Temas de nuestra américa
e-ISSN: 2215-3896.
(Enero-Junio, 2023). Vol 39(73)
DOI: https://doi.org/10.15359/tdna.39-73.12
Open Acces: https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/tdna
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Dossier
Manifestaciones de las mujeres en la constitución y (re)presentación de la sujeta política feminista1
Manifestations of women in the constitution and (re)presentation of the feminist political subject
Manifestações das mulheres na constituição e (re)apresentação do tema político feminista
Académica investigadora
Instituto de Estudios Latinoamericanos
Universidad Nacional
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3146-9456
Académica investigadora
Instituto de Estudios Latinoamericanos
Universidad Nacional
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5060-1248
Recibido:10/11/2021 - Aceptado: 18/09/2022
Resumen
Este artículo forma parte del proyecto de investigación “Ni una Menos, Costa Rica, Manifestaciones y representaciones de las mujeres en la constitución y (re) presentación del sujeto político feminista” llevado a cabo durante el 2019 y 2021. El estudio recoge los principales hallazgos obtenidos en una serie de entrevistas que se realizaron a mujeres activistas feministas costarricenses organizadas colectivamente. Tiene como fin último dibujar algunas caracterizaciones de las sujetas feministas contemporáneas, desde sus sentipensares y acciones en la lucha contra la violencia de género. Para ello exploramos los orígenes organizativos de las colectivas, su articulación y organización política, así como sus alcances y retos.
Palabras clave: Activismo, Colectivas feministas, Costa Rica, organización política.
Abstract
This article is part of the research project Ni una Menos, Costa Rica, Manifestations and representations of women in the constitution and (re)presentation of the feminist political subject, during 2019 and 2021. This includes the main findings of a series of interviews that were carried out with Costa Rican feminist activist women, collectively organized, and its goal is to draw some characterizations of the contemporary feminist subjects, from their feelings, thoughts, and actions in the fight against gender violence. Thus, we explore collectives’ organizational origins, their articulation and political organization, as well as their scope and challenges.
Keywords: Activism, Costa Rica, feminist collectives, political organization.
Resumo
Este artigo faz parte do projecto de investigação Ni una Menos, Costa Rica, Manifestações e representações das mulheres na constituição e (re)apresentação do sujeito político feminista, realizado durante 2019 e 2021. Recolhe as principais conclusões de uma série de entrevistas com activistas feministas costa-riquenhas organizadas colectivamente, e o seu objectivo final é extrair algumas caracterizações de temas feministas contemporâneos, dos seus sentimentos e acções na luta contra a violência de género. Para o efeito, exploramos as origens organizacionais dos colectivos, a sua articulação e organização política, bem como o seu alcance e os seus desafios.
Palavras chave: Costa Rica, colectivos feministas, organização política das mulheres, activismo
La centralidad de la práctica colectiva en las transformaciones del yo y en la revisión de la democracia organizativa,(sic) es la base del pensamiento feminista.
Jacqui Alexander y Chandra Talpade Mohanty (2004)
Históricamente, las mujeres se han organizado de diferentes maneras para resistir a las múltiples violencias que pesan sobre sus cuerpos. Por esta razón, iniciamos reconociendo que, en el marco de la resistencia, la organización de mujeres ha estado presente tanto en los espacios íntimos en el seno de las familias como en los ambientes comunitarios. Las cocinas, las lavanderías, los ríos, los círculos de mujeres, entre muchos otros, son ejemplos de esas formas de organización y vinculación. Sin embargo, nuestro interés en este artículo es reflexionar sobre la organización política de las mujeres en el sentido más clásico, a fin de tener hallazgos acerca de la conformación de las sujetas políticas feministas en Costa Rica.
Con tales fines se invitó a participar a algunas de las integrantes de colectivas feministas a compartir, a través de una entrevista semiestructurada, sus sentipensares en relación con sus orígenes como colectivas, sus formas de organización y sus percepciones en la construcción de la sujeta política. Siguiendo a Adriana González Osorio, Gloria Edith Puentes Ávila y María Cristina Ordóñez Linares (2012) coincidimos en que la configuración de la sujeta política tiene en sí misma una fuerza antipatriarcal que mueve a las mujeres a involucrarse en acciones políticas y reflexionarse a sí mismas a partir de su activismo.
Ellas ubican la importancia de involucrarse en colectivos para la acción política, pero no es la única manera que encuentran; reflexionar y avanzar individualmente es también una forma de configurarse como sujeta política para actuar. Además es definitivamente clara su ruptura con las formas de organización política tradicionales, su crítica permanente, su deseo porque las nuevas generaciones reinventen una cultura política donde sea posible su acción, tomando distancia de los vicios que se han vuelto históricos en las formas que asume la política en nuestro país (p. 49).
Las colectivas entrevistadas fueron: Ni Una Menos Costa Rica (NUMCR), la Colectiva Caminando (CC), la Colectiva Handmaids Costa Rica (HCR), la Colectiva Chancha Negra (CCH), la Colectiva Viajo Sola (VS) y Pan y Rosas Costa Rica (PYR). En cuanto a las participantes, un total de 14 son mujeres jóvenes entre 25 y 43 años, doce costarricenses, una venezolana y una ecuatoriana. Todas ellas cuentan con grados académicos universitarios y residen en el Valle Central de Costa Rica2, lo que nos habla de su lugar de enunciación. Estos elementos no son solo referenciales o biográficos, sino que como veremos refieren las capacidades y posibilidades que tienen estas mujeres a la hora de organizarse y tomar acciones colectivas.
Observamos un evidente protagonismo de las mujeres activistas jóvenes, quienes, interpeladas por las corrientes feministas que las preceden, imprimen a los feminismos nuevos lenguajes. En concordancia con una reemergencia de feminismos en la región latinoamericana, hacemos eco de lo señalado por Marina Larrondo y Camila Ponce Lara,
Los activismos feministas jóvenes son protagonistas centrales en nuestra región en estos días. Se trata de sujetas políticas que están llevando adelante transformaciones enormes que cambiarán el mapa de las políticas, los derechos, la construcción de subjetividades y las formas de vincularnos unas con otras en las próximas décadas (2019, p. 21).
