REVISTA 97.2
Revista Relaciones Internacionales
Julio-diciembre de 2024
ISSN: 1018-0583 / e-ISSN: 2215-4582
doi: https://doi.org/10.15359/97-2.1
Reflexiones y aportaciones al debate sobre el origen de la disciplina de las Relaciones Internacionales Reflections and contributions to the debate on the origin of the discipline of International Relations Dr. Rafael Velázquez Flores1(*) ORCID: 0000-0002-1011-6811 |
Resumen
El objetivo de este artículo es aportar algunas reflexiones en torno al debate sobre el origen de las Relaciones Internacionales. La línea argumentativa del texto es que, debido al enorme impacto que tuvo la Primera Guerra Mundial, la disciplina de Relaciones Internacionales surgió de manera formal, independiente y con identidad propia, a partir de 1919. En este sentido, el ensayo plantea que los revisionistas no han considerado, con la debida profundidad, el efecto que tuvo ese conflicto para su aparición oficial. El texto está dividido en cuatro partes. La primera busca aclarar la diferencia de los términos relaciones internacionales y Relaciones Internacionales. La segunda parte abona sobre los primeros estudios vinculados a los asuntos globales antes de 1919. La tercera parte discute el surgimiento formal de la disciplina. La última sección del texto explica el desarrollo y consolidación de las Relaciones Internacionales después de la Segunda Guerra Mundial.
Palabras clave: consolidación disciplinar, debate, disciplina de Relaciones Internacionales, estudios globales, origen, revisionistas
Abstract
The purpose of this paper is to contribute some ideas to the debate on the origin of the International Relations discipline. The argumentative line of the essay is that, due to the enormous impact of the First World War, the discipline of International Relations emerged formally, independently, and with its own identity, starting in 1919. In this sense, the essay states that the revisionists have not taken into account, with the necessary depth, the effect that this conflict had on establishing that date as the official appearance of this discipline. The text is divided into four parts. The first seeks to clarify the difference between the terms international relations and International Relations. The second part discusses the first studies linked to global affairs before 1919. The third part discusses the formal emergence of the discipline. The last section of the text explains the development and consolidation of the discipline after the Second World War.
Keywords: Debate, discipline consolidation, global studies, International Relations discipline, origin, revisionists
En el año 2019, diversas instituciones en el mundo festejaron el primer centenario de la disciplina de Relaciones Internacionales (RI). En términos generales, existía, en ese entonces, un amplio consenso de que esa rama del conocimiento había tenido su inicio formal en 1919, luego del fin de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, esa idea empezó a ser cuestionada. El planteamiento central era que la disciplina de Relaciones Internacionales no había surgido en 1919, sino que había aparecido unos años atrás. El propósito era hacer una revisión a la fecha de nacimiento de esa área de estudio. Por ello, los proponentes de ese planteamiento fueron conocidos como “revisionistas”. Sus argumentos tenían sentido, porque, efectivamente, los primeros estudios internacionales habían surgido con mucha anticipación a 1919. Varios filósofos, historiadores, juristas, politólogos, economistas habían hecho importantes aportaciones a los temas de la guerra y la paz, que son dos de las categorías de análisis de mayor relevancia para la disciplina de Relaciones Internacionales. Sin embargo, para ese entonces, no existía propiamente la disciplina de Relaciones Internacionales y hacían su análisis desde su propia perspectiva. En este marco, surgió el debate sobre el origen de esta rama del conocimiento.
En ese contexto, el objetivo de este ensayo es plantear algunas ideas en torno al surgimiento de las Relaciones Internacionales. La intención es contribuir con algunas reflexiones en torno al debate sobre el inicio formal de la disciplina. El hilo argumentativo del texto gira alrededor de tres premisas. La primera es que, debido al gran impacto que tuvo la Primera Guerra Mundial en términos de destrucción y pérdida de vidas humanas, la disciplina de Relaciones Internacionales surgió de manera formal, independiente y con identidad propia, a partir de 1919. La segunda premisa plantea, que los revisionistas no toman en cuenta, con la suficiente profundidad, el efecto que tuvo ese conflicto global, para elegir esa fecha como la aparición oficial de esta disciplina. La tercera premisa indica, que son los eventos de alto impacto global los que han influido, de manera significativa, en el surgimiento y desarrollo de las ideas y conceptos que han servido para la construcción teórica de este campo del conocimiento.
Para tratar de argumentar estas premisas, el texto está dividido en cuatro partes. La primera sección busca clarificar los conceptos de relaciones internacionales (con minúscula) y de Relaciones Internacionales (con mayúsculas) y ubica los principales acontecimientos, de alto impacto, que influyeron en la construcción de los conceptos propios de la disciplina. La segunda parte, hace un recorrido histórico de los primeros estudios sobre los temas vinculados a las Relaciones Internacionales y menciona a los primeros autores que, con sus ideas, impulsaron el surgimiento de esa área del conocimiento. El tercer apartado, discute los argumentos y presenta la evidencia empírica e histórica que demuestra que esta rama del conocimiento surge a partir de 1919, con énfasis en tres categorías: formalidad, independencia e identidad propia. La última parte, describe el desarrollo y la consolidación de la disciplina, una vez que finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Los términos vinculados a las relaciones internacionales y los eventos mundiales de alto impacto
Antes de abordar el recorrido histórico de la disciplina, es necesario aclarar el uso de distintos conceptos propios de ella. Inicialmente, existe una amplia confusión entre dos categorías. La primera es Relaciones Internacionales (con mayúsculas) y la segunda es relaciones internacionales (con minúsculas). No son lo mismo y no significan lo mismo. La gran diferencia es que, con mayúsculas, es una ciencia a cargo del estudio del funcionamiento del sistema internacional. En otras palabras, es un campo de estudio y una disciplina académica. Su propósito es ofrecer un poder explicativo a los fenómenos políticos, económicos, sociales, jurídicos y culturales que ocurren entre los actores de la comunidad internacional. Es una ciencia a cargo de explicar el pasado, entender el presente y construir escenarios a futuro. Esta disciplina, también tiene la capacidad de plantear opciones para la solución de problemas de carácter global o multilateral. Por lo tanto, su utilidad es muy alta para la sociedad.
Por otro lado, el término “relaciones internacionales” (con minúsculas) es el conjunto de interacciones que tienen los diversos actores en el sistema internacional. Es decir, es una práctica y no un campo de estudio. Por esa razón, es necesario escribir la palabra con minúsculas. Si se plantea la pregunta ¿cuándo surgieron las relaciones internacionales?, la respuesta es sencilla, pero ambigua. Las relaciones internacionales iniciaron cuando dos civilizaciones distintas entraron en contacto, por razones de intercambio comercial o cultural, reconocimiento mutuo o una guerra. Esto plantea, que no es posible poner una fecha al inicio de esta práctica. Es probable que eso haya ocurrido hace más de cinco mil años. Sin embargo, existe un antecedente que marca la vinculación formal de dos sociedades; se trata de los Tratados de Qadesh, que fueron el resultado de una guerra entre los hititas y los egipcios, en el año 1274, antes de Cristo (Palacios, 2007). No fue el primer contacto, pero es la prueba histórica más antigua que se tiene sobre una relación entre dos civilizaciones. Incluso, ese documento es considerado el tratado más antiguo que se conoce.
