R E P E R T O R I O


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A M E R I C A N O


Segunda nueva época N.° 34, Enero-Diciembre, 2024

ISSN: 0252-8479 / EISSN: 2215-6143



portada

Camus y Sartre, ¿disputa o afinidad filosófica? Concepciones en torno a la idea de responsabilidad existencial

Camus and Sartre, ¿contrast or philosophical affinity? Conceptions about the idea of existential responsibility

Byron Ramírez Agüero

Universidad de Costa Rica

ORCID: 00000001-6933-0532

ramirezagueroby@gmail.com

Resumen

El presente artículo se basa en la interrogante: ¿Cómo se presenta el contraste argumentativo del concepto de responsabilidad en los postulados filosóficos de Jean-Paul Sartre y de Albert Camus? El objetivo principal de este estudio es relacionar la forma en la que ambos autores abordan, coinciden y difieren en diversos puntos filosóficos con respecto al tratamiento de esta idea (la responsabilidad humana individual y social) a lo largo de sus obras, y vincular este contraste con las disputas que tuvieron entre sí ambos escritores en vida. Se busca establecer conexiones y diferencias entre ambas posturas filosóficas (existencialismo y absurdismo) y acercarse a las bases de sus ideas. Dicho estudio se basa en Sartre por sí mismo (1955) y El existencialismo es un humanismo (1946) -entre otras obras de Sartre (y sus comentadores)- y El mito de Sísifo (1942) y El hombre rebelde (1951) -entre otras obras de Camus (y sus comentadores)-.

Palabras claves: filosofía contemporánea, literatura, Modernidad, responsabilidad humana, existencialismo, filosofía del absurdo, suicidio, libertad

Abstract

This essay is based on the question: how to represent the argumentative contrast of the concept of responsibility in the philosophical postulates from Jean-Paul Sartre and Albert Camus? The main objective of this study is to link the way in which both authors address, agree, and differ on various philosophical points of view about this idea (individual and social human responsibility) throughout their works, and to compare this contrast to the disputes they have during their life, looking for establish connections and differences between both philosophical positions (Existentialism and Absurdism), as well as to approach to the foundations of their ideas. This study is based on Sartre by himself (1955) and The Existentialism is a Humanism (1946), by Sartre, and The Myth of Sisyphus (1942) and The Revel Man (1951) by Camus.

Keywords: contemporary philosophy, literature, Modernity, human responsibility, existentialism, philosophy of the absurd, suicide, freedom

Introducción

Cuando se suele abordar la historia de la literatura y de la filosofía occidentales, se sitúa el siglo XX como el culmen de corrientes filosóficas como el existencialismo y el absurdismo, con grandes repercusiones para la historia del pensamiento contemporáneo (Cantaro, 1952; Reynolds, 2012) y el desarrollo de la literatura universal; asimismo, dentro de estos planteamientos, suele presentarse a Francia como uno de los ejes geográficos con mayor relevancia de la época, al acunar parte importante de los sucesos más representativos en torno al cambio de paradigma intelectual que trajo consigo el pensamiento europeo del siglo en cuestión (ídem).

Tanto Jean-Paul Sartre como Albert Camus forman parte de los autores más representativos, y más populares, de esta llamada “revolución intelectual” (López Quintás, 2016), hasta tal punto que algunos estudios sitúan, aunque muchas veces de forma subjetiva, a uno u otro autor de los ya mencionados como el escritor más representativo de su época (Merino, 2006; Dionisio Ceferino, 2017) o, inclusive, el autor más importante del siglo (Sotelo, 1981; Martínez López, s.f.).

En lo que concierne a los intereses de las principales obras de estos autores, sobresale el hecho de que ambos abarcaron elementos y desarrollaron ideas que gran parte de la crítica ha considerado como vertientes o extensiones de una misma corriente existencialista, a pesar de que el propio Camus desmintió en vida este supuesto interés temático, al afirmar, por ejemplo, que su obra respondía a criterios existenciales, mas no existencialistas; así como en otras ocasiones, negando su estatus de intelectual (Leymarie, M. y Serinelli, J.F. (2003)), motivo por el cual en el discurso de recepción del premio Nobel, por ejemplo, este no se identificó con la figura de intelectual, sino como “escritor y periodista que servía a la libertad y la verdad” (de Dios, 2020, p.82).