De igual forma, nos alejamos de visiones esencialistas sobre el activismo joven, reconociéndolo como una de las tantas interseccionalidades que cruzan a las activistas feministas. Entendemos la juventud como “una producción sociohistórica en la cual unos sujetos se inscriben, reconociéndose como tales en unas condiciones que no han elegido pero que contribuyen a construir” (Larrondo y Ponce Lara, 2019, p.23).
Este artículo presenta los principales hallazgos del compartir con estas mujeres activistas feministas y, a manera de enunciación política, tiene como fin último registrar en la memoria colectiva sus vivencias y pensares, en la lucha contra el patriarcado. Para eso presentaremos primeramente los orígenes organizativos de las colectivas, para seguidamente reflexionar sobre la articulación y organización política, alcances y retos de las sujetas feministas contemporáneas.
Orígenes organizativos de las colectivas
Alrededor de los años 2013-2014 surge un movimiento social convocado por estudiantes de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica. Este tenía como fin realizar caminatas performáticas en la ciudad de San José. En un principio, su propósito era la defensa de la Caja del Seguro Social, la cual se encontraba amenazada por una estrategia de privatización. Además, también se organizaban en contra de lo que en ese momento se conoció como la Ley Mordaza, la cual atentaba contra las libertades de comunicación en Costa Rica. El movimiento, inicialmente, se entendía como un movimiento mixto; sin embargo, eran mujeres quienes respondían casi en su totalidad a la convocatoria.
El movimiento fue tomando cada vez más espacios y realizando las caminatas performáticas con mayor frecuencia. En el año 2015, formaron parte de lo que se llamó 100 en un día, actividad artística que pretendía que 100 actos performáticos se presentaran en el centro de San José. El movimiento realizó un performance sobre el acoso callejero, tema que trascendió en la vida de las participantes y recibió mucha realimentación por parte de las personas que lo observaron. Para ese entonces el movimiento ya estaba conformado solo por mujeres.
La apertura al diálogo sobre el tema del acoso callejero y la necesidad de las integrantes de seguir abordando este tema condujo a una relación y dinámica más cercana entre ellas, que no solo permitió construir una amistad, sino que las llevó a identificar nuevas necesidades y a conformar la colectiva. Ellas hacen énfasis en que el proceso de unidad se dio gracias al interés por tener un espacio seguro y amistoso donde el cuidado colectivo ha sido siempre la principal premisa.
En 2016 participaron de una convocatoria realizada por Fondos Frida, con el proyecto Radio Calles y Cuerpos, ganaron el patrocinio del Fondo. Radio Calles y Cuerpos fue financiado por dos años y tuvo un gran impacto en comunidades rurales del país. Se logró visibilizar las opiniones de diversas mujeres de diferentes regiones del país, las cuales pudieron participar de esta radio comunitaria.
Este financiamiento produjo una transición en la colectiva pues ahora se entiende también como un proyecto comunitario, con la responsabilidad de la administración de fondos. Esto ha sido complejo para las integrantes; algunas de ellas lo ven como un paso necesario y una etapa en la vida de la colectiva, a otras les parece un reto logístico y administrativo que las acerca más a entenderse como las figuras organizativas de las ONG (Organizaciones no Gubernamentales). Sin embargo, todas expresan que, a pesar de la ambigüedad presente, lo principal para ellas es permanecer unidas y generar espacios para la expresión colectiva de las temáticas que las movilizan tales como el cuidado colectivo entre mujeres, el combate al acoso callejero y al femicidio.
Esta colectiva nace entre finales del 2014 e inicios del 2015, entre un grupo de amigas quienes, además de ser activistas feministas, practicaban teatro espontáneo (TE). Su objetivo original fue posicionar los postulados feministas en medio de la escena del TE en Costa Rica y en Latinoamérica. Conforme avanzó el tiempo, la colectiva tuvo una mayor actividad y realizó funciones de TE en diferentes lugares del país, principalmente con temáticas relacionadas a la violencia contra las mujeres y los derechos de la comunidad LGTBIQ+.
Adicionalmente, se organizaron talleres y actividades desde un enfoque de técnicas de acción comunitarias relacionadas con el psicodrama, el TE, el sociodrama y el teatro de las personas oprimidas. A través de estas técnicas, se generan espacios polifónicos en dónde las personas participantes toman el protagonismo para que a partir de sus propias historias reflexionen sobre sus realidades y el contexto sociopolítico.
Actualmente, la colectiva no se mantiene activa en cuanto a funciones o talleres, sin embargo, si realizan comunicados o alianzas con otras colectividades para dar a conocer sus posicionamientos políticos, así como acompañando campañas contra la violencia de género y el femicidio. Para las entrevistadas, la principal forma de activismo en la actualidad es el acompañamiento y la solidaridad afectiva y cotidiana entre las participantes.
Colectiva Ni Una Menos Costa Rica
La historia del origen de (NUMCR) es ambigua y pareciera que ninguna de las entrevistadas puede precisar con exactitud el momento en que surge la organización. Algunas de las participantes indican que la primera se organizan es con el fin de realizar la marcha del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres (8M); otras consideran que la primera reunión pretendía organizar la marcha del 25 de noviembre para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres (25N). Algunas de ellas indican que fue en el año 2016 mientras que otras ponen como fecha de inicio el 2017. Sin embargo, de lo que sí hay registro es que el inicio de las actividades en la red social Facebook ocurrió en marzo del 2017.
A pesar de no tener claras las fechas de fundación todas las participantes hacen referencia a la primera reunión con una homogeneidad narrativa. A fin de organizar una marcha (8M o 25N), las mujeres se convocan de “boca en boca” en un bar concurrido de la Ciudad de San José, El Acapulco3. Se reunieron esa noche con el propósito de realizar alguna acción contra la violencia machista, por la convicción feminista y gracias a una “red de amigas” capaz de convocar a decenas de mujeres. A la convocatoria asistieron aproximadamente, treinta mujeres, algunas organizadas en colectividades, grupos y partidos políticos, y otras “activistas independientes”, como las llaman las entrevistadas.