Históricamente, es posible ubicar cuatro periodos de las “relaciones internacionales”: a) las antiguas, b) las medievales, c) las modernas y d) las contemporáneas. Se puede afirmar que en la época antigua y hasta el año 476 (caída del Imperio romano de occidente) hubo relaciones internacionales “antiguas” (Sarquís, 2019). Esta etapa se caracterizó por la existencia de imperios, tribus y ciudades. Los actores más importantes fueron los imperios griegos, el romano, los egipcios, los fenicios, los persas, los hititas, y muchos más. Sus vínculos se concentraban en intercambios comerciales y la conquista de territorios, básicamente. Aunque difusas, ya eran “relaciones internacionales” formales. Incluso, en esa época aparecieron los primeros indicios de la diplomacia.
Existe conocimiento histórico sobre el desarrollo de las civilizaciones que florecieron cerca del mar Mediterráneo. Además, sus relaciones eran intensas en términos de guerras y conquistas. Sin embargo, para esa época también existían otras civilizaciones lejanas, como la china, la india y las culturas mesoamericanas. No obstante, estas civilizaciones estaban alejadas y, de cierta forma, aisladas. Por lo tanto, no desarrollaron relaciones intensas, como fue el caso de las civilizaciones europeas, del norte de África y el Oriente Medio. Un factor que marcó la diferencia fue que estas civilizaciones contaban con una salida directa al mar y esos pueblos se asentaron cerca de ríos. La invención del barco y su uso marcó una diferencia sustantiva entre esas civilizaciones y las que estaban alejadas. Es decir, las relaciones de las civilizaciones mediterráneas fueron intensas gracias a cuestiones geográficas y tecnológicas. En cambio, las civilizaciones alejadas desarrollaron un menor contacto con sus vecinos por su relativo aislamiento.
La segunda etapa abarca del 476 a 1618 (inicio de la guerra de los Treinta Años) y eran relaciones internacionales “medievales”. Los principales actores también eran imperios, tribus y ciudades. Los más importantes eran: el Imperio carolingio, el bizantino, el otomano, los reinos de los germánicos, los francos, los visigodos, entre otros. Para ese tiempo todavía no existían los Estados modernos, sino que se trataba de ciudades-Estado. Igualmente, los vínculos se concentraban, principalmente, en relaciones de intercambio comercial y de conquista de territorios. Uno de los eventos internacionales de mayor impacto fue la caída de Constantinopla en 1453, ante el Imperio otomano. Europa perdió su ruta comercial hacia las Indias. Esa situación obligó a los europeos a buscar rutas alternas. Fue cuando Cristóbal Colón descubrió América y esto impulsó, de manera significativa, las relaciones internacionales en el nivel global. A partir de entonces, los vínculos con el lejano oriente y con las culturas americanas se incrementaron. De esta forma, surgieron los imperios español y portugués. Pero Reino Unido, Francia y Rusia hacían una competencia cercana.
Las relaciones internacionales “modernas” surgieron a partir de la Paz de Westfalia de 1648, al término de la guerra de los Treinta Años. Hay un amplio consenso entre los historiadores y politólogos de que, a partir de ese año, surgió el Estado moderno. Por lo tanto, desde ese momento nació el primer sistema interestatal, conocido como westfaliano. Entonces, es posible afirmar que después de 1648 surgen las relaciones internacionales modernas. Esta idea también demuestra que los eventos de alto impacto influyen sobre el pensamiento y la visión de la realidad mundial. No cabe duda de que la guerra de los Treinta Años fue un conflicto que afectó al sistema internacional y, a partir de ella, surgieron perspectivas teóricas en torno al mundo. Sin embargo, esas interpretaciones se realizaban desde la Filosofía, la Historia o la Ciencia Política y todavía no existía una disciplina independiente y con identidad propia.
A finales del siglo VIII ocurrieron dos eventos que impactaron el mundo y su historia. Primero, fue la independencia de Estados Unidos y más adelante la Revolución francesa. Estos acontecimientos fueron producto de cambios en el pensamiento social, respecto al mundo; pero, también provocaron nuevas formas de interpretarlo. Luego vinieron las guerras napoleónicas, un nuevo conflicto de alcance global. Al finalizar la conflagración, el Congreso de Viena de 1815 sentó las bases para nuevos entendimientos en el sistema internacional. Todos estos sucesos tuvieron un impacto importante en las relaciones internacionales, porque trajeron modernas prácticas y formas diferentes de ver y pensar acerca del mundo. El Congreso de Viena tuvo como resultado un nuevo sistema internacional basado en el “equilibrio de poder”. Este fue relativamente estable, porque en 100 años no hubo guerras generalizadas. Solamente hubo conflictos focalizados entre dos o tres actores, pero no un conflicto global.
El equilibrio de poder se rompió a partir de 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial. El planteamiento central de este texto es que esa conflagración global tuvo como consecuencia el surgimiento de la disciplina de Relaciones Internacionales, palabra escrita con mayúscula, porque se trata de una disciplina científica, a diferencia de la práctica, la cual se escribe con minúsculas. De hecho, las relaciones internacionales son el objeto de estudio de las Relaciones Internacionales. La forma de escribir esta palabra ayuda a distinguir de qué hablamos. Con mayúsculas es una disciplina, con minúsculas es una práctica. Por lo tanto, hay relaciones internacionales (como interacciones entre actores) desde épocas muy antiguas, pero, Relaciones Internacionales (como disciplina científica) solamente a partir de 1919.
Veinte años después inició un conflicto mucho más grave: la Segunda Guerra Mundial (SGM). El efecto destructivo y la pérdida de vidas humanas fue mayor. El interés de encontrar mecanismos para evitar la guerra y lograr la paz creció enormemente. La sociedad mundial buscaba alternativas para evitar nuevas guerras generalizadas y tanta destrucción. En este contexto, el planteamiento es que las relaciones internacionales “modernas” iniciaron a partir de 1945, cuando finalizó la SGM. Incluso, existe la idea de que la disciplina surgió, formalmente, a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. El argumento tiene sentido, porque esa conflagración global tuvo los peores efectos para el mundo en el siglo XX. Sin embargo, este ensayo busca demostrar que fue en 1919 cuando, de manera formal, independiente y con identidad propia, surgió esta rama del conocimiento. El argumento aquí es que la SGM ayudó a desarrollar y a consolidar a las Relaciones Internacionales como una disciplina de las Ciencias Sociales.