Luego, tal y como se encuentra registrado por diferentes fuentes primarias (Camus, 1959), Camus inclusive llegaría a criticar directamente a los académicos y demás figuras de lo que consideraba el gremio del existencialismo, sus posturas políticas y sus ideas morales. Si bien es cierto, hoy la mayor parte de abordajes del tema prefieren tratar la obra de Camus como producto de su filosofía del absurdo, distanciada del existencialismo ateo que defendió con orgullo Sartre casi toda su carrera, sí es posible distinguir un espectro bastante claro de temáticas y tópicos desarrollados por ambos escritores a lo largo de sus múltiples obras, entre los que es posible mencionar como elementos de interés común para el presente artículo la responsabilidad humana, individual y social, el compromiso intelectual y, por otro lado, el tratamiento de la idea de suicidio dentro de sus posturas ético-filosóficas. Aunque estas nociones fueron abordadas por ambos autores de forma disímil, principalmente a partir de la disputa de 1952.

Se suele determinar que, entre estos dos autores, fue Sartre el primero en considerar el abordaje inicial y formal de la responsabilidad humana como punto central de sus obras, tal y como se muestra en sus primeros textos filosóficos publicados en la tercera década del siglo XX. No obstante, la sistematización de los conceptos de libertad y responsabilidad no llegarían a exponerse a profundidad en este autor hasta la publicación de El ser y la nada (L’Être et le Néant) en 1943, y Las moscas (Les mouches), del mismo año. Asimismo, se suele considerar a este autor como el primer filósofo francés en trabajar el compromiso del escritor dentro de un sistema formal filosófico (Morales, 2005), en obras como ¿Qué es la literatura? (Qu’est-ce que la littérature?) (1947), donde se conceptualiza la escritura como una descripción detallada de lo que sucede en una conciencia arrojada al mundo (Sartre, 1948) y, por tanto, como producto de la responsabilidad del hombre en sociedad.

Por su parte, Camus es señalado como el primero de estos dos autores en obsesionarse con el abordaje del suicidio desde un punto de vista filosófico (Trujillo, 2013), ya desde su obra El mito de Sísifo (Le Mythe de Sisyphe) (1942), donde el autor establece que es este el “problema filosófico” de real importancia para trabajar, aunque es cierto que esta idea había sido abordada ya a menor escala en algunas de sus obras anteriores (ídem). También, este autor se suele destacar como uno de los más representativos a la hora de trabajar la cosmovisión de la posguerra a partir de la idea de solidaridad (Díaz Villareal, 1987; Sarria, 2014).

Con base en lo anterior, resulta interesante centrarse en los detalles iniciales ya abordados para ahondar en los planteamientos camusianos y sartreanos en torno al entendimiento filosófico de esta cuestión -la responsabilidad del individuo humano en el mundo- considerando los puntos de encuentro y las disimilitudes que los distinguen, con la finalidad de construir una especie de diálogo contrastivo de las diversas formas en las que esta idea se plantea y se desarrolla en sus visiones de mundo, a partir de sus preocupaciones éticas y su búsqueda literaria-filosófica. No obstante, antes de abordar este contraste, el siguiente apartado propone un acercamiento a la disputa biográfica que encarnaron estos dos autores a partir de 1951, la cual luego podrá ser entendida de una manera más adecuada a partir de sus concepciones formales.