En ese momento, decidieron llamar al movimiento Ni Una Menos en concordancia histórica con el movimiento feminista latinoamericano y dirigir sus acciones a favor de los derechos humanos de las mujeres, luchar en contra de la violencia machista y el femicidio.
Pan y Rosas Costa Rica surge el 8 de marzo del 2017, influenciada por Pan y Rosas Argentina, una iniciativa que agrupa a mujeres organizadas del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) y que a su vez forma parte de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT). LIT es una corriente política internacional desde la cual estas mujeres se reivindican. Pan y Rosas no es en sí misma una estructura partidaria, pero forma parte de organizaciones políticas de los diferentes partidos que son a su vez parte de la LIT en diversos países.
Para ellas, PYR intenta dar cuenta de que el proyecto de mujeres es el fenómeno político de más importancia y permanencia que se ha dado en los últimos años en América Latina. Consideran que es necesario que exista en Costa Rica una organización de mujeres que apunte tanto a aglomerar las diferentes formas de discurso político como también una forma de militancia política que sea abanderada de la defensa de los derechos de las mujeres de la clase trabajadora. Se reconocen como feministas socialistas y plantean la reivindicación política del postulado Ni Una Menos, como la conciencia política que más ha unificado el movimiento de mujeres a nivel internacional. Además, entienden que, aparte de la lucha antipatriarcal, existe un problema de clase, pues para ellas en el feminismo se puede hablar de sororidad. Sin embargo, mientras en el sistema político y económico capitalista, el género une a las mujeres, la clase las divide. Por lo tanto, para PYR hay que vincular la pelea por el fin del patriarcado con la del fin del capitalismo, ya que ambos entienden los cuerpos de las mujeres como objetos, propiedad privada que puede ser explotada y aniquilada.
Las integrantes de Viajo Sola se encuentran en el 2017 convocadas por dos premisas: el creciente surgimiento de cantautoras en el medio musical costarricense y el enfrentamiento de ellas mismas a una realidad de movilidad restringida y violenta hacia sus cuerpos. Ellas se conciben como una red, una comunidad y una colectiva de mujeres cantautoras, músicas y artistas escénicas. No representan un conjunto musical que tiene nociones específicas de ensayos y de presentaciones, sino que son un grupo de mujeres que encuentran compatibilidades desde su cotidianidad, desde su forma de pensar y su forma de crear y que por tanto deciden emprender un proceso conjunto.
En un primer momento, las integrantes de la colectiva se unen para realizar un concierto, con la idea de visibilizar a las mujeres cantautoras en el medio musical nacional; sin embargo, en la planificación de este, van adquiriendo conciencia de que las emociones, discursos y necesidades expresivas tienen que ver con la movilidad. Estas características las interpelan y atraviesan como mujeres y como artistas.
Para ellas la movilidad tiene que ver con el sentido clásico del viaje, pero también con la forma en que ellas asumen sus propias vidas. Ellas son mujeres que toman decisiones similares respecto a cómo trabajar y a cómo enfrentar los afectos. Esta forma de trabajar y vivir la entienden como parte del viaje de estar vivas.
La articulación artística y reflexiva respecto a la movilidad, ha llevado a que la colectiva permanezca organizando y creando metas comunes. VS se ha convertido, orgánica y paulatinamente, en un grupo de amigas que comparten la cotidianidad. La identidad colectiva se entiende como la suma de las subjetividades, algunas de ellas se consideran más reaccionarias, otras más propositivas, por lo que la colectiva posee esas dos características en su accionar político.
Para ellas las reivindicaciones políticas por la movilidad de las mujeres no están solo vinculadas a la demanda al Estado de garantías de seguridad, sino más a la búsqueda de formas de autogestión de su seguridad y cuidado colectivo. Este principio pasa por la habitabilidad del medio público pero también por la gestión de la vida misma involucrando la economía y la existencia en general.
Las mujeres que hacen parte de esta colectiva se organizan, específicamente como reacción ante la posibilidad de que el partido Restauración Nacional, partido evangélico y ultraconservador, llegara a ganar las elecciones presidenciales en el año 2018. Su nombre proviene de la novela “El cuento de la criada” de Margaret Atwood, la cual representa un escenario distópico en el que el sector ultraconservador ha adquirido total poder sobre los cuerpos de las mujeres, siendo estas explotadas y violadas con fines reproductivos. La mayoría de las acciones que realizan son manifestaciones de protesta públicas, como marchas y plantones, a las cuales acuden vestidas con el traje de las Handmaids, basado en la serie de televisión que se realizó a raíz de la novela. El traje es una capucha roja y un gorro blanco, con este traje apenas son visibles sus rostros.
Las reflexiones de las entrevistadas giran en torno a conceptos como el neopentecostalismo, el neoconservadurismo, las teorías de la interseccionalidad y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Tal forma de poner en evidencia el conflicto permite un análisis complejo de los fenómenos contra los cuáles se manifiestan.
Si bien en un principio estas mujeres se articularon alrededor de un objetivo electoral, ellas se piensan como un colectivo no partidario entendiendo, no obstante, que la ocupación de ciertos grupos en los cargos políticos públicos es importante para la defensa de los derechos humanos de las mujeres.
A diferencia de las otras colectivas, para ellas la lucha por los derechos humanos de las mujeres es el pegamento que las mantiene unidas; es decir, el factor vincular pareciera no tener un peso realmente fuerte. Sin embargo, sí reconocen en el espacio que construyen en conjunto, un territorio para descargar sus emociones y preocupaciones respecto a la violencia patriarcal.
Encontramos en la conformación de estas colectivas, a grupos de mujeres jóvenes, unas vinculadas por su amistad e intereses particulares, como el performance, el teatro y la música; como las colectivas Caminado, la Chancha Negra y Viajo Sola, otras movilizadas por el contexto político nacional, como Handmaids, o por el contexto internacional como Pan y Rosas y la colectiva Ni una Menos; grupos de mujeres que se organizan a partir de objetivos específicos dirigidos a luchar por las libertades de las mujeres, en contra del patriarcado y la violencia. Sus principios organizativos y sus formas de representación varían de acuerdo con sus intereses, como veremos en el siguiente apartado.