Los primeros estudios y autores sobre las relaciones internacionales
Los estudios internacionales no inician propiamente en 1919, ni son, exclusivamente, una disciplina anglosajona. Desde la época antigua surgieron obras que se dedicaron a analizar temas vinculados a las relaciones internacionales. Sin embargo, eran obras ubicadas en la Filosofía, el Derecho o la Historia, y no propiamente en una disciplina de Relaciones Internacionales. Por ejemplo, los trabajos de Tucídides, Sun Tzu y Kautilya aportaron elementos clave para entender la guerra, la paz y las estrategias para la negociación. El argumento aquí es que, esas ideas contribuyeron, más adelante, a darle forma a la disciplina de RI. Por ejemplo, el texto Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, publicado entre el 429 y el 411 a. C., es uno de los primeros libros que aborda un tema internacional desde una perspectiva histórica. En su texto, el griego planteó una premisa que hoy día permanece vigente: “los Estados fuertes hacen lo que quieren y los débiles lo que pueden” (Almazán, 2021). Además, el objetivo de Tucídides en su libro era identificar las causas del conflicto entre los atenienses y los espartanos, lo cual es un asunto clave para la disciplina. La respuesta que el griego ofreció a esta cuestión fue, que una guerra era producto del temor o percepción de un cambio en el equilibrio de poder. Es decir, la pretensión de un Estado por aumentar su poder y la propensión de otro por mantener las cosas como están son dos factores centrales en el origen de un conflicto.
Las ideas de Tucídides siguen vigentes y tienen un poder explicativo amplio. Por ejemplo, la verdadera razón por la que la Primera Guerra Mundial estalló no fue por el asesinato del príncipe heredero Francisco Fernando, sino el hecho de que Alemania había llegado tarde a la repartición de colonias. Por lo tanto, el Kaiser buscaba modificar el equilibrio de poder y ese deseo fue la causa principal del inicio de la Primera Guerra Mundial. Lo mismo ocurrió en 1939. Alemania buscaba cambiar los términos de los Acuerdos de Versalles y posicionar al Tercer Reich como la principal potencia del orbe. En otras palabras, Hitler buscaba modificar el equilibrio de poder imperante en los años treinta del siglo XX. Sin embargo, había otros Estados que no estaban dispuestos a que el sistema internacional sufriera un cambio en el equilibrio de poder, como fueron Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética. Estos dos factores se convirtieron en las causas profundas de la Segunda Guerra Mundial.
Por su parte, Sun Tzu escribió, por esas mismas fechas, el libro El Arte de la Guerra. Esta obra representó una aportación importante de China a la filosofía sobre la guerra y en la actualidad representa un conjunto de recomendaciones y estrategias para ganar un conflicto. Hoy día, muchos utilizan este libro como un manual de negociación en el ámbito militar, en las campañas políticas, en los negocios y hasta en los deportes. El objetivo del texto es hacer recomendaciones para lograr que triunfe un Estado débil, frente a un oponente más fuerte. En India, Chanakya (también conocido como Kautilya) aportó muchas ideas acerca de la función que tiene el Estado en la economía, la guerra y la política. Su principal obra fue el Artha-shastra, la cual apareció alrededor del siglo III a. C. Su obra representa un manual de comportamiento para jefes de Estado. Las aportaciones de Tucídides, Sun Tzu y Kautilya demuestran que los estudios internacionales no son una disciplina propia.
Durante y después de la Edad Media, diversos autores, vía sus obras, aportaron ideas relevantes para sentar las bases de las Relaciones Internacionales, tal es el caso de Nicolás Maquiavelo, Tomás Moro, Thomas Hobbes, Jean Bodin, Jeremy Bentham, Emmanuel Kant y Hugo Grotio, entre otros. Maquiavelo redactó El Príncipe, un manual para la obtención, mantenimiento y aumento del poder. Desde una visión realista, Maquiavelo planteaba que “los fines justifican los medios”. Es decir, los gobernantes podían asumir cualquier estrategia si la meta lo ameritaba. Los acontecimientos de la época influyeron en las ideas de Maquiavelo. Fue una etapa de guerras y de traiciones entre los soberanos. Hobbes, por su parte, fue el autor del libro El Leviatán, el cual planteaba que el mundo vive en un estado de naturaleza, en donde los más fuertes buscan imponer su voluntad (Márquez, 2021). De estas ideas surge el concepto de anarquía como principio ordenador del sistema internacional. Por ello, los Estados deben buscar sus intereses en un ambiente de competencia abierta. Asimismo, Clausewitz realizó una contribución a la disciplina con su obra Sobre la Guerra, que también se convirtió en un clásico. Una de las frases de Clausewitz más discutidas incluso en la actualidad es “la guerra es la continuación de la diplomacia por otros medios” (Badine, 2021). Las guerras napoleónicas fueron de gran influencia en el pensamiento de Clausewitz, puesto que había participado en ellas.
En términos generales, las ideas de Tucídides, Tzu, Kautilya, Maquiavelo, Hobbes y Clausewitz, ayudaron a la construcción de la visión realista, que muchos años después se convirtiera en un enfoque teórico, propio de las Relaciones Internacionales, después del surgimiento de la disciplina. Fueron los eventos de alto impacto los que influyeron en las ideas y el pensamiento de todos estos autores. Ellos fueron testigos de importantes guerras y de procesos para negociar la paz. También el concepto de poder fue central en sus principales obras.
Desde otra perspectiva, hubo varios autores que sentaron las bases para una visión liberal institucional o idealista. Por ejemplo, Moro escribió la Utopía, una obra que proponía un sistema social ideal para el hombre, en el que hubiera paz y se evitaran las guerras. Por otra parte, Jean Bodin acuñó el término de soberanía, que más tarde se convirtió en un concepto clave en las relaciones internacionales. Una máxima de la visión idealista de la disciplina de Relaciones Internacionales es que los Estados deben respetar la soberanía de sus pares y evitar la intromisión en los asuntos internos de otros países. Por su parte, Jeremy Bentham fue el autor que acuñó el término de relaciones internacionales en su famoso libro de 1789 Principios de moral y legislación. Bentham criticaba al imperialismo y promovía los derechos en diferentes esferas de la vida social. Fue uno de los primeros autores en la codificación del derecho consuetudinario. La independencia de Estados Unidos, la Revolución francesa y las guerras napoleónicas fueron eventos que influyeron en el pensamiento de Bentham. Sin duda, estos tres autores y algunos más, contribuyeron, de manera significativa, a la formación de la disciplina, más adelante.
Hugo Grotio fue un precursor del Derecho Internacional. Sus aportaciones sentaron las bases para la codificación de normas jurídicas para regular las relaciones de los Estados y para la posterior creación, de instituciones internacionales. Con sus obras, Grotio hizo un importante aporte al derecho de la guerra y de la paz. Fue un fiel creyente del respeto de la soberanía entre los Estados, para evitar conflictos (Rosas, 2021). Grotio fue testigo de la guerra de los Treinta Años, pero no pudo ver concretada la Paz de Westfalia, porque murió tres años antes. Ese conflicto marcó, de manera definitiva, su pensamiento respecto a la guerra y la paz. Sus ideas se convirtieron más tarde en fuente del Derecho Internacional.
