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Temas de nuestra américa

e-ISSN: 2215-3896.
(Enero-Junio, 2023). Vol 39(73)
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.39-73.6
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e-Mail: temas@una.ac.cr
Licencia: CC BY NC SA 4.0

Reflexión política


La guerra de las Malvinas: cuarenta años de una guerra imperialista que dejó grandes lecciones para América Latina

The Falklands War: Forty Years of an Imperialist War that Left Great Lessons for Latin America

A Guerra das Malvinas: Quarenta anos de uma guerra imperialista que ensinou à América Latina algumas grandes lições

Carlos Oliva-Campos

Departamento de Historia

Facultad de Filosofía, Historia y Sociología

Universidad de la Habana

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2493-1734

Recibido: 5/5/2022 / Aceptado:15/6/2022


Resumen

A cuarenta años del conflicto militar entre Argentina y el Reino Unido por las Islas Malvinas, se propone un acercamiento a tres temas que ayudan a comprender mejor la connotación colonialista e imperialista del conflicto y la posición en que quedaron los países latinoamericanos. Ellos son los antecedentes inmediatos; la decisiva cooperación logística y militar de Estados Unidos a su principal aliado de la OTAN, y las consecuencias del conflicto para América Latina.

Palabras claves: conflicto, soberanía nacional, colonialismo, solidaridad, diplomacia.

Abstract

Forty years after the military conflict between Argentina and the United Kingdom over the Falkland Islands, we propose an approach to three topics that help to better understand the colonialist and imperialist connotation of the conflict and the position in which Latin American countries were left. These are the immediate antecedents; the decisive logistical and military cooperation of the United States with its main NATO ally, and the consequences of the conflict for Latin America.

Keywords: Conflict, national sovereignty, colonialism, solidarity, diplomacy, Falklands War

Resumo

Quarenta anos depois do conflito militar entre a Argentina e o Reino Unido sobre as Ilhas Malvinas, este documento analisa três questões que ajudam a compreender melhor a conotação colonialista e imperialista do conflito e a posição em que os países latino-americanos foram deixados. Estes são os antecedentes imediatos; a decisiva cooperação logística e militar dos Estados Unidos com o seu principal aliado da OTAN; e as consequências do conflito para a América Latina.

Palavras chave: conflito, soberania nacional, colonialismo, solidariedade, diplomacia, Guerra das Malvinas

Se están cumpliendo cuarenta años de la guerra entre Argentina y el Reino Unido de la Gran Bretaña (2 de abril - 14 de junio de 1982), trágico suceso que solo agregó más muertes y frustraciones al pueblo argentino, en épocas de masivas desapariciones y torturas. Ha transcurrido suficiente tiempo para alcanzar una claridad meridiana sobre los porqué de esa guerra, la connotación colonialista pero también imperialista que evidenció el conflicto, a la luz de la historia de las relaciones de ambas potencias con los países latinoamericanos y las enormes experiencias que debieron extraer tanto los gobiernos como los pueblos de la región. No obstante, resulta pertinente, a cuarenta años de distancia, reflexionar sobre todo lo acontecido, para no olvidar, porque hablamos de un tema de reclamación de soberanía nacional argentina aún no resuelto, que no vislumbra cambios en el futuro inmediato.

Existe una amplia y bien documentada bibliografía sobre la guerra de las Malvinas, de la cual se puede extraer toda la historia del conflicto armado1. Así, acotamos que los propósitos del presente artículo van encaminados hacia la reflexión sobre tres aspectos que ayudan a arrojar luz sobre esa dimensión colonialista-imperialista de esta disputa en el Atlántico Sur.

El primero, repasar acontecimientos previos al estallido de la guerra. El segundo, reiterar el decisivo apoyo brindado por el gobierno de Estados Unidos a la Armada británica, para que pudiera realizar todas las operaciones militares necesarias y recuperar su enclave colonial de las Malvinas2 (aspecto que desnuda el posicionamiento imperialista de estas potencias sobre nuestra región).

El tercer aspecto, muy importante también, será dedicado a reflexionar sobre las lecciones que debieron extraer los gobiernos latinoamericanos.

Algunos antecedentes del conflicto

Comencemos por recordar que la Argentina estaba, al momento de la guerra, bajo el férreo control de la dictadura militar impuesta en 1976, responsable de al menos 30 000 muertos y desaparecidos. Este régimen había sido apoyado por Estados Unidos, primero, como parte del ya mencionado proyecto o Plan Cóndor3 y, en segundo lugar, demos crédito al siguiente razonamiento que aporta Wolf Grabendorff:

(…) la integración al sistema internacional no solo de América Latina como región, sino sobre todo de los estados particulares más importantes, puso a EE.UU. en la necesidad de reevaluar, y respectivamente, asegurar su influencia en ciertos países y regiones. Después del golpe de 1976 sin duda hubo oportunidad de una orientación manifiestamente pro EE.UU. en las relaciones exteriores argentinas. Durante este periodo también el interés de EE.UU. en Argentina aumentó considerablemente debido a la creciente independencia de la política brasileña en América Latina. La política de (José Alfredo) Martínez de Hoz —Ministro de economía del régimen, N. del A.— se percibió como garante de los intereses económicos de EE.UU. y el Gobierno militar como factor estabilizador después del desorden interno y los conflictos internos rayando en guerra civil de los años precedentes (1982, p. 233).