La disputa de El Hombre Rebelde (1951) y Les temps modernes, No.79 (mayo, 1952) y No.82 (agosto, 1952)

La famosa disputa entre Albert Camus y Jean-Paul Sartre tuvo un alcance realmente popular en la prensa cultural y en el ámbito académico de la época, donde confluyó una cantidad importante de medios y gremios intelectuales de fuera y dentro de los círculos filosóficos franceses (Sprintzen y Van den Hoven, 2004) en pro o en contra de uno o de otro autor. Este enfrentamiento tuvo lugar a partir de la publicación de El hombre rebelde (L’Homme révolté), en 1951, por parte de Camus en la editorial Gallimard, donde el autor era además colaborador, o más precisamente a partir de una serie de críticas planteadas por Sartre y otros intelectuales de la izquierda francesa con base en esta obra, su noción de responsabilidad y sus planteamientos políticos con respecto a la historia.

En dicho libro, Camus emprende una serie de argumentos que no fueron bien aceptados por el sector de la izquierda intelectual francesa, del que Sartre era parte en aquel momento, dado el carácter crítico de la postura planteada en este ensayo con respecto a la rebelión histórica y otra serie de asuntos ideológicos que, según Camus, eran compartidos por los individuos que conformaron las llamadas “revoluciones” de los siglos XIX y XX donde, según expresa este autor, se justificaba el terror a partir de un ideal político, tomando como base a Marx y a Hegel. Para Camus, el historicismo ejercido por estos grupos de escritores podía ser entendido como una de las mayores enfermedades del siglo XX.

Tomando en consideración estos planteamientos, la crítica de Francis Jeanson (desencadenante del conflicto principal entre Camus y Sartre), titulada “Albert Camus ou l’âme révoltée”, no se centraba meramente en contrargumentar los planteamientos ideológicos del libro en sí, sino en aseverar contra Camus directamente, sobre su figura como pensador, su carrera académica y sus mecanismos literarios como escritor, hecho que fue tomado por Camus como un ataque directo por parte del grupo que encabezaba Sartre, al ser él mismo el director de la revista y encargar dicha crítica.

Este tipo de diferencias ideológicas entre Sartre, el grupo de pensadores afines a su postura política y Albert Camus se remonta incluso a El mito de Sísifo, en 1942, y El Extranjero, en 1943, donde Sartre ya había criticado fuertemente la autoridad intelectual de Camus en diferentes notas periodísticas, al afirmar, entre otras cuestiones, que Camus no comprendía suficientemente a los autores que citaba en sus textos, ni fundamentaba adecuadamente sus argumentos filosóficos (Sartre, 1985), en un mal que catalogó luego de la disputa de 1952 como parte de los defectos que conformaban la figura de este como escritor: su obsesión por el silencio, su monotonía, su moralismo y su rebuscamiento estético (Sartre, 1985).

No obstante, fue, como ya se dijo, con El hombre rebelde, en 1951, donde quedaron totalmente claras las posturas disonantes entre ambos autores. A partir de la publicación de un capítulo del libro de Camus en la revista dirigida por Sartre, Les temps modernes, en 1952, los miembros editoriales de la revista, encabezados por este, llegaron a la conclusión de que el libro de Camus carecía de seriedad académica, al basarse en materiales de segunda mano y no poseer un profundo conocimiento de autores como Marx o Hegel, con lo cual las afirmaciones dadas en su libro, según su criterio, carecían de fundamento real. La crítica dirigida a la obra de Camus fue encargada por Sartre a Francis Jeanson y publicada en el número 79 de esta revista (Sartre, 1985).

El objetivo central de esta crítica fue invalidar el argumento de Camus basado en la idea de que la “contemporaneidad puede ser asimilada como la época del crimen lógico, es decir, la época del crimen justificado por la fidelidad a una doctrina y el excesivo amor a la libertad” (Camus, 1951, p.165), desde donde este autor cuestiona el sentido de libertad proveniente, según él, de la tradición ontológica-racionalista de autores como Hegel, fomentado y practicado por gran parte del movimiento socialista.

Camus dirige este cuestionamiento contra el orden burgués, pero también contra los ideales socialistas-existencialistas. De aquí el hecho de que a Sartre y a otra serie de intelectuales pertenecientes al partido comunista de la época y defensores del socialismo y del existencialismo, en cartas o ensayos posteriores a la crítica de Jeanson -por ejemplo, la famosa carta de Sartre contra Camus en el número 83 de Les temps modernes- se pronunciaran en contra de dichos planteamientos camusianos, defendiendo que Camus malinterpretaba el concepto de historia o desconocía las fuentes que intentaba cuestionar, a la vez que afirmaban que El hombre rebelde era un libro fallido o un mal intento de seudofilosofía (Sartre, 1985).

