Revista de Teología
Revista de Estudios Sociorreligiosos
Volumen 14, Número 1, 2021
ISSN 2215-227X • EISSN: 2215-2482
Doi: https://doi.org/10.15359/siwo.14-1.8
Recibido: 25/4/2021 • Aprobado: 6/5/2021
URL: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/siwo
Licencia (CC BY-NC 4.0)
La Légende “Des Tribus Impostoribus” et ses Origines Islamiques
Louis Massignon.
Trad. J. Camilo Perdomo1
Louis Massignon es quizás el islamólogo y orientalista más relevante del siglo XX. Imprescindible para la comprensión occidental del Islam, sus trabajos más conocidos son “La pasión de Al-Hallaj”, “Palabra dada” y “Ciencia de la compasión” como también los textos dedicados al arte y la mística islámica, aunque su obra es tan basta que resulta difícil de abarcar.
Orador frecuente del ‘Círculo de Éranos’, alumno de Derenbourg y de Le Chatelier, admirado por Goldziher, fue una decisiva influencia en los estudios islámicos y orientales en Europa, fundamental, especialmente, en figuras como Asín Palacios, Cruz Hernández, Corbín, Nasr e Isutzu. Gracias a su erudición y empeño por construir un diálogo intercultural con Oriente (tarea que compartía con Lawrence de Arabia), debemos, en gran medida, la comprensión y conocimiento del Islam en Occidente, vital, por ejemplo, comprender el empeño interreligioso de las encíclicas ‘Nostra Aetate’ y ‘Lumen Gentium’, debió a su férrea defensa del ‘Abrahamismo’.
Justamente, el texto que a continuación presentamos recoge las tres religiones abrahámicas deformadas en una leyenda hereje, la “Leyenda de los tres impostores”, un panfleto clandestino que circuló en las ciudades europeas a finales de la Edad Media, en el cual los tres grandes profetas abrahámicos, Moisés, Jesús y Mahoma, son acusados de mentirosos e impostores, al igual que heréticas sus religiones. Aunque anónima, diversos personajes medievales fueron acusados de proferir la leyenda, entre ellos el emperador Federico II, Boccacio, Campanella, Bruno, Torunai, Erasmo, Averroes y Maimónides; este último debido a que en su ‘Carta a Yemen’ describe como impostores a Jesús, Paulus y Mahoma.
No obstante, el tratado que hoy conocemos parece haber sido una edición moderna de la leyenda, escrita entre el siglo XVII y XVIII, cuya autoría sigue siendo un misterio, aunque repleta de teorías, verbigracia, ha sido atribuida a Maquiavelo, Hobbes, Spinoza, el Barón de Holbach, Rabelais e incluso Voltaire. Massignon, sin embargo, rastrea el origen de la leyenda fuera de Europa, encuentra que había sido usada entre el siglo IX y el X con fines políticos y propagandísticos por Abu Tahir al-Jannabi, un califa cármata del reino de Bahréin, quien se había autoproclamado mesías tras denigrar los tres grandes profetas como prestidigitadores y embusteros.
Con todo, la presente traducción no solo pretende brindar una nueva teoría acerca del autor y el origen de la ‘Leyenda de los tres impostores’, también espera ser una invitación a profundizar en la obra y el pensamiento de Massignon.
La leyenda de “Los tres impostores” y sus orígenes islámicos
Louis Massignon
(1920)
Entre las apologías en las que la Edad Media gustaba unir en una interdependencia común a los tres monoteísmos que sacuden Occidente (Israel, el Cristianismo y el Islam), hay algunas conciliadoras como la “parábola de los tres anillos”1, delicadamente contada por Gaston Paris22. Otras son más amargas y la más famosa es la leyenda de los “Tres ímpostores”. Su tema es simple: el mundo ha sido engañado por tres seductores, embusteros, impostores, Moisés, Jesús y Mahoma. Es la ironía desencantada de un escéptico que formula de antemano, respecto a ellos, la teoría favorita de nuestro siglo XVIII sobre el origen de las religiones.
Hemos estudiado detenidamente3 la atribución de esta irónica frase al emperador Federico II3 (+1250). El papa Gregorio IX4 le acusó formalmente de haberla pronunciado4, pero Federico II negó haberla dicho alguna vez5. En su tiempo corría de labio en labio dada su también atribución al canónigo de Tournai5, Simón, un poco anterior a Federico II6.
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Este es el primer texto en el cual se hace semejante paralelo. Es un texto de iniciación de una secta heterodoxa musulmana, los Cármatas6, cuya propaganda secreta lleva a la proclamación de un Califato disidente, el de los Fatimíes7 en Mahdiyah (Túnez), en el 297/909 de nuestra era. Esta secta tenía siete7 grados de iniciación, con instrucciones especiales para cada grado. El texto en cuestión parece mostrarnos las instrucciones dadas a los adeptos del séptimo grado, tâ ‘sîs8; se titula “Risâlat al siyâsah wa ‘l balâgh al akyad wa ‘l Nâmoûs al ‘zam ‘ ‘. El heresiólogo que lo publicó lo hizo como una circular confidencial sobre el método a seguir para la propaganda, enviado por el primer Califa fatimí ‘Obaydallâh8 (+322/934) al jefe de los Cármatas de Bahréin9 (Golfo Pérsico) Aboû Tâhir9 Solaymân-ibn al Hasan Janâbi10, quien tomó la Meca y rompió la Ka’bah en 312/924.