El mismo sistema había sido sancionado por la administración Carter (1977-1980), ante las masivas violaciones de los derechos humanos, lo que trajo, entre sus consecuencias, un acercamiento de Argentina a la URSS, por asuntos puramente económicos —el boicot a las exportaciones de trigo argentino a Estados Unidos—, pero que no encajaba en lo absoluto en la lógica geopolítica que conllevó la administración Reagan (1981-1988).

En marzo de 1981, el presidente electo por la dictadura argentina, General Roberto Viola, visitó Washington, lo cual despejó la agenda bilateral hacia rumbos de mayor entendimiento. Grabendorff (1982) insiste en que la fijación de los intereses militares, en el nivel global, de la administración Reagan llevó a conversar con los militares argentinos el tema de la dimensión estratégica del Atlántico Sur y la idea de crear una OTAS (Organización del Tratado del Atlántico Sur), como complemento de la OTAN, para la protección general de Occidente. Seguidamente, apunta el estudioso:

(…) Como EE.UU, opinan que el hemisferio occidental a mediano plazo tendrá que llegar a la autarquía, sobre todo en cuanto a energía y materias primas, las reservas de petróleo argentinas tanto en la base continental como en Patagonia han ganado en importancia. Se ve claramente que Argentina, potencial país exportador de petróleo, está sujeto al mismo mecanismo que hizo ganar a México y Venezuela, países exportadores de petróleo, en influencia a costa del Brasil, país importador de petróleo. El poder mercantil en alimentos que Argentina podría ejercer en el futuro junto al Canadá y EE.UU. constituye un factor adicional en las deliberaciones de EE.UU., que ve en Argentina un pilar esencial de una estrategia global a largo plazo (Grabendorff, 1982, pp. 236-237).

En la inmediatez, la administración Reagan aterrizó la cooperación argentina con la solicitud de apoyo en asesores militares, con el fin de enfrentar la guerra civil en El Salvador. Pero, al calor de los impactos de la guerra en el Atlántico Sur, en la prensa regional se hizo público un denominado “pacto secreto” entre Estados Unidos y Argentina, que brindaba soportes a los sudamericanos, en una eventual operación militar sobre las Malvinas. Según la fuente periodística, entre los puntos de ese “pacto secreto” aparecían los siguientes:

(…) 2-. Como compensación por el desgaste político-social que las medidas económicas y políticas producirían al gobierno de (General Leopoldo Fortunato) Galtieri, dentro del marco de los tratados de defensa hemisférica, los EE.UU. respaldarían a la Argentina en la recuperación de las Malvinas.

3-. La recuperación de las Malvinas se realizaría planteando el conflicto político en los organismos internacionales y culminando con la ocupación militar argentina de las mismas.

4-. La ocupación de las Islas Malvinas debía realizarse antes que finalizara el invierno europeo y en ocasión de que parte de la flota norteamericana estuviese frente a las costas de Brasil. Se partía del supuesto (tanto de la parte estadounidense como de la argentina) que Inglaterra no estaba en condiciones de desplazar unidades navales a la zona del conflicto, en un plazo menor de 8 a 10 días.

5-. El gobierno norteamericano y el Pentágono se encargarían de disuadir, con medidas drásticas, cualquier intento de Gran Bretaña para recuperar las Malvinas. (Por Esto, jueves 8 de julio de 1982)4.

Si bien la veracidad de este documento queda en duda, se supone que el clima de entendimientos entre los militares argentinos y la administración Reagan era elevado en aquellos momentos, hecho que hace improbable que el tema Malvinas no apareciera en los contactos entre ambas partes.

Ya asentado, como fracción de los antecedentes, el cambio en las relaciones argentino-estadounidenses de Carter a Reagan, comentemos sobre dos aspectos que pueden apoyar la hipótesis del “pacto secreto”. El primero, alude a que ya existía una actividad de la diplomacia argentina por hacer notar su decisión de recuperar a las Islas Malvinas. En marzo de 1982, un mes antes del estallido del conflicto, fracasó en la sede de la ONU, en Nueva York, una nueva ronda de conversaciones entre argentinos y británicos, que cerró con airadas reacciones de los primeros ante la inmovilidad del tema. Apunta Mario Germán Acosta que: “(…) la designación de (Nicanor) Costa Méndez como canciller, que había tenido actuación anterior en el tema Malvinas durante el gobierno de facto de (Juan Carlos) Onganía, es uno de los elementos a tener en cuenta. Formado en la tradición nacionalista del Ateneo de la República mostró en el conflicto una marcada posición territorialista (…)” (Acosta, 2011, p. 14).