¿Por qué son colectivas? Nuevas formas de organización y representación política feminista
Las colectivas expresan un rechazo a las formas tradicionales de organización política. En sus prácticas encontramos un rompimiento con estructuras de escalafones y liderazgos verticales, constituidos por unos pocos personajes con voz y voto y masas pasivas con poca participación en los procesos de toma de decisión-acción; estas características también suelen estar presentes en otras organizaciones políticas con un corte más jerárquico, como podrían ser asociaciones, algunas ONG y partidos políticos. Se encontró en las colectivas un contundente rechazo a ser vinculadas con cualquier partido político, incluso PYR que tiene una clara línea socialista, con algunas de sus participantes militando en partidos políticos. Aun así, se separan en su activismo feminista de las estructuras partidarias.
En ese sentido, se entiende la organización vertical como parte estructural del mismo sistema patriarcal, que es a su vez, adultocéntrico y falocéntrico. De este modo, estas feministas, cuestionan no solo los espacios políticos institucionales, sino las formas tradicionales de organización social, incluyendo la clásica organización feminista. Esto permite que en su militancia planteen una ruptura significativa que va desde sus acciones hasta la reconfiguración de sus propios espacios. Según Tania De Armas y Carolina López (2016), dicha postura genera un quiebre ideológico con feministas de generaciones anteriores, quienes en el pasado configuraron su identidad como sujeta política feminista en los espacios políticos más públicos o masivos, mientras que estas lo hacen desde sus propias colectivas transitando entre lo privado y lo público.
Tal reconfiguración además se sustenta en la resignificación de la vivencia cotidiana feminista como ejercicio político: la cotidianeidad está dotada de hermandad y cercanía entre las miembros de las colectivas. Para las mujeres abandonar la soledad del espacio privado y volverlo colectivo es un acto revolucionario frente a la individualidad patriarcal y capitalista.
En el hecho mismo de llamarse “colectivas” y no movimientos, se distancian de las estructuras que perciben como rígidas y poco democráticas. Siguiendo a Gohn, las personas jóvenes “ven a los movimientos como [...] estructuras centralizadoras. Los colectivos, al contrario, son vistos como agrupamientos horizontales y muchos tienen autonomía y horizontalidad como valores y principios básicos. Los colectivos se autodenominan como activistas y no militantes de causas” (Larrondo y Ponce Lara 2019, p. 17).
En estas colectivas encontramos formas de organización flexibles que promueven, en su mayoría, ejercicios de horizontalidad en los procesos que llevan a cabo. Esta práctica fomenta la participación activa de todas las integrantes y promueve la constitución de la sujeta política, quien, siguiendo a Isabel Rauber (2015, p. 99)
Replantea los criterios tradicionales en cuanto a su organización interna, en el desarrollo de nuevas relaciones entre sus miembros: no jerárquico-subordinantes sino horizontales; exige el respeto a las diferencias y, todo esto, la profundización de la democracia sobre la base del protagonismo y participación plena de cada uno. Por ello, lejos de aceptar el divorcio entre lo social y lo político, afirma su indisoluble nexo constituyéndose como sujeto (y actores) sociopolítico(s).
En sintonía con esta idea, resaltamos valores como el diálogo y la comunicación horizontal para la toma de decisiones consensuadas a lo interno de las colectivas. Aun cuando, en algunos casos, se reconoce que dentro de la agrupación algunas de las compañeras han desempeñado un rol más activo, ese rol no se asocia con liderazgos jerárquicos, si no con las posibilidades de participación según los tiempos circunstanciales de las integrantes.
En el caso de las participantes de VS, CC y CCH, las integrantes son conscientes de que la organización activista y artística que realizan colectivamente es solo una de las aristas del vínculo colectivo que comparten. Ellas se entienden como grupos de amigas; en ocasiones las acciones colectivas están altamente relacionadas con el sostenimiento vincular de las sujetas. La horizontalidad sobre la toma de decisiones trasciende los fines meramente políticos, pues hay un respeto profundo al bienestar y necesidades de las compañeras de la colectiva.
Por su parte, NUMCR es una organización flexible que sirve como plataforma y cohesión para las mujeres y las colectivas. Ellas se piensan como una plataforma de lucha, con la cual otras colectivas y grupos de mujeres pueden organizarse para realizar acciones en contra de la violencia machista. La organización central está compuesta por un grupo pequeño de mujeres, el cual no es cerrado ni exclusivo. En este mismo afán cohesivo, que parte del respeto a las diferencias, la toma de decisiones se hace a través de ejercicios asamblearios, en los cuales se valora la opinión de las presentes en cada reunión, sin importar el tiempo que llevan involucradas con la colectiva o cuán constante sea su capacidad de participación.
Esta particularidad organizativa evita limitar o desestimular la participación de aquellas mujeres que quieran vincularse con la colectiva pero que no puedan asistir a todas las convocatorias. También permite a mujeres recién incorporadas a la organización tomar parte de las acciones, asumir roles e inclusive liderar tareas. En ese sentido, al no tener una forma estricta de organización, no hay jerarquías ni roles establecidos; exceptuando la administración de las redes sociales virtuales, cada actividad concreta que se planea posee su propia y espontánea organización.
A través de estas prácticas de articulación y participación se pone de manifiesto como estas colectivas ejercitan la constitución de la sujeta política feminista, en cuanto,
No es posible concebir que se pueda ser sujeto de un modo esquizofrénico: compuesto por un sujeto que tiene conciencia, que sabe y dirige (manda), y otro dependiente del primero para ser consciente, saber y actuar (obedece). El ser sujeto indica plenitud de capacidades y facultades, junto al ejercicio protagónico de las mismas, sin tutelajes (Isabel Rauber 2015, p. 101).
