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Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Edición Extraordinaria, 2022). Vol 38
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.38-e2
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VOCES SOBRE SU LEGADO


Mario Oliva1,
navegante americano

Diego Mellado-Gómez

Editor

Nadar Ediciones y Editorial Eleuterio

Chile

I. Navegante

Mario Oliva Medina era oriundo de Puerto Montt, ciudad austral de Chile ubicada en las puertas de la Patagonia y que, antes de la colonización, era conocida como Melipulli, es decir, “cuatro montes”. La cualidad de este poblado es que su ecosistema está estrechamente vinculado al archipiélago de Chiloé, cuya isla grande y todas las demás que la rodean –alrededor de 40– constituyen una región rica en tradiciones ancestrales. De ellas, quizás la más notable es la destreza de sus habitantes frente el azulado mar que se extiende entre canales, fiordos y estuarios, a veces traidor ante las tormentas australes, otras veces afable bajo la calma de los cielos estivales. Entre los bosques tupidos, las rocosas playas y los volcanes que se erigen en el fondo del paisaje, aparecen navegantes de todo tipo realizando tareas diversas: pescando, mariscando, transportando pasajeros, mercaderías o encomiendas, quizás solo paseando.

Quien escribe estos párrafos también tuvo la dicha de crecer en las tierras y costas de Melipulli. De ahí que, consciente de la particular belleza de sus bosques y mares, de sus lagos, ríos, vientos y singular fauna –incluso de sus imaginarios míticos que narran mundos donde lo mágico y lo real están imbricados–, tienda a pensar que, a través de su vida, persistió en Mario Oliva el espíritu navegante característico de este inhóspito rincón del Pacífico. Mario Oliva Medina, navegante americano que surcó los mares monumentales de la historia hacia regiones inhóspitas del pensamiento, navegante aventurero que llevó consigo la sabia templanza de la vida austral, “un chilote universal”, como versó con razón su amigo y colega Rogelio Cedeño Castro (2021).

II. 5.800 kilómetros

Lo propio del navegante es el periplo. A veces es impulsado por vientos adversos, logrando finalmente encontrar el rumbo pese a las complejidades del medio. Es el sol, es la historia de los astros lo que orienta la ruta de los navegantes, el diestro manejo de herramientas y coordenadas que movilizan con serenidad la embarcación.

5.800 kilómetros separan Puerto Montt de San José. Pasando por las ciudades de Temuco y Santiago, cruzando el ecuador, desde las gélidas aguas puertomontinas hasta el tibio Mar Caribe, el viaje de Mario Oliva fue sin duda una odisea climática. Su arribo fue parte de un oleaje migratorio que, como nos enseña en Exiliados, expatriados e integrados: chilenos en Costa Rica 1973-2018 (2021), habría considerado alrededor de 3.000 chilenos entre 1973 y parte de la década de 1980, de los cuales algunos siguieron su ruta hacia otras latitudes, otros instalaron, pero luego retornaron y otros se integraron a la sociedad costarricense, aportando y colaborando en el desarrollo social, cultural y científico del país.

No cabe duda que allí reside una estampa esencial dentro del pensamiento de Mario Oliva: el exilio en tanto fenómeno de movimiento sociocultural heterogéneo. Para Mario Oliva, el fenómeno exiliar está sujeto a una serie de derivas, no solo por las trayectorias de los mismos exiliados, sino también por las formas de subjetivación implicadas en el exilio. En este sentido, el exiliado se caracterizaría por fomentar una mirada extraterritorial, más global que local, abriendo y generando espacios comunitarios donde se une la solidaridad entre expulsados y quienes los acogen y dan un trato hospitalario. Es, tiendo a pensar, el optimismo que nace de la unión de los pueblos americanos pese a las tragedias autoritarias que han mermado el curso de sus sociedades en las últimas décadas. Pero también es cierto que las complejidades del exilio se hacen más claras con el transcurrir del tiempo, es decir, es en la retrospectiva sobre el impacto de las migraciones donde se descubren otros alcances del suceso. Tal es el caso, por ejemplo, de la necesidad de un desexilio, como planteó Mario en una entrevista que brindó a Ángelo Narváez y Pablo Pulgar, dos colegas chilenos que hace lo entrevistaron (2019). El desexilio es una necesidad pues de lo contrario se vive eternamente en el exilio, atrapado y definido por éste. Esta necesidad se expresa tanto el drama del retorno como en el horizonte de quien llegó exiliado, pero que al integrarse dejó tal condición en las huellas de su historia, dando paso a un presente que refunda el sentido de los días al compás de las enseñanzas del vivir extraterritorial.