El segundo punto (nos dice, también, Acosta, declarándolo resultado de una entrevista) remite a que el jefe de la Armada, el almirante Jorge Anaya, había ordenado la actualización del Plan de Recuperación de las Malvinas, el 22 de diciembre de 1981. Tal orden incluyó un plan de ocupación (el plan de defensa de Port Stanley) y una organización del armamento por utilizar (Acosta, 2011).

Si se adiciona la ocurrencia de un incidente en marzo de 1982 en las colindantes islas Georgias, se apreciará “el calentamiento” de la zona. Un empresario, Constantino Davidoff, quien mantenía negocios de “chatarra” en esas áreas del Atlántico Sur, decide desmantelar una factoría ballenera y los trabajadores argentinos determinaron izar una bandera nacional. Se desata una confrontación con empleados británicos que mandan avisos a Port Stanley (Malvinas); esto se dirige a Londres, tiene repercusiones diplomáticas y la respuesta pública británica es amenazar con el envío de un navío de guerra. La reacción argentina fue mandar un buque para evitar el desalojo de sus ciudadanos. Estos acontecimientos fueron apenas dos semanas antes de la ocupación militar argentina de las Malvinas (Acosta, 2011).

Resta mencionar un tópico central, la situación socioeconómica interna de Argentina en vísperas del conflicto. Así, Alberto Muller nos la describe:

“(…) a) Luego de 12 años (1963-1974) de crecimiento a una tasa media de 5% anual —algo que como vimos el propio discurso ministerial admite— la economía se expande a menos del 1% anual, entre 1975 y 1981.

b) El PIB del sector industrial cae un 10.5% entre 1976 y 1981; su participación se reduce de 27,8% a 22,2% del PIB, comparando promedios de los períodos indicados (datos a precios constantes de 1980).

c) El salario real cae, también entre los períodos mencionados, un 40%.

d) La tasa anual de inflación media entre 1976 y 1981 es de 193% cuando entre 1963 y 1974 en promedio había sido del 30%.

e) El déficit fiscal entre 1976 y 1981 es en promedio del 6.4% del PIB, mientras que en los 12 años anteriores había sido de 3,7% del PIB (Muller, 2011, pp. 15-16).

Por otra, parte, la disputa estalla y gravita las contradicciones que habían acompañado a los mandos militares desde años antes. Ante la designación del general Roberto Viola como jefe de la junta, en noviembre de 1980, se planteó de inmediato la oposición de los mandos de la Armada. Se abrió un enfrentamiento irreconciliable entre Viola y el almirante Jorge Anaya, que solo se resolvió con la renuncia de Viola y el ascenso de Leopoldo Fortunato Galtieri, en diciembre de 1981.

Mención aparte a un factor crucial: la reacción inmediata del pueblo argentino, históricamente convencido de la justeza del reclamo nacional por la soberanía de las Islas Malvinas, sin la real comprensión de las manipulaciones de las que estaba siendo objeto, ejercidas por los dictadores militares. El masivo respaldo popular al oportunista reclamo de los golpistas a ocupar y defender las Malvinas es bien conocido, sobre todo por los costos humanos que provocó.

La administración Reagan buscó ipso facto evitar el conflicto armado y generó la mediación del entonces secretario de Estado, Alexander Haig, que comenzó el 6 de abril —a cuatro días de ocupadas las Malvinas por los argentinos— y duró hasta el 29 de ese mes, cuando el bloqueo naval británico sobre todo el teatro de guerra ya era un hecho. La siguiente reacción estadounidense la reflejó la prensa de la época; comentó la adopción de sanciones económicas por parte de la administración Reagan a Argentina.

Según El Día, de México D. F., dichas penalidades incluían suspender toda exportación de medios militares a Argentina; la supresión de todo crédito al país sudamericano; y la denegación de garantías del EXIMBANK a mantener la compra-venta de granos argentinos (El Día, 3 de mayo de 1982).

Hemos comentado sobre Argentina; dediquemos algunas líneas a su antagonista. Si los líderes de la Junta Militar Argentina fueron protagonistas en el tema Malvinas —sin exponerse como sus soldados y voluntarios—, del lado británico se afirma que la primera ministra, Margaret Thatcher, fue una gran actora, con vibrantes discursos ante la Cámara de los Comunes, procurando y logrando un consenso mayoritario para la respuesta militar. Los argumentos nos recuerdan otras acciones en la historia. Han invadido una posesión británica, han puesto en peligro a ciudadanos del Reino Unido y debemos reaccionar para defender nuestra soberanía y mantener nuestra credibilidad ante los aliados; cualquier similitud con los argumentos esgrimidos por Estados Unidos, en tantas ocasiones, no es pura coincidencia.