Immanuel Kant, por su lado, escribió la obra La Paz Perpetua, que se convirtió en una especie de tratado de paz, que recomendaba el camino para evitar la guerra (Cattafi, 2021). Este autor prusiano también planteó ideas, que después se convirtieron en doctrinas o principios del Derecho Internacional. En La Paz Perpetua, Kant escribió que el respeto al derecho ajeno es el único principio posible para la “paz perpetua”, muy similar a la doctrina juarista de “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Además, un argumento central en la filosofía kantiana era que entre países democráticos no habría guerras. Es decir, si los países adoptan la democracia como sistema político, entonces no habría posibilidad de conflictos, porque la tendencia es que las democracias se alejan de las guerras y las dictaduras, mientras que las monarquías o sistemas totalitarios son propensos al enfrentamiento bélico. En este contexto, Kant fue uno de los principales precursores de la visión idealista de las relaciones internacionales, que más tarde ayudó a la construcción de organismos internacionales, como fue la Sociedad de Naciones de 1919. Las aportaciones de Moro, Bodin, Bentham, Grotio y Kant, fueron muy valiosas para la subsiguiente construcción de la teoría Liberal Institucional. Sus obras también sentaron las bases del Derecho Internacional y de los principios internacionales, tales como la no intervención, la igualdad jurídica de los Estados, la solución pacífica de las controversias, la autodeterminación de los pueblos, entre otros.
En la esfera económica, también hubo autores que, con sus obras, aportaron considerablemente al estudio de las relaciones internacionales. En su obra La riqueza de las naciones, Adam Smith contribuyó al entendimiento del comercio exterior. Por su parte, los trabajos de Karl Marx tuvieron un impacto muy importante en la Filosofía, la Economía, la Ciencia Política y, más tarde, contribuyeron a la corriente marxista de Relaciones Internacionales. En El Capital, el autor examinó las bases del sistema económico imperante (Regalado, 2021). En el aspecto internacional, Marx reconocía las grandes diferencias estructurales entre los países ricos y los países pobres. Por esa razón, él proponía el establecimiento de un nuevo modelo basado en el socialismo para acabar con esas desigualdades. Estas ideas también fueron la base para lo que más tarde fue la disciplina de las Relaciones Internacionales (Villanueva, 2022).
A mitad de la Primera Guerra Mundial, Vladimir Lenin publicó su obra: El Imperialismo, fase superior del capitalismo. Con una influencia marxista, Lenin criticaba las políticas imperialistas de Estados Unidos (guerra Estados Unidos-España, 1898) y el colonialismo de las potencias europeas en África, a principios del siglo XX. Lenin planteaba que la concentración del capital había ocasionado la aparición de grandes monopolios. El autor ruso argumentaba que los capitales bancarios se habían fusionado con los industriales y esto tenía impacto en todo el mundo (Hernández, 2021). Por ejemplo, los países capitalistas tenían que buscar nuevos mercados para obtener materias primas y colocar sus excedentes de manufacturas. Esta realidad económica hacía que las potencias buscaran, bajo una lógica imperialista, la colonización de nuevos territorios. El sistema económico prevaleciente al inicio del siglo XX influyó bastante en el pensamiento leninista. Tanto las ideas de Marx como las de Lenin dieron pauta a una corriente de Relaciones Internacionales: el Marxismo. Si bien no es un enfoque utilizado ampliamente, es muy útil para explicar los fenómenos que estaban ocurriendo a finales del siglo XIX y principios del XX. Asimismo, las ideas de estos pensadores sirvieron como base a la teoría liberal de las Relaciones Internacionales y a la teoría crítica. Todos los pensadores ya mencionados hicieron su análisis del mundo desde sus propias visiones. Unos eran historiadores, otros filósofos, sociólogos, abogados, politólogos, o economistas, pero no había una identidad propia de internacionalistas. Es decir, antes de 1919 no existían propiamente las Relaciones Internacionales, como disciplina formal, independiente o con identidad propia.
Por otro lado, a finales del siglo XIX y principios del XX, en efecto aparecieron publicaciones, revistas especializadas, instituciones de investigación y cursos dedicados al estudio de los temas internacionales, tal como lo han referido los revisionistas. Sin embargo, todavía no había una conciencia lo suficientemente sólida sobre la existencia de una disciplina formal de RI. El hecho de que se publicaran libros sobre temas internacionales no era suficiente para afirmar que ya existía una disciplina que gozaba de independencia. Incluso, en esa época, circulaban revistas que tocaban ese tipo de tópicos, como era la Revista de Razas y Desarrollo (Villanueva, 2021). Sin embargo, su objeto de estudio no se centraba en los asuntos internacionales propiamente. Su foco era analizar la cuestión de las razas y el desarrollo económico que, obviamente, tenían vínculo con lo internacional. Además, muchas de las oficinas académicas que, a finales del siglo XIX, estudiaban fenómenos internacionales dependían de departamentos de Ciencia Política o de Historia. Es decir, no gozaban de plena independencia. Era necesario que ocurriera algo de gran impacto para que se generara una conciencia sobre la necesidad de crear una ciencia formal e independiente dedicada a los estudios globales. Sin duda, ello ocurrió a inicios del siglo XX.
El surgimiento de las Relaciones Internacionales como disciplina científica formal, independiente y con identidad propia
La discusión sobre el origen de las Relaciones Internacionales fue un tema ampliamente debatido entre los especialistas, desde hace algún tiempo2. El consenso generalizado era que la disciplina había surgido en 1919. Por ello, en 2019, varias instituciones en el mundo organizaron eventos para conmemorar el primer centenario de la disciplina y muchos autores publicaron libros que hacían una referencia explícita al respecto3. Algunos textos reconocían 1919 como la fecha que dio origen a la disciplina formal. Otros, en cambio, argumentaban que ese año no había sido el inicio, sino que las RI habían surgido desde antes. Entonces, empezó a generarse un debate entre los tradicionalistas y los revisionistas. Los siguientes párrafos pretenden argumentar las razones del porqué 1919 es el año de inicio oficial de la disciplina.
El impacto de la Primera Guerra Mundial en el origen de la disciplina
Entre 1914 y 1918, el mundo experimentó el peor conflicto bélico hasta ese momento. Nunca antes el mundo había experimentado una barbarie de ese tamaño. La Gran Guerra (como se le conoció primero) fue la conflagración más devastadora en la historia de la humanidad a inicios del siglo XX: millones de soldados murieron en los frentes de batalla, varias ciudades fueron destruidas y la economía mundial se deterioró significativamente. Para inicios del siglo XX, la tecnología militar había experimentado importantes avances. Fue la primera guerra en la que los beligerantes usaron aviones de combate, tanques blindados, submarinos, barcos acorazados, lanzafuegos y ametralladoras automáticas. Además, los combatientes emplearon armas químicas y biológicas, lo que agravó la pérdida de vidas humanas. Fue un conflicto en donde las ciudades también se convirtieron en frente de batallas. Por tal motivo, millones de civiles perecieron y cientos de ciudades fueron destruidas entre 1914 y 1918. El horror era indescriptible.