Con respecto a esta carta en cuestión, escrita por Sartre a partir de la respuesta de Camus, dirigida a él como director de Les temps modernes, con motivo de la crítica de Jeanson, esta misiva ha sido catalogada por diversos autores como un texto cargado de nociones subjetivas y falacias ad hominem (Ortega, 2007), de las cuales es posible resaltar la respuesta de Sartre sobre la crítica camusiana al sentido histórico de lucha socialista expuesto en otra de sus obras, Carta a un amigo alemán, publicada en 1944. En esta respuesta, Sartre expresa:

[…] puesto que se cree fuera, es natural que imponga condiciones antes de ‘entrar adentro’. Igual que la nena que roza el agua caliente con la punta del pie preguntando: ‘¿está muy caliente?’, mira usted la historia con desconfianza, sumerge en ella un dedo que retira al instante y pregunta: ‘¿tiene sentido?’. (Sartre, 1966, p.96)

O su planteamiento cuando reafirma la posibilidad de que Camus desconociera realmente las obras que cita en su texto El hombre rebelde; ante lo cual, Sartre escribe:

¿Si su libro testimoniara sencillamente su incompetencia filosófica? ¿Si estuviera hecho de conocimientos recogidos a la ligera y de segunda mano? ¿Y si no razonara usted con mucho rigor? ¿Si sus pensamientos fueran vagos y triviales? ¿Si su pobreza misma hubiera impresionado a Jeanson y si éste, lejos de apagar evidencias radiantes, hubiera tenido que encender linternas para distinguir el contorno de ideas flojas, oscuras y embrolladas? No digo que tal haya sido el caso, pero, en fin, ¿no se le ocurrió a usted encarar por un instante esa posibilidad? (…) Es asombrosa su manía de no acudir a las fuentes. (ídem, p.79-85)

Por su parte, la defensa de Camus estuvo centrada en la forma en la que tanto Jeanson como Sartre confundieron su crítica al historicismo con lo que ellos llamaban una crítica ingenua a la historia (Ortega, 2007). Camus reafirmaba su postura contra cualquier forma de suicidio filosófico, en este caso contra el hecho de colocar la historia como un absoluto y basar toda acción humana en esa búsqueda política, descuidando los dos pilares que, según su criterio, constituían el verdadero valor del ser humano, la justicia y la libertad del hombre. Defendía este autor que en él la visión del socialismo se postulaba lejos de cualquier justificación de la tortura y del terror, alejado por tanto de los círculos marxistas que defendían hechos que él consideraba despreciables, en cuanto su criterio moral señalaba que eran los medios los que debían justificar cualquier finalidad planteada.

Con base en esta polémica se dio la ruptura definitiva de la amistad entre Camus y Sartre. Este último lo expone en una de sus cartas del siguiente modo: “Nuestra amistad no ha sido fácil, pero la echaré de menos. Si la rompe usted hoy, será porque estaba destinada a romperse” (Sartre, 1966, p.71). A partir de este momento, y de la última respuesta de Sartre, entre los dos se mantuvo un silencio casi absoluto con respecto a esta cuestión, especialmente de parte de Camus, a quien se le vincula esta conducta con lo que él mismo en su obra El hombre rebelde defendía como el silencio necesario (de Dios, 2020), esperando, según señaló posteriormente en su discurso del Nobel, el momento adecuado para unir en vez de dividir (Lhomeau y Leclair, 2011).

