TDNA

Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Julio-Diciembre, 2021). Vol 37(70)
DOI: https://doi.org/10,15359/tdna.37-70.12
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NUESTRA AMÉRICA JÓVEN: VOCES Y PALABRAS


“El sur también existe”

“O Sul também existe”

“The South exists too”

Andrea Romero-Reyes

Estudiante

Maestría de Estudios Latinoamericanos

Universidad Nacional

Costa Rica


Resumen

La crítica latinoamericana tiene que interpelar nuestra realidad, de colonialismos e imperialismos sucesivos, avasallantes, y solo así, vincularnos a nuestra historia real, para poder juntos y “entre todos” generar esas condiciones que nos permitan transformarla, que sin lugar a duda, muchos y muchas ya han comenzado a hacer. Se trata de plantear ese punto de vista latinoamericano, de reivindicarlo, de desglosarlo, para reconstruirlo con nuevos sentidos.

Palabras clave: crítica latinoamericana, ensayo, Mario Benedetti, pensamiento

Abstract

The Latin American critique has to question our reality, of successive colonialisms and imperialisms, overpowering, and only in this way link us to our real history, to be able together and “among all” to generate those conditions that allow us to transform it, which undoubtedly many have already begun to do. It is a matter of raising that Latin American point of view, of vindicating it, of breaking it down, to reconstruct it with new meanings. This essay reflection on these topics.

Keywords: essay, Latin American critique, Latin American thought, Mario Benedetti

Resumo

A crítica latino-americana tem de questionar a nossa realidade, dos sucessivos colonialismos e imperialismos, dominando e só assim nos ligando à nossa história real, para podermos juntos e “entre todos” gerar aquelas condições que nos permitem transformá-la, o que sem dúvida muitos já começaram a fazer. Trata-se de levantar esse ponto de vista latino-americano, de o reivindicar, de o quebrar, de o reconstruir com novos significados....

Palavras chave: crítica latino-americana, essaio, Mario Benedetti, pensamento latino-americano

El sur también existe

“…Pero aquí abajo abajo

cerca de las raíces

es donde la memoria

ningún recuerdo omite

y hay quienes se desmueren

y hay quienes se desviven

y así entre todos logran

lo que era un imposible

que todo el mundo sepa

que el sur también existe”

M. Benedetti, El sur también existe.

El deseo de Benedetti que aparece como “un imposible”, sigue tan vivo y presente, no es más que el reconocimiento de América Latina, ¿será preciso ir a las raíces, a nuestras memorias para lograr entre todos reconocer nuestra existencia como latinoamericanos? ¿Quizá necesitemos más escritores y críticos latinoamericanos que nos cuenten esa historia?

El escritor latinoamericano y me refiero, a quien tiene esa vocación que emerge desde sus adentros y también el crítico, lleva en su sangre esas historias que necesitan ser expresadas, ser contadas y sobre todo sentidas, esas memorias que hablan de olvidos, esas raíces que intentan resurgir tantas voces desde el grito de los eternamente aplazados.

La crítica latinoamericana tiene que interpelar nuestra realidad, de colonialismos e imperialismos sucesivos, avasallantes, y solo así, vincularnos a nuestra historia real, para poder juntos y “entre todos” generar esas condiciones que nos permitan transformarla, que sin lugar a duda, muchos y muchas ya han comenzado a hacer. Se trata de plantear ese punto de vista latinoamericano, de reivindicarlo, de desglosarlo, para reconstruirlo con nuevos sentidos.

La crítica literaria viene a sacudir ideas, en estos tiempos revueltos y confusos, de incertidumbres e inseguridades, de tantas dudas, invitándonos a cuestionar ese orden establecido y maniqueo que nos congela, nos paraliza y nos lleva a actuar como autómatas. Esta mirada también exige involucrarnos desde nuestras intensidades y desde nuestras actitudes, compromiso con nosotros mismos y con nuestra historia. En periodos virulentos, de golpes de Estado, de rebeliones ciudadanas, de economías terriblemente débiles, de crisis medioambientales, las desigualdades sociales se agudizan.

Este no es el tiempo de Benedetti que nos dejó un legado increíble, pero sigue siendo hoy; aunque estamos en otro siglo, el tiempo de las “venas abiertas”, que bien expresa Galeano. La región de las venas abiertas nos pide una vez más que tomemos conciencia latinoamericana de esa dependencia y explotación, del dominio, que parece ser eterno.

He aquí la función del escritor y la función del crítico, ese capaz de cuestionar y hacernos reflexionar sobre las realidades de nuestro entorno, capaz de tocarnos la fibra más profunda de nuestro ser. Hoy, que ya Mario Benedetti no está entre nosotros, su memoria sigue viva, su obra, su legado, su compromiso sigue siendo sinónimo de pueblo y “viceversa”. Su escritura continúa siendo compañía fiel y testigo de nuestras luchas, nuestros pasos por la ciudad y por el mundo. Le ha puesto verso a las preguntas existenciales que nos azotan y abruman, a nuestros sueños y desvelos, a nuestras nostalgias, a las historias universales de la gente común que merecen ser contadas y acariciadas. Se planta en la memoria y vaga junto a nosotros en nuestras desventuras y pequeñas victorias, se instala allí con sus personajes, hasta fundirse en nuestra manera de ser, hablar, escribir. Nos hace abrir los ojos al mundo, como bien dice Ismael Serrano “intentando encontrar esa poesía que habita en lo cotidiano”.

