra a Alemania, los Tinoco aprovecharon para suspender las garantías individuales, obligando así a muchos costarricenses a tener que prestar el servicio militar. La persecución política, las ejecuciones extrajudiciales, las torturas y los tratos inhumanos que este régimen aplicó a los opositores fueron una gran mancha que ensuciaría la reputación del ejército costarricense, ya que especialmente este estuvo implicado en los crímenes cometidos. En este período de 1917-1919, al entrar Costa Rica en una dictadura militar, ciertos sectores de la población se manifestaron tanto en las calles como en las trincheras. Costa Rica entraría en una cuasi guerra civil de 1918 hasta 1919 que tendría como saldo cientos de muertos y heridos. Es importantísimo mencionar que durante la época tinoquista las fuerzas armadas de Costa Rica tendrían un incremento de armas y hombres. Federico Tinoco, el dictador de Costa Rica de aquel entonces, se jactaba de que sus fuerzas armadas, contando policías y soldados, ascendían a 20 000 hombres.
Si algo hicieron los hermanos Tinoco fue devolverle el poder al ejército costarricense notoriamente debilitado a principios del siglo XX. Las escaramuzas de los revolucionarios antitinoquistas no pudieron derrotar al ejército nacional de aquella época, pero las protestas y estos mismos grupos revolucionarios llamaron la atención de los Estados Unidos, quienes se negaban a reconocer desde un inicio el gobierno de los hermanos Tinoco. La situación llegó a tal punto que el gobierno de los Estados Unidos intervino militarmente en las costas marítimas de Costa Rica y esto convenció a Federico Tinoco a dejar el poder en 1919. Después de ciertas gestiones políticas para estabilizar Costa Rica, no fue hasta 1920 que se realizaron elecciones nacionales, año en el que es electo Julio Acosta García, enemigo acérrimo del régimen tinoquista al que atacó por la vía armada durante 1918-1919. Recién llegado Acosta al poder decide desmovilizar el ejército tinoquista y quedan en los cuarteles pocos hombres. Es en esta época en la que el ejército costarricense quedaría tan debilitado que llegaría a ser un elemento meramente decorativo. Los nuevos soldados que formarían el ejército eran rebeldes que lucharon contra Tinoco que, si bien es cierto resistieron, nunca lograron derrotar en casi ninguna batalla el ejército de los Tinoco. Esto quiere decir que los miembros de este nuevo ejército que se formaba no eran profesionales sino rebeldes recién ingresados en el campo de las armas.
Entonces, para comprender el desastre militar de Costa Rica del 20 de febrero al 1° de marzo de 1921 en el cual mueren acribillados 31 costarricenses, es importante mencionar que el ejército estaba debilitado y conformado por voluntarios inexpertos en el uso de las armas. Incluso la oficialía era la misma que había perdido los combates en la revolución contra el tinoquismo. Ahora bien, del 1° al 7 de marzo, la guerra llegaría a dar un giro inesperado pues esta vez los tinoquistas fueron tomados en cuenta para la guerra ya que al ser los más entrenados y profesionales serían más útiles en la contienda.
Las batallas de la guerra de Coto
El 20 de febrero de 1921 salió una expedición de 25 hombres al mando del coronel Héctor Zúñiga Mora (nicaragüense que había luchado en contra de Tinoco) a retomar el territorio de Coto. Al llegar al sitio encontraron una escena esperada: existía en esa zona un corregidor panameño que administraba el territorio además de que la población que allí habitaba era en su mayoría panameña. El coronel Zúñiga Mora le pidió al corregidor panameño que se retirara y así lo tuvo que hacer. Inicialmente la ocupación por parte del piquete del ejército costarricense fue sencilla, el corregidor panameño se retiró y no hubo mayor inconveniente hasta ese momento. La noticia de que Costa Rica había ocupado militarmente Coto no agradó a los panameños quienes exigieron armas para retomar el territorio. Debido a una falta de comunicación entre el gobierno y la tropa de Héctor Zúñiga, los soldados desconocían que los panameños estaban resueltos a retomar Coto por la vía armada. El 27 de febrero de 1921, un numeroso destacamento de soldados panameños emboscó a los costarricenses que se encontraban en Coto al mando de Zúñiga. El gobierno no tenía la noción de que los soldados de Zúñiga habían sido capturados, pero ya sospechaba que Panamá estaba a punto de contraatacar. Es por eso que se envió a otro grupo de 25 soldados costarricenses al mando del coronel Miguel Obregón Zamora. Ese mismo 27 de febrero de 1921, al llegar a las márgenes de río Coto, Obregón y sus hombres fueron recibidos a tiros por las tropas panameñas, quienes se habían puesto en posiciones estratégicas para atacar. El combate fue desigual; los soldados costarricenses vivaron a Costa Rica y pedían que cesara el fuego pues no se imaginaban que los que disparaban eran soldados panameños. En vista de que los mandatos del cese al fuego no eran acatados, nuestros compatriotas cargaron sus rifles y contestaron al enemigo, ese enemigo que no podían ni siquiera ver, ya que los panameños se ocultaron dentro de aquella selva que los cubría. Después de una hora de combate de los 25 costarricenses que viajaban en la embarcación, 16 murieron y los demás habían quedado gravemente heridos. Finalmente, también fueron apresados por las fuerzas panameñas.