A pesar de que esta polémica estuvo centrada en aspectos políticos, las obras de estos autores también siguieron ahondando en las dicotomías surgidas a partir de dicha disputa, principalmente en lo que se refiere al tratamiento del concepto de responsabilidad humana, vinculado en el caso de Sartre estrechamente con la idea de proyecto y de libertad existencialista, y por el lado de Camus vinculado al abordaje de la solidaridad, del suicidio y del absurdo existencial en su obra. Por esta razón, muchos de los comentadores y estudiosos del tema señalan que no hubo realmente un silencio absoluto camusiano con respecto a sus diferencias con Sartre (Ortega, 2007), sino que las discusiones en torno a asuntos éticos y filosóficos entre estos dos autores se mantuvieron latentes y constantes en sus obras; tal y como lo afirma Aronson (2006): “Sartre y Camus vivieron en sus escritos, y los escritos son la fuente principal de la historia de la relación” (p. 20).

La responsabilidad humana en Camus

La responsabilidad es una de las claves temáticas que atraviesan la mayor parte de las obras de Albert Camus, tanto en su producción literaria como ensayística. Esta idea se encuentra dada a partir de la noción que presenta de Dios, o más específicamente la inexistencia de este, claramente plasmada en una de sus obras más reconocidas en vida, El mito de Sísifo (Le Mythe de Si-syphe), publicada en 1942. En esta obra, el escritor basa su acercamiento alegórico a la figura mítica de Sísifo en el postulado de que, dada la inexistencia de cualquier divinidad, el hombre es responsable de su propia existencia y, por consiguiente, responsable también de todas las consecuencias de sus actos. Al tratarse de un mundo absurdo, es decir, al partir de un mundo sin un sentido determinado ni determinante, sin Dios ni ningún otro ente que abstenga al hombre de su responsabilidad absoluta, cada persona se encuentra sola frente al dilema de su propia existencia.

Para Camus, la responsabilidad del hombre recae en el hecho de afrontar el absurdo de todo lo que lo rodea y hacerlo desde la consciencia plena de su existencia. Es posible encontrar en la obra literaria de Camus una serie de personajes que representan este paso a la consciencia de existir y al enfrentamiento del absurdo, tal es el caso de Meursault, el personaje principal de El extranjero (L’Étranger), de 1942, que demuestra esa transición del hombre que vive en inconsciencia al que enfrenta la aceptación del absurdo, o mejor dicho su encuentro con esa libertad camusiana que supone su propia rebelión cotidiana.

Para demostrar cuál es el significado concreto de esta rebelión cotidiana, o esa “revuelta”, el autor plantea en El mito de Sísifo la analogía con el personaje mitológico de nombre homónimo para entender su noción del absurdo, de aceptación y de rebelión, tres de los conceptos fundamentales para entender la idea camusiana de responsabilidad humana. Sísifo, como bien es sabido, quien es castigado por los dioses a la condena eterna de llevar una roca gigante hasta la cumbre de una montaña solo para luego dejarla caer por la ladera y repetir el proceso una y otra vez, representa en la obra de Camus la existencia humana frente al sinsentido de todos sus actos.