Por otro lado, las colectivas HCR y PYR se diferencian un poco de las estructuras vistas en las colectivas anteriores, en cuanto a la toma de decisiones más centralizadas, aunque una de ellas es más estructurada que la otra. En el caso de HCR, esta se encuentra conformada por un núcleo duro de cuatro activistas, quienes toman las decisiones sobre las actividades de la colectiva. Reconocen que hay alrededor de treinta mujeres que se vinculan en diversos momentos, sin embargo, la mayoría de ellas no participa activamente de las manifestaciones y actividades, si no que permanecen vinculadas a través de medios virtuales (grupos de WhatsApp).
Situación similar encontramos en la colectiva PYR en cuanto a la toma de decisiones, en donde la organización es asumida por un grupo particular que va rotando en roles y personas. Tal rotación está supeditada al perfil de la persona: personalidad, responsabilidades, preferencias e inquietudes políticas. Para la toma de decisiones, también exponen un sistema de votaciones más estructurado, y una vez abiertos los espacios para la discusión, se emprende la acción que haya sido votada por la mayoría. Otra característica de un sistema más estructurado es el registro interno, sistematizado y privado de las decisiones y acciones que emprenden. Es de destacar que esta es la única colectiva que conscientemente, mantiene un registro de su accionar.
PYR considera que todas las voces y todos los votos son importantes por lo que se procura siempre tomar las decisiones con base en el criterio de la mayoría. Aunque entienden que hay que atender las necesidades subjetivas y emocionales de las integrantes, reconocen que esto no debe convertirse en un freno para la militancia.
PYR mantiene la postura de que hay sectores dentro de un cierto feminismo que defienden los intereses tanto del gobierno como de los sectores más privilegiados. En ese sentido, ellas consideran que la unidad en el movimiento de mujeres debe tener como base fundamental la independencia política. Por lo tanto, apuestan a tener una estrategia clara que unifique diferentes batallas para al finar ganar la guerra. Para ellas es importante el debate público que permita acumular músculo político para que el movimiento de mujeres en Costa Rica logre sus objetivos.
En cuanto a la forma de comunicación entre las participantes de las colectivas, todas indican que su principal forma de comunicación es un chat de WhatsApp en el que se convocan a reuniones y se discuten acciones. Sin embargo, sobresalen dos estrategias particulares, una emprendida por las participantes de CC y CCH, y la otra que es sostenida por NUMCR.
La singularidad vincular afectiva entre las sujetas que hacen parte de CC y CCH les requiere una organización de sus comunicaciones específicas por lo que ellas mantienen dos chats de comunicación. Uno de esos chats se utiliza para discutir y analizar temas relacionados con el activismo y las acciones que emprenden. El otro es exclusivo para mantenerse comunicadas en su cotidianidad, compartiendo necesidades, momentos de vida particulares, alegrías, logros. En este espacio establecen estrategias de autocuidado y cuidado colectivo que para sus integrantes es vital para la permanencia de la colectiva. Las colectivas además han desarrollado lenguajes simbólicos para diferenciar los asuntos urgentes de los que no lo son. Así como formas de toma de decisiones específicas en los chats operativos.
Por su parte NUMCR, también utiliza dos chats. En uno participa únicamente el núcleo activo de la colectiva para discutir acciones y tomar decisiones. El otro sirve como plataforma para el movimiento feminista en Costa Rica ya que en él se encuentran diferentes mujeres activistas independientes o que forman parte de otras colectivas. Sirve para que entre unas y otras den a conocer sus actividades y se generen discusiones o conversaciones sobre temas específicos. Además, funciona como medio de convocatoria a las marchas del 8M y 25N.
En el caso de PYR, esta mantiene un vínculo cotidiano con compañeras socialistas tanto dentro como fuera del continente americano. Suelen tener encuentros por videollamadas, chats o correos electrónicos. Un medio fundamental de comunicación es La Izquierda Diario, una red de diarios internacionales en donde comunican sus acciones políticas y reflexiones teóricas.
Es evidente que las redes sociales son el principal medio de comunicación, de denuncia y de convocatoria de estas colectivas, algunas con mayor alcance o vinculación en el plano internacional que otras pero todas con impacto territorializado de su accionar. En ese sentido, “internet es definitivamente una herramienta fundamental para conectar la escala local, en donde tienen lugar las luchas, con la generación de significados globales” (Breno Bringel 2017, p. 42).
Según Isabel Rauber (2015), el sujeto político transformador tiene un carácter notoriamente colectivo que no solo se construye a partir de las luchas que le interpelan directamente, como es el caso de las luchas feministas, sino que se construye a partir de la articulación con otros movimientos y luchas (por ejemplo, el movimiento ecologista o indígena). En este sentido, la mayoría de ellas concuerdan en que apoyan otras causas sociales.
La figura de “activista independiente” toma preponderancia entre las colectivas. Ejemplo de ello es VS, colectiva en la que todas sus integrantes son consideradas activistas independientes con plena libertad para participar en otras luchas, colectivas o movimientos. Los aportes o relaciones que hacen entre las diferentes causas parte de la puesta en escena de la diversidad de luchas contenida en la subjetividad de cada una. Esta diversidad subjetiva construye la identidad de lo que son en conjunto. Sin embargo, como punto de partida aseguran que Centroamérica es su eje político y estético. Ellas comprenden la importancia de las luchas por el aborto legal o el femicidio, y a su vez, reivindican las luchas por el territorio cuerpo-tierra, dadas en Centroamérica como elemento fundamental de su quehacer colectivo.
El accionar de VS evidencia la libertad e independencia de las sujetas políticas en sus acciones y vinculaciones con otras colectivas. Podríamos asegurar que valoran esta posibilidad de vinculación como una característica que lejos de distanciarlas, aporta y nutre la colectividad misma. Estamos ante una característica propia de los activismos jóvenes en la región latinoamericana, que expresan, como señalan Marina Larrondo y Camila Ponce Lara,
un activismo más independiente y móvil, en función de demandas específicas antes que en agrupamientos más rígidos y estables y donde los actores pueden participar en organizaciones en tanto tales, o no hacerlo, tal como parecen mostrar las últimas manifestaciones y movimientos feministas y disidentes (2019, p. 25).