Desde otro ángulo, el punto de vista del exilio es también la constatación de un fenómeno que se hace cada vez más constante, en cuanto remite a los éxodos sociales en general y a los diversos motivos que los movilizan, desde lo político a lo climático, lo económico o sencillamente la búsqueda de una vida digna. De ahí que esta clave del pensamiento de Mario Oliva nos remita no solo a su historia personal o a sus perspectivas subjetivas, sino también a un hecho que caracteriza al ser social, su historia y su presente. Se trata de una problemática y de una variable que todo investigador debe considerar. En sus palabras, citando la entrevista concedida a Narváez y Pulgar:

Somos permanentemente expulsados. Eso es muy interesante y la modernidad ha creado un sujeto histórico también muy particular que es un sujeto totalmente desvalido, fuera de la modernidad, que son los desposeídos […] Al final de cuentas miren aquí en Centroamérica, todos los días viajando la gente a la frontera, dos mil, tres mil, cuatro mil, cinco mil… ¡o más! Haciéndose una cosa cotidiana esta idea de siempre estar migrando, pero a esos nadie les hace caso. O sea, son historias sin voz (2019).

Era el año 1976 cuando Mario Oliva llegó a Costa Rica. Tenía entonces 20 años. Quién diría que este trayecto inesperado lo conduciría a descubrir los múltiples sentidos urdidos en las rutas del exilio a través de la historia, desarrollando en tal sentido lecturas transnacionales y/o transfronterizas en relación a las historiografías latinoamericanas. De hecho, otra reciente obra coordinada por Mario Oliva y Laura Moreno (2019) nos introduce a exilios anteriores, específicamente a la Costa Rica de 1948 a 1952, período que igualmente fue marcado por conflictos civiles, persecuciones políticas y exilios que marcaron el mapa regional centroamericano y, sobre todo, mexicano, aunque al mismo tiempo conllevó a procesos de insilio reflejados en “cientos de miles de perseguidos que se ocultaron o se fugaron a zonas alejadas de los centros urbanos” (p. 43).

Así, a grandes rasgos, comprendemos que en la obra de Mario Oliva hay un especial interés por las movilidades, trayectorias y circuitos sociales, por los avatares de las diásporas políticas y los innumerables rostros que ha ido adquiriendo el continente americano a través de su historia. Ahondemos en ello.

III. Juventud y política

Quisiera retroceder al momento en que Mario Oliva tenía 25 años. Por aquel entonces, colaboraba en Acracia, una revista de divulgación libertaria que se editó en San José entre 1980 y 1984. En un breve artículo titulado “Posición de clase y conocimiento histórico” planteó lo siguiente:

La misión del historiador y de todos los científicos sociales es esclarecer las relaciones sociales del presente y sobre este fundamento, indicar los caminos de desarrollo futuro de la misma. Pero esto sólo se puede lograr realizar sobre la base de un profundo estudio histórico (1981).

Sin duda, encontramos aquí uno de los gérmenes, o quizás la intencionalidad que influyó en su prolífica carrera intelectual: es el profundo estudio histórico lo que esclarecerá las relaciones del presente. La pregunta parece obvia: ¿Qué estrategias, qué decisiones, han de acompañar esta inmersión en las profundidades de la historia? La respuesta no es unívoca, pues la historia misma responde a cualidades multivocales donde los códigos, las huellas y las voces se distribuyen entre testimonios, memorias, imágenes y archivos que de algún modo el historiador debe aunar en la búsqueda del sentido y del saber verdadero. De tal forma, la preocupación de Mario Oliva excedió los aspectos netamente metodológicos, adentrándose en los albores de historias, anécdotas y personajes desconocidos u olvidados, de los sin voz, de los desplazados de los anales de la historia oficial.