A pesar del cinismo de este documento, lo creo auténticamente cármata y, aunque fuera falsificado, nos lleva a más tardar a finales del siglo X, es decir, más de dos siglos antes de Federico II, para la aparición de la leyenda de los “Tres impostores”, porque ‘Abad al Qâhir Baghdâdí11, el editor, murió en 429/1037, y parece haberle hecho frente a su maestro, Bâquillânî12 muerto en 403/1012.
En voz del texto (Baghdâdî, farq, éd. Badr, p. 281):
esto es:
“Es conveniente que abraces en tu ciencia las presdigitaciones de los Profetas y cuáles han sido sus contradicciones en las palabras. Así, Jesús, hijo de María, cuando dijo a los judíos: <<No aboliré la ley de Moisés>>; luego él la abolió, haciendo del domingo un día festivo en lugar del sábado y autorizando a trabajar el sábado, invirtiendo la dirección fijada por Moisés, provocando que los judíos lo mataran cuando se contradijo.
-Y no seas como la cabeza (Mahoma) de la comunidad desafortunada, a quien se le preguntó sobre el Espíritu y que respondió <<el Espíritu (viene) según el mandato de mi Señor>> (Cor. XVII, 87), porque no sabía qué responder.
-Y no seas como Moisés en su predicación, que solo probó con el feliz y hábil truco de su prestidigitación. Quien legítimamente tenía la autoridad de su tiempo (el Faraón) le respondió (con razón): “Ten cuidado de no tomar como Dios otro que yo...” (Cor. XXVI, 28) -diciendo además a sus súbditos- “Soy tu señor supremo” (Cor. LXXIX, 24), ya que él era el Amo de la época en ese momento...”
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Tenemos dos resúmenes de este texto fundamental. Uno, en Risalât al gohfrân10, un curioso poema en prosa del poeta Aboûl ‘Alâ’ al Ma’arrî13 (+450/1058), simplemente recuerda que, según la doctrina cármata de noqlah (transmisión del poder Divino en este mundo), uno de los jefes cármatas habría dicho al morir a sus discípulos, hablando con ellos en Nombre de Dios “Ya he enviado a Moisés, Jesús y Mahoma: ahora debo enviar a otros que no sean ellos” -porque su misión ha terminado.
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El segundo resumen nos da finalmente la leyenda de los “Tres impostores” en su forma definitiva, atribuida a Aboû Tâhir, el hipotético receptor de la Risâlah de Obaydallâh. Este resumen es publicado por Nizâm al Molk14, el famoso visir Selyúcida, asesinado en 486/1903, en su “Siyâsat Namâ”, o “Livre du Gouverment”, en persa:
(ed. Schefer, p. 197; trad Schefer, p. 288)11
es decir:
Aboù Tâhir dijo: “En este mundo, tres individuos han corrompido a los hombres, un pastor, un médico y un/jinete de camellos. Y éste fue el peor, el peor prestidigitador de los tres”
Reconocemos en el pastor a Moisés, en el médico a Jesús y en el camellero a Mahoma. Este es el auténtico dato de la leyenda de los “Tres impostores”, fijándola así alrededor del 1080 a más tardar, es decir, al menos ciento cincuenta años antes de su aparición en el cristianismo occidental.
Citamos al final el recuerdo de las fantasiosas recreaciones que el siglo XVIII elaboró a partir del “Liber de Tribus Impostoribus”.
1 Filósofo egresado de la Pontificia Universidad Javeriana, Magíster en Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira, se ha desempeñado como investigador y traductor académico autónomo. Correo electrónico: jcperdomomorales@gmail.com ORCID: 0000-0001-6222-0824
2 9 de mayo de 1884, en la ‘Society for Jewish Studies’; cfr. Chauvin, Conte d’Abulafia, ap, “Valonia”, noviembre de 1900, noviembre de 1908.
3 D’Argentré, Collect, judie, erroribus, 1724, I, 145, etc.
4 Epístola al Arzobispo de Maguncia 1239.
5 Cfr. Huillard-Bréholles, Hist. dipl., Fréderic II. 339
6 Cantinpré, de Apibus, XLV, 5 (cit. Vigouroux)
7 Un poco más tarde, ella tenía, 9.
8 Warrâq, fihrist, 189, l. ro; Baghdâdî, farq, 282; Ghazâli, mostazshirî, ed. Goldziher, 40. Nizam al Molk, siyaset namâ, trad. 286; cfr. Sacy, drusos, I. 74. 160.
9 Este destinatario es hipotético. Aboû Tâhir parece haber considerado, hasta el final, al califa fatimita como un usurpador, bastardo o impostor, y se rehusó reconocer en él al Mahdî que los cármatas esperaban; Por otra parte, Do Goeje anotó en sus ‘Carmathes of Bahrain’, el poema en el que Aboù Tahir muestra su respeto por Jesús y dice esperar su llegada.
10 Ed. Hindié, 145; ed. Nicholson, 152; trad. Nicholson, 341.
11 Falta texto en ms. de Paris, supl. Persa 1571, f. 188, suplementado después de Schefer, Chrest, Persa, I. 170.
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