Otro esfuerzo que evidencian algunas de las colectivas es la necesidad de generar lazos con colectividades fuera de la urbe metropolitana. En el caso de CC y CCH, han logrado vincularse y participar de iniciativas con otros sectores sociales fuera de la burbuja vallecentralista. Las acciones de CCH han estado dirigidas al apoyo político, firma de comunicados y asistencia a manifestaciones de colectividades afro e indígenas. Por su parte, CC ha canalizado sus esfuerzos a través de su proyecto Radio Calles y Cuerpos que ha girado en varias comunidades del país.
Ahora bien, en términos de alianzas, NUMCR y PYR son las que han tenido mayor vinculación con instituciones estatales (Universidad de Costa Rica, el Instituto Nacional de las Mujeres y los Centros Cívicos para la Paz) y las ONG. Sin embargo, según argumentan las propias activistas, las relaciones con entidades públicas han sido por la acción concreta de mujeres dentro de las instituciones, cercanas a las colectivas y para actividades específicas y no por un interés gubernamental o institucional de acercamiento al movimiento. Además, estas colectivas comparten su articulación en la plataforma feminista del Valle Central costarricense dirigida a consignas como Aborto Legal Seguro y Gratuito y el Derecho a Decidir. En el plano internacional, ambas colectivas tienen relación con movimientos feministas latinoamericanos especialmente de Argentina y México.
Las activistas de NUMCR coinciden en que los mayores logros han sido la amplia y creciente convocatoria a las marchas, la visibilización de los femicidios y la función de plataforma política que han tenido para colocar temas de derechos humanos de las mujeres en la palestra política nacional4.
En el caso de CC sostienen que no pueden “cambiar el mundo”, sin embargo, reconocen que la labor de la radio comunitaria es un espacio fundamental para “sacar los discursos de las mujeres”, y que estos espacios son escasos. Por otro lado, saben que el registro de los femicidios, ampliando la noción legal costarricense, es un trabajo importante y arduo que requiere mucha dedicación, a pesar de que, como sugieren, son limitadas las herramientas que poseen para potenciar los alcances de este registro.
A su vez, ellas perciben que el mayor aprendizaje o insumo que les ha dado la colectividad es esa posibilidad de “hacer” desde valores que no suelen darse en las agrupaciones o colectividades que tienen un fin político. La escucha, la empatía, la solidaridad, el respeto por los tiempos de la otra y la sororidad son algunos de los valores o actitudes mencionados por ellas. En resumen, su principal logro gira en torno a la dinámica amorosa construida en conjunto.
En la misma línea, las activistas entrevistadas de la CCH encuentran un valor adicional en torno a lo vincular y este es la construcción de un espacio seguro de crecimiento colectivo. Más allá del activismo realizado en conjunto, la posibilidad de ser y existir libre de los estereotipos patriarcales se constituye como el principal motor de la organización colectiva. Ellas consideran que el mayor aporte de su colectiva al movimiento de mujeres en Costa Rica es generar esos espacios amorosos y seguros, donde las personas se vean reflejadas a través técnicas como el teatro espontáneo, en una práctica que apuesta al empoderamiento colectivo.
Por otro lado, hay un valor importante sobre entender la colectiva como una red de apoyo material y emocional. El cuidado pasa por la escucha que es a su vez un principio político liberador que permite entender la otredad.
Por su parte, PYR afirma que los principales aportes al movimiento de mujeres en Costa Rica giran en torno a levantar la bandera de la independencia política junto con la unidad, aportando una visión estratégica de cómo ganar y no únicamente de cómo resistir. Además, subrayan la creación de entornos para el debate y la discusión teórica y política en espacios abiertos y no a puertas cerradas.
Las entrevistadas subrayan la necesidad de ampliar el alcance de las acciones a otras regiones del país. En el caso de NUMCR, identifican como una limitación en su alcance organizacional, su interacción principalmente vallecentralista. Son conscientes de que tienen una deuda política, pues sus acciones se han limitado a esta región geográfica sin, necesariamente, incorporar las voces de mujeres no urbanas.
Por otro lado, en cuanto a las relaciones entre colectivas y/o movimientos sociales, las activistas reconocen que las alianzas entre las diferentes colectivas feministas no han sido fáciles y que en ocasiones no solo se convierten en espacios de desacuerdo sino en espacios poco seguros. En este respecto, hay un reto de construcción política en los movimientos feministas costarricenses que logre trasladar las dinámicas afectivas y de cuidado desde lo interno de las colectivas hacia los espacios inter-colectivas y más allá.
Además, se reconoce que existe una articulación circunstancial y/o contextual en las acciones conjuntas, pero que no existe una agenda política común por parte de las colectivas feministas en Costa Rica. Por último, y no menos importante, las entrevistadas subrayan la necesidad de recuperar y construir la memoria histórica del movimiento feminista costarricense.
A partir del análisis de las formas organizativas de las colectivas participantes, sus aprendizajes, retos y limitaciones, encontramos de manera manifiesta, en estas mujeres activistas, varios elementos que podríamos vislumbrar como característicos de las sujetas feministas contemporáneas. Por una parte, su performatividad como ejercicio de autorepresentación, y, por otra, su gestión desde un cuidado colectivo y afectivo, temas que abordaremos a continuación.
Las sujetas del feminismo hoy: autorepresentadas y performáticas
Las protagonistas de los feminismos contemporáneos en Costa Rica nos presentan nuevas formas de representación política en las que las sujetas entienden que es desde su cotidianeidad y en la gestión colectiva de bienestar, necesidades y afectos que se edifican los fundamentos de su causa e ideal político. Al decir de Langle de Paz (2019, p. 19) “es en la cotidianidad en donde la urgencia de vivir se convierte en la maravilla de vivir, a pesar de la urgencia”.