La destrucción generalizada durante de esa guerra tuvo un impacto de enormes proporciones en la comunidad internacional. En 1919, la principal preocupación y prioridad en ese momento era establecer políticas que evitaran un conflicto de proporciones similares. Era necesario encontrar mecanismos que garantizaran una paz duradera y no repetir los mismos errores. Es, en ese contexto, que surge la disciplina de Relaciones Internacionales en 1919 bajo los siguientes tres criterios. En primer lugar, las consecuencias de la guerra le permitieron adquirir un grado alto de “formalidad”. Es decir, los académicos reconocieron la necesidad de contar con un área del conocimiento específico para analizar los fenómenos del escenario internacional. El objetivo particular era que esos estudios buscaran encontrar las causas de la guerra para poder promover la paz. La idea era que existieran especialistas en los asuntos globales y no continuar analizando esos temas desde la perspectiva filosófica, jurídica, histórica, económica, sociológica o política, como antes se hacía. Hasta la fecha, hay un consenso generalizado de que Relaciones Internacionales adquirieron su formalidad a partir de 1919.
El segundo criterio era que las RI gozaran de cierto nivel de “independencia”. Esto no quiere decir, de ninguna manera, que Relaciones Internacionales sean una disciplina totalmente autónoma. Con anterioridad, los académicos que estudiaban esos temas estaban adscritos a departamentos de Ciencia Política o Historia. Sin embargo, a partir de 1919 empezaron a surgir, en las universidades, centros de investigación o departamentos “separados” dedicados exclusivamente a los estudios internacionales. No obstante, los primeros internacionalistas reconocían que las Relaciones Internacionales no podían ser una disciplina totalmente autónoma. Estaban conscientes de que, para un análisis integral de la realidad mundial, eran necesarios conocimientos de Historia, Filosofía, Sociología, Derecho, Economía, Geografía y Ciencias Políticas. De hecho, los internacionalistas utilizarían las ideas de los autores mencionados en el apartado anterior. Es decir, la idea era retomar las visiones y pensamientos de Tucídides, Maquiavelo, Tzu, Kant, Hobbes, Grotio, Marx, Lenin y otros, para la construcción teórica de la disciplina.
No hay duda de que la historia ha fungido como un motor central de Relaciones Internacionales, puesto que esta disciplina analiza los hechos que ocurren en el mundo desde la época antigua hasta la actualidad. Por su parte, la Filosofía es vital para la construcción de cualquier teoría que pretenda explicar al mundo. Asimismo, la Sociología es importante para entender el funcionamiento de la sociedad internacional. A su vez, el estudio del Derecho es necesario para establecer normas jurídicas que regulen las relaciones de los diferentes actores del sistema internacional. Al igual que el Derecho, las Relaciones Internacionales buscan la construcción de mecanismos para la paz social. De la misma manera, la Economía sirve de apoyo al estudio de los fenómenos del sistema internacional, vinculados a la producción y distribución de bienes, servicios y capitales en la escala global. Por otro lado, la Geografía reviste una importancia central para el análisis de las relaciones internacionales. Muchas de las decisiones de los Estados están basadas en variables geográficas. Es decir, los actores se comportan a partir de incentivos, vinculados a los elementos materiales de la tierra. Finalmente, la Ciencia Política es la base conceptual, teórica y metodológica de las Relaciones Internacionales. Para ambas, el poder es una de las categorías más importantes que ayuda a entender el funcionamiento del sistema internacional. La diferencia está en que, mientras la Ciencia Política estudia el fenómeno del poder dentro de las fronteras estatales, las Relaciones Internacionales lo analizan fuera de las fronteras. En concreto, las RI son una ciencia multi e interdisciplinaria, porque abreva de diferentes ramas del conocimiento.
El tercer criterio era que esa disciplina tuviera una “identidad propia”. Una de las principales críticas que se le ha hecho a las Relaciones Internacionales es que muchos consideran que este campo de estudio es una subdisciplina de la Ciencia Política. El desarrollo y la consolidación de los estudios internacionales han demostrado que las RI son una disciplina que se encuentra al mismo nivel que la Ciencia Política. Como ciencia con identidad propia, las RI tienen un objeto de estudio específico: las diferentes interacciones de los diversos actores del sistema internacional. De la misma forma, las RI han demostrado que tienen un método de estudio particular, aunque utilizan el método científico de las Ciencias Sociales, las RI cuentan con teorías específicas. Las más importantes son el realismo y sus variantes, el Liberalismo Institucional y sus variantes, el marxismo y sus variantes, el constructivismo, la Teoría General de los Sistemas, entre otras.
Las evidencias empíricas e históricas
Este pequeño apartado busca presentar las evidencias empíricas e históricas que demuestran que las RI surgieron como una disciplina científica de manera formal, independiente y con identidad propia a partir de 1919. Son seis los elementos que se exponen a continuación. El primero expresa que los Tratados de Versalles de 1919 fueron producto de la aspiración para la construcción de un mecanismo eficaz para consolidar una paz duradera. Este ensayo no argumenta que así fueron las cosas. Al contrario, lo acordado en Francia en ese año, sembró la semilla para la Segunda Guerra Mundial. La imposición de castigos severos a Alemania y la exigencia de pagos exorbitantes por los daños causados durante la guerra provocaron un fuerte resentimiento en Alemania. Más tarde, el nacionalismo hitleriano dio pauta al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Pero el hecho de que jefes de Estado de varias naciones hayan asistido a la reunión en Versalles demuestra el interés por establecer instrumentos para el mantenimiento de la paz. La disciplina de Relaciones Internacionales había nacido también con esa pretensión.
El segundo elemento es la creación de la Sociedad de Naciones (SDN). Este organismo internacional tenía como propósito central garantizar la paz y evitar un futuro conflicto de grandes proporciones. Sería muy presuntuoso afirmar que la SDN es producto de la disciplina de RI, pero su creación refleja el interés que ambas compartían. Lo que sí es cierto, es que los primeros internacionalistas buscaron fortalecer a la organización para que tuviera éxito en sus objetivos. Desafortunadamente, al poco tiempo la SDN mostró su inoperancia. La ausencia de Estados clave en el organismo explica su fracaso. A pesar de que fue su principal promotor, Estados Unidos, no participó porque el Senado no ratificó los Tratados de Versalles. Por su parte, Alemania no había sido invitada al inicio porque fue, en la visión de los creadores, la causante y perdedora de la guerra. La Unión Soviética tampoco se unió al comienzo, por sus tendencias comunistas. La lección que dejó la SDN fue que, para que un organismo sea exitoso, es necesaria la presencia de los actores involucrados.