El 1° de marzo de 1921, el coronel Amadeo Vargas, otro de los coroneles del nuevo ejército de Costa Rica quien había luchado contra Tinoco, fue enviado a reforzar Coto. El resultado fue similar: la cubierta de la embarcación se cubrió de cadáveres y heridos; a como pudieron trataron de defenderse. El combate duró aproximadamente una hora, igual que el anterior; los soldados destacan que el coronel Amadeo Vargas fue valiente y luchaba exponiéndose a las balas hasta que fue herido en un glúteo y un brazo. Durante la batalla, los soldados le pidieron encarecidamente al coronel que se rindieran, pero él se opuso rotundamente y dio la orden de “sálvese quien pueda”. El coronel Vargas se tiró al río Coto buscando huir de aquel infierno de balas; junto a él, otros compañeros también se retiraron de la embarcación. Los gendarmes que habían quedado en la nave se entregaron a los panameños.
En vista de esta situación tan vergonzosa en lo estratégico y militar, el gobierno decide tomar en cuenta a los militares del extinto ejército tinoquista, quienes estaban más entrenados y preparados. Es en marzo de 1921 cuando los costarricenses dejan a un lado sus rencillas políticas, cierran las heridas que dejó la dictadura y se perdonan para luchar contra un enemigo común, ese enemigo que quería arrebatarles Coto. Las emboscadas que sufrió nuestro ejército en las márgenes del río Coto generaron gran indignación en todo el territorio nacional. Hombres, mujeres e incluso niños se organizaron para participar en la contienda. El gobierno de Costa Rica afirmaba que tenía la capacidad de dar armas a todo aquel que quisiera colaborar en la guerra. En vista de que los panameños tenían una posición favorable en el territorio de Coto, el ejército costarricense dirigido por la oficialía tinoquista decide tomar Bocas del Toro. Los soldados costarricenses hicieron una hazaña que poco se conoce en los textos históricos de Costa Rica: tomaron un tren de la United Fruit Company equipado con ametralladoras. En los vagones, apiñados, estaban los soldados costarricenses listos para el ataque. Los panameños divisaron que el ejército nacional estaba mejor equipado; por este motivo casi al inicio de la batalla salieron corriendo en desbandada mientras los soldados costarricenses disparaban desde el tren. De esta manera Guabito, Changuinola y Almirante de Panamá quedaron en manos del ejército costarricense. En estos combates murieron una niña panameña y una mujer quienes habían recibido balas perdidas de la batalla. También murió un panameño, cuya misión era descarrilar el tren de los costarricenses, al recibir un disparo en la cabeza intentando su cometido. Del lado costarricense murieron dos centinelas que vigilaban sus posiciones.
Los soldados panameños que habían huido de las zonas ocupadas por el ejército costarricense (Guabito, Changuinola y Almirante) se internaron en las islas de Bocas del Toro. Nuestro ejército estaba resuelto a bombardear esas islas y acabar por completo con los panameños. El 5 de marzo de 1921, salió la artillería costarricense al mando del legionario alemán Fernando Rothe y el General Rafael Villegas. Fernando Rothe fue un coronel alemán que había luchado en la Primera Guerra Mundial y durante la contienda de Coto se enlistó en el ejército costarricense y su papel sería comandar a los artilleros de Costa Rica que bombardearían Bocas del Toro. Cuando la contienda estaba en su máximo apogeo, se divisaron buques de guerra norteamericanos que exigirían a ambos países el cese de las hostilidades: Costa Rica no se retiraría si Estados Unidos no garantizaba que Panamá devolvería Coto. Al final de la contienda se acordó que se respetaría el Fallo White y ambos países tuvieron que retirarse de los territorios ocupados. No fue hasta septiembre de 1921 cuando Costa Rica tomaría definitivamente el territorio de Coto; los panameños que ahí vivían quemaron sus casas y se internaron en territorio panameño.
Terminó así la guerra de Coto: 31 costarricenses dieron su vida por el honor nacional y su valentía debe ser reconocida. No debemos olvidar, porque olvidar significa castigar injustamente a quienes con su sangre delimitaron las fronteras de la patria y que, bajo el fuego enemigo, lo último que gritaron fue ¡Viva Costa Rica!
Marín Cañas, J. Coto: La guerra del 21 contra Panamá. 2ª. ed. San José: Editorial Costa Rica, 1976.
Oconitrillo García, E. Julio Acosta. El hombre de la providencia. 2ª. ed. San José: Editorial Costa Rica, 1991.
Obregón Loría, R. Hechos militares y políticos. Alajuela: Museo Histórico Juan Santamaría, 1981.
Padilla Castro, G. Coto y la soledad. San José: s.ed., 1961.
Artillería del ejército costarricense en el Caribe panameño (territorios ocupados por el ejército nacional)
Voluntarios costarricenses vigilan las islas de Bocas del Toro armados con ametralladoras y fusiles
Ciudadanos costarricenses exigen armas en el Cuartel de la Artillería para luchar en la contienda
Equipo Editorial
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