Pero, la coyuntura histórica de inicios de los años 80 señaló muchas más similitudes y convergencias entre Estados Unidos y el Reino Unido, considerando que los gobernantes de entonces, Reagan y Thatcher, eran ideológicamente muy cercanos. No obstante, repasando el momento inicial de ambos gobiernos, este debe catalogarse adverso. Más conocida era la situación de Estados Unidos y del proyecto de recomposición hegemónica desarrollado durante la Era Reagan5. Thatcher, por su parte, recibió una economía británica con indicadores negativos, más resistencias a sus ideas neoliberales de contracción del Estado y libre mercado. Desempleo, protestas sociales, las secuelas de los problemas históricos en Irlanda del Norte, entre otros, colmaban su agenda doméstica6. Y llegó la crisis de las Malvinas. Recordando el conflicto en el Atlántico Sur veinte años atrás, Pierre Razoux escribió:

El 24 de marzo el coronel Stephen Love, de la embajada británica en Buenos Aires, informaba secretamente a Londres que estimaba probable una acción militar argentina. El día 27 fuentes americanas e inglesas confirmaron la actividad extraordinaria de la marina argentina; el 29, Londres decidió mandar con urgencia a tres submarinos nucleares; el 31 la CIA ratificó el plan de invasión y William Casey, el anglófilo director de la Central, tomó la responsabilidad de informar a Londres. Muy posiblemente ese mensaje de alerta fue corroborado por fuentes chilenas. Ese 31 de marzo, a principios de la tarde, el gobierno británico estaba convencido de que los argentinos iban a atacar (Razoux, 2002, pp. 12-13).

Ni siquiera los planes de Thatcher y sus asesores más allegados fueron acelerados por el hecho de que su esposo era uno de los principales accionistas de la Falkland Islands Company y, obviamente, sus intereses serían afectados. La estrategia fue esperar y reaccionar con una fuerza militar contundente, apelando al consenso político nacional, el cual logró los resultados que se esperaban (Grandpierron, 2017).

Estados Unidos y la OTAN en la guerra del Atlántico Sur

En el mapa geopolítico global de la administración Reagan, el mundo en su conjunto estaba en guerra. Era el despliegue de una batalla total contra la URSS y sus aliados. Por la tanto, el Atlántico Sur no escapó a esas lógicas y quedó definitivamente incluido como un posible escenario para confrontaciones “este-oeste”. La presencia soviética en el África Austral fue sobredimensionada por algunos analistas, quienes argumentaron la movilidad naval de ese país y el desarrollo de ejercicios militares realizados en áreas colindantes con el Atlántico Sur, aprovechando lo que Mariano C. Bartolomé describe como un “vacío estratégico”. Según este autor:

Ese “vacío estratégico” producido por la ausencia militar de Occidente en el espacio sudatlántico favoreció en forma inversamente proporcional a la URSS, revalorando esa área de interdicción en detrimento de otras dos: la porción septentrional del Atlántico Sur a lo largo de la costa africana bañada por el océano Índico, por donde discurre la ruta en su primera fase. La primera se halla en proximidad de la zona de la OTAN, quedando situada dentro del alcance de los medios aeronavales basados al norte del trópico de Cáncer, no obstante lo cual, Cabo Verde brindaba a Moscú facilidades navales en la Isla San Vicente y para aviones en la Isla de Sal (Bartolomé, 2012, p. 314).

Sin embargo, sin desestimar las valoraciones de Bartolomé sobre el teatro de operaciones del Atlántico Sur y la importancia estratégica particular de las Malvinas, como parte de un conglomerado de pequeñas islas en su entorno (Bartolomé, 2012), las miradas deben ir sobre otras dimensiones decisivas del pequeño enclave colonial.

En este sentido, hay que considerar los impactos de la crisis del petróleo de los 70 y las readecuaciones que comenzaron a asumir las potencias. El propio Reino Unido se volcó más hacia los hidrocarburos del mar del Norte y dedicó una mayor atención a sus enclaves del Atlántico Sur, donde los recursos pesqueros, minerales y en hidrocarburos eran una realidad.

Las Islas Malvinas se encuentran situadas a 650 kilómetros de la costa argentina y a 8.000 del Reino Unido. El archipiélago se encuentra rodeado por cuatro cuencas: Al este la Cuenca Plateau, al oeste la Cuenca Malvinas y al sur la Cuenca Sur y al norte la Cuenca Norte. Todas representan aproximadamente una superficie de 400.000 kilómetros cuadrados, un 50 % más grande que los campos petroleros del Mar del Norte y superando en diez veces las reservas allí existentes. Según ensayos sísmicos podría haber en el fondo oceánico malvinense alrededor de 60 billones de barriles de petróleo (García, 2012, p. 7).

En definitiva, la propia guerra de las Malvinas dejó expuestos algunos pormenores que contribuyeron a importantes señalamientos posteriores. Sobre todo, con el papel desempeñado por Estados Unidos y la OTAN.