La condena de Sísifo es la representación del absurdo de la vida de todo hombre, el cual se encuentra inmerso en una realidad cotidiana repetitiva y sin sentido intrínseco, sin futuro asegurado y cargada de injusticias, de la que solo es posible evadirse con la muerte; de esta muerte surge la aparente alternativa del suicidio físico o filosófico. Es el reconocimiento de este absurdo lo que conlleva a esta interrogante esencial en la obra de Camus, si la vida merece ser vivida o no: ¿es el suicidio una respuesta coherente ante el absurdo? Este es, para Camus, el único problema serio de la filosofía (Camus, 1942). Para el autor, sin embargo, el suicidio no vendría a ser una respuesta adecuada ante el absurdo, pues se trata de una especie de rendición ante este, la última salida, más que una alternativa a enfrentarlo, en cuanto se presenta mediante la decisión de morir una paradoja donde el hombre decide renunciar a su vida por no haber hallado una respuesta que en realidad resulta inexistente, ya que la vida carece en sí de sentido: optar por la muerte vendría a significar, paradójicamente, una confesión de que no se encuentra una razón para vivir en un mundo absurdo. No obstante, para Camus, alejado del suicidio es posible concebir una alternativa al absurdo, donde no todo está perdido en la vida a pesar del sinsentido, pues el reconocimiento del absurdo brinda otra alternativa: la aceptación de este. Para Camus, en la aceptación del absurdo yace la forma de rebelarse contra el mundo, una revuelta contra ese sinsentido de la existencia: “imaginar a Sísifo dichoso” (Camus, 1942, p.61) en su persistencia por, cada día, lograr llevar la piedra hasta la cima de la montaña y, con ello, haberse rebelado contra lo que tendría que haber sido su tortura absoluta, el castigo impuesto por los dioses: el sinsentido. Para este autor, esta aceptación conlleva a la libertad del hombre en su presente, al liberarse no solo de Dios, sino de cualquier ilusión o esperanza en el futuro, y poner su mirada y su energía en el instante, en esa lucha cotidiana de enfrentar al absurdo cara a cara, una encarnación donde toda generosidad hacia el futuro reside en darlo todo al presente (Camus, 1942). En esta revuelta yace, para Camus, la posibilidad del gozo, alejado de cualquier suicidio físico y filosófico: “la lucha por alcanzar la cumbre de la montaña es suficiente para llenar el corazón de cualquier hombre” (Camus, 1942, p.61).

Alrededor de este planteamiento de su filosofía del absurdo, se construye su noción de responsabilidad individual y social, y la búsqueda cotidiana en rebeldía. La responsabilidad individual dada a partir de la aceptación del absurdo entendida como el enfrentamiento del hombre ante el sinsentido de la vida en ese acto de rebeldía que debe ser su presente, su respuesta de vida. En este acto de rebeldía se encuentra representada la responsabilidad de toda persona de enfrentar día con día su propia realidad, tal y como se le presenta. No obstante, la responsabilidad del hombre, según Camus, como se muestra de diversas formas en obras como La peste (1947), Estado de sitio (État de siège) (1948), La caída (La chute) (1956), etc., no se presenta meramente como un esfuerzo individualista, sino también como una responsabilidad moral ante los otros. En Cartas a un amigo alemán (1944), Camus expresa: “Sigo creyendo que este mundo no tiene un sentido superior. Pero sé que en él algo tiene sentido y ese algo es el hombre, porque es el único ser que exige el tenerlo” (p.21).

Con base en este planteamiento, el autor emprende su abordaje de la solidaridad, como aquella responsabilidad que posee el hombre ante el absurdo con respecto a los otros, a la humanidad en general: “Es por el momento su único lazo. Une el uno al otro como sólo el odio puede unir a los seres” (Camus, 1942, p.13). Esta solidaridad como parte esencial de la revuelta existencial conlleva, como ya se planteó, a la responsabilidad individual y social y, por tanto, termina constituyendo en Camus una oposición a cualquier acto de terror humano, desde las guerras políticas hasta cualquier ideal o suceso que pretenda justificar la tortura o la muerte de otro ser humano. La responsabilidad camusiana, por tanto, defiende el derecho a la vida personal y ajena como parte del enfrentamiento rebelde del hombre ante el absurdo, esa solidaridad que se muestra como una moral del ser humano consigo mismo y con su prójimo: “El hombre es así, querido señor. Tiene dos fases: no puede amar sin amarse” (Camus, 1942, p.10).

La responsabilidad del ser humano, según Camus, recae en “sentir la propia vida, su rebelión, su libertad, y lo más posible” (Camus, 1942, p.33), en pro de una revuelta constante y diaria contra el absurdo de existir, basando cada uno de los actos humanos en el valor del contacto con el prójimo, hecho que constituye la noción de solidaridad en este autor, ligada a la aceptación del sinsentido de la vida y, por tanto, a la búsqueda del gozo presente.