Las formas de organización horizontal son en sí mismas contrapropuestas a la representación vertical propia del sistema patriarcal falocéntrico. En este ejercicio de auto representación, la sujeta política feminista contemporánea, no solo se opone a la representación vertical como característica del patriarcado, sino que refuta de la misma manera la visión adultocéntrica. Por ello no apuesta a una representante líder si no que en la intimidad de la colectividad se dialoga y crea de manera conjunta una sujeta colectiva cargada de las subjetividades y en constante transformación.
Así mismo, resultado de este ejercicio autorepresentativo, estas activistas potencian prácticas de libertad en las decisiones de cuándo y cómo participar en las actividades propuestas por las colectivas. Además, fortalecen la libertad de moverse según sus necesidades particulares, para participar en aquellas luchas que las interpela, independientemente de que sean organizadas por su colectiva o no. La autorepresentación evoca libertad e independencia en la toma de decisiones de las sujetas feministas.
El quehacer colectivo, como acción facultativa, es un ejercicio de empoderamiento. Las mujeres se rebelan contra los estereotipos patriarcales y ejercen acción política desde los espacios privados, dotándose de libertades a sí mismas, quebrando los espacios de soledad y aislamiento, asumiendo sus espacios personales como espacios de lucha política. De esta forma, la sujeta política no se entiende aislada de la sujeta individual si no que una y otra, marcadas por una colectividad afectiva, se nutren recíprocamente.
Este ejercicio político adquiere posibilidades de resignificación a través de una estética feminista en productos escénicos y performáticos que logran conectar con la sensibilidad de otras mujeres. Tanto las caminatas performáticas, las funciones de TE, como los conciertos, no pretenden representar la vivencia de “la mujer” como sujeta homogénea y abstracta, si no que a partir de las subjetividades de las activistas-artistas se ofrecen lecturas de la realidad de ellas como mujeres, extendiendo espacios de comunicación para que otras mujeres vean significadas sus historias en el producto artístico. Conciertos y puestas en escena no pretenden decir cómo son las cosas de manera unidireccional, por el contrario, ofrecen un espacio de diálogo y multiplicación de significados.
Estamos ante una estética notablemente política, que, sin embargo, no establece idealismos sino que más bien ofrece espacios para la comunicación, para la auto-significación de quien recibe el hecho estético. La estética feminista de estas colectivas es una estética política de la comunicación. El ejercicio de representación artística parte de las subjetividades y se comunica con otras subjetividades.
Esta estética política de la comunicación, como metodología de interpretación de la realidad ofrece un campo de acción político polisémico que atraviesa los cuerpos de las mujeres. Así una canción, un poema, un performance o una escena de TE, son el hecho que comunica sensiblemente el fin político. Esta no es una estética panfletaria, pues no se impone una ideología política es una estética de lo político colectivo pues,
Lo colectivo deviene a su vez del sentido libre de interpretación que dan las personas creadoras, así como los “receptores” de la “obra”, quienes haciendo uso de sus facultades lingüísticas y estéticas crean el “producto final” en abstracto, uno inacabado, abierto a la posibilidad de interpretación de sus receptores. La experiencia estética es colectiva, aun cuando esta no se asuma como tal, en el tanto cada interpretación es a su vez una nueva forma del producto (Guzmán, Morales, Orozco y Zúñiga; 2019, p. 218).
Además, en las acciones de estas colectivas feministas podemos ver que la sujeta política ejerce un hecho artístico que deviene de una subjetividad colectiva co-creada con otras mujeres a partir de su subjetividad individual, con el fin último de generar un diálogo con otras, otros, otres, que interpretarán el hecho estético para su propia construcción de la o el sujeto político. Esta estética es en sí colectiva, transformadora y empoderadora.
Cuidado colectivo, principal estrategia frente al femicidio y la violencia contra las mujeres
Podemos afirmar que la sujeta feminista contemporánea, que como ya vimos es colectiva y performática, utiliza como principal estrategia frente a la violencia contra las mujeres una ética autogestionada del cuidado que parte de la organización vincular, el cuidado colectivo y la amorosidad.
Estos tres elementos surgen desde el reconocimiento de una epistemología del cuidado, que visibiliza las formas ancestrales de cuidado sistematizadas de manera doméstica por las mujeres desde la resistencia al patriarcado en el entorno familiar. La epistemología del cuidado reconoce el valor epistémico de los siglos de conocimiento que tienen las mujeres y que han sido compartidos generación tras generación como formas de resistencia, cuidado y reproducción de la vida.
Esta es una manifestación clara de los feminismos surgidos desde América Latina desde los movimientos de mujeres indígenas, afrodescendientes, campesinas y populares, que más allá de buscar una igualdad en la esfera de lo público con los sujetos privilegiados del patriarcado (hombres cisgénero, blancos, dueños de los factores de producción capitalista) buscan un reconocimiento de sus formas de vida y de sus conocimientos culturales y de género. La epistemología del cuidado es una propuesta epistemológica frente al patriarcado y la colonialidad del sistema capitalista occidental moderno.
Por su parte, la organización vincular, “que la entendemos como la forma de estructuración en la que las colectivas feministas establecen vínculos personales fuertes y estos son la principal fuente de cohesión colectiva” (Guzmán y López 2022, p. 172) es un marco adecuado para desarrollar sus subjetividades. Este tipo de organización, como ya lo hemos mencionado, rechaza las estructuras jerárquicas de organización política como forma en sí misma de rechazo y oposición al patriarcado, pero además tiene un alto componente de empatía. El vínculo es lo que fortalece y prevalece en la estructura organizativa.
A su vez, el cuidado colectivo, aparece definido como:
un ingrediente necesario de la estrategia de lucha, que pone a los sujetos en el centro de la organización. Es decir, el ideal político y las acciones políticas se construyen a partir de las necesidades, posibilidades e intereses de las mujeres, en una dinámica cíclica que motiva a las integrantes a revisarse en lo individual y lo colectivo, como ejercicio responsable, transparente y afectivo; en consecuencia, estas colectivas procuran espacios para compartir, apoyar y acuerpar sus estados emocionales, físicos y energéticos (Guzmán y López 2022, p. 172).