Es cierto que entre sus investigaciones encontramos descripciones y estudios de renombradas figuras americanas como José Martí, Gabriela Mistral, José Carlos Mariátegui o Víctor Raúl Haya de la Torre. No obstante, es interesante señalar que ya en la misma revista citada, Acracia, publicó hacia 1983 un ensayo biográfico sobre Flora Tristán, “una mujer olvidada”, demostrando con ello su interés por rescatar y conocer la personalidad de quienes contribuyeron sustancialmente al pensamiento socialista. Escribe al comienzo de este artículo: “Entre el socialismo utópico y el científico la obra de Flora Tristán constituye un hito sorprendente en la bibliografía socialista y feminista. De ahí se desprende el que intentemos escribir algunas notas sobre su vida y pensamiento” (1983, p. 14).

Vemos cómo en aquel entonces las inquietudes intelectuales de Mario Oliva comienzan a encumbrarse hacia los campos del pensamiento y la historia social y cultural no canónica. El más claro ejemplo, sin duda, es el hito que marcó su investigación Artesanos y obreros costarricenses (1880-1914), publicada en 1985 por Editorial Costa Rica y reeditada en 2006 por EUNED. Este ensayo histórico no solo constituyó un desafío en términos historiográficos, sino también es un hito pionero en relación al estudio de las ideas socialistas y del movimiento anarquista costarricense. Este aspecto de su obra es elemental, pues justamente esta inmersión en los movimientos sociales de finales del siglo XIX y comienzos XX lo acercó al mundo de las bibliotecas y publicaciones que ocuparon un rol fundamental en la articulación de las agrupaciones de obreros y artesanos, tanto en términos ideológicos como de prácticas culturales. De hecho, Mario Oliva es enfático al señalar la influencia que ejerció este movimiento de ideas en Costa Rica, sosteniendo hacia el final de este estudio la relevancia de la educación y la prensa para el movimiento obrero-artesano, dentro del cual, entrados en la primera década del siglo XX, empiezan a emerger organizaciones autogestionadas tales como centros sociales dedicados a los estudios, bibliotecas populares, escuelas nocturnas para trabajadores, periódicos y editoriales (2006).

Se percibe, por lo tanto, que el trayecto trazado por esta investigación marcó cierto rumbo que luego será expresado a cabalidad en sus posteriores estudios, a saber, un tránsito entre lo histórico y lo literario, lo social y lo intelectual, los hechos y las ideas, una dualidad en la que no encajan ortodoxias, ni programas cerrados de investigación, sino todo lo contrario: es, como buen navegante, una exploración que procura enfocarse con ahínco en el hummus del pensamiento que da paso a la acción. De hecho, en un artículo publicado en revista Izquierdas, Mario Oliva explica cómo las ideas socialistas en Costa Rica estuvieron fuertemente influenciadas por la novela social europea del siglo XIX, hilando las sensibilidades obreras con los imaginarios estéticos y el surgimiento de ideales revolucionarios en torno a la cuestión social (2008a).

En cierto modo, en el prólogo que su amigo Rodrigo Quesada Monge redacta para la primera edición de Artesanos y obreros costarricenses (1880-1914) se vislumbra esta ruta. Entre otros aspectos, Quesada Monge señala en este prólogo que, más allá del análisis marxista que operó como base, es el rescate del testimonio histórico y la utilización de un concepto de clase social novedoso y de gran riqueza explicativa, lo que “ha puesto seriamente en entredicho hasta qué punto para un historiador serio la relación entre abstracción y experiencia sigue siendo problemática” (p. xxv).

En relación a ello, un artículo de Mario Oliva concluye con la siguiente reflexión:

El testimonio es construcción del recuerdo, la historia es construcción sobre la base del documento. Pero los límites entre estas dos representaciones del pasado no son muy estrictos. Hay recuerdos razonados y narraciones históricas muy subjetivas (2004, p. 29).