Al cerrarse la mediación desarrollada por el secretario de Estado Alexander Haig, el 28 de abril los británicos establecieron un bloqueo naval a la zona y la administración Reagan devino en un factor de apoyo vital para esas fuerzas navales. Sin el respaldo logístico y militar de Estados Unidos y, en consecuencia, sus manejos sobre los recursos de la OTAN, la operación militar británica habría implicado costos materiales y humanos muchísimo mayores para el Reino Unido, aunque no se descarta, en absoluto, que la lucha hubiera tenido igual vencedor, considerando el desequilibrio militar entre ambos contendientes. Pero, acompañamos esta hipótesis con algunas interrogantes: ¿habría aprovechado el mando militar argentino esa coyuntura? ¿Habrían sido más consecuentes con su decisión de ocupar y defender las Malvinas?

El primer punto, medular: esconder la Doctrina Monroe desentendiéndose de postulados geopolíticos que habían perdurado por más de 150 años de historia. El segundo, derivado de lo anterior: hacer inoperantes el TIAR y la OEA, que habían sido diseñados para reaccionar contra amenazas extracontinentales, pese a que realmente habían actuado con los habitantes de nuestra región.

Pasando a los apoyos prácticos, mucho se escribió sobre el papel de la isla de Ascensión, una pequeña posesión inglesa que mantiene, dentro de su espacio ocupado, una base aérea estadounidense (Cat Hill). “La Fuerza Aérea de los Estados Unidos opera el Aeropuerto Auxiliar de Ascensión (el Wideawake), arrendado al gobierno británico en 1956. Es la estación de seguimiento más meridional del Campo de Pruebas Oriental del Gobierno de los Estados Unidos” (Hermelo, 2007, p. 254). Por lo tanto, en términos militares operacionales, funciona como un enclave binacional.

Más adelante, en su detallado texto, el mismo Hermelo ofrece una extensa descripción, de inevitable exposición al lector:

Los EE.UU. extraoficialmente habrían provisto y apoyado a Gran Bretaña con:

4.700 t de pistas desplegables metálicas para aeronaves.

75 misiles “Sidewinder” AIM-9L, sus elementos de montaje e instalación.

- 50 millones de litros de combustible de aviación.

8 sistemas de misiles “Stirling” superficie-aire.

Radares para misiles “Sea Word”.

Indicadores de objetivos “laser”.

Sistema de misiles “Vulcan – Falanx”.

Misiles antisuperficie “Arpoon”.

Misiles antirradar “Strike”.

Equipos de detección antisubmarinos.

18 contenedores CTU-2 A para lanzamiento en paracaídas.

Munición de diversos tipos y cantidades.

Facilidades de comunicaciones, criptográficos y de guerra electrónica.

Repuestos para diversos sistemas de armas.

Equipos de visión nocturna.

Implementos diversos de campaña (carpas, calefactores, raciones, agua, etc.) (Hermelo, 2007, p.).

“Los EE.UU. permitieron el uso irrestricto de la base Wideawake en Ascensión desde los primeros momentos. Sin esta ayuda la Fuerza de Tareas no hubiese podido operar. Los materiales eran entregados en Ascensión vía aérea” (Hermelo, 2007, p. 258).

Huelga decir que todo este armamento aparece en los arsenales de la OTAN. En definitiva, la derrota argentina en la guerra de las Malvinas colocó a la dictadura militar en una posición interna insostenible y el escenario para una transición a la democracia fue haciéndose real; no obstante, bajo condicionamientos que fueron quedando bien determinados por los militares7.

Las grandes lecciones que aprendió o debió aprender América Latina

A pesar de la oposición de los países considerados democráticos al régimen militar argentino, fueron numerosas las voces en el seno de la ONU que se pronunciaron a favor de una solución negociada al conflicto en el Atlántico Sur y apoyando la devolución de las islas Malvinas a Argentina. Vale hacer notar que la América Latina de entonces mostraba una evidente fragmentación. La Cuenca del Caribe se encontraba inmersa en la confrontación Este-Oeste, con la efervescencia de los movimientos guerrilleros en El Salvador y Guatemala; la Nicaragua sandinista triunfante; la pequeña isla de Granada en el Caribe anglófono, con un gobierno revolucionario aliado de Cuba; y una exacerbación, en niveles muy agobiantes, del histórico conflicto cubano-estadounidense.

Por tanto, Estados Unidos mantenía un férreo apoyo a los gobiernos centroamericanos inmersos en los conflictos armados y un tratamiento político-diplomático particular sobre muchos de los mandatos del Caribe, como quedó expresado al año venidero, durante la intervención militar estadounidense en Granada8.

Por otra parte, estaban las dictaduras militares de América del Sur, cada una envuelta en sus propios problemas internos; se agrega la Bolivia de aquel momento, también bajo gobiernos militares. De ese grupo de dictaduras, resaltó Chile, ya que el régimen de Pinochet dio un inmediato apoyo tanto a Estados Unidos como a Gran Bretaña, en el tema Malvinas.

