DOS
Abstract
El poeta, para ser feliz, apenas necesita morir. La esperanza le basta. Intuye que en ello está quizás la vida que le es negada. El poeta debe olvidar, si quiere ser feliz, que ha visto, en los ojos de un niño macilento, el anuncio de aquello que lo salva.
El poeta debe cantar alegremente el embrujo de las flores que el jardín del banquero ilumina.
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