Efectivamente, a lo largo de la carrera de Mario Oliva vemos que se enfrentó al nudo que une lo literario con lo histórico, demostrando el modo en que ambos planos poseen una fundamental correspondencia entre sí. Quizás un modo de expresarlo es que algo que escuché de Marybel Soto-Ramírez en un homenaje que se realizó a Mario: el dato hay que interpretarlo, hay que saber reconstruir el pensamiento.

IV. La vocación americanista

Podemos esbozar, entonces, aquella ruta elemental que condujo a Mario Oliva al estudio de las revistas culturales, tales como Repertorio Americano, Renovación, Liberación, con especial énfasis en la primera de éstas, la revista de cultura más longeva de Latinoamérica (1919-1958) editada con gran esfuerzo por don Joaquín García Monge, una figura cuyo talante intelectual y esmero por la divulgación dieron paso a una red intelectual de colaboración e información que, de un tiempo a esta parte, es un verdadero monumento cultural. Mario Oliva, justamente, advirtió el gran patrimonio que constituía Repertorio Americano y la urgencia por rescatar, cuidar y dar a conocer el gran aporte a la cultura americana que constituyó y constituye hasta hoy esta magnífica revista.

En cierto modo, Mario navegó en el inexplorado mar conformado por las aguas de las miles y miles de páginas del sorprendente mundo de las revistas y periódicos culturales que durante los siglos XIX y XX circularon a través de los territorios americanos. En estas publicaciones, arte, sociedad y política confluían entre debates, ensayos, narrativas, poesías, piezas de teatro, grabados, notas de arte. De tantas formas de exponer ideas y de propiciar la divulgación del conocimiento, la noción de lo intelectual se propagó entre las personas lejos de los púlpitos promovidos por cierta institucionalidad del saber amparada bajo las huestes del poder.

Efectivamente, el fondo de este mar letrado es todavía un misterio para la investigación, una inquietud sobre la cual Mario Oliva entregó luces fundamentales que nos orientan en el estudio de estos acervos plurales y transfronterizos por excelencia. Desde esta perspectiva, el espacio abierto por libros y revistas corresponde a un espacio de pensamiento en el que las ideas adquieren materialidad. Esta condición material es lo que mueve al pensamiento hacia la comunidad, poliniza una forma de conciencia donde el diálogo y la capacidad de compartir análisis y proyectos éticos constituyen puentes de saberes y prácticas mutuales y colectivas. Es, en otras palabras, uno de los tantos sentidos que hace posible la comunión humana fuera de la coerción, la solidaridad del pensamiento entre personas dispuestas a entablar un vínculo de amistad y respeto, más allá de las diferencias superficiales que muchas veces atrae la tradición.

Sin duda, esta práctica del conocimiento lleva consigo la idea de hablar lenguajes comunes, no en el sentido de encuadrarse en marcos ideológicos o en doctrinas rígidas, sino de convocar aquellas preocupaciones que aunaron las fuerzas colectivas, independientemente de las nacionalidades o de las contingencias locales. La Guerra Civil Española (2008b), el caso Sacco y Vanzetti o las guerras mundiales (2018), fueron algunos de los momentos comunes a la solidaridad internacionalista que Mario Oliva recalcó a través de sus lecturas de la historia social e intelectual, donde los símbolos culturales de la ensayística centroamericana se fundaron “a partir del otro y con el otro”, expresando con ello una comunidad lingüística en la que el yo del ensayista no es pura subjetividad, sino también es colectividad.

Así, de este lenguaje común surge el interés por el ensayo y su rol en América Latina, específicamente en tanto código que permitió fundar una intelectualidad transfronteriza, siendo este rasgo una de las singularidades del pensamiento americanista. En este sentido, bien reflexionó Ricardo Melgar Bao en relación al tránsito de la historia social a la historia intelectual en Mario Oliva:

Mario Oliva ha transitado de la historia social a la historia intelectual como parte de su propio itinerario de maceración académica. Supo encontrar con facilidad los vasos comunicantes entre una y otra especialidad, así como reconocer sus límites y bondades. La historia intelectual le ha brindado una coordenada sustantiva para lograr la convergencia entre sus particulares ensayos historiográficos. Merece destacarse el modo en que lo particular se enlaza dialécticamente con lo universal (2018, p. 13).