Por tanto, con libertad de acción política solo quedaban pocos países, dentro de los cuales sobresalieron Perú y Venezuela. Préstese atención a las declaraciones del entonces presidente peruano, Fernando Belaúnde Terry:

Creo que si hay un conflicto armado en el Atlántico Sur, Iberoamérica estará unida, compacta y decidida en la tarea de condenar una agresión extra-continental. Y, desde luego, se afianzarían los lazos de la gran familia iberoamericana. Cualquier cuestión anterior sería postergada. Pero no nos pongamos en este caso, esperemos que la cordura impere (Clarín, Buenos Aires, 23 de abril de 1982).

No puede pasar inadvertido el hecho de la mención a Iberoamérica, con la explícita exclusión de Estados Unidos. Y las evidencias lo justificaban, la Doctrina Monroe había sido completamente omitida por la administración Reagan. Ese histórico argumento esgrimido por Estados Unidos para posesionarse del control absoluto de los destinos del hemisferio, excluyendo a las potencias europeas —Reino Unido la primera—, fue escamoteado ante la ecuación de a quién favorecer, a su principal aliado global o a un socio menor que estaban empleando para trabajos sucios de contrainsurgencia en el hemisferio. Porque lo de “venderle” a los militares argentinos su predominante papel en el Atlántico Sur, sin mencionar a Chile y Brasil, era evidente discurso político. Habían ignorado que reprimiera a su pueblo, pero no podía aceptarle que se interpusiera en sus planes estratégicos globales.

La gravedad del asunto fue mucho más allá de no tomar en cuenta un postulado histórico que habían logrado imponer desde inicios del siglo XX. Hizo inoperante el propio sistema de dominación establecido por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) quedó marginado del conflicto, cuando la amenaza extracontinental era un hecho. Y los debates en la propia OEA quedaron descolocados, porque los cuestionamientos a Estados Unidos eran inevitables. Preguntémonos si la administración Reagan no tenía la capacidad naval para bloquear a la Armada británica, al llegar a las aguas del hemisferio, y generar un real operativo político-diplomático que evitara la guerra en el Atlántico Sur.

Plantear el asunto en estos términos nos daba un sólido discurso antiestadounidense y antiimperialista también. Pero, hay que profundizar en el contexto geopolítico global e incluso en la correlación de fuerzas en la región de América Latina y el Caribe, así como en los principales postulados que estructuraron las relaciones de la administración Reagan con la región.

El gobierno de Estados Unidos sabía que enfrentar su proyecto de recomposición hegemónica y de confrontación global contra la URSS y sus aliados no podía hacerlo si no contaba con una OTAN sólida y alineada a sus intereses. El Reino Unido se desempeñaba, como había funcionado sobre todo durante la Guerra Fría, como el principal aliado estratégico global.

Salvando las distancias y reconociendo las diferencias, ubiquémonos en una disyuntiva reciente que, de igual modo, tuvo que enfrentar un gobierno estadounidense, el de Joseph Biden, cuando forzó la ruptura de un acuerdo entre Australia y Francia, en la cual esta última iba a construir y vender una serie de submarinos nucleares al siempre aliado país del Pacífico.

Ese golpe a un importante aliado europeo como Francia generó una nueva fisura en las relaciones norteamericano-europeas, pero el carácter estratégico de la AUKUS —por las iniciales en inglés de Australia, Reino Unido y Estados Unidos— para enfrentar a China se entendió prioritario. Se trata de una alianza que busca reforzar los niveles de comprometimiento mayor con la OTAN, de una Australia que mantiene sólidos vínculos con China; aunque, sus propios intereses geopolíticos han sonado las alarmas con las acciones emprendidas por el gigante asiático. Muy interesante es la presencia del Reino Unido, el gran desertor de la Unión Europea y aliado incondicional de Estados Unidos en todos sus proyectos bélicos. No se olvide la ascendencia política, por las razones históricas bien conocidas, de los británicos sobre los australianos.

Tal situación ha permitido al Reino Unido recuperar su estatus de “global player”, con su doble lastre de gran desertor de la UE y el siempre “Caballo de Troya” de Washington, en esa formación multinacional. Si no se puede arrastrar a la OTAN en pleno para los conflictos que gravitan en el mar del Sur de China, el Reino Unido sí tenía todas las condiciones para hacerlo.

Otra traición histórica, a un aliado de mayor envergadura que Argentina y con el mismo fundamento, es que la hegemonía estadounidense está en disputa y hay tanto que articular alianzas como salvar cualquier obstáculo para defenderla9.