Un tercer punto informa que, a partir de 1919, algunas universidades en Reino Unido y en Estados Unidos crearon cátedras dedicadas al estudio científico de las relaciones entre los países. La Universidad de Aberystwyth, Gales, estableció la primera cátedra de política internacional, de nombre Woodrow Wilson. Esa posición la ocuparon Alfred Zimmern y E. H. Carr, dos destacados especialistas en esa temática. Todavía en medio de la guerra, el Consejo de la Universidad solicitó donaciones para la creación de la cátedra “en memoria de los estudiantes caídos durante la Gran Guerra que abordase los problemas relacionados con el derecho, la política, la ética y la economía desde una perspectiva global” (Simonoff, 2019). Unos años después, la London School of Economics (LSE) fundó una cátedra similar. La creación de estas cátedras representa una de las evidencias más fuertes para defender el inicio formal de la disciplina en 1919. Como lo han planteado los revisionistas, a finales del siglo XIX ya existían en los departamentos de Ciencia Política áreas dedicadas al estudio de los fenómenos internacionales. Sin embargo, todavía no gozaban de la independencia necesaria. Las cátedras abiertas en 1919 mostraban un grado mayor de autonomía respecto a esta clase de estudios.
Un cuarto punto menciona que, en Estados Unidos y Reino Unido, aparecieron departamentos dentro de las universidades y los centros de investigación dedicados al estudio de este particular. En 1919, la Universidad de Georgetown fundó la Escuela de Servicio Exterior (Villanueva, 2021). En Estados Unidos, en 1921, se erigió el Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), que fue uno de los primeros think tanks dedicado exclusivamente al análisis de los fenómenos mundiales. En Reino Unido, en 1920 se creó el Royal Institute of International Affairs (Instituto Real de Asuntos Internacionales). En este contexto, existe la interpretación errónea de que, como los primeros estudios formales surgieron en Inglaterra y Estados Unidos, esta disciplina tuvo un carácter anglosajón desde sus inicios. Sin embargo, este ensayo ha presentado evidencia de que autores de otros lugares del mundo hicieron una valiosa contribución al estudio de las relaciones internacionales.
Un quinto argumento consiste en que, después de 1919, aparecieron revistas académicas dedicadas al análisis de los temas internacionales. Una certeza acerca del carácter formal de la disciplina después de 1919 fue el cambio de nombre de la Journal of Race and Development, la cual tuvo vigencia de 1911 a 1919. Debido al impacto de la Primera Guerra Mundial y al deseo de construir una disciplina autónoma, la revista cambió de nombre a Journal of International Relations, de 1919 a 1922. Más adelante, esa misma revista adquirió el título vigente de: Foreign Affairs y es una de las más prestigiosas en el mundo para los estudios de la disciplina. Este cambio en el título de la revista denota el reconocimiento de la necesidad de crear una disciplina de las Relaciones Internacionales con identidad propia.
La última evidencia que presenta este ensayo es que, a partir de una revisión bibliográfica de textos de varios países, la gran mayoría de las fuentes reconocen que es 1919 el año del surgimiento formal de la disciplina de Relaciones Internacionales. Sin embargo, hay autores como Mingst y McKibben (2021) que ubican su origen después de la Paz de Westfalia en 1648. Los revisionistas, por su parte, consideran que el arranque formal de las RI inicia mucho antes de 1919. Muy pocas fuentes afirman que la Segunda Guerra Mundial marca el inicio formal de la disciplina. Otros autores no se preocupan por establecer una fecha de nacimiento; prefieren concentrarse en las aportaciones de los diferentes autores a su construcción teórica; sin importar tanto la fecha de nacimiento, lo sustancial es que hoy existe una disciplina de Relaciones Internacionales formal, independiente y con identidad propia.
Los primeros internacionalistas
Como ya se mencionó, el estudio formal de las Relaciones Internacionales como disciplina científica surgió después de la Primera Guerra Mundial. Por lo tanto, los primeros especialistas buscaron formas para evitar un nuevo conflicto como el ocurrido. En este contexto, el estudio de las Relaciones Internacionales tuvo, en sus inicios, un enfoque idealista, porque buscaba la paz mediante la cooperación, las instituciones y las normas internacionales. Después de 1919, gracias a los trabajos de varios autores, se establecieron bases teóricas más concretas de la disciplina, entre ellos destacan los textos de Goldsworthy Dickinson, Woodrow Wilson y Alfred Zimmern (Prado, 2021). Los tres son considerados los fundadores formales de la disciplina. El primero fue un importante promotor de la Sociedad de Naciones y, en 1920, escribió la obra Causes of International War, la cual se convirtió en uno de los primeros trabajos de Relaciones Internacionales ya como disciplina científica. Woodrow Wilson, además de ser un académico, fue presidente de Estados Unidos de 1913 a 1921. Su famoso discurso “Los 14 puntos de Wilson” sentó las bases de la Sociedad de Naciones y de los principales cimientos del idealismo. Por su parte, Zimmern ocupó una cátedra de Relaciones Internacionales en la Universidad de Aberystwyth y fue cofundador del Royal Institute of International Affairs y uno de los primeros especialistas en la disciplina.
Sin embargo, la visión idealista con la que inició la disciplina pronto mostró su limitado poder explicativo. El periodo de entre guerras 1919-1939 marcaba la decadencia de los Tratados de Versalles y el fracaso de la SDN. Desde la década de 1920, varios académicos ya habían cuestionado las propuestas idealistas y planteaban que este paradigma no era la mejor alternativa teórica. Por lo tanto, en este periodo de entre guerras surgió el enfoque realista y, en consecuencia, el primer debate entre idealistas y realistas. Al terminar la Segunda Guerra Mundial en 1945, el realismo se convirtió en el enfoque dominante en la enseñanza de Relaciones Internacionales.
Asimismo, E. H. Carr fue un notable historiador que, en 1939 escribió uno de los primeros clásicos de la disciplina: The Twenty Year’s Crisis. Esta obra planteó el fracaso del idealismo de sus predecesores y propuso al realismo político como un enfoque teórico más adecuado para explicar los fenómenos internacionales. Con su obra, Carr inició los debates entre diferentes perspectivas teóricas, en el marco de la disciplina; rechazó a la visión idealista por su negativa a aceptar al poder como elemento esencial de la política internacional. De acuerdo con Alejandro Simonoff, Carr “desconfiaba de los discursos moralistas porque creía que esos marcos eran impuestos por los triunfadores, para garantizar el statu quo o legitimar sus ambiciones de poder” (Simonoff, 2019).
Después del final de la Segunda Guerra Mundial, un autor destacado fue Hans Morgenthau. Para muchos, este autor es el padre de la teoría realista de la Relaciones Internacionales. Su obra magna fue Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace, publicada en 1948.