La responsabilidad humana en Sartre

El ser humano y su responsabilidad en el mundo, tal y como lo plantea Sartre en su famosa conferencia El existencialismo es un humanismo (1946), no es lo que es sino lo que hace y se hace. En Sartre, el entendimiento de la responsabilidad yace establecido a partir de la idea de proyecto existencialista, en cuanto al no existir naturaleza humana ni dios creador, ni esencia previa a la existencia del ser, cada ser humano, desde el punto de vista sartreano, depende enteramente de sus actos, y su desenvolvimiento en el mundo dependerá del proyecto de vida conscientemente planteado por cada sujeto.

Con base en esta noción se presenta la responsabilidad que plantea su filosofía, donde cada persona es enteramente responsable de su ser, de su existencia, dada la libertad que deviene del existir, la cual condena a cada sujeto a poseer entero control de su proyecto existencial, sin dependencia alguna de ningún otro ente, destino, o tradición (Sartre, 1999). De este modo, toda decisión humana es al mismo tiempo la decisión de toda la humanidad existente, por cuanto posee un peso ontológico inevitable y representa en cada instante la libertad del hombre en su estado puro.

Esta responsabilidad, similar a como se presenta en Camus, abarca mucho más que un asunto estrictamente individual, pues cuando un sujeto elige sobre su propia vida, elige al mismo tiempo por las demás personas (Sartre, 1999): “no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser” (p.34).

Así, la idea de responsabilidad sartreana se plantea y surge de la conciencia de cada individuo y se desarrolla en el mundo como una dimensión filosófica que compromete a cada persona existente con una dimensión política inevitable (Sartre, 1955). Con base en estos planteamientos, surge un espectro amplio de interrogantes al considerar el hecho de que cada ser humano se encuentra inmerso en un mundo que no puede dominar, cargado de sucesos, condiciones y parámetros diversos de los que se influencia y de alguna manera le afectan, con lo cual ¿cómo pensar en una libertad humana por encima de todo, impostergable e insometible?

Sartre responde a estas preguntas por medio de sus obras ensayísticas, pero sobre todo por medio de su teatro, el género que más le apasionó en vida (Sartre, 1955). En obras como Las Troyanas (1967), por ejemplo, es posible vislumbrar cómo Sartre a través de las vivencias de sus personajes principales detalla los pormenores de una propuesta existencialista atea (y en constante crítica hacia la de idea de lo divino) y las alternativas que, según su filosofía, son posibles en las circunstancias más difíciles, pues para este autor, inclusive en la esclavitud, el ser humano puede accionar su libertad.

En esta obra, Sartre expone cómo incluso el suicidio puede ser una alternativa válida ante ciertas condiciones de vida donde el sujeto ha sido forzado al sometimiento de sus acciones, hasta el punto en que el único acto de libertad posible recae sobre la decisión de anular, conscientemente, su propia vida. En este aspecto, como es posible inferir, yace un punto de desencuentro entre Camus y Sartre, en lo que respecta al tratamiento que este realiza del suicidio como una posibilidad de libertad, y de dignidad, en ciertas circunstancias extremas, a diferencia de Camus, quien, aunque trabaja el suicidio como última alternativa ante el absurdo, este nunca es concebido como un acto de dignidad, ni como la representación absoluta de la libertad del hombre en circunstancias extremas, sino como una paradoja ante el propio absurdo.

Así, también, es posible distinguir otra serie de contrastes entre las posturas filosóficas de estos dos autores, principalmente fundamentadas en la diferencia de argumentos en torno a la vida, pues, para Sartre, el proyecto de vida se impone por encima de cualquier conducta moral, de ser necesario, hasta el punto en que se justifican las acciones humanas, individuales o colectivas, con base en su finalidad. De este modo, para Sartre (1999), no basta aceptar el sinsentido de la vida, pues el camino existencialista sartreano, a diferencia el absurdismo, plantea que ese sentido puede ser moldeado por el propio sujeto en su proyecto de vida y debe estar compuesto por cada una de las acciones que este realiza a partir del mundo en el que le tocó existir: “nos hacemos a partir de lo que han hecho de nosotros” (p. 82); es este el punto central de la mayoría de las ficciones planteadas en la literatura y en la filosofía sartreanas. A partir de esta noción de responsabilidad y, por tanto, de proyecto, los personajes sartreanos desarrollados a lo largo de sus obras se enfrentan al mundo a partir de su libertad, desde una postura activa, con la finalidad de construir su porvenir sin culpas ni ataduras.