No obstante, vale recordar que Argentina desplegó una activa diplomacia internacional en la ONU y en el Movimiento de Países No Alineados (NOAL). El 22 de abril se reunió el Buró de Coordinación del NOAL, a pedido de Argentina, en su condición de integrante pleno. La nación sudamericana recibió un total apoyo y se ratificó lo expresado en el párrafo 87 de la Declaración de la Conferencia de Lima, Perú, en 1975:

Los países No Alineados, sin perjuicio de ratificar la validez del principio de autodeterminación, como principio general para otros territorios, en el caso particular y especial de las Islas Malvinas apoyan firmemente el justo reclamo de la República Argentina y urge al Reino Unido de que continúe activamente las negociaciones recomendadas por las Naciones Unidas para restaurar la soberanía argentina sobre los mencionados territorios, poniendo fin así a una situación ilegal (Clarín, Buenos Aires, 23 de abril de 1982).

Como parte de las presiones sobre Argentina, la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) decretó un conjunto de sanciones económicas contra la Junta Militar Argentina —otro terreno donde se apreció solidaridad con Argentina, de parte de algunas organizaciones económico-comerciales latinoamericanas—. En ese grupo de organizaciones destacaron el Pacto Andino, la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), las cuales agruparon a la gran mayoría de los países de la región. Fue precisamente Carlos Alzamora, entonces secretario permanente del SELA, quien mostró una posición más radical. En declaraciones formuladas al diario caraqueño El Nacional, Alzamora externó que “a la hora de la verdad, los latinoamericanos hemos descubierto, de la noche a la mañana, que nuestro esquema de seguridad no funciona, o lo que es peor, que funciona en contra nuestra” (citado por Granma, 17 de mayo de 1982).

No cerremos este epígrafe sin mencionar el decidido respaldo que recibió Argentina de parte del NOAL. En un fragmento de una carta enviada por el mandatario cubano Fidel Castro, entonces presidiendo el NOAL, se lee lo siguiente: “Una guerra colonial, que por su carácter y evolución las potencias imperialistas tratan de convertirla en una lección para todos los países del Tercer Mundo, que, no importa cuál sea su régimen político social, defienden su soberanía a integridad territorial…” (Granma, 10 de mayo de 1982).

Un breve comentario final

Acaban de celebrarse sentidos homenajes, en Argentina, a los caídos y sobrevivientes de la guerra de las Malvinas. Las acusaciones e intentos por enjuiciar a los culpables no cesan, pero la devolución de las islas al país austral se ve cada vez más lejana10. Para este autor, una solución efectiva y duradera solo puede ocurrir a partir de una voluntad política de Estados Unidos para lograrla.

Un tema muy preocupante es la continua visita de submarinos británicos a las islas, con armamento nuclear, que viene de los días de la propia guerra en el Atlántico Sur11. Esta es otra alarmante violación a la seguridad colectiva latinoamericana y un ejemplo más de cómo desconocen las grandes potencias el compromiso suscrito por todos los gobiernos latinoamericanos y caribeños de mantener a la región como una zona de paz, libre de armas nucleares12.

REFERENCIAS

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Reino Unido desplegó armas nucleares durante Guerra de Las Malvinas, Prensa Latina, martes 5 de abril de 2022. Recuperado de https://www.prensa-latina.cu/2022/01/04/reino-unido-desplego-armas-nucleares-durante-guerra-de-las-malvinas

UK sent nuclear sub near Falklands, says Argentina, BBC, 11 de febrero de 2012. Recuperado de https://www.bbc.com/news/world-latin-america-16993391


1 Se sugiere la consulta de los siguientes textos: -Placer Cervera, G. (2018). Conflicto Malvinas. Una visión desde Cuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

- Filmus, D. (comp.). (2020). Malvinas. Una causa regional justa. Primera edición. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO. Libro digital, PDF - (Foros / Batthyany, K.; Arata, N.).

- Moneta, C. (1983). Las fuerzas armadas y el conflicto de las islas Malvinas: su importancia en la política argentina y en el marco regional. Foro Internacional, XXIII (3), 266-286.

2 Al abordar este aspecto, se defiende el criterio de evaluar la acción de ambos actores, no solo respondiendo a dinámicas geopolíticas del momento histórico en que enfrentaban a la URSS y sus aliados, sino de proyectarlo sobre la historia de las relaciones tanto de Estados Unidos como del Reino Unido con los países de América Latina y el Caribe, defendiendo la tesis sobre el carácter imperialista que tuvo esta guerra. Se trata de una batalla por recuperar un enclave colonial usurpado ilegalmente, durante la cual el auto titulado garante de la seguridad del hemisferio occidental traicionó, incluso, sus postulados doctrinales históricos refrendados en la Doctrina Monroe.

3 Detallados análisis acerca del Plan Cóndor, sus antecedentes y características los ofrecen:

- Ferreira Navarro, M. (2014). Operación Cóndor: antecedentes, formación y acciones. Ab Initio, (9), 153-179. Recuperado de www.ab-initio.es

- Torres-Vásquez, H. (2018). La Operación Cóndor y el terrorismo de Estado. Revista Eleuthera, (20), 114-134. DOI: 10.17151/eleu.2019.20.7.

- Kornbluh, P. (2004). Pinochet: los archivos secretos. Barcelona: Editorial Crítica. Pp. 215-251.