El desarrollo y fortalecimiento de la disciplina
Después de la Segunda Guerra Mundial, la disciplina de Relaciones Internacionales se fortaleció. Las secuelas del conflicto demandaban, con más ahínco, la existencia de un campo de estudio especializado en los temas de mantenimiento de la paz, la reconstrucción, y la prevención de la guerra. La idea central y prioritaria era evitar una tercera guerra mundial. Lo importante es que los constructores del sistema internacional de posguerra aprendieron la lección de Versalles y no cometieron los mismos errores. Entonces, establecieron reglas para la posguerra con el propósito de garantizar la paz. Una primera acción de los aliados fue la creación de las Naciones Unidas (NU), la cual venía a sustituir a la SDN, pero, con mecanismos más efectivos. Además, los miembros de la organización crearon un sistema de organizaciones afiliadas a las UN para fomentar la cooperación y resolver las disputas en diferentes áreas, como fueron salud, educación, cultura, alimentación, trabajo, finanzas, comercio, entre otras más. En los acuerdos de paz, los ganadores no impusieron medidas humillantes a los perdedores. Asimismo, las grandes potencias establecieron las reglas del funcionamiento del sistema internacional en cumbres de líderes. Las más importantes fueron en Yalta y Potsdam.
Por otra parte, los países se pusieron de acuerdo en las medidas financieras para enfrentar los retos económicos de la posguerra. Las conferencias de Bretton Woods establecieron el sistema financiero internacional, a partir de 1945. Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos financió un programa de reconstrucción, con el propósito de levantar a las economías más afectadas por el conflicto. Varios países de Europa iniciaron un proceso de integración económica para salir de la crisis. Sin embargo, el programa de reconstrucción e integración también servía para detener la expansión del comunismo. Para 1945, el mundo experimentaba un sistema internacional bipolar, en el cual el eje central era la Guerra Fría, es decir, la confrontación ideológica entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
En este contexto complicado, pero con esperanzas, la disciplina de Relaciones Internacionales buscó su fortalecimiento para aportar conocimiento y experiencia, con el propósito de acompañar al proceso de reconstrucción moral y física. El segundo conflicto global demostró, una vez más, que los eventos de alto impacto tenían una fuerte influencia en el surgimiento y desarrollo de la disciplina de RI. Luego del primer debate, el realismo se convirtió en el enfoque dominante de la teoría internacionalista.
Más adelante, a finales de la década de 1950 y principios de 1960, surgieron nuevas perspectivas de estudio. Algunos académicos plantearon que el realismo no tenía suficiente poder explicativo y que era necesario emplear una metodología más científica. Entonces, surgió el segundo debate de la disciplina: los “científicos” que usaban visiones positivistas y los tradicionalistas que se apegaban a los enfoques realistas e idealistas.
En la década de 1970, tuvieron lugar tres acontecimientos internacionales que revolucionaron el pensamiento internacionalista: la guerra de Vietnam, la caída del patrón dólar-oro establecido en el sistema de Bretton Woods, en agosto de 1971 y el boicot petrolero de la OPEP a los países de Occidente. Estos acontecimientos cuestionaron las bases explicativas del realismo, al proponer que el poder no era la única variable que explicaba el comportamiento de los Estados. Siendo así, los internacionalistas empezaron a tomar en cuenta, de manera sistemática, otras variables relevantes para explicar las acciones estatales en el sistema internacional, como aspectos económicos, distintos actores no gubernamentales, los regímenes internacionales, las instituciones, entre otros. Nació así, el tercer debate teórico de las RI entre los neorrealistas y los neoliberales institucionales, el cual dominó la discusión teórica entre los académicos hasta finales de la década de 1980.
Obviamente, los académicos en el mundo desarrollaron nuevas formas de aproximarse a los fenómenos internacionales, como fueron los enfoques marxistas, la teoría general de los sistemas, las teorías institucionales y neoinstitucionales, el posmodernismo, el feminismo, entre muchos otros enfoques teóricos. A partir de la década de 1990, surgió una propuesta teórica muy distinta a las tradicionales: el constructivismo. Esta visión planteaba un enfoque novedoso, en el cual las percepciones, las ideas, los valores y la identidad son elementos centrales para explicar los fenómenos internacionales. Sin embargo, a principios del siglo XXI un hecho impactante cuestionó la viabilidad del constructivismo: los ataques del 11 de septiembre de 2001. Este suceso puso en la mesa de discusión el fortalecimiento del realismo como el enfoque predominante para estudiar y enseñar Relaciones Internacionales.
Como se observa en la discusión anterior, el desarrollo y fortalecimiento de la disciplina de Relaciones Internacionales ha sido producto de los debates teóricos y de los eventos de alto perfil, entre ellos la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la detonación de las bombas atómicas, la crisis de los misiles, las guerras de Corea y Vietnam, y, finalmente, los ataques del 11 de septiembre.
Un elemento que mostraba el desarrollo y consolidación de la disciplina es que empezaron a surgir programas de grado en diversas universidades en el mundo. Por ejemplo, en Argentina surgió la primera licenciatura en el año de 1929. En otros países la espera fue más larga, pero, después de la Segunda Guerra Mundial aparecieron ese tipo de carreras, especialmente en América Latina. En México, la UNAM, El Colegio de México y el City College fueron las primeras instituciones en abrir programas de licenciatura en Relaciones Internacionales. En Estados Unidos y en Europa, los estudios internacionales no se realizan en el nivel de pregrado. Muchas universidades en esos países abrieron programas de posgrado para los interesados en especializarse en esta rama del conocimiento. El punto anterior explica por qué en algunos lugares hay interés por establecer una fecha de surgimiento formal y en otros no. En América Latina hay consenso amplio de que 1919 marca el inicio formal, porque la disciplina se enseña en el nivel pregrado. En cambio, en Europa y Estados Unidos no hay mucho interés en determinar una fecha, porque el programa se estudia en posgrado. Esta realidad ha fomentado un sano debate entre tradicionalistas y revisionistas de la disciplina.
Debido a la apertura de la carrera en Relaciones Internacionales en el nivel pregrado y posgrado, muchas universidades en el mundo han abierto departamentos, facultades, centros, o divisiones especializadas en ella. Estas instancias académicas se dedican a la enseñanza y a la investigación en estos temas. La creación de estos cuerpos contribuye al desarrollo de la disciplina, porque esas actividades plantean nuevas visiones y formas distintas de interpretar la realidad internacional. Asimismo, en varios países han surgido asociaciones de internacionalistas, la más vieja y con mayor afiliación es la International Studies Association (ISA), la cual organiza un congreso anual para la discusión de los temas clásicos y contemporáneos de la disciplina. La ISA está representada por 100 países y tiene alrededor de 6500 miembros. En México, el Dr. Modesto Seara Vázquez fundó, en 1967, la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI). Esta organización es la segunda en el nivel mundial, por su tamaño. La AMEI, además, organiza un congreso anual con la asistencia de 3000 personas. En otros países del mundo también existen este tipo de organizaciones. En el 2002, la World International Studies Committee aglutinó a las principales organizaciones que existían. En los congresos que organizan estas asociaciones, los participantes discuten los principales temas de la disciplina, esta actividad contribuye al desarrollo y consolidación de las Relaciones Internacionales.