Ante esa libertad no hay nada que pueda imponerse, ni siquiera los dioses, el destino o la moral. En Sartre, cualquier acción, incluso el asesinato o el suicidio, puede tener cabida coherente si coincide enteramente con el proyecto individual del sujeto o con los intereses históricos colectivos (Sartre, 1943); pero cada una de estas acciones debe estar contemplada desde la conciencia del ser y no desde la mala fe, es decir, cada acción del sujeto es válida desde la postura de este autor siempre y cuando sea planteada desde la base de la responsabilidad del hombre en sí, de sus decisiones y consecuencias con propósito, alejado de cualquier noción de ente superior, ni ninguna otra cuestión metafísica, culpa o atadura moral; a diferencia de la solidaridad camusiana, el centro de la responsabilidad de todo sujeto para Sartre no es el amor al prójimo ni a la vida, sino su propio proyecto existencialista (Sartre, 1999). Ante esta responsabilidad que conlleva la libertad del hombre en su proyecto, no hay nada que se pueda imponer, ni nada que importe más.

Conclusiones

Como fue posible evidenciar a partir del análisis de sus posturas filosóficas, las obras de Camus y de Sartre demuestran un entendimiento de la existencia similar en cuanto esta se articula sin un sentido determinado, sin dios alguno, ni cualquier otra noción metafísica que ate al individuo a un destino fijo. Razón por la cual, gran cantidad de críticos, de forma superficial, suelen situar a ambos escritores dentro de una especie de corriente existencialista aglutinada, pasando por alto diferencias fundamentales relacionadas con el abordaje de la responsabilidad humana, de la vida y de la muerte.

Tanto en Camus como en Sartre, los abordajes filosóficos y literarios de la idea de responsabilidad humana y sus repercusiones en cuanto al entendimiento de la vida conforman las bases del entendimiento de la idea de libertad; en ambos, esta libertad es entendida de una u otra forma si se mira desde los parámetros del existencialismo ateo sartreano o si se comprende desde la idea del contacto con el prójimo abordado ampliamente en la llamada filosofía del absurdo camusiana. A partir de este desencuentro, se construye el contraste entre estas dos nociones de responsabilidad humana.

Por un lado, la postura de Albert Camus formula un entendimiento de la figura del ser humano y su relación con el absurdo de existir desde la idea de aceptación del sinsentido que permea la verdadera rebelión del hombre, su responsabilidad individual y social, en cuanto se plantea el valor moral del contacto con el prójimo (la solidaridad) por encima de cualquier ideología, y la apreciación del presente en vida, es decir, ese enfrentamiento personal con el absurdo (la revuelta existencial) por encima de cualquier forma de suicidio.

Por otro lado, la idea de responsabilidad para Jean-Paul Sartre gira alrededor de la noción de proyecto existencialista que surge a partir de la conciencia del ser arrojado en el mundo y de la superación de la nada existencial. En el proyecto de vida sartreano y en la idea de compromiso con la historia, yace el fundamento por el cual se construye en este autor la idea de libertad absoluta, donde cada acción tiene cabida siempre y cuando sea coherente para esa conciencia del ser proyectada hacia el futuro, sean o no sean “tradicionalmente morales” sus acciones. Dicho proyecto existencialista resulta, entonces, desde la visión sartreana, más importante que cualquier valor moral tradicional (la solidaridad, por ejemplo), pues responde directamente a una lucha mayor cuyo único enfoque es el devenir de la historia, y el compromiso del ser humano con ella al actuar en cada acción como representante de toda la humanidad. Para este autor, solo este carácter político-existencialista de la responsabilidad humana puede dar lugar a una verdadera libertad del hombre en su vida.

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Recibido: 27 de agosto, 2022

Aceptado: 18 de setiembre, 2023

Doi: 10.15359/ra.1-34.1


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