En este navegar, la vocación americanista de Mario Oliva se nutrió de insignes protagonistas del saber y el hacer americano. En compañía de labradores y labradoras del pensamiento como Vicente Saénz, Joaquín García Monge, Roberto Brenes Mesén, Omar Dengo, Gabriela Mistral, Flora Tristán, Carmen Lira, Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, José Fabio Garnier, Octavio Jiménez, Leopoldo Zea, José Martí, Julio Escámez, entre tantos otros, fue que Mario surcó los mares del pensamiento americano.

V. Rutas que no acaban

Fue Mario Oliva un navegante, extendió los horizontes de los océanos de la cultura y el conocimiento. Es para nosotros un orientador en términos intelectuales y morales, una coordenada en la titánica tarea de labrar el pensamiento americano en tanto sustancia o ethos de los pueblos que habitamos. De Mario no solo quedan notables recuerdos, sino también una serie de proyecciones que seguirán su rumbo en la continuidad que él mismo labró. Encuentros, exposiciones, congresos, libros y revistas donde seguirá viva su obra y su aporte al cultivo del conocimiento.

Como un buen sendero que nos lleva a cumbres o a manantiales, las rutas que transitó seguirán siendo transitadas por otros exploradores y navegantes, recogiendo el legado de sus enseñanzas y sensibilidades comprendidas en aquella inquietud simultánea por conocer, comprender y solidarizar más allá del propio tiempo vivido. Este saber y sentir más allá de uno mismo, que es a su vez constante apertura en gesto fraterno y hospitalario, instaura el ritmo de esta búsqueda común a través del pensamiento y el arte americano. Tiempos de solidaridad que son llamados desde la escritura histórica.

El buen navegante deja mapas, cartografías y señales que permiten a sus contemporáneos y sucesores ubicarse en el espacio y en el tiempo, seguir sus rutas hacia otros puertos, otras islas, otras costas. Es este uno de nuestros agradecimientos, aunque, al mismo tiempo, es nuestro principal compromiso. Pensar, crear, dialogar junto a los materiales que legó, seguir extendiendo la reflexión siempre inacabada sobre la condición humana. Investigar, seguir los vestigios, las huellas de la memoria desplazada.

Referencias bibliográficas

Cedeño Castro, Rogelio. (2 de mayo de 2021). «Crónicas del exilio: Mario Oliva Medina in memoriam.» El País. https://www.elpais.cr/2021/05/02/cronicas-del-exilio-mario-oliva-media-in-memoriam/

Melgar Bao, Ricardo. (2018). Umbrales de la intelectualidad transfronteriza: a manera de prólogo. En Ensayos de historia intelectual, de Mario Oliva, 13-18. CIALC-UNAM.

Narváez, Ángelo, y Pablo Pulgar. (2019). Arte y exilio chileno en Costa Rica. Una entrevista a Mario Oliva Medina. La Raza Cómica. 29 de julio. https://razacomica.cl/sitio/2019/07/29/arte-y-exilio-chileno-en-costa-rica-una-entrevista-a-mario-oliva-medina/

Oliva, Mario. (1981). Posición de clase y conocimiento histórico. Acracia (2), 15.

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____________. (2004). El testimonio: ¿Una nueva literatura centroamericana? Temas De Nuestra América. Revista De Estudios Latinoamericanos 20 (41), 13-29.

____________. (2006). Artesanos y obreros costarricenses (1880-1914). EUNED.

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____________. ed. (2021). Exiliados, expatriados e integrados: chilenos en Costa Rica 1973-2018. EUNA.

Oliva, Mario, y Laura Moreno,, eds. (2019). Exilio y presencia: Costa Rica y México en el siglo XX. Ciudad de México; Heredia: Universidad Nacional Autónoma de México; Universidad Nacional de Costa Rica.


1 Presentado en el encuentro “In memoriam. Mario Oliva Medina: claves de su pensamiento”, organizado por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Costa Rica, lunes 31 de mayo de 2021.

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