Es imposible concebir la escritura latinoamericana sin los afectos y entonces ahí, podemos desprendernos de esos lenguajes técnicos o académicos y generamos esa especie de “empatía” entre el escritor, el crítico y todo aquel que llega con ansias de leer, de escuchar las narrativas de un tiempo compartido; en esa relación entre lo social, lo político y las interrogantes de nuestras comunidades.

La escritura del afecto trae vacíos, trae silencios, como expresiones que nos invitan, tal vez, al encuentro con las voces de los pueblos y sus historias. Lo “no dicho” queda en la memoria y no en el olvido, si somos capaces de evocarlo, de resignificarlo desde otros lugares, entonces la voz del escritor adquiere otra resonancia, porque se convierte en el portavoz de un sentimiento colectivo y no es más que la expresión de libertad de los tantas veces oprimidos.

¿El sur también existe?

En estos contextos actuales, hoy, resurge con fuerza una vez más, en modo de pregunta ¿El sur también existe? Desde ese “mar de fueguitos” que nos traía Galeano, en “El libro de los abrazos”, me atrevo a decir que el sur también existe. Somos eso, un “mar de fueguitos”, diversos, únicos, diferentes e iguales, que brillamos con luz propia, cada uno con la suya, pero compartiendo, un fuego vivo. Es necesario recordárnoslo una y otra vez, para no quedar “abajo abajo” como dice Benedetti y aceptar todo lo que viene del norte, ya que “el norte ordena”, creyéndolos más desarrollados, invasores por la fuerza, que tienen siempre el poder como sinónimo de triunfo. Pero “la memoria (del sur), que ningún recuerdo omite”, reivindica a un pueblo que no olvida y que sabe recordarlo todo. Es la unión de los pueblos que puede mostrarle al mundo su existencia, que, a pesar de todo, también existe.

Esa es la conciencia que trae el escritor y que nos permite salirnos de toda condición alienada. Es la actividad creadora y crítica que invita a una revolución interna, que sin dudas es dolorosa, porque hemos sido conquistados y colonizados desde las formas más brutales y seguimos siendo parte de una historia que replica esas violencias sistemáticas y estructurales. Desde ese sentir común, que nos caracteriza y en comunidad, la liberación es un camino a construir, unidos por miradas comunes. Son estas realidades las que tienen que influenciar en nuestros escritores revelando y develando la historia de los silencios.

En este punto interpelo al escritor y al crítico que no solo tienen que estar juntos, si no que confluyen en un mismo punto de encuentro y se trata de un encuentro particular, el encuentro con la memoria.

No puedo concebir al escritor latinoamericano, sin asumir una postura crítica, entonces aquí el escritor se vuelve crítico y el crítico, escritor; en una relación dialéctica que se convierte en espiral, que crece y se expande. No me cabe duda de que muchos de nuestros escritores han sabido explorar muy bien esta doble cualidad, desde sus propias condiciones y al hacer lo que más quieren, escribir, siguen construyendo historia desde lugares diversos, escribiendo artículos, haciendo crítica literaria, investigando y llevando adelante la docencia, porque por acá el escritor se vuelve múltiple, para poder vivir de lo que quiere.

Somos los pueblos del “despojo” y desde aquí, el “sur, sur” de Latino América, un “paisito” tan pequeño y minúsculo como Uruguay, queda perdido entre las crueles historias que nos forjamos, ya que para muchos el sur siempre está lejos. Sin embargo, quiero decir que también somos el “río de los pájaros pintados” como decía Juan Zorrilla de San Martin para acercarnos a una leyenda Guarani-Charrua y volvernos a encontrar con nuestras raíces. Y no es casualidad que seamos pájaros, conectados a nuestras alas, quizá para no olvidarnos que podemos volar y conquistar nuestra libertad.

Tenemos también un “puñado grande”, de escritores críticos haciendo historia desde sus relatos, que han dejado huellas indelebles en nuestros corazones y que nos habitan desde sus lecturas, invitándonos a seguir haciendo camino. Empiezo por Mario Benedetti, a quien hago honor en esta ocasión, abrió fronteras con su obra y su vida, andando por el mundo desde sus exilios y nostalgias, Eduardo Galeano, recreando anécdotas e historias de pueblos de toda América Latina, Juan Carlos Onetti, Idea Vilariño, Delmira Agustini, Juana De Ibarbourou, Arturo Ardao, Ida Vitale, la lista puede continuar, todos, en distintos momentos de la historia, crearon relatos que nos conectan una y otra vez, con esa voz no silenciada de nuestras propias historias.

En este punto, propongo entonces poder reconocernos en estos territorios compartidos, de códigos comunes y con una actitud de reciprocidad ante la vida, creando un estilo propio, afirmando nuestra identidad como latinoamericanos desde una conciencia colectiva, en busca de nuevos horizontes. Quizá se trata de traer luz a las ideas, sin temor a desafiar al mundo.

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