El cuidado colectivo se da hacia las personas que hacen parte de la colectiva, pero además, de la misma noción de cuidado parten las acciones en pro del beneficio de todas las mujeres De tal modo, las representaciones artísticas, las manifestaciones en las calles, los comunicados, y demás acciones activistas se enmarcan en la noción de cuidar las necesidades y dignidad de las otras.
Por último, la amorosidad, es una consigna política que “se revela contra la violencia patriarcal y la violencia, en general, con la que cargan los cuerpos de las mujeres. Ante un medio misógino y asesino de las mujeres, la amorosidad es una revolución autogestionada a favor de sus ideales y posibilidades vitales” (Guzmán y López 2022, p. 172).
Este posicionamiento político rompe con el dualismo razón/emoción, y lleva esta última al lugar necesario para la agencia activista. En este sentido, las manifestaciones de amorosidad son variables entre colectivas y personas, sin embargo, prevalece en las muestras de amor entre las miembros de las colectivas.
Dados estos tres elementos es indispensable señalar que la ética del cuidado se aleja completamente de las nociones del sacrificio. El cuidado colectivo no es sacrificial, sino que por el contrario, es recíproco y empático; lucha contra los estereotipos de género que asignan a las mujeres la obligación de cuidar de otros que reciben el privilegio de los cuidados. Las colectivas feministas cuidan desde la autogestión partiendo de las necesidades reales y las posibilidades reales de las mujeres.
La organización política de las mujeres en Costa Rica avanza en la autogestión de la vida que va más allá de la lucha por el reconocimiento estatal de los derechos humanos de las mujeres. La apuesta política es radical en el tanto se aleja un poco de la clásica apuesta política de demandar a las estructuras de poder para vivir acorde con sus planteamientos de una vida digna. La organización, como lo hemos dicho, es en sí misma una propuesta política. Esta forma de activismo es además radical al tiempo que puede generar cambios en la cultura patriarcal ya no a través de la normatividad y de las políticas públicas, solamente, sino desde la acción cotidiana al proponer otras formas de ser y resistir en el mundo.
En nuestra interlocución con las activistas feministas, pudimos notar que es recurrente la mención a que sus formas no son rígidas y que sus actos comunicativos y de resistencia, principalmente artísticos, son polisémicos. La diversidad no solo deviene de la diversidad de la sujetas, sino que se manifiestan con el fin de generar una multiplicidad de significaciones para quien recibe su mensaje. La organización feminista estaría apuntando a una multiplicidad ontológica y estética; dicho de otro modo, a una diversidad de partida para también generar una diversidad en sus puntos de llegada.
Cuando se habla de una estética política de la comunicación, se hace referencia precisamente a que esta es una metodología de interpretación de la realidad que ofrece una serie de simbolismos, productos, imágenes capaces de coincidir semánticamente con la realidad diversa de las personas que la reciben.
Frente a discursos de crueldad y despojo que nombran como único origen y destino de las mujeres la subyugación y la muerte, las mujeres se manifiestan desde las posibilidades de lo múltiple, lo metafórico y lo amplio. Desde ese posicionamiento, rechazan el destino manifiesto representado día con día, en las estructuras y sistemas patriarcales, como los medios de comunicación. De esta manera, las mujeres han ideado formas en que pese a la rabia y el dolor ante la muerte, sea posible revalorizar la vida, mostrando ya no el morbo por la violencia si no la amorosidad por la vida, y la esperanza de poner fin a la violencia patriarcal.
De esto dan cuenta los performance, la poesía, las funciones de teatro espontáneo y los conciertos que proveen de contexto (temporalidad, espacialidad, emocionalidad) a la comunicación sobre la violencia expresando la rabia y esperanzando las posibilidades de otra historia posible para las mujeres.
Podemos concluir que las colectivas feministas contemporáneas expresan una flexibilidad y libertad tanto en las acciones como en las demandas específicas que plantean. (a) Sus propuestas están marcadas por un rechazo profundo a los caudillismos y liderazgos verticales lo cual les permite alejarse de la organización política tradicional. Por el contrario, promueven la toma horizontal de decisiones considerando las necesidades y las circunstancias de las mujeres, así como, respetando sus tiempos y dinámicas personales. (b) Ausencias de agendas políticas comunes: más bien las acciones se plantean en torno a consignas específicas. (c) La comunicación está fuertemente marcada por la tecnología y el uso de las redes sociales, las cuales son su forma principal de convocatoria y denuncia. (d) Apuestan por una vinculación afectiva y una ética del cuidado, constituyéndose en un espacio primordial para su construcción como sujeta política, ya no necesariamente, desde la racionalidad o las causas meramente dichas, sino desde la gestión colectiva de bienestar y dignidad como postura política en contra del patriarcado. (e) Finalmente, la sujeta política contemporánea es performática, entiende el arte como estrategia dialógica y transformadora y su apuesta por la autorepresentación es un ejercicio de libertad e independencia.
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1 Este artículo es resultado del proyecto de investigación Ni una Menos, Costa Rica, Manifestaciones y representaciones de las mujeres en la constitución y (re)presentación del sujeto político (SIA 0210-18), aprobado y avalado por el IDELA y la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional.
2 El Valle Central está conformado por las cuatro principales ciudades de Costa Rica, incluyendo su capital San José. Esta provincia es la zona con mayor desarrollo económico ya que concentra la mayor posibilidad de acceso a información, educación superior y servicios estatales en general. También concentra la mayor cantidad de colectivas feministas y de las actividades del movimiento de mujeres.
3 El Acapulco es un bar en el centro de San José muy cercano a la Asamblea Legislativa. Suele ser un espacio de encuentro para personas de diferentes movimientos sociales que se reúnen allí después de las manifestaciones políticas frente a la Asamblea.
4 Por ejemplo, hacen mención a que, si bien no es NUM la que lideró las demandas respecto al tema de la Norma Técnica para el aborto terapéutico, fue en una asamblea de NUM en donde las mujeres se organizaron para ello.
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