4 A excepción de los textos consultados en el diario Granma, los restantes artículos de prensa referenciados en el documento fueron extraídos de un valioso compendio elaborado por el Institut for Iberoamerika-Kunde. Dokumentation Leitstelle Lateinamerika. Instituto de Estudios Iberoamericanos, Centro de Documentación, República Federal de Alemania, 1982.

5 Sobre el tema pueden consultarse:

- Kennan, G. K. (1998). Al final de un siglo: reflexiones 1982-1995. México D. F.: Fondo de Cultura Económica.

- Maira, L. (1981). Los factores internacionales y las perspectivas democráticas de América Latina en los años ochenta. En H. Pease García, T. Moulian, A. Melis y otros, América Latina 80: democracia y movimiento popular (pp. 167-203). Lima, Perú: Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO).

- Maira, L. (1991). América Latina y el nuevo escenario internacional. Revista Mexicana de Política Exterior, (31), 7-21.

6 Véase Thatcher, M. (abril de 2013). Recuperado de https://www.cidob.org/content/pdf/35491

7 Sobre el tema pueden consultarse:

- Borón, A. A. (2003). Capítulo VII. La transición hacia la democracia en América Latina: problemas y perspectivas. En Estado, capitalismo y democracia en América Latina (pp. 227-262). Buenos Aires: CLACSO. Recuperado de http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100529022319/9capituloVII.pdf

- Mazzei, D. (2011). Reflexiones sobre la transición democrática argentina. PolHis, año 4, (7), 8-15.

- Bohoslavsky, E. y Morresi, S. (2011). Las derechas argentinas en el siglo XX: ensayo sobre su vínculo con la democracia. Iberoamérica Global, 4(2), 17-48.

- Corbo, D. J. (2007). La transición de la dictadura a la democracia en el Uruguay. Perspectiva comparada sobre los modelos de salida política en el Cono Sur de América Latina. Humanidades, año VII, (1), 23-47.

8 Sobre el tema pueden consultarse:

- Bell, W. (2008). The American invasion of Grenada: a note on false prophecy. Foresight, 10(3), 27-42. Emerald Group Publishing Limited, ISSN 1463-6689.

- Omangand, J. (26 de octubre de 1983). Americans in Grenada, calling home, say they were safe before invasion. The Washington Post. Recuperado de https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1983/10/26/americans-in-grenada-calling-home-say-they-were-safe-before-invasion/7cf1186e-a7de-43f2-94bb-3c19c83da565/

- Treaster, J. B. (29 de octubre de 1984). New airport, still unfinished, is open in Grenada. The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/1984/10/29/world/new-airport-still-unfinished-is-open-in-grenada.html

9 Sobre el tema pueden consultarse:

- Martín Serrano, L. F. (10 de enero de 2022). AUKUS. Trasfondo de un tratado. Documento Opinión, 1/2022, Instituto Español de Estudios Estratégicos.

- HM Government. (2021). Gran Bretaña: su carácter global en una era competitiva. Revisión integrada de la política de seguridad, defensa, desarrollo y exterior.

- Ayuela Azcárate, F. J. (2020). La OTAN frente a la competición estratégica. Análisis 1/2020. Madrid: Instituto de Política Internacional UFV. Recuperado de www-ipi-ufv.com

10 No por falta de propuestas. Un análisis considerando diferentes casos en el nivel internacional, hasta proponer un régimen especial para Las Malvinas, fue elaborado por Kohen, M. G. (1986). Alternativas para la solución del conflicto por las Islas Malvinas. Revista de Estudios Internacionales, 7(4).

11 Véanse: Reino Unido desplegó armas nucleares durante Guerra de Las Malvinas, Prensa Latina, martes 5 de abril de 2022. Recuperado de https://www.prensa-latina.cu/2022/01/04/reino-unido-desplego-armas-nucleares-durante-guerra-de-las-malvinas

- UK sent nuclear sub near Falklands, says Argentina, BBC, 11 de febrero de 2012. Recuperado de https://www.bbc.com/news/world-latin-america-16993391

- Argentina’s concern over us submarine operating in South Atlantic with British support, viernes 12 de febrero de 2021, Information for the Press, n.° 037/21. Recuperado de https://www.cancilleria.gob.ar/en/announcements/news/argentinas-concern-over-us-submarine-operating-south-atlantic-british-support

12 Véanse: Declaración del Ecuador en nombre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –CELAC– en el debate general de la Conferencia de Exámen del tratado de No Proliferación Nuclear (Nueva York, 27 de abril de 2015). Ecuador Presidency Pro-Tempore (2015-2016). Recuperado de https://www.un.org › statement › pdf › CELAC_es

- Díaz Galán, E. C. y Bertot Triana, H. (2017). La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC): un enfoque desde la perspectiva de la integración. Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 126, 47-66. ISSN 0326-7806 (edición impresa) - ISSN 1852-7213 (edición en línea).

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