Finalmente, en la actualidad existe un número muy amplio de revistas especializadas en la disciplina. Las más destacadas son Foreign Affairs, Foreign Policy, International Organization, International Affairs, entre muchas más. Pero, asimismo hay publicaciones en otros idiomas, como francés, chino, español, italiano, entre otros. No hay espacio aquí para hacer una lista completa, pero lo importante a destacar es que, en estas revistas, diferentes autores de todo el mundo presentan sus investigaciones en torno a la temática y estas publicaciones han contribuido, de manera significativa, al desarrollo y consolidación de la disciplina.
A pesar del inicio temprano de los estudios internacionales, existe un amplio consenso entre los especialistas de que 1919 marca el origen formal de la disciplina de Relaciones Internacionales. Los trabajos anteriores, en efecto, analizaban temas globales, pero lo hacían desde otras perspectivas, como eran la Historia, la Filosofía, la Sociología, el Derecho, la Economía, entre otras ciencias. Por eso, la nueva rama del conocimiento adquirió una naturaleza multidisciplinaria a partir de 1919. Es claro que las RI se apoyaron de todas las contribuciones y las ideas anteriores para poder ofrecer factores explicativos de la realidad internacional. Sin embargo, es a partir de 1919 cuando se conforma, formalmente, la disciplina. La evidencia es que, en ese año, el CFR inició la publicación de la revista Foreign Affairs, la cual se convirtió en la primera en su tipo, dedicada al análisis científico de la realidad internacional.
La aparición de publicaciones e instituciones, previo a 1919, refuerza el argumento de este artículo. Esas manifestaciones ayudaron, más adelante, a darle forma a la disciplina de Relaciones Internacionales su característica formal, independiente y con identidad propia, a partir de 1919. La publicación de libros previos no significa, en automático, la existencia de una disciplina con esas características. Tucídides publicó un libro. Era necesario la construcción de un consenso de amplia aceptación. Los horrores de la Primera Guerra Mundial generaron ese consenso.
Las Relaciones Internacionales son una disciplina independiente, porque no existe una ciencia por encima de ellas, más que las Ciencias Sociales. Sin embargo, no son autónomas, debido a que requieren de la Ciencia Política, la Economía, el Derecho, la Historia, la Geografía, la Sociología y otras ramas del conocimiento. Por lo tanto, las RI son una ciencia interdisciplinaria; este punto no quiere decir que los internacionalistas deben ser expertos en todas esas áreas, sino que, los profesionistas pueden especializarse en un área en particular, pero deben de tener bases de las otras ciencias.
Discutir sobre el año de surgimiento de una disciplina no es lo relevante. Lo importante es reflexionar sobre la utilidad de las Relaciones Internacionales para explicar y encontrar soluciones a los problemas globales, desde una perspectiva propia. En otras ramas del conocimiento, la fecha de creación no es un tema que se debate. Pero, en algunos casos, hay consenso de que algunas obras dieron origen a ciertas disciplinas. Por ejemplo, hay cierto consenso de que El Príncipe, de Maquiavelo, dio origen a la Ciencia Política moderna, o que el libro La riqueza de las Naciones, de Smith, dio lugar a la Economía moderna o que Marx inauguró la Economía Política. En Relaciones Internacionales, es posible afirmar que, los escritos publicados antes de 1919 se inscriben en una especie de disciplina antigua de las RI y, posterior a esa fecha, surge la existencia de una disciplina moderna, para ello, el horror de la Primera Guerra Mundial marcó la gran diferencia.
La idea anterior demuestra que los eventos mundiales de alto impacto son los que han permitido ya sea el surgimiento, el desarrollo o la consolidación de la disciplina de Relaciones Internacionales. Sucesos como las guerras de los Treinta Años (1618-1648), la de Siete Años (1756-1763), las napoleónicas (1799-1815), la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), así como la guerra de Corea (1950-1953), la crisis de los misiles (1962), la guerra de Vietnam (1955-1975), la desaparición de la URSS (1991) y el ataque a las Torres Gemelas (2001) tuvieron un fuerte impacto en el pensamiento internacionalista. Asimismo, la disciplina de RI se ha desarrollado a partir de las ideas, los debates, las publicaciones, los congresos académicos y la actividad docente. Asimismo, las instituciones académicas y centros de estudio han tenido un papel relevante en esta rama del conocimiento.
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1 Facultad de Economía y Relaciones Internacionales. Universidad Autónoma de Baja California. México. Profesor de Relaciones Internacionales. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel III y de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Presidente del Centro de Enseñanza y Análisis sobre la Política Exterior de México (CESPEM). Doctor en Estudios Internacionales. Correo electrónico: rafael.velazquez@uabc.edu.mx
(*) El autor agradece al Embajador Pedro González Olvera, expresidente de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales, por sus comentarios sobre este artículo. Sin duda, sus observaciones ayudaron a mejorar el texto.
2 Ver: Wright, Q. The Study of International Relations, Nueva York, Appleton Century-Crofts,1955; Hoffman, S. “An American Social Science: International Relations”, en Daedalus, Vol. 106, N.o 3, 1977; Olson, W. y A. J. R. Groom, International Relations Then and Now: Origins and Trends in Interpretation, Londres, Harper Collins, 1991; Del Arenal, C. “La génesis de las relaciones internacionales como disciplina científica”, en Revista de Estudios Internacionales, N.o 2, 1981, pp. 849-892; Ochoa, L. La carrera de Relaciones Internacionales en México. Orígenes y situación actual, México, El Colegio de México-BUAP, 2011; Villanueva, R. “1919: ¿La fundación de la disciplina de Relaciones Internacionales?” en Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, N.o 125, 2017, pp. 11-34.
3 Las obras más destacadas fueron: Velázquez, R. et al., Introducción al estudio de las Relaciones Internacionales 100 años de disciplina, México, CIDE/UABC, 2019; Hernández, R. y Hernández, H. Un siglo de Relaciones Internacionales: su enseñanza en México y el Mundo, México, UNAM, 2019; Lozano, A. et al., ¿Cien años de Relaciones Internacionales? Disciplinariedad y revisionismo, México, Siglo XXI, 2019 y García, C. et al., 100 años de relaciones internacionales: una mirada reflexiva, Valencia, Tirant lo Blanch, 2020.
Fecha de recepción: 12 de febrero del 2024 • Fecha de aceptación: 9 de mayo del 2024 • Fecha de publicación: 15 de